Cosas del tango y del lunfardo - edUTecNe
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COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO - Eduardo Giorlandini<br />
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<strong>edUTecNe</strong><br />
el violín -ese ingenuo- canta medio dopado<br />
y el bandoneón rezonga con su voz de alcoholista¨.<br />
El piano adquiere un signo propio, especial como el pianista de <strong>tango</strong>, pues se ha dicho que el<br />
pianista de <strong>tango</strong>s es dormilón y robador: tiene la particularidad de quedarse respecto al conjunto<br />
orquestal; parece que no llega nunca.<br />
La orquesta típica habría nacido hacia 1910, en el Centenario, en la famosa esquina de Suárez y<br />
Necochea y se desarrolla, dice Tallón, hasta el final de la primera guerra, mediante el desenvolvimiento<br />
<strong>del</strong> trío orquestal primitivo: bandoneón, piano y violín. Con Yrigoyen se agranda el país y<br />
todo se agranda, y también la orquesta y, como un fatalismo de la economía, se va achicando al<br />
ritmo de ella.<br />
El espacio ganado por el piano en la letrística y la poesía se ensancha asimismo con un poema<br />
de Julio César Ibañez, ¨Malena se ha Quedado sin Poeta¨, dedicado a Homero Manzi:<br />
¨Suena un piano, la luz está sobrando...<br />
Tiembla el alma de Homero en la canción.<br />
Los ojos de Malena están llorando<br />
donde acaba la pena de su voz...¨.<br />
Puede sospecharse que las primeras escrituras o partituras de <strong>tango</strong>s fueron hechas por pianistas,<br />
que sabían música. Había pasado la época en que enseñoreaba la improvisación, la intuición<br />
y la creación espontánea y, más todavía, la escena -tal vez tomada de la misma realidad- <strong>del</strong><br />
italiano músico que reproduce Tomás de Lara, tomada de José Antonio Saldías, en la que el<br />
italiano Crispín da, en cocoliche, cátedra de música tanguística a su hijo apodado Batería: ¨Osté<br />
siga a<strong>del</strong>ante ... osté tiene gran porvenir. Qué te importa que no sabese música. ¿Tiene oído? ¡E<br />
boeno! Come yo ... Te sílbano na cosa, te queda a ´loreja, la tocase, le hacese la compadrada e<br />
ya está. Cuando quiere hacerse un <strong>tango</strong>... me dice a me. Yo te toca, el acordeone, una canzoneta<br />
napolitana, vieca, vieca, que nadie la recuerda. Osté la hace más despacito tre o cuatro ferulete<br />
é es una cosa cregoya. La música de este paese está hecha de requecho, come la raza; la hacemo<br />
todos: lo tano, lo francese e le gallegue...¨.<br />
Aunque es fácil entender el cocoliche, síntesis de italiano, español y lunfar-do, es destacable que<br />
la palabra requecho fue una voz popular, usada con el significado de ´desecho´ o ´sobra´. Lo que<br />
dice Crispín, entonces, es que la música, como la raza en este país, está hecha con desechos.<br />
Gobello recopila el uso que hizo <strong>del</strong> vocablo Felipe Fernández, Yacaré, en ¨Versos Rantifusos¨:<br />
¨Y ni un requecho allí se desperdicia...¨, escribió;<br />
y también Roberto L. Cayol, en ¨La Mala Estrella¨, con la voz requechar: ¨Desde que esos amarretes<br />
vieron que iban al café a requechar los manices, han suprimido el vermouth¨.<br />
¨Piano¨, en el <strong>lunfardo</strong><br />
Insensiblemente, penetramos en el mundo <strong>del</strong> <strong>lunfardo</strong>, que parece incompatibe con un instrumento<br />
como el piano, que no fue inicialmente un instrumento <strong>del</strong> <strong>tango</strong> argentino, hijo <strong>del</strong> suburbio.<br />
Sin embargo, el <strong>tango</strong> juntó algo distinguido con algún <strong>lunfardo</strong>, el de la mala vida, en la edad<br />
primitiva <strong>del</strong> <strong>tango</strong>, y trasladó al vocabulario varias expresiones:<br />
Una, tocar el piano, ´robar´. Más, esto mismo, ´robar´, se representaba en España, según Martín<br />
Alonso, con la expresión tocar el piano al revés, que, entre nosotros tenía otra significación.<br />
La otra, era tocar el pianito, y significaba –significa aún ´registrar las impresiones digitales en la<br />
policía o en cualquier otra dependencia pública´. En uno y otro caso, por alusión al movimiento<br />
de los dedos, denominados ganchos o grisines, en la jerga de los punguistas y lanceros, siendo<br />
estos últimos, los lanceros una especie de pungas que utilizaban la lanza, consistente en una<br />
pinza de cirugía, en una tijera o en un trozo de alambre, previamente adaptado para robar en los<br />
bolsillos de las víctimas, explica Gobello.