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Cosas del tango y del lunfardo - edUTecNe

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COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO - Eduardo Giorlandini<br />

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<strong>edUTecNe</strong><br />

Hacía muy poco que, motivado por un impulso nacido en el misterio <strong>del</strong> ser, fui a buscarlo; compartí<br />

con Enrique las pocas horas que estuve en Buenos Aires. Me esperó en la puerta <strong>del</strong> edificio<br />

donde vivía, me guió tramo por tramo, cambiando de vereda para no tropezar en la vereda rota,<br />

y recalamos en la esquina de ¨La Perla¨: ¨Entrá vos primero y tené cuidado con el escalón¨ -me<br />

dijo-. La infrahistoria merece atención, porque el pequeño gesto exhibe al espíritu en su pureza.<br />

Si se ha vivido con fuerza espiritual, con lealtad a los amigos, con agradecimiento, fraternalmente,<br />

no hay forma de separar lo que la Providencia une. Yo estaré al lado de Enrique caminando en el<br />

derrotero, de aquí y de allá; yo sentiré su compañía y las vibraciones de su espíritu, con comunes<br />

querencias. No ha de fallarme la memoria ni el cariño. Que la evocación nos empuje siempre,<br />

para que la presencia sea constante y no exista el adiós.<br />

Junto a él, como en la letra y la voz <strong>del</strong> otro gran amigo, Leonel:<br />

¨yo seguiré scrushando en tu <strong>lunfardo</strong>,<br />

sin monseñor, jirafa ni bandera,<br />

y mi voz altillera será el bardo<br />

que te cante la rima más canera¨.<br />

Quienes lo conocieron en la intimidad y supieron, por lo tanto, cómo era su mundo interior; no lo<br />

recordarán tristeado y sin ritmo. A todos y a cada uno de quienes fueron sus amigos me gustaría<br />

decirles: ¨Si alguna vez, en la derrota cotidiana te acordás de él, imaginá que camina junto a<br />

vos. Seguilo atento con tu afecto. Abrí el oído como un abanico. Recordá su voz y sus silencios al<br />

despedirte. Encontralo siempre entero, como compadre recto. Acordate que el espiante, cuando<br />

cambiás de barrio, nada tiene que ver con el adiós. Y no le reprochés al fueye:<br />

¨Lástima, bandoneón,<br />

mi corazón,<br />

tu ronca maldición maleva¨.<br />

9.Lunfardo y nomenclatura jurídica<br />

Introducción<br />

Como prelusión, puntualizaré cuál es la relación entre el <strong>lunfardo</strong> y el vocabulario propio de la<br />

ciencia jurídica.<br />

Si consideráramos al <strong>lunfardo</strong> como vocabulario carcelario cometeríamos un error muy ostensible.<br />

Empero, se repite insistentemente en ámbitos científicos y universitarios que el <strong>lunfardo</strong> nació en<br />

las cárceles. Ni siquiera deberíamos hacer una concesión admitiendo que tal es el <strong>lunfardo</strong> histórico;<br />

más, no es así. El <strong>lunfardo</strong> se ha nutrido con palabras de otras lenguas como el italiano y el<br />

español, de indigenismos, ruralismos, galicismos, afro-negrismos, etcétera; además, hay vocablos<br />

que tienen varios siglos de vida.<br />

No es superfluo señalar, al respecto, que la Real Academia Española cambió el criterio que tenía<br />

acerca <strong>del</strong> <strong>lunfardo</strong>; hoy día debemos considerarlo como sub-lengua, el presupuesto idiomático<br />

de lo que, con el tiempo, podría ser un idioma.<br />

El vocabulario jurídico se ha alimentado de un modo similar, porque es imposible que la vida misma,<br />

completa, no penetre en una nomenclatura técnica; <strong>del</strong> análisis de los vocabularios científicos<br />

surge el origen de muchas palabras. Si se trata de hacer un poco de historia debemos anotar que<br />

el latín jurídico deriva <strong>del</strong> latín popular, no <strong>del</strong> ¨culto¨.<br />

En materia de palabras no interesa el origen. El problema reside en precisar si la palabra sirve o<br />

no, si es de uso generalizado o no, así como si guarda alguna correspondencia con realidades insoslayables.<br />

Hasta deberíamos admitir el lenguaje por señas o gestos, lo que tuvo realidad, siglos<br />

atrás, en Francia. Relata Fernando Nicolay, en ¨Historia de las Creencias¨ que un contrato privado<br />

se formalizaba dándose la mano y escupiendo a un costado.<br />

Ahora podemos observar cómo las palabras de los ambientes laborales son llevadas al convenio

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