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Cosas del tango y del lunfardo - edUTecNe

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COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO - Eduardo Giorlandini<br />

2<br />

<strong>edUTecNe</strong><br />

Cuando llegaban los inmigrantes lombardos a la Argentina subsistía ese demérito; y ser lombardo<br />

equivalía a ser mala persona. La transformación <strong>del</strong> vocablo cumplió una de las leyes idiomáticas<br />

y <strong>del</strong> <strong>lunfardo</strong>: la ¨o¨ se transforma en ¨u¨; la ¨b¨ en ¨v¨ y esta en ¨f¨fricativa.<br />

Aparece por primera vez en una obra escrita en cocoliche, de autor anónimo, titulada ¨Los Amores<br />

de Giacumina¨. Allí, un personaje italiano le dice a otro: ¨-Altu ahí! Me hicas nu es lunfarda¨.<br />

Tenía aplicación con relación a los chicos que robaban en los almacenes, los rateritos; después<br />

se aplicó al ruflán, al chulo, al ladrón, a la gente de mal vivir.<br />

Hacia 1879 se iniciaron los estudios de este vocabulario, con los artículos de Benigno Baldomero<br />

Lugones, publicados en ¨La Nación¨, donde contaba las formas de robar y la terminología utilizada.<br />

Estos artículos se titularon ¨Los Beduinos Urbanos¨ y ¨Los Caballeros de Industria¨.<br />

Luego se publicó el ¨Idioma <strong>del</strong> Delito¨, diccionario de Antonio Dellepiane, que fuera profesor de<br />

Historia General <strong>del</strong> Derecho en la Universidad Nacional de Buenos Aires. A Lugones se lo consideró<br />

fundador de los estudios y además, fundador de la antropología criminal en la Argentina.<br />

Más a<strong>del</strong>ante se publicaron el diccionario de Luis Contreras Villamayor y otras obras. Pero fueron<br />

el sainete, el <strong>tango</strong> y el periodismo, los principales difusores <strong>del</strong> <strong>lunfardo</strong>.<br />

En la década <strong>del</strong> 30 comenzaron los inventos para la prohibición de este vocabulario. Pero no<br />

tuvieron éxito. Hasta que la Real Academia de la Lengua, acepta un trabajo de la Academia Porteña<br />

<strong>del</strong> Lunfardo, en el que se demuestra que el <strong>lunfardo</strong>, en realidad, no es lenguaje <strong>del</strong>incuencial,<br />

o carcelario, sino que es idioma vivo; una sublengua. Como dice Teruggi, una de las más<br />

ricas <strong>del</strong> mundo.<br />

No tiene origen carcelario y no es el idioma de los <strong>del</strong>incuentes como generalmente se repite sin<br />

fundamento. Ahora es patrimonio común.<br />

Como toda sublengua, el <strong>lunfardo</strong> absorbe voces de otras lenguas, sean extranjeras o aborígenes;<br />

el pueblo modifica el idioma y el pueblo hace el idioma, en el constante fluir de la vida humana.<br />

Las palabras son hijas de la tierra, de las circunstancias, <strong>del</strong> medio, de la realidad en todo sentido;<br />

inclusive la realidad social y cultural de una comunidad.<br />

2.¿El <strong>lunfardo</strong> en la picota?<br />

Todavía hay quiene quieren exponer al <strong>lunfardo</strong>, atándolo a un poste, como a los reos de la antigüedad;<br />

más todavía algunos quieren enjuiciarlo y exhibir su cabeza a la vergüenza.<br />

Ello sucede en algunos ámbitos pseudo-científicos. En ocasiones, los mismos que lo condenan<br />

utilizan lunfardismos sin saberlo; pretenden un idioma de laboratorio, estructurado científicamente,<br />

y no advierten que, a la larga y a la corta, todo el mundo termina aceptando incondicionalmente<br />

el idioma que transforma el pueblo.<br />

Sobre este cimiento, ya no cabe hablar de corrupción o deformación <strong>del</strong> lenguaje, sino de transformación,<br />

en casi todos los casos. ¿Por qué en una generalidad de casos y no en todos? Porque<br />

una palabra, venga de donde venga, necesita tiempo y cierta frecuencia de uso y difusión para su<br />

consolidación.<br />

Por falta de información y de investigación adecuada se repiten conceptos irreflexivamente, como<br />

si fueran ¨verdades¨ que no necesitan demostración o que no merezcan ser fundadas. Incluso,<br />

existe una idea bastante extendida en el sentido de que los grandes escritores utilizaron una lengua<br />

pura. Esto está desmentido por la obra de Cervantes, de Alighieri, de José Hernández y de<br />

una serie infinita de autores. Igualmente respecto a los más ilustres periodistas. Y, asimismo, de<br />

los más notorios legisladores.<br />

Cuando inicié, hace muchos años, entre otras, la tarea de recopilar citas y conceptos, tendientes<br />

a justificar o legitimar el uso <strong>del</strong> <strong>lunfardo</strong>, no imaginé la riqueza de referencias literarias y lexicográficas<br />

que, cualquiera que practique esta ciencia práctica, que es la lexicografía, tiene a su

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