Cosas del tango y del lunfardo - edUTecNe
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<strong>edUTecNe</strong><br />
COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO- Eduardo Giorlandini<br />
sostener la condición porteña <strong>del</strong> <strong>tango</strong>, de modo exclusivo o exclusivista. Esto es, lo que se hace<br />
desde las provincias, es tratar de comunicar la cuantía y el significado <strong>del</strong> <strong>tango</strong> a partir de las<br />
regiones, o provincias argentinas.<br />
Creo que no ha sido ésta la finalidad de la profesora Gil, con respecto a lo anotado precedentemente,<br />
de modo que su obra está libre de actitud polémica o predispuesta a la controversia. Su<br />
obra es única y expresa la relevancia <strong>del</strong> quehacer tanguístico en su ciudad bonaerense, Punta<br />
Alta, y, como quien escribe sobre el ¨pago chico¨ o pinta su ¨aldea¨ es merecedora <strong>del</strong> reconocimiento<br />
nacional, pues el libro creado exhibe los componentes de un acontecer integrador <strong>del</strong> ser<br />
nacional.<br />
10.Tango bonaerense y surero<br />
Desempeñándome en el Archivo Histórico de la provincia de Buenos Aires –como transcriptor de<br />
documentos antiguos y bajo la dirección de don Enrique Barba- había iniciado la tarea de historiar<br />
Bahía Blanca y su zona de influencia. Durante ella conocí varias referencias documentales y bibliográficas<br />
con respecto a los ¨fandangos¨ que se realizaban en el siglo pasado. Se denominaba<br />
¨fandango¨ al baile, así como a fiestas y reuniones con baile.<br />
Nuestro sur bonaerense ha sido, históricamente, ámbito propicio para la música, la danza y el<br />
canto; su itinerario temporal está signado por la cifra, el estilo, la payada, la milonga, el <strong>tango</strong> y<br />
otras músicas que coexistieron y cultivadas por unos y por otros. Presenta un gran desarrollo <strong>del</strong><br />
folclore y <strong>del</strong> <strong>tango</strong>, hoy acompañados por diversas especies que, en casos, igualmente tienen<br />
algún sabor nacional.<br />
No podríamos describir con cierta exactitud esta característica si no mencionáramos a la literatura<br />
popular y, particularmente, a la poesía popular, gauchesca y lunfarda. En tal sentido y ya en<br />
el presente siglo, probablemente sea representativo antiguo de esa poesía, rescatado por Luis<br />
Ricardo Furlan, nuestro Julio S. Canata, que, en mi opinión, su lenguaje era una síntesis de ese<br />
vocabulario lunfa-gaucho propio de un pueblo o ciudad de campaña, que parecen ser un franja<br />
territorial y social común al campo y a la gran ciudad.<br />
Pero hablemos <strong>del</strong> <strong>tango</strong> y de sus letras. Nunca faltó en nuestro sur la presencia <strong>del</strong> milonguero,<br />
<strong>del</strong> guitarrero cantor, <strong>del</strong> fueyista y, en fin, de todos aquellos que desde 1900 –tomemos por caso<br />
el inicio <strong>del</strong> siglo- cultivaron el <strong>tango</strong> como músicos, cantantes, letristas, compositores y enseñantes.<br />
Como una resultante propia <strong>del</strong> medio físico y humano y, en fin, cultural, el <strong>tango</strong> –en todas sus<br />
facetas- tenía sabor a gauchaje; a lo mejor no es incorrecto afirmar que identificaba a aquello<br />
que, en cierto modo, reflejaron Fernan Silva Valdéz, Juan de Dios Filiberto o Jorge Luis Borges<br />
(muchísimos más deberían ser mencionados; la cultura <strong>del</strong> <strong>tango</strong> en las provincias ha sido mucho<br />
mayor de lo que se cree en la megalópolis).<br />
Bahienses pioneros y rumbeadores<br />
Debemos mencionar, en primer término, a Augusto Pedro Berto, que cuando tenía 17 años compuso<br />
¨La Payanca¨, <strong>tango</strong> con gusto a campo, comenzando por el título no más: pial de payanca<br />
es el tiro de lazo –chico, de pocas vueltas o una sola vuelta- que se hace a poca distancia <strong>del</strong><br />
animal y dirigido a las manos.<br />
Después Juan Carlos Cobián, Juan Carlos Marambio Catán, Francisco Amor, Carlos Di Sarli, Armando<br />
Lacava, Gloria Díaz, Roberto Achaval, Luis Bonat y otros, sin contar a quienes estuvieron<br />
radicados –aunque no mucho tiempo- y otros que no trascendieron como los mencionados líneas<br />
arriba, pero dejaron sentada su condición de buenos músicos, compositores e intérpretes.<br />
La ciudad de Bahía Blanca tiene sobrados testimonios de ello y mucho más todavía: se ha caracterizado<br />
por la diversidad de grupos musicales, músicos, compositores, letristas, cantantes y bailarines<br />
que no han sido conocidos pública y notoriamente en el resto <strong>del</strong> país pero sí en la zona<br />
de influencia y reconocidos, en casos, en la Reina <strong>del</strong> Plata.<br />
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