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Cosas del tango y del lunfardo - edUTecNe

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COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO - Eduardo Giorlandini<br />

122<br />

<strong>edUTecNe</strong><br />

el violín -ese ingenuo- canta medio dopado<br />

y el bandoneón rezonga con su voz de alcoholista¨.<br />

El piano adquiere un signo propio, especial como el pianista de <strong>tango</strong>, pues se ha dicho que el<br />

pianista de <strong>tango</strong>s es dormilón y robador: tiene la particularidad de quedarse respecto al conjunto<br />

orquestal; parece que no llega nunca.<br />

La orquesta típica habría nacido hacia 1910, en el Centenario, en la famosa esquina de Suárez y<br />

Necochea y se desarrolla, dice Tallón, hasta el final de la primera guerra, mediante el desenvolvimiento<br />

<strong>del</strong> trío orquestal primitivo: bandoneón, piano y violín. Con Yrigoyen se agranda el país y<br />

todo se agranda, y también la orquesta y, como un fatalismo de la economía, se va achicando al<br />

ritmo de ella.<br />

El espacio ganado por el piano en la letrística y la poesía se ensancha asimismo con un poema<br />

de Julio César Ibañez, ¨Malena se ha Quedado sin Poeta¨, dedicado a Homero Manzi:<br />

¨Suena un piano, la luz está sobrando...<br />

Tiembla el alma de Homero en la canción.<br />

Los ojos de Malena están llorando<br />

donde acaba la pena de su voz...¨.<br />

Puede sospecharse que las primeras escrituras o partituras de <strong>tango</strong>s fueron hechas por pianistas,<br />

que sabían música. Había pasado la época en que enseñoreaba la improvisación, la intuición<br />

y la creación espontánea y, más todavía, la escena -tal vez tomada de la misma realidad- <strong>del</strong><br />

italiano músico que reproduce Tomás de Lara, tomada de José Antonio Saldías, en la que el<br />

italiano Crispín da, en cocoliche, cátedra de música tanguística a su hijo apodado Batería: ¨Osté<br />

siga a<strong>del</strong>ante ... osté tiene gran porvenir. Qué te importa que no sabese música. ¿Tiene oído? ¡E<br />

boeno! Come yo ... Te sílbano na cosa, te queda a ´loreja, la tocase, le hacese la compadrada e<br />

ya está. Cuando quiere hacerse un <strong>tango</strong>... me dice a me. Yo te toca, el acordeone, una canzoneta<br />

napolitana, vieca, vieca, que nadie la recuerda. Osté la hace más despacito tre o cuatro ferulete<br />

é es una cosa cregoya. La música de este paese está hecha de requecho, come la raza; la hacemo<br />

todos: lo tano, lo francese e le gallegue...¨.<br />

Aunque es fácil entender el cocoliche, síntesis de italiano, español y lunfar-do, es destacable que<br />

la palabra requecho fue una voz popular, usada con el significado de ´desecho´ o ´sobra´. Lo que<br />

dice Crispín, entonces, es que la música, como la raza en este país, está hecha con desechos.<br />

Gobello recopila el uso que hizo <strong>del</strong> vocablo Felipe Fernández, Yacaré, en ¨Versos Rantifusos¨:<br />

¨Y ni un requecho allí se desperdicia...¨, escribió;<br />

y también Roberto L. Cayol, en ¨La Mala Estrella¨, con la voz requechar: ¨Desde que esos amarretes<br />

vieron que iban al café a requechar los manices, han suprimido el vermouth¨.<br />

¨Piano¨, en el <strong>lunfardo</strong><br />

Insensiblemente, penetramos en el mundo <strong>del</strong> <strong>lunfardo</strong>, que parece incompatibe con un instrumento<br />

como el piano, que no fue inicialmente un instrumento <strong>del</strong> <strong>tango</strong> argentino, hijo <strong>del</strong> suburbio.<br />

Sin embargo, el <strong>tango</strong> juntó algo distinguido con algún <strong>lunfardo</strong>, el de la mala vida, en la edad<br />

primitiva <strong>del</strong> <strong>tango</strong>, y trasladó al vocabulario varias expresiones:<br />

Una, tocar el piano, ´robar´. Más, esto mismo, ´robar´, se representaba en España, según Martín<br />

Alonso, con la expresión tocar el piano al revés, que, entre nosotros tenía otra significación.<br />

La otra, era tocar el pianito, y significaba –significa aún ´registrar las impresiones digitales en la<br />

policía o en cualquier otra dependencia pública´. En uno y otro caso, por alusión al movimiento<br />

de los dedos, denominados ganchos o grisines, en la jerga de los punguistas y lanceros, siendo<br />

estos últimos, los lanceros una especie de pungas que utilizaban la lanza, consistente en una<br />

pinza de cirugía, en una tijera o en un trozo de alambre, previamente adaptado para robar en los<br />

bolsillos de las víctimas, explica Gobello.

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