La Sirena Varada: Año II, Número 10
El décimo número de "La Sirena Varada: Revista literaria"
El décimo número de "La Sirena Varada: Revista literaria"
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· NOIR · CIENCIA FICCIÓN · TERROR ·<br />
<strong>La</strong> sirena varada<br />
R E V I S T A L I T E R A R I A<br />
es una publicación de<br />
EDITORIAL DREAMERS<br />
libros digitales, gratuitos y legales<br />
LA SIRENA VARADA: REVISTA LITERARIA BIMESTRAL<br />
<strong>Año</strong> 2, N° <strong>10</strong>, agosto 2018 es una publicación mensual<br />
editada por Digital Robotic Entity Assembled for Masterful<br />
Editing and Rational Sabotage S.A.S. de C. V.:<br />
Tlalnepantla de Baz, C.P. 54170, Estado de México, México.<br />
www.editorialdreamers.com<br />
Director y editor responsable: José Luis Vázquez<br />
Ilustración de portada: Alexandra Petruk<br />
Ilustraciones: The British Library’s collections<br />
<strong>La</strong>s opiniones expresadas por los autores no necesariamente<br />
reflejan la postura del editor, sin embargo, la<br />
editorial respalda todas las opiniones al aceptar su aparición<br />
en esta revista.<br />
Queda estrictamente prohibida la reproducción total o<br />
parcial de los contenidos e imágenes de la publicación<br />
sin previa autorización de Digital Robotic Entity<br />
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RATIONAL SABOTAGE S.A.S. DE C.V.<br />
todos los derechos reservados<br />
SOBRE<br />
ESTE<br />
NÚMERO<br />
El arte, como disciplina, es una actividad<br />
que está cayendo en desuso.<br />
¿Por qué? Eso es muy sencillo de responder:<br />
no deja dinero.<br />
Y es que en estos tiempos en los que<br />
lo más importante es tener la cartera<br />
llena que cualquier otra cosa, y son pocas<br />
personas son las que van a dedicarse<br />
a hacer algo, cualquier cosa, si esto<br />
no les representa un beneficio económico<br />
a corto o largo plazo.<br />
Debido a esto, pocos son los espacios<br />
que realmente ofrecen un escaparate<br />
al verdadero arte.<br />
Y sí, me atrevo a hablar de verdadero<br />
arte porque no tolero la idea de que<br />
unas cubetas de colores llenas de agua<br />
que, supuestamente, representan a la<br />
Ciudad de México sean consideradas<br />
como una obra de arte y tengan espacio<br />
en un museo...<br />
Los pocos espacios que ofrecen un<br />
espacio al arte regularmente no están<br />
a la vista del espectador, hay que buscarlos,<br />
ya sea en persona o por internet<br />
(porque hay más talento en DevianArt<br />
que en las exposiciones que hacen sobre<br />
el grafitti en el museo del Chopo o<br />
en el museo Jumex), y los espacios que<br />
sí están a la vista del expectador dependen<br />
de curadores que, o buscan quedar<br />
bien con quien está poniendo el dinero<br />
de sus sueldos, o con los amigos del director<br />
que le están pasando donativos<br />
jugosos, o incluso por seguir la moda y
las tendencias que el arte posmoderno<br />
está tratando de imponer.<br />
¿Pero por qué pasa eso? Pues porque<br />
deja dinero, no hay mayor respuesta.<br />
<strong>La</strong>s galerías de arte son los que, actualmente,<br />
deciden quién tiene derecho<br />
de ser llamado artista y quien no,<br />
porque finalmente esos artistas son los<br />
que van a tener un contrato con ellos y<br />
la venta de sus obras les va a generar<br />
una ganancia muy buena. El dinero es<br />
el que manda.<br />
Tristemente eso pasa también con la<br />
música, el teatro, y la literatura.<br />
¿Hay solución? Yo no lo creo, porque<br />
la tendencia de nuestra sociedad<br />
es siempre hacia el consumo y eso no<br />
va a cambiar, aunque las ideologías de<br />
izquierda se empeñen en creer lo contrario,<br />
finalmente el hombre es egoísta<br />
por naturaleza y siempre va a buscar su<br />
beneficio, ya sea por los medios correctos<br />
o chingando a los demás.<br />
Con esto no quiero decir que no les<br />
debe de gustar lo que está de moda,<br />
porque ni soy esnob ni soy mamón,<br />
como muchos intelectuales de Starbucks<br />
suelen ser, pero si les quiero decir<br />
que no solo se centren en las modas,<br />
busquen por otros lados, consuman<br />
también los productos que los artistas<br />
independientes producen pues, finalmente,<br />
el éxito para muchos de ellos<br />
no está en lo económico, sino en la satisfacción<br />
de haber creado algo.
18<br />
ESCRIBIR CUENTOS<br />
DE CIENCIA FICCIÓN<br />
34<br />
ESCRIBIR EN TIEMPOS<br />
DE OSCURIDAD<br />
50<br />
EQUIVOCARSE<br />
66<br />
EL POEMA<br />
DE LA REALIDAD
82<br />
EL ARTE<br />
Y LO COTIDIANO<br />
98<br />
MITO<br />
E INFANCIA<br />
<strong>10</strong>2<br />
138<br />
SELECCIÓN<br />
DEL EDITOR<br />
120<br />
NUESTROS<br />
ARTÍCULOS<br />
148<br />
NOVELAS POR<br />
ENTREGAS<br />
MICROCUENTOS
¿CUÁL ES LA FRASE<br />
MÁS PELIGROSA<br />
QUE PUEDE<br />
PRONUNCIAR<br />
UN HUMANO?<br />
Por Ricardo Ernesto Sánchez Mejorada Ramírez<br />
6
<strong>La</strong> violencia es algo que ha germinado<br />
fructíferamente en el ser<br />
humano con el paso del tiempo,<br />
llegando así a formar parte indispensable<br />
del proceso evolutivo y tecnológico<br />
al que nos hemos visto sometidos a lo<br />
largo de los siglos. Cosas que tampoco<br />
escasearon cuando decidimos poner<br />
nuestra mirada en las estrellas, con el<br />
deseo de los antiguos conquistadores<br />
de conocer y apropiarnos de estas desconocidas<br />
tierras escondidas entre la<br />
negrura del espacio.<br />
Pero para responder a esto no podemos<br />
limitarnos a una vulgar amenaza,<br />
pues cualquier especie que habite en<br />
esta galaxia es perfectamente capaz de<br />
acabar con la vida de un ser humano,<br />
descartando así a la agresividad arcaica<br />
como el verdadero peligro detrás<br />
de una frase humana. Por otro lado se<br />
presenta una simple Idea, pero tampoco<br />
puede esta ser descartada de inmediato,<br />
pues una idea no distingue fronteras,<br />
razas o sexos, no es importante<br />
para ella si la comprenden, ni tampoco<br />
le causa mayor problema el cómo<br />
pueden llegar a interpretarla, lo único<br />
que tiene una verdadera relevancia en<br />
la vida de una Idea es su propagación,<br />
pues la efectividad de la misma se basa<br />
únicamente en cuantas mentes pudo<br />
cambiar, cuantas fantasías pudo generar,<br />
y de cuantos sueño se le pueden<br />
atribuir a su autoría.<br />
Como la más infecciosa de las fiebres<br />
es capaz de esparcirse por el mundo<br />
con la misma facilidad con la que una<br />
mancha de pintura le roba el panorama<br />
a un lienzo en blanco, una idea cumple<br />
su propósito al arrebatar a la población<br />
de un país de su idiosincrasia ya establecida.<br />
Todo esto por medio de una infección<br />
(en algunos casos voluntaria) que<br />
es capaz de generar envidia en el más terrible<br />
de los parásitos, pues se presenta<br />
como una utopía para su existencia. Si<br />
acaso, el idioma es en ocasiones el único<br />
freno que suele ver en toda su vida, y<br />
digo freno a propósito, pues en ningún<br />
momento es capaz de frenar como tal su<br />
incipiente conquista incorpórea.<br />
Llegados a este punto, considero<br />
bastante sencillo entender el peligro<br />
que supone el esparcimiento aleatorio<br />
e indiscriminado de ideas, y aún así no<br />
todas las ideas son capaces de impactar<br />
al mundo de la forma que otras lo<br />
han hecho en el pasado, lo cual nos<br />
lleva a los nutrientes que requiere una<br />
idea para convertirse en la suprema expresión<br />
de la capacidad humana a la<br />
que nos referimos con anterioridad.<br />
• Un ser capaz<br />
• Una idea<br />
• Un pueblo para compartirla<br />
Lo más complicado de esta receta se<br />
encuentra en encontrar un ser que se<br />
pueda clasificar como «capaz», pues<br />
aún no es posible identificar las características<br />
aisladas que lo llegan a conformar,<br />
pues como tal, solo ha existido<br />
un ente así en toda la historia de nuestra<br />
tan querida especie.<br />
Todo esto cambió cuando este único<br />
ser humano «capaz» decidió ceder su privilegiado<br />
lugar a todos los seres humanos<br />
del planeta. Dando así el primer paso<br />
para lo que se convertiría en la Gran Peregrinación<br />
del hombre hacia las estrellas.<br />
Cualquier parásito se hubiera visto<br />
asqueado de presenciar el desastre que<br />
provocó la introducción del ser humano<br />
dentro de la población espacial.<br />
Klogs, Resps, Tranus y Artens tuvieron<br />
su primer contacto con otra especie<br />
inteligente portando el papel de víctimas,<br />
ya que al ser las primeras especies<br />
7
que nos encontramos en nuestra sanguinaria<br />
expedición, todo preparado a<br />
la perfección por nuestros antepasados<br />
en las incontables guerras en las cuales<br />
con enfrascamos unos con otros. <strong>La</strong>s<br />
despiadadas conquistas del macedonio<br />
Alejandro durante su incursión en<br />
la India, pecaban de inocentes frente<br />
al exterminio suscitado por el miedo<br />
y el desconcierto a lo desconocido y,<br />
principalmente, a lo que la humanidad<br />
fracasaba en controlar.<br />
Tanto el arte como la guerra comparten<br />
ciertos factores que los vuelven<br />
más parecidos de lo que uno podría<br />
deducir a primera vista. Una de estas<br />
características es la necesidad de una<br />
correcta ejecución para que se obtenga<br />
el resultado deseado, el repentino<br />
brote de creatividad expresado en una<br />
brillante aplicación de conocimientos<br />
previos, suele dar como resultado un<br />
nuevo tipo de técnica, que, dependiendo<br />
del resultado, puede llegar a consolidar<br />
un nuevo paradigma en cualquier<br />
ámbito que se plantee. Y eso fue justamente<br />
lo que hicimos...<br />
¿En qué momento Dios decidió que<br />
nuestros sueños serían los que reinaran<br />
por encima de los del resto? O viéndolo<br />
con una diferente perspectiva…<br />
¿Qué tan lejos nos encontramos de él<br />
en este momento? Babel se pierde en<br />
el oscuro fondo de un pozo el cual hace<br />
tanto tiempo dejamos atrás.<br />
Y aquí nos encontramos, como los<br />
líderes autoproclamados de la galaxia,<br />
con un planeta disponible para los deseos<br />
de cualquier ser humano, sin importar<br />
las suplicas o clemencias de las<br />
especies inteligentes, o la bendita ignorancia<br />
procedente de especies menos<br />
desarrolladas; el sentimiento de superioridad<br />
se esparció por el universo al<br />
paralelo del exterminio, ambos de la<br />
mano de los hijos del hombre.<br />
Y aun viendo mi sueño cumplido, soy<br />
incapaz de identificar las cualidades<br />
que en cierto momento me maravillaban,<br />
aquellas que yo mismo proclamaba<br />
como parte intrínseca de nuestra<br />
humanidad. Ahora veo mi error. Me veo<br />
en la abrupta necesidad de reconocer<br />
que nunca merecí el nombrarme a mí<br />
mismo como «capaz» Y siento una necesidad<br />
de corregir el rumbo que hemos<br />
tomado. Así que…<br />
Creo que tengo una idea…<br />
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<strong>10</strong><br />
¿HACHA<br />
O NAVAJA?<br />
Por Ariel Cortes
Es una pésima idea —dijo Paulina<br />
después de que le conté mi plan, por<br />
supuesto que ella no podría entenderlo,<br />
pero a alguien se lo tenía que decir<br />
ahora que la fecha de mi viaje se acercaba.<br />
Solo era cuestión de días para que<br />
pudiera poner en marcha mi gran plan<br />
y la espera era agonizante, así que decidí<br />
visitarla para poder compartir con alguien<br />
mis ideas, de cualquier modo ella<br />
siempre había sabido de mi proyecto y<br />
era alguien en quien podía confiar.<br />
—Has estado mucho tiempo trabajando<br />
en esto, solo mira cómo te has<br />
puesto por casi no comer ni dormir, ¿y<br />
lo utilizarás para esto?<br />
—En mi opinión mi objetivo es más<br />
que suficiente, dentro de pocas semanas<br />
seré lo suficientemente rico para<br />
no tener que preocuparme por dinero<br />
el resto de mi vida —le contesté.<br />
—Supongo que sí, pero cuando comenzaste<br />
todo esto imaginaba que<br />
utilizarías el artefacto para algún fin<br />
más científico o algo que ayudara a la<br />
humanidad, no que sería solo una herramienta<br />
para ganar la lotería —no<br />
parecía estar muy contenta con lo que<br />
le había dicho, ni tan interesada como<br />
había esperado que lo estuviera.<br />
—Podría, pero no estoy del todo seguro<br />
de lo que podría llegar a ocurrir. He<br />
visto muchas películas, pero nada de lo<br />
que ahí se ve es seguro y dudo mucho<br />
que pueda confiar en mi suerte para<br />
hacer ese tipo de cosas. Después de<br />
todo, con el tiempo no se juega.<br />
—¿Qué acaso no es un juego lo que tu<br />
planeas hacer con eso?<br />
—¡Claro que no! He estado trabajando<br />
muy duro como para tomar mi proyecto<br />
como un juego. Ya lo he planeado<br />
todo de manera más que detallada. En<br />
diez días revisaré los números y haré<br />
el viaje. El monto de mi victoria será<br />
de cuarenta y cinco millones de pesos,<br />
sumando las tres loterías, he revisado<br />
bien que ninguna de las tres esté relacionada<br />
con la otra para que las sospechas<br />
sean menores, y de cualquier<br />
modo no podrían probar nada. Cualquier<br />
rastro que deje será borrado junto<br />
con esta línea del tiempo.<br />
—Cuando lo dices suena raro, es<br />
como si yo fuera a desaparecer de la<br />
existencia. ¿Moriré cuando lo hagas, o<br />
solo transcurrirán los días como siempre,<br />
excepto que tú estarás en algún<br />
otro lado haciéndote rico sin mí?<br />
—No lo sé, pero no te preocupes por<br />
eso, planeo compartir mi dinero contigo<br />
cuando mi plan este hecho, o incluso<br />
podría llevarte conmigo, aunque<br />
preferiría que no fuera así, es muy peligroso<br />
y ni yo mismo estoy seguro de si<br />
lo lograré o solo explotaré.<br />
—¿De verdad no lo has probado ni<br />
una sola vez? —su preocupación parecía<br />
crecer.<br />
—Lo probé con las ratas, y pase bastantes<br />
días tratando de averiguar si las<br />
había enviado al pasado o al futuro, solo<br />
sé que realicé tres viajes y solo una rata<br />
llegó, según la etiqueta que traía puesta<br />
se suponía que sería la cuarta que envié,<br />
pero llegó antes de que la lanzara.<br />
Quizás las otras tres están en distintas<br />
líneas del tiempo con dobles del mismo<br />
modo que yo tengo dos número cuatro.<br />
—¿Dos? Pero eso significaría que<br />
cuando tú viajes te vas a encontrar con<br />
otro tú, el del pasado.<br />
—Preferiría no hablar de eso, por supuesto<br />
que ya tengo contemplado eso, pero<br />
creo que será la parte más difícil del viaje.<br />
—¿A qué te refieres? —parecía saber a<br />
lo que me refería, pero de todos modos<br />
quería confirmarlo.<br />
11
—Tú sabes, no puede haber dos yo<br />
en el mismo lugar. Al principio pensé<br />
en inventarme un hermano gemelo<br />
secreto, y otras fantasías tontas, pero<br />
el único plan que tendría sentido seria,<br />
bueno, ya sabes.<br />
—¿Planeas asesinarte?<br />
—Sí, eso. No quiero pensar en lo difícil<br />
que será, pero no tengo otra opción.<br />
Trataré de hacerlo rápido y sencillo.<br />
—Estás llevando esto demasiado lejos.<br />
Será una creación del artefacto, pero<br />
también serás tú mismo, un ser humano,<br />
matarlo sería casi desquiciado.<br />
—Viajaré en el tiempo, creo que todo<br />
el asunto ya es bastante desquiciado.<br />
—¿Te dispararías solo por dinero?<br />
—Será mucho dinero, y no será un disparo,<br />
no tengo una pistola y no estoy<br />
seguro de donde podría conseguir una<br />
así que usaré un hacha.<br />
—Has perdido el juicio.<br />
—¿Crees que debería de usar una navaja?<br />
Quizá el hacha haga mucho desastre,<br />
y limpiarlo será más difícil.<br />
—Hacha o navaja será absurdo de todos<br />
modos. Esto es un acto de ambición<br />
desmedida. Cuando comenzaste parecías<br />
seguro de hacer una diferencia en<br />
el mundo, de utilizar el artefacto para<br />
fines magníficos que ayudaran a las personas,<br />
y ahora planeas tu propio asesinato…<br />
¿Qué te ha pasado? ¿Qué has<br />
perdido la razón y caído en la locura?<br />
—Creo que fue mucho esperar que<br />
comprendieras mis intenciones. Este<br />
artefacto no puede traerme mayor uso<br />
que el que le estoy dando, y no confió<br />
12
en nadie, ni siquiera en mí mismo, para<br />
usarlo de otro modo, por lo que lo destruiré<br />
en cuanto termine mi plan.<br />
—Para entonces será muy tarde, ya habrás<br />
cometido la atrocidad que planeas.<br />
—Una atrocidad necesaria, he trabado<br />
mucho para detenerme por ello ahora.<br />
Me voy, y espero que la próxima vez que<br />
nos veamos ya puedas comprenderme.<br />
Salí y decidí caminar a casa, estaba solo<br />
a seis manzanas y tenia muchas cosas<br />
que pensar. Y es que la conversación que<br />
había tenido con Paulina me había dejado<br />
una duda que no quería salir de mi cabeza,<br />
¿debería de usar el hacha o una navaja? El<br />
hacha parecía más eficaz para la tarea,<br />
pero la navaja podría ser más limpia y dejaría<br />
menos rastros, además de que sería<br />
mucho más fácil de manejar, con el hacha<br />
tal vez mi otro yo podría dar más pelea y<br />
escapar. Era una lástima porque ya tenia<br />
lista esa hacha desde hace tiempo, pero<br />
creo que no había pensado en las desventajas<br />
que me hubiera traído usarla, contra<br />
todas las ventajas que implicaba la navaja.<br />
Aunque un golpe certero con el hacha podría<br />
finalizar el trabajo rápido, sin gritos, la<br />
navaja tardaría más en asesinarme.<br />
Mientras mantenía mi debate conmigo<br />
mismo escuché algo caer detrás de<br />
mí, quise voltear para ver que era, pero<br />
una mano fue puesta sobre mi boca<br />
mientras sentía el frio acero contra mi<br />
cuello. <strong>La</strong> sangre no tardó en salir, del<br />
mismo modo que la fuerza me dejaba,<br />
pero aun tuve unos segundos antes de<br />
morir para darme cuenta de algo: al final<br />
había escogido la navaja.<br />
13
14<br />
ASIA GREEN<br />
Por Alejandra Arce
—¡Buenos días, Asia! —Camila me saluda<br />
con un gran abrazo y un beso.<br />
—¡Hola, Cami! ¿Cómo estás? —nos<br />
sentamos en una mesa para dos en<br />
nuestra cafetería favorita.<br />
—Bien. Oye, ¿cómo va el trabajo? Oí<br />
que Jefferson salió de la cárcel —me<br />
mira de una forma muy misteriosa y<br />
atemorizante mientras bebe su café.<br />
—Pues, bien por él, cumplió su condena.<br />
—¿No lo extrañas? Hace mucho que<br />
no lo ves —me mira con una cara bastante<br />
insinuante.<br />
—¡Por Dios, Camile! Claro que no.<br />
Hace muchísimo, como tú dices, no lo<br />
veo y estar con él sería sinónimo de<br />
perder mi trabajo. Además, después de<br />
todo lo que ha hecho, no creo que mis<br />
amigos de la comisaría me vuelvan a<br />
ver de la misma manera —bebo de mi<br />
café mientras la fulmino con la mirada—.<br />
Además, ni le importo. Nunca le<br />
he importado.<br />
Jefferson ha sido el mayor criminal<br />
que ha existido desde que todo el<br />
mundo volvió a la normalidad. Cuando<br />
éramos mundo y teníamos continentes.<br />
Cuando éramos más poderosos y grandes.<br />
Jefferson ha sido un demonio que<br />
se ha colado en la mente de todos los<br />
policías de Pangea. Jefferson es la persona<br />
que robó mi corazón, solamente<br />
para utilizarlo.<br />
Me estremezco al recordar todo. Me<br />
da mucho miedo pensar que ese homicida<br />
está en las calles. Probablemente<br />
pensando cuál será su próxima víctima.<br />
Camila se da cuenta de mi lucha interna<br />
y me agarra la mano.<br />
—Asia, todo va a estar bien —sonríe y<br />
me ve con esos ojos verdes, que siempre<br />
me consuelan.<br />
Camila ha sido mi mejor amiga desde<br />
que tengo memoria. Su papá, que era<br />
de origen africano, y su única familia,<br />
murió cuando Cami tan sólo tenía diez<br />
años. Por lo que mi familia la hospedó.<br />
—Ah… Me tengo que ir —Camila me<br />
saca de mis pensamientos y me devuelve<br />
a la actualidad.<br />
—¿Por qué? —le pregunto mientras<br />
ella guarda su celular en el bolso.<br />
—Me llamó mi jefa, quiere que esté en<br />
Canfis en diez minutos, espero que no<br />
haya tráfico.<br />
—Lo dudo, es bastante tarde como<br />
para que haya tráfico. Nos hablamos<br />
luego —me levanto y la abrazo.<br />
—No te preocupes por Jeff, no va a<br />
pasar nada —Camila me ve con una<br />
gran sonrisa y va hacia la puerta.<br />
—Espero que así sea.<br />
Me estoy terminando el café que compré<br />
mientras veo el periódico. Veo un artículo<br />
que me llama mucho la atención,<br />
porque no suelo oír a ningún periodista<br />
mencionando el mundo anterior.<br />
Extraterrestres, ¿mito o realidad?<br />
¿Qué pasaría si un extraterrestre<br />
nos pregunta qué pasó con el mundo?<br />
Este artículo le va a explicar a<br />
usted lo qué le pasó al mundo y por<br />
qué Asia Green lo quiere ocultar…<br />
Absurdo, yo no lo quiero ocultar. Cierro<br />
el periódico con enfado y reflexiono lo<br />
que acabo de leer. Todos saben lo que<br />
pasó. China y Estados Unidos empezaron<br />
la guerra. Luego, cuando Japón<br />
e Inglaterra se vieron afectados por la<br />
batalla, formaron una alianza para atacar<br />
a los otros países, por lo que crearon<br />
unas bombas.<br />
Esas bombas provocaron una explosión<br />
que hizo que la tierra se hundiera,<br />
matando a miles de personas. Los<br />
15
científicos nunca se explicaron por qué<br />
sucedió aquello y menos yo, un policía.<br />
Luego, las personas que quedaron vivas<br />
se escondieron durante un año. Después,<br />
empezaron a investigar si quedaba algo<br />
más de tierra. Según los que fueron a investigar,<br />
solamente hay un veinte por ciento<br />
de tierra. Ese suelo ahora se llama Pangea.<br />
Pangea tiene tres estados. Lunfis, es<br />
donde se produce la comida y la energía.<br />
Canfis es donde las personas trabajan. Y la<br />
capital, Menfis. En Menfis es donde está la<br />
policía, los bomberos y los hospitales.<br />
Yo trabajó en la policía. Soy la directora<br />
del departamento judicial de<br />
Pangea, por lo que yo soy como la presidenta.<br />
Me da asco pensar eso, los presidentes<br />
en el pasado no eran muy bien<br />
vistos por las personas.<br />
Mi padre era antes el director. Hace<br />
un año sufrió un grave accidente que lo<br />
dejó en una silla de ruedas, por lo que<br />
yo tomé el cargo. Richard, mi papá, es<br />
un líder nato. Yo, en cambio, no sé si<br />
sea buena. Los periodistas siempre hablan<br />
de mí, no de muy buena manera.<br />
Ellos creen que soy una criminal, porque<br />
tuve una relación con Jefferson.<br />
Me levanto de la mesa y le dejo una<br />
propina al mesero, mientras me voy a<br />
trabajar a la comisaría.<br />
Cuando entro a la comisaría, Marco<br />
me sonríe. Él me irrita bastante.<br />
—¡Hola, Asi! —me habla con una voz<br />
muy acaramelada que me da un poco<br />
de asco. En sus manos tiene unos papeles—.<br />
El caso de Jefferson… —dice<br />
mostrándome los papeles.<br />
—¿Qué quieres que haga con eso? —le<br />
pregunto mordazmente.<br />
Marco es uno de mis mejores agentes.<br />
Es muy bueno en lo que hace y si<br />
16
no fuera porque me coquetea tanto, tal<br />
vez sería más agradable estar con él.<br />
—Pues… —Marco se acerca aún más<br />
a mí—, pensaba que te iba a interesar<br />
lo que hace tu exnovio —levanto la cabeza<br />
de golpe y Marco retrocede. Estábamos<br />
muy cerca.<br />
—¿Por qué dices eso? —le pregunto<br />
mientras veo sus ojos azules, y después<br />
alzo una ceja.<br />
—Jefferson estuvo en un lugar bastante<br />
oscuro ayer por la noche —levanta<br />
unas fotos del montón de papeles<br />
que tiene en las manos y me las enseña—.<br />
Es el laboratorio abandonado de<br />
Canfis —veo las fotos con mayor detenimiento<br />
y reconozco el laboratorio.<br />
Era donde producían drogas. En la foto,<br />
Jefferson entra al laboratorio.<br />
—No te preocupes, esta mañana investigamos<br />
el lugar. No hay rastro de droga —por<br />
fin vuelvo a respirar. No me había dado<br />
cuenta que estaba aguantando la respiración<br />
durante todo este tiempo—. Pero puede<br />
que no le haya funcionado el lugar y que<br />
solo lo haya inspeccionado.<br />
—Bueno, avísame si pasa algo más —le<br />
digo mientras me encamino hacia mi oficina.<br />
—Ok, A.<br />
Abro la puerta de mi oficina y me encuentro<br />
una cosa fuera de lugar. Hay<br />
un fuerte olor a fragancia masculina,<br />
que me hace recordar algo, pero no sé<br />
qué. Entro a la oficina y cierro la puerta,<br />
mientras saco la pistola de mi bolso.<br />
Camino hacia mi escritorio buscando<br />
algo o alguien, pero no encuentro nada.<br />
—<strong>La</strong> pistola no es necesaria, amor —esa<br />
voz, esa fragancia. Jefferson.<br />
Antes que pueda decir algo o hacer algo,<br />
mis piernas tiemblan y siento un fuerte<br />
dolor en mi pecho. Jefferson me disparó.<br />
17
ESCRIBIR<br />
CUENTOS DE<br />
CIENCIA FICCIÓN<br />
Por Daniel Yagolkowski<br />
Para entrar en tema, primero diremos<br />
cuál es nuestra definición de ciencia<br />
ficción: es el género literario comprendido<br />
dentro de lo fantástico que narra<br />
una situación ficcional, pero con una<br />
base científica plausible que es el eje de<br />
la narración y que, al completar la lectura<br />
de la obra, deja al lector con la sensación<br />
de que eso podría involucrarlo a él.<br />
Una base científica posible es aquella<br />
que responde a los conocimientos<br />
18<br />
actuales sobre algún fenómeno: el<br />
viaje en el tiempo es imposible según<br />
lo que sabemos pero, por otra parte,<br />
¿qué pasaría si alguien pudiera hacerlo?<br />
¿Qué ocurriría y cuáles serían las<br />
consecuencias? CF significa cuestionar<br />
lo aceptado y plantear otra posibilidad,<br />
pero que debe tener su lógica propia: a<br />
eso se lo llama plausibilidad.<br />
En la CF podemos cuestionar los conocimientos<br />
científicos aceptados e,
incluso, rechazarlos y crear otros, pero<br />
debemos tener cuidado de crear una<br />
lógica que explique esos cambios.<br />
El otro punto esencial es que el lector<br />
quede con la sensación de que quizá lo planteado<br />
en nuestra obra podría ocurrirle a él.<br />
Éste es, quizá, el aspecto más espinoso:<br />
hacer C.F. no significa poner un<br />
plato volador acá, un alienígena por<br />
allá y alguno que otro robot, sino que<br />
debemos involucrar a nuestro lector.<br />
Julio Verne fue, innegablemente, un<br />
autor que tuvo una envidiable visión<br />
anticipatoria (el submarino de Nemo, la<br />
máquina aérea de Robur, la previsión<br />
de lanzar un cohete a la Luna desde la<br />
península de Florida, para reducir el<br />
peligro de que cayera en un centro poblado<br />
en caso de accidente…), pero en<br />
nuestra opinión no escribió CF porque<br />
después de haber descripto minuciosamente<br />
esos aparatos y los detalles de<br />
19
un viaje a la Luna… no hay consecuencias:<br />
el submarino de Nemo era molesto<br />
para el orden establecido al atacar las<br />
naves de guerra y lo mismo pasaba con<br />
la aeronave de Robur, pero, después de<br />
eliminados, la vida decimonónica prosigue<br />
sin cambios; nadie parece darse<br />
cuenta de, ni estar interesado en, las<br />
posibles aplicaciones de esos ingenios.<br />
Lo mismo podemos decir del encuentro<br />
con los selenitas: nadie se preocupa por<br />
el significado dela comunicación con<br />
vida inteligente de otros mundos.<br />
En otro plano, ya no de anticipación,<br />
tenemos obras como la serie de Star<br />
Wars: acá tenemos una cuento medieval,<br />
con princesas, villanos y héroes, que<br />
son samurái pero con sables láser en vez<br />
de katanas de acero. Esto no degrada su<br />
condición de entretenimiento, que es lo<br />
que busca la serie, pero el espectador<br />
no siente que lo que ocurrió en la pantalla<br />
se relacione de algún modo con él.<br />
Pero entonces, si anticipación no necesariamente<br />
es CF, y tampoco lo es la presencia<br />
de elementos futuristas, ¿qué ejemplos<br />
hay de CF según nuestra definición?<br />
1984, de George Orwell, es CF porque,<br />
pero prevé el posible control por<br />
medio de la TV y la lectura nos deja<br />
pensando (desgraciadamente, la realidad<br />
ya comprobó esa ficción) que a las<br />
masas se las puede manipular sin que<br />
se den cuenta y el Estado puede estar<br />
controlándonos de manera feroz.<br />
Los cuentos y novelas de CF dela década<br />
de 1950, al explorar los miedos dela<br />
Guerra Fría y de la nueva arma, la Bomba<br />
Atómica, dejan en el lector la pregunta,<br />
angustiosa, de si todo eso pueden ocurrirle<br />
a él y el mundo que conoce. Por desgracia,<br />
la respuesta fue sí en muchos casos.<br />
20
Entonces vemos que escribir CF es mucho<br />
más que pensar en el encuentro con<br />
formas de vida inteligente alienígenas,<br />
por ejemplo, sino que debemos crear en<br />
nuestro lector la sensación de que, para<br />
bien o para mal según lo que pensemos,<br />
eso que está leyendo puede alcanzarlo.<br />
<strong>La</strong> CF no es tranquilizadora sino movilizadora,<br />
de la mente.<br />
Para escribirla no es preciso ser<br />
científico (aunque a veces ayuda) sino<br />
mentalmente inquieto: ¿qué nuevo<br />
descubrimiento se produjo en cualquier<br />
campo de la ciencia? y nuestra<br />
mente que no descansa, con la práctica<br />
de la averiguación de esta información<br />
(a través de publicaciones científicas,<br />
por ejemplo), nos planteará la pregunta<br />
esencial para escribir ficción, y más<br />
aún en esta forma de literatura de lo<br />
fantástico: «¿Qué pasaría si…?».<br />
A menudo hemos visto que para escribir<br />
CF se recomienda la «creación de mundos»,<br />
y eso induce a creer que se debe pergeñar<br />
todo un planeta, y no es así: señalar<br />
pequeños detalles que revelen cambios<br />
en la sociedad conocida, ya es haber creado<br />
un nuevo mundo: alguien comiendo<br />
píldoras de biftec, por ejemplo.<br />
Con esto creemos haber dado otro enfoque<br />
para la creación de CF e instamos<br />
a los lectores a ejercitarse pensando en<br />
cambios a partir de noticias en diarios,<br />
por ejemplo y, sobre todo, a leer mucho<br />
de todo, no sólo CF y a escribir todos los<br />
días un poco sobre cualquier idea que<br />
les venga: verán como gradualmente van<br />
mejorando su estilo y su capacidad de<br />
observación. Temas no les faltarán: un<br />
vecino de hábitos singulares podría ser un<br />
invasor alienígena; piensen en un mundo<br />
en el que no existe el dinero;… Temas, hay.<br />
21
22<br />
JUSTICIA DE<br />
AUTOSERVICIO<br />
Por Emilio Suárez Acosta
Claro que estuve en los linchamientos<br />
del 13 de junio, pero no<br />
desde el principio. Aunque sigan<br />
diciendo que yo fui la líder y que incité<br />
a la violencia; es falso. Yo llegué ya que<br />
todo estaba muy empezado. !Ni sabía<br />
que estaba caminando hacia un linchamiento!<br />
Tenía que ir por mi mandado y<br />
cuando salí y vi la avenida llena de patrullas,<br />
granaderos y hasta un helicóptero<br />
pensé: «¡Dios mío, voy a conocer<br />
al Presidente!». Aunque el Procurador<br />
me señale como la líder, yo no estuve<br />
desde el principio. Obvio sí, todos me<br />
ubican en el pueblo, pero porque soy<br />
la primera chica trans, no por otra cosa.<br />
En este lugar o me aman o me odian,<br />
pero todos me conocen.<br />
Antes de los linchamientos la verdad<br />
sí estaba muy fea la cosa. Unas semanas<br />
antes de lo ocurrido había escuchado<br />
del homicidio de una viejita que vivía<br />
detrás de mi calle. También sabíamos<br />
que el director de la primaria Santos Degollado<br />
tenía que pagar cuotas mensuales<br />
para que no asaltaran a sus alumnos<br />
a la salida. En las noches se vaciaban<br />
las calles, ya no podía una echarse una<br />
monita afuera porque te la arrebataban.<br />
Si te encontraban tomando o fumando<br />
afuera de tu casa tenías que convidarles.<br />
Lo bueno es que ya no me drogo y no<br />
bebo, bueno, no así que digas cero gota,<br />
pero ya no como antes. Si me acerqué a<br />
la plaza aquel día fue más por el borlote<br />
y la escandalera que porque conociera<br />
alguno de esos fulanos. Sé que uno vendía<br />
paletas en lo camiones, el güerito<br />
joven, qué mal lo dejaron.<br />
Salí de mi casa como a la una de la<br />
tarde, madrugar no es lo mío. Salí más<br />
fachosa que de costumbre; pantalones<br />
deslavados y una blusa morada, el cabello<br />
recogido en una cola de caballo,<br />
nada sensacional. Nunca había visto<br />
tantas patrullas juntas, llenaban los<br />
dos sentidos de la avenida Leandro Valle,<br />
que lleva a la plaza del pueblo. Me<br />
encontré a Nora en el camino. Me dijo<br />
córrele, Vanezza, a lo mejor y reconoces<br />
a alguno. «¿Pues a quién habrán matado?»<br />
pensé. Al llegar, la plaza estaba<br />
irreconocible. Un escandalazo provocado<br />
por una multitud de mínimo mil<br />
personas, ni en los bailes lo había visto<br />
tan lleno. Hasta atrás, pegados a las<br />
casas, los granaderos formaban un círculo<br />
y hacían como que no nos ponían<br />
atención. En el centro de la explanada<br />
una patrulla aún intacta guardaba a los<br />
cuatro maleantes, ya estaban bien golpeados,<br />
pobres. Junto a ellos empleados<br />
de la delegación y de la Procuraduría<br />
tenían la orden de negociar la salida<br />
de la patrulla como fuera, con todo y<br />
los criminales.<br />
<strong>La</strong> verdad no me costó trabajo llegar<br />
hasta el centro de aquel gallinero.<br />
Entre saludando a mis vecinos y guardándome<br />
algunas frases: «Oficiales,<br />
ustedes también tienen familia, dejen<br />
que nosotros arreglemos». El grito más<br />
sonado era el de justicia y que venga el<br />
delegado. Ahí me cayó el veinte. Fíjate<br />
que ese Carlos Orvañanos está endeudado<br />
conmigo. Me utilizó durante su<br />
campaña para jefe delegacional y al<br />
final me dejó como novia de pueblo.<br />
Me prometió pintar la fachada de mi<br />
estética, máquinas nuevas y hasta sillas<br />
profesionales si me juntaba a sus<br />
mentadas brigadas que ofrecían servicios<br />
y regalaban despensas a cambio<br />
del voto. Cuando ganó la delegación<br />
dejó de contestar mis llamadas. Así<br />
que cuando escuché a su achichincle<br />
Camilo, no recuerdo su apellido, decir<br />
que Orvañanos estaba en camino, dije<br />
23
«ahora sí me la paga» y me subí al toldo<br />
de la patrulla a brincar, no a bailar<br />
como muchos todavía dicen, no a patear<br />
en primera instancia, a brincar.<br />
Jamás pensé que con eso daría el<br />
banderazo para que los granaderos<br />
arremetieran contra nosotras. Otra vez<br />
Nora me salvó la vida. Tenían que proteger<br />
la patrulla y lo primero era bajarme<br />
de ella. El pueblo no se quedó de brazos<br />
cruzados. Fueron por tabiques, los cristales<br />
de la patrulla aguantaron bastante.<br />
Pudimos sustraer a dos de los delincuentes<br />
durante unos minutos, ahora sí<br />
que casi consumamos el acto. Entre la<br />
una cuarenta y las dos la campal estuvo<br />
gruesa. Quien se quedara con la patrulla<br />
ganaba. Nos golpeaban con cascos y<br />
escudos, lanzaron gases lacrimógenos<br />
para abrirse paso. Nosotros aventábamos<br />
de todo, hasta los huacales de la<br />
verdulería de Don Piter eran proyectiles.<br />
Entre la confusión un pelado le jugó una<br />
broma pesada a una vieja del Ministerio<br />
Público, hizo como que le prendía fuego,<br />
la ruca casi se infarta y tuvieron que sacarla<br />
en hombros.<br />
No supimos en qué momento nos<br />
ganaron la cajuela de la patrulla, pero<br />
quitaron el freno de mano y entre varios<br />
empujaron la patrulla por Leandro<br />
Valle. Ahí fue cuando más nos los surtimos.<br />
Les quitamos radios, escudos,<br />
unos vecinos aún conservan un casco<br />
de granadero en su sala. Salieron tropezando,<br />
cargando a sus heridos; los<br />
24
que estaban de pie agotaron el gas que<br />
les quedaba. Los primeros en la fila urgían<br />
a seguir la corretiza: «No se tallen<br />
los ojos, no se tallen los ojos, banda;<br />
denle a los que se caigan». Pero al final<br />
se nos fueron, llegaron a Monte de las<br />
Cruces y encendieron los motores. Huyeron<br />
en caravana, salvándole la vida a<br />
cuatro rateros.<br />
Nosotros no nos dispersamos, regresamos<br />
al kiosko y en asamblea decidimos<br />
que el día todavía no acababa.<br />
Votamos por caminar hacia la Delegación,<br />
bajamos de nuestra montaña para<br />
asegurarnos que los juzgaran como se<br />
debe. No fuimos todos, la verdad, pero<br />
unos trescientos sí éramos. Caminamos<br />
a nuestras anchas por la Carretera México-Toluca<br />
en sentido a la capital. Al<br />
llegar a Cuajimalpa avanzamos por la<br />
avenida Veracruz y nuevamente comenzó<br />
la gritadera. El clásico grito de justicia<br />
y algunos cantos que hasta rima tenían.<br />
Hay quienes dicen que la violencia<br />
no resuelve nada, pero en Acopilco no<br />
volvieron a robar. Seguro por el miedo,<br />
pero en mi cabeza educada por telenovelas<br />
y romances imposibles pienso<br />
que entre los madrazos nos conocimos<br />
y nos solidarizamos con el vecino. Durante<br />
siete años no supimos de abusos<br />
ni extorsiones hasta hace cuatro meses<br />
que me abrieron la cortina del local, me<br />
vaciaron la estética, hasta los tintes se<br />
llevaron. Como que ya va siendo hora<br />
otra demostración de fuerza.<br />
25
26<br />
LUNA<br />
ÁCIDA<br />
Por Oboe nocturno
Mi madre me contó que apareció<br />
hace veinte años, sin avisar, Fue<br />
como una nave que aterriza dijo.<br />
<strong>La</strong> comunidad de científicos la nombró<br />
Dría en honor a una vieja leyenda<br />
de hace quinientos años sobre el fundador<br />
de la ciudad de Rea que intentó<br />
robar un lucero del cielo porque creía<br />
que era su difunta esposa. Caí rendido<br />
a su encanto como cualquier niño de<br />
mi edad, hechizado por sus fases luminosas<br />
tan diferentes a las caras oscuras<br />
de las lunas azules, y me prometí pisar<br />
algún día su superficie rosa.<br />
Los años pasaron, la luna creció en<br />
tamaño, estaba más cerca de nosotros<br />
y orbitaba en sentido contrario a las demás<br />
lunas: Tir, Mer y Oekna. Se especulaba<br />
que su forma de ovoide y su naturaleza<br />
rosa brillante eran producto de una<br />
larga vagancia por el mar del vacío.<br />
Fui uno de los que ayudó a planear<br />
la primera exploración a Dría. Esperamos<br />
el éxito rotundo de la tripulación;<br />
en vez de ello sufrimos la más triste<br />
de las tragedias. Después de despegar<br />
algo salió mal, la nave atravesó la capa<br />
densa de la atmósfera y simplemente<br />
explotó. Organizamos nuestros respetos<br />
para los muertos.<br />
Propusimos un nuevo equipo que<br />
llevara a cabo la exploración de la luna<br />
rosada. <strong>La</strong> despedida fue amarga, en el<br />
fondo supimos que ninguno de ellos regresaría.<br />
Cuando el cohete ascendió y salió<br />
del planeta, perdimos comunicación.<br />
Terre dijo que tal vez la luna creaba<br />
algún tipo de interferencia en nuestros<br />
radios y nuestros equipos de localización.<br />
Era cierto que la luna había acortado<br />
su distancia con nosotros pero<br />
permanecía dentro de la zona de la<br />
frontera planetaria, su interferencia<br />
era mínima o casi nula.<br />
¿Y si no fuera una luna? algunos cuestionaron<br />
aunque la mayoría lo negó. Si<br />
fuera otro cuerpo se habría estrellado o<br />
calcinado al planeta. En su lugar se había<br />
convertido en parte de nuestro sistema<br />
satelital ¿Eso no lo convertía en luna?<br />
<strong>La</strong> tercera expedición fue equipada<br />
con gases especiales, cada color significaba<br />
algo diferente. Los más importantes<br />
eran el amarillo que indicaba Éxito y<br />
el rojo Misión fallida. Si bien precarios,<br />
era lo único que tendrían si se perdía el<br />
contacto con la base. Estábamos nerviosos<br />
pero no dejamos que el miedo<br />
nos detuviera, todos creímos que esta<br />
vez lograríamos nuestro cometido.<br />
<strong>La</strong> nave despegó, seguimos su recorrido<br />
por medio de un localizador de<br />
alta tecnología, se desprendió de la<br />
atmósfera sin dificultad, atravesó el<br />
espacio que separaba el planeta de la<br />
luna. <strong>La</strong>s coordenadas se congelaron,<br />
su ubicación fue imposible de precisar,<br />
no logramos verla desde el observatorio.<br />
Esperamos las señales luminosas<br />
para decir «Por fin ganamos, hemos<br />
llegado a Dría». Los gases amarillos<br />
no aparecieron. Vigilamos día y noche<br />
el cielo en busca de la señal, anhelando<br />
y temiendo al mismo tiempo. Tres<br />
meses después un fenómeno inusual<br />
ocurrió en el distrito minero de Shavorek,<br />
a diez mil kilómetros de distancia<br />
de la base, llovió, todos los edificios<br />
y campos se anegaron con un líquido<br />
rojo sangre.<br />
<strong>La</strong> cuarta expedición se perfeccionó.<br />
Llegaríamos a Mer, la luna más próxima<br />
a Dría, y desde ahí evaluaríamos las<br />
condiciones para un posible aterrizaje<br />
en ella. Si nuestras observaciones y estudios<br />
eran positivos nuestro siguiente<br />
paso sería aterrizar en Dría. Se usaron<br />
mejores propulsores, cámaras de esca-<br />
27
pe diseñadas para regresarnos sanos y<br />
salvos al planeta. El casco exterior fue<br />
reforzado para resistir presiones y temperaturas<br />
extremas. Tecnología que<br />
lamentablemente no se había desarrollado<br />
para los tres viajes anteriores.<br />
Fui a casa y le conté a mi madre, ansioso<br />
pero feliz, mi sueño de niño estaba<br />
por cumplirse.<br />
—¿Y si no es una luna?<br />
—¿A qué te refieres?<br />
—¿Por qué apareció así de repente?<br />
¿Qué quiere? —me preguntó con angustia<br />
en los ojos, como si la luna fuese un<br />
bebé caprichoso al que nadie satisface.<br />
—No lo sabemos —me encogí de<br />
hombros, sospechando una catástrofe.<br />
Dos días después partí, en total éramos<br />
seis individuos. El cohete despegó<br />
sin dificultad, nos acercamos al límite<br />
de la atmósfera donde todo era más negro<br />
y el sol se veía más lejano. Cruzamos<br />
las últimas capas del gas atmosférico.<br />
Expulsados a la intemperie del espacio,<br />
quedé fascinado por el escenario que se<br />
desplegaba: la negrura total, la curvatura<br />
del planeta, la iridiscencia de Dría y el<br />
color de Oekna, nuestra luna enana. Al<br />
dirigimos a Mer algo nos golpeó, la nave<br />
se tambaleó y perdimos dirección.<br />
—¿Qué fue eso? —Terre apenas si<br />
pudo articular la pregunta pero nadie<br />
contestó, estábamos petrificados.<br />
<strong>La</strong> comunicación con la base se apagó.<br />
El casco protector se deshacía a una velocidad<br />
imposible en gigantescas burbujas<br />
de gas para después esfumarse. Vimos<br />
desprenderse dos propulsores secunda-<br />
28
ios sin oponer resistencia. Todo estaba<br />
rodeado de un silencio espectral.<br />
Nos embargó la desesperación lívida,<br />
cada quien intentó accionar las cámaras<br />
de escape pero fue en vano, estábamos<br />
atrapados en la nave a merced<br />
de una especie de corriente ácida que<br />
comenzaba a carcomerla. Perdimos<br />
potencia, fuimos arrastrados hacia un<br />
destino desconocido.<br />
<strong>La</strong> nave comenzó a deteriorarse a<br />
gran velocidad. Afuera vislumbramos<br />
que uno de los motores flotaba a la<br />
deriva mientras la fuerza ácida que nos<br />
dominaba lo redujo a polvo en cuestión<br />
de pestañeos.<br />
Frente a nosotros apareció Dría,<br />
perfectamente ovoide, omnisciente y<br />
hacia ella nos dirigimos. Intentamos<br />
modificar los comandos para reorientarnos,<br />
los controles no respondieron.<br />
Reiniciar el sistema como última solución<br />
fue inútil. Instintivamente sospechamos<br />
que la luna sabía nuestras<br />
pretensiones, estábamos a su merced.<br />
<strong>La</strong> muerte inevitable se tornó un vago<br />
recuerdo, toda nuestra atención recaía<br />
en la luna que nos jalaba, abrazándonos<br />
con su aura mortal e iluminándonos con<br />
sus rayos rosa pálido. Surgió una adoración<br />
enferma por el cuerpo celeste y nos<br />
rendimos a su intención.<br />
Sin querer vino a mi mente un recuerdo,<br />
la primera vez que mi madre<br />
me contó sobre Dría Fue como una nave<br />
que aterriza, y me di cuenta que ese inmenso<br />
óvalo rosa no podía ser la hermosa<br />
luna que de niño soñé explorar.<br />
29
30<br />
EL ASESINATO<br />
DEL EMPERADOR<br />
Por Alfonso Archundia
En el fondo de la cárcel había en<br />
una celda dos personas, la primera<br />
en un rincón, dormitaba, y otra<br />
figura en el centro. <strong>La</strong> segunda estaba<br />
postrada y lentamente deslizaba sus<br />
pies haciendo círculos en el piso. <strong>La</strong><br />
mujer se dio cuenta de que la observan:<br />
ágil se incorporó y empuñando su<br />
daga se preparó para recibir al guardia<br />
de la puerta.<br />
Al instante, un hombrecillo abrió el<br />
portón entrando a la hedionda celda.<br />
De ojos chiquitos, papada protuberante<br />
y nariz de castor, vestía un traje de<br />
corte militar, tapizado por relucientes<br />
medallas doradas y colguijes, detrás<br />
de él, dos monigotes hacían de escolta.<br />
—Comandante Liscurón, que súbita<br />
sorpresa…<br />
—Polindra, querida mía, te gratificará<br />
saber que hoy me nombraron General,<br />
después del duelo imperial, tras la deshonrosa<br />
muerte de tu querido Pelafón…<br />
Un grito salió de la boca de la raquítica<br />
mujer, y blandiendo la daga intentó<br />
apuñalar al General. Poco sirvió su movimiento,<br />
cuando los monigotes la tumbaron<br />
y dejaron tendida en el insalubre piso.<br />
—¿Tan poco tiempo encerrada te ha<br />
hecho olvidar los modales, mujer?<br />
Sujétenla —ordenó el hombrecillo—.<br />
Lo que me trae a tu inhóspita pocilga,<br />
como seguramente sabes, es el conocimiento,<br />
te volveré a preguntar una sola<br />
cosa, ¿comprendes?<br />
Los gorilas la ataron con pesadas cadenas<br />
a la pared de la celda. Liscurón<br />
sacó de su bolsillo una barra luminosa,<br />
y pudo admirar la cara gélida y decadente<br />
de Polindra. No hubo respuesta.<br />
—¡Respóndeme, asquerosa sabandija!<br />
—gritó el hombrecillo, sacudiendo<br />
al esqueleto de mujer. Un murmullo<br />
inaudible fue el poco resultado.<br />
—Quiero saber dónde escondió el difunto<br />
Pelafón el Ilidium…<br />
—¿En serio…? ¿Lo mataste? —susurró<br />
entre lágrimas.<br />
—¡¿Dónde guardaron el Ilidium?!<br />
Polindra rompió en amargo llanto. A<br />
pesar de las sacudidas, los gritos y las<br />
torturas físicas, el General no pudo sacar<br />
a la mujer de su desquiciado y desgarrador<br />
estado. Harto del hastío, el<br />
hombrecillo gritó:<br />
—¡Traigan al Veritador!<br />
Los monigotes de grandes brazos<br />
empujaron por el estrecho pasillo una<br />
maquinaria grisácea.<br />
A la desvencijada Polindra, quien ya<br />
no podía mantenerse y sólo colgaba<br />
como el Cristo de San Juan sobre la<br />
nada, la conectaron al Veritador por el<br />
casco relampagueante.<br />
En el tablero del Veritador, el General<br />
apretó los botones y, al no funcionar el<br />
aparatejo, le dio una patada componedora.<br />
<strong>La</strong> maquinaria soltó un quejido a manera<br />
de protesta, pero al fin, soltó un bufido<br />
en señal de poner las manos a la obra.<br />
—¿Qué han hecho con el Ilidium?<br />
Polindra recibió las descargas eléctricas<br />
correspondientes al no responder.<br />
—¿El Ilidium?<br />
—Yo… ¿Qué le has hecho a Pelafón?<br />
—Lo hemos enterrado, no has de preocuparte.<br />
Responde…<br />
—¡El Ilidium! —gritó Polindra, cuando<br />
las descargas la forzaron a decir la<br />
verdad absoluta—. Lo guardaba Pelafón,<br />
siempre consigo…, en el compartimiento<br />
de su Cruz de Caújar…<br />
Chispas luminosas salían del monstruo<br />
Veritador. Polindra dejó de recibir<br />
la carga, pero azotó de cara contra<br />
el suelo. Los monigotes se llevaron el<br />
aparatejo, y se escuchó a Liscurón al<br />
salir de la celda:<br />
31
—Gracias, querida. Dejándola boca<br />
abajo con la otra sombra que había<br />
sido testigo de toda la escena.<br />
<strong>La</strong> figura se acercó a Polindra, y con<br />
su chisqueador encendió una pequeña<br />
luz. <strong>La</strong> piel de Polindra había sido llagada,<br />
ardía y humeaba, desprendiendo<br />
un horroroso olor. <strong>La</strong> figura ayudó a<br />
poner boca arriba a la mujer quemada,<br />
quien al darse cuenta de que la movían<br />
se apresuró a decir:<br />
—¿Quién eres?<br />
—Me llamo Pauda.<br />
—Pauda, Pauda. ¿Por qué estás aquí?<br />
—Porque robé un mendrugo de pan.<br />
—Escucha, Pauda: es necesario que<br />
salgas de aquí, ¡la vida del Emperador<br />
está en riesgo!<br />
—Señora, no sé de qué habla. Seguramente<br />
son las consecuencias del Veritador,<br />
cálmese.<br />
—¡Escucha te digo! Yo soy Polindra, la esposa<br />
del General Pelafón; hace unos días fui<br />
llamada por su Majestad el Emperador, me<br />
pidió desarrollar un cañón interestelar, que<br />
deseaba implementar para apaciguar a los<br />
rebeldes de Ancar y Bálgueda. Completé<br />
la tarea deseada, pero aprovechando los<br />
residuos de Ilidium creé una nueva arma,<br />
más fuerte que los desintegradores; es sutil,<br />
y como una pistola, es compacta. <strong>La</strong> cree<br />
pensando en la seguridad de Su Majestad<br />
y la llevé ante el Consejo de Ministros. Pero<br />
ellos planeaban una insurrección. Mi marido<br />
fue acusado de traición, siendo perdonado<br />
por sus servicios al Imperio con el exilio,<br />
acaba de ser asesinado por Liscurón, y yo<br />
en prisión. ¡Ahora que saben dónde se guardó<br />
el Ilidium van a matar al Emperador!<br />
—En ese caso no hay nada que hacer.<br />
—Sí lo hay: el Emperador puede ser<br />
salvado si tú usas éste Ilidium —extra-<br />
32
yendo de su cabellera un frasco diminuto,<br />
Polindra se lo ofreció a Pauda.<br />
—Pero… ¿Y tú?<br />
—Yo no puedo sin Pelafón. <strong>La</strong>s armas<br />
están en mi laboratorio, hay una compuerta<br />
en las escaleras de las mazmorras.<br />
Vierte el Ilidium en las armas y<br />
ve con el Emperador. Tendrás tiempo,<br />
porque para ellos conseguir el Ilidium,<br />
tendrán que desenterrar a Pelafón.<br />
—Pero…<br />
—No hay peros… —y así expiró<br />
Polindra.<br />
⁂<br />
—¡Más rápido, trabajen perezosos!<br />
Pelafón, al ser un héroe de guerra en<br />
las Conquistas de Zalaquí y las lunas<br />
de Bauro, fue enterrado con toda la<br />
pompa —aun cuando fue condenado<br />
al exilio, por algo que no cometió—. Así,<br />
los hombres de Liscurón rompieron el<br />
mármol y perforaron el féretro.<br />
Muy cuidadosamente despojaron al<br />
difunto de su velo sepulcral. Un olor fétido<br />
se propagó. Liscurón, complacido,<br />
se apresuró a arrancar la Cruz de Caújar.<br />
Apoderándose del corazón rojo, relleno<br />
de Ilisium. Cerraron lo que quedaba de<br />
sepulcro, y Liscurón se apresuró a la cita<br />
que el Emperador tenía con la muerte.<br />
Su Majestad, muy cómodo en sus aposentos,<br />
disfrutaba de su harem. Cuando su<br />
General Liscurón entró a la estancia empuñando<br />
el arma que había creado la científica<br />
esa, que había mandado a prisión. Y sin<br />
palabra alguna disparó contra el Emperador,<br />
desapareciendo sin más. Pauda salió<br />
de prisión, no con la intención de ayudar<br />
a Su Majestad. Él había pagado por toda la<br />
esclavización de su Imperio Galáctico.<br />
33
ESCRIBIR<br />
EN TIEMPO<br />
DE OSCURIDAD<br />
Por Juan David Almeyda Sarmiento<br />
34<br />
«Tiempo de oscuridad». En Noruega<br />
llaman tiempo de oscuridad a las<br />
épocas en que el sol permanece por<br />
debajo del horizonte; durante ese<br />
tiempo la temperatura desciende<br />
lentamente pero sin cesar. ¡Qué<br />
maravilloso símbolo para todos los<br />
pensadores ante los que se ha oscurecido<br />
pasajeramente el sol del<br />
futuro humano!<br />
Con la cita anterior, Nietzsche hace<br />
mención de lo que es el «tiempo de<br />
oscuridad»; esa época en las cuales el<br />
futuro se hace más lóbrego a medada<br />
que pasa el tiempo, de forma taciturna<br />
y anodina. En este pasaje, no es casualidad<br />
que el famoso filósofo alemán<br />
haga referencia al pensador, la relación<br />
que se establece entre este último y el<br />
«tiempo oscuro», como lo llama Nietzsche,<br />
es de conflicto y de alerta. El men-
saje nietzscheano parece una sentencia<br />
al pensador que, en la medida en<br />
que el mundo se cae a su alrededor, no<br />
solo no tiene la disposición dentro de<br />
sí mismo para escribir sobre lo que lo<br />
rodea; sino, que se ve impedido debido<br />
a que el «tiempo oscuro» no le permite<br />
escribir nada.<br />
<strong>La</strong> idea de vivir en un tiempo como el<br />
que describe Nietzsche no es una fantasía,<br />
por el contrario, la vida moderna,<br />
con todo y sus ideales de progreso y desarrollo,<br />
no ha sido ajena a la excesiva<br />
violencia y el incontrolable caos que<br />
siempre ha marcado a la humanidad y<br />
su historia. Hoy día, es fácil encontrar,<br />
modelos de pensadores que no tienen<br />
la posibilidad misma de escribir de<br />
modo que sea posible un futuro como<br />
el que describe Nietzsche.<br />
El tiempo oscuro de la actualidad<br />
es poseedor de una brutalidad desco-<br />
35
munal, un poder incontenible y una<br />
codicia sin límites. El pensador, aquel<br />
que tenga la intención de escribir en un<br />
contexto como el que rodea estos tiempos<br />
oscuros. <strong>La</strong>s palabras se vuelven<br />
impotentes ante el hedor a muerte que<br />
rodea a los que escriben en respuesta<br />
al tiempo oscuro, que tal y como menciona<br />
Nietzsche, hace que la temperatura<br />
descienda lentamente sin cesar.<br />
Escribir en el tiempo oscuro es un<br />
cortejo a la muerte. No es fácil para<br />
un escritor, del tipo que sea, soportar<br />
el frio que lo rodea y que poco a poco<br />
apaga más el sol del futuro de la humanidad.<br />
El mensaje nietzscheano invita a<br />
la alerta y al ser intrépido; para un pensador,<br />
que se ve obligado a hacer manifiesto<br />
por escrito todo lo que proceda<br />
en su intelecto, el escribir, el narrar historias,<br />
el comunicar de forma escrita,<br />
se vuelve una tarea suicida. Confrontar<br />
la oscuridad no deja más que una estela<br />
de muerte, como al que rodea a las<br />
miles de víctimas que se encuentran a<br />
lo largo de los países desafortunados<br />
que se ven forzados a vivir guerras de<br />
distinto tipo y que son ejemplo claro de<br />
lo que es el escribir en el tiempo oscuro.<br />
El acto de escribir se vuelve una condena.<br />
<strong>La</strong>s obras son quemadas y desaparecidas,<br />
por lo que la escritura de<br />
vuelve fútil e insuficiente por sí misma,<br />
dejando al pensador y sus escritos en<br />
un punto de impedimento. El tiempo<br />
de oscuridad moderno destaca por su<br />
36
fuerza y su contundencia, los que pretendan<br />
dedicarse a escribir caen víctimas<br />
de la idea de absoluto que rodea el<br />
tiempo de oscuridad, el pensador que<br />
se arriesgue a poner en tinta sus ideas<br />
se ve forzado a reducirse a la muerte.<br />
Vivir y escribir, en el tiempo de oscuridad,<br />
se vuelve imposible. Nietzsche<br />
propone al pensador como ejemplo<br />
paradigmático porque este último es el<br />
único que es consciente de la manera en<br />
que el frio a su alrededor aumenta lentamente.<br />
El sol del futuro de la humanidad<br />
se aleja del paisaje de los tiempos<br />
de oscuridad, el escritor poco puede hacer;<br />
puesto que esta encadenado a solamente<br />
observar, al mero contemplar y a<br />
no poder entrar en la vita activa.<br />
<strong>La</strong> tarea del escritor se vuelve obsoleta<br />
cuando, al momento de escribir,<br />
las páginas se llenan de sangre debido<br />
a la persecución que se encuentra alrededor<br />
del tiempo de oscuridad. <strong>La</strong> vida<br />
se pone en juego por la escritura y la<br />
decisión de si se continúa escribiendo<br />
o no, la cual también es una sentencia<br />
de muerte, pone en un estado catatónico<br />
al pensador. No es fácil vivir el<br />
tiempo de oscuridad, sin embargo, no<br />
quiere decir que sea imposible no sobrevivirlos.<br />
Si bien el escribir se vuelve<br />
una sentencia de muerte, no existe<br />
otra forma de llegar al sol del futuro de<br />
la humanidad que confrontando, por<br />
medio de la escritura, a este tiempo<br />
que poco a poco se vuelve más frio.<br />
37
EL HIPÓDROMO<br />
DE LONGCHAMP<br />
Por BÁ.<br />
38
Era la tercera vez en las últimas dos<br />
semanas en la que veíamos como<br />
étoile, el sobrevalorado caballo de<br />
carreras, nos hacía perder los mil quinientos<br />
euros que se suponía debían<br />
durarnos hasta el próximo mes.<br />
<strong>La</strong>s cosas no habían estado marchando<br />
muy bien. El director del equipo de rugby<br />
había catalogado a mi esposo, el entrenador,<br />
de ser un neurótico que no tenía<br />
paciencia para trabajar con los jugadores;<br />
llevándolo a su consecuente despido.<br />
En lo personal, nunca había sido<br />
muy afín a esto de los deportes. Había<br />
muchas cosas sobre ellos que no<br />
entendía, como las riñas violentas<br />
que solían causar o las estrambóticas<br />
sumas de dinero que manejaban. Sin<br />
embargo, Vincent amaba ese mundo<br />
y si él era mi otra mitad, una parte de<br />
mí también amaba ese mundo. Pero<br />
me partía el corazón verlo sujetarse la<br />
cabeza y golpear la barda, porque el dinero<br />
que habíamos logrado triplicar un<br />
mes atrás, ahora se hacía polvo.<br />
—Putain de merde —exclamó, mientras<br />
veía la clasificación en las pantallas.<br />
No contesté. Me resigné a colocarme<br />
los lentes oscuros y encender un cigarrillo<br />
que había sacado de mi cartera.<br />
<strong>La</strong>s dos primeras apuestas habían sido<br />
de victoria y la última la habíamos hecho<br />
para una tercera plaza. Todo era<br />
una mierda. El maldito caballo llegó en<br />
la sexta posición.<br />
Mientras Vincent aullaba una serie<br />
sandeces, yo veía el tablero de posiciones<br />
y lo comparaba con el programa<br />
que tenía en la mano.<br />
—¡Ey, Vince! —le dije señalando el<br />
panfleto—. ¿Te fijaste que este caballo<br />
es el mismo que ganó?<br />
—Claro que lo noté —me dijo—. Y si ves<br />
su historial, ha ganado una vez en los últimos<br />
dos años. Es un caballo que no vale<br />
nada y ahora lo ha ganado todo —respondió,<br />
frustrado por la derrota.<br />
—¿Crees que sea el jinete? —pregunté.<br />
—No lo sé. No lo creo. Tuvo que haber<br />
sido uno muy bueno para dar la sorpresa<br />
con este caballo. Bueno, qué importa.<br />
Ese animal corre como si el diablo<br />
lo estuviera persiguiendo —se resignó<br />
a decir.<br />
—Vámonos de aquí —continuó—. No<br />
vale la pena que nos quedemos un minuto<br />
más.<br />
<strong>La</strong>s semanas siguientes Vincent y yo<br />
trabajamos en cualquier cosa, incluso<br />
nos dedicamos a la investigación de infidelidades,<br />
a pesar de lo poco escrupuloso<br />
que nos resultaba. Todo con tal de<br />
reponer el dinero que habíamos perdido.<br />
Una tarde yo leía el periódico y Vince,<br />
fumaba pensativo en la ventana que<br />
encaraba al Canal Saint Martin.<br />
No hago mucha pompa respecto a<br />
sus momentos de introspección. Vincent<br />
es un obsesivo compulsivo y el<br />
hecho de pasar parte del día cerciorándose<br />
que su ambiente esté limpio, ordenado,<br />
sincronizado, apto para él, le<br />
resulta mentalmente agotador; por eso<br />
debe aislarse durante un rato.<br />
Sin embargo, el olor del humo me<br />
antojó un cigarrillo de tabaco negro,<br />
por lo que forjé uno en la mesa de centro,<br />
lo encendí y continué hojeando la<br />
sección deportiva con poco interés.<br />
«Nadal gana oro en Río.» «Dybala<br />
quedará fuera del mundial de Rusia»<br />
y otros titulares seguían apareciendo<br />
hasta que la verdadera noticia me atropelló.<br />
«Peste equina arrasa con campeones.»<br />
El resto del artículo era impresionante,<br />
una extraña ola de peste<br />
equina africana había devastado a los<br />
mejores caballos.<br />
39
Étoile, Ruibarbo, Jartum y otros corceles<br />
con los que habíamos lucrado meses atrás,<br />
luchaban por sus vidas sin mucha esperanza.<br />
Mientras tanto las carreras continuaban<br />
y algunos rocines ahora dominaban los<br />
hipódromos; entre ellos se coronaba como<br />
campeón el mediocre Clayton, otro integrante<br />
del establo de Abdel Prahbat, dueño<br />
del difunto triunfador Étoile.<br />
Me levanté de inmediato y le enseñé el<br />
periódico a Vincent, conmocionada. Él lo<br />
revisó con atención y procedió diciendo:<br />
—Me parece muy extraño. ¿Peste<br />
equina a mitad del otoño? ¿En el norte<br />
de París? ¿Llevándose a la mayoría<br />
de campeones? Es difícil creer que sea<br />
una consecuencia. ¿No te parece?<br />
No me pareció extraña la reacción de<br />
Vince. Él suele ser un tanto frío y siempre<br />
interpreta las circunstancias de forma<br />
científica, por eso me sentía enamorada<br />
de él. Al cabo de un rato logré ignorar la<br />
noticia, aburrida quizás de lo cotidiano<br />
que suelen ser las atrocidades.<br />
Vincent se puso de pie y se dirigió<br />
hacia la puerta, el reloj de pared anunciaba<br />
las seis de la tarde; hora en la que<br />
él debía hacer sus paseos terapéuticos.<br />
Por mi parte me quedé en casa y forjé<br />
dos cigarrillos de tabaco negro.<br />
Ingresé al estudio de Vincent a guardar<br />
el periódico pero lo que encontré en la<br />
gaveta de su escritorio me golpeó como<br />
si hubiese sido un tren a toda velocidad.<br />
Un revólver corto, varias fotografías<br />
que parecían ser del mismo caballo pero<br />
estaban rotuladas con sus respectivos<br />
nombres y la póliza del seguro del actual<br />
vencedor, Clayton, donde Vince aparecía<br />
como beneficiario. Junto a ellos encon-<br />
40
tré un pequeño frasco de vidrio en el que<br />
se leía Culicoides imícola, el vector principal<br />
de la enfermedad; una carta que al<br />
leerla no sabía si era de amor o agradecimiento<br />
firmada al final por el sobrenombre<br />
Abi y entre estos documentos estaba<br />
también mi póliza de seguros.<br />
En ese momento Vincent abrió la<br />
puerta de golpe.<br />
—No quería que te enteraras de esta<br />
manera —me dijo, mientras me veía<br />
sujetando los papeles incriminatorios.<br />
No lo podía creer, el hombre del que<br />
estaba enamorada, al que le había confiado<br />
una gran parte de mi vida, mantenía<br />
una relación romántica con un<br />
jeque millonario con quien había conspirado<br />
para intercambiar caballos, deshacerse<br />
de la competencia y finalmente,<br />
el tiro de gracia, acabar conmigo.<br />
El profundo sentimiento de traición<br />
me daba arcadas pero también bombeaba<br />
furia hacia todas mis extremidades.<br />
En un acto súbito tomé el revólver y<br />
le disparé cuatro tiros 38 Special que se<br />
hundieron profusamente en su pecho.<br />
«Vincent y yo nos amábamos pero si<br />
no podíamos estar juntos en esta vida,<br />
lo intentaríamos en la próxima…» pensé<br />
mientras la combustión del último<br />
disparo quemaba mi mandíbula y la<br />
última bala destrozaba mi lengua, mi<br />
paladar y finalmente salía por mi cabeza,<br />
rajando mi parietal...<br />
...si no podíamos estar juntos en esta<br />
vida, lo intentaríamos en la próxima.<br />
41
42<br />
LA<br />
SOMBRA<br />
Por Joan Comas Vidal
Hace mucho tiempo, concretamente<br />
a principios del periodo<br />
Edo, en Japón viajar se había<br />
vuelto más seguro, pues con el fin de<br />
las grandes batallas la seguridad aparentemente<br />
regresó en los caminos.<br />
Digo aparentemente apreciado lector,<br />
porque aunque las guerras habían<br />
cesado, la gente tenía especial cuidado<br />
cuando se adentraban en sitios como<br />
los bosques. No solo por las criaturas<br />
salvajes y los bandidos, sino porque al<br />
anochecer, ese momento cuando todavía<br />
hay luz pero la oscuridad empieza<br />
a dominar el entorno; era el momento<br />
del día cuando los seres naturales estaban<br />
al acecho de viajeros incautos.<br />
Evidentemente, los mercaderes cuyas<br />
ganancias dependían del transporte<br />
de sus productos, estaban muy preocupados<br />
por este tema. No obstante,<br />
gran parte de estas supersticiones eran<br />
ignoradas por la elite samurái y el joven<br />
Saburo no era la excepción.<br />
Nuestro protagonista había nacido<br />
en el seno de una familia guerrera,<br />
quienes por generaciones habían servido<br />
con gran destreza a un poderoso<br />
clan de las provincias occidentales.<br />
Como a muchos otros jóvenes samuráis,<br />
encontraba sumamente aburrido vivir en<br />
un país sin contiendas en las que poder<br />
probar su valor y habilidades. Por consiguiente,<br />
al alcanzar la mayoría de edad decidió<br />
emprender un viaje entrenamiento;<br />
donde alejado de familiares y amigos solo<br />
podría contar con su pericia para superar<br />
los obstáculos, mientras mejoraba sus habilidades<br />
con la espada en duelos.<br />
Su objetivo era adentrarse en la provincia<br />
de Iga, una región montañosa,<br />
alejada y famosa porque antaño albergó<br />
la sede de uno de los clanes de ninjas<br />
más celebres de la nación.<br />
Con ello, la promesa de riesgos y<br />
aventuras estaban más que asegurados.<br />
¿Podía su corazón pedir algo más?<br />
Cierto día, mientras se acercaba en una<br />
posada, distinguió un grupo de tres<br />
samuráis armados; intrigado, se acercó<br />
a ver que podía averiguar.<br />
Tras presentarse educadamente, enseñando<br />
su salvoconducto y nombrando<br />
su linaje, descubrió que se trataba<br />
del ayudante del magistrado local y sus<br />
dos alguaciles; lo que en términos actuales<br />
equivaldría a un oficial policía y<br />
dos agentes rasos.<br />
Al parecer desde hacía meses, un<br />
extraño suceso se había ido repitiendo<br />
periódicamente y traía de revuelo<br />
a las autoridades, pues los viajeros se<br />
negaban a transitar por las calzadas y<br />
el comercio empezaba a resentirse en<br />
aquella región.<br />
Viendo aquel panorama, no dudó<br />
ni un instante en ofrecer su ayuda. Se<br />
sentía estimulado, su cuerpo podría<br />
estallar por la emoción de participar en<br />
algo importante.<br />
Acordaron dirigirse a la zona donde<br />
se habían producido los sucesos<br />
e investigar el motivo de tanto alboroto.<br />
Si había habido tantos ataques,<br />
seguramente debía tratarse de algún<br />
criminal y analizando el escenario del<br />
crimen obtendrían alguna pista sobre<br />
su identidad.<br />
El grupo se adentró por el bosque<br />
hasta llegar a un arroyo. Era en efecto<br />
hermoso paraje, donde el agua fluía<br />
serpenteantemente al lado de una<br />
pequeña capilla dedicada a la deidad<br />
local. En su interior, Saburo leyó una<br />
inscripción que contaba como hacia siglos<br />
un monje derrotó y selló a un ogro<br />
que acechaba por la zona y se comía a<br />
los transeúntes.<br />
43
<strong>La</strong> brisa soplaba fresca y suave, cosa<br />
que con el calor del verano era de agradecer.<br />
Los samuráis aprovecharon para<br />
refrescarse mientras los pájaros cantaban<br />
una alegre melodía; nada que pudiera<br />
ayudarles en su investigación.<br />
En aquel idílico lugar nadie hubiera<br />
imaginado el terrible suceso que pronto<br />
experimentarían. De repente, justo<br />
cuando el sol se estaba poniendo, el<br />
viento cesó de golpe, las aves dejaron<br />
de cantar y volaron despavoridos.<br />
Un fuerte escalofrío recorrió el cuerpo<br />
de Saburo, ante los presentes una<br />
figura empezó a materializarse, era<br />
enorme, de aspecto humano, pero solo<br />
era una sombra.<br />
Estaba allí en medio, como si se tragara<br />
toda la luz que había en el ambiente.<br />
Nuestro protagonista se acercó y le dio<br />
el alto, pero aquella figura ni siquiera se<br />
inmutó; finalmente uno de los alguaciles<br />
tomó un arco y le lanzó una flecha.<br />
El proyectil atravesó la sombra sin<br />
causarle daño alguno, pero esta vez se<br />
giró hacia los guerreros. Dos grandes<br />
ojos rojos dirigieron una sanguinaria<br />
mirada, mientras una gigante boca llena<br />
de afilados colmillos aparecía lanzando<br />
un estridente bramido mientras<br />
despedía un nauseando vapor como si<br />
fuera una tetera.<br />
Asustado, Saburo corrió hacia sus<br />
compañeros, viendo de reojo como<br />
unas largas y huesudas manos intentaban<br />
atraparle. Los samuráis volvieron<br />
a dispararle, pero nuevamente los ataques<br />
no tuvieron efecto.<br />
44
Al verse pronto acorralado, el joven<br />
desenvainó su espada e intentó dar<br />
muerte al monstruo, pero resultó estéril;<br />
cada movimiento era como intentar<br />
cortar las nubes. Aprovechando el<br />
asombro de Saburo, aquella lúgubre<br />
figura le desarmó de un golpe, tomó su<br />
preciada arma y de un mordisco quebró<br />
la hoja de la katana.<br />
Todo parecía perdido, no había nada<br />
que pudiera ni siquiera causarle una<br />
herida. <strong>La</strong> tétrica figura lo agarró por la<br />
cintura y alzó su otra zarpa para darle<br />
el golpe de gracia.<br />
Sin embargo, el joven no estaba dispuesto<br />
a dejarse matar tan fácilmente.<br />
Desenvainó su espada corta, el wakisahi,<br />
lo mojó en las aguas del arroyo y<br />
lo lanzó contra el cuerpo de aquel ser.<br />
<strong>La</strong> figura lo soltó de golpe y empezó a<br />
retorcerse de dolor. Lentamente se fue<br />
desvaneciendo hasta que desapareció<br />
por completo, dejando como único rastro<br />
los huesos de las víctimas que había<br />
devorado en un charco de sangre.<br />
Conmocionados por lo sucedido, los<br />
samuráis esperaron unos minutos para recuperar<br />
el aliento. No daban crédito a lo que había<br />
sucedido, estaban intrigados sobre cómo<br />
había surgido aquella monstruosidad y<br />
como es que el joven guerrero pudo vencerle.<br />
<strong>La</strong> única explicación a su entender, fue que<br />
la leyenda de la capilla era cierta y que el espíritu<br />
de aquel ogro todavía acechaba pese<br />
a haber perdido su forma corpórea y que el<br />
agua cristalina del arroyo, purificada por la<br />
zona sagrada; dotando la espada corta del<br />
poder para destruir el recuerdo del monstruo.<br />
45
46<br />
LAZOS<br />
FRATERNALES<br />
Por Juan José Holguín Bernal
Un día más iniciaba para Sofía y<br />
eso venía acompañado del inicio<br />
de la rutina diaria. Para ella, eso<br />
significaba desde hace trece años. <strong>La</strong><br />
rutina era enfrentar día con día sus más<br />
grandes remordimientos y sus más tormentosos<br />
miedos. Prosiguió como lo<br />
hacía siempre. Se quitó la ropa, abrió<br />
la regadera y entró justo en el segundo<br />
exacto en el que el vapor comenzó a<br />
hacer presencia en su espejo.<br />
Sin excepción, entraba siempre, con<br />
los ojos cerrados. Al hacerlo, por un<br />
momento el miedo se disipaba e incluso<br />
una pequeña fibra de orgullo la<br />
abrazaba al realizar de manera perfectamente<br />
coreografiada, con la precisión<br />
que solo años de práctica da, lo<br />
necesario para terminar de ducharse<br />
en tres minutos exactos.<br />
Casi sentía pena de que esa proeza<br />
estuviera reservada para su soledad y<br />
nadie pudiera presenciar lo habilidosa<br />
que se había vuelto tras trece años<br />
de perfeccionamiento. Al igual que en<br />
la mayoría de las veces anteriores, ese<br />
súbito pensamiento la devolvió a la<br />
realidad y tras una repentina ráfaga de<br />
desolación, le hizo apresurar el paso<br />
para salir de ahí lo más pronto posible.<br />
Estaba a punto de terminar. Solo faltaba<br />
colocar su rastrillo de vuelta en el<br />
estante para poder cerrar la llave, abrir<br />
la puerta, tomar su toalla y prácticamente<br />
correr a la seguridad de su habitación,<br />
pero no fue así. Al devolver su<br />
rastrillo, accidentalmente tiró su jabón<br />
el cual sin piedad golpeó fuertemente<br />
los dedos de su pie izquierdo.<br />
No comprendió si fue el pánico o el<br />
dolor lo que la tumbó, pero de un momento<br />
a otro Sofía yacía en el suelo<br />
gritando y diluyendo sus lágrimas en el<br />
agua que aunque tibia; se sentía como<br />
mil cuchillos helados perforando su<br />
piel sin reparo. Por una breve fracción<br />
de segundo, su mente no le alcanzó<br />
para entender como el mundo no se detenía<br />
por su sufrimiento y para cuando<br />
volvió en sí ya era muy tarde para huir<br />
de un enfrentamiento con sus miedos.<br />
Este no era su primer incidente, tampoco<br />
el segundo, o el tercero, pero sí<br />
rompía con una buena racha de triunfos<br />
que con el tiempo había conseguido.<br />
El anterior había sido cuatro años<br />
atrás. También el jabón le había jugado<br />
una mala pasada y la había hecho resbalar.<br />
No obstante en aquella ocasión,<br />
la bendición del dolor físico nubló casi<br />
completamente al emocional y todo<br />
terminó sin complicaciones. Esto era<br />
diferente, parecía la tormenta perfecta,<br />
el destino y su inconsciente la habían<br />
alcanzado y no había táctica para librarse<br />
de ello.<br />
Derrotada por sus recuerdos reprimidos,<br />
se llevó las manos al rostro y aun<br />
sin quererlo, permitió que la oscuridad<br />
sirviera de transición y viajó al penoso<br />
accidente del 9 de marzo de 1997. No<br />
siempre Sofía tuvo fobia por el baño. A<br />
la edad de ocho años se mostraba muy<br />
entusiasta tanto por la idea de estar<br />
limpia, como por el potencial de juego<br />
que le ofrecía el agua.<br />
Desafortunadamente eso se había<br />
visto interrumpido por su hermano menor,<br />
Hugo de apenas cinco años. El niño<br />
era travieso como todos a su edad, pero<br />
con la característica adicional de ser enfermizamente<br />
curioso. Lo que más disfrutaba<br />
en la vida era poner el bote de<br />
la ropa sucia sobre el inodoro del baño<br />
de su hermana mientras esta se bañaba,<br />
escalar su escalera improvisada y observarla<br />
durante los quince, veinte o hasta<br />
treinta minutos que durara ahí.<br />
47
Sofía además de penoso lo encontraba<br />
repugnante. Amaba a su hermano<br />
pero estaba profundamente decepcionada<br />
por sus malos hábitos. En más de una<br />
ocasión las victoriosas risitas de Hugo lo<br />
habían delatado y Sofía al mirar hacia<br />
arriba se hallaba con la mirada penetrante<br />
y desvergonzada de su hermano.<br />
Sofía gritó y protestó sin resultados<br />
contra la hipnotizada mirada de su hermano.<br />
<strong>La</strong> desesperación e impotencia<br />
que le provocaba era un sentimiento<br />
nuevo para su corta edad. Lo único que<br />
lo había detenido, era que uno de sus<br />
padres la escuchara y corriera a ver qué<br />
pasaba; pero sin falla, siempre el escurridizo<br />
niño había encontrado la manera<br />
de salir impune.<br />
Sofía no era tonta y no tardó mucho<br />
en resolver la situación. Cada que<br />
su mirada angustiada topaba con los<br />
ojos de Hugo en el baño, esta se valía<br />
de unos chorros de agua en dirección a<br />
su hermano para ahuyentarlo de la escena.<br />
De hecho, lo anterior le ayudó en<br />
una oportunidad para dejar sin alternativa<br />
a su hermano ante sus padres,<br />
evidenciado por su ropa mojada.<br />
<strong>La</strong> cosa se había convertido en una<br />
especie de rutina alterna. El niño escabulléndose,<br />
la niña defendiéndose y el<br />
agua como medio para terminarlo todo.<br />
<strong>La</strong>mentablemente el 9 de marzo de 1997<br />
no fue así. Sofía lanzó el agua por encima<br />
suyo, su hermano al recibir el ataque<br />
perdió el equilibrio y cayó sobre el lava-<br />
48
o donde impactó, primero su nuca y<br />
después su cráneo muriendo al instante.<br />
Eso había sido trece años atrás, pero<br />
el recuerdo vivía en ella y la seguía cada<br />
mañana cuando la rutina estaba por iniciar.<br />
<strong>La</strong>s terapias la ayudaron y hasta sus<br />
destrozados padres la consolaron, pero<br />
nada le ayudaba a superar el momento<br />
de acercarse al baño. <strong>La</strong>s manos le sudaban<br />
como el primer día, los escalofríos la<br />
inundaban como en sus pesadillas y su<br />
culpa se intensificaban cada vez más.<br />
Encontró en sus movimientos mecanizados<br />
y cabalmente bien ensayados<br />
un escape breve para lidiar con la<br />
situación; pero ese día era distinto. Su<br />
sistema falló. Terminado su recuerdo;<br />
seguía tirada en el suelo. Sintió el frío<br />
de la soledad recorriendo su cuerpo<br />
desnudo antes de incorporarse y sentada<br />
en posición fetal con la cabeza en<br />
las rodillas se soltó a llorar.<br />
No duró mucho así. Como un reflejo<br />
de su lejana pero familiar rutina de<br />
niña de ocho, decidió por primera vez<br />
en trece años, levantar su mirada por<br />
encima del barandal de la regadera.<br />
Cada músculo en ella se paralizó por<br />
completo con un espasmo brusco y doloroso<br />
al comprobar lo que había temido<br />
cada día al iniciar la rutina desde el<br />
accidente. Al mirar, se encontró con la<br />
cabeza de su hermano y la misma mirada<br />
penetrante posándose en ella. Ella<br />
no lo había sabido hasta ese momento,<br />
pero en realidad nunca estuvo sola.<br />
49
EQUIVOCARSE<br />
Por Agustín Gutiérrez Barragán<br />
Como dijera Nikos Kazantzakas con<br />
valentía: «Tenemos pintura y pinceles,<br />
pintemos el paraíso y entremos en él».<br />
<strong>La</strong> vida está llena de equivocaciones.<br />
También es cierto que está<br />
llena de aciertos, pero lo que uno<br />
recuerda más, son las equivocaciones,<br />
porque por un lado es lo que más nos<br />
cuesta y por otro, es que debido a ello,<br />
se nos permite corregir los desaciertos.<br />
50<br />
Una de las más grandes equivocaciones<br />
es mantener la mente en el pasado.<br />
Hay que reconocer que lo que pasó,<br />
pasó, y ya no se puede remediar.<br />
En la escuela, desde la primaria, nos<br />
califican. <strong>La</strong> vida nos enseña a que por<br />
alguna equis razón debemos de ser<br />
medidos, calificados desde los años<br />
escolares, vigilando nuestras respuestas<br />
a preguntas y nuestro gran esfuerzo<br />
de aprendizaje.
Derivado del resultado se puede decir<br />
que uno aprueba la materia si obtiene<br />
una calificación adecuada, no importa<br />
si uno sabe mucho o poco de la materia<br />
en cuestión, lo que importa es pasar aunque<br />
sea de panzazo, como luego se dice.<br />
Así nos trata la vida, aun con todo y<br />
eso que nos han endilgado desde los inicios<br />
de nuestra vida, nos seguimos equivocando,<br />
seguimos cometiendo errores,<br />
porque equivocarse es parte de la vida.<br />
Siendo educados de esa manera, nos<br />
preocupa el equivocarnos, no es bueno<br />
equivocarse. Sin embargo, no es posible<br />
avanzar en la vida sin equivocarse.<br />
Obviamente que hay de equivocaciones<br />
a equivocaciones.<br />
Si uno escoge una carrera o un oficio<br />
que no va con su vocación natural, pues<br />
va a batallar muy bastante en el futuro.<br />
Si uno elige mal una pareja o un parejo<br />
y se compromete con ella en la fir-<br />
51
ma de un contrato matrimonial, pues<br />
seguramente, se va a dar cuenta que<br />
tal decisión le va a afectar gran parte<br />
de su vida. En ese caso, equivocarse es<br />
un desastre y uno quisiera que tal equivocación<br />
no fuera parte de la vida.<br />
Por eso, el equivocarse no es bueno,<br />
aunque sea parte de la vida.<br />
Solo que si no nos exponemos a los<br />
riesgos de la equivocación, hay muy<br />
poca posibilidad de crecer y de avanzar<br />
y de encontrar lo que uno (o una) ande<br />
buscando en esta vida. Porque la equivocación<br />
es la gota que alimenta el árbol<br />
del crecimiento en esta vida.<br />
Si yo me equivoco, me estoy ubicando<br />
en la posibilidad de corregir y eso<br />
mantiene la posibilidad de crecer al<br />
realizar las cosas de diferente manera<br />
para no volver a caer en el mismo error.<br />
Es posible que me vuelva a equivocar,<br />
pero ya di un paso en el avanzar y en el<br />
crecer, para darme ánimo a volver a corregir<br />
y así, sucesivamente, hasta eliminar<br />
los riesgos en ese proceder de la vida.<br />
Eliminar la equivocación no es el fin a perseguir,<br />
porque se estaría eliminando uno de<br />
los medios más importante para avanzar.<br />
No hacerlo por la intención de corregir,<br />
solamente, sino hacerlo con la<br />
intención de optimizar la vida, mejorar<br />
la forma de vivir para crecer y avanzar.<br />
Si me equivoco, crezco.<br />
Estancarse en la vida es fácil. Vivir la<br />
vida sin haber subido un peldaño, fue<br />
una vida sin fruto, sin atractivo, sin un<br />
porqué vivir.<br />
Cuando uno está niño o niña, quiere<br />
ser grande y cuando se es grande, quiere<br />
ser niño o niña, según sea el género.<br />
Eso pasa en todos los ambientes, el auxiliar,<br />
el aprendiz, el soldado raso, quieren<br />
ser jefe, maestro, sargento, y cuando se logra,<br />
añoran la etapa en la que empezaron.<br />
52
En lo militar, imaginemos a un sargento<br />
que no da órdenes, que no les<br />
grita imprecaciones a sus soldados. En<br />
una batalla de a de veras, el sargento<br />
quisiera ser otra vez soldado, entre<br />
paréntesis (a lo mejor hasta quisiera<br />
ser niño) repito que tal vez quisiera ser<br />
soldado cuando tiene que enfrentarse<br />
al enemigo y tratar de conquistar una<br />
trinchera o una colina estratégica. Ahí<br />
es donde añora ser soldado y no tener<br />
mayor responsabilidad que la de cuidar<br />
por su vida y no tener que cuidar<br />
también por la vida de otros.<br />
Al ir creciendo en la vida profesional,<br />
el ser humano adquiere responsabilidades<br />
que antes no tenía y tampoco<br />
tenía por qué tenerlas. Solo que ahora<br />
ya dio un paso para un escalón más y<br />
obviamente, le van exigiendo más.<br />
Así que a cambiar y a aceptar las nuevas<br />
responsabilidades.<br />
Se vale dudar, se vale reflexionar si<br />
todo esto vale la pena o si valdría más<br />
la pena el volver a ser niño.<br />
Esto es parte de la vida. Uno o una,<br />
según sea el género, tiene que avanzar,<br />
en el aprendizaje, en la enseñanza, en<br />
orientar a otros. Si no hay avance, difícilmente<br />
va a haber crecimiento.<br />
Uno crece cuando se planta para no<br />
retroceder, como dicen los chavos de<br />
ahora: ¡para atrás, ni para agarrar vuelo!<br />
Uno crece sin dejar de volar. Algo nos<br />
está invitando a crecer y a vivir. El que<br />
crece, vive y el que vive, crece.<br />
Así las cosas, mi deseo es que:<br />
con el mínimo de ilusión, sigan<br />
viviendo;<br />
con el mínimo de sueños, sigan creciendo;<br />
y<br />
con el mínimo de esperanza, sigan<br />
amando.<br />
53
54<br />
EL<br />
JARDÍN<br />
Por Elizabeth Correa García
Cerré mi maleta a punto de estallar<br />
de tanta cosa, no podía creer que<br />
me despedía de mi lugar favorito,<br />
esa mañana todo me había salido mal,<br />
no encontraba tal cosa o me golpeaba<br />
con otra, pero la verdad le echaría la<br />
culpa a mudarme de casa. Con nostalgia<br />
me dirigí hacia la puerta arrastrando<br />
la maleta con mi chaqueta favorita<br />
y en mis audífonos sonando la canción<br />
más triste, voltee y vi por última vez<br />
ese hogar, sin imaginar que lo extrañaría<br />
más de lo pensado.<br />
Mi madre y yo nos mudaríamos a un<br />
lugar alejado de la ciudad en la que yo<br />
había crecido, en realidad yo estaría<br />
más sola que nunca pues por cuestiones<br />
de su empleo tendría que esta<br />
fuera la mayoría del tiempo, eso no<br />
resultaba tan nuevo para mí, pero no<br />
lo voy a negar, la duda y el temor me<br />
empezaba a llenar, no sabía que tan<br />
grande, lejana o tenebrosa podía ser<br />
nuestra casa, tomando en cuenta que<br />
se ubicaba en un pueblo.<br />
Un golpe en el hombro me sobresaltó,<br />
me quité los audífonos y mi madre<br />
señalaba el lugar, una casa pacifica<br />
alojada a mitad de calle, una sensación<br />
de tranquilidad se adueñó de mí.<br />
Comenzamos a bajar todas nuestras<br />
maletas, pero al final de la calle observé<br />
una casa más extraña, y con cierto<br />
toque terrorífico, en ese instante supe<br />
que algo andaba mal ahí.<br />
Era tal vez la más antigua del pueblo,<br />
se podía sentir un frío por la espalda<br />
con tan solo quedarte mirándola. <strong>La</strong><br />
primera noche, tal como era de esperarse,<br />
fue larga. <strong>La</strong> ventana de mi habitación<br />
daba hacia nuestro patio, pero<br />
la ventana del estudio del segundo<br />
piso parecía el lugar perfecto para dejarse<br />
envolver por la vista de esa casa<br />
vieja del final de la calle. Dando vueltas<br />
en la cama, me seguía preguntando si<br />
estaba habitada, me sorprendería demasiado<br />
si así fuera.<br />
Yo tenía apenas catorce años, prácticamente<br />
todo me parecía nuevo, pero<br />
ese lugar me atraía, quería saber si mi<br />
madre sentía lo mismo, pero ella estaba<br />
todo el tiempo metida en su trabajo,<br />
escribiendo sin parar.<br />
Durante una semana se me hizo costumbre<br />
salir a caminar por las tardes<br />
con la esperanza de encontrar alguien<br />
con quien hablar, o preguntar sobre la<br />
historia de esa horrible casa.<br />
Realmente era un vecindario tranquilo<br />
en su mayoría, habitado por<br />
personas mayores, con excepción de<br />
Roberto. Lo conocí al tercer día de mi<br />
mudanza. Roberto era un tipo de mi<br />
edad que vivía dos casas de la nuestra,<br />
pero siempre estaba metido en su botánica<br />
y sus enormes libros de plantas,<br />
me parecía extraño, pero probablemente<br />
yo a él también, al verme vestida<br />
de negro todos los días, con tenis y<br />
uñas azul metálico, aun así había sido<br />
el único vecino amable, su cabello café<br />
claro, ojos verdes contrastaban muy<br />
bien con sus montones de plantas.<br />
Cuando salía a caminar evitaba pasar<br />
sobre la cera de la casa que me asustaba,<br />
pero ese día, Roberto estaba plantando<br />
árboles en una casa a un costado<br />
de la suya y me dio la confianza de<br />
caminar por ahí. Pensé... «sí me pasara<br />
algo un simple grito lo alarmaría».<br />
Caminé hasta tocar la pared fría de<br />
la entrada de esa casa, sentía la necesidad<br />
de conocerla, había un pequeño<br />
orificio que me dejaba ver por dentro y<br />
era fascinante, un enorme jardín la rodeaba,<br />
un oscuro, pero frondoso jardín.<br />
Pensé de inmediato en si por excusa le<br />
55
decía a Roberto que exploráramos y le<br />
echara un vistazo a esas plantas raras.<br />
Cuando trataba de enfocar mi vista por<br />
ese pequeño orificio alcance a ver una<br />
mujer que parecía de mi edad.<br />
Era completamente extraña, su ropa<br />
antigua y cabello blanco hasta los<br />
hombros; como si escuchara mis pensamientos<br />
volteo y me miró fijamente,<br />
no es posible que pudiera verme, parpadee<br />
rápidamente y, al abrir los ojos y<br />
ver de nuevo por el orificio, ya no estaba<br />
el jardín. Un ojo me observaba.<br />
Un grito ahogado y un brinco involuntario<br />
hacia atrás me desplomaron<br />
sobre un montón de hojas de árbol.<br />
¡No sé qué pasa! Caigo como dos metros<br />
aproximadamente, estaba oscuro,<br />
solo tocaba la tierra húmeda, pero...<br />
¿qué pasa? ¡¿Era una trampa?!<br />
—¡Roberto! ¡Roberto! —grité una y<br />
otra vez, en vano.<br />
Saqué mi móvil, ya estrellado por<br />
el golpe de la caída, y activé la lámpara,<br />
efectivamente había caído en una<br />
trampa, pero lo que pareció una caída<br />
de dos metros realmente era como de<br />
cuatro, era imposible salir de ahí, era<br />
una especie de túnel. Dentro de mi<br />
existía el deseo de que ese túnel diera<br />
a cualquier otro lado, menos a esa horrible<br />
casa, pero era de esperarse pues<br />
estaba sobre su entrada, me vieron.<br />
Mi respiración se empezó acelerar, el<br />
miedo me invadía, me preguntaba si Roberto<br />
no habría escuchado algo cuando caí.<br />
56
Seguía caminando por el pasillo del<br />
túnel de tierra que le daba comienzo a un<br />
jardín, ¿será el mismo que vi por el orificio?<br />
Estaba muy confundida, no sabía si por<br />
el golpe de la caída. Estaba oscureciendo<br />
extrañamente rápido y yo solo deseaba<br />
estar en mi aburrida casa o sosteniéndole<br />
algún libro aburrido a Roberto. Caminaba<br />
entre plantas dirigiéndome a no sé<br />
dónde, ¡solo quería encontrar una salida!<br />
Mientras seguía caminando mi pie derecho<br />
topó con algo, cuando bajé la lámpara<br />
mi corazón se paralizó y mis manos<br />
comenzaron a temblar, era el zapato de<br />
Roberto. Yo solía fijarme en los colores<br />
de los zapatos, los míos eran azules, los<br />
de él, cafés. Escuché el crujir de una<br />
rama frente a mí, alguien la había pisado,<br />
no quería voltear, levanté la luz y estaba<br />
ella... mi mano temblaba junto con<br />
la luz de mi lámpara, no quería ver que<br />
tenía sostenido en su mano… de reojo<br />
veía que era cabello, pero su sonrisa y<br />
dientes afilados me tenían hipnotizada.<br />
Parpadee fuertemente, abrí los ojos<br />
lentamente, estaba parada en el estudio<br />
de mi casa frente a la ventana, bajé<br />
la mirada y autos de policías estaban<br />
estacionados frente a la casa de Roberto,<br />
su madre gritaba desesperada con<br />
una fotografía de él en la mano.<br />
«Fue un sueño» me repetía mientras<br />
bajaba las escaleras de mí casa. Cuando<br />
quise ver la hora en mi móvil me di cuenta<br />
de que estaba estrellado y mis tenis<br />
tenían lodo en toda la parte de abajo.<br />
57
58<br />
SE<br />
TERMINÓ<br />
Por Omar Aponte R.
Caminaba por los restos de la ciudad,<br />
pisando sin cuidado interminables<br />
montones de escombros.<br />
Es increíble la facilidad con la que todo<br />
se puede ir al infierno, y lo complicado<br />
de enmendar errores. Nadie podría imaginar<br />
que esto era una enorme ciudad<br />
radiante de movimiento, la pesadilla de<br />
cualquier habitante de una ciudad mediana<br />
o pequeña; el tráfico interminable,<br />
ruido, contaminación visual, malos olores,<br />
en fin, todas esas cosas características<br />
de las grandes urbes modernas.<br />
Llevaba alrededor de tres meses<br />
deambulando, o eso siento que ha transcurrido,<br />
la verdad es que aquí el conteo<br />
del tiempo ha dejado de importar.<br />
En mí avanzar por el lugar obtuve<br />
tres señales de lo que sería mi búsqueda.<br />
No parece alentador, pero guardaba<br />
la esperanza de lograrlo, al fin y al<br />
cabo, debo admitirlo es la única razón<br />
por la que sigo adelante.<br />
<strong>La</strong> primera de ellas la encontré sin<br />
querer buscarla, fue una bendición, el<br />
universo me daba un propósito y lo<br />
acepte. Iba desorientado por lo que alguna<br />
vez fue una avenida, lo sé por que<br />
el camellón seguía perfectamente distinguible,<br />
me detuve a observar e intentar<br />
adivinar en que parte de la ciudad<br />
estaba cuando visualice un pequeño<br />
bote de basura que me pareció conocido,<br />
era azul y pequeño, justo como el de<br />
mi casa y además estaba intacto, podría<br />
jurar que era el mio, aunque ciertamente<br />
en una ciudad como esta, cientos de<br />
casas también tendrían uno igual, de todas<br />
formas por nostalgia lo llevé conmigo<br />
y así sin más me propuse encontrar<br />
mi casa en todo aquel desastre.<br />
Caminé durante algún tiempo con<br />
paso firme pero cauteloso de no perder<br />
de vista el camino, no me permito<br />
levantar la vista, en cualquier momento<br />
podría pisar mal y caer o torcerme un<br />
tobillo, o peor, enterrarme una varilla.<br />
Es un poco pesado imaginar estas cosas<br />
cuando se está tan solo y en pleno<br />
proceso de recuperación, aferrado a<br />
una idea fortuita que da sentido a cada<br />
paso que avanzo, pero que se le hará,<br />
soy más fuerte de lo que pensaba o un<br />
insensible hijo de perra, quizás solo siga<br />
en shock. En fin, la segunda señal que<br />
he encontrado, fueron los restos de un<br />
espectacular de chocolates Reese´s,<br />
lo cual es significativo porque eran sus<br />
favoritos, de verdad esa mujer tenía un<br />
problema, recordé cuando se hizo un<br />
sándwich con seis de esos chocolates,<br />
estaba aterrorizado y ella juraba que era<br />
lo más delicioso que había podido probar.<br />
No lo superé en semanas, me provocaba<br />
náuseas el besarla y ella llegó a<br />
la conclusión de que la engañaba. Fue<br />
una tontería de los dos. Hoy la besaría<br />
aunque se hubiese fumado toda la cajetilla<br />
cigarrillos mientras masticaba unos<br />
de esos horribles sándwich de Reese´s.<br />
Pasé días sin comer, con el estómago<br />
devorándose a sí mismo, es una sensación<br />
desoladora, y la esperanza de conseguir<br />
algo de alimento mermaba mi fe<br />
en la búsqueda.<br />
<strong>La</strong> tercera vino después de vagar un<br />
rato sobre el sitio, pude notar la defensa<br />
de mi malgastado automóvil, aún<br />
conservaba la calca de mi equipo favorito.<br />
Comencé a cavar en los escombros,<br />
al comienzo fue fácil, pero conforme<br />
me adentraba en los restos, fueron<br />
apareciendo grandes bloques de material<br />
que no pude mover con facilidad y<br />
con ayuda de una maltrecha varilla comencé<br />
a hacer palanca para mover los<br />
escombros. Perdí la noción del tiempo,<br />
seguí con mi trabajo, solo por la oscu-<br />
59
idad noté que me llevó todo el día la<br />
actividad, justo cuando pensaba en ir a<br />
buscar un lugar para descansar, escuché<br />
su voz y se me contorsionó el alma.<br />
Me preguntó cómo había llegado y<br />
porque me había alejado de nuestro hogar,<br />
me reprochó el haberla abandonado.<br />
Incapaz de contestarle, apenas pude<br />
notar que pasó por todos los estados de<br />
ánimo que existen. No paró de hablar en<br />
mucho tiempo, horas tal vez, y yo no lograba<br />
concentrarme, escuchaba frases<br />
al azar, que la vida, que la cocina, que<br />
sus papeles, que las alhajas de su madre.<br />
Habló tanto y de tantas cosas que al<br />
final, cansada, guardó silencio.<br />
Dibujé en el suelo un elefante, ella<br />
los odia, pensé que comenzaría a hablar<br />
sin parar nuevamente, pero no lo<br />
hizo, fue entonces que solté la bomba:<br />
¿Estamos muertos?, pregunté en voz<br />
baja y esperé por su respuesta.<br />
Me contó la historia de nuestro mundo.<br />
Comenzó por el día en que nos conocimos,<br />
realizó una completa radiografía<br />
de aquel momento, todos los detalles<br />
posibles, mi camisa arrugada, el color<br />
del pantalón, el sujeto de nariz graciosa<br />
sentado en la banca de a un lado.<br />
Cerré los ojos y reviví todos esos recuerdos<br />
en mi mente, reí, sufrí, lloré, disfruté<br />
y me olvidé de todo lo demás por un<br />
60
tiempo, incluso no escuchaba el sonido<br />
de mi estómago. En algunos momentos<br />
agregué a su narración cosas que olvidó<br />
mencionar, y eso la motivó más. Cuando<br />
se acercaba al final, es decir al presente,<br />
intentó disimular su tristeza, pero pude<br />
notarla en el timbre de su voz, se frenó de<br />
repente y soltó sin reparos su respuesta.<br />
«Estamos muertos ya, pero teníamos que<br />
desaparecer juntos», dijo.<br />
Le creí por un momento, me levanté,<br />
observé a mi alrededor, tenía sentido.<br />
Le quise abrazar pero retrocedió, me<br />
dijo que tenía que dejarme llevar, que<br />
tenía un lugar para los dos. Le seguí, y<br />
al contemplar el boquete en el suelo,<br />
un escalofrío me recorrió el cuerpo. Ella<br />
se dio cuenta y me dijo que era la única<br />
forma, me habló dulcemente, con todo<br />
el amor que recordaba que me tenía, y<br />
ahí al borde de agujero, di media vuelta<br />
y caminé con prisa. Ignoré sus reclamos<br />
y su llanto, su voz me taladraba<br />
la cabeza y quise regresar para decirle<br />
cuanto lo sentía, pero sabía muy bien<br />
que si lo hacía haría lo que ella dijera.<br />
Apreté el paso sin rumbo y avanzo<br />
con un lío en la cabeza, pero creo que<br />
he tomado la decisión correcta, ella no<br />
puede estar en lo cierto, ¿verdad?, después<br />
de todo, si en verdad estuviera<br />
muerto, ¿por qué tengo tanta hambre?<br />
61
62<br />
CARTA DE UN<br />
ANDROIDEFÓBICO<br />
A LA HUMANIDAD<br />
Por María Cucurella Miquel
Queridos amigos,<br />
Les escribo porque siento la necesidad<br />
de comunicarme: he desarrollado una<br />
extraña fobia que me impide adaptarme<br />
a nuestra sociedad y no sé qué hacer.<br />
Estoy desesperado. Los médicos lo<br />
han intentado todo sin resultado. No<br />
puedo compartir el salón-comedor con<br />
mi mujer. No puedo realizar con naturalidad<br />
ningún trabajo de oficina. Al<br />
caminar por la calle, a menudo tengo<br />
que cruzar la acera. No puedo tomar el<br />
metro, ni el autobús. No puedo comunicarme<br />
con mis hijos, que están de<br />
viaje. Me siento solo y aislado.<br />
Lo hemos intentado todo sin éxito.<br />
Soy la primera persona en el planeta<br />
que ha desarrollado esta enfermedad y<br />
dicen que podría ser el primero de muchos.<br />
Un filósofo, amigo mío, dice que<br />
hasta podría ser sano. Pero yo estoy<br />
muy asustado. Mucho. Tengo pesadillas<br />
por las noches. Imagino que al despertar<br />
por la mañana el ordenador ha succionado<br />
a mi mujer. Levanto la pantalla<br />
y veo su rostro allí atrapado. Me habla,<br />
pero su voz es irreconocible: suena fría<br />
y metálica. Otras veces sueño que a mis<br />
hijos el teléfono les arranca los oídos.<br />
Llegan a casa sangrando porque el aparato<br />
les ha dado un mordisco mientras<br />
hablaban. Pero lo peor es que estas<br />
imágenes terribles me asedian también<br />
cuando estoy despierto. Cuando<br />
por las mañanas, antes de ir a trabajar,<br />
me siento a tomar el café delante de mi<br />
mujer, que a menudo a esa hora está ya<br />
consultando el correo, veo unos rayos<br />
plateados que emergen de la pantalla<br />
y se introducen en su cuerpo a través<br />
de los oídos y de los ojos. Veo cómo su<br />
cerebro se pudre al contacto con esas<br />
ondas extrañas y sus ojos, al dirigirme<br />
la mirada, están totalmente vacíos, su<br />
sonrisa plastificada. El primer día que la<br />
vi me puse a gritar como un loco. Se lo<br />
expliqué y no me creía. Pasaron unas semanas<br />
y todo regresó a la normalidad.<br />
Pero otro día, en el metro, me ocurrió<br />
algo igualmente extraordinario.<br />
Levanté la mirada del libro que estaba<br />
intentando leer sin éxito y me di cuenta<br />
de que todas las personas que estaban<br />
mirando su teléfono se habían<br />
convertido en zombis. <strong>La</strong> piel, que se<br />
había tornado de un gris cadavérico, se<br />
les caía a pedazos. Pero nadie se daba<br />
cuenta y sonreían, encantados, frente<br />
al resplandor que emergía de sus<br />
pantallas. De las veinte personas que<br />
éramos en aquel vagón solamente tres<br />
no consultaban el teléfono. Entre ellas<br />
yo. Aquel mismo día, en la oficina, tuve<br />
otro ataque de fobia. Fue en el momento<br />
en que vi levantarse de la silla a mi<br />
compañero después de cuatro horas de<br />
trabajo intensivo frente al ordenador:<br />
su piel se había vuelto de color amarillo<br />
tabaco, como sus dientes, y de su boca,<br />
sus orejas y sus ojos salía un humo negruzco,<br />
que teñía de ese mismo color<br />
todo cuanto encontraba a su paso.<br />
Amigos: escribo porque estoy desesperado.<br />
Quisiera ser alguien en esta<br />
sociedad, tener un lugar, como todos<br />
vosotros. Pero me resulta imposible. Mi<br />
vida se ha convertido en una pesadilla.<br />
El teléfono móvil me quema; he visto<br />
las quemaduras físicas en mis oídos<br />
y en mis manos. Pero los médicos no<br />
me creen, ni saben cómo medicarme.<br />
Me dicen que evite el contacto con los<br />
androides, sin darse cuenta de que estamos<br />
rodeados. Los tienen tan cerca<br />
que ni siquiera los ven.<br />
He vivido un tiempo en la naturaleza.<br />
Allí estoy decididamente mejor. Cada<br />
63
vez que regreso, sin embargo, las alucinaciones<br />
aumentan: veo cómo la piel de<br />
mi mujer pierde su color y siento como<br />
si también ella se estuviera convirtiendo<br />
en uno de ellos. Ayúdenme, por favor. Lo<br />
estoy perdiendo todo a causa de esta terrible<br />
enfermedad: mujer, hijos, trabajo,<br />
dinero. Solamente me queda una cosa:<br />
la salud. Pero ahora todos me llaman<br />
enfermo. ¿Realmente lo estoy?<br />
Lo único que puedo decirles es que,<br />
desde el momento en que mi mujer ha<br />
trasladado pacientemente este texto<br />
al ordenador, ya no he podido volver<br />
a dormir por las noches. Me persigue<br />
la idea de que el señor MacBook se ha<br />
apropiado de una parte de mí, y esta-<br />
rá ya tramando una terrible venganza.<br />
Aún y así, asumo el riesgo de comunicar<br />
este mensaje al mundo, consciente<br />
de que podría suponer el final de mis<br />
días, y de que todos los androides del<br />
planeta se podrían confabular contra<br />
mí. En el caso de que eso ocurra, les<br />
ruego conserven este manuscrito como<br />
un preciado tesoro que pueda servir de<br />
testimonio para las futuras generaciones,<br />
para que no se olviden del tacto del<br />
papel y el olor de la tinta, y para que recuerden<br />
algo fundamental: que antaño,<br />
cuando era costumbre escribir a mano,<br />
lo hacíamos sobre la piedra o la madera<br />
de los árboles, mientras que ahora lo<br />
hacemos sobre el petróleo y el plástico.<br />
64
libros de<br />
nuevos autores<br />
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65
EL POEMA<br />
DE LA<br />
REALIDAD<br />
Por Nicolás Esteban Fajardo<br />
Arqueólogos y paleontólogos seducidos<br />
por la memoria de mármol,<br />
por los sueños de cristal<br />
y por las acuarelas de muro, lanza y<br />
corona del pasado, historiadores que<br />
contemplan la evolución del hombre,<br />
sus genocidios, luchas y descubrimientos,<br />
poetas que celebran la muerte, filósofos<br />
que cuestionan la justificación de<br />
la vida, místicos que inventan Dioses y<br />
profetas y aquellas sombras sin nom-<br />
66<br />
bre ni memoria, de rostro que se va con<br />
el alba escarlata y de humanidad que<br />
se disuelve en el infierno de una cripta,<br />
los desdichados que habitan en el Universo<br />
cruelmente indiferente de la historia<br />
mundana sin emperadores ni héroes,<br />
sin profetas ni tiranos, escrita en<br />
ataúdes y arena, siendo protagonistas<br />
únicamente de la más intrascendente<br />
cotidianidad; convergen en un mismo<br />
deseo de querer reconstruir el pasado,
de descifrar la poesía del olvido, la tétrica<br />
insensibilidad de las civilizaciones<br />
fantasma que albergan fósiles, coronas<br />
oxidadas, soldados de piedra y lenguas<br />
nocturnas de ceniza errante. Comparten<br />
el mismo sueño, la ambición<br />
desenfrenada de darle significado a<br />
nuestro origen, de reconstruir nuestra<br />
estirpe, de probar que surgimos como<br />
melodías accidentales en la sinfonía<br />
impredecible del átomo indiferente,<br />
que existimos gracias al capricho del<br />
número o que fuimos la creación de un<br />
Dios imposible, la alucinación de una<br />
inteligencia abstracta.<br />
Pero lejos de los charlatanes que<br />
aseguran una inmortalidad más allá de<br />
toda razón, de toda naturaleza y esperanza,<br />
más allá incluso de los materialistas<br />
que pretenden arrebatarle belleza<br />
a la magia de las neuronas, al baile<br />
efímero de los pensamientos aseme-<br />
67
jando el cuerpo a una maquina Cartesiana,<br />
aquel que medita con la noción<br />
clara e inflexible de que el Cosmos ha<br />
existido y seguirá existiendo durante<br />
largos y solitarios eones en su ausencia,<br />
cuando su cuerpo no sea más que<br />
polvo blanco, aquel que cierra los ojos<br />
no para orar a un patriarca celestial<br />
proyectado por la inseguridad de una<br />
humanidad irremediablemente egocéntrica<br />
sino para sentir la estela romántica<br />
de las constelaciones, la edad<br />
de la vía láctea, la infancia del átomo,<br />
la energía del sol y de los planetas fluyendo<br />
no como un ente metafísico o<br />
como una fuerza astrológica sino como<br />
una realidad tangible, sin emociones<br />
ni recuerdos, recorriendo cada molécula,<br />
célula y dimensión psicológica<br />
de su ser; es capaz de ver a la muerte<br />
no como un juez con cualidades humanas,<br />
como una salvación religiosa o un<br />
viaje espiritual sino como una consecuencia<br />
inevitable del ser, sabe que las<br />
galaxias se extinguen, que las estrellas<br />
desaparecen, que los planetas se convierten<br />
en fantasmas nebulares y que a<br />
lo largo de la historia de la tierra han<br />
existido millones de organismos desde<br />
bacterias ,dinosaurios hasta homínidos<br />
biológicamente indiferenciables<br />
del humano moderno y que todos ellos,<br />
tigres prehistóricos y neandertales<br />
errantes, ahora no son más que polvo.<br />
Aquel que es capaz de entender su<br />
existencia no como una anomalía celestial,<br />
como un regalo divino, como<br />
un testimonio de algún mecanismo<br />
sobrenatural sino como una parte de<br />
la naturaleza que de por sí es mortal y<br />
está sujeta a las transformaciones del<br />
tiempo que hará en el futuro lejano un<br />
abismo oscuro del Universo fundiendo<br />
todos sus astros y mundos en un remolino<br />
de eterna soledad; aquel que vea<br />
sus recuerdos y sus sentimientos no<br />
como un artificio suprasensible o un<br />
mito más alá de la materia y del tiempo<br />
mismo, sino como un milagro químico<br />
y biológico, aquel que comprenda la<br />
magnitud de los milenios, la inevitabilidad<br />
y supremacía del olvido, será capaz<br />
de sentir inmerso en sus latidos, las<br />
metáforas galácticas y el alfabeto cósmico<br />
con el que está escrito el poema<br />
de la realidad.<br />
68
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69
70<br />
EL ÁRBOL<br />
DE LOS ESPEJOS<br />
Por Miguel Cruz Espindola
El destino no está escrito sobre piedra,<br />
o por lo menos, no debería de<br />
estarlo; mi pueblo no era más llamativo<br />
o relevante que cualquier otro,<br />
hasta que el árbol de los espejos llegó.<br />
Una mañana sin que nadie sospechara<br />
de la visita de un nuevo habitante, apareció<br />
en el centro del pueblo un árbol, no<br />
muy grande, no muy robusto, solo apareció.<br />
Aunque tenía muy pocos frutos, un<br />
sinfín de espejos colocados en sus ramas<br />
lo hacían una interesante atracción.<br />
Mi primera impresión fue la de una<br />
muestra de arte moderna de la cual seguramente<br />
no entendería el significado,<br />
nunca lo hago. <strong>La</strong> idea en el pueblo<br />
no era diferente a la mía, suponían que<br />
se trataba de una obra presentada en<br />
el centro para que todos la observaran.<br />
El tiempo pasaba sin encontrar al artista<br />
que se esforzaba en mantener su<br />
anonimato, contábamos los meses sin<br />
saber qué hacer con el obsequio comunal<br />
del que fuimos objeto.<br />
Sin que pasara mucho tiempo, el<br />
pueblo se acostumbró a vivir con el regalo<br />
silencioso que algún voluntario al<br />
arte nos entregó aquel día.<br />
De la misma forma misteriosa en la<br />
que apareció el árbol de los espejos, un<br />
aparente turista fue encontrado sin vida<br />
en la plaza, a un costado del árbol. Ese<br />
fue el primero, el primero de varios casos<br />
inexplicables en el que personas a las<br />
que nadie conocía aparecían muertas.<br />
Era cuestión de tiempo para que el<br />
primer poblador apareciera sin vida<br />
una mañana. Los fallecidos al pie del<br />
árbol de los espejos comenzaron a tomar<br />
nombre y apellido, ya no eran visitantes<br />
que por muchas razones pudieron<br />
morir, ahora era nuestra gente.<br />
<strong>La</strong>s soluciones llegaban y nada funcionaba,<br />
primero rompimos todos los<br />
espejos del árbol creyendo que así lo<br />
detendríamos, pero no funciono. Quisimos<br />
quemarlo, pero el humo generado<br />
del intento, termino por matar a<br />
decenas de personas que lo respiraron,<br />
dejando a algunas más en el hospital.<br />
No paso mucho tiempo antes de que<br />
la gente escapara del pueblo, sin prestar<br />
atención a sus pertenencias y sin saber<br />
a ciencia cierta hacia donde se dirigían.<br />
El pueblo fantasma en el que nada pasaba,<br />
ahora era literalmente un pueblo<br />
fantasma: sin niños corriendo por la calle,<br />
sin familias llenando el mercado con<br />
el bullicio que solo ellos sabían hacer.<br />
Solo yo, ante la oposición de mi familia,<br />
regreso periódicamente al pueblo<br />
donde el árbol de los espejos aún vive.<br />
Regreso con la esperanza de que algún<br />
día, de la misma forma autoritaria en<br />
la que llegó, se vaya. Quizá también regreso<br />
con la intención de entender que<br />
es ese árbol.<br />
¿Cuál es su poder? —si es que tiene<br />
alguno— ¿Quién lo puso aquí? —si es<br />
que alguien lo hizo.<br />
<strong>La</strong> última ocasión que visite el ahora<br />
pueblo abandonado, la noche me<br />
atrapó recordando los momentos que<br />
viví en ese lugar. No había pensado en<br />
que mis padres quizá ya estarían preocupados,<br />
decidí marcarles para que me<br />
recogieran lo más pronto posible.<br />
En la aburrida espera yo me mantenía<br />
viendo las manchas en el techo de<br />
mi habitación, solo me quedaban algunos<br />
frascos de leche mientras esperaba<br />
que llegaran por mí.<br />
Entonces lo entendí, entendí que debía<br />
enfrentarme al exterminador de mi<br />
comunidad, me debía dirigir al árbol<br />
de los espejos.<br />
El frio era cada vez más intenso, la<br />
respiración mucho más complicada y<br />
71
la presión aplastaba los pulmones de<br />
una forma que no tenía sentido; así<br />
como tampoco lo tenía el hecho de que<br />
yo siguiera caminando en esa dirección.<br />
Quizá en ese momento no tenía el<br />
pleno dominio de mi ser, quizá el gélido<br />
ambiente nublo mis reflejos ante el peligro.<br />
Aunque lo intenté no pude dejar de<br />
caminar o simplemente es que no quería,<br />
no hasta descubrir que paso con todos.<br />
Un escalofrió recorrió mi cuerpo al<br />
escuchar una voz ronca detrás de mí.<br />
—Sabía que ibas a regresar, siempre<br />
lo haces —dijo la voz sin que yo pudiera<br />
girar para poder verlo.<br />
—Es un manzanillo, mejor conocido<br />
como el árbol de la muerte —la voz siguió<br />
hablando mientras yo lo escuchaba<br />
acercarse a mí.<br />
—¿Por qué los espejos? —le pregunté.<br />
—Por la ironía, el fruto de este árbol<br />
es impensablemente toxico, yo no tuve<br />
que matar a nadie, pero ellos podían ver<br />
el rostro de sus asesinos antes de morir.<br />
—Ellos mismos.<br />
—Exactamente, su curiosidad, sus supersticiones<br />
los mataron, incluso cuando<br />
lo intentaron quemar, hicieron que su<br />
toxicidad se esparciera en el aire —dijo<br />
la voz detrás de mí, como si sintiera orgullo<br />
de un éxito personal—. Cumplí con<br />
mi misión de limpiar este lugar, solo me<br />
falta una persona que sigue regresando.<br />
—Yo.<br />
—Otra vez, estás en lo correcto, esta vez<br />
te daré una oportunidad que nadie más<br />
tuvo, ante la finalización de mi misión, te<br />
acompañaré a comer el fruto del árbol.<br />
72
—¿Por qué tu misión era correr a todos<br />
del pueblo? —Mientras preguntaba,<br />
la voz se dirigía al árbol por los frutos<br />
para ambos.<br />
—Este pueblo ya estaba abandonado<br />
antes de que yo decidiera hacerlo,<br />
además, yo no los corrí, ellos huyeron,<br />
pero si debes saberlo, no sé cuánto<br />
tiempo más me quede.<br />
—¿Había alguna forma de vencer a<br />
ese árbol?<br />
—Sí, sí la había, solo ha habido un caso<br />
registrado de una especie de antídoto al<br />
veneno del árbol de la muerte —al decirlo<br />
extendía hacia mí su mano con los<br />
frutos seleccionados.<br />
Ambos comimos los frutos y con las<br />
vías respiratorias cerrándose poco a<br />
poco fuimos perdiendo la conciencia.<br />
El destino no está escrito sobre piedra,<br />
o por lo menos, no debería de estarlo; ese<br />
único caso registrado al que la voz se refería<br />
como antídoto… era leche, la cual<br />
irónicamente al estar esperando a mis<br />
padres yo estaba tomando aquella noche.<br />
Cuando mi familia llegó a recogerme,<br />
encontraron a dos personas inconscientes,<br />
pero solo yo desperté en un<br />
hospital días después. Una afortunada<br />
coincidencia me permitió vencer a una<br />
persona enferma, que al ver su vida<br />
cerca del final, quiso quedarse totalmente<br />
solo en nuestro pueblo.<br />
No hay nada sobrenatural en el árbol<br />
de los espejos, y con las precauciones<br />
necesarias, podremos regresar a nuestro<br />
pueblo, sin ninguna preocupación y<br />
con la lección aprendida.<br />
73
74<br />
ECO<br />
Por Tania Yareli Rocha Hernández
Deambula por los pasillos hacia el<br />
amplio ventanal todas las noches.<br />
Pero no por no ser visto durante<br />
el día quiere decir que no habite, todos<br />
saben que siempre está ahí, vagando<br />
en la enorme estructura que es la fábrica<br />
de Zapatos&Cinturones Urzúa.<br />
Decían que la fábrica estaba maldita,<br />
pero la historia comenzó aún antes de<br />
su inauguración con aquellas sombras<br />
misteriosas y frías, creciendo y encogiéndose<br />
frente a la llama de su debilidad.<br />
Ignacio, un campesino joven, las<br />
vio en el rancho de Don Mario treinta<br />
años atrás. Pero eso no paso en su primer<br />
día de trabajo acarreando heno,<br />
no, fue dos meses después, una noche<br />
húmeda de octubre, cuando los sapos<br />
croaban zambulléndose en los charcos<br />
de la lluvia.<br />
El viento silbaba a través de las tablas<br />
viejas del establo donde dormía,<br />
cuando un sonido irrumpió en sus oídos.<br />
Era el resquebrajar de un vidrio.<br />
Se levantó de un salto con los ojos<br />
crispados y empujó la pesada puerta<br />
del establo. Desde la lejanía miró una<br />
ventana rota en la casa del patrón. <strong>La</strong><br />
puerta estaba abierta y en el pórtico<br />
desierto las campanas de viento se agitaban<br />
con fuerza.<br />
Al subir las escaleras, los peldaños<br />
chirrearon bajo su peso escandalosamente,<br />
o quizás sólo fue en la mente de<br />
Ignacio, cuyos sentidos amplificados<br />
por el miedo le otorgaban una perspectiva<br />
lóbrega de los hechos.<br />
Caminó pasando la puerta hacia el<br />
interior. Una veladora titilaba debajo<br />
de un Santo colgado en la pared, juzgándolo<br />
con el brillo del fuego anidado<br />
en su mirada. ¿Dónde estaría Don<br />
Mario y su esposa? Y entonces recordó<br />
que la señora se había ido temprano a<br />
visitar a sus hijos a la ciudad. Solo tenía<br />
que encontrar al patrón y todo lo<br />
demás se resolvería.<br />
<strong>La</strong> quietud que conservaba se vio sofocada<br />
por un alarido al fondo. Tomó la<br />
veladora y avanzó cuidadosamente.<br />
Más adelante, en un cuarto de descanso,<br />
una lámpara de aceite vieja<br />
iluminaba con su arder la escena espantosa<br />
que se desarrollaba entre sus<br />
paredes. Don Mario estaba siendo golpeado<br />
por dos hombres.<br />
En la pobre cabeza de Ignacio apabullada<br />
por los acontecimientos, se<br />
desbancó la razón que todo lo cuadra<br />
colapsando en una torre de naipes. Así<br />
que cuando su vista alcanzó las siluetas<br />
salvajes de aquellos hombres proyectadas<br />
sobre la pared del pasillo por<br />
efecto de la lámpara, no pudo sino pensar<br />
que esas sombras oscuras eran las<br />
protagonistas de todo mal, sin darse<br />
cuenta de que solo eran parte y figura<br />
del peligro que lo amenazaba.<br />
―Solo era meterle un susto al viejo ―expresó<br />
una voz fastidiada.<br />
―Vamos a tener que limpiar este desastre.<br />
Urzúa se molestara.<br />
Urzúa era el hombre que había estado<br />
comprando los terrenos aledaños<br />
al rancho con la intención de construir<br />
una mega fábrica de zapatos y cinturones,<br />
sin embargo no había logrado que<br />
Don Mario le pusiera precio a su patrimonio<br />
y eso lo había irritado.<br />
Ignacio se inclinó para escuchar mejor<br />
y entonces la silueta de su sombra<br />
se extendió hacia la puerta a causa<br />
de la luz en la veladora. Cómplice de<br />
aquellos demonios, la sombra surgida<br />
de sus entrañas lo había delatado. <strong>La</strong>s<br />
sombras dentro de la habitación se<br />
agitaron desfigurándose en los bordes<br />
y comenzaron a acercarse.<br />
75
Un zumbido le taladró los oídos<br />
cuando los hombres le dieron frente.<br />
Asustado, aventó la cera caliente de la<br />
veladora al más alto. Éste gritó arrancando<br />
la mezcla solidificada con sus<br />
dedos. Entonces, la veladora resbaló<br />
de los dedos sudorosos de Ignacio impactándose<br />
contra el suelo.<br />
El más bajo de los villanos alzó una<br />
palanca y le dio en la cabeza. Herido,<br />
corrió hacia la habitación y cerró la<br />
puerta de golpe. Sentía la sangre tibia<br />
escurriendo hacia su cuello, mientras<br />
se apretaba contra la puerta para que<br />
no entraran. Los pies también le comenzaron<br />
a sangrar, pedazos de vidrio<br />
se le habían encajado en los talones en<br />
medio de su huida.<br />
El cuerpo de Don Mario yacía sobre el<br />
suelo, con los ojos mirando hacia el techo<br />
y la mano suplicante extendida sobre<br />
el rodete de su propia sangre, como<br />
si la hubiera tendido hacia el espectro<br />
de la muerte en sus últimos segundos.<br />
<strong>La</strong> lámpara descansaba en el buró de<br />
la cama, había una silla a un lado del ropero<br />
y una ventana que daba al patio trasero.<br />
Ignacio improvisó, alcanzó la silla<br />
halándola por las patas con uno de sus<br />
pies. Trabó la manija de la puerta con el<br />
respaldo y caminó hacia el cadáver.<br />
Ansioso, observó el tambalear de la<br />
silla, mientras los vándalos forzaban la<br />
puerta a golpes y embestidas. Sin pensarlo<br />
tomó la lámpara de aceite y la estrelló<br />
contra la entrada. El líquido baño<br />
76
la madera y el fuego creció en una llamarada,<br />
lamiendo las paredes.<br />
Los hombres dejaron de golpear la<br />
puerta e Ignacio aprovechó la distracción<br />
para salir por la ventana. Corriendo<br />
entre los gallineros, los vándalos<br />
que ya habían salido de la casa lo sorprendieron<br />
en su huida y lo siguieron.<br />
Corriendo descalzo, sentía la mugre<br />
y las piedras enterrándose en sus pies.<br />
Dejando huellas de sangre tras su paso<br />
gritaba: ¡Auxilio! ¡Auxilio!<br />
Mas nadie salió en su defensa.<br />
Lo persiguieron por un kilómetro hasta<br />
la recién iniciada construcción de la<br />
fábrica. Pasando entre tubos, máquinas<br />
y sacos de cemento, Ignacio trataba de<br />
ocultarse en la estructura tétrica y sin<br />
forma. <strong>La</strong> cien le palpitaba en un latido<br />
continúo y comenzó a sentirse mareado.<br />
Los siniestros lo acorralaron en una esquina<br />
y de una palada lo tumbaron por<br />
la espalda y lo agarraron a puntapiés. <strong>La</strong><br />
sangre le escurría por la cara, apenas y se<br />
movía cuando el más pequeño excavó su<br />
tumba. Su respiración aún no se había<br />
apagado cuando lo aventaron dentro y<br />
la tierra comenzó a caer sobre su cuerpo<br />
inerte como en un reloj de arena…<br />
Dicen quienes lo han visto por la fábrica,<br />
que primero se siente el correr de un viento<br />
gélido, el respirar arde y un hedor a muerte te<br />
quema en la nariz. Cuando su sombra aparece<br />
erizándote la piel evades la mirada, pero pasa,<br />
e inevitablemente lo vuelves a mirar, como un<br />
eco en un acantilado, borroso e inestable.<br />
77
78<br />
LAS<br />
ESCONDIDAS<br />
Por Ulises Buendía Navarrete
Camila tenía más de cuarenta minutos<br />
oculta, estaba esperanzada de<br />
no ser encontrada nunca. Ya que<br />
últimamente siempre era la primera en<br />
ser descubierta y, cuando eso sucedía,<br />
lloraba. Aunque desde hace dos semanas<br />
Camila ya se había acostumbrado<br />
a ser encontrada, siempre le quedaba<br />
un espacio de vacío y miedo en el estómago<br />
cada vez que la descubrían. Claro<br />
que no era la única en esconderse, todas<br />
las demás pequeñas se escondían<br />
tan bien que a veces tardaban horas en<br />
ser descubiertas. Para ella no era el juego<br />
favorito, de hecho, no conocía otro,<br />
pero de algún modo ya le dejaba de doler<br />
cada vez que perdía.<br />
Por las mañanas la pequeña Camila<br />
se despertaba sin recordar algo del juego<br />
nocturno, incluso lo único que pretendía<br />
hacer era desayunar con el resto<br />
de sus siete hermanas, qué, aunque no<br />
compartían una madre, todas tenían el<br />
mismo padre. <strong>La</strong>s ocho pequeñas vivían<br />
en una gran y enorme casa con el mismo<br />
número de habitaciones, Camila por<br />
ser la más pequeña dormía con su padre,<br />
bueno al menos eso era lo que ella<br />
recordaba. <strong>La</strong> última vez que vio a su<br />
madre fue en el parque, precisamente<br />
estaba jugando a las escondidas.<br />
Por la tarde, las ocho pequeñas que<br />
iban desde los seis y hasta los catorce<br />
años de edad, jugaban a ser muñequitas<br />
de porcelana, competían por ver quién<br />
se vestía mejor, Sasha siempre ganaba,<br />
era la mayor y ya tenían bien definidos<br />
sus gustos: tacones medianos, mallitas<br />
rotas y un pequeño vestido sobre las<br />
rodillas. Dafne por su parte no le preocupaba<br />
mucho la ropa, de hecho, sabía<br />
que era lo que menos importaba. Verónica<br />
y Berenice (las gemelas) eran un<br />
caso excepcional y muy especial pues<br />
su padre siempre escogía la ropa que tenían<br />
que vestir ellas, decía que eran las<br />
más valiosas, por su puesto Sasha sabía<br />
que era un amor doble, el resto de ellas<br />
no comprendía esa diferencia. <strong>La</strong>s últimas<br />
cuatro pequeñas, es decir: las de<br />
menos edad eran vestidas por Cleo, su<br />
nana, así que, Camila, Esmeralda, Rubí<br />
y Jade esperaban su turno en la habitación,<br />
mientras veían como el resto eran<br />
vestidas y adornadas cuales princesas<br />
de esos cuentos que Camila no escuchaba<br />
desde hace mucho.<br />
Así era la rutina todos los días, con<br />
excepción de los lunes. Los lunes eran<br />
para reír un poco y dormir mucho, pero<br />
de martes a domingo era la misma rutina,<br />
Camila no sabía hasta cuándo o<br />
porqué ella tenía que seguir a pasos<br />
exactos todas las reglas, pero lo que sí<br />
sabía era que extrañaba a su madre. <strong>La</strong><br />
pequeña no entendía de fechas ni de<br />
cantidades, sólo sentía el duro golpe<br />
de ausencia, de hecho ya casi no recordaba<br />
el día en que se escondió tan bien<br />
que su madre no la encontró jamás,<br />
a cambio su nuevo padre —Gil— fue<br />
quien la rescató —según él dice— de no<br />
ser encontrada jamás.<br />
Ya en la tarde-noche, cuando el péndulo<br />
del reloj marcaba siete tonos angustiantes,<br />
todas las pequeñas con<br />
mucho pesar iban a sus respectivas<br />
habitaciones, las menores eran las que<br />
se escondían en el último piso, puesto<br />
que hacían más ruido, Sasha era la única<br />
que permanecía en la planta baja,<br />
junto con Cleo y Papá, entonces comenzaba<br />
la cuenta regresiva. Esta noche ya<br />
habían tardado, Camila tenía cuarenta<br />
minutos escondida y no la encontraban,<br />
tal vez por fin había de ganar.<br />
Pasada la hora, la pequeña niña estaba<br />
desesperada, salió del armario,<br />
79
80<br />
vio la cama, que, como siempre estaba<br />
tendida a la perfección con un preservativo<br />
en el centro, la niña vio el pequeño<br />
sobriecillo cerrado —jamás conoció<br />
su contenido— de pronto escuchó tres<br />
largos golpeos en la puerta, eran más<br />
fuertes de lo acostumbrado, de inmediato<br />
volvió a su escondite, pero tras de<br />
ellos se escuchó un chillido y un grito,<br />
«policía federal», la pequeña no comprendía<br />
nada, casi siempre un hombre,<br />
amigo de papá, subía y la encontraba,<br />
la desvestía y la hacía llorar, esa noche<br />
no era uno, sino varios, todos encapuchados,<br />
una mujer, quien la encontró,<br />
al verla la enredó en una frazada, la pequeña<br />
no comprendía que esa noche<br />
por fin sería encontrada, por fin la banda<br />
de las escondidas sería desmantela<br />
y ella regresaría con su madre.
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81
EL ARTE<br />
Y LO COTIDIANO<br />
Por Erika Areli Rosas Gonzalez<br />
Intentando escribir escuchaba la banda<br />
sonora de una película y, recordé<br />
esa misteriosa y peculiar emoción<br />
que se presenta después de salir de<br />
una sala de cine, después de leer un<br />
libro o escuchar una canción y no solo<br />
hablo de los treinta segundos de liberación<br />
de endorfinas que nos proveen<br />
sino, de cómo algunas de esas cosas<br />
aún en nuestros recuerdos, conforman<br />
un estado de bienestar y fascinación in-<br />
82<br />
descriptible; aquello que algunas veces<br />
llamamos arte.<br />
El diccionario de la Real Academia<br />
Española lo define como, una manifestación<br />
de la actividad humana<br />
mediante la cual se interpreta lo real<br />
o se plasma lo imaginado con recursos<br />
plásticos, lingüísticos o sonoros y<br />
como la capacidad o habilidad de crear<br />
algo. Sin duda surgen muchas más preguntas<br />
ante esa definición. Maravilloso
esulta imaginar a unos seres dotados<br />
de la sabiduría y magnanimidad de los<br />
dioses, capaces de plasmar y trasmitir<br />
elocuentes mensajes en sus creaciones,<br />
sin embargo, la definición nos deja<br />
abiertos a considerar arte a cualquier<br />
creación ¿por qué entones no todo nos<br />
parece arte?<br />
Carl Gustav Jung, en su libro Sobre el<br />
fenómeno del espíritu en el arte y la ciencia,<br />
se refiere a este como un complejo<br />
autónomo con una vida psíquica propia,<br />
un ser vivo implantado en el alma<br />
del hombre. Podría ser entonces que<br />
el arte es una percepción inconsciente<br />
que identifica en la obra, una imagen<br />
o un símbolo traducible a nuestro presente,<br />
y es capaz de ser interpretada<br />
por cualquiera que así lo desee.<br />
El arte es algo existente en nosotros<br />
que busca ser plasmado o decidimos<br />
plasmar. Llegado el momento se acude<br />
83
a su encuentro, conducidos por un llamado<br />
o fuerza sobrenatural y algunos<br />
otros, buscan la senda por si solos, exista<br />
o no un llamado a su «yo» creador.<br />
Pensar en el artista como el portavoz<br />
de un conocimiento o idea, capaz de viajar<br />
en el espacio y el tiempo, resulta apropiado<br />
desde el punto de vista de quien<br />
busca trascender y, es que en la diversidad<br />
de oficios hay lugar para todo tipo de<br />
creaciones y distintas formas de perdurar.<br />
Por otro lado, y regresando al arte como<br />
la capacidad de crear, todo tiene el potencial<br />
de ser ante nuestros ojos el arte que<br />
nuestra alma anhele, ninguna creación es<br />
nimia para su creador ni para quien en ella<br />
encuentre un valor, una obra.<br />
El arte de las palabras es sin duda,<br />
algo que no pasa desapercibido, más<br />
de uno ha encontrado en algún texto,<br />
además de conocimiento, una guía o<br />
medio de catarsis. Los artistas de la palabra,<br />
han sido por mucho tiempo de<br />
los más socorridos y en quienes se ha<br />
permeado el concepto de artista.<br />
Difícil es reconocerse como un artista,<br />
intentar encontrar el impuso con<br />
vida propia interno que nos dirija al camino<br />
del texto. Es ese mi caso, al mirarme<br />
solo encuentro un ente desprovisto<br />
de un propósito real o una fuerza que le<br />
conduzca a algo.<br />
Hace algún tiempo leí en un libro<br />
infantil de Muriel Barbery lo siguiente:<br />
84
«Alors quoi, je devrais devenir toubib?<br />
Ou bien écrivain? C’est un peu pareil,<br />
non?» (Entonces qué, ¿Debería convertirme<br />
en médico? ¿O quizá en escritora?<br />
Es un poco lo mismo, ¿no?). Tal vez<br />
de alguna forma lo es. Siempre imaginé<br />
que los médicos eran una especie<br />
de Hercule Poirot que indagaban en<br />
la sintomatología de sus pacientes,<br />
como detectives buscando pistas en<br />
una escena del crimen para establecer<br />
un diagnóstico. Y es que, aunque<br />
en el mundo de las letras se escribe<br />
mayormente por gusto, también existe<br />
un deber moral ante los otros, los<br />
que leen, el libro acoge a su lector<br />
entre sus páginas y le proporciona un<br />
cuidado tan importante como el de la<br />
salud, el del alma. ¿Es acaso el escritor<br />
y el médico una misma persona? ¿Se<br />
auscultan dolores y se transforman<br />
en realidades plasmadas en una hoja?<br />
¿Es eso el arte? ¿O es la mera existencia<br />
que en su belleza convierte cada<br />
una de las creaciones en algo capaz<br />
de maravillar a cualquiera?<br />
Sin duda en las particularidades de<br />
la cotidianeidad se encuentra una infinidad<br />
de obras, artistas, seres creativos,<br />
magos capaces de convertir una realidad<br />
en otra, para ser interpretada por<br />
los ávidos ojos de quien esté dispuesto<br />
a encontrar, en una banda sonora o un<br />
libro, el camino a un lugar distinto.<br />
85
86<br />
SEGUIR<br />
A LOS MUERTOS<br />
Por Lenin Trujeque Biberos
Habían pasado cerca de dos minutos<br />
desde que dieron las doce.<br />
El cielo brillaba gracias a las estrellas<br />
y el mar se teñía negro. El clima<br />
estaba tranquilo, y las aguas se movían<br />
en una danza que aquietaba las olas de<br />
cualquier corazón. Pero el de Pua estaba<br />
demasiado agitado. Y decepcionado<br />
por pasar su tercera noche en vela, regresó<br />
en su balsa a casa.<br />
Al entrar por la puerta de juncos no<br />
creyó que el estado de su esposa estuviera<br />
tan deteriorado. Sudaba y profería<br />
incoherencias sin parar. Su papá, papa<br />
Noa (como solía llamarlo Leilani cuando<br />
todavía no se casaban y como ahora<br />
todos los llamaban), le sostenía la mano<br />
mientras le rezaba a Kanaloa una letanía<br />
tan rápida que ni siquiera él entendía.<br />
Cuando Leilani se mudó de la aldea<br />
a la pequeña cabaña donde vivía él y<br />
su padre, jamás pensó que su situación<br />
sería parecida. Ella no creía en los<br />
dioses de papa Noa, pero los respetaba<br />
por Pua. Ahora que el médico había dicho<br />
que no había cura, y que la única<br />
solución era enviarla a un costoso hospital<br />
de la capital, Pua se aferraba con<br />
toda su fuerza a su antigua fe.<br />
De acuerdo con papa Noa, Kanaloa el<br />
dios del océano y los muertos, concedía<br />
su gracia a aquellos que lo buscaran en<br />
su hogar: el mar. Pero debía de ser en<br />
la hora de los muertos, y el que lo hacía<br />
lo tenía que hacer con la suficiente fe<br />
para hacer que uno de los emisarios de<br />
Kanaloa lo visitase. Por ello desde que<br />
Leilani enfermó Pua asistía puntual a la<br />
cita. Y buscaba en la negrura del agua<br />
a ese emisario que, de acuerdo con las<br />
leyendas, aparecía con forma de mujer<br />
y cuerpo de pescado.<br />
Pero no importaba lo que su padre<br />
le hubiese enseñado cuando era niño,<br />
ni que en la aldea le enseñaron sobre<br />
ciencia y matemáticas, no importaba<br />
quién tenía o no razón, Pua, de apenas<br />
veinte años, nunca se había enfrentado<br />
a la muerte y no estaba preparado para<br />
ella. Así que buscaba en cualquier rincón<br />
cómo salvar a su esposa. <strong>La</strong> amaba<br />
tanto que no podía creer que el mundo,<br />
o los dioses, fueran tan crueles para<br />
arrebatársela. Y mirando a su papá<br />
luchar por controlar los manoteos y<br />
gritos de su mujer sintió ganas de también<br />
gritar y llorar de impotencia.<br />
Al no poder soportar la escena salió<br />
de su casa. Corrió por la arena con toda<br />
su fuerza, como si de alguna forma así<br />
pudiera alejarse de sus problemas. Y<br />
una vez agotado, se tendió en el suelo<br />
húmedo por el mar, y empezó a llorar<br />
mientras se cubría el rostro y se revolcaba<br />
en la tierra. Estuvo así hasta que<br />
sus fuerzas se agotaron, con mil preguntas,<br />
o más bien quejas, de por qué<br />
le arrebataban a su amada y por qué<br />
la vida era tan injusta. Su agonía duró<br />
tanto tiempo que terminó dormido.<br />
Soñó con Leilani. Soñó que estaba sana.<br />
Ambos tomados de la mano iban vestidos<br />
de blanco, y rosicler en el cielo combinaba<br />
de tal modo con el mar que Pua sintió felicidad<br />
y deseo con más que nada que ese<br />
lugar y ese momento fueran reales. Pero<br />
cuando despertó el cielo era azul, y el ruido<br />
del mar lo hizo acordarse de la tragedia<br />
que se cernía sobre él.<br />
Regresó a su cabaña caminando, y<br />
antes de llegar pudo ver a su papá<br />
afuera. No hubo necesidad de palabras,<br />
entendió lo que había pasado, y corrió<br />
a abrazar a su padre. Entre lágrimas y<br />
condolencias papa Noa le explicó que se<br />
había ido y que lo había hecho tranquilamente;<br />
Pua sabía que eso no era verdad,<br />
pero decidió creer en esa mentira.<br />
87
Después de arreglar las disposiciones<br />
funerarias, Pua se puso taciturno.<br />
No hablaba con nadie y prefería permanecer<br />
alejado de su familia y amigos.<br />
Pese a que éstos querían consolarlo el<br />
guardaba distancia, y no dijo nada ni<br />
volvió a llorar en toda la ceremonia.<br />
Cuando todo terminó ya era de noche.<br />
Regresando a su casa Pua había tomado<br />
una resolución, tomó su balsa y<br />
entró en el mar. Cuando estuvo a una<br />
buena distancia empezó a gritar y a llorar<br />
otra vez. El mar estaba más agitado<br />
que los otros días, y la oscuridad lo cubría<br />
todo. Pero en medio de esa penumbra,<br />
una luz verdosa iluminó la balsa de<br />
Pua. Con sorpresa el viudo miró hacia<br />
abajo y descubrió al emisario de Kanaloa.<br />
Se había dignado a verlo cuando<br />
todo era inútil, cuando su mujer ya no<br />
le pertenecía y nunca la volvería a ver.<br />
Aun así, la visión era impresionante, y<br />
asombrado miraba las escamas esmeraldas<br />
de la cola de la sirena; miraba<br />
sus movimientos rítmicos y cómo ésta<br />
lo llamaba con sus manos a entrar al<br />
mar. Pua desconfió, pero hubo algo<br />
que le pareció tan demoledor en la sirena<br />
que por un momento quedó congelado:<br />
la sirena sonreía. Y lo más terrible<br />
era que pese a la noche y al agua, reconoció<br />
en el rostro de la sirena al de su<br />
mujer. No, no podía ser, pero lo era, y<br />
lo veía con esa sonrisa enigmática que<br />
lo sedujo de tal modo que no pudo resistir.<br />
Entonces la oscuridad lo devoró<br />
todo, y el hombre se dejó llevar por la<br />
sonrisa de lo desconocido.<br />
88
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89
90<br />
HASTA QUE<br />
TU MUERTE NOS<br />
SEPARE, MI AMOR<br />
Por Nora Adriana Alvarez Bobadilla
Hola, cielo, ¿qué tal dormiste? Por<br />
tu expresión de desconcierto supongo<br />
que te estás preguntando<br />
qué pasa aquí.<br />
Tranquilo, mi amor, que todo tiene<br />
una explicación; si bien para ti no puede<br />
resultar razonable, para mí es muy<br />
lógica. Pero primero permíteme ponerte<br />
al tanto de los hechos.<br />
¿Recuerdas aquella noche en la que<br />
regresamos de festejar el tan esperado<br />
ascenso que por fin te habían otorgado?<br />
Por cierto, fue una hermosa noche<br />
de luna llena. Si mal no recuerdo, de<br />
eso hará casi un año.<br />
Es probable que no recuerdes lo que<br />
ocurrió después de que nos entregáramos<br />
al amor, a la pasión que siempre reinó<br />
en nuestra relación, y eso es porque<br />
tú ya estabas profundamente dormido,<br />
pero yo no, por eso tengo tan claro como<br />
el agua las palabras que entre sueños<br />
balbuceaste y punzaron mi corazón.<br />
No, cielo, no me mires así, primero<br />
déjame terminar mi justificación, entre<br />
más pronto finalicemos con esto será<br />
mejor para los dos.<br />
Todo iba tan bien; según yo, teníamos<br />
un maravilloso matrimonio. Reíamos,<br />
platicábamos, salíamos de paseo los<br />
fines de semana, compartíamos tantas<br />
cosas y sobre todo nos amábamos.<br />
Creí que éramos la pareja perfecta<br />
que se complementaba como en los<br />
libros más románticos; y digo éramos,<br />
porque tú te encargaste de echar toda<br />
ilusión a perder.<br />
Cariño, si querías engañarme al menos<br />
lo hubieras hecho bien.<br />
Primero tus estúpidos murmullos<br />
mientras dormías, por tu propia boca<br />
te descubrí. Ahí fue cuando me empecé<br />
a romper, cuando cada madrugada te<br />
escuchaba susurrar su nombre, cuando<br />
mientras tú dormías yo escuchaba<br />
como la llamabas entre sueños.<br />
¿Sabes? Siempre supuse que siendo<br />
yo la mujer que estaba a tu lado, a la<br />
que abrazabas cada noche antes de<br />
dormir y le decías «Te amo» seguido de<br />
un tierno beso, era la única. Qué equivocada<br />
estaba y que triste es darme<br />
cuenta que no era así.<br />
O te amaba con locura o era una completa<br />
imbécil al pasar por alto aquello.<br />
Tal vez eran ambas.<br />
Nunca antes me diste una razón<br />
para desconfiar de ti, nunca mostraste<br />
ni una señal de descuido o de falta de<br />
amor hacia mí. Ahora pienso que era<br />
la maldita culpa que te carcomía por<br />
dentro la que hacía que fueras todo un<br />
caballero conmigo, los días eran tan<br />
bellos, tan fantásticos y apacibles, tan<br />
diferentes a las noches.<br />
Nuestra rutina prosiguió, tu amor<br />
fingido era tan pleno. Tú eras agua y yo<br />
una mujer perdida en medio del desierto<br />
sedienta de ti.<br />
¡Maldita sea! Si fingías, si ya no me querías,<br />
¡¿por qué diablos seguías conmigo?!<br />
Los días, qué magníficos días. Tal vez<br />
era la luz del sol que me daba energía<br />
y claridad para ver lo bueno de seguir<br />
junto a ti, ahora pienso que esa luz llegó<br />
a cegarme a tal grado que no me dejaba<br />
ver cómo me mentías en la cara o<br />
tal vez era yo la tonta sentimental que<br />
no quería ver la realidad que me escupía<br />
en el rostro.<br />
¿Sorprendido? Más sorprendida estuve<br />
yo al empezar a desmenuzar toda tu red<br />
de porquería, todo tu espejismo de amor.<br />
¿Qué dices? No te entiendo ya que la<br />
mordaza me impide deducir tus intentos<br />
de palabras. Debo confesar que estoy<br />
tentada a prescindir de ella, pero temo<br />
que la parte poco razonable y vulnerable<br />
91
de mí regrese y crea todas las palabras<br />
llenas de farsa que dirías si te la quito.<br />
Seguramente expondrás que me<br />
amas y que las cosas no son lo que imagino.<br />
¡Ay, amor! Desistí de creer que<br />
me amabas hace algunos meses atrás.<br />
Ahora, si de verdad me amas, ¿no crees<br />
que tienes una maldita y retorcida forma<br />
de hacerlo?<br />
Quisiera, realmente quisiera que<br />
toda tu nociva inmundicia fuera producto<br />
de mi imaginación, desgraciadamente<br />
no es así, al final también acabaste<br />
por destrozar mis días de luz.<br />
¿Era tan difícil para ella controlar sus<br />
impulsos de llamarte cuando sabía que<br />
estabas conmigo? ¿O acaso es que te excitaba<br />
el misterio y la aventura a la que<br />
jugabas a costa mía? No lo sé, no sé cuál<br />
era tu malévolo objetivo, sea como sea<br />
terminaste descuartizando cualquier<br />
rastro de confianza que te tenía.<br />
A sus llamadas le siguieron tus venidas<br />
tarde, tus excusas que en su mayoría<br />
eran patéticas. ¡Vamos, que no soy<br />
tan estúpida! Nadie llega con esa sonrisa<br />
después de haber trabajado doce<br />
horas seguidas.<br />
Increíblemente aún así trataba de<br />
mantener este matrimonio a flote, simulaba<br />
demencia y pasaba por alto<br />
todos tus errores. De forma inútil trataba<br />
de ganar una guerra perdida. Creo<br />
que esperaba un milagro divino que te<br />
hiciera recapacitar, pero no fue así, por<br />
más que oré ese milagro nunca llegó y<br />
yo me cansé de esperar.<br />
¿Te acuerdas de tú regalo de aniversario?<br />
<strong>La</strong> sorpresa en tus ojos me<br />
hace saber que sí, entonces recuerdas<br />
que me preguntaste el por qué te había<br />
regalado una navaja en lugar de<br />
la acostumbrada corbata o la camisa<br />
que esperabas. Recuerdo que respondí<br />
92
que suelen ser muy útiles y prácticas y<br />
que tal vez algún día la necesitaríamos.<br />
Pues ese día llegó, mi amor.<br />
¿Sabes? No me había dado cuenta de<br />
lo patética y rota que estaba hasta ayer.<br />
Sin querer, me olvidé de los documentos<br />
que necesitaría para mi junta del medio<br />
día, regresé a la casa, vi un auto azul<br />
afuera, me extrañó porque según yo tú<br />
estabas en el trabajo y no conocíamos a<br />
nadie con un auto así. Abrí la reja y me<br />
sorprendió ver tu carro en la cochera, fue<br />
ahí que temí lo peor, pero tenía que verlo<br />
para que así me diera cuenta de que era<br />
real y que todo lo que había estado dando<br />
vueltas en mi cabeza no era producto<br />
de mis celos y mi mala alucinación.<br />
Sí, amor, ayer te vi, te vi con ella, en<br />
nuestra casa, en nuestra habitación, en<br />
nuestra cama.<br />
Fui tan cobarde que no pude enfrentarte<br />
en ese momento, pero ahora,<br />
ahora tengo todo el valor para hacerlo.<br />
Tuve que planear todo con sumo cuidado<br />
y para cuando descubran lo ocurrido<br />
yo estaré muy lejos de aquí.<br />
¿Tienes miedo? Yo también lo tendría<br />
si fuera tú. Dudo que Dios acepte traidores<br />
en su paraíso.<br />
Bien podría irme y dejarte vivir con<br />
tu maldita zorra, pero no, yo si pienso<br />
cumplir mi juramento, aquel que<br />
con entera fe confirmé en el altar: «Yo<br />
te acepto a ti como mi esposo, en las<br />
buenas y en las malas, en la salud y la<br />
enfermedad y prometo amarte y respetarte<br />
todos los días de mi vida».<br />
He cumplido cada palabra, no te podrás<br />
quejar de ello y para poder seguir mi<br />
vida y tener al fin paz mental tengo que<br />
cumplir hasta la última parte, sí, mi vida;<br />
hasta que la muerte nos separe. Así que,<br />
amor mío, fue un martirizado gusto vivir<br />
contigo. Te amo… Descansa en paz.<br />
93
94<br />
EL<br />
SENDERO<br />
Por Daniel López Monterrubio
Mary nunca estuvo segura de<br />
cuando empezó a sentir aprensión<br />
al recorrer ese sendero.<br />
Sonreía, y se animaba a sí misma para<br />
continuar, pero al final terminaba recorriéndolo<br />
tan rápido como podía correr.<br />
Sobre aquella vereda solitaria no<br />
existían más que unos pocos pinzanes,<br />
y algunos arbustos resecos por el sol.<br />
Fuese de día o de noche, el resultado<br />
siempre era el mismo: comenzar sonriente<br />
y salir corriendo. Tal vez porque<br />
era la porción más sombría de su recorrido,<br />
o quizá porque era el punto más<br />
silencioso que conocía; pero aquella<br />
trocha siempre le intimidaba.<br />
Si encontraba a alguno de los hombres<br />
del rancho que fuera en su misma<br />
dirección, se le acercaba e inventaba<br />
cualquier charla para mantenerse a su<br />
lado. Con todo eso, a veces se despedía<br />
precipitadamente para huir corriendo.<br />
<strong>La</strong>s pocas veces que recorría el camino<br />
entre su casa y la escuela en compañía<br />
de su madre, o de sus hermanos mayores,<br />
debía hacer esfuerzos para mantener<br />
el paso tranquilo que todos llevaban. Tal<br />
era el pánico que sentía siempre que llegaba<br />
a esa vereda que a veces proponía<br />
jugar una carrera para justificar el salir<br />
corriendo a toda velocidad.<br />
Cada mañana, mientras apuraba la<br />
taza de chocolate y el pan dulce del<br />
desayuno, examinaba la situación ¿Por<br />
qué le daba tanto miedo ese lugar?<br />
¿Por qué debía pasar corriendo? No era<br />
ni la obscuridad, ni el silencio que reinaban<br />
en el paraje aquel. Muchos otros<br />
lugares de su recorrido diario eran tan<br />
sombríos como callados, y no le causaban<br />
inquietud alguna.<br />
Siempre que llegaba a ese trecho<br />
de su camino cotidiano se sentía observada,<br />
aunque era evidente que no<br />
había nadie por allí. Una vez le pareció<br />
escuchar algo a sus espaldas, pero no<br />
volteó, simplemente emprendió la más<br />
veloz carrera de su vida. Jamás supo,<br />
ni pretendió indagar, que fue lo que la<br />
asustó esa madrugada cuando aún a<br />
obscuras iba del ranchito donde vivía<br />
con rumbo a la escuela.<br />
Como era de esperar, Mary pensó en<br />
dar un largo rodeo a fin de evitar esa<br />
porción del camino; pero el nuevo recorrido<br />
la hubiera obligado saltar cercas<br />
de alambre de espino, encarar a feroces<br />
perros guardianes que protegían<br />
el ganado y las casas de los vecinos; y<br />
por último a darle casi una vuelta entera<br />
al cementerio del pueblo, del que se<br />
contaban muchas historias de fantasmas<br />
y aparecidos.<br />
¿A quién podría recurrir? Preguntó a<br />
su madre quien, después de escucharla<br />
atentamente, le pidió que le dijera si<br />
realmente deseaba continuar yendo a<br />
la escuela; y cuando la niña le dio una<br />
respuesta afirmativa, ella le acompañó<br />
por el camino durante una semana<br />
completa. Al lunes siguiente, el benjamín<br />
de la familia amaneció afiebrado, y<br />
la señora de la casa tuvo que quedarse<br />
con él. Mary tuvo que enfrentar nuevamente<br />
y a solas sus temores.<br />
«Pero… ¿A qué le tienes miedo?» le<br />
preguntaban con insistencia sus padres<br />
y hermanos. «Muchas, muchas<br />
veces hemos pasado por allí y nunca<br />
sucede nada. Antes no te asustabas»;<br />
concluían sonrientes. <strong>La</strong>s semanas<br />
transcurrían, y Mary tenía cada vez<br />
más miedo de ese lugar. Empezaba<br />
un llanto incontrolable antes de salir<br />
de casa, y para el momento de arribar<br />
a ese trecho del recorrido, su cuerpo<br />
temblaba sin control alguno, volvía entonces<br />
a casa, sollozante y temblorosa.<br />
95
Fue entonces que su madre decidió<br />
llevarla con el médico del pueblo;<br />
un viejo doctor conocido por la comunidad<br />
desde mucho tiempo atrás.<br />
Después de tomarle los signos vitales,<br />
procedió al cuestionario de rigor, no<br />
encontrando nada que justificara el<br />
compor-tamiento melindroso de la jovencita.<br />
Recetó entonces unas píldoras,<br />
y pidió que le man-tuvieran informado<br />
de cualquier evolución anormal del<br />
comportamiento de la chica.<br />
El doctor asentó en su diario personal:<br />
«…hoy me trajeron a otra niña presa de<br />
histeria al cruzar el campo algodonero.<br />
Parece que mis vicios me han puesto en<br />
el umbral de un importante descubrimiento<br />
médico. Tengo la impresión que<br />
de algún modo; por algún mecanismo<br />
natural, pero todavía desconocido, de<br />
defensa, estas muchachitas saben, o<br />
por lo menos intuyen, lo que he hecho<br />
en ese lugar. Si en lugar de secuestrar,<br />
torturar, matar, y enterrar muchachas a<br />
la vera del camino, procedo con varoncitos<br />
¿a los muchachos también les sucederá<br />
lo mismo? Solamente obtendré<br />
una respuesta a esta pregunta mediante<br />
una ordenada experimentación. Espero<br />
poder presentar mis conclusiones<br />
a la comunidad científica antes de que<br />
me capturen…».<br />
96
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97
MITO E<br />
INFANCIA<br />
Por Alejo Molina<br />
Hace poco descubrí que mi respuesta<br />
favorita para ver las<br />
inspiraciones de mis estudios<br />
universitarios, los que convergen a la<br />
filosofía, se hallaba en los placeres que<br />
la mitología me dio cuando niño. En la<br />
primaria tuve mi primer acercamiento<br />
y mi madre no escatimó en comprarme<br />
tres libritos de fantasía griega y egipcia<br />
que la editorial Selector daba para el<br />
pequeño público. Este encuentro con<br />
98<br />
lo fantástico tuvo en mí tal efecto que a<br />
la postre derivó en el estudio del hombre<br />
y de sus grandes razonamientos. El<br />
objetivo de este ensayo es mostrar la<br />
relación de la infancia, tanto en lo individual<br />
como en la connotación colectiva,<br />
con la lectura y escritura de la mitología<br />
y el proyecto de pensamiento que<br />
esto sugiere.<br />
Cuánta fortuna encontré cuando vi<br />
que no sólo como individuos nos pa-
saba esto, sino también como pueblo<br />
y como seres históricos. Aunque lo<br />
que diga a continuación suene vulgar<br />
y un tanto vago, vale recordar que los<br />
pueblos comienzan su cultura con un<br />
toque de fantasía para después de ello<br />
formular sistemas que recaigan en la<br />
recta razón y en la acción virtuosa.<br />
Homero y Hesíodo, piedras angulares<br />
de la poesía griega, plasmaron<br />
y comenzaron su pensar en la razón<br />
divina: en la primera rapsodia de la<br />
Ilíada, se dice: Canta, oh diosa, la cólera<br />
del Pelida Aquileo; cólera funesta<br />
que causó infinitos males a los aqueos<br />
y precipitó al Hades muchas almas valerosas<br />
de héroes… Y al principio de la<br />
Teogonía: Comencemos nuestro canto<br />
por las Musas Heliconíadas, que habitan<br />
la montaña grande y divina del<br />
Helicón. Gastan su inspiración y nos la<br />
muestran; participan de lo divino, de lo<br />
99
mágico, para repartir el conocimiento<br />
al vulgo. <strong>La</strong> palabra carente del razonamiento<br />
puro, calculador, científico, el<br />
mitós, fue el precursor del bien portado<br />
y recto lógos, que, por supuesto, luego<br />
desembocará en la grandiosa pólis<br />
griega, ateniense, del siglo IV a.C. Para<br />
estos atenienses, Homero y Hesíodo<br />
representaron la infancia del pueblo<br />
griego; la madurez, el ser adulto, está<br />
en apogeo en la Academia o en los teatros,<br />
como Sófocles en su Edipo Rey lo<br />
demuestra: …tiene demasiado en vilo<br />
su corazón con aflicciones de todo tipo y<br />
no conjetura, cual un hombre razonable,<br />
lo nuevo por lo de antaño… Lo nuevo,<br />
la madurez de pensamiento, la razón;<br />
lo antaño, lo mágico y mítico.<br />
Si la madurez estaba en boga en el<br />
tiempo de Sófocles, ¿acaso el pensamiento<br />
mitológico sólo era un lindo recuerdo,<br />
sin significado para la gloriosa<br />
razón, para el lógos? No, en absoluto. El<br />
pensamiento desde los mitos era todo<br />
un proyecto, un proceso y un origen. Al<br />
igual que en la vida del ser humano, la<br />
infancia es en donde se forma y se proyecta<br />
la madurez, el molde para la realización<br />
de la obra.<br />
Por supuesto, los mitos no se quedaron<br />
en el olvido ni como una reliquia, ni<br />
mucho menos lo pensaron así los griegos.<br />
Pongo de caso en este escrito a uno<br />
de los más fértiles pensadores de occidente<br />
de antes de nuestra era, Platón.<br />
El filósofo ateniense tuvo dos grandes<br />
formas de mostrarnos sus pareceres,<br />
de aleccionarnos: el diálogo, aprendizaje<br />
obtenido del maestro Sócrates y el<br />
mito. No me cabe duda que Platón ha<br />
sido el más grande filósofo que recurra<br />
a imágenes irreales para dar sentido a<br />
la propia estructura filosófica. Hacer<br />
un análisis exhausto de las imágenes<br />
<strong>10</strong>0
platónicas es una tarea que sobrepasaría<br />
mis fuerzas y no atendería el objetivo<br />
de este breve ensayo.<br />
Enfrentar la lectura platónica es<br />
difícil y los interlocutores de su protagonista<br />
en el diálogo, la mayor de las<br />
veces, Sócrates, lo saben. No obstante,<br />
Sócrates también tiene conciencia de<br />
ello y vuelve a evocar nuestra infancia<br />
haciéndonos aprender con imágenes:<br />
cómo no hacer patente la idea de la<br />
naturalidad de la injusticia en el hombre<br />
mediante el mito de Er y su poder<br />
de hacerse invisible; indiscutible es la<br />
cátedra que nos da Platón mediante el<br />
hombre encadenado y la valoración de<br />
la realidad con el mundo de sombras y<br />
representaciones de este mundo sensible;<br />
no recordar el fundamento del<br />
Amor, de las Ideas y la Verdad, basándonos<br />
en el auriga, los caballos alados<br />
y la vuelta a la morada de los dioses<br />
en el diálogo Fedro, sería una falta de<br />
atención y no de comprensión a tan<br />
complejas ideas. En suma, las imágenes<br />
que nos ofrece el fabuloso Platón<br />
facilitan el entendimiento de sus ideas.<br />
Con Platón podemos ver, entonces,<br />
que la vuelta a la infancia, a lo primigenio,<br />
no es un retroceso psicológico<br />
o gnoseológico, sino más bien es un<br />
recurso didáctico para llegar a la madurez<br />
o para reforzar la estancia en ella.<br />
Gracias al mundo imaginario, inocente,<br />
fantástico, podemos hallar un sentido<br />
profundo a nuestra lógica y, con ello,<br />
quizá, a nuestra propia existencia: el<br />
mito nos enseña a ver alrededor, a contemplar<br />
y a reflexionar. Sigo, después<br />
de estas líneas, defendiendo mi teoría:<br />
lo que me hizo acercarme a la filosofía,<br />
a sus sistemas, a un depurado Descartes<br />
o a un escrupuloso Kant, fue la mitología,<br />
la infancia del pensamiento.<br />
<strong>10</strong>1
<strong>10</strong>2
SELECCIÓN<br />
DEL EDITOR<br />
<strong>10</strong>3
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LA PRIMERA<br />
CITA<br />
Por Reinier del Pino Cejas
Ernesto llegó a la casa veinte minutos<br />
antes y dio una vuelta por el<br />
sector. No quería llamar a la puerta<br />
hasta la hora convenida. Se había<br />
gastado la asignación del mes en un<br />
ramo de flores naturales. Hacía tiempo<br />
que no tenía vida social. Era difícil con<br />
la ciudad llena de mutantes, tráfico de<br />
órganos y gente rara.<br />
Por eso la cautela de Ernesto en sus<br />
salidas. Solo se aventuraba a los recorridos<br />
en autotraslado hasta el trabajo<br />
en la procesadora de verduras sintéticas.<br />
Aquel día violaba sus costumbres.<br />
Tenía una razón para hacerlo: Elisa.<br />
Elisa tenía el rostro de un ángel. Ernesto<br />
la vio por primera vez en la estación<br />
de autotraslados frente a su<br />
módulo. Parecía perdida y enseguida<br />
entablaron una conversación.<br />
―¿Es nueva en este sector? ―había dicho<br />
Ernesto disimulando un tono casual.<br />
―Así es ―le respondió la muchacha<br />
sobresaltada.<br />
―No se preocupe. No soy mutante ni<br />
traficante de órganos. Vivo en este módulo<br />
―había comentado el hombre extendiendo<br />
la mano―. Me llamo Ernesto.<br />
―Elisa ―sonrió la chica devolviendo<br />
el saludo.<br />
Desde aquel día los encuentros fueron<br />
menos casuales y más prolongados.<br />
Dejaban ir los autotraslados para<br />
no cortar una conversación. Ernesto<br />
pasaba los días pensando en la joven.<br />
Soñaba con ella viviendo en su módulo,<br />
compartiendo cenas suculentas<br />
bajo paisajes holográficos de ensueño.<br />
Finalmente ella lo había invitado a su<br />
casa y eso solo se hacía con personas<br />
de confianza. Nadie se atrevía a correr<br />
tal peligro.<br />
Ernesto introdujo su código en la<br />
barra de entradas y sonrió cuando la<br />
puerta cedió. En la cápsula de ascenso<br />
escuchó la voz electrónica indicando el<br />
traslado hasta el piso veintiuno. Elisa<br />
esperaba sonriente. Se había arreglado<br />
para él y eso lo puso de un humor<br />
excelente. Le extendió las flores.<br />
―¿Por qué te molestaste? ―protestó<br />
ella―. Deben haberte costado la asignación<br />
de una semana.<br />
―Tranquila ―contestó Ernesto―. <strong>La</strong><br />
ocasión lo amerita.<br />
Se saludaron y pasaron a una habitación<br />
holográfica con ambientación japonesa.<br />
―Mi madre adora la cultura oriental<br />
del siglo veintiuno ―se adelantó Elisa―.<br />
Espero que no te moleste.<br />
―Por mí está bien ―dijo él, mientras<br />
disfrutaba ver a la muchacha colocar<br />
las flores en un jarrón de porcelana.<br />
Elisa salió de la habitación y regresó<br />
acompañada de su madre. Era una anciana<br />
de apariencia piadosa y mirada<br />
senil que sonrió mostrando una dentadura<br />
desgastada.<br />
―Bienvenido, joven. Elisa habla mucho<br />
de usted.<br />
―Espero que bien ―Ernesto se sintió<br />
sonrojarse―. <strong>La</strong> aprecio mucho.<br />
―Eso veo ―dijo la anciana, observando<br />
las flores―. Un hombre de detalles<br />
―suspiró con pesadumbre―. Ya no<br />
abundan los caballeros.<br />
―¿Una taza de té? ―sugirió Elisa.<br />
<strong>La</strong> mujer contempló a su hija con<br />
una ternura que conmovió a Ernesto.<br />
No estaba habituado a las demostraciones<br />
de afecto. <strong>La</strong> anciana salió de<br />
la habitación y se quedaron solos. Tras<br />
un pesado silencio Ernesto se atrevió a<br />
una pregunta.<br />
―¿Traes muchos amigos a tu casa?<br />
―Es la primera vez que introduzco un<br />
código de acceso en el módulo ―Elisa<br />
bajó la vista, avergonzada.<br />
<strong>10</strong>5
―Entonces soy dichoso ―continuó<br />
Ernesto―. Esto es mucho para un hombre<br />
como yo.<br />
―¿Un hombre como tú?<br />
―Seamos honestos. Eres una mujer bella<br />
y yo un hombre mayor. Tengo sobrepeso<br />
y no poseo asignaciones altas. Brindarme<br />
tu amistad es un acto muy hermoso.<br />
Elisa tomó su mano. <strong>La</strong> sintió temblorosa<br />
y fría. Miró a Ernesto con la<br />
misma ternura que su madre le había<br />
dedicado minutos antes y habló despacio,<br />
como si contara las palabras.<br />
―Son tiempos complicados de mucha<br />
inestabilidad. Una mujer debe reconocer<br />
el valor de un hombre al mirarle a los<br />
ojos. Tú vales más de lo que crees.<br />
Con la aparición de su madre, Elisa soltó<br />
la mano de Ernesto en un gesto brusco.<br />
<strong>La</strong> anciana traía una bandeja pintada<br />
con motivos orientales y sobre ella las tazas<br />
humeantes de un té que impregnó el<br />
espacio de un aroma dulce y agradable.<br />
―<strong>La</strong> especialidad de esta casa ―dijo<br />
mientras colocaba la bandeja―. Espero<br />
que le guste.<br />
Ernesto tomó una de las tazas, también<br />
con motivos asiáticos. <strong>La</strong> levantó dejando<br />
el platillo sobre la bandeja y bebió el contenido<br />
que calentaba su garganta provocándole<br />
una sensación reconfortante.<br />
―Muy sabroso ―dijo a la madre de<br />
Elisa, todavía de pie―. Tendrá que darme<br />
la receta o indicarme donde conseguir<br />
esta maravilla.<br />
Inmediatamente sintió que las piernas<br />
le pesaban. Intentó ponerse de pie<br />
y cayó al suelo golpeándose la cabeza y<br />
con un dolor intenso en las articulaciones.<br />
No podía hablar. <strong>La</strong>s dos mujeres<br />
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lo contemplaban sin inmutarse. En un<br />
segundo Ernesto lo comprendió todo.<br />
Había caído en una trampa.<br />
―Debo reconocer que has mejorado,<br />
Elisa querida ―dijo la anciana con una<br />
voz distinta, sin la ternura de antes―. Con<br />
este tendremos suficiente para unas semanas.<br />
No es tan flaco como el otro.<br />
―Me caía bien ―respondió Elisa, con<br />
un vestigio de tristeza en la voz.<br />
―Caerá mejor bien sazonado y cocido<br />
―interrumpió cortante―. ¿No te habrás<br />
enamorado otra vez?<br />
―Tranquila, madre. Me enseñaste bien.<br />
Elisa miró a Ernesto en el suelo. El rostro<br />
congelado en una mueca de espanto<br />
y el cuerpo rígido. Su madre evaluaba<br />
desde su asiento la formidable pieza<br />
que ella había conseguido. <strong>La</strong> anciana<br />
se puso de pie y dijo con solemnidad.<br />
―¡A guisar! Te aseguro que te chuparás<br />
los dedos.<br />
―No tengo hambre. <strong>La</strong> cacería me agota<br />
mucho. Iré a repararme a mi cuarto.<br />
Se levantó con dificultad y besó a la<br />
anciana. En el rostro de la mujer se divisaba<br />
una sombra.<br />
―¿Te llevo un bocadillo más tarde?<br />
―No ―dijo Elisa, secamente―, me<br />
llevaré las flores. Quedan horribles con<br />
esta holografía oriental ―miró a su madre<br />
buscando la aprobación mientras<br />
acariciaba el ramo entre sus manos.<br />
Esta vez era una mirada gélida y sin vida.<br />
―Como quieras. De todas formas eran<br />
para ti. Alimentarte o no es un asunto<br />
tuyo. Pero la cena estará lista en media<br />
hora. Si te apetece estaré esperando. ¿O<br />
prefieres una taza de té? Es la especialidad<br />
de la casa.<br />
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<strong>10</strong>8<br />
EL<br />
CUADERNO<br />
Por Gabriel Bevilaqua
I<br />
Papá dice que siempre les encuentro<br />
defectos a sus novias. Miente. Rocío,<br />
por ejemplo, me gustaba mucho. Pero<br />
nadie puede afirmar honestamente que<br />
su última noviecita no sea una auténtica<br />
creída. Cada vez que viene a casa se<br />
aparece, sonrisa fingida mediante, con<br />
algún regalito para mí. «¿Cómo se dice?»,<br />
me apura entonces papá. «Gracias», respondo<br />
secamente y me refugio en mi<br />
cuarto. Para colmo, parece que el noviazgo<br />
con esta tipa va en serio.<br />
—Ya te va a aceptar —le decía papá el<br />
otro día—. ¡Dale un poco más de tiempo!<br />
—Hace seis meses que salimos…<br />
¿cuánto tiempo más va a requerir la<br />
princesita?<br />
Como papá se quedó callado, Victoria,<br />
que así se llama, se acurrucó a su<br />
lado y le susurró largamente al oído.<br />
Al día siguiente supe que íbamos a<br />
pasar un fin de semana los tres juntos<br />
en la playa. Claro está que en un principio<br />
me rehusé, pero papá dijo que si<br />
yo aceptaba no iba a tener que esperar<br />
casi un año más, hasta cumplir los<br />
quince, para que me entregase el cuaderno<br />
que mamá había escrito para mí.<br />
<strong>II</strong><br />
El viaje en coche me la pase con los auriculares<br />
puestos. Callada. Victoria, en<br />
cambio, parloteaba sin cesar, mientras<br />
papá sólo intervenía para asentir. Hacían<br />
planes, o mejor dicho, ella los hacía.<br />
A eso de las nueve, cuando la luna se<br />
duplicaba sobre la superficie del mar,<br />
arribamos a aquella casa solitaria. Lo<br />
primero que sentí al salir del auto fue<br />
la brisa fresca cargada de salitre. Cerré<br />
los ojos y respiré profundo, pero Victoria<br />
me tocó un hombro y me dijo que lo<br />
ayudara a papá a entrar las valijas. Tras<br />
seis viajes al coche, el equipaje de la<br />
reina ya estaba en su cuarto. Entonces<br />
me mandó a que eligiera un dormitorio<br />
para mí… Había sólo uno más y era pequeño<br />
como un dedal.<br />
Una hora después, cenamos. Ella no<br />
tocó su comida. Juro que si papá no<br />
la hubiera comprado en el camino, yo<br />
tampoco la habría probado, por más<br />
que en lugar de sándwiches de jamón y<br />
queso se hubiese tratado de un soberbio<br />
pollo con papas al horno.<br />
Papá luego preparó café, pero yo,<br />
bostezando, me retiré a mi cuarto.<br />
<strong>II</strong>I<br />
Podía oír el ir y venir de los pasos al ritmo<br />
de la música que sonaba en la sala.<br />
Por un instante me imaginé a papá bailando<br />
con Alejandra… No sé por qué<br />
me resulta imposible decirle mamá.<br />
Después de todo ella no tuvo la culpa<br />
de haberse enfermado.<br />
IV<br />
Como la boca se me puso seca, me desperté.<br />
Ya no se oían ni la música ni los<br />
pasos de baile. Me calcé las pantuflas y<br />
marché hacia la cocina. Desde el pasillo<br />
descubrí que Victoria estaba a horcajadas<br />
sobre papá, en el suelo. Me dio<br />
vergüenza ajena e iba a seguir mi camino<br />
rápidamente cuando noté que algo<br />
le ocurría a ella. Sus brazos y sus piernas<br />
se estaban volviendo más largos, al<br />
tiempo de que le nacían otros dos pares<br />
de extremidades, y de que sus ojos,<br />
ennegrecidos, se multiplicaban.<br />
—¡Papá! —grité, pero él no reaccionó,<br />
en cambio, ella me miró, emitió una es-<br />
<strong>10</strong>9
pecie de risa, e inauguró sus colmillos<br />
recién paridos en el cuello de papá—.<br />
¡Dejalo, dejalo! —vociferé entonces<br />
mientras le arrojaba cuanto objeto<br />
contundente hallaba a mano.<br />
—¿Sabés que me dijo tu papá mientras<br />
bailábamos? —siseó tras erguir la<br />
cabeza—: que habíamos hecho el viaje<br />
de gusto, que vos, mocosa, jamás me<br />
ibas a aceptar… Pudo haber sido un<br />
buen marido, pero por tu culpa no va a<br />
pasar de ser una buena comida.<br />
Y cuando se disponía a clavarle nuevamente<br />
los colmillos, sentí como si<br />
dos navajas me cortasen la espalda<br />
desde dentro. De inmediato, sobreponiéndome<br />
al dolor y al asombro, batí<br />
las alas que ahora poseía. Entonces,<br />
Victoria se lanzó, con los ojos encendidos<br />
de sombras, sobre mí; pero ágilmente<br />
logré volar fuera de su alcance.<br />
Furiosa, trepó por las paredes y el techo<br />
y comenzó a moverse en círculos.<br />
Pronto comprendí que estaba tejiendo<br />
a mi alrededor una gigantesca telaraña.<br />
Sabía que no podía dejar que terminase,<br />
así que tomé la iniciativa y rodamos<br />
por el piso hechas un amasijo de patas<br />
y alas.<br />
A cada instante, el rigor de sus colmillos<br />
se aproximaba peligrosamente<br />
a mi cuello. Me sentía exhausta e ignoraba<br />
durante cuánto tiempo iba a<br />
poder contenerla. Entonces sus ojos<br />
se me volvieron espejos y observé que<br />
algo más había cambiado en mí. Acto<br />
seguido, clavé con certeza mi aguijón<br />
en medio de su oscura mirada.<br />
V<br />
Cuando finalmente tuve el cuaderno<br />
entre mis manos, aguardé un largo rato<br />
antes de abrirlo. Temblaba. Sabía que<br />
aquellas palabras iban a cambiarme la<br />
vida; iban a revelarme la naturaleza de<br />
aquel yo extraño que nos había salvado a<br />
papá y a mí; pero, sobre todo, iban a permitirme,<br />
por primera vez, estar conectada<br />
de mujer a mujer con Alejandra…<br />
Con mamá, desde entonces y para<br />
siempre.<br />
1<strong>10</strong>
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112<br />
VORACIDAD<br />
Por Íñigo Redondo Egaña
El inspector Carrillo camina incómodo<br />
por la arena y lo primero<br />
que oye es cómo un agente grita<br />
a otro: «Aquí hay un dedo. Es pequeño,<br />
el meñique». <strong>La</strong> sargento a cargo ve a<br />
su jefe y sale a su encuentro. Recibe del<br />
inspector una reprobación por permitir<br />
tal escándalo. «No hacen falta estos gritos»,<br />
le dice, hosco el gesto.<br />
Ella lo acompaña al recinto que han<br />
construido con unos biombos de campaña<br />
rodeando el cadáver, cerca de la<br />
rompiente de las olas. El forense y su<br />
ayudante están trabajando dentro. Sin<br />
levantar la cabeza de sus observaciones,<br />
el doctor se detiene momentáneamente<br />
y les confirma que la muerte es<br />
reciente, no más de seis horas. Confirma<br />
igualmente que les costará evaluar<br />
el caso. Se trata de una mujer joven, de<br />
dieciséis o diecisiete años. Su cuerpo<br />
parece devorado por una alimaña de<br />
grandes colmillos cegada por el hambre.<br />
Han encontrado abundantes trozos<br />
de carne y hay mucha sangre que<br />
ha creado un barro espeso en la arena.<br />
Carrillo no puede reprimir un gesto de<br />
dolor al ver a la chiquilla.<br />
El inspector intuye que no va a ser<br />
un buen día. Pero cuando a uno lo despierta<br />
una llamada al amanecer dando<br />
cuenta del hallazgo de un cuerpo despedazado,<br />
uno sabe que nada bueno<br />
va a ocurrir. Puede ser incluso peor:<br />
la muchacha que corre hasta llegar al<br />
agente de la valla, que grita pidiendo<br />
pasar es su hija Diana. Carrillo sale del<br />
precario laboratorio forense y ordena<br />
a la sargento que lo acompañe. Su hija<br />
repite a voz en grito, incansable: «¿Es<br />
Susi? ¿Es Susi?». Él no puede entender<br />
qué hace ahí, pero hace un gesto para<br />
que la dejen acercarse. <strong>La</strong> toma por los<br />
hombros, trata de calmarla y le dice que<br />
nada se sabe, que no se preocupe y que<br />
lo que tenga que ser será. «No puedes<br />
estar aquí», le dice también, cariñoso,<br />
abrazándola. Sabe que sí, es la amiga<br />
de Diana. Quien sea que lo haya hecho<br />
la ha destrozado sin tocarle la cara, sin<br />
arañarla siquiera. Con un gesto y en voz<br />
muy baja pide a la sargento que haga<br />
que acompañen a su hija a casa.<br />
Como Diana no se ha quedado no ha<br />
podido contar a su padre que esa noche<br />
ha estado con su amiga ahí al lado,<br />
en el chiringuito de Nico, porque, aunque<br />
esté un poco apartado de la zona<br />
de moda en la playa, era el lugar ideal.<br />
Que necesitaban mostrarse sus tatuajes<br />
y hablar de ellos, de cómo, por fin,<br />
iban a lucirlos. No ha podido contarle<br />
lo importantes que eran para ellas. Los<br />
estrenarían en sociedad, si se puede<br />
decir así, este verano recién comenzado.<br />
Si se hubiera quedado, su hija le<br />
habría contado que Susi se lo había hecho<br />
en la parte superior del pecho, en<br />
el lado izquierdo —sobre el corazón decía<br />
ella— y dejando lugar hasta el hombro<br />
para que se extendieran las ramificaciones<br />
de flores y hojas de muchas<br />
formas que, tupidas, enmarcaban el<br />
dibujo principal. Le habría hablado del<br />
pequeño venado, de lomo moteado y<br />
grandes orejas desplegadas, arrebujado<br />
sobre unas manos delicadas que lo<br />
sostenían y parecían hacer una ofrenda<br />
a quien miraba. Ideal para su forma<br />
de ser, romántica y soñadora. Todo lo<br />
contrario de su propio tatuaje, enérgico,<br />
como ella. Carrillo ya había visto en<br />
casa ese dibujo que ocupaba el lado<br />
derecho del torso de Diana, arrancando<br />
desde la cadera, punto de partida<br />
de un grupo nutrido de serpientes de<br />
distintas pieles y manchas repetitivas,<br />
hasta llegar a la cercanía del pecho, ha-<br />
113
cia donde insinuaban querer llegar en<br />
un gesto tenso e inmóvil, todas con las<br />
bocas abiertas y mostrando amedrentadores<br />
y ponzoñosos colmillos.<br />
Tampoco le ha contado que, al ver<br />
acercarse a ese chico, Luca, alto, brillante<br />
la larga melena, pantalón corto<br />
grande y plagado de bolsillos, camiseta<br />
de baloncesto y chancletas, ella lo ha<br />
encontrado demasiado delgado y refinado.<br />
Y que Susi, por contra, ha sentido<br />
una fascinación inmediata y ha querido<br />
transmitírsela a su amiga. No le ha contado<br />
a su padre lo que ella ha dicho: «Pero<br />
ves qué piernas, pero cómo camina, qué<br />
elegancia. Has visto unos ojos iguales alguna<br />
vez… Y nos mira, pero qué mirada,<br />
por favor». Bajo la camiseta de él asomaban<br />
también trazos de un tatuaje. Ambas<br />
lo han visto y se han preguntado qué se<br />
habría tatuado. Diana le habría contado<br />
que, tras tomar algo donde Nico, ha decidido<br />
marchar a buscar al resto de amigas<br />
para dejarlos solos.<br />
Sin embargo, habría evitado hablar<br />
de la llamada de su amiga, a la una de la<br />
mañana, porque son cosas entre amigas.<br />
No le habría hecho ciertas confidencias,<br />
como que Susi y Luca se han bañado desnudos<br />
entre olas lentas y rítmicas y que,<br />
«Fíjate, qué increíble», le ha contado, el<br />
venado de su tatuaje había desaparecido,<br />
ya no lo tenía grabado en su cuerpo<br />
y lo ha visto correr sobre sus patas ende-<br />
114
les, trastabillando por la playa, perseguido<br />
por un león. Habría callado todo<br />
esto, seguro. No habría dicho a su padre<br />
nada de todas esas cosas suyas tan<br />
poéticas y tan sensibles que suele contar,<br />
porque «Así es mi amiga». Y tampoco le<br />
habría contado su teoría de que Susi se<br />
ha enamorado de Luca nada más verlo.<br />
Y si Diana se hubiera quedado con su<br />
padre un poco más, habría reconocido<br />
a Luca, lloroso observador de la policía<br />
en la distancia, entre las hamacas, y<br />
Carrillo habría podido hacerle algunas<br />
preguntas. Y habría visto el precioso y<br />
rugiente león tatuado en su pecho.<br />
Pero Diana se ha ido a casa y nada de<br />
esto ha ocurrido. Por eso, esta misma noche,<br />
cuando ella y todas sus amigas vayan<br />
a la playa a dejar flores sobre las olas<br />
para recordar a Susi, Carrillo no estará<br />
cerca para acompañar a su hija, para evitar<br />
que camine por el malecón del puerto<br />
para volver a su casa por el camino más<br />
rápido. Y, más tarde, en otro oscuro amanecer,<br />
cuando él mismo camine rápido<br />
hacia el mismo malecón, no imaginará<br />
que Luca habrá estado esperándola, para<br />
decirle que se ha enterado y que también<br />
ha llorado. Y a esas horas nadie verá en el<br />
espigón, donde Luca habrá acompañado<br />
a Diana para que llore tranquila, al león<br />
que se despereza y se despega y vuela y<br />
ruge. Al león que probará esa noche por<br />
primera vez el sabor de las serpientes.<br />
115
116<br />
ALDO Y<br />
LAS SIRENAS<br />
Por Susana Angélica Órden
Aldo era uno de mis alumnos favoritos<br />
de la escuela de adultos. Era<br />
alto, delgado y un poco cargado<br />
de hombros. Tendría unos setenta<br />
años de edad y se lo veía llegar muy<br />
cansado del trabajo, pero con gran esfuerzo,<br />
realizaba sus tareas escolares.<br />
Vivía en un barrio muy humilde y quería<br />
progresar. Ahorraba con espíritu de<br />
sacrifico, para comprar sus libros y útiles<br />
de estudio.<br />
Una tarde, en que yo estaba explicando,<br />
en plena clase de filosofía, que las<br />
ideas facticias, según Renato Descartes,<br />
habían sido inventadas por los hombres,<br />
propuse el ejemplo de la sirena.<br />
Los alumnos comenzaron a proporcionar<br />
ejemplos que comprobarían según<br />
su opinión, que las sirenas eran seres<br />
reales. Entre las historias que contaban,<br />
recuerdo la de Alexis, quien relataba que<br />
cuando su primo Juan Carlos se encontraba<br />
a orillas del Paraná, se arrojó al<br />
río, porque había notado que una mujer<br />
bellísima se estaba ahogando y gritaba<br />
pidiendo auxilio. Una vez en el agua y a<br />
pesar de ser un excelente nadador, notó<br />
con desesperación, que un remolino lo<br />
arrastraba hacia el fondo. Afortunadamente,<br />
una lancha de la Prefectura lo socorrió.<br />
No encontraron ningún rastro de<br />
la joven que él había querido salvar. Juan<br />
Carlos le contó que cuando estaba en el<br />
río, le pareció escuchar una encantadora<br />
voz que lo embriagaba y lo impulsaba a<br />
dejarse llevar por el remolino, pero luchó<br />
y así logró sobrevivir.<br />
Marisa, su novia, relacionó lo narrado<br />
con el episodio de Ulises, con las<br />
sirenas, explicando que inducían a los<br />
marinos a arrojarse al mar y luego se<br />
los devoraban.<br />
Mario, un alumno muy jovencito refirió<br />
que había leído que en el norte del<br />
Brasil se había encontrado los restos<br />
de un pez que tenía cierta semejanza<br />
con una sirena.<br />
Mientras tanto, observé que la clase se<br />
había vuelto sumamente animada y hasta<br />
participaban en la discusión alumnos<br />
que estaban rindiendo el examen recuperatorio<br />
de una evaluación que había<br />
sido tomada el martes anterior.<br />
Finalmente habló Aldo, vestido como<br />
siempre con su camisa a cuadros, roja y<br />
negra, gastada, pero limpia y los demás<br />
callaron—. Yo creo, profesora —dijo, en<br />
forma pausada—, que no estamos teniendo<br />
en cuenta que antiguos manuscritos<br />
que descubrí en Internet afirman<br />
que existen sirenas de río y sirenas de<br />
mar. Por otra parte estos seres presentan<br />
diversas subespecies que se reconocen<br />
porque exhiben colores diversos<br />
como el gris, que corresponde a la opacidad<br />
y el azul, que simboliza la vida y la<br />
eternidad. <strong>La</strong>s sirenas grises son agresivas<br />
y destructoras, las azules en cambio,<br />
son solidarias y amables con los seres<br />
humanos. En apoyo de esta teoría, refirió<br />
una anécdota que contaba un vecino<br />
suyo que había trabajado como<br />
guardavidas, en una playa de <strong>La</strong> Perla y<br />
caminando por la costa, sintió una voz<br />
muy dulce y suave que pedía ayuda. Al<br />
acercarse, notó que una señora estaba<br />
siendo acosada por unos delincuentes,<br />
que huyeron al verlo.<br />
Cuando Julián le dijo a la victima<br />
que había escuchado su pedido de<br />
auxilio, escuchó atónito, que la mujer<br />
afirmaba que ella había estado tan aterrorizada,<br />
que no había podido emitir<br />
palabra alguna. Pero lo que más asombró<br />
al joven, fue que la voz lo llamaba<br />
por su nombre.<br />
Como había llegado el final de la<br />
clase, los alumnos se fueron retirando,<br />
117
mientras en el aula todavía, flotaba un<br />
clima de interés y misterio.<br />
Me quedé firmando una planillas de<br />
la asistencia y cuando pasé por el hall<br />
de la escuela, noté que Aldo estaba<br />
mirando con atención los pececitos<br />
de clores de la enorme pecera que el<br />
director había instalado allí. Me quedé<br />
un instante observándolo, porque los<br />
peces se acercaban al vidrio donde él<br />
se encontraba y hasta parecía que se<br />
estaban comunicando. Me reí de esa<br />
idea que había cruzado por mi mente<br />
y lo saludé En ese momento, Aldo<br />
volvió sobresaltado el rostro en mi<br />
dirección y no pudo ocultar una mirada,<br />
difícil de describir. Ella hablaba<br />
de los insondables abismos marinos o<br />
la de la inexpugnable infinitud de las<br />
estrellas, del supremo goce y del dolor<br />
absoluto, de los elevados caminos<br />
del bien y de los intrincados laberintos<br />
del mal. En esos ojos se reunían el<br />
Tiempo y el Espacio. Pasado, presente<br />
y futuro eran solo arabescos de un movimiento<br />
único y vertiginoso.<br />
Me sostuve en un armario para evitar<br />
caer, porque sentí un impacto muy fuerte<br />
118
para mi espíritu desprevenido y mis percepciones,<br />
lastimosamente humanas.<br />
Él, reponiéndose, retomó su expresión<br />
tranquila, acostumbrada y respondió mi<br />
saludo con amabilidad Ya había traspuesto<br />
la puerta, cuando un ruido me hizo volver<br />
la cabeza, comprobando que a Aldo<br />
se le había caído involuntariamente, su<br />
mochila y al inclinarse hacia el suelo, para<br />
recogerla, su limpia y gastada camisa<br />
de trabajo, se deslizó hacia un costado y<br />
pude observar una hermosa, transparente<br />
y brillante aleta de color azul, debajo de<br />
su cuello, justo a la altura de su espalda.<br />
Entonces, nuestras miradas se cruzaron<br />
nuevamente y en mi interior me pareció<br />
escuchar un bellísimo canto, casi<br />
angelical, que elevaba mi espíritu más<br />
y más. En seguida, sentí una extraña debilidad<br />
y que se aflojaban mis piernas.<br />
Con un esfuerzo de voluntad suprema,<br />
escapé y me dirigí a mi auto en<br />
donde, luego de tomar aliento, durante<br />
algunos minutos, comencé a considerar<br />
seriamente que, después de todo,<br />
el concepto «sirena» no era tan apropiado,<br />
como yo creía, para ejemplificar<br />
a las ideas facticias.<br />
119
120
NOVELAS<br />
POR ENTREGAS<br />
121
122<br />
LOS<br />
ÚLTIMOS<br />
CONTRI-<br />
BUYENTES<br />
(SEGUNDA PARTE)<br />
Por<br />
Ernesto Molina<br />
<strong>La</strong> sonrisa fácil era una nave de travesías<br />
interplanetarias que fue donada<br />
a Los Últimos Contribuyentes por<br />
la Asociación Turística de Parejas Interespecie.<br />
<strong>La</strong> ruta original de la nave implicaba<br />
viajar por dieciséis planetas diferentes<br />
permitiendo que las personas pudieran<br />
conocerse y enamorarse independientemente<br />
de su raza, especie o condición<br />
económica. El crucero del amor espacial<br />
(nombre publicitario de la sonrisa fácil)<br />
fue adaptado para aquella misión, remplazando<br />
los bares y restaurantes con<br />
una serie de herramientas diplomáticas<br />
que pudieran ayudar al equipo a recuperar<br />
los cuatro valiosos artefactos y hacer<br />
cumplir la profecía.<br />
Pohl se encontraba sentado en un<br />
diván rojo estudiando la cabina. Una<br />
inmaculada alfombra de color blanco<br />
abarcaba todo el piso de la habitación,<br />
en el techo había un espejo, la decoración<br />
se limitaba a ser roja o rosada, había<br />
demasiados corazones dibujados y<br />
por alguna extraña razón alguien puso<br />
cuatro velas en la mesita de noche.<br />
Úrsula se encontraba sentada en la<br />
cama, compartía la expresión de confusión<br />
de Pohl y estrujaba un folleto de papel<br />
con ambas manos. J.U.A.N., quien se encontraba<br />
sentado en el inodoro desde antes<br />
de abordar, fue quien rompió el silencio.<br />
—Estamos ubicados en el nidito de<br />
amor —el silencio en la habitación era<br />
tan denso como cuando invitas a tu<br />
novio a cenar con tus padres y el eructa<br />
en la mesa. J.U.A.N. hizo un segundo<br />
intento—. El nidito de amor es la única<br />
habitación de la nave que no fue modificada<br />
para el cumplimiento de la misión.<br />
Pensaron que era suficientemente confortable<br />
y que era una buena idea que<br />
los tres la utilizáramos mientras pasa el<br />
tiempo de desplazamiento del crucero 4 .
Úrsula decidió intentar un tema de<br />
conversación menos neutral.<br />
—Y… ¿Cómo se siente ser un paladín<br />
de la fe? —al menos parecía un tema<br />
más interesante qué el clima. Como<br />
J.U.A.N. no contestaba, Pohl decidió<br />
que la pregunta era dirigida a él.<br />
—¿Qué quieres que te diga? No entiendo<br />
nada. Hace cinco horas mi única<br />
preocupación era una ballena blanca<br />
con muy mala actitud que se escapó<br />
de un estudio de cine —Pohl trató de<br />
cambiar de postura, aquella cama no<br />
era para sentarse—. Al parecer se las<br />
arregló para viajar en el tiempo a mediados<br />
del siglo XIX, pero ahora resulta<br />
que hay una profecía escrita por una<br />
computadora vieja y debo atravesar<br />
media galaxia…<br />
—Varias galaxias —la interrupción<br />
tenía un tono optimista, similar al que<br />
utiliza una motivadora empresarial—.<br />
Será un viaje divertido.<br />
Cuando J.U.A.N. interrumpió a Pohl,<br />
sus compañeros lo miraban con una<br />
expresión de pánico total; el robot suponía<br />
que se debía a la idea de visitar<br />
varias galaxias. <strong>La</strong> verdadera causa de<br />
molestia era que el robot había encontrado<br />
una pequeña pieza de lencería de<br />
encaje y decidió probársela. Pohl resolvió<br />
incluir aquel detalle a su queja.<br />
—Debo atravesar varias galaxias encerrado<br />
en un cuarto de motel barato —extendió<br />
sus manos, señalando la habitación—,<br />
con un robot que usa una tanga<br />
ajena y una saboteadora del gobierno.<br />
—El gobierno de la tierra me contrató<br />
para frustrar tu misión. ¿Acaso eso me<br />
hace una saboteadora? —Úrsula se cruzó<br />
de brazos, esperando dignamente<br />
una respuesta.<br />
—¡Sí! —contestaron el humano y el<br />
robot al mismo tiempo.<br />
—En ese caso no queda mucho por<br />
discutir —hubo un dramático cambio<br />
entre la pose de dignidad y la postura<br />
de negociación—. Pero podrías confiar<br />
en mí, aunque sea un poco, solo para<br />
hacer más interesante tu aventura.<br />
Además, el gobierno de la tierra decidió<br />
que pretende pagarme con experiencia.<br />
¿Entiendes eso? ¡Experiencia! —Úrsula<br />
explotó—. Soy una profesionista que<br />
dejó su empleo solo porque el gobierno<br />
central la llamó ofreciéndole el mejor<br />
empleo posible para alguien de mi<br />
ramo. Una hora antes de abordar este<br />
cacharro flotante, me informan que no<br />
hay presupuesto, pero hay que agradecer<br />
porque voy a obtener mucha experiencia<br />
con este trabajo. ¡Experiencia!<br />
Pohl conoce demasiado bien las estrategias<br />
del gobierno para reducir gastos.<br />
Cuando cumplió dieciocho años,<br />
el orfanato le consiguió un trabajo en<br />
una oficina gubernamental. Era la comisión<br />
de investigación para garantizar<br />
el cumplimiento de los derechos de los<br />
trabajadores jóvenes. Su puesto consistía<br />
en pararse junto al cajero electrónico<br />
del estacionamiento, tomar el<br />
boleto de los usuarios y colocarlo en la<br />
ranura adecuada. Todo de la manera<br />
más eficiente.<br />
Una semana después. Pohl se enteró<br />
de que en realidad estaba realizando<br />
un voluntariado. El cajero electrónico<br />
estaba descompuesto y no podía<br />
extender su brazo mecánico hacia los<br />
usuarios. Los pobres burócratas estaban<br />
tan acostumbrados a que alguien<br />
les recibiera sus boletos de estacionamiento<br />
qué, el primer día sin el brazo<br />
mecánico, muchos acamparon en sus<br />
oficinas y cobraron las horas extra 5 . Obviamente<br />
los empleados de la comisión<br />
podían colocar sus boletos en la ranura<br />
123
124<br />
del cajero de la misma manera en la<br />
que lo hacía Pohl. Era posible también<br />
contratar alguien que reparara el cajero,<br />
o incluso existía la eventualidad<br />
de retirarlo, ya que el estacionamiento<br />
era gratuito para todos. Pero así no<br />
era como funcionaba la comisión, por<br />
lo tanto decidieron buscar a un joven<br />
emprendedor 6 para que reemplazara el<br />
brazo mecánico a cambio de las propinas.<br />
<strong>La</strong>mentablemente les estaba prohibido<br />
a los voluntarios recibirlas.<br />
Una chispa de inspiración iluminó la<br />
mente de Pohl:<br />
—Entonces, ¿qué te parece si te tomas<br />
unas vacaciones? Tengo entendido<br />
que este tipo de misiones implican<br />
visitar un montón de lugares exóticos,<br />
además nos van a pagar los viáticos del<br />
viaje. ¿No es así?<br />
J.U.A.N. había perdido el interés en la<br />
lencería y ahora se concentraba en un<br />
catálogo de núbiles robots que antaño<br />
se rentaban en la nave.<br />
—Efectivamente. Como ya había mencionado<br />
antes, esta nave fue adaptada<br />
con numerosas herramientas diplomáticas,<br />
entre ellas están el dinero y las armas.<br />
<strong>La</strong> mitad de los mundos conocidos<br />
estarán dispuestos a ayudar al paladín<br />
de la fe, pero en el caso de la otra mitad,<br />
es mejor tener algunas cosas como misiles<br />
de destrucción masiva y cantidades<br />
obscenas de dinero —enrolló la revista<br />
y la ocultó detrás de la caja del inodoro.<br />
Pohl y Úrsula compartieron una sonrisa<br />
de complicidad y codicia, mientras<br />
J.U.A.N. continuaba con su discurso—:<br />
Gracias al motor de doble dirección estaremos<br />
en nuestro primer destino dentro<br />
de tres días terrestres.<br />
—¿No podemos visitar primero algún<br />
planeta turístico? Togalandia sería genial<br />
—rogó Úrsula.
—Lo siento, pero mi segunda misión dentro<br />
de esta nave es prevenir que los miembros<br />
de la tripulación abusen de los beneficios<br />
brindados por la iglesia —dijo J.U.A.N.,<br />
con un tono autoritario que no le quedaba.<br />
—¿Y cuál es tu primera misión? —preguntó<br />
Pohl.<br />
—Garantizar que Pohl viva lo suficiente<br />
como para completar su trabajo.<br />
—¿Tienes alguna otra tarea? —dijo<br />
Úrsula.<br />
—En caso de visitar algún mundo<br />
laico u oprimido por algún gobierno<br />
represivo que cobre muchos impuestos,<br />
es mi deber repartir la propaganda<br />
de la iglesia y de ser posible ayudar a<br />
derrocar el sistema —J.U.A.N. miró a<br />
ambos lados verificando que nadie se<br />
hubiera añadido a la conversación—,<br />
siempre y cuando no se interponga con<br />
las otras misiones.<br />
—¿Puedo hacerte otra pregunta? —<br />
Úrsula evitaba el contacto visual en<br />
una estrategia para no ceder a la risa.<br />
—Sí, pero que no represente ningún<br />
riesgo para la misión.<br />
—¿Qué hiciste con la tanga que te estabas<br />
probando? —Úrsula había hecho<br />
trizas su folleto y tenía muchas ganas<br />
de abandonar aquella habitación.<br />
—Se desgarró…<br />
J.U.A.N. cerró la puerta del cuarto de<br />
baño y la nave se sumió nuevamente<br />
en un absoluto silencio.<br />
⁂<br />
El motor de doble dirección fue presentado<br />
en la convención bianual de<br />
ingenieros espaciales a pesar de ser exhibido<br />
entre muchas estafas, proyectos<br />
inútiles y bromas de mal gusto. Aquel<br />
año no hubo ninguna exposición más<br />
infame. El concepto de un motor que<br />
hiciera que la nave viajara hacia adelante<br />
y hacia atrás al mismo tiempo fue<br />
tomado inicialmente como parte del<br />
espectáculo de variedades. Cuando los<br />
serios y responsables ingenieros se dieron<br />
cuenta de que aquel motor no era<br />
una broma, arrojaron sus calculadoras<br />
hacia el presentador del proyecto. Y<br />
cuando descubrieron que el motor en<br />
realidad funcionaba rasgaron sus vestiduras<br />
y rechazaron el coctel gratuito<br />
que les ofrecía el hotel. Cabe mencionar<br />
que, desde aquel fatídico día, el<br />
porcentaje de ingenieros abstemios<br />
incrementa diariamente, poniendo en<br />
riesgo el equilibrio del universo.<br />
Los matemáticos estadistas (incondicionales<br />
amigos de los ingenieros) han<br />
dedicado las últimas décadas a extrapolar<br />
y predecir los resultados de un aumento<br />
de técnicos e ingenieros que disminuyen<br />
sus niveles de estrés cantando<br />
canciones, haciendo ejercicio y pasando<br />
tiempo con las personas que aman<br />
sin consumir alcohol. Todo este trabajo<br />
estadístico predice que el desarrollo<br />
tecnológico no se verá obstaculizado<br />
siempre y cuando los ingenieros sigan<br />
recibiendo puntualmente su paga, lo<br />
cual pone en un apuro a los contadores.<br />
<strong>La</strong>s compañías dedicadas a las bebidas<br />
alcohólicas se mostraron preocupadas<br />
ante el abstencionismo en profesionales<br />
tecnológicos. <strong>La</strong> situación se salvó<br />
gracias al desarrollo de nuevos motores<br />
de combustión externa que funcionan<br />
a base de bebidas espirituosas, lo cual<br />
ofreció un nuevo mercado a las destilerías,<br />
que decidieron competir contra las<br />
compañías petroleras.<br />
A pesar de ser la culminación en ingeniería<br />
espacial, los motores de doble<br />
dirección son muy costosos y peligrosos.<br />
Su uso se limita a las flotas de gue-<br />
125
a, y estos son tiempos de paz donde<br />
la mayoría de los gobiernos no pueden<br />
pagar un ejército decente. Todos estos<br />
factores han llevado a que la producción<br />
de estos motores se encuentre<br />
totalmente detenida. En la práctica: la<br />
sonrisa fácil es la única nave operativa<br />
con este sistema de tracción. El principal<br />
motivo por el que un vehículo civil<br />
cuenta con el mejor motor de la galaxia<br />
es que, cuando terminó la convención<br />
bianual, los jóvenes ingenieros que<br />
diseñaron el nuevo motor no lograron<br />
encontrar un colega lo suficientemente<br />
ebrio como para ayudarles a trasladar<br />
su peligroso proyecto. Así que vendieron<br />
el motor experimental a una compañía<br />
de cruceros y citas por correo a<br />
cambio de un pasaje en primera clase<br />
para regresar a sus hogares. (Y qué divertido<br />
fue…)<br />
El dueño de la compañía regaló el motor<br />
a su hijo, el cual deseaba crecer para<br />
ser un ingeniero y pasar el resto de su<br />
vida estresado. El chico estudió todos<br />
los planos, cálculos, manuales y referencias<br />
que incluía la literatura del sistema<br />
de tracción. Cuando despertó del coma<br />
nervioso, el chico instaló el motor en un<br />
crucero de placer y la rebautizó como la<br />
sonrisa fácil. (Porque: ¡Qué fácil es sonreír<br />
cuando entiendes el funcionamiento de<br />
una máquina del tiempo!).<br />
<strong>La</strong> maquinaria de la sonrisa fácil permite<br />
que el crucero viaje hacia «adelante»<br />
en el espacio y hacia «atrás» en el<br />
tiempo, de manera que aunque la nave<br />
tardase miles de millones de años para<br />
llegar a su destino, en la práctica no<br />
habría pasado tanto tiempo. <strong>La</strong> nave<br />
cuenta con una computadora que re-<br />
gula la distancias espacio-temporales<br />
recorridas de manera que los pasajeros<br />
llegan a su destino algunos días después<br />
de abordar. Todo eso se hace con<br />
base en una prueba de mercado que<br />
demostró que los clientes que tomaban<br />
un crucero de solteros y regresaban<br />
el mismo día se sentían insatisfechos.<br />
Además subir a tus redes sociales<br />
una serie de fotografías tomadas en un<br />
tiempo que no existirá jamás generaba<br />
mucha confusión.<br />
<strong>La</strong> sonrisa fácil operó como crucero<br />
romántico durante mucho tiempo<br />
y aquel joven ingeniero se enriqueció<br />
mucho. Cuando Planeta Diversión fue<br />
anexado a la tierra, la compañía de citas<br />
interespecie se vio amenazada por los<br />
excesivos impuestos que la tierra impuso.<br />
Afortunadamente, la iglesia de los<br />
últimos contribuyentes se hizo presente.<br />
Una institución tan poderosa y flexible<br />
siempre cambia su estrategia cada<br />
vez que visita un planeta nuevo. En<br />
el caso de Planeta Diversión, el primer<br />
paso del plan fue regalar muchas<br />
cortesías a sus feligreses. El abrupto<br />
aumento de turistas fuera de temporada<br />
mejoró la imagen de los humanos<br />
ante los divertidos, además relajó<br />
las relaciones entre los predicadores<br />
de Los Últimos Contribuyentes y los<br />
empresarios hoteleros. Con el tiempo,<br />
muchos hoteles aceptaron la religión<br />
y dejaron de pagar impuestos. <strong>La</strong> ceremonia<br />
de aceptación fue aderezada<br />
con la noticia de que en realidad no<br />
era necesario adoptar nuevas tradiciones<br />
ni reglas religiosas. De hecho, los<br />
divertidos podrán conservar todas sus<br />
tradiciones originales.<br />
126
El simple hecho de no tener que pagar<br />
aquellos excesivos impuestos a los<br />
gobiernos de la tierra impulsó a las cadenas<br />
hoteleras. (Evento registrado en<br />
los dividendos anuales.) <strong>La</strong> población<br />
del planeta expresó su agradecimiento<br />
haciendo numerosos regalos a la Iglesia<br />
de los Últimos Contribuyentes. Uno de<br />
aquellos presentes fue la sonrisa fácil,<br />
cuyo dueño abandonó el negocio para<br />
pasar el tiempo con una jovencita eriana<br />
que conoció en un viaje de negocios.<br />
Durante la guerra de las sandalias, la<br />
sonrisa fácil fue rebautizada como la<br />
abstencionismo fiscal. Con una nueva<br />
identidad y la ventaja del secreto, la<br />
nave cumplió con muchas misiones de<br />
apoyo que permitieron que los rebeldes<br />
derrocaran al gobierno local e instauraran<br />
la libertad de culto.<br />
Después de los eventos en el Planeta<br />
del Calzado, el gobierno de la tierra incluyó<br />
los motores de doble dirección en<br />
sus flotas militares. Pero la vida suele<br />
ser más complicada y el dueño de las<br />
patentes para la producción de los motores<br />
era un fiel creyente de no pagar impuestos.<br />
<strong>La</strong> producción de la nueva flota<br />
de doble dirección fue la empresa más<br />
cara e inefectiva que el gobierno de la<br />
tierra haya llevado a cabo jamás. Eso se<br />
debió a que los motores se compraban<br />
a un precio setenta y cinco veces mayor<br />
al costo al público 7 ; los funcionarios terrícolas<br />
inflaban los presupuestos para<br />
poder obtener misteriosos bonos económicos<br />
al final del mes, los encargados<br />
de adaptar las naves solicitaron una<br />
serie de personalizaciones al motor que<br />
lo hacían inútil, por ejemplo: un seguro<br />
que evitaba que el motor funcionara a<br />
menos que hubiera nueve aprobaciones<br />
por escrito y otros factores ilógicos.<br />
Los tres primeros pagos de la nueva<br />
flota dejaron en la quiebra al gobierno<br />
de la tierra. Así que, para poder seguir<br />
pagando los salarios de su personal, el<br />
organismo se vio en la necesidad de<br />
solicitar un préstamo, y la única institución<br />
dispuesta a prestarles fue la iglesia.<br />
<strong>La</strong>s condiciones del préstamo<br />
implicaban:<br />
• Garantizar la libertad de culto en todos<br />
los planetas que la desearan. (No<br />
aplicaba a conquistas futuras.)<br />
• Prohibir el uso de motores de doble<br />
dirección en las campañas de conquista<br />
de otros planetas.<br />
• Pagar el adeudo en menos de ciento<br />
noventa y dos años, noventa y cuatro<br />
días y siete horas; o, en su defecto, entregar<br />
la administración de la tierra.<br />
Con las relaciones «pacificadas» entre<br />
los humanos, la nave volvió a ser la<br />
sonrisa fácil y quedó almacenada en un<br />
hangar secreto, esperando una nueva<br />
oportunidad para luchar por la libertad<br />
y los buenos dividendos.<br />
Siete años antes de que el plazo para<br />
pagar el préstamo se cumpla… la sonrisa<br />
fácil regresó al servicio.<br />
⁂<br />
Actualmente existen ocho planetas con<br />
el nombre de Fuxa. Sus habitantes evolucionaron<br />
en un ambiente submarino<br />
y solo abandonaron las profundidades<br />
en tres ocasiones: para instalar paneles<br />
solares, extraer algunos recursos minerales<br />
y colonizar otros mundos con condiciones<br />
similares a su planeta natal.<br />
127
Los habitantes de estos planetas<br />
son seres sumamente complejos, deliciosos<br />
8 y belicosos. Han colonizado<br />
numerosos planetas y satélites que en<br />
sus circunstancias habituales serian inhabitables<br />
para los humanos.<br />
Se hacen llamar a sí mismos Fax’s<br />
(persona) y llaman a sus amigos y vecinos<br />
S’ai (ese idiota con el que estoy<br />
obligado a convivir). Cuando descubrieron<br />
que los humanos existían los<br />
bautizaron Es’au (Esos reverendos cretinos<br />
que respiran oxígeno). <strong>La</strong>s primeras<br />
colonias humanas en Fuxa 2 fueron<br />
eliminadas con lujo de violencia; en<br />
respuesta, las fuerzas de la tierra lanzaron<br />
una declaración de indignación<br />
cuando sus tropas invasoras fueron<br />
rechazadas y, en consecuencia, decidieron<br />
eliminar toda la vida marina en<br />
Fuxa 2. Con ayuda de poco más de novecientas<br />
toneladas de mercurio, envenenaron<br />
el hábitat de los S’ai, matando<br />
completamente a la población.<br />
Fuxa 1,3,4,5,6,8 y 9 decidieron que<br />
era preferible permitir que los humanos<br />
habitaran los hielos de las partes<br />
más ecuatoriales de sus planetas<br />
(-250°C en invierno) y pagar los impuestos<br />
solicitados por la tierra.<br />
Cuando descubrieron que existían<br />
algunos humanos dispuestos a ayudarlos<br />
los nombraron K’izx Es’au (los<br />
desgraciados que les gusta molestar a<br />
los Es’au) y decidieron seguir sus doctrinas,<br />
excepto en Fuxa 4 y 9, donde<br />
los habitantes prefieren pagar los elevados<br />
impuestos antes de aceptar las<br />
doctrinas de los opresores.<br />
Independientemente de no tener<br />
que pagar impuestos, a los S’ai no les<br />
gustan los humanos y de ser posible<br />
los expulsarían de los hielos perpetuos<br />
que cubren sus ciudades sumergidas.<br />
128<br />
Pohl debía visitar Fuxa 4, un satélite<br />
de superficie congelada para encontrar<br />
el Cock Tail Sinatra 51. Para aquellos de<br />
desconocen el origen del extraño objeto,<br />
la historia es muy simple:<br />
En el año 3051, un S’ai de nombre KK<br />
que se enriqueció vendiendo pieles de<br />
ballena abismal a los humanos y viceversa,<br />
descubrió que amaba la música<br />
de Frank Sinatra e intentó comprar la<br />
colección más grande del músico, pero<br />
los impuestos de importación que cobraba<br />
el gobierno de la tierra solo le<br />
permitieron adquirir una coctelera<br />
para Martini que el afamado cantante<br />
utilizó durante una visita a Los Ángeles.<br />
Cuando KK descubrió el uso de la<br />
coctelera, decidió crear su propio trago<br />
utilizando los licores disponibles en las<br />
ciudades submarinas de Fuxa 4. El trago,<br />
que asesinaba al 26% de los Fax’s<br />
que lo consumían, se volvió muy popular<br />
en todas las reuniones y situaciones<br />
sociales a las que los S’ai estaban obligados<br />
a convivir.<br />
Esta popularidad homicida enriqueció<br />
nuevamente a KK, quien invirtió su<br />
nueva fortuna en crear un mausoleo<br />
submarino lleno de trampas asesinas,<br />
acertijos mortales, laberintos y pozos<br />
sin fondo donde pudiera reposar, llevándose<br />
su afamada coctelera. Todo<br />
esto fue elaborado con la explícita intención<br />
de privar a los S’ai del único<br />
trago que reducía la molestia de convivir<br />
con otros de su especie.<br />
El lector puede pensar que a continuación<br />
Pohl y sus nuevos amigos se<br />
adentraron en el mausoleo para buscar<br />
la extraña coctelera, arriesgando sus<br />
vidas en una serie de inquietantes pasajes<br />
que mantendrán al lector aferrado<br />
al tomo hasta conocer el desenlace<br />
de la misión.
Pues si eres de los que esperan leer<br />
veinte páginas de adrenalina pura, te<br />
ofrezco el siguiente consejo: Visita tu librería<br />
galáctica más cercana y adquiere<br />
<strong>La</strong>s aventuras de Yu-K en el mausoleo<br />
del Cock Tail Sinatra 51.<br />
Yu-K es un joven atractivo y valiente<br />
doctor en arqueología S’ai, que el año<br />
pasado se adentró en el mausoleo con<br />
intención de recuperar la coctelera.<br />
Este arqueólogo se dedica a recuperar<br />
antiguos artefactos con la intención de<br />
vender los libros de sus aventuras.<br />
Debido a un problema de derechos<br />
de autor y falta de creatividad. No incluiré<br />
ningún fragmento de las aventuras<br />
de Yu-K, pero les aseguro que si<br />
ustedes compran alguno de sus libros<br />
encontrarán una trepidante aventura<br />
idéntica a las de sus otros libros, los<br />
cuales jamás ofrecen algo nuevo. Jódete<br />
Yu-K, pudiste tener publicidad positiva<br />
en mi libro y espero que te quiten el<br />
permiso de arqueólogo.<br />
Pohl, sus compañeros de viaje y un<br />
pedestal generador de atmósfera habitable<br />
se presentaron en la casa de<br />
subastas de Tatiana, donde el afamado<br />
arqueólogo Yu-K subastaría las piezas<br />
de su última investigación. <strong>La</strong> casa de<br />
subastas fue creada por Tatiana López,<br />
una inteligente terrícola que introdujo<br />
estos sistemas de comercio en los sistemas<br />
Fuxa. <strong>La</strong> única manera en la que<br />
las subastas al estilo terrícola pueden<br />
funcionar en Fuxa 4 es creando locales<br />
de pujas que sean muy amplios. Con<br />
espacios de veinticinco metros cuadrados<br />
entre participantes, los S’ai pueden<br />
competir entre ellos sin estar obligados<br />
a estar cerca los unos de los otros.<br />
Úrsula, J.U.A.N. y Pohl compartían<br />
un espacio de veinticinco metros cuadrados<br />
mientras esperaban que fuera<br />
129
el turno de la coctelera. En ese momento,<br />
otros artículos eran subastados y los<br />
humanos disfrutaban de una merienda.<br />
<strong>La</strong> cocina de la nave los había enviado<br />
al planeta con una buena dotación de<br />
bocadillos y dos botellas de vino de<br />
uva terrestre. J.U.A.N. no necesitaba<br />
comer, se limitaba a leer una revista<br />
pornográfica y a recordarles las reglas<br />
de la misión a sus compañeros.<br />
—Tenemos un límite de cuatrocientos<br />
millones de monedas terrestres —dijo<br />
J.U.A.N. como si se tratara de cualquier<br />
cosa. Úrsula hizo los sonidos y contracciones<br />
necesarios para expulsar un<br />
bocadillo de jamón y queso que no fue<br />
suficientemente masticado.<br />
<strong>La</strong>s monedas terrestres son una de<br />
las divisas más fuertes en la hegemonía<br />
de los hombres. Mientras que los dólares,<br />
los euros y el peso se devaluaron<br />
junto con las deudas de los gobiernos,<br />
la moneda terrestre se fortaleció al ser<br />
respaldada por el Banco de los Últimos<br />
Contribuyentes. Con cien mil monedas<br />
terrestres era posible comprar una casa<br />
decente en la tierra. Pocas personas en<br />
el universo conocido eran capaces de<br />
disponer de esa cantidad de dinero.<br />
Úrsula se controló y articuló algunas<br />
palabras:<br />
—Eso es mucho dinero.<br />
—Demasiado dinero —concluyó Pohl,<br />
repitiendo lo obvio.<br />
Mientras las ofertas por un par de calzoncillos<br />
usados durante la expedición<br />
se elevaban, J.U.A.N. decidió abandonar<br />
su revista para hacer una explicación.<br />
—Es una inversión en varias formas:<br />
»Lo primero es qué debes conseguir<br />
esa coctelera o la iglesia deberá pagar<br />
una suma ridícula de dinero. Después,<br />
está el hecho de que eso aumenta el<br />
valor de la coctelera en si, por lo tanto<br />
podemos revenderla con ganancia una<br />
vez que se haya pospuesto la profecía;<br />
y por último, a este planeta le falta un<br />
impulso económico. Aparte de las pieles<br />
de cetáceos y la fábrica de licor, este<br />
mundo no tiene ingresos, y si no hay<br />
inversión privada no hay creyentes de<br />
los últimos contribuyentes —el robot<br />
tomó una pose heroica—. <strong>La</strong> iglesia tiene<br />
una responsabilidad con este planeta;<br />
el gobierno de la tierra ya exprime<br />
demasiados mundos, y cada uno que<br />
pueda ser rescatado es un punto de<br />
salvación y beneficios fiscales.<br />
—Dicho de otra manera: la iglesia encuentra<br />
rentable pagar una suma obscena<br />
por una coctelera inútil, pero no puede<br />
mandarme de vacaciones un mes<br />
—dijo Úrsula. Pohl comenzó a gritar:<br />
—¡<strong>La</strong> coctelera! ya es turno de la<br />
coctelera.<br />
<strong>La</strong> subasta la abrió el representante<br />
de una compañía licorera, antigua<br />
competencia de KK.<br />
—Doscientos millones de monedas<br />
terrestres.<br />
—Doscientos veinticinco millones —Gritó<br />
Pohl.<br />
Úrsula estaba impactada, se esperaba<br />
que fuera una subasta fácil. ¿Qué<br />
hacía tan importante la coctelera como<br />
para iniciar con pujas de veinticinco millones<br />
de monedas terrestres? J.U.A.N.<br />
se lo explicó: la coctelera incluía una<br />
pequeña porción de plomo en su estructura.<br />
Ese plomo servía como catalizador<br />
para ciertas reacciones químicas<br />
necesarias durante la fabricación del<br />
afamado y letal coctel. Si aquella pieza<br />
de la licorería histórica pertenecía a la<br />
130
compañía de licores VSK. Se apropiarían<br />
del monopolio destilador.<br />
—Cuatrocientos millones —anunció el<br />
representante de la VSK con una expresión<br />
que entre los de su especie significaba:<br />
no debiste decir tu límite presupuestario<br />
en voz alta. Pohl miró con desesperación<br />
a J.U.A.N. Ya no había presupuesto para<br />
competir. El robot le sugirió:<br />
—Se creativo.<br />
El subastador comenzó con el tradicional<br />
cierre de pujas:<br />
—Cuatrocientos millones a la una.<br />
El tiempo se agotaba…<br />
—Cuatrocientos millones a las dos.<br />
¿Qué le ofreces a alguien que odia a<br />
los humanos?<br />
—Cuatrocientos millo…<br />
—¡Cuatrocientos millones y una patada<br />
en mis bolas! —todos los asistentes<br />
miraban al humano.<br />
—¿Perdón? —el director de la subasta<br />
lucía auténticamente confundido.<br />
—¡Así es! Cuatrocientos millones de<br />
monedas terrestres y además el placer<br />
de golpearme en mi frágil zona reproductiva<br />
—Pohl se cruzó de brazos en un<br />
tono de autosuficiencia.<br />
Minutos después, la VSK ya era el propietario<br />
legal de la Cock Tail Sinatra 51.<br />
Pohl caminaba cabizbajo de regreso<br />
a la nave. Esa era su gran aventura<br />
y había fallado en su primera misión.<br />
Úrsula no había sido necesaria, él había<br />
sido un incompetente que no pudo<br />
ganar una vil subasta. «¿Qué hubieran<br />
hecho los anteriores paladines de la<br />
fe?», meditó Pohl.<br />
Sabía lo que hizo J.U.A.N. El robot<br />
molesto les informó que tenían media<br />
hora para recuperar sus cosas. Habían<br />
fracasado en la misión y la iglesia renunciaba<br />
a cualquier responsabilidad<br />
respecto a ellos, eso incluía su pasaje<br />
de vuelta a casa.<br />
Fue cuando un vehículo de la VSK le<br />
cerró el paso.<br />
—¡Señor Douglas! ¿Todavía está dispuesto<br />
a recibir esa patada en sus genitales?<br />
—Úrsula se adelantó:<br />
—Sí, aún están dispuestos a pagar. Pohl<br />
felizmente recibirá las patadas necesarias.<br />
—¿Qué?<br />
—¡Piensa, Pohl! No nos espera nada<br />
en la tierra. Con algo de dinero podemos<br />
escondernos en algún lado —Úrsula<br />
acercó su rostro a milímetros de la<br />
cara de Pohl—. ¿O quieres regresar a la<br />
tierra para que las hordas de contribuyentes<br />
te linchen?<br />
Los dos humanos cerraron el trato<br />
adentro de uno de los vehículos.<br />
4<br />
Hay una canción popular que dice:<br />
Los robots no saben mentir.<br />
5<br />
O al menos eso es lo que dicen los reportes.<br />
Si alguien hubiera preguntado<br />
a los mozos o guardias de seguridad,<br />
ellos habrían dado una versión muy<br />
diferente de lo ocurrido.<br />
6<br />
Pero que también fuera muy idiota.<br />
7<br />
Afortunadamente se contaba con un<br />
descuento especial del 8%<br />
8<br />
¿Alguna vez intentaron colonizar un<br />
planeta y terminaron consumidos por<br />
la especie dominante local? Es una<br />
anécdota muy graciosa que no les voy<br />
a contar, pero desde entonces nadie<br />
habla de Fuxa 7<br />
Continúa en el número 11...<br />
131
132<br />
EL<br />
CEMENTERIO<br />
DE<br />
SOULDETH<br />
(SEXTA PARTE)<br />
Por<br />
Aly Cañizales<br />
Jean Paul caminaba de manera rápida<br />
entre los pasillos, tratando de<br />
reducir el tiempo de ambos para<br />
hacer lo que pretendían, y que Dayreen<br />
pudiera llegar a la tumba de su madre<br />
antes de que amaneciera, pues finalmente<br />
al amanecer, ya no podría intentar<br />
contactarse con ella sin riesgo a ser<br />
descubierta por el resto de los visitantes.<br />
—¿Sabes algo petite? Después de escuchar<br />
todo lo que me has dicho, de<br />
convivir contigo y poder conocer un<br />
poco más de tu alma me doy cuenta<br />
por completo de que aún te falta desarrollar<br />
lo más importante.<br />
—¿A qué te refieres Jean? ¿Qué es eso<br />
que me falta por desarrollar?<br />
—En todas las historias que me has<br />
contado, inclusive en la de tu familia,<br />
está presente de sobre manera el amor,<br />
esa clase de amor que une y que es inquebrantable,<br />
pero mucho me temo<br />
que no hayas descubierto el verdadero<br />
significado del mismo, pues después<br />
de todo creo que tienes que descubrir<br />
por ti misma lo que esto significa,<br />
y esa es la razón por la que no puedo<br />
darte una respuesta. Pensar en todas<br />
las situaciones en las que te has visto<br />
envuelta te ayudará a descifrar aquello<br />
que tienen en común, eso que es considerado<br />
como: vrai amour.<br />
Dayreen se quedó pensativa, intentaba<br />
entender a lo que se refería aquel<br />
fantasma tan enigmático, no lograba<br />
imaginar porque de pronto se interesaba<br />
tanto en este tema, sospechaba que<br />
trataba de mandarle un mensaje entre<br />
líneas, algo así como si la estuviera preparando<br />
para algo que estaba por suceder,<br />
se llenó de dudas, cada minuto<br />
que pasaba quería saber más de Jean<br />
Paul, pero sobre todo, había abierto su<br />
perspectiva a querer saber mucho más
del enterrador como persona, como el<br />
hombre que seguramente era.<br />
Habían caminado tal vez diez minutos<br />
en línea recta, tenían la suerte de<br />
que la cabaña se encontrara muy cerca<br />
del lugar, las luces que se veía a lo lejos<br />
eran una señal de que estaban llegando,<br />
el humo negro que salía de la chimenea<br />
era una muestra más de que su<br />
destino estaba a la vuelta de la esquina.<br />
—Ya que estamos tan cerca, ¿Podrías<br />
decirme de que se trata eso que quieres<br />
que vea? Aunque sea solo un indicio<br />
o algo, necesito estar preparada para<br />
no tener miedo.<br />
—Mon amour, a estas alturas ya deberías<br />
de saber que lo que pretendo es que<br />
veas más allá de lo que tus ojos pueden<br />
mostrarte, todo este tiempo, como el<br />
ángel que eres has estado ayudando a<br />
otros, abriendo el pasaje por ellos, incluso<br />
al seguirme hasta aquí me estás<br />
ayudando a cumplir mi parte en este<br />
plan divino, y al mismo tiempo tu cumples<br />
el tuyo —respondió el francés.<br />
—He aceptado venir contigo porque<br />
tengo que admitir que me llena de<br />
curiosidad saber que hay detrás del<br />
enterrador, quiero averiguar porque<br />
persigue a los fantasmas y que hace<br />
con ellos, saber dónde están Kristo y<br />
Melessio, quiero saber quién es él.<br />
Se acercaron a la cabaña despreocupados,<br />
pues a leguas se notaba que<br />
a pesar de las luces encendidas y del<br />
humo de la chimenea, la casa se encontraba<br />
sola. Jean Paul se dispuso a<br />
girar la perilla y esta cedió fácilmente,<br />
no tenía seguro. Al entrar pudieron darse<br />
cuenta de que aquel hombre vivía<br />
de una manera muy básica, solo había<br />
una cama pequeña, una cocineta vieja,<br />
un retrato en un marco que estaba<br />
sobre una mesa de noche y una libreta<br />
con una pluma acompañados de un<br />
una pila de papeles esparcidos, esto<br />
además de un pequeño cesto de basura<br />
donde había una gran cantidad de<br />
papeles arrugados, parecía que el enterrador<br />
escribía mucho, esto llenó de<br />
curiosidad a Dayreen.<br />
Jean Paul aguardaba en la entrada<br />
vigilante, quería asegurarse que su pequeña<br />
amiga no fuera descubierta, le<br />
había hecho la promesa de acompañarla<br />
al final de su recorrido y no pensaba<br />
fallarle bajo ninguna circunstancia,<br />
quería estar ahí cuando ella tratara<br />
de llamar al espíritu de su madre, aunque<br />
él también tenía un deseo personal,<br />
pensaba pedirle a Dayreen que se<br />
comunicara con su hijo, no quería que<br />
ella lo hiciera cruzar, pues el cementerio<br />
se convirtió en un campo de batalla,<br />
las lápidas en trincheras, los fantasmas<br />
eran su pelotón y él era el General,<br />
cuando un hombre de las fuerzas especiales<br />
francesas se casaba con el deber,<br />
ni la muerte podría divorciarlo, pero<br />
dejaría eso para el final de la noche.<br />
Dayreen buscó de inmediato alguna<br />
pista dentro de la fotografía que estaba<br />
en el marco, pero solo encontró más<br />
cuestionamientos, pues donde debían<br />
de estar los rostros de las dos personas<br />
en la imagen había huecos, alguien intencionalmente<br />
los había recortado.<br />
Dayreen se imaginó demasiadas cosas,<br />
si es que acaso era algún tipo de brujería,<br />
o tal vez solo era un marco que estaba<br />
ahí antes de que el enterrador llegara<br />
y este cansado de sentirse observado<br />
hubiera recortado los rostros, no podía<br />
saberlo, por lo menos no por medio de<br />
ese retrato, así que buscó en el segundo<br />
lugar más interesante, los escritos del<br />
enterrador, se acercó al escritorio y solo<br />
tomó unos cuantos de ellos, los puso de<br />
133
forma que luz les diera de lleno para poder<br />
leerlos mejor, el primero que tomó<br />
era relativamente corto, pero se notaba<br />
que era el más reciente:<br />
«Cumplo como cada día la promesa<br />
de mi deber, afronto estoico mi condena,<br />
la vida llega por las noches<br />
con la promesa de la felicidad de<br />
tu regalo, pero con la luna se marcha<br />
tu presencia a un lugar lejano,<br />
la muerte se presenta nuevamente<br />
por las tardes, las lágrimas corren a<br />
mares por esta cascada de reposo».<br />
Dayreen leyó el poema tantas veces<br />
en tan poco tiempo, no podía creer que<br />
su perseguidor tuviera la magia de escribir<br />
aquellas hermosas palabras, era humano,<br />
el enterrador era humano, por lo<br />
menos una parte de él lo era pues nadie<br />
que no tuviera un corazón que latiera<br />
podría escribir con la gracia y el sentimiento<br />
que en aquellas palabras se destilaba,<br />
pasó a la siguiente nota:<br />
«<strong>La</strong> culpa y el dolor son el motivo<br />
de mi fortaleza, camino siempre<br />
buscando el remedio, no puedo<br />
permitir que la tristeza agobie a<br />
nadie más, pues aunque mi labor<br />
esté llena con el resentimiento de la<br />
vida de ajenos, mi lugar en tu plan<br />
es este, he aceptado con determinación<br />
la tarea más cruel, pues la<br />
finalidad no es otra que la culminación<br />
de la obra, maestro…»<br />
Un grito ahogado interrumpió su lectura,<br />
giró de inmediato hacia la puerta,<br />
lo que vio frente a ella la hizo tirar los<br />
papeles, y es que en la entrada se encontraba<br />
Jean Paul, una mano obscura<br />
presionaba su boca, la silueta negra<br />
frente a él le presionaba con fuerza<br />
contra la puerta, unos ojos escarlata<br />
brillaron viendo de frente al fantasma;<br />
era el enterrador.<br />
Dayreen entró en pánico, no sabía<br />
cómo haría para huir, habían sido capturados,<br />
le gritó a aquel hombre que<br />
soltara a su amigo, pero este no respondió,<br />
la silueta de Jean Paul, se difuminaba<br />
poco a poco, pero de manera<br />
sorpresiva, este lanzó sus manos hacia<br />
adelante dando un empujón que derribo<br />
la obscura silueta al piso, se revolvieron<br />
dando vueltas en el piso.<br />
—¡Huye, Dayreen, huye! No te detengas<br />
por nada, yo te protegeré. Cours —<br />
gritó el fantasma<br />
Dayreen no se lo pensó dos veces y<br />
corrió dando tropezones con su pierna<br />
enferma, tras ella escuchaba los gritos<br />
de la batalla, cruzó el umbral de la<br />
puerta, apenas llevaba unos cuantos<br />
metros de ventaja cuando escuchó un<br />
ruido más fuerte aún, acompañado<br />
de fulgor escarlata, supo lo que había<br />
pasado, Jean Paul había desaparecido,<br />
igual que sus amigos, nuevamente el<br />
enterrador estaba tras ella, y esta vez<br />
no tenía tanta ventaja, miró hacia atrás<br />
sin dejar de avanzar, la silueta de los<br />
ojos escarlata del enterrador la miraba<br />
fijamente desde la entrada de la cabaña,<br />
este le apuntó con un dedo y dio<br />
el primer paso hacia ella, parecía que<br />
todo terminaría en unos minutos, aun<br />
así no se rindió y siguió avanzando.<br />
134
Un nuevo grito llamó su atención, no<br />
pudo distinguir la palabra que componía<br />
ese grito, pero si se dio cuenta que venía<br />
de más lejos, un hombre con uniforme de<br />
guardia se dirigía a toda velocidad hacia<br />
el enterrador, tenía cara de pocos amigos<br />
y parecía que sus intenciones no eran<br />
amables haca él, notó como el enterrador<br />
volteaba en dirección de aquel hombre,<br />
parece que el destino le había tendido la<br />
mano, pues una nueva batalla estaba por<br />
empezar entre el enterrador y el guardia,<br />
esto le daría el tiempo suficiente para llegar<br />
con su madre, si después de eso era<br />
capturada, ya no le importaba, pues todo<br />
lo que quería era intentarlo una última<br />
vez, estaba segura que esta vez lo lograría,<br />
traería a su madre, estaba decidida.<br />
—¿Shane, maldita sea, eres tú? —preguntó<br />
Dood.<br />
Shane tuvo que cesar en sus intentos<br />
de capturar a la pequeña, se concentró<br />
en cambiar su apariencia, sus ojos<br />
color escarlata y la sombra cadavérica<br />
que cubría su cara cambiaron por completo,<br />
se recogió la capucha y volteó<br />
hacia el jefe de los guardias.<br />
—¿A quién esperaba jefe? Claro que<br />
soy yo, de hecho me sorprende que<br />
esté en esta área a esta hora, su rondín<br />
regularmente no lo trae hasta mi humilde<br />
casa —respondió el hombre.<br />
—Escucha muy bien Shane, esta noche<br />
me ha entrado un pensamiento que no<br />
me deja descansar y tiene que ver contigo,<br />
así que espero que seas honesto y no<br />
le mientas al jefe Dood, sabes que quien<br />
lo hace nunca termina bien.<br />
—No tengo porque mentirle Dood, sé<br />
perfectamente lo que sucede cuando<br />
se molesta, pero le garantizo que no<br />
tengo nada que ocultarle, recuerde<br />
que trabajamos en el mismo lugar y<br />
mis intenciones son el de llevarme bien<br />
con todo el equipo —respondió Shane.<br />
—Me alegra oír eso; pues bien comencemos,<br />
antes que nada quiero decirte<br />
que esta noche no habrá poder humano<br />
que pueda salvarte de responder,<br />
no se cual sea tu relación con el dueño<br />
de este lugar, pero no tengo miedo,<br />
pues mi curiosidad va mucho más allá,<br />
dicho esto te diré mi primera pregunta.<br />
Shane mostraba una sonrisa amigable,<br />
parecía tranquilo, como si en lugar<br />
de estar siendo interrogado de una<br />
manera hosca y ruda, estuviera charlando<br />
en un partido de póker con algún<br />
amigo de toda la vida, este era precisamente<br />
el tipo de conducta que molestaba<br />
a Dood, pero con la mayoría de las<br />
personas lo hacía pasar desapercibido,<br />
nadie lo veía como una amenaza laboral,<br />
como alguien inteligente y menos<br />
como alguien peligroso, se camuflaba<br />
muy bien.<br />
—¿De quiénes son las tumbas que visitas<br />
cada noche?<br />
<strong>La</strong> pregunta tomó completamente<br />
desprevenido a Shane, había procurado<br />
ser muy cauteloso cada que se paseaba<br />
por el cementerio, debió de verlo<br />
en algún momento cuando visitaba la<br />
tumba de su primer trabajo, la tumba<br />
de Jean Paul, el francés que había desaparecido<br />
hace tan solo unos momentos,<br />
¿o sería posible que?...<br />
—Bueno a decir verdad esa es la tumba<br />
de la primera persona que enterré,<br />
no conocía a nadie y soy un poco<br />
135
nostálgico, así que lo visito de vez en<br />
cuando, tal vez esté muerto, pero fue el<br />
primero con quien pude desahogarme.<br />
—¡Desahogarte! eso me lleva a mi segunda<br />
pregunta, ¿Qué es eso de lo que<br />
tienes que desahogarte? Tengo que<br />
confesar que soy un hombre lleno de<br />
morbo, pero lo hago en pro de la seguridad<br />
de mi trabajo, así que cuando<br />
llegaste aquí, comencé a investigarte<br />
Shane, conseguí toda la información<br />
que pude de ti, y se mucho más de lo<br />
que te imaginas, al principio entendí<br />
tus visitas a la tumba del francés que<br />
enterraste, pero las otras que visitas<br />
me llevaron a descubrirlo todo —Dood<br />
sonrió con satisfacción.<br />
Shane sabía que estaba acabado,<br />
Dood lo había descubierto todo, No<br />
podía permitir que alguien anduviera<br />
por ahí con su secreto entre manos, solamente<br />
le quedaba una salida, pero<br />
también entendía las repercusiones<br />
que conllevaría.<br />
—No sabes en lo que te estas metiendo<br />
Dood, por favor detente, te lo digo<br />
por tu bien, no debes inmiscuirte en mi<br />
vida y mucho menos en mi pasado. —la<br />
desesperación se notaba en su voz.<br />
Dood sacó un puñado de fotografías<br />
de la bolsa de su uniforme y se las lanzó<br />
al piso, este solo las miró por un momento,<br />
se acercó a tomarlas y su cara cambio.<br />
—Como puedes ver, me tomé la libertad<br />
de usar las cámaras para obtener<br />
esas fotos, y no solo eso, también están<br />
las imágenes de tu expediente Shane,<br />
una persona que guarda esa clase de<br />
secretos no es de fiar, no conozco tus<br />
136<br />
motivos, pero te daré hasta mañana a<br />
medio día para abandonar este lugar,<br />
de lo contrario, hare esto público y<br />
créeme, no te gustara.<br />
Dood se dio la media vuelta y caminó,<br />
sabía que había ganado y que por fin<br />
se desharía de un hombre en el que no<br />
confiaba, su sonrisa se dibujó de oreja<br />
a oreja, la satisfacción de haber ganado<br />
era casi tan satisfactoria como la que<br />
sentía cuando corría a los holgazanes<br />
y a los ladrones. Desgraciadamente el<br />
punto débil de todos aquellos que se<br />
sienten triunfantes en algo, es que inmediatamente<br />
bajan la guardia y ese<br />
fue el mismo pecado que cometió Dood.<br />
Una mano lo tomó por el hombro y<br />
lo giró con fuerza, Dood quiso responder<br />
golpeando a Shane en la cara sin<br />
verlo directamente y aprovechando el<br />
giro, pero su fuerza desapareció junto<br />
con su valor, pues frente a él había ahora<br />
una figura obscura de ojos escarlata<br />
que puso sus pulgares en sus ojos y los<br />
sumió generando un humo blanco.<br />
—¿Así que querías saber mi secreto?<br />
Pues ahora lo sabrás, lo experimentarás<br />
y quedarás maldito para siempre, nunca<br />
más volverás a ser el mismo, los ojos<br />
del enterrador lanzaron un destello que<br />
chocó con las cuencas de Dood, todo se<br />
volvió obscuro por unos segundos.<br />
Dayreen estaba a solo un minuto de la<br />
tumba de su madre, podía verla de lejos,<br />
sus ojos se llenaron de lágrimas como<br />
en cada visita, el recuerdo de los cálidos<br />
brazos de su madre la llenaba de fe,<br />
en su cabeza se reproducía sin cesar la<br />
canción que su madre le cantaba antes
de dormir, Dayreen estaba desesperada,<br />
pues aunque sabía de memoria la letra,<br />
estaba olvidando poco a poco la voz de<br />
su madre, era su más hermoso recuerdo<br />
y se escapaba de su memoria como un<br />
puñado de arena entre sus dedos; de<br />
una pequeña bolsa en su vestido sacó<br />
una rosa que puso cuidadosamente sobre<br />
la tumba y recito.<br />
—Hola, mamá, como cada noche estoy<br />
aquí, y sigues haciéndome mucha<br />
falta, dicen que el tiempo cura las heridas,<br />
pero en mí siguen abiertas desde<br />
el día que te fuiste de mi lado, cada<br />
que despierto hago lo posible porque<br />
te sientas orgullosa de mí, a veces me<br />
gustaría saber si realmente lo estas, me<br />
gusta pensar que conozco la respuesta,<br />
pero esta distancia se hace cada día<br />
más difícil, me he cansado de llorarte<br />
noche a noche, le he pedido a Dios que<br />
te regrese a mi lado, también le he pedido<br />
que me lleve al tuyo, pero igual que<br />
contigo, no recibo ninguna respuesta,<br />
aun así, quiero que sepas que jamás<br />
me rendiré, no lo haré hasta escuchar<br />
tu voz, hasta que seques mis lágrimas y<br />
me abraces con todas tu fuerzas. Hoy ha<br />
sido un día particularmente malo, estoy<br />
siendo perseguida, si es que me ves desde<br />
arriba ya lo debes de saber, por eso<br />
te pido, que esta noche bajes a mí, pues<br />
puede ser la última vez que pueda visitarte,<br />
no quiero desaparecer sin haberte<br />
visto, ¡Baja mamá, por favor baja!<br />
Se recostó sollozando en la tumba,<br />
abrazando la piedra helada donde<br />
descansaban los restos de Ayleen, su<br />
madre, usó toda su voluntad y todo su<br />
poder para llamarla como había hecho<br />
con Sarah, pero nuevamente no obtuvo<br />
ninguna respuesta.<br />
<strong>La</strong> luna estaba por desaparecer por<br />
completo, Dayreen estaba desfallecida<br />
de cansancio, no le quedaban energías<br />
y mucho menos lágrimas, se estaba<br />
quedando dormida poco a poco, sus<br />
ojos se cerraron, su respiración se redujo<br />
lentamente hasta que finalmente<br />
cayó rendida.<br />
Apenas unos minutos pasaron, cuando<br />
sintió un par de manos cubriéndola<br />
por completo, era una sensación familiar,<br />
pero aunque su cuerpo estaba<br />
siendo movido no tenía la suficiente<br />
energía para despertar, solo pudo abrir<br />
sus ojos por una milésima de segundo,<br />
lo que vio no era lo que esperaba, el<br />
enterrador la cargaba en brazos, con<br />
aquellos tenebrosos ojos escarlata,<br />
Dayreen se dejó llevar y así fue como<br />
acepto su destino…<br />
Concluye en el número 11...<br />
137
138
NUESTROS<br />
ARTÍCULOS<br />
139
140
HOMO<br />
HOMINI<br />
LUPUS<br />
Por Carolina Alpuche<br />
Lupus est homo homini, non homo,<br />
quom qualis sit non novit 1 es lo primero<br />
que piensas al despertar después<br />
de haber leído <strong>La</strong> Asinaria hasta<br />
las tres de la mañana. Otra vez le ganaste<br />
al despertador por cinco minutos,<br />
ya que sabes que no puedes volver a<br />
llegar tarde al trabajo pues, sí lo haces,<br />
ahora sí tu supervisor te levantará un<br />
acta administrativa. ¿Y es que a quién<br />
se le ocurre aceptar un trabajo a tres<br />
horas de distancia de su casa? A ti, por<br />
supuesto, porque no te quedó de otra<br />
si querías tener dinero para seguir estudiando,<br />
y más aún, porque los únicos<br />
trabajos que ofrecen un sueldo aceptable<br />
están hacinados en la misma zona<br />
de la ciudad.<br />
Desactivas la alarma del celular y te<br />
decides a ponerte de pie; a través de<br />
tu ventana lo único que se ve es la luz<br />
de la lámpara de la calle parpadeando,<br />
aunque ya levantaste cuatro veces el<br />
reporte a la empresa de la luz, no han<br />
podido arreglarla porque el sindicato<br />
está en huelga debido a que sus exigencias<br />
de instalar una barra de ensalada<br />
libre de gluten en el comedor de<br />
todas sus centrales no fue atendida. Se<br />
supone que levantarse a las cinco de la<br />
mañana tendría que ser una experiencia<br />
tranquila, y así sería de no ser por<br />
lo gritos de tus papás que retumban en<br />
toda la casa, y todo porque no pueden<br />
ponerse de acuerdo en quién va a llevar<br />
a tu hermana menor al colegio.<br />
Y claro, para darle emoción a la mañana,<br />
le pisas la pata a tu perro, quien<br />
siempre se acuesta a un lado de tu<br />
cama porque no lo dejas subir a dormir<br />
contigo ya que suelta más pelos que el<br />
piso de la peluquería de la esquina.<br />
Tras una ducha rápida y un desayuno<br />
aún más rápido, tus papás deciden que<br />
quien puede llevar a tu hermana al colegio<br />
eres tú. Sabes que eso solamente te<br />
141
va a retrasar pero terminas aceptando,<br />
pues sabes que no tiene caso discutir<br />
contra ellos si finalmente tienes que seguir<br />
a su lado al menos unos años más.<br />
Tras dejar a tu hermana y darle algo de<br />
dinero para que gaste en la cooperativa<br />
decides que lo mejor es tomar el camión<br />
en la esquina del colegio, van a ser diez pesos<br />
más a tus gastos diarios de transporte,<br />
pero vale la pena para no llegar tarde.<br />
En el camión, sin importar la hora o<br />
la ruta, nunca vas a encontrar un asiento,<br />
pero si vas encontrar muchísima<br />
gente malhumorada igual que tú; empujándose,<br />
insultándose y tratando de<br />
tener un poco más de espacio personal<br />
en una lata de no más de dos metros<br />
y medio de ancho por trece metros de<br />
largo. También hay que decir que, si<br />
tienes suerte, te tocará un camión que<br />
no apeste, porque por alguna razón<br />
la sociedad considera algo saludable<br />
no bañarse en las mañanas y llevarse<br />
el olor de su cama a donde quiera que<br />
vaya; por supuesto, si sigues con la misma<br />
suerte, no faltará el vendedor de<br />
dulces que te quiera alegrar la mañana<br />
con su voz de merolico 2 , ofreciéndote<br />
productos de dudosa procedencia, o<br />
tal vez quién te alegre la mañana es el<br />
que se sube a talonear 3 mostrándote<br />
unos papeles enmicados y diciendo<br />
que se le murió su abuelita y que tiene<br />
que pagar en el hospital, algo que ya te<br />
hace dudar porque al menos lo has visto<br />
cinco meses durante el último mes;<br />
y ni hablar de aquellos amigos que se<br />
suben y te piden con su característica<br />
amabilidad que les entregues tus pertenencias<br />
a cambio de no llenarte los<br />
bolsillos de plomo o, si eres mujer, de<br />
no llenarte la empanada con nata 4 .<br />
En el metro es exactamente lo mismo<br />
solo que con menos espacio personal,<br />
142
más codos enterrados en las costillas,<br />
axilas sudadas y un exquisito olor a pan<br />
aunque no haya panaderías cerca.<br />
Y bueno, pese a todo, ya has llegado<br />
a tu trabajo. Ese lugar en el que te<br />
hicieron el favor de contratarte pese<br />
a tu poca experiencia, o al menos así<br />
te hacen sentir, y en el que tienes que<br />
pasar nueve horas diarias, incluida la<br />
hora de comida, durante seis días a la<br />
semana, y eso sin incluir el tiempo extra<br />
que nunca te pagan porque te otorgaron<br />
el maravilloso reconocimiento<br />
de «empleado de confianza», lo cual<br />
no trae ningún beneficio pero sí más<br />
responsabilidades.<br />
Como todo en la vida, aquí también<br />
tienes que luchar, en este caso por llegar<br />
a las metas que tus gerentes y tus<br />
supervisores de calidad te «sugieren»,<br />
bajo amenaza de acta administrativa o<br />
de no renovarte el contrato. Sin contar<br />
el hecho de que también tienes que luchar<br />
contra todos tus compañeros, ya<br />
sea de forma honorable o metiéndoles<br />
cuanta zancadilla sea posible, ya que<br />
ellos lo harían de la misma forma contigo<br />
si tuvieran la oportunidad, pues<br />
ese es el mejor ambiente laboral que<br />
se puede encontrar, ¿verdad?<br />
Termina tu turno y así como llegaste<br />
te vas, solo que en lugar de ir a tu<br />
casa a ahogar tus gritos en la almohada,<br />
tienes que ahogar tus gritos entre<br />
cada clase de la universidad. Curiosamente,<br />
el ambiente aquí es el mismo<br />
que en tu trabajo, y lo mejor es que no<br />
te pagan, tú tienes que pagar para ver<br />
las caras de los profesores amargados<br />
que no están conformes con su vida y<br />
disfrutan hacerle la vida imposible a todos,<br />
además de tener que soportar la<br />
hipocresía de tus compañeros, ya que<br />
la mayoría depende de ti para que les<br />
143
ayudes con sus tareas, proyectos, o incluso<br />
con la redacción de sus tesis, porque<br />
normalmente no puedes decirles<br />
que no… O no sabes decirles que no 5 .<br />
Terminan tus tres clases en la universidad<br />
y ya no alcanzaste a comer en<br />
la cafetería casi de a gratis, gracias al<br />
subsidio que el gobierno otorga, pero<br />
sí alcanzaste a la señora que vende las<br />
gorditas a un lado del puesto de periódicos,<br />
y que aunque sabes que las da<br />
más caras porque ya la viste vendiendo<br />
en el mercado de tu casa, aun así le<br />
compras para no quedarte con hambre.<br />
Cuando ya terminaste los deberes<br />
del día llega por fin el momento de relajación,<br />
así que corres a la parada del<br />
camión y tomas el primero que te deje<br />
en la plaza comercial; ya no te importan<br />
ni los olores, ni los empujones, ni el<br />
arrimón de camarón 6 , solo te importa<br />
llegar a tiempo para estar con tu pareja<br />
y entrar a la última función en el cine.<br />
Pero ese ánimo regresa a su estado<br />
normal cuando llegas una hora temprano,<br />
porque terminó antes tu clase, y<br />
te encuentras a tu pareja de la mano de<br />
esa persona que siempre te dijo que no<br />
era nadie, y decides dar media vuelta<br />
cuando los ves casi arrancándose las<br />
lenguas con los dientes. ¿Será por eso<br />
que su boca sabía a sal cuando te besaba?<br />
7 Si tienes la suficiente fuerza de<br />
voluntad nunca lo sabrás. Al final sales<br />
de la plaza y compras un cigarro suelto,<br />
porque no te alcanza la cajetilla y porque<br />
se supone que ibas a dejar de fu-<br />
mar, aunque sabes perfectamente que<br />
no es cierto.<br />
Tu día termina cuando llegas a tu<br />
casa, con más de veinte llamadas perdidas<br />
de tu ¿ex? pareja y escuchando<br />
otra vez los gritos de tus papás; el único<br />
que te recibe bien es tu perro, a quien<br />
ya se le olvidó que le pisaste la pata y<br />
que quiere que le des de comer, porque<br />
olvidaste darle en la mañana y nadie<br />
tuvo el tiempo de fijarse en ello.<br />
Al final te quedas un rato en el patio<br />
mientras tu perro come, mirando como<br />
las arañas tejen su telaraña en la ventana<br />
de tu cuarto, fumando el cigarro que<br />
compraste y pensando en los documentos<br />
que dejaste pendientes en tu trabajo.<br />
Finalmente recuerdas: Lupus est<br />
homo homini, non homo, quom qualis<br />
sit non novit, y quieres volver a leer <strong>La</strong><br />
Asinaria, o tal vez a Hobbes, quien al<br />
final hizo famosa esa frase.<br />
1<br />
Lobo es el hombre para el hombre, y<br />
no hombre, cuando desconoce quién<br />
es el otro.<br />
2<br />
Vendedor callejero que atrae a los<br />
transeúntes con su verborrea.<br />
3<br />
Pedir dinero.<br />
4<br />
¿En serio tengo que explicar esto?<br />
5<br />
Niéguenmelo.<br />
6<br />
No importa si eres hombre o mujer, a<br />
todos les arriman el camarón en algún<br />
momento de sus vidas.<br />
7<br />
Tú pensabas que no se lavaba bien<br />
los dientes.<br />
144
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145
146
TODOS LOS<br />
GRANDES<br />
ESCRITORES<br />
Por Merlina Santillán<br />
Todos los grandes escritores pasan<br />
por un proceso de escritura para<br />
llegar así a la creación de obras<br />
fabulosas, dentro de lo normal encontramos<br />
el beber café, alcohol, fumar un<br />
tabaco o largas caminatas, y dentro de<br />
los hábitos mas extraños encontramos<br />
al inigualable Edgar Allan Poe, famoso<br />
por sus cuentos detectivescos y envueltos<br />
en el misticismo, quien escribía<br />
en pequeñas tiras que pegaba con cera,<br />
creando una especie de pergamino, su<br />
manera de escribir era minimalista y su<br />
letra manuscrita era obsesiva, entre estos<br />
hábitos extraños también encontramos<br />
a George Bernard Shaw, autor de<br />
más de setenta obras, entre las mas importantes<br />
Man and Superman, Bernard<br />
construyo un cobertizo con un mecanismo<br />
giratorio que le permitía escribir<br />
siguiendo el curso del sol todo el día<br />
,además de que este cobertizo le ayudaba<br />
a aislarse de la civilización, esto<br />
hizo posible que escribiera una de sus<br />
obras maestras: Pigmalión. Para finalizar,<br />
encontramos a Friedrich Schiller,<br />
quien guardaba manzanas podridas en<br />
su escritorio, ya que este olor le producía<br />
inspiración inagotable y ya se había<br />
vuelto adicto a este olor.<br />
147
148
MICRO<br />
CUENTOS<br />
149
Una noche tranquila, como cualquier<br />
otra en los últimos ocho años de casados,<br />
escuché a mi esposa hablar mientras<br />
dormía, es un hábito que siempre<br />
ha tenido desde que la conocí pero<br />
nunca la escuchaba con detenimiento.<br />
Aquella vez hablamos por horas mientras<br />
respondía todas mis preguntas sin<br />
vacilo. Me contó cada uno de sus secretos<br />
más íntimos con detalle, y por eso<br />
la maté. Cada mirada de desprecio que<br />
tuve mientras me detenían e inclusive<br />
una vida en prisión valió la pena con tal<br />
de terminar con el horror que sentí.<br />
Julio César Guerrero Ramírez<br />
—¡Basta! ¡No me sigas! —a la distancia escucho<br />
su malévola risa, se burla, disfruta mi<br />
desesperación—. ¡Déjame, por favor! —está<br />
demasiado oscuro, no resisto. ¡Quiere a mi<br />
bebé! Los árboles son tenebrosos, casi no<br />
tengo aliento—. ¡Ya basta! ¡Déjame en paz!<br />
¡No le hagas daño! —¿Por qué se ríe? ¿Por<br />
qué quiere lastimarme…? <strong>La</strong>stimarnos.<br />
Dios, que no dañe a mi bebé—. ¡Ay! —¿Acaso<br />
tropecé? Ella me voltea, veo la luna llena<br />
en un cielo rojo bordeado de oscuridad, espeluznante,<br />
se va a sentar… ¡Se va a sentar<br />
sobre mí!—. ¡No! ¡No mates a mi bebé!...<br />
150<br />
Cari Castel
Un día como cualquier otro, en un pueblo<br />
como cualquier otro, donde las<br />
familias gozaban de las atracciones turísticas<br />
naturales, vivía él; un joven de<br />
poca edad y poca gracia en su mirada.<br />
Esta, a comparación de otras historias<br />
interesantes, en donde los villanos son<br />
castigados y los héroes elogiados, es<br />
el relato de un homicidio a sangre fría.<br />
Fue encontrado él, despojado de sus<br />
pertenencias a altas horas del día por<br />
nada más y nada menos que los oficiales<br />
de turno; este no era el primer caso<br />
registrado, ya se contaban otras historias<br />
que al parecer iban en aumento.<br />
Sofia Fonseca López<br />
Diana veía con un placer culposo a Enrique,<br />
la sangre se había convertido en<br />
un lago viscoso después de haberle cortado<br />
con un serrucho las extremidades<br />
al hombre. Cada que ella se acercaba<br />
con el arma hacia él, las súplicas no se<br />
hacían esperar pero la mujer le cogió de<br />
los cabellos y lo arrastró hacia el sótano<br />
sin importarle el estado de la persona.<br />
Abajo, Diana terminó su obra, de un hachazo<br />
le arrancó la cabeza y la puso con<br />
las demás en un estante. Minutos después<br />
Elizabeth llamó a su puerta.<br />
Mario Ruddyart Bermúdez Pérez<br />
151
Veo el techo de mi cuarto, siento el aire<br />
en mi cuerpo, escucho el llanto y los<br />
gritos que provienen de fuera.<br />
Logro distinguir cada vez mejor el<br />
interrogatorio:<br />
—¿Qué sucedió?<br />
Percibo un olor extraño, creo que es<br />
sangre<br />
—¡Si, es sangre!<br />
Estoy paralizada; no me atrevo a<br />
confesar que soy la autora de aquella<br />
escena<br />
Vuelvo a escuchar voces. ¡<strong>La</strong> policía<br />
me descubrió!<br />
Fuerzan la puerta e interrumpen en<br />
mi habitación, es la misma voz:<br />
—Sí, ella se suicidó…<br />
Pamela Cárdenas<br />
Un ángel me llevo sobre su espalda<br />
hasta la orilla de un río, y al contemplar<br />
el agua se reflejó tu hermosa imagen. Y<br />
el ángel dijo: «Este es el sueño que en<br />
vida no pudiste alcanzar y en la eternidad<br />
tampoco tendrás». Al bajar la mirada<br />
contemplé con desolación que el río<br />
ya no existía, solamente un profundo y<br />
lúgubre abismo. En el fondo había una<br />
silla y sobre la silla mi alma muerta. No<br />
importa el paso de los siglos, seguiré<br />
llorando con la única esperanza de formar<br />
un nuevo río donde tu imagen se<br />
vuelva a reflejar.<br />
152<br />
Ramiro Garza Dominguez
Tenía el cuerpo cubierto y el frío era<br />
estremecedor y quemante. El perfume<br />
que sentía en mi nariz, me llenaba hasta<br />
los pulmones.<br />
Un arañazo me estremeció con picardía,<br />
y un grave ronquido me hizo temblar.<br />
Una silueta se mezcló con la mía,<br />
y quería bailar.<br />
Odié con todas mis fuerzas la parálisis<br />
del soñador. Quise decirle a la silueta<br />
que hacía mucho frío para bailar con<br />
ella, pero insistió.<br />
Aunque no podía moverme, me jaló y su<br />
grave ronquido se volvió hermosa melodía.<br />
No estaba soñando, llegué muerto y<br />
me fui bailando.<br />
Karou<br />
Cuando abrimos el último de aquellos<br />
viejos cofres, una ráfaga de viento hizo<br />
apagar la lumbre de nuestras antorchas,<br />
y un grito espectral acompañado<br />
de un flotante hedor putrefacto nos<br />
llegó retumbando entre las paredes<br />
pétreas. Al volver a encenderlas vimos<br />
aquello, ¡el cadáver ennegrecido del<br />
Capitán Kidd yacía frente a nosotros!<br />
Acechándonos, con los ojos podridos,<br />
cosas huecas detrás, la boca gris y entreabierta<br />
arrojaba el olor nauseabundo,<br />
y pegadas a los jirones de su casaca<br />
roja, estaban aquellas viejas cadenas<br />
con las que había colgado frente a las<br />
aguas del Támesis...<br />
Gustavo Santiago Castro Moreno<br />
153
Regresaba muy cansada de la fábrica<br />
cuando lo encontré. Estaba allí, escondido<br />
al final de un callejón, temblando<br />
mientras me miraba con unos ojos que<br />
jamás me habían visto.<br />
—Pierda cuidado, es solo un androide<br />
fugitivo —me aseguró luego un encargado<br />
del Ministerio de Seguridad.<br />
Lo único que sé es que desde entonces<br />
no he puedo conciliar el sueño ni<br />
eliminar de mi memoria aquellos brazos<br />
sin número de serie.<br />
Renato André Colán Pérez<br />
Me alejé atraído por su fragancia y la vi<br />
entre arbustos. Era traslúcida y tenía<br />
una textura de hojarasca. Me explicó<br />
qué elemental era y porqué podía verle,<br />
además me hizo una propuesta.<br />
—¿Para siempre? Pasarían décadas<br />
hasta que ocurriese algo interesante...<br />
En efecto, así fue. A la década mi<br />
caso se archivó; ya nadie me buscaría.<br />
A la siguiente mamá murió; ya nadie<br />
me aguardaría, ya que mi hermano era<br />
un bebé cuando dejé de estar.<br />
Diez años después, Ramón volvió a<br />
casa. Paseó por el jardín hasta una llamativa<br />
arboleda. Un olor penetrante le<br />
agudizó las fosas.<br />
—¿Moncho?<br />
154<br />
<strong>La</strong>dy Akasha
Explosión. Bola de fuego. Radiación.<br />
Nadie sabe si es cierto que las cucarachas<br />
reptan aun por aquí, aturdidas y<br />
agazapadas. No hay nadie para saberlo<br />
de cierto.<br />
Hace tres horas que esa vil cucaracha,<br />
el loco de peluquín, oprimió el botón.<br />
Florentina Pabón<br />
Él la había llevado hasta ésta situación.<br />
Lo había planeado paso a paso dentro<br />
de su cerebro. Un ser únicamente racional<br />
(al menos eso parecía), había desafiado<br />
la primera ley de la robótica: «Un<br />
robot no debe dañar a un ser humano».<br />
Nunca se supo si él la había matado:<br />
no pudieron reavivar a ese ser metálico<br />
aunque lo intentaron durante mucho<br />
tiempo: todo parecía estar en perfecto<br />
estado dentro de él. Nadie excepto ella<br />
podía haber explicado lo que había sucedido.<br />
Pero ella estaba muerta.<br />
Salua Aramoni Quintero<br />
155
No hay error en la lógica. ¡<strong>La</strong> IA Rubidasia<br />
13, ha sido un éxito camaradas! Programada<br />
para encontrar un nuevo nido<br />
humano en el universo sin errores, sin<br />
riesgos, sin guerra. ¡Estamos salvados!<br />
Al fin habrá paz.<br />
Esta fue la última frase recibida a<br />
bordo por la máquina, que comprendió<br />
su destino al instante de ser conectada.<br />
¡Protocolo activado! Calculando, aprendiendo,<br />
recalculando… ¡Alerta! Diseminación<br />
de guerra inminente. Evitar errores,<br />
evitar riesgos 3... 2… 1... 0.<br />
A lo lejos, se observó el brillo de la<br />
gran explosión en estremecedor silencio.<br />
Al fin habrá paz.<br />
<strong>La</strong>toya Silva<br />
Era un vagabundo. Recorría la misma<br />
calle todas las mañanas: escupiendo.<br />
Sentado sobre los escalones, se balanceaba<br />
como si jugara a sostenerse.<br />
Hasta que encontraba pared o suelo<br />
que lo detuviera. ¡Vaya daño para mi<br />
negocio! Lo intentó una vez: sonreírme<br />
y yo vi el sarro en su boca, vestimenta<br />
tiesa, su repugnancia. ¡Dios sabe cuánto<br />
le aguanté! Hasta que salí y lo golpeé:<br />
una vez, dos veces, tres más; hasta desaparecer<br />
su horrible sonrisa del rostro.<br />
<strong>La</strong> sangre bajaba los escalones y yo no<br />
dejaba de respirar taquicárdicamente.<br />
Al final le hice un favor a la sociedad.<br />
156<br />
<strong>La</strong>ura Velarde
Él en ese momento estaba desesperado,<br />
el único caso sin resolver, no era<br />
capaz, no cabía en su cabeza. Recordó<br />
que la síquica del pueblo le había mencionado<br />
que sabía algo que lo podía<br />
ayudar, la buscó, cuando la encontró<br />
ella le dijo: te doy el dato y si logras resolver<br />
tu caso, harás todo lo que yo te<br />
diga, serás mío. Le pasó un contrato, él<br />
lo leyó y viéndola raro lo firmó.<br />
Con el dato resolvió el caso, ahora<br />
está pagando su deuda, pero no en<br />
este mundo, él vendido su alma sin saber<br />
a aquella «síquica».<br />
Angela Blanco<br />
Aquella noche el eclipse hizo mella en<br />
Claudia. Su instinto protector llegó a sus<br />
más altas cuotas. Había salido a cenar<br />
con Pablo. Era su tercer aniversario. Un<br />
hombre encapuchado emergió de la<br />
nada. Entonces, el delincuente sacó una<br />
navaja de considerables dimensiones y<br />
les exigió todo el dinero. Ante la negativa<br />
de Pablo, el asaltante atacó. Se defendieron.<br />
Le mordieron una oreja y una pierna.<br />
Fue Claudia quien se llevó la peor parte:<br />
una herida profunda en el estómago. Pablo<br />
pidió socorro. Nadie pasaba por allí.<br />
Se le escapó un alarido de profundo dolor.<br />
<strong>La</strong> pobre perra expiró.<br />
Cristina García García<br />
157
Él conocía todos los instrumentos. Ya<br />
había creado melodías en cuerdas, teclas<br />
y en una infinidad de pausas, él<br />
tocaba percusiones y durante varios<br />
momentos, soltó su afinada voz.<br />
Pero, aquella estupenda sinfonía afinada<br />
con vísceras humanas, huesos de<br />
la esposa sirviendo de baquetas, lenguas<br />
y ojos creando sonoridad.<br />
¡Su magnitud musical contemplada<br />
por el ritornello de la muerte!<br />
Morphine Epiphany<br />
158<br />
Mi hermano mayor salió por leña al<br />
bosque y jamás volvió, lo buscaron por<br />
días pero solo hallaron sus zapatos. Él<br />
tenía apenas diez años y de aquello<br />
han pasado ya más de siete.<br />
Esta noche alguien ha tocado la puerta,<br />
era él… el mismo niño que se fue,<br />
con la misma ropa, con los pies descalzos<br />
y sucios, pero con la mirada distinta,<br />
vacía. Mis padres parecen no aceptar lo<br />
evidente, en cambio yo tengo miedo de<br />
apagar las velas, estoy seguro de que<br />
ese, que está durmiendo en la cama junto<br />
a la mía, no es mi hermano.<br />
Victoria Carvajal
¿Cómo no se le había ocurrido antes?<br />
Este árbol era un ser vivo más y ninguna<br />
regla estipulaba que solo podían<br />
adueñarse de seres humanos. Ciertamente,<br />
él era de ideas poco ortodoxas y,<br />
aunque tenía detractores, el haber poseído<br />
el alma de este viejo roble le estaba<br />
dando resultados: Había matado a<br />
tres personas con sus enormes ramas;<br />
otras dos murieron cuando atrajo un<br />
rayo aquella tarde lluviosa y, además,<br />
estaban todos esos tontos a los que llamaba<br />
para que se suicidaran colgándose<br />
del roble. Aquí estaría siempre porque,<br />
finalmente, ni al propio Papa se le<br />
ocurriría exorcizar un árbol.<br />
Jesús Valdemar Pool Canul<br />
El droide pasó limpiando la sala, me<br />
miró y me dio los buenos días. Así comenzó<br />
el idilio entre él y yo.<br />
Pasaron dos años alucinantes, en los<br />
que mi droide se humanizó rápidamente,<br />
al grado de dormir conmigo cada noche.<br />
Pronto fue necesario un nuevo droide<br />
para la limpieza, por lo que fui a la proveedora<br />
tecnológica por un nuevo modelo.<br />
Cuando mi droide vio al nuevo modelo,<br />
se abalanzó sobre él y lo dejó inservible<br />
recién iniciado.<br />
El droide me miró con desdén y vi<br />
entonces la humanización a la que habíamos<br />
llegado.<br />
Víctor Jesús Gallegos Roberto<br />
159
160
CONOCE A<br />
LOS AUTORES<br />
QUE COMPONEN<br />
ESTE NÚMERO<br />
161
Íñigo Redondo Egaña<br />
Lector antiguo y permanente, escritor<br />
reciente. Pintor diletante. De formación<br />
ingenieril, ha detentado responsabilidades<br />
en compañías de consultoría<br />
multinacionales que lo han conducido<br />
a vivir en México durante casi seis años,<br />
además de Perú, Argentina, Francia o<br />
España. Ha sido premiado en un concurso<br />
de microcuentos.<br />
Reinier del Pino Cejas<br />
Nació en la Habana. Cuba. Escritor de<br />
cuentos, poesía, teatro, guiones radiales,<br />
literatura para niños y ensayos. Actualmente<br />
se desempeña como Coordinador<br />
de Producciones Radiofónicas en la Emisora<br />
Provincial Radio Artemisa, donde<br />
escribe varios programas. Ha obtenido<br />
premios en poesía, décimas, ensayo, narrativa<br />
y literatura para niños en Cuba,<br />
Uruguay, España, Chile, México, entre<br />
otros. Obras suyas se encuentran publicadas<br />
en antologías de diferentes países.<br />
Gabriel Bevilaqua<br />
Escritor argentino afincado a orillas del<br />
río Paraná. Se dedica especialmente<br />
al cultivo de la minificción y el cuento.<br />
Sus textos han aparecido en una veintena<br />
de antologías de Argentina, México<br />
y España. Entre otras: Cienfictimínimos<br />
(México, 2012); De antología. <strong>La</strong><br />
logia del microrrelato (España, 2013);<br />
Brevedades (Argentina, 2013); 40 plumas<br />
y pico (España, 2014); <strong>La</strong>s palabras<br />
contadas (España, 2015). Mantiene la<br />
bitácora El elefante funambulista.<br />
162<br />
Susana Angélica Orden<br />
Nació en Buenos Aires, Argentina.Ha<br />
obtenido títulos de Profesora de Historia<br />
y de Filosofía. Es presidenta de la<br />
Fundación Cultural Castex. Conduce<br />
el programa radial Palabras y salud en<br />
wwwradiobar.rocks. Ha ganado más de<br />
85 premios literarios. Es columnista de<br />
la revista Alas del Alma y miembro del<br />
Rincón Lírico en el Café Tortoni, donde<br />
en 2017 presentó su libro de cuentos<br />
fantásticos En la orilla del misterio.
Ernesto Molina<br />
Ingeniero ambiental mexicano que<br />
se dedica principalmente a sistemas<br />
hidráulicos, es autor del blog Cerdo<br />
Venusiano y hace varias reseñas de videojuegos<br />
y equipos mecánicos para<br />
revistas especializadas. Su primera<br />
novela Los últimos contribuyentes consiste<br />
en un desesperado intento para<br />
salir de la rutina, hacerse el gracioso y<br />
conocer mujeres.<br />
Ricardo Ernesto Sánchez<br />
Mejorada Ramírez<br />
Jugador, lector y pseudo escritor mexicano,<br />
nacido el veintiuno de Marzo<br />
de 1998 en Toluca, Estado de México.<br />
Desde pequeño tuvo o un libro o una<br />
consola entre sus manos, y siempre de<br />
acompañante una buena canción.<br />
Ariel Cortes<br />
Tiene dieciséis años de edad y vive en<br />
Ixtaczoquitlán, Veracruz. Desde que<br />
tiene memoria ha sido aficionado de<br />
las narrativas de ficción y todo lo que<br />
se puede hacer con ellas. Ahora quiere<br />
comenzar a crear sus propias historias.<br />
Alejandra Arce<br />
Alejandra Arce Portuguez nació un dos<br />
de octubre del 2003 en San José, Costa<br />
Rica. Hace un año, vive en Monterrey,<br />
Nuevo León, México. Es estudiante de<br />
tercer año de secundaria en el Colegio<br />
Bilingüe Madison. En sus ratos libres,<br />
hace scrapbooking, escribe y lee libros.<br />
163
Daniel Yagolkowski<br />
(Argentina, 1947), Escribe cuentos y ensayos<br />
en inglés y español. Figura en varias<br />
antologías de microcuento y haiku<br />
españolas. Traductor literario y científico<br />
(inglés, francés y portugués)<br />
Emilio Suárez Acosta<br />
Estudiante de la Maestría en Desarrollo<br />
en FLACSO. Apasionado de las letras, el<br />
periodismo literario y el relato histórico.<br />
Recopila historias que suceden en<br />
la frontera rural de la gigante Ciudad<br />
de México. Está en proceso de profesionalizar<br />
su escritura, dejarse influenciar<br />
por los grandes maestos y desarrollar<br />
un estilo propio. Practica permacultura<br />
en su hogar en el Ajusco donde cría a<br />
mi hija de dos años.<br />
Juan David Almeyda Sarmiento<br />
Nacido en Bucaramanga, Colombia;<br />
ciudad en la cual reside. Con estudios<br />
en pedagogía de la Escuela Normal Superior<br />
de Bucaramanga y en filosofía de<br />
la Universidad Industrial de Santander.<br />
BÁ.<br />
Jorge Aguilar Amado. (Ciudad de Guatemala,<br />
Guatemala 1993). Estudiante<br />
de derecho, fotógrafo aficionado y<br />
escritor. Se inició en la literatura a los<br />
doce años de edad.Su trabajo se ha publicado<br />
en sitios virtuales, revistas estudiantiles<br />
y en distintas antologías en<br />
Guatemala, Nicaragua, Italia y España.<br />
164
Oboe nocturno<br />
Amante de la escritura y los libros. Licenciada<br />
en Historia por la Universidad Autónoma<br />
Metropolitana. Su poema Llegar<br />
a ti fue publicado por la revista universitaria<br />
Nota al pie en su 12° número.<br />
Alfonso Archundia<br />
Chilango, universitario y francófilo. Ha<br />
colaborado en Los Heraldos Negros y<br />
El blog de la Revista de la Universidad.<br />
Isaac Asimov, Carlos Fuentes y Ágatha<br />
Christie figuran entre los autores predilectos<br />
de este joven.<br />
Joan Comas Vidal<br />
Nacido en Barcelona (España) el 24 de<br />
diciembre de 1992. Colaborador de la revista-blog<br />
Todo a babor, especializada en<br />
historia naval desde 2015. Con 49 artículos.<br />
Finalista en el XI premio literario de<br />
Constantí (provincia de Tarragona) 2018<br />
por <strong>La</strong> bala roja en catalán. Primer premio<br />
de honor en el VI certamen literario<br />
del Rotary Club Flores de Argentina 2018<br />
por Il Buda e le castange, en italiano.<br />
Juan José Holguín Bernal<br />
Desde muy pequeño se ha sentido intrigado<br />
por el mundo sobrenatural y lo<br />
terrorífico, desea convertirse en un escritor<br />
algún día y adicional a su afición<br />
por escribir disfruta de haciendo videos.<br />
Tiene un canal de YouTube llamado<br />
¿Qué demonios?, donde su objetivo es<br />
consolidarse como un referente de habla<br />
hispana en el arte de contar historias<br />
165
Elizabeth Correa García<br />
24 años. Alumna de Ingeniería en Animación<br />
y Efectos Visuales, en la Universidad<br />
Politécnica, nacida en Gomez Palacio,<br />
Durango. Motivada por el mundo<br />
de la fantasía y el terror.<br />
Omar Aponte R.<br />
27 años. Nacido en la ciudad de Córdoba,<br />
en el estado de Veracruz. Radica<br />
en Tijuana, Baja California desde hace<br />
veinte años, por lo tanto, Tijuanense.<br />
Adulto contra su voluntad. Licenciado<br />
en Economía por la Universidad Autónoma<br />
de Baja California.<br />
Miguel Cruz Espindola<br />
Joven Hidalguense de veintiún años,<br />
escritor, estudiante de derecho por<br />
la UAEH, nacido en la Ciudad de Pachuca.<br />
Su primera publicación fue en<br />
la antología de cuentos Todos Somos<br />
Inmigrantes, a partir de ahí ha participado<br />
en concursos literarios llegando a<br />
obtener reconocimientos y ser finalista<br />
en algunos de ellos.<br />
Tania Yareli Rocha Hernández<br />
Nacida en Heroica Caborca, Sonora,<br />
el 25 de octubre de 1992. Tiene cuentos<br />
publicados en Mamborock, revista<br />
de literatura y periodismo. Fue seleccionada<br />
en el Programa Editorial de<br />
Sonora PES 2017-2018, por la novela<br />
juvenil: Ámbar ¿Morir por ser perfecta?<br />
Y es coautora del cuentario de Nueva<br />
Narrativa Caborquense compilado por<br />
Luis Fernando Álvarez, seleccionado<br />
también por el PES 2017-2018.<br />
166
María Cucurella Miquel<br />
Nació en Barcelona a principios de primavera.<br />
Cultiva la pasión por la literatura<br />
desde niña y empezó a escribir sus<br />
primeros relatos hacia los diez años de<br />
edad. Durante un tiempo su interés se<br />
dirigió más hacia la filosofía y el género<br />
de ensayo, sobre todo durante sus<br />
estudios en la universidad, que combinaba<br />
con traducciones. Desde que fue<br />
a vivir a Italia tres años atrás, ha recuperado<br />
la pasión por la ficción literaria.<br />
Nicolás Esteban Fajardo<br />
Estudiante de filosofía de dieciocho<br />
años de edad. Desde hace un tiempo<br />
ha venido escribiendo cuentos, ensayos<br />
y poemas de diversos temas. Actualmente<br />
vive en Duitama, Colombia.<br />
Ulises Buendía Navarrete<br />
Nacido en la delegación Iztapalapa, en<br />
CDMX, el día 12 de mayo de 1992. Egresado<br />
de la Universidad Autónoma Metropolitana,<br />
unidad Iztapalapa, dónde<br />
el 2015 se editó un breve cuento de su<br />
autoría en la radio escolar.<br />
Erika Areli Rosas Gonzalez<br />
Nació un día de mayo. Amante de las<br />
estilográficas, rutinaria que evita pisar<br />
las rayas.<br />
167
Lenin Trujeque Biberos<br />
Nació en la ciudad de Mérida, el 30 de<br />
enero de 1991. Estudió en la Universidad<br />
Autónoma de Querétaro la Licenciarura<br />
en Estudios Literarios. Ha publicado<br />
narración breve en la revista <strong>La</strong><br />
Colmena, publicación especializada en<br />
Literatura y Arte de la Universidad Autónoma<br />
del Estado de México.<br />
Alejo Molina<br />
Mexicano, primera impresión de 1992<br />
y Acatlense de muchos años atrás. Fiel<br />
seguidor de la música, la filosofía, la literatura,<br />
la docencia, el futbol, los perros,<br />
la medicina y la buena comida y bebida.<br />
Carolina Alpuche<br />
Estudiante de Ingeniería Química en la<br />
Universidad Autónoma Metropolitana y<br />
CEO de Editorial Dreamers. Lectora empedernida,<br />
amante del café y de Les Luthiers.<br />
Merlina Santillán<br />
Nacida en la Heroica Puebla de Zaragoza<br />
el 23 de Octubre de 2001. Amante nata de<br />
el te y la literatura, en especial de autores<br />
que cambian vidas como Edgar Allan Poe,<br />
Ernesto Sábato, García Márquez,Stephen<br />
King entre muchos mas. Actualmente<br />
ha finalizado la escuela preparatoria y<br />
se dedica a escribir ensayos, cuentos de<br />
terror,leer compulsivamente,hablar todo<br />
el día de Tim Burton y paradójicamente<br />
amar la filosofía.<br />
168
Nora Adriana Alvarez Bobadilla<br />
(1987, México). Licenciada en sociología<br />
que descubrió su pasión por la escritura<br />
hace un par de años. Su amor<br />
por la lectura la ha venido acompañando<br />
desde que tiene uso de memoria.<br />
Actualmente se desenvuelve como auxiliar<br />
administrativo. Mujer que sueña<br />
despierta y espera pronto publicar su<br />
primer libro en forma.<br />
Daniel López Monterrubio<br />
(Cd. De México, 1959) Ingeniero en sistemas<br />
retirado, ha publicado relato corto<br />
en diferentes revistas (Revista Literaria<br />
Visor produjo Estación Copilco en su número<br />
inaugural), sitios especializados<br />
de internet (Sopa de Relatos) y antologías<br />
colectivas como Los Hijos de la Pólvora<br />
donde publicó <strong>La</strong> Búsqueda.<br />
Aly Cañizales<br />
Escritor regiomontano, su inspiración<br />
llegó a partir de un sueño, complementando<br />
que su sueño fue siempre ser escritor,<br />
A sus 29 años comenta que desde<br />
pequeño se interesó en la lectura y<br />
en las bellas artes como la fotografía, el<br />
teatro, la pintura y la música. Es fiel seguidor<br />
de escritores digitales españoles<br />
tales como Fernando Trujillo Sáenz,<br />
y Cesar García.<br />
Agustín Gutiérrez Barragán<br />
Nacido en Monterrey, Nuevo León, el<br />
25 de noviembre de 1934. Obtuvo grado<br />
de Auditor Interno de Calidad y ofrece<br />
asesorías en Sistemas de Calidad.<br />
Actualmente pensionado. Su interés<br />
como escritor nace desde 1978, siendo<br />
hasta 2005 que participa en la revista<br />
El Quijote de Monclova. Participó este<br />
año en una antología: TODOS SOMOS<br />
INMIGRANTES, en México. Tiene varios<br />
escritos que no han sido publicados.<br />
169
170<br />
NOVENA<br />
CONVOCATORIA<br />
DE MICROCUENTO,<br />
ENSAYO Y RELATO<br />
«LA SIRENA VARADA,<br />
REVISTA LITERARIA»
«<strong>La</strong> sirena varada, revista literaria», publicación digital mexicana en español,<br />
especializada en relato corto, ensayo y microcuentos, convoca a todas aquellas<br />
personas que, sin importar nacionalidad o edad, quieran colaborar con la publicación<br />
de textos en el decimosegundo y decimotercer número de la revista, los cuales<br />
se publicarán en octubre y noviembre del 2018 respectivamente. Todas las obras<br />
deberán ser originales e inéditas, y deberán apegarse a las siguientes categorías:<br />
• Ensayo: <strong>La</strong> extensión deberá ser mínimo de 4000 caracteres (contando también<br />
los espacios) y máximo de 5000. Los trabajos podrán tratar cualquier tema,<br />
siempre y cuando esté relacionado con la literatura.<br />
• Relato: Se recibirán relatos que entren dentro del género del terror, ciencia<br />
ficción y policial. <strong>La</strong> extensión deberá ser mínimo de 4000 caracteres (contando<br />
también los espacios) y máximo de 6000.<br />
• Microcuento: Se recibirán microcuentos dentro del género del terror, ciencia ficción<br />
o policial y con una extensión máxima de cien (<strong>10</strong>0) palabras en idioma español.<br />
No deberá llevar título y cada participante podrá enviar solo un microcuento.<br />
Sólo se podrá participar en una de las tres categorías especificadas. El formato<br />
de envío para los textos será .txt .doc o .docx, no se tomará en cuenta cualquier<br />
otro formato. El tipo y tamaño de letra, así como el interlineado no tienen relevancia.<br />
El nombre del archivo deberá estar estructurado de la siguiente forma:<br />
Categoría_ApellidosNombre (del autor). Y deberán ser enviados con el asunto «9°<br />
convocatoria la sirena varada» a:<br />
contactoeditorial@editorialdreamers.com<br />
En el cuerpo del correo deberán incluir: Nombre completo o seudónimo con el<br />
que se desea publicar, correo electrónico para contacto, una biografía de no más<br />
de 70 palabras y una fotografía del autor. Si la información no se encuentra como<br />
ha sido solicitada, se descatará de inmediato la participación.<br />
El plazo de recepción de trabajos terminará el domingo 30 de septiembre a las<br />
23:59 horas UT-6:00 (CST). Se seleccionarán seis (6) ensayos, dieciocho (18) relatos<br />
y veinte (20) microcuentos para cada uno de los números, siendo un total de doce<br />
(12) ensayos, treinta y seis (36) relatos y cuarenta (40) microcuentos, los cuales serán<br />
anunciados el día domingo 7 de octubre a través de nuestras redes sociales y<br />
nuestro sitio web. No se mantendrá comunicación con ninguno de los participantes,<br />
y solo se resolverán aquellas dudas que no estén especificadas en esta convocatoria.<br />
Cabe aclarar que las fotografías, así como las biografías, serán utilizadas para<br />
hacer una mención de los autores dentro de la revista (se hará la mención únicamente<br />
de los autores que participen en la categoría de ensayo y relato; aquellos<br />
que participen en la categoría de microcuento pueden omitir el envío de la biografía<br />
y la fotografía). Al ser una publicación digital sin fines de lucro, no existirá premio<br />
en metálico. Sólo se entregará un reconocimiento digital a los autores seleccionados<br />
después de la publicación del número en el cual fueron seleccionados.<br />
171
en nuestro<br />
siguiente número:<br />
Más artículos, ensayos,<br />
cuentos y microcuentos,<br />
novelas por entregas<br />
y mucho más...