Cosas del tango y del lunfardo - edUTecNe

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edUTecNe te las vas a ver conmigo¨. COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO- Eduardo Giorlandini 7. La cultura del ¨deber¨ A más de un siglo del nacimiento de las letras de tango, su riqueza informa acerca de nuestra historia. En ellas están contenidas la vida argentina y la naturaleza del ser nacional, con sus múltiples facetas. Es posible penetrar en su intimidad, con sus grandezas y miserias. El análisis discepoliano, más científico que filosófico, pergeñó prospecti-vamente el itinerario de la decadencia y la corrupción, en uno de los lados del comportamiento humano. Hoy, no salimos del asombro y debemos recordar que ¨la razón la tiene el de más guita¨; que ¨la honradez la venden al contado y a la moral la dan por moneditas¨; que ¨no hay ninguna verdad que se resista frente a dos pesos moneda nacional¨; y que hace falta ¨empacar mucha moneda¨, ¨vender el alma, rifar el corazón, tirar la poca decencia que te queda, plata, plata, y plata... plata otra vez¨. Entonces decimos todo esto como en la letra de ¨Que Vachaché¨, porque después, al fin de cuentas, queda la posibilidad del mangazo, y, total, la realidad y la experiencia ilustran sobre la actitud de ¨Mano a Mano¨, del Negro Cele: ¨Y si alguna deuda chica sin querer se me ha olvidado ¡en la cuenta del otario que tenés se la cargás!¨ Pero volviendo a Discepolín, el buen ciudadano podría cantar como en ¨Chorra¨: ¨Entre todos me pelaron con la cero¨. Buscamos la explicación de la conducta del autoprovecho y la miopía y he aquí la pregunta y la respuesta: ¨¿Qué sapa Señor?¨; ¨que todo es demencia¨. Y hasta resulta superfluo el recuerdo de ¨Cambalache¨. Empero, generalizando, de la indagación de la mismísima entraña emergen algunos signos y señales: primero, la exaltación del tener y no del ser; segundo, la tendencia a la absolutización del dinero; tercero, la actitud del pordiosero que ¨tira la manga¨ -pues éste es el origen de la expresión-; y, cuarto, como una falsa manifestación de nuestro crecimiento y de la ¨cultura del deber¨, el mangazo superlativo con la esperanza del olvido, porque así son, un tanto esperanzados, desprolijos y olvidadizos. Pero, eso sí, con buenos sentimientos, porque, al fin, está la Patria de por medio y el civismo se levanta majestuoso como enseñanza imperecedera. 8.¨Telefoneá sin temor¨ ¨Un telefón que contesta... Juncal 12-24, telefoneá sin temor...¨ (del tango ¨A Media Luz¨) Los argentinos podríamos preguntarnos si, con las nuevas tarifas telefónicas, contestarán todos los teléfonos, como en el citado poema de Lenzi, porque, con mayores recursos desaparecerán a lo mejor los inconvenientes en el servicio y se incorporará tal vez tecnología de avanzada. En cambio, sabemos inequívocamente que nació el temor a las llamadas y las pulsaciones, por causa del aumento de lo que, en el campo del lunfardo se denomina piolín con parlamento, telefunken, tubo, tele y morocho (esta última voz se originó cuando sólo había aparatos negros). Antes –como lo recordó un decano del periodismo, don José Barcia- se tiraba el dinero con el morocho en dirección a la bolsa del biromista (que es el que levanta juego); ahora, simplemente, se tira utilizando el aparato, cualquiera sea el motivo. También, por las mismas causas que las ya apuntadas, se irán terminando los ¨parlamentos¨ y nos queda el consuelo de volcarnos en un tango que a lo mejor escribimos con un solo dedo, para responder a la reflexión del letrista:¨Lindo parlamento el tuyo / pa´volcarlo en un gotán¨ (gotán es un vesrreísmo, que significa tango). 1 1

COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO - Eduardo Giorlandini 1 2 edUTecNe Son tarifas como ¨pa´que bailen los muchachos¨, no solamente los novios sino todo el mundo; son tarifas como para desechar el llamado de aquellos versos que dicen: ¨háblame, rompé el silencio¨. Y, así, por motivación de los ¨tarifazos¨, aprenderemos a respetar el silencio y a silenciar en todos los idiomas. Silencio en la noche, silencio en el día, silencio en las almas. Como para crear una vida mejor, porque, como dicen los adagios, para vivir en paz hay que ver y callar; o bienaventurados son los que no hablan; o, por último, es una virtud refrenar la lengua. Cuando se ahondan las crisis, al fin, caemos siempre en Discépolo. Se trate de ¨Cambalache¨, de ¨Yira-Yira¨ o ¨Sin Palabras¨, donde escribió: ¨Sin palabras esta música va a herirte¨. Ahora se trata de una nueva música, la estanflación, que hace bailar a todos, incompatible con la imprecación del Nego Celedonio, cuando llegue la factura: ¨En la cuenta del otario que tenés, se la cargás¨. A los tangueros nos queda la esperanza de que, con la tecnología de avanzada, un día tengamos aparatos telefónicos con forma de bandoneón, con botonera en los costados para discar tecleando con un fuerte espíritu ciudadano las notas que corresponden a ¨uno busca lleno de esperanzas¨ o ¨amargado, pobre y flaco, como perro de botón¨, o ¨con el pucho de la vida apretao entre los labios¨, en vez de números. De otro modo, nos conformaremos con cierta tecnología alternativa, volviendo a las señales de humo, como en los tiempos de Julián (no el del tango, sino el cacique de la Bahía). ¡Total... todo queda en el folclore! 9.Cosas de guapos y grafiteros ¨Pasaron los años / y mis desengaños, / ya vengo a contarte / mi vieja pared...¨ (¨Madreselvas¨, tango de L.C. Amadori y F. Canaro) Antiguamente, con el punzón o estilo –que nuestros italianos inmigrantes usaron como arma blanca- escribían en tablas enceradas; también, se hacían inscripciones en los monumentos. Hoy, se hacen en las paredes y son distintas, en el contenido y por los medios empleados. Recorriendo los tangos, asumimos que los guapos fueron precursores del graffito o, en plural, graffiti, y a pesar de que usaron el cuchillo fueron muy poco dañinos con las paredes y, además, lo hicieron para grabar sentimientos amorosos, como en la letra de ¨Melodía de Arrabal¨, de Batistella, Le Pera y Gardel: ¨en tus muros con mi acero yo grabé nombres que quiero¨. Es obvio que, en estos versos, acero es sinónimo de cuchillo. Se refiere a los muros de las esquinas, no a las paredes del frente de las casas; una vieja costumbre era reunirse en la esquina, y no utilizo esta palabra como sinónimo de pulpería o boliche o despacho de bebidas, como se usó en otra época; recuérdense los versos de ¨Corrientes y Esmeralda¨, del negro Flores y Pracánico: ¨Amainaron guapos junto a tus ochavas cuando un cajetilla los calzó de cross¨. Hablamos de paredes sin madreselvas en flor, la de la sombra compañera de la niñez, las que sorprendieron el amor y la de la humilde caricia, y de las paredes de los picados que dieron nombre a la figura futbolística. Hablamos del paredón de ¨Sur¨ (de Manzi y Troilo) y de ¨Tinta Roja¨ (Castillo y Piana): ¨Paredón, tinta roja en el gris del ayer... tu emoción de ladrillo, feliz¨. De las inscripciones de hace 2500 años a las de ahora, ¨pasaron los años¨, como en el tango. No sólo se mantuvo la costumbre sino que creció y se deformó; sobrevivió en las tumbas, en ciertos edificios y cementerios y casi no queda pared libre de inscripciones. También, este tema podrá ser objeto de una monografía o una obra antropológica o recopilación (ya algo hizo el periodista Osvaldo Marzullo, con su libro ¨¡Viva el Graffiti!¨). Como muestra representativa quiero decir que las inscripciones oficiales tenían justificación. En el cementerio de Montelepre, en Sicilia, donde están los restos de Salvatore Giuliano, puede

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te las vas a ver conmigo¨.<br />

COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO- Eduardo Giorlandini<br />

7. La cultura <strong>del</strong> ¨deber¨<br />

A más de un siglo <strong>del</strong> nacimiento de las letras de <strong>tango</strong>, su riqueza informa acerca de nuestra<br />

historia. En ellas están contenidas la vida argentina y la naturaleza <strong>del</strong> ser nacional, con sus múltiples<br />

facetas.<br />

Es posible penetrar en su intimidad, con sus grandezas y miserias.<br />

El análisis discepoliano, más científico que filosófico, pergeñó prospecti-vamente el itinerario de la<br />

decadencia y la corrupción, en uno de los lados <strong>del</strong> comportamiento humano.<br />

Hoy, no salimos <strong>del</strong> asombro y debemos recordar que ¨la razón la tiene el de más guita¨; que ¨la<br />

honradez la venden al contado y a la moral la dan por moneditas¨; que ¨no hay ninguna verdad<br />

que se resista frente a dos pesos moneda nacional¨; y que hace falta ¨empacar mucha moneda¨,<br />

¨vender el alma, rifar el corazón, tirar la poca decencia que te queda, plata, plata, y plata... plata<br />

otra vez¨.<br />

Entonces decimos todo esto como en la letra de ¨Que Vachaché¨, porque después, al fin de cuentas,<br />

queda la posibilidad <strong>del</strong> mangazo, y, total, la realidad y la experiencia ilustran sobre la actitud<br />

de ¨Mano a Mano¨, <strong>del</strong> Negro Cele:<br />

¨Y si alguna deuda chica<br />

sin querer se me ha olvidado<br />

¡en la cuenta <strong>del</strong> otario<br />

que tenés se la cargás!¨<br />

Pero volviendo a Discepolín, el buen ciudadano podría cantar como en ¨Chorra¨: ¨Entre todos me<br />

pelaron con la cero¨. Buscamos la explicación de la conducta <strong>del</strong> autoprovecho y la miopía y he<br />

aquí la pregunta y la respuesta: ¨¿Qué sapa Señor?¨; ¨que todo es demencia¨. Y hasta resulta<br />

superfluo el recuerdo de ¨Cambalache¨.<br />

Empero, generalizando, de la indagación de la mismísima entraña emergen algunos signos y<br />

señales: primero, la exaltación <strong>del</strong> tener y no <strong>del</strong> ser; segundo, la tendencia a la absolutización <strong>del</strong><br />

dinero; tercero, la actitud <strong>del</strong> pordiosero que ¨tira la manga¨ -pues éste es el origen de la expresión-;<br />

y, cuarto, como una falsa manifestación de nuestro crecimiento y de la ¨cultura <strong>del</strong> deber¨,<br />

el mangazo superlativo con la esperanza <strong>del</strong> olvido, porque así son, un tanto esperanzados, desprolijos<br />

y olvidadizos. Pero, eso sí, con buenos sentimientos, porque, al fin, está la Patria de por<br />

medio y el civismo se levanta majestuoso como enseñanza imperecedera.<br />

8.¨Telefoneá sin temor¨<br />

¨Un telefón que contesta... Juncal 12-24, telefoneá sin temor...¨ (<strong>del</strong> <strong>tango</strong> ¨A Media Luz¨)<br />

Los argentinos podríamos preguntarnos si, con las nuevas tarifas telefónicas, contestarán todos<br />

los teléfonos, como en el citado poema de Lenzi, porque, con mayores recursos desaparecerán a<br />

lo mejor los inconvenientes en el servicio y se incorporará tal vez tecnología de avanzada.<br />

En cambio, sabemos inequívocamente que nació el temor a las llamadas y las pulsaciones, por<br />

causa <strong>del</strong> aumento de lo que, en el campo <strong>del</strong> <strong>lunfardo</strong> se denomina piolín con parlamento, telefunken,<br />

tubo, tele y morocho (esta última voz se originó cuando sólo había aparatos negros).<br />

Antes –como lo recordó un decano <strong>del</strong> periodismo, don José Barcia- se tiraba el dinero con el<br />

morocho en dirección a la bolsa <strong>del</strong> biromista (que es el que levanta juego); ahora, simplemente,<br />

se tira utilizando el aparato, cualquiera sea el motivo.<br />

También, por las mismas causas que las ya apuntadas, se irán terminando los ¨parlamentos¨ y<br />

nos queda el consuelo de volcarnos en un <strong>tango</strong> que a lo mejor escribimos con un solo dedo,<br />

para responder a la reflexión <strong>del</strong> letrista:¨Lindo parlamento el tuyo / pa´volcarlo en un gotán¨ (gotán<br />

es un vesrreísmo, que significa <strong>tango</strong>).<br />

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