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Cosas del tango y del lunfardo - edUTecNe

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COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO - Eduardo Giorlandini<br />

12<br />

<strong>edUTecNe</strong><br />

Astor Piazzola):<br />

¨No lo vi rígido y muerto.<br />

Ni siquiera lo vi enfermo.<br />

Lo veo con paso firme<br />

pisar su feudo, Palermo¨.<br />

El vocablo Palermo nos acerca no solamente al <strong>tango</strong> sino también al <strong>lunfardo</strong>. Con respecto a<br />

esto último, por la herencia lexicográfica y literaria de Juan Francisco Palermo, autor <strong>del</strong> ¨Diccionario<br />

Lunfardo¨(¿1921?) y de otra obra importante, de su autoría: ¨El Corazón <strong>del</strong> Arrabal¨ (1920).<br />

Asimismo, Palermo (Bartolomé) fue el seudónimo <strong>del</strong> guitarrista Bartolomé Basimiani, fundador<br />

de ¨Palermo Trio¨, que actuó en ¨El Viejo Almacén¨.<br />

Otro Palermo, como nombre comercial, nos trae a la memoria el <strong>del</strong> restaurante histórico, que fue<br />

muy famoso ámbito de diversión nocturna entre 1895 y 1910, con orquestas y bailarines de <strong>tango</strong>,<br />

ubicado en el Parque Tres de Febrero y que como era propiedad municipal se arrendaba. Uno<br />

de los arrendatarios fue Federico Hansen, que perpetuó el famoso nombre ¨Lo de Hansen¨, por<br />

alusión al restaurante Palermo, que dicho sea de paso y con verdad, además de lo expuesto fue<br />

cabaret y prostíbulo, frecuentado por ¨niños bien¨ y por gente de avería y de diversa laya. A Hansen<br />

lo reemplazó Anselmo R. Tarana, que disponía automóviles que en forma gratuita trasladaba<br />

a los clientes; este servicio debía solicitarse al teléfono 135, Palermo, U.T..<br />

Otro de los lugares fue el Palermo Palace, que era un salón de baile de <strong>tango</strong>, y que se mantuvo<br />

incólume durante más de tres décadas.<br />

Seguramente, hay muchísimo más para contar.<br />

b) Orígenes <strong>del</strong> barrio<br />

Se ha considerado que uno de los primeros ocupantes –sino el primero- de parte de las tierras <strong>del</strong><br />

hoy Palermo, fue un siciliano, Juan Domínguez, apellido español al que se agregó el nombre ¨Palermo¨<br />

(no se descarta que el propio Domínguez haya agregado el nombre, de la ciudad capital<br />

de la región de Sicilia, a su apellido).<br />

Al iniciarse el siglo XVII y durante diez años aproximadamente, Juan Domín-guez vendía carne en<br />

la ciudad, que traía de sus tierras, que, con el tiempo, habrían de ser parte <strong>del</strong> territorio <strong>del</strong> barrio.<br />

Estas tierras, las de Domínguez, eran llamadas ¨Campos de Palermo¨ (¿campos de Domínguez<br />

Palermo?) y habían sido ocupadas por él en 1590 y cultivadas con vides, frutales y trigo. Antes<br />

habían sido conocidas como ¨los bañados¨ y después, el lugar, como San Benito de Palermo.<br />

Jorge Luis Borges reconoce a Juan Manuel de Rosas como el fundador, al haber habilitado los<br />

terrenos de esa zona y otros que anexó. Allí Rosas instaló su casa, en el hoy cruce de la Avenida<br />

<strong>del</strong> Libertador con la Avenida Sarmiento (justamente dos nombres con sentimientos contrapuestos,<br />

con relación a Rosas: San Martín, amigo, y, Sarmiento, adversario).*<br />

Todo empezó entonces con la casa de Rosas, quien compró las tierras en las primeras décadas<br />

<strong>del</strong> siglo XIX, en sucesivas compras, en total 541 hectáreas; construyó allí su casona y rellenó los<br />

terrenos con tierra y mejoró los caminos.<br />

Ello nos hace pensar que los barrios reales son hechos por la gente y no emergen de proyectos<br />

preestablecidos. Surgen de las necesidades, de los impulsos vitales, de la fe y la solidaridad. El<br />

desarrollo de una comunidad está sujeto a numerosas circunstancias, además <strong>del</strong> planeamiento,<br />

en las que las motivaciones humanas operan como motor y empujan afectivamente a la creación.<br />

El sentimiento religioso de Rosas motivó la construcción de una capilla, a la que los negros que<br />

trabajaban en la casona la llamaron ¨San Benito de Palermo¨**.<br />

Rosas enviaba su correspondencia con ese nombre, Palermo. Después vino todo lo demás. El<br />

¨inmigrante¨ siciliano, Juan Domínguez, no se lo hubiera imaginado jamás.

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