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La Sirena Varada: Año II, Número 10

El décimo número de "La Sirena Varada: Revista literaria"

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· NOIR · CIENCIA FICCIÓN · TERROR ·<br />

<strong>La</strong> sirena varada<br />

R E V I S T A L I T E R A R I A<br />

es una publicación de<br />

EDITORIAL DREAMERS<br />

libros digitales, gratuitos y legales<br />

LA SIRENA VARADA: REVISTA LITERARIA BIMESTRAL<br />

<strong>Año</strong> 2, N° <strong>10</strong>, agosto 2018 es una publicación mensual<br />

editada por Digital Robotic Entity Assembled for Masterful<br />

Editing and Rational Sabotage S.A.S. de C. V.:<br />

Tlalnepantla de Baz, C.P. 54170, Estado de México, México.<br />

www.editorialdreamers.com<br />

Director y editor responsable: José Luis Vázquez<br />

Ilustración de portada: Alexandra Petruk<br />

Ilustraciones: The British Library’s collections<br />

<strong>La</strong>s opiniones expresadas por los autores no necesariamente<br />

reflejan la postura del editor, sin embargo, la<br />

editorial respalda todas las opiniones al aceptar su aparición<br />

en esta revista.<br />

Queda estrictamente prohibida la reproducción total o<br />

parcial de los contenidos e imágenes de la publicación<br />

sin previa autorización de Digital Robotic Entity<br />

Assembled for Masterful Editing and Rational Sabotage<br />

S.A.S. de C. V. o los respectivos autores.<br />

© 2018<br />

DIGITAL ROBOTIC ENTITY ASSEMBLED<br />

FOR MASTERFUL EDITING AND<br />

RATIONAL SABOTAGE S.A.S. DE C.V.<br />

todos los derechos reservados<br />

SOBRE<br />

ESTE<br />

NÚMERO<br />

El arte, como disciplina, es una actividad<br />

que está cayendo en desuso.<br />

¿Por qué? Eso es muy sencillo de responder:<br />

no deja dinero.<br />

Y es que en estos tiempos en los que<br />

lo más importante es tener la cartera<br />

llena que cualquier otra cosa, y son pocas<br />

personas son las que van a dedicarse<br />

a hacer algo, cualquier cosa, si esto<br />

no les representa un beneficio económico<br />

a corto o largo plazo.<br />

Debido a esto, pocos son los espacios<br />

que realmente ofrecen un escaparate<br />

al verdadero arte.<br />

Y sí, me atrevo a hablar de verdadero<br />

arte porque no tolero la idea de que<br />

unas cubetas de colores llenas de agua<br />

que, supuestamente, representan a la<br />

Ciudad de México sean consideradas<br />

como una obra de arte y tengan espacio<br />

en un museo...<br />

Los pocos espacios que ofrecen un<br />

espacio al arte regularmente no están<br />

a la vista del espectador, hay que buscarlos,<br />

ya sea en persona o por internet<br />

(porque hay más talento en DevianArt<br />

que en las exposiciones que hacen sobre<br />

el grafitti en el museo del Chopo o<br />

en el museo Jumex), y los espacios que<br />

sí están a la vista del expectador dependen<br />

de curadores que, o buscan quedar<br />

bien con quien está poniendo el dinero<br />

de sus sueldos, o con los amigos del director<br />

que le están pasando donativos<br />

jugosos, o incluso por seguir la moda y


las tendencias que el arte posmoderno<br />

está tratando de imponer.<br />

¿Pero por qué pasa eso? Pues porque<br />

deja dinero, no hay mayor respuesta.<br />

<strong>La</strong>s galerías de arte son los que, actualmente,<br />

deciden quién tiene derecho<br />

de ser llamado artista y quien no,<br />

porque finalmente esos artistas son los<br />

que van a tener un contrato con ellos y<br />

la venta de sus obras les va a generar<br />

una ganancia muy buena. El dinero es<br />

el que manda.<br />

Tristemente eso pasa también con la<br />

música, el teatro, y la literatura.<br />

¿Hay solución? Yo no lo creo, porque<br />

la tendencia de nuestra sociedad<br />

es siempre hacia el consumo y eso no<br />

va a cambiar, aunque las ideologías de<br />

izquierda se empeñen en creer lo contrario,<br />

finalmente el hombre es egoísta<br />

por naturaleza y siempre va a buscar su<br />

beneficio, ya sea por los medios correctos<br />

o chingando a los demás.<br />

Con esto no quiero decir que no les<br />

debe de gustar lo que está de moda,<br />

porque ni soy esnob ni soy mamón,<br />

como muchos intelectuales de Starbucks<br />

suelen ser, pero si les quiero decir<br />

que no solo se centren en las modas,<br />

busquen por otros lados, consuman<br />

también los productos que los artistas<br />

independientes producen pues, finalmente,<br />

el éxito para muchos de ellos<br />

no está en lo económico, sino en la satisfacción<br />

de haber creado algo.


18<br />

ESCRIBIR CUENTOS<br />

DE CIENCIA FICCIÓN<br />

34<br />

ESCRIBIR EN TIEMPOS<br />

DE OSCURIDAD<br />

50<br />

EQUIVOCARSE<br />

66<br />

EL POEMA<br />

DE LA REALIDAD


82<br />

EL ARTE<br />

Y LO COTIDIANO<br />

98<br />

MITO<br />

E INFANCIA<br />

<strong>10</strong>2<br />

138<br />

SELECCIÓN<br />

DEL EDITOR<br />

120<br />

NUESTROS<br />

ARTÍCULOS<br />

148<br />

NOVELAS POR<br />

ENTREGAS<br />

MICROCUENTOS


¿CUÁL ES LA FRASE<br />

MÁS PELIGROSA<br />

QUE PUEDE<br />

PRONUNCIAR<br />

UN HUMANO?<br />

Por Ricardo Ernesto Sánchez Mejorada Ramírez<br />

6


<strong>La</strong> violencia es algo que ha germinado<br />

fructíferamente en el ser<br />

humano con el paso del tiempo,<br />

llegando así a formar parte indispensable<br />

del proceso evolutivo y tecnológico<br />

al que nos hemos visto sometidos a lo<br />

largo de los siglos. Cosas que tampoco<br />

escasearon cuando decidimos poner<br />

nuestra mirada en las estrellas, con el<br />

deseo de los antiguos conquistadores<br />

de conocer y apropiarnos de estas desconocidas<br />

tierras escondidas entre la<br />

negrura del espacio.<br />

Pero para responder a esto no podemos<br />

limitarnos a una vulgar amenaza,<br />

pues cualquier especie que habite en<br />

esta galaxia es perfectamente capaz de<br />

acabar con la vida de un ser humano,<br />

descartando así a la agresividad arcaica<br />

como el verdadero peligro detrás<br />

de una frase humana. Por otro lado se<br />

presenta una simple Idea, pero tampoco<br />

puede esta ser descartada de inmediato,<br />

pues una idea no distingue fronteras,<br />

razas o sexos, no es importante<br />

para ella si la comprenden, ni tampoco<br />

le causa mayor problema el cómo<br />

pueden llegar a interpretarla, lo único<br />

que tiene una verdadera relevancia en<br />

la vida de una Idea es su propagación,<br />

pues la efectividad de la misma se basa<br />

únicamente en cuantas mentes pudo<br />

cambiar, cuantas fantasías pudo generar,<br />

y de cuantos sueño se le pueden<br />

atribuir a su autoría.<br />

Como la más infecciosa de las fiebres<br />

es capaz de esparcirse por el mundo<br />

con la misma facilidad con la que una<br />

mancha de pintura le roba el panorama<br />

a un lienzo en blanco, una idea cumple<br />

su propósito al arrebatar a la población<br />

de un país de su idiosincrasia ya establecida.<br />

Todo esto por medio de una infección<br />

(en algunos casos voluntaria) que<br />

es capaz de generar envidia en el más terrible<br />

de los parásitos, pues se presenta<br />

como una utopía para su existencia. Si<br />

acaso, el idioma es en ocasiones el único<br />

freno que suele ver en toda su vida, y<br />

digo freno a propósito, pues en ningún<br />

momento es capaz de frenar como tal su<br />

incipiente conquista incorpórea.<br />

Llegados a este punto, considero<br />

bastante sencillo entender el peligro<br />

que supone el esparcimiento aleatorio<br />

e indiscriminado de ideas, y aún así no<br />

todas las ideas son capaces de impactar<br />

al mundo de la forma que otras lo<br />

han hecho en el pasado, lo cual nos<br />

lleva a los nutrientes que requiere una<br />

idea para convertirse en la suprema expresión<br />

de la capacidad humana a la<br />

que nos referimos con anterioridad.<br />

• Un ser capaz<br />

• Una idea<br />

• Un pueblo para compartirla<br />

Lo más complicado de esta receta se<br />

encuentra en encontrar un ser que se<br />

pueda clasificar como «capaz», pues<br />

aún no es posible identificar las características<br />

aisladas que lo llegan a conformar,<br />

pues como tal, solo ha existido<br />

un ente así en toda la historia de nuestra<br />

tan querida especie.<br />

Todo esto cambió cuando este único<br />

ser humano «capaz» decidió ceder su privilegiado<br />

lugar a todos los seres humanos<br />

del planeta. Dando así el primer paso<br />

para lo que se convertiría en la Gran Peregrinación<br />

del hombre hacia las estrellas.<br />

Cualquier parásito se hubiera visto<br />

asqueado de presenciar el desastre que<br />

provocó la introducción del ser humano<br />

dentro de la población espacial.<br />

Klogs, Resps, Tranus y Artens tuvieron<br />

su primer contacto con otra especie<br />

inteligente portando el papel de víctimas,<br />

ya que al ser las primeras especies<br />

7


que nos encontramos en nuestra sanguinaria<br />

expedición, todo preparado a<br />

la perfección por nuestros antepasados<br />

en las incontables guerras en las cuales<br />

con enfrascamos unos con otros. <strong>La</strong>s<br />

despiadadas conquistas del macedonio<br />

Alejandro durante su incursión en<br />

la India, pecaban de inocentes frente<br />

al exterminio suscitado por el miedo<br />

y el desconcierto a lo desconocido y,<br />

principalmente, a lo que la humanidad<br />

fracasaba en controlar.<br />

Tanto el arte como la guerra comparten<br />

ciertos factores que los vuelven<br />

más parecidos de lo que uno podría<br />

deducir a primera vista. Una de estas<br />

características es la necesidad de una<br />

correcta ejecución para que se obtenga<br />

el resultado deseado, el repentino<br />

brote de creatividad expresado en una<br />

brillante aplicación de conocimientos<br />

previos, suele dar como resultado un<br />

nuevo tipo de técnica, que, dependiendo<br />

del resultado, puede llegar a consolidar<br />

un nuevo paradigma en cualquier<br />

ámbito que se plantee. Y eso fue justamente<br />

lo que hicimos...<br />

¿En qué momento Dios decidió que<br />

nuestros sueños serían los que reinaran<br />

por encima de los del resto? O viéndolo<br />

con una diferente perspectiva…<br />

¿Qué tan lejos nos encontramos de él<br />

en este momento? Babel se pierde en<br />

el oscuro fondo de un pozo el cual hace<br />

tanto tiempo dejamos atrás.<br />

Y aquí nos encontramos, como los<br />

líderes autoproclamados de la galaxia,<br />

con un planeta disponible para los deseos<br />

de cualquier ser humano, sin importar<br />

las suplicas o clemencias de las<br />

especies inteligentes, o la bendita ignorancia<br />

procedente de especies menos<br />

desarrolladas; el sentimiento de superioridad<br />

se esparció por el universo al<br />

paralelo del exterminio, ambos de la<br />

mano de los hijos del hombre.<br />

Y aun viendo mi sueño cumplido, soy<br />

incapaz de identificar las cualidades<br />

que en cierto momento me maravillaban,<br />

aquellas que yo mismo proclamaba<br />

como parte intrínseca de nuestra<br />

humanidad. Ahora veo mi error. Me veo<br />

en la abrupta necesidad de reconocer<br />

que nunca merecí el nombrarme a mí<br />

mismo como «capaz» Y siento una necesidad<br />

de corregir el rumbo que hemos<br />

tomado. Así que…<br />

Creo que tengo una idea…<br />

8


LIBROS<br />

GRATIS<br />

www.editorialdreamers.com<br />

9


<strong>10</strong><br />

¿HACHA<br />

O NAVAJA?<br />

Por Ariel Cortes


Es una pésima idea —dijo Paulina<br />

después de que le conté mi plan, por<br />

supuesto que ella no podría entenderlo,<br />

pero a alguien se lo tenía que decir<br />

ahora que la fecha de mi viaje se acercaba.<br />

Solo era cuestión de días para que<br />

pudiera poner en marcha mi gran plan<br />

y la espera era agonizante, así que decidí<br />

visitarla para poder compartir con alguien<br />

mis ideas, de cualquier modo ella<br />

siempre había sabido de mi proyecto y<br />

era alguien en quien podía confiar.<br />

—Has estado mucho tiempo trabajando<br />

en esto, solo mira cómo te has<br />

puesto por casi no comer ni dormir, ¿y<br />

lo utilizarás para esto?<br />

—En mi opinión mi objetivo es más<br />

que suficiente, dentro de pocas semanas<br />

seré lo suficientemente rico para<br />

no tener que preocuparme por dinero<br />

el resto de mi vida —le contesté.<br />

—Supongo que sí, pero cuando comenzaste<br />

todo esto imaginaba que<br />

utilizarías el artefacto para algún fin<br />

más científico o algo que ayudara a la<br />

humanidad, no que sería solo una herramienta<br />

para ganar la lotería —no<br />

parecía estar muy contenta con lo que<br />

le había dicho, ni tan interesada como<br />

había esperado que lo estuviera.<br />

—Podría, pero no estoy del todo seguro<br />

de lo que podría llegar a ocurrir. He<br />

visto muchas películas, pero nada de lo<br />

que ahí se ve es seguro y dudo mucho<br />

que pueda confiar en mi suerte para<br />

hacer ese tipo de cosas. Después de<br />

todo, con el tiempo no se juega.<br />

—¿Qué acaso no es un juego lo que tu<br />

planeas hacer con eso?<br />

—¡Claro que no! He estado trabajando<br />

muy duro como para tomar mi proyecto<br />

como un juego. Ya lo he planeado<br />

todo de manera más que detallada. En<br />

diez días revisaré los números y haré<br />

el viaje. El monto de mi victoria será<br />

de cuarenta y cinco millones de pesos,<br />

sumando las tres loterías, he revisado<br />

bien que ninguna de las tres esté relacionada<br />

con la otra para que las sospechas<br />

sean menores, y de cualquier<br />

modo no podrían probar nada. Cualquier<br />

rastro que deje será borrado junto<br />

con esta línea del tiempo.<br />

—Cuando lo dices suena raro, es<br />

como si yo fuera a desaparecer de la<br />

existencia. ¿Moriré cuando lo hagas, o<br />

solo transcurrirán los días como siempre,<br />

excepto que tú estarás en algún<br />

otro lado haciéndote rico sin mí?<br />

—No lo sé, pero no te preocupes por<br />

eso, planeo compartir mi dinero contigo<br />

cuando mi plan este hecho, o incluso<br />

podría llevarte conmigo, aunque<br />

preferiría que no fuera así, es muy peligroso<br />

y ni yo mismo estoy seguro de si<br />

lo lograré o solo explotaré.<br />

—¿De verdad no lo has probado ni<br />

una sola vez? —su preocupación parecía<br />

crecer.<br />

—Lo probé con las ratas, y pase bastantes<br />

días tratando de averiguar si las<br />

había enviado al pasado o al futuro, solo<br />

sé que realicé tres viajes y solo una rata<br />

llegó, según la etiqueta que traía puesta<br />

se suponía que sería la cuarta que envié,<br />

pero llegó antes de que la lanzara.<br />

Quizás las otras tres están en distintas<br />

líneas del tiempo con dobles del mismo<br />

modo que yo tengo dos número cuatro.<br />

—¿Dos? Pero eso significaría que<br />

cuando tú viajes te vas a encontrar con<br />

otro tú, el del pasado.<br />

—Preferiría no hablar de eso, por supuesto<br />

que ya tengo contemplado eso, pero<br />

creo que será la parte más difícil del viaje.<br />

—¿A qué te refieres? —parecía saber a<br />

lo que me refería, pero de todos modos<br />

quería confirmarlo.<br />

11


—Tú sabes, no puede haber dos yo<br />

en el mismo lugar. Al principio pensé<br />

en inventarme un hermano gemelo<br />

secreto, y otras fantasías tontas, pero<br />

el único plan que tendría sentido seria,<br />

bueno, ya sabes.<br />

—¿Planeas asesinarte?<br />

—Sí, eso. No quiero pensar en lo difícil<br />

que será, pero no tengo otra opción.<br />

Trataré de hacerlo rápido y sencillo.<br />

—Estás llevando esto demasiado lejos.<br />

Será una creación del artefacto, pero<br />

también serás tú mismo, un ser humano,<br />

matarlo sería casi desquiciado.<br />

—Viajaré en el tiempo, creo que todo<br />

el asunto ya es bastante desquiciado.<br />

—¿Te dispararías solo por dinero?<br />

—Será mucho dinero, y no será un disparo,<br />

no tengo una pistola y no estoy<br />

seguro de donde podría conseguir una<br />

así que usaré un hacha.<br />

—Has perdido el juicio.<br />

—¿Crees que debería de usar una navaja?<br />

Quizá el hacha haga mucho desastre,<br />

y limpiarlo será más difícil.<br />

—Hacha o navaja será absurdo de todos<br />

modos. Esto es un acto de ambición<br />

desmedida. Cuando comenzaste parecías<br />

seguro de hacer una diferencia en<br />

el mundo, de utilizar el artefacto para<br />

fines magníficos que ayudaran a las personas,<br />

y ahora planeas tu propio asesinato…<br />

¿Qué te ha pasado? ¿Qué has<br />

perdido la razón y caído en la locura?<br />

—Creo que fue mucho esperar que<br />

comprendieras mis intenciones. Este<br />

artefacto no puede traerme mayor uso<br />

que el que le estoy dando, y no confió<br />

12


en nadie, ni siquiera en mí mismo, para<br />

usarlo de otro modo, por lo que lo destruiré<br />

en cuanto termine mi plan.<br />

—Para entonces será muy tarde, ya habrás<br />

cometido la atrocidad que planeas.<br />

—Una atrocidad necesaria, he trabado<br />

mucho para detenerme por ello ahora.<br />

Me voy, y espero que la próxima vez que<br />

nos veamos ya puedas comprenderme.<br />

Salí y decidí caminar a casa, estaba solo<br />

a seis manzanas y tenia muchas cosas<br />

que pensar. Y es que la conversación que<br />

había tenido con Paulina me había dejado<br />

una duda que no quería salir de mi cabeza,<br />

¿debería de usar el hacha o una navaja? El<br />

hacha parecía más eficaz para la tarea,<br />

pero la navaja podría ser más limpia y dejaría<br />

menos rastros, además de que sería<br />

mucho más fácil de manejar, con el hacha<br />

tal vez mi otro yo podría dar más pelea y<br />

escapar. Era una lástima porque ya tenia<br />

lista esa hacha desde hace tiempo, pero<br />

creo que no había pensado en las desventajas<br />

que me hubiera traído usarla, contra<br />

todas las ventajas que implicaba la navaja.<br />

Aunque un golpe certero con el hacha podría<br />

finalizar el trabajo rápido, sin gritos, la<br />

navaja tardaría más en asesinarme.<br />

Mientras mantenía mi debate conmigo<br />

mismo escuché algo caer detrás de<br />

mí, quise voltear para ver que era, pero<br />

una mano fue puesta sobre mi boca<br />

mientras sentía el frio acero contra mi<br />

cuello. <strong>La</strong> sangre no tardó en salir, del<br />

mismo modo que la fuerza me dejaba,<br />

pero aun tuve unos segundos antes de<br />

morir para darme cuenta de algo: al final<br />

había escogido la navaja.<br />

13


14<br />

ASIA GREEN<br />

Por Alejandra Arce


—¡Buenos días, Asia! —Camila me saluda<br />

con un gran abrazo y un beso.<br />

—¡Hola, Cami! ¿Cómo estás? —nos<br />

sentamos en una mesa para dos en<br />

nuestra cafetería favorita.<br />

—Bien. Oye, ¿cómo va el trabajo? Oí<br />

que Jefferson salió de la cárcel —me<br />

mira de una forma muy misteriosa y<br />

atemorizante mientras bebe su café.<br />

—Pues, bien por él, cumplió su condena.<br />

—¿No lo extrañas? Hace mucho que<br />

no lo ves —me mira con una cara bastante<br />

insinuante.<br />

—¡Por Dios, Camile! Claro que no.<br />

Hace muchísimo, como tú dices, no lo<br />

veo y estar con él sería sinónimo de<br />

perder mi trabajo. Además, después de<br />

todo lo que ha hecho, no creo que mis<br />

amigos de la comisaría me vuelvan a<br />

ver de la misma manera —bebo de mi<br />

café mientras la fulmino con la mirada—.<br />

Además, ni le importo. Nunca le<br />

he importado.<br />

Jefferson ha sido el mayor criminal<br />

que ha existido desde que todo el<br />

mundo volvió a la normalidad. Cuando<br />

éramos mundo y teníamos continentes.<br />

Cuando éramos más poderosos y grandes.<br />

Jefferson ha sido un demonio que<br />

se ha colado en la mente de todos los<br />

policías de Pangea. Jefferson es la persona<br />

que robó mi corazón, solamente<br />

para utilizarlo.<br />

Me estremezco al recordar todo. Me<br />

da mucho miedo pensar que ese homicida<br />

está en las calles. Probablemente<br />

pensando cuál será su próxima víctima.<br />

Camila se da cuenta de mi lucha interna<br />

y me agarra la mano.<br />

—Asia, todo va a estar bien —sonríe y<br />

me ve con esos ojos verdes, que siempre<br />

me consuelan.<br />

Camila ha sido mi mejor amiga desde<br />

que tengo memoria. Su papá, que era<br />

de origen africano, y su única familia,<br />

murió cuando Cami tan sólo tenía diez<br />

años. Por lo que mi familia la hospedó.<br />

—Ah… Me tengo que ir —Camila me<br />

saca de mis pensamientos y me devuelve<br />

a la actualidad.<br />

—¿Por qué? —le pregunto mientras<br />

ella guarda su celular en el bolso.<br />

—Me llamó mi jefa, quiere que esté en<br />

Canfis en diez minutos, espero que no<br />

haya tráfico.<br />

—Lo dudo, es bastante tarde como<br />

para que haya tráfico. Nos hablamos<br />

luego —me levanto y la abrazo.<br />

—No te preocupes por Jeff, no va a<br />

pasar nada —Camila me ve con una<br />

gran sonrisa y va hacia la puerta.<br />

—Espero que así sea.<br />

Me estoy terminando el café que compré<br />

mientras veo el periódico. Veo un artículo<br />

que me llama mucho la atención,<br />

porque no suelo oír a ningún periodista<br />

mencionando el mundo anterior.<br />

Extraterrestres, ¿mito o realidad?<br />

¿Qué pasaría si un extraterrestre<br />

nos pregunta qué pasó con el mundo?<br />

Este artículo le va a explicar a<br />

usted lo qué le pasó al mundo y por<br />

qué Asia Green lo quiere ocultar…<br />

Absurdo, yo no lo quiero ocultar. Cierro<br />

el periódico con enfado y reflexiono lo<br />

que acabo de leer. Todos saben lo que<br />

pasó. China y Estados Unidos empezaron<br />

la guerra. Luego, cuando Japón<br />

e Inglaterra se vieron afectados por la<br />

batalla, formaron una alianza para atacar<br />

a los otros países, por lo que crearon<br />

unas bombas.<br />

Esas bombas provocaron una explosión<br />

que hizo que la tierra se hundiera,<br />

matando a miles de personas. Los<br />

15


científicos nunca se explicaron por qué<br />

sucedió aquello y menos yo, un policía.<br />

Luego, las personas que quedaron vivas<br />

se escondieron durante un año. Después,<br />

empezaron a investigar si quedaba algo<br />

más de tierra. Según los que fueron a investigar,<br />

solamente hay un veinte por ciento<br />

de tierra. Ese suelo ahora se llama Pangea.<br />

Pangea tiene tres estados. Lunfis, es<br />

donde se produce la comida y la energía.<br />

Canfis es donde las personas trabajan. Y la<br />

capital, Menfis. En Menfis es donde está la<br />

policía, los bomberos y los hospitales.<br />

Yo trabajó en la policía. Soy la directora<br />

del departamento judicial de<br />

Pangea, por lo que yo soy como la presidenta.<br />

Me da asco pensar eso, los presidentes<br />

en el pasado no eran muy bien<br />

vistos por las personas.<br />

Mi padre era antes el director. Hace<br />

un año sufrió un grave accidente que lo<br />

dejó en una silla de ruedas, por lo que<br />

yo tomé el cargo. Richard, mi papá, es<br />

un líder nato. Yo, en cambio, no sé si<br />

sea buena. Los periodistas siempre hablan<br />

de mí, no de muy buena manera.<br />

Ellos creen que soy una criminal, porque<br />

tuve una relación con Jefferson.<br />

Me levanto de la mesa y le dejo una<br />

propina al mesero, mientras me voy a<br />

trabajar a la comisaría.<br />

Cuando entro a la comisaría, Marco<br />

me sonríe. Él me irrita bastante.<br />

—¡Hola, Asi! —me habla con una voz<br />

muy acaramelada que me da un poco<br />

de asco. En sus manos tiene unos papeles—.<br />

El caso de Jefferson… —dice<br />

mostrándome los papeles.<br />

—¿Qué quieres que haga con eso? —le<br />

pregunto mordazmente.<br />

Marco es uno de mis mejores agentes.<br />

Es muy bueno en lo que hace y si<br />

16


no fuera porque me coquetea tanto, tal<br />

vez sería más agradable estar con él.<br />

—Pues… —Marco se acerca aún más<br />

a mí—, pensaba que te iba a interesar<br />

lo que hace tu exnovio —levanto la cabeza<br />

de golpe y Marco retrocede. Estábamos<br />

muy cerca.<br />

—¿Por qué dices eso? —le pregunto<br />

mientras veo sus ojos azules, y después<br />

alzo una ceja.<br />

—Jefferson estuvo en un lugar bastante<br />

oscuro ayer por la noche —levanta<br />

unas fotos del montón de papeles<br />

que tiene en las manos y me las enseña—.<br />

Es el laboratorio abandonado de<br />

Canfis —veo las fotos con mayor detenimiento<br />

y reconozco el laboratorio.<br />

Era donde producían drogas. En la foto,<br />

Jefferson entra al laboratorio.<br />

—No te preocupes, esta mañana investigamos<br />

el lugar. No hay rastro de droga —por<br />

fin vuelvo a respirar. No me había dado<br />

cuenta que estaba aguantando la respiración<br />

durante todo este tiempo—. Pero puede<br />

que no le haya funcionado el lugar y que<br />

solo lo haya inspeccionado.<br />

—Bueno, avísame si pasa algo más —le<br />

digo mientras me encamino hacia mi oficina.<br />

—Ok, A.<br />

Abro la puerta de mi oficina y me encuentro<br />

una cosa fuera de lugar. Hay<br />

un fuerte olor a fragancia masculina,<br />

que me hace recordar algo, pero no sé<br />

qué. Entro a la oficina y cierro la puerta,<br />

mientras saco la pistola de mi bolso.<br />

Camino hacia mi escritorio buscando<br />

algo o alguien, pero no encuentro nada.<br />

—<strong>La</strong> pistola no es necesaria, amor —esa<br />

voz, esa fragancia. Jefferson.<br />

Antes que pueda decir algo o hacer algo,<br />

mis piernas tiemblan y siento un fuerte<br />

dolor en mi pecho. Jefferson me disparó.<br />

17


ESCRIBIR<br />

CUENTOS DE<br />

CIENCIA FICCIÓN<br />

Por Daniel Yagolkowski<br />

Para entrar en tema, primero diremos<br />

cuál es nuestra definición de ciencia<br />

ficción: es el género literario comprendido<br />

dentro de lo fantástico que narra<br />

una situación ficcional, pero con una<br />

base científica plausible que es el eje de<br />

la narración y que, al completar la lectura<br />

de la obra, deja al lector con la sensación<br />

de que eso podría involucrarlo a él.<br />

Una base científica posible es aquella<br />

que responde a los conocimientos<br />

18<br />

actuales sobre algún fenómeno: el<br />

viaje en el tiempo es imposible según<br />

lo que sabemos pero, por otra parte,<br />

¿qué pasaría si alguien pudiera hacerlo?<br />

¿Qué ocurriría y cuáles serían las<br />

consecuencias? CF significa cuestionar<br />

lo aceptado y plantear otra posibilidad,<br />

pero que debe tener su lógica propia: a<br />

eso se lo llama plausibilidad.<br />

En la CF podemos cuestionar los conocimientos<br />

científicos aceptados e,


incluso, rechazarlos y crear otros, pero<br />

debemos tener cuidado de crear una<br />

lógica que explique esos cambios.<br />

El otro punto esencial es que el lector<br />

quede con la sensación de que quizá lo planteado<br />

en nuestra obra podría ocurrirle a él.<br />

Éste es, quizá, el aspecto más espinoso:<br />

hacer C.F. no significa poner un<br />

plato volador acá, un alienígena por<br />

allá y alguno que otro robot, sino que<br />

debemos involucrar a nuestro lector.<br />

Julio Verne fue, innegablemente, un<br />

autor que tuvo una envidiable visión<br />

anticipatoria (el submarino de Nemo, la<br />

máquina aérea de Robur, la previsión<br />

de lanzar un cohete a la Luna desde la<br />

península de Florida, para reducir el<br />

peligro de que cayera en un centro poblado<br />

en caso de accidente…), pero en<br />

nuestra opinión no escribió CF porque<br />

después de haber descripto minuciosamente<br />

esos aparatos y los detalles de<br />

19


un viaje a la Luna… no hay consecuencias:<br />

el submarino de Nemo era molesto<br />

para el orden establecido al atacar las<br />

naves de guerra y lo mismo pasaba con<br />

la aeronave de Robur, pero, después de<br />

eliminados, la vida decimonónica prosigue<br />

sin cambios; nadie parece darse<br />

cuenta de, ni estar interesado en, las<br />

posibles aplicaciones de esos ingenios.<br />

Lo mismo podemos decir del encuentro<br />

con los selenitas: nadie se preocupa por<br />

el significado dela comunicación con<br />

vida inteligente de otros mundos.<br />

En otro plano, ya no de anticipación,<br />

tenemos obras como la serie de Star<br />

Wars: acá tenemos una cuento medieval,<br />

con princesas, villanos y héroes, que<br />

son samurái pero con sables láser en vez<br />

de katanas de acero. Esto no degrada su<br />

condición de entretenimiento, que es lo<br />

que busca la serie, pero el espectador<br />

no siente que lo que ocurrió en la pantalla<br />

se relacione de algún modo con él.<br />

Pero entonces, si anticipación no necesariamente<br />

es CF, y tampoco lo es la presencia<br />

de elementos futuristas, ¿qué ejemplos<br />

hay de CF según nuestra definición?<br />

1984, de George Orwell, es CF porque,<br />

pero prevé el posible control por<br />

medio de la TV y la lectura nos deja<br />

pensando (desgraciadamente, la realidad<br />

ya comprobó esa ficción) que a las<br />

masas se las puede manipular sin que<br />

se den cuenta y el Estado puede estar<br />

controlándonos de manera feroz.<br />

Los cuentos y novelas de CF dela década<br />

de 1950, al explorar los miedos dela<br />

Guerra Fría y de la nueva arma, la Bomba<br />

Atómica, dejan en el lector la pregunta,<br />

angustiosa, de si todo eso pueden ocurrirle<br />

a él y el mundo que conoce. Por desgracia,<br />

la respuesta fue sí en muchos casos.<br />

20


Entonces vemos que escribir CF es mucho<br />

más que pensar en el encuentro con<br />

formas de vida inteligente alienígenas,<br />

por ejemplo, sino que debemos crear en<br />

nuestro lector la sensación de que, para<br />

bien o para mal según lo que pensemos,<br />

eso que está leyendo puede alcanzarlo.<br />

<strong>La</strong> CF no es tranquilizadora sino movilizadora,<br />

de la mente.<br />

Para escribirla no es preciso ser<br />

científico (aunque a veces ayuda) sino<br />

mentalmente inquieto: ¿qué nuevo<br />

descubrimiento se produjo en cualquier<br />

campo de la ciencia? y nuestra<br />

mente que no descansa, con la práctica<br />

de la averiguación de esta información<br />

(a través de publicaciones científicas,<br />

por ejemplo), nos planteará la pregunta<br />

esencial para escribir ficción, y más<br />

aún en esta forma de literatura de lo<br />

fantástico: «¿Qué pasaría si…?».<br />

A menudo hemos visto que para escribir<br />

CF se recomienda la «creación de mundos»,<br />

y eso induce a creer que se debe pergeñar<br />

todo un planeta, y no es así: señalar<br />

pequeños detalles que revelen cambios<br />

en la sociedad conocida, ya es haber creado<br />

un nuevo mundo: alguien comiendo<br />

píldoras de biftec, por ejemplo.<br />

Con esto creemos haber dado otro enfoque<br />

para la creación de CF e instamos<br />

a los lectores a ejercitarse pensando en<br />

cambios a partir de noticias en diarios,<br />

por ejemplo y, sobre todo, a leer mucho<br />

de todo, no sólo CF y a escribir todos los<br />

días un poco sobre cualquier idea que<br />

les venga: verán como gradualmente van<br />

mejorando su estilo y su capacidad de<br />

observación. Temas no les faltarán: un<br />

vecino de hábitos singulares podría ser un<br />

invasor alienígena; piensen en un mundo<br />

en el que no existe el dinero;… Temas, hay.<br />

21


22<br />

JUSTICIA DE<br />

AUTOSERVICIO<br />

Por Emilio Suárez Acosta


Claro que estuve en los linchamientos<br />

del 13 de junio, pero no<br />

desde el principio. Aunque sigan<br />

diciendo que yo fui la líder y que incité<br />

a la violencia; es falso. Yo llegué ya que<br />

todo estaba muy empezado. !Ni sabía<br />

que estaba caminando hacia un linchamiento!<br />

Tenía que ir por mi mandado y<br />

cuando salí y vi la avenida llena de patrullas,<br />

granaderos y hasta un helicóptero<br />

pensé: «¡Dios mío, voy a conocer<br />

al Presidente!». Aunque el Procurador<br />

me señale como la líder, yo no estuve<br />

desde el principio. Obvio sí, todos me<br />

ubican en el pueblo, pero porque soy<br />

la primera chica trans, no por otra cosa.<br />

En este lugar o me aman o me odian,<br />

pero todos me conocen.<br />

Antes de los linchamientos la verdad<br />

sí estaba muy fea la cosa. Unas semanas<br />

antes de lo ocurrido había escuchado<br />

del homicidio de una viejita que vivía<br />

detrás de mi calle. También sabíamos<br />

que el director de la primaria Santos Degollado<br />

tenía que pagar cuotas mensuales<br />

para que no asaltaran a sus alumnos<br />

a la salida. En las noches se vaciaban<br />

las calles, ya no podía una echarse una<br />

monita afuera porque te la arrebataban.<br />

Si te encontraban tomando o fumando<br />

afuera de tu casa tenías que convidarles.<br />

Lo bueno es que ya no me drogo y no<br />

bebo, bueno, no así que digas cero gota,<br />

pero ya no como antes. Si me acerqué a<br />

la plaza aquel día fue más por el borlote<br />

y la escandalera que porque conociera<br />

alguno de esos fulanos. Sé que uno vendía<br />

paletas en lo camiones, el güerito<br />

joven, qué mal lo dejaron.<br />

Salí de mi casa como a la una de la<br />

tarde, madrugar no es lo mío. Salí más<br />

fachosa que de costumbre; pantalones<br />

deslavados y una blusa morada, el cabello<br />

recogido en una cola de caballo,<br />

nada sensacional. Nunca había visto<br />

tantas patrullas juntas, llenaban los<br />

dos sentidos de la avenida Leandro Valle,<br />

que lleva a la plaza del pueblo. Me<br />

encontré a Nora en el camino. Me dijo<br />

córrele, Vanezza, a lo mejor y reconoces<br />

a alguno. «¿Pues a quién habrán matado?»<br />

pensé. Al llegar, la plaza estaba<br />

irreconocible. Un escandalazo provocado<br />

por una multitud de mínimo mil<br />

personas, ni en los bailes lo había visto<br />

tan lleno. Hasta atrás, pegados a las<br />

casas, los granaderos formaban un círculo<br />

y hacían como que no nos ponían<br />

atención. En el centro de la explanada<br />

una patrulla aún intacta guardaba a los<br />

cuatro maleantes, ya estaban bien golpeados,<br />

pobres. Junto a ellos empleados<br />

de la delegación y de la Procuraduría<br />

tenían la orden de negociar la salida<br />

de la patrulla como fuera, con todo y<br />

los criminales.<br />

<strong>La</strong> verdad no me costó trabajo llegar<br />

hasta el centro de aquel gallinero.<br />

Entre saludando a mis vecinos y guardándome<br />

algunas frases: «Oficiales,<br />

ustedes también tienen familia, dejen<br />

que nosotros arreglemos». El grito más<br />

sonado era el de justicia y que venga el<br />

delegado. Ahí me cayó el veinte. Fíjate<br />

que ese Carlos Orvañanos está endeudado<br />

conmigo. Me utilizó durante su<br />

campaña para jefe delegacional y al<br />

final me dejó como novia de pueblo.<br />

Me prometió pintar la fachada de mi<br />

estética, máquinas nuevas y hasta sillas<br />

profesionales si me juntaba a sus<br />

mentadas brigadas que ofrecían servicios<br />

y regalaban despensas a cambio<br />

del voto. Cuando ganó la delegación<br />

dejó de contestar mis llamadas. Así<br />

que cuando escuché a su achichincle<br />

Camilo, no recuerdo su apellido, decir<br />

que Orvañanos estaba en camino, dije<br />

23


«ahora sí me la paga» y me subí al toldo<br />

de la patrulla a brincar, no a bailar<br />

como muchos todavía dicen, no a patear<br />

en primera instancia, a brincar.<br />

Jamás pensé que con eso daría el<br />

banderazo para que los granaderos<br />

arremetieran contra nosotras. Otra vez<br />

Nora me salvó la vida. Tenían que proteger<br />

la patrulla y lo primero era bajarme<br />

de ella. El pueblo no se quedó de brazos<br />

cruzados. Fueron por tabiques, los cristales<br />

de la patrulla aguantaron bastante.<br />

Pudimos sustraer a dos de los delincuentes<br />

durante unos minutos, ahora sí<br />

que casi consumamos el acto. Entre la<br />

una cuarenta y las dos la campal estuvo<br />

gruesa. Quien se quedara con la patrulla<br />

ganaba. Nos golpeaban con cascos y<br />

escudos, lanzaron gases lacrimógenos<br />

para abrirse paso. Nosotros aventábamos<br />

de todo, hasta los huacales de la<br />

verdulería de Don Piter eran proyectiles.<br />

Entre la confusión un pelado le jugó una<br />

broma pesada a una vieja del Ministerio<br />

Público, hizo como que le prendía fuego,<br />

la ruca casi se infarta y tuvieron que sacarla<br />

en hombros.<br />

No supimos en qué momento nos<br />

ganaron la cajuela de la patrulla, pero<br />

quitaron el freno de mano y entre varios<br />

empujaron la patrulla por Leandro<br />

Valle. Ahí fue cuando más nos los surtimos.<br />

Les quitamos radios, escudos,<br />

unos vecinos aún conservan un casco<br />

de granadero en su sala. Salieron tropezando,<br />

cargando a sus heridos; los<br />

24


que estaban de pie agotaron el gas que<br />

les quedaba. Los primeros en la fila urgían<br />

a seguir la corretiza: «No se tallen<br />

los ojos, no se tallen los ojos, banda;<br />

denle a los que se caigan». Pero al final<br />

se nos fueron, llegaron a Monte de las<br />

Cruces y encendieron los motores. Huyeron<br />

en caravana, salvándole la vida a<br />

cuatro rateros.<br />

Nosotros no nos dispersamos, regresamos<br />

al kiosko y en asamblea decidimos<br />

que el día todavía no acababa.<br />

Votamos por caminar hacia la Delegación,<br />

bajamos de nuestra montaña para<br />

asegurarnos que los juzgaran como se<br />

debe. No fuimos todos, la verdad, pero<br />

unos trescientos sí éramos. Caminamos<br />

a nuestras anchas por la Carretera México-Toluca<br />

en sentido a la capital. Al<br />

llegar a Cuajimalpa avanzamos por la<br />

avenida Veracruz y nuevamente comenzó<br />

la gritadera. El clásico grito de justicia<br />

y algunos cantos que hasta rima tenían.<br />

Hay quienes dicen que la violencia<br />

no resuelve nada, pero en Acopilco no<br />

volvieron a robar. Seguro por el miedo,<br />

pero en mi cabeza educada por telenovelas<br />

y romances imposibles pienso<br />

que entre los madrazos nos conocimos<br />

y nos solidarizamos con el vecino. Durante<br />

siete años no supimos de abusos<br />

ni extorsiones hasta hace cuatro meses<br />

que me abrieron la cortina del local, me<br />

vaciaron la estética, hasta los tintes se<br />

llevaron. Como que ya va siendo hora<br />

otra demostración de fuerza.<br />

25


26<br />

LUNA<br />

ÁCIDA<br />

Por Oboe nocturno


Mi madre me contó que apareció<br />

hace veinte años, sin avisar, Fue<br />

como una nave que aterriza dijo.<br />

<strong>La</strong> comunidad de científicos la nombró<br />

Dría en honor a una vieja leyenda<br />

de hace quinientos años sobre el fundador<br />

de la ciudad de Rea que intentó<br />

robar un lucero del cielo porque creía<br />

que era su difunta esposa. Caí rendido<br />

a su encanto como cualquier niño de<br />

mi edad, hechizado por sus fases luminosas<br />

tan diferentes a las caras oscuras<br />

de las lunas azules, y me prometí pisar<br />

algún día su superficie rosa.<br />

Los años pasaron, la luna creció en<br />

tamaño, estaba más cerca de nosotros<br />

y orbitaba en sentido contrario a las demás<br />

lunas: Tir, Mer y Oekna. Se especulaba<br />

que su forma de ovoide y su naturaleza<br />

rosa brillante eran producto de una<br />

larga vagancia por el mar del vacío.<br />

Fui uno de los que ayudó a planear<br />

la primera exploración a Dría. Esperamos<br />

el éxito rotundo de la tripulación;<br />

en vez de ello sufrimos la más triste<br />

de las tragedias. Después de despegar<br />

algo salió mal, la nave atravesó la capa<br />

densa de la atmósfera y simplemente<br />

explotó. Organizamos nuestros respetos<br />

para los muertos.<br />

Propusimos un nuevo equipo que<br />

llevara a cabo la exploración de la luna<br />

rosada. <strong>La</strong> despedida fue amarga, en el<br />

fondo supimos que ninguno de ellos regresaría.<br />

Cuando el cohete ascendió y salió<br />

del planeta, perdimos comunicación.<br />

Terre dijo que tal vez la luna creaba<br />

algún tipo de interferencia en nuestros<br />

radios y nuestros equipos de localización.<br />

Era cierto que la luna había acortado<br />

su distancia con nosotros pero<br />

permanecía dentro de la zona de la<br />

frontera planetaria, su interferencia<br />

era mínima o casi nula.<br />

¿Y si no fuera una luna? algunos cuestionaron<br />

aunque la mayoría lo negó. Si<br />

fuera otro cuerpo se habría estrellado o<br />

calcinado al planeta. En su lugar se había<br />

convertido en parte de nuestro sistema<br />

satelital ¿Eso no lo convertía en luna?<br />

<strong>La</strong> tercera expedición fue equipada<br />

con gases especiales, cada color significaba<br />

algo diferente. Los más importantes<br />

eran el amarillo que indicaba Éxito y<br />

el rojo Misión fallida. Si bien precarios,<br />

era lo único que tendrían si se perdía el<br />

contacto con la base. Estábamos nerviosos<br />

pero no dejamos que el miedo<br />

nos detuviera, todos creímos que esta<br />

vez lograríamos nuestro cometido.<br />

<strong>La</strong> nave despegó, seguimos su recorrido<br />

por medio de un localizador de<br />

alta tecnología, se desprendió de la<br />

atmósfera sin dificultad, atravesó el<br />

espacio que separaba el planeta de la<br />

luna. <strong>La</strong>s coordenadas se congelaron,<br />

su ubicación fue imposible de precisar,<br />

no logramos verla desde el observatorio.<br />

Esperamos las señales luminosas<br />

para decir «Por fin ganamos, hemos<br />

llegado a Dría». Los gases amarillos<br />

no aparecieron. Vigilamos día y noche<br />

el cielo en busca de la señal, anhelando<br />

y temiendo al mismo tiempo. Tres<br />

meses después un fenómeno inusual<br />

ocurrió en el distrito minero de Shavorek,<br />

a diez mil kilómetros de distancia<br />

de la base, llovió, todos los edificios<br />

y campos se anegaron con un líquido<br />

rojo sangre.<br />

<strong>La</strong> cuarta expedición se perfeccionó.<br />

Llegaríamos a Mer, la luna más próxima<br />

a Dría, y desde ahí evaluaríamos las<br />

condiciones para un posible aterrizaje<br />

en ella. Si nuestras observaciones y estudios<br />

eran positivos nuestro siguiente<br />

paso sería aterrizar en Dría. Se usaron<br />

mejores propulsores, cámaras de esca-<br />

27


pe diseñadas para regresarnos sanos y<br />

salvos al planeta. El casco exterior fue<br />

reforzado para resistir presiones y temperaturas<br />

extremas. Tecnología que<br />

lamentablemente no se había desarrollado<br />

para los tres viajes anteriores.<br />

Fui a casa y le conté a mi madre, ansioso<br />

pero feliz, mi sueño de niño estaba<br />

por cumplirse.<br />

—¿Y si no es una luna?<br />

—¿A qué te refieres?<br />

—¿Por qué apareció así de repente?<br />

¿Qué quiere? —me preguntó con angustia<br />

en los ojos, como si la luna fuese un<br />

bebé caprichoso al que nadie satisface.<br />

—No lo sabemos —me encogí de<br />

hombros, sospechando una catástrofe.<br />

Dos días después partí, en total éramos<br />

seis individuos. El cohete despegó<br />

sin dificultad, nos acercamos al límite<br />

de la atmósfera donde todo era más negro<br />

y el sol se veía más lejano. Cruzamos<br />

las últimas capas del gas atmosférico.<br />

Expulsados a la intemperie del espacio,<br />

quedé fascinado por el escenario que se<br />

desplegaba: la negrura total, la curvatura<br />

del planeta, la iridiscencia de Dría y el<br />

color de Oekna, nuestra luna enana. Al<br />

dirigimos a Mer algo nos golpeó, la nave<br />

se tambaleó y perdimos dirección.<br />

—¿Qué fue eso? —Terre apenas si<br />

pudo articular la pregunta pero nadie<br />

contestó, estábamos petrificados.<br />

<strong>La</strong> comunicación con la base se apagó.<br />

El casco protector se deshacía a una velocidad<br />

imposible en gigantescas burbujas<br />

de gas para después esfumarse. Vimos<br />

desprenderse dos propulsores secunda-<br />

28


ios sin oponer resistencia. Todo estaba<br />

rodeado de un silencio espectral.<br />

Nos embargó la desesperación lívida,<br />

cada quien intentó accionar las cámaras<br />

de escape pero fue en vano, estábamos<br />

atrapados en la nave a merced<br />

de una especie de corriente ácida que<br />

comenzaba a carcomerla. Perdimos<br />

potencia, fuimos arrastrados hacia un<br />

destino desconocido.<br />

<strong>La</strong> nave comenzó a deteriorarse a<br />

gran velocidad. Afuera vislumbramos<br />

que uno de los motores flotaba a la<br />

deriva mientras la fuerza ácida que nos<br />

dominaba lo redujo a polvo en cuestión<br />

de pestañeos.<br />

Frente a nosotros apareció Dría,<br />

perfectamente ovoide, omnisciente y<br />

hacia ella nos dirigimos. Intentamos<br />

modificar los comandos para reorientarnos,<br />

los controles no respondieron.<br />

Reiniciar el sistema como última solución<br />

fue inútil. Instintivamente sospechamos<br />

que la luna sabía nuestras<br />

pretensiones, estábamos a su merced.<br />

<strong>La</strong> muerte inevitable se tornó un vago<br />

recuerdo, toda nuestra atención recaía<br />

en la luna que nos jalaba, abrazándonos<br />

con su aura mortal e iluminándonos con<br />

sus rayos rosa pálido. Surgió una adoración<br />

enferma por el cuerpo celeste y nos<br />

rendimos a su intención.<br />

Sin querer vino a mi mente un recuerdo,<br />

la primera vez que mi madre<br />

me contó sobre Dría Fue como una nave<br />

que aterriza, y me di cuenta que ese inmenso<br />

óvalo rosa no podía ser la hermosa<br />

luna que de niño soñé explorar.<br />

29


30<br />

EL ASESINATO<br />

DEL EMPERADOR<br />

Por Alfonso Archundia


En el fondo de la cárcel había en<br />

una celda dos personas, la primera<br />

en un rincón, dormitaba, y otra<br />

figura en el centro. <strong>La</strong> segunda estaba<br />

postrada y lentamente deslizaba sus<br />

pies haciendo círculos en el piso. <strong>La</strong><br />

mujer se dio cuenta de que la observan:<br />

ágil se incorporó y empuñando su<br />

daga se preparó para recibir al guardia<br />

de la puerta.<br />

Al instante, un hombrecillo abrió el<br />

portón entrando a la hedionda celda.<br />

De ojos chiquitos, papada protuberante<br />

y nariz de castor, vestía un traje de<br />

corte militar, tapizado por relucientes<br />

medallas doradas y colguijes, detrás<br />

de él, dos monigotes hacían de escolta.<br />

—Comandante Liscurón, que súbita<br />

sorpresa…<br />

—Polindra, querida mía, te gratificará<br />

saber que hoy me nombraron General,<br />

después del duelo imperial, tras la deshonrosa<br />

muerte de tu querido Pelafón…<br />

Un grito salió de la boca de la raquítica<br />

mujer, y blandiendo la daga intentó<br />

apuñalar al General. Poco sirvió su movimiento,<br />

cuando los monigotes la tumbaron<br />

y dejaron tendida en el insalubre piso.<br />

—¿Tan poco tiempo encerrada te ha<br />

hecho olvidar los modales, mujer?<br />

Sujétenla —ordenó el hombrecillo—.<br />

Lo que me trae a tu inhóspita pocilga,<br />

como seguramente sabes, es el conocimiento,<br />

te volveré a preguntar una sola<br />

cosa, ¿comprendes?<br />

Los gorilas la ataron con pesadas cadenas<br />

a la pared de la celda. Liscurón<br />

sacó de su bolsillo una barra luminosa,<br />

y pudo admirar la cara gélida y decadente<br />

de Polindra. No hubo respuesta.<br />

—¡Respóndeme, asquerosa sabandija!<br />

—gritó el hombrecillo, sacudiendo<br />

al esqueleto de mujer. Un murmullo<br />

inaudible fue el poco resultado.<br />

—Quiero saber dónde escondió el difunto<br />

Pelafón el Ilidium…<br />

—¿En serio…? ¿Lo mataste? —susurró<br />

entre lágrimas.<br />

—¡¿Dónde guardaron el Ilidium?!<br />

Polindra rompió en amargo llanto. A<br />

pesar de las sacudidas, los gritos y las<br />

torturas físicas, el General no pudo sacar<br />

a la mujer de su desquiciado y desgarrador<br />

estado. Harto del hastío, el<br />

hombrecillo gritó:<br />

—¡Traigan al Veritador!<br />

Los monigotes de grandes brazos<br />

empujaron por el estrecho pasillo una<br />

maquinaria grisácea.<br />

A la desvencijada Polindra, quien ya<br />

no podía mantenerse y sólo colgaba<br />

como el Cristo de San Juan sobre la<br />

nada, la conectaron al Veritador por el<br />

casco relampagueante.<br />

En el tablero del Veritador, el General<br />

apretó los botones y, al no funcionar el<br />

aparatejo, le dio una patada componedora.<br />

<strong>La</strong> maquinaria soltó un quejido a manera<br />

de protesta, pero al fin, soltó un bufido<br />

en señal de poner las manos a la obra.<br />

—¿Qué han hecho con el Ilidium?<br />

Polindra recibió las descargas eléctricas<br />

correspondientes al no responder.<br />

—¿El Ilidium?<br />

—Yo… ¿Qué le has hecho a Pelafón?<br />

—Lo hemos enterrado, no has de preocuparte.<br />

Responde…<br />

—¡El Ilidium! —gritó Polindra, cuando<br />

las descargas la forzaron a decir la<br />

verdad absoluta—. Lo guardaba Pelafón,<br />

siempre consigo…, en el compartimiento<br />

de su Cruz de Caújar…<br />

Chispas luminosas salían del monstruo<br />

Veritador. Polindra dejó de recibir<br />

la carga, pero azotó de cara contra<br />

el suelo. Los monigotes se llevaron el<br />

aparatejo, y se escuchó a Liscurón al<br />

salir de la celda:<br />

31


—Gracias, querida. Dejándola boca<br />

abajo con la otra sombra que había<br />

sido testigo de toda la escena.<br />

<strong>La</strong> figura se acercó a Polindra, y con<br />

su chisqueador encendió una pequeña<br />

luz. <strong>La</strong> piel de Polindra había sido llagada,<br />

ardía y humeaba, desprendiendo<br />

un horroroso olor. <strong>La</strong> figura ayudó a<br />

poner boca arriba a la mujer quemada,<br />

quien al darse cuenta de que la movían<br />

se apresuró a decir:<br />

—¿Quién eres?<br />

—Me llamo Pauda.<br />

—Pauda, Pauda. ¿Por qué estás aquí?<br />

—Porque robé un mendrugo de pan.<br />

—Escucha, Pauda: es necesario que<br />

salgas de aquí, ¡la vida del Emperador<br />

está en riesgo!<br />

—Señora, no sé de qué habla. Seguramente<br />

son las consecuencias del Veritador,<br />

cálmese.<br />

—¡Escucha te digo! Yo soy Polindra, la esposa<br />

del General Pelafón; hace unos días fui<br />

llamada por su Majestad el Emperador, me<br />

pidió desarrollar un cañón interestelar, que<br />

deseaba implementar para apaciguar a los<br />

rebeldes de Ancar y Bálgueda. Completé<br />

la tarea deseada, pero aprovechando los<br />

residuos de Ilidium creé una nueva arma,<br />

más fuerte que los desintegradores; es sutil,<br />

y como una pistola, es compacta. <strong>La</strong> cree<br />

pensando en la seguridad de Su Majestad<br />

y la llevé ante el Consejo de Ministros. Pero<br />

ellos planeaban una insurrección. Mi marido<br />

fue acusado de traición, siendo perdonado<br />

por sus servicios al Imperio con el exilio,<br />

acaba de ser asesinado por Liscurón, y yo<br />

en prisión. ¡Ahora que saben dónde se guardó<br />

el Ilidium van a matar al Emperador!<br />

—En ese caso no hay nada que hacer.<br />

—Sí lo hay: el Emperador puede ser<br />

salvado si tú usas éste Ilidium —extra-<br />

32


yendo de su cabellera un frasco diminuto,<br />

Polindra se lo ofreció a Pauda.<br />

—Pero… ¿Y tú?<br />

—Yo no puedo sin Pelafón. <strong>La</strong>s armas<br />

están en mi laboratorio, hay una compuerta<br />

en las escaleras de las mazmorras.<br />

Vierte el Ilidium en las armas y<br />

ve con el Emperador. Tendrás tiempo,<br />

porque para ellos conseguir el Ilidium,<br />

tendrán que desenterrar a Pelafón.<br />

—Pero…<br />

—No hay peros… —y así expiró<br />

Polindra.<br />

⁂<br />

—¡Más rápido, trabajen perezosos!<br />

Pelafón, al ser un héroe de guerra en<br />

las Conquistas de Zalaquí y las lunas<br />

de Bauro, fue enterrado con toda la<br />

pompa —aun cuando fue condenado<br />

al exilio, por algo que no cometió—. Así,<br />

los hombres de Liscurón rompieron el<br />

mármol y perforaron el féretro.<br />

Muy cuidadosamente despojaron al<br />

difunto de su velo sepulcral. Un olor fétido<br />

se propagó. Liscurón, complacido,<br />

se apresuró a arrancar la Cruz de Caújar.<br />

Apoderándose del corazón rojo, relleno<br />

de Ilisium. Cerraron lo que quedaba de<br />

sepulcro, y Liscurón se apresuró a la cita<br />

que el Emperador tenía con la muerte.<br />

Su Majestad, muy cómodo en sus aposentos,<br />

disfrutaba de su harem. Cuando su<br />

General Liscurón entró a la estancia empuñando<br />

el arma que había creado la científica<br />

esa, que había mandado a prisión. Y sin<br />

palabra alguna disparó contra el Emperador,<br />

desapareciendo sin más. Pauda salió<br />

de prisión, no con la intención de ayudar<br />

a Su Majestad. Él había pagado por toda la<br />

esclavización de su Imperio Galáctico.<br />

33


ESCRIBIR<br />

EN TIEMPO<br />

DE OSCURIDAD<br />

Por Juan David Almeyda Sarmiento<br />

34<br />

«Tiempo de oscuridad». En Noruega<br />

llaman tiempo de oscuridad a las<br />

épocas en que el sol permanece por<br />

debajo del horizonte; durante ese<br />

tiempo la temperatura desciende<br />

lentamente pero sin cesar. ¡Qué<br />

maravilloso símbolo para todos los<br />

pensadores ante los que se ha oscurecido<br />

pasajeramente el sol del<br />

futuro humano!<br />

Con la cita anterior, Nietzsche hace<br />

mención de lo que es el «tiempo de<br />

oscuridad»; esa época en las cuales el<br />

futuro se hace más lóbrego a medada<br />

que pasa el tiempo, de forma taciturna<br />

y anodina. En este pasaje, no es casualidad<br />

que el famoso filósofo alemán<br />

haga referencia al pensador, la relación<br />

que se establece entre este último y el<br />

«tiempo oscuro», como lo llama Nietzsche,<br />

es de conflicto y de alerta. El men-


saje nietzscheano parece una sentencia<br />

al pensador que, en la medida en<br />

que el mundo se cae a su alrededor, no<br />

solo no tiene la disposición dentro de<br />

sí mismo para escribir sobre lo que lo<br />

rodea; sino, que se ve impedido debido<br />

a que el «tiempo oscuro» no le permite<br />

escribir nada.<br />

<strong>La</strong> idea de vivir en un tiempo como el<br />

que describe Nietzsche no es una fantasía,<br />

por el contrario, la vida moderna,<br />

con todo y sus ideales de progreso y desarrollo,<br />

no ha sido ajena a la excesiva<br />

violencia y el incontrolable caos que<br />

siempre ha marcado a la humanidad y<br />

su historia. Hoy día, es fácil encontrar,<br />

modelos de pensadores que no tienen<br />

la posibilidad misma de escribir de<br />

modo que sea posible un futuro como<br />

el que describe Nietzsche.<br />

El tiempo oscuro de la actualidad<br />

es poseedor de una brutalidad desco-<br />

35


munal, un poder incontenible y una<br />

codicia sin límites. El pensador, aquel<br />

que tenga la intención de escribir en un<br />

contexto como el que rodea estos tiempos<br />

oscuros. <strong>La</strong>s palabras se vuelven<br />

impotentes ante el hedor a muerte que<br />

rodea a los que escriben en respuesta<br />

al tiempo oscuro, que tal y como menciona<br />

Nietzsche, hace que la temperatura<br />

descienda lentamente sin cesar.<br />

Escribir en el tiempo oscuro es un<br />

cortejo a la muerte. No es fácil para<br />

un escritor, del tipo que sea, soportar<br />

el frio que lo rodea y que poco a poco<br />

apaga más el sol del futuro de la humanidad.<br />

El mensaje nietzscheano invita a<br />

la alerta y al ser intrépido; para un pensador,<br />

que se ve obligado a hacer manifiesto<br />

por escrito todo lo que proceda<br />

en su intelecto, el escribir, el narrar historias,<br />

el comunicar de forma escrita,<br />

se vuelve una tarea suicida. Confrontar<br />

la oscuridad no deja más que una estela<br />

de muerte, como al que rodea a las<br />

miles de víctimas que se encuentran a<br />

lo largo de los países desafortunados<br />

que se ven forzados a vivir guerras de<br />

distinto tipo y que son ejemplo claro de<br />

lo que es el escribir en el tiempo oscuro.<br />

El acto de escribir se vuelve una condena.<br />

<strong>La</strong>s obras son quemadas y desaparecidas,<br />

por lo que la escritura de<br />

vuelve fútil e insuficiente por sí misma,<br />

dejando al pensador y sus escritos en<br />

un punto de impedimento. El tiempo<br />

de oscuridad moderno destaca por su<br />

36


fuerza y su contundencia, los que pretendan<br />

dedicarse a escribir caen víctimas<br />

de la idea de absoluto que rodea el<br />

tiempo de oscuridad, el pensador que<br />

se arriesgue a poner en tinta sus ideas<br />

se ve forzado a reducirse a la muerte.<br />

Vivir y escribir, en el tiempo de oscuridad,<br />

se vuelve imposible. Nietzsche<br />

propone al pensador como ejemplo<br />

paradigmático porque este último es el<br />

único que es consciente de la manera en<br />

que el frio a su alrededor aumenta lentamente.<br />

El sol del futuro de la humanidad<br />

se aleja del paisaje de los tiempos<br />

de oscuridad, el escritor poco puede hacer;<br />

puesto que esta encadenado a solamente<br />

observar, al mero contemplar y a<br />

no poder entrar en la vita activa.<br />

<strong>La</strong> tarea del escritor se vuelve obsoleta<br />

cuando, al momento de escribir,<br />

las páginas se llenan de sangre debido<br />

a la persecución que se encuentra alrededor<br />

del tiempo de oscuridad. <strong>La</strong> vida<br />

se pone en juego por la escritura y la<br />

decisión de si se continúa escribiendo<br />

o no, la cual también es una sentencia<br />

de muerte, pone en un estado catatónico<br />

al pensador. No es fácil vivir el<br />

tiempo de oscuridad, sin embargo, no<br />

quiere decir que sea imposible no sobrevivirlos.<br />

Si bien el escribir se vuelve<br />

una sentencia de muerte, no existe<br />

otra forma de llegar al sol del futuro de<br />

la humanidad que confrontando, por<br />

medio de la escritura, a este tiempo<br />

que poco a poco se vuelve más frio.<br />

37


EL HIPÓDROMO<br />

DE LONGCHAMP<br />

Por BÁ.<br />

38


Era la tercera vez en las últimas dos<br />

semanas en la que veíamos como<br />

étoile, el sobrevalorado caballo de<br />

carreras, nos hacía perder los mil quinientos<br />

euros que se suponía debían<br />

durarnos hasta el próximo mes.<br />

<strong>La</strong>s cosas no habían estado marchando<br />

muy bien. El director del equipo de rugby<br />

había catalogado a mi esposo, el entrenador,<br />

de ser un neurótico que no tenía<br />

paciencia para trabajar con los jugadores;<br />

llevándolo a su consecuente despido.<br />

En lo personal, nunca había sido<br />

muy afín a esto de los deportes. Había<br />

muchas cosas sobre ellos que no<br />

entendía, como las riñas violentas<br />

que solían causar o las estrambóticas<br />

sumas de dinero que manejaban. Sin<br />

embargo, Vincent amaba ese mundo<br />

y si él era mi otra mitad, una parte de<br />

mí también amaba ese mundo. Pero<br />

me partía el corazón verlo sujetarse la<br />

cabeza y golpear la barda, porque el dinero<br />

que habíamos logrado triplicar un<br />

mes atrás, ahora se hacía polvo.<br />

—Putain de merde —exclamó, mientras<br />

veía la clasificación en las pantallas.<br />

No contesté. Me resigné a colocarme<br />

los lentes oscuros y encender un cigarrillo<br />

que había sacado de mi cartera.<br />

<strong>La</strong>s dos primeras apuestas habían sido<br />

de victoria y la última la habíamos hecho<br />

para una tercera plaza. Todo era<br />

una mierda. El maldito caballo llegó en<br />

la sexta posición.<br />

Mientras Vincent aullaba una serie<br />

sandeces, yo veía el tablero de posiciones<br />

y lo comparaba con el programa<br />

que tenía en la mano.<br />

—¡Ey, Vince! —le dije señalando el<br />

panfleto—. ¿Te fijaste que este caballo<br />

es el mismo que ganó?<br />

—Claro que lo noté —me dijo—. Y si ves<br />

su historial, ha ganado una vez en los últimos<br />

dos años. Es un caballo que no vale<br />

nada y ahora lo ha ganado todo —respondió,<br />

frustrado por la derrota.<br />

—¿Crees que sea el jinete? —pregunté.<br />

—No lo sé. No lo creo. Tuvo que haber<br />

sido uno muy bueno para dar la sorpresa<br />

con este caballo. Bueno, qué importa.<br />

Ese animal corre como si el diablo<br />

lo estuviera persiguiendo —se resignó<br />

a decir.<br />

—Vámonos de aquí —continuó—. No<br />

vale la pena que nos quedemos un minuto<br />

más.<br />

<strong>La</strong>s semanas siguientes Vincent y yo<br />

trabajamos en cualquier cosa, incluso<br />

nos dedicamos a la investigación de infidelidades,<br />

a pesar de lo poco escrupuloso<br />

que nos resultaba. Todo con tal de<br />

reponer el dinero que habíamos perdido.<br />

Una tarde yo leía el periódico y Vince,<br />

fumaba pensativo en la ventana que<br />

encaraba al Canal Saint Martin.<br />

No hago mucha pompa respecto a<br />

sus momentos de introspección. Vincent<br />

es un obsesivo compulsivo y el<br />

hecho de pasar parte del día cerciorándose<br />

que su ambiente esté limpio, ordenado,<br />

sincronizado, apto para él, le<br />

resulta mentalmente agotador; por eso<br />

debe aislarse durante un rato.<br />

Sin embargo, el olor del humo me<br />

antojó un cigarrillo de tabaco negro,<br />

por lo que forjé uno en la mesa de centro,<br />

lo encendí y continué hojeando la<br />

sección deportiva con poco interés.<br />

«Nadal gana oro en Río.» «Dybala<br />

quedará fuera del mundial de Rusia»<br />

y otros titulares seguían apareciendo<br />

hasta que la verdadera noticia me atropelló.<br />

«Peste equina arrasa con campeones.»<br />

El resto del artículo era impresionante,<br />

una extraña ola de peste<br />

equina africana había devastado a los<br />

mejores caballos.<br />

39


Étoile, Ruibarbo, Jartum y otros corceles<br />

con los que habíamos lucrado meses atrás,<br />

luchaban por sus vidas sin mucha esperanza.<br />

Mientras tanto las carreras continuaban<br />

y algunos rocines ahora dominaban los<br />

hipódromos; entre ellos se coronaba como<br />

campeón el mediocre Clayton, otro integrante<br />

del establo de Abdel Prahbat, dueño<br />

del difunto triunfador Étoile.<br />

Me levanté de inmediato y le enseñé el<br />

periódico a Vincent, conmocionada. Él lo<br />

revisó con atención y procedió diciendo:<br />

—Me parece muy extraño. ¿Peste<br />

equina a mitad del otoño? ¿En el norte<br />

de París? ¿Llevándose a la mayoría<br />

de campeones? Es difícil creer que sea<br />

una consecuencia. ¿No te parece?<br />

No me pareció extraña la reacción de<br />

Vince. Él suele ser un tanto frío y siempre<br />

interpreta las circunstancias de forma<br />

científica, por eso me sentía enamorada<br />

de él. Al cabo de un rato logré ignorar la<br />

noticia, aburrida quizás de lo cotidiano<br />

que suelen ser las atrocidades.<br />

Vincent se puso de pie y se dirigió<br />

hacia la puerta, el reloj de pared anunciaba<br />

las seis de la tarde; hora en la que<br />

él debía hacer sus paseos terapéuticos.<br />

Por mi parte me quedé en casa y forjé<br />

dos cigarrillos de tabaco negro.<br />

Ingresé al estudio de Vincent a guardar<br />

el periódico pero lo que encontré en la<br />

gaveta de su escritorio me golpeó como<br />

si hubiese sido un tren a toda velocidad.<br />

Un revólver corto, varias fotografías<br />

que parecían ser del mismo caballo pero<br />

estaban rotuladas con sus respectivos<br />

nombres y la póliza del seguro del actual<br />

vencedor, Clayton, donde Vince aparecía<br />

como beneficiario. Junto a ellos encon-<br />

40


tré un pequeño frasco de vidrio en el que<br />

se leía Culicoides imícola, el vector principal<br />

de la enfermedad; una carta que al<br />

leerla no sabía si era de amor o agradecimiento<br />

firmada al final por el sobrenombre<br />

Abi y entre estos documentos estaba<br />

también mi póliza de seguros.<br />

En ese momento Vincent abrió la<br />

puerta de golpe.<br />

—No quería que te enteraras de esta<br />

manera —me dijo, mientras me veía<br />

sujetando los papeles incriminatorios.<br />

No lo podía creer, el hombre del que<br />

estaba enamorada, al que le había confiado<br />

una gran parte de mi vida, mantenía<br />

una relación romántica con un<br />

jeque millonario con quien había conspirado<br />

para intercambiar caballos, deshacerse<br />

de la competencia y finalmente,<br />

el tiro de gracia, acabar conmigo.<br />

El profundo sentimiento de traición<br />

me daba arcadas pero también bombeaba<br />

furia hacia todas mis extremidades.<br />

En un acto súbito tomé el revólver y<br />

le disparé cuatro tiros 38 Special que se<br />

hundieron profusamente en su pecho.<br />

«Vincent y yo nos amábamos pero si<br />

no podíamos estar juntos en esta vida,<br />

lo intentaríamos en la próxima…» pensé<br />

mientras la combustión del último<br />

disparo quemaba mi mandíbula y la<br />

última bala destrozaba mi lengua, mi<br />

paladar y finalmente salía por mi cabeza,<br />

rajando mi parietal...<br />

...si no podíamos estar juntos en esta<br />

vida, lo intentaríamos en la próxima.<br />

41


42<br />

LA<br />

SOMBRA<br />

Por Joan Comas Vidal


Hace mucho tiempo, concretamente<br />

a principios del periodo<br />

Edo, en Japón viajar se había<br />

vuelto más seguro, pues con el fin de<br />

las grandes batallas la seguridad aparentemente<br />

regresó en los caminos.<br />

Digo aparentemente apreciado lector,<br />

porque aunque las guerras habían<br />

cesado, la gente tenía especial cuidado<br />

cuando se adentraban en sitios como<br />

los bosques. No solo por las criaturas<br />

salvajes y los bandidos, sino porque al<br />

anochecer, ese momento cuando todavía<br />

hay luz pero la oscuridad empieza<br />

a dominar el entorno; era el momento<br />

del día cuando los seres naturales estaban<br />

al acecho de viajeros incautos.<br />

Evidentemente, los mercaderes cuyas<br />

ganancias dependían del transporte<br />

de sus productos, estaban muy preocupados<br />

por este tema. No obstante,<br />

gran parte de estas supersticiones eran<br />

ignoradas por la elite samurái y el joven<br />

Saburo no era la excepción.<br />

Nuestro protagonista había nacido<br />

en el seno de una familia guerrera,<br />

quienes por generaciones habían servido<br />

con gran destreza a un poderoso<br />

clan de las provincias occidentales.<br />

Como a muchos otros jóvenes samuráis,<br />

encontraba sumamente aburrido vivir en<br />

un país sin contiendas en las que poder<br />

probar su valor y habilidades. Por consiguiente,<br />

al alcanzar la mayoría de edad decidió<br />

emprender un viaje entrenamiento;<br />

donde alejado de familiares y amigos solo<br />

podría contar con su pericia para superar<br />

los obstáculos, mientras mejoraba sus habilidades<br />

con la espada en duelos.<br />

Su objetivo era adentrarse en la provincia<br />

de Iga, una región montañosa,<br />

alejada y famosa porque antaño albergó<br />

la sede de uno de los clanes de ninjas<br />

más celebres de la nación.<br />

Con ello, la promesa de riesgos y<br />

aventuras estaban más que asegurados.<br />

¿Podía su corazón pedir algo más?<br />

Cierto día, mientras se acercaba en una<br />

posada, distinguió un grupo de tres<br />

samuráis armados; intrigado, se acercó<br />

a ver que podía averiguar.<br />

Tras presentarse educadamente, enseñando<br />

su salvoconducto y nombrando<br />

su linaje, descubrió que se trataba<br />

del ayudante del magistrado local y sus<br />

dos alguaciles; lo que en términos actuales<br />

equivaldría a un oficial policía y<br />

dos agentes rasos.<br />

Al parecer desde hacía meses, un<br />

extraño suceso se había ido repitiendo<br />

periódicamente y traía de revuelo<br />

a las autoridades, pues los viajeros se<br />

negaban a transitar por las calzadas y<br />

el comercio empezaba a resentirse en<br />

aquella región.<br />

Viendo aquel panorama, no dudó<br />

ni un instante en ofrecer su ayuda. Se<br />

sentía estimulado, su cuerpo podría<br />

estallar por la emoción de participar en<br />

algo importante.<br />

Acordaron dirigirse a la zona donde<br />

se habían producido los sucesos<br />

e investigar el motivo de tanto alboroto.<br />

Si había habido tantos ataques,<br />

seguramente debía tratarse de algún<br />

criminal y analizando el escenario del<br />

crimen obtendrían alguna pista sobre<br />

su identidad.<br />

El grupo se adentró por el bosque<br />

hasta llegar a un arroyo. Era en efecto<br />

hermoso paraje, donde el agua fluía<br />

serpenteantemente al lado de una<br />

pequeña capilla dedicada a la deidad<br />

local. En su interior, Saburo leyó una<br />

inscripción que contaba como hacia siglos<br />

un monje derrotó y selló a un ogro<br />

que acechaba por la zona y se comía a<br />

los transeúntes.<br />

43


<strong>La</strong> brisa soplaba fresca y suave, cosa<br />

que con el calor del verano era de agradecer.<br />

Los samuráis aprovecharon para<br />

refrescarse mientras los pájaros cantaban<br />

una alegre melodía; nada que pudiera<br />

ayudarles en su investigación.<br />

En aquel idílico lugar nadie hubiera<br />

imaginado el terrible suceso que pronto<br />

experimentarían. De repente, justo<br />

cuando el sol se estaba poniendo, el<br />

viento cesó de golpe, las aves dejaron<br />

de cantar y volaron despavoridos.<br />

Un fuerte escalofrío recorrió el cuerpo<br />

de Saburo, ante los presentes una<br />

figura empezó a materializarse, era<br />

enorme, de aspecto humano, pero solo<br />

era una sombra.<br />

Estaba allí en medio, como si se tragara<br />

toda la luz que había en el ambiente.<br />

Nuestro protagonista se acercó y le dio<br />

el alto, pero aquella figura ni siquiera se<br />

inmutó; finalmente uno de los alguaciles<br />

tomó un arco y le lanzó una flecha.<br />

El proyectil atravesó la sombra sin<br />

causarle daño alguno, pero esta vez se<br />

giró hacia los guerreros. Dos grandes<br />

ojos rojos dirigieron una sanguinaria<br />

mirada, mientras una gigante boca llena<br />

de afilados colmillos aparecía lanzando<br />

un estridente bramido mientras<br />

despedía un nauseando vapor como si<br />

fuera una tetera.<br />

Asustado, Saburo corrió hacia sus<br />

compañeros, viendo de reojo como<br />

unas largas y huesudas manos intentaban<br />

atraparle. Los samuráis volvieron<br />

a dispararle, pero nuevamente los ataques<br />

no tuvieron efecto.<br />

44


Al verse pronto acorralado, el joven<br />

desenvainó su espada e intentó dar<br />

muerte al monstruo, pero resultó estéril;<br />

cada movimiento era como intentar<br />

cortar las nubes. Aprovechando el<br />

asombro de Saburo, aquella lúgubre<br />

figura le desarmó de un golpe, tomó su<br />

preciada arma y de un mordisco quebró<br />

la hoja de la katana.<br />

Todo parecía perdido, no había nada<br />

que pudiera ni siquiera causarle una<br />

herida. <strong>La</strong> tétrica figura lo agarró por la<br />

cintura y alzó su otra zarpa para darle<br />

el golpe de gracia.<br />

Sin embargo, el joven no estaba dispuesto<br />

a dejarse matar tan fácilmente.<br />

Desenvainó su espada corta, el wakisahi,<br />

lo mojó en las aguas del arroyo y<br />

lo lanzó contra el cuerpo de aquel ser.<br />

<strong>La</strong> figura lo soltó de golpe y empezó a<br />

retorcerse de dolor. Lentamente se fue<br />

desvaneciendo hasta que desapareció<br />

por completo, dejando como único rastro<br />

los huesos de las víctimas que había<br />

devorado en un charco de sangre.<br />

Conmocionados por lo sucedido, los<br />

samuráis esperaron unos minutos para recuperar<br />

el aliento. No daban crédito a lo que había<br />

sucedido, estaban intrigados sobre cómo<br />

había surgido aquella monstruosidad y<br />

como es que el joven guerrero pudo vencerle.<br />

<strong>La</strong> única explicación a su entender, fue que<br />

la leyenda de la capilla era cierta y que el espíritu<br />

de aquel ogro todavía acechaba pese<br />

a haber perdido su forma corpórea y que el<br />

agua cristalina del arroyo, purificada por la<br />

zona sagrada; dotando la espada corta del<br />

poder para destruir el recuerdo del monstruo.<br />

45


46<br />

LAZOS<br />

FRATERNALES<br />

Por Juan José Holguín Bernal


Un día más iniciaba para Sofía y<br />

eso venía acompañado del inicio<br />

de la rutina diaria. Para ella, eso<br />

significaba desde hace trece años. <strong>La</strong><br />

rutina era enfrentar día con día sus más<br />

grandes remordimientos y sus más tormentosos<br />

miedos. Prosiguió como lo<br />

hacía siempre. Se quitó la ropa, abrió<br />

la regadera y entró justo en el segundo<br />

exacto en el que el vapor comenzó a<br />

hacer presencia en su espejo.<br />

Sin excepción, entraba siempre, con<br />

los ojos cerrados. Al hacerlo, por un<br />

momento el miedo se disipaba e incluso<br />

una pequeña fibra de orgullo la<br />

abrazaba al realizar de manera perfectamente<br />

coreografiada, con la precisión<br />

que solo años de práctica da, lo<br />

necesario para terminar de ducharse<br />

en tres minutos exactos.<br />

Casi sentía pena de que esa proeza<br />

estuviera reservada para su soledad y<br />

nadie pudiera presenciar lo habilidosa<br />

que se había vuelto tras trece años<br />

de perfeccionamiento. Al igual que en<br />

la mayoría de las veces anteriores, ese<br />

súbito pensamiento la devolvió a la<br />

realidad y tras una repentina ráfaga de<br />

desolación, le hizo apresurar el paso<br />

para salir de ahí lo más pronto posible.<br />

Estaba a punto de terminar. Solo faltaba<br />

colocar su rastrillo de vuelta en el<br />

estante para poder cerrar la llave, abrir<br />

la puerta, tomar su toalla y prácticamente<br />

correr a la seguridad de su habitación,<br />

pero no fue así. Al devolver su<br />

rastrillo, accidentalmente tiró su jabón<br />

el cual sin piedad golpeó fuertemente<br />

los dedos de su pie izquierdo.<br />

No comprendió si fue el pánico o el<br />

dolor lo que la tumbó, pero de un momento<br />

a otro Sofía yacía en el suelo<br />

gritando y diluyendo sus lágrimas en el<br />

agua que aunque tibia; se sentía como<br />

mil cuchillos helados perforando su<br />

piel sin reparo. Por una breve fracción<br />

de segundo, su mente no le alcanzó<br />

para entender como el mundo no se detenía<br />

por su sufrimiento y para cuando<br />

volvió en sí ya era muy tarde para huir<br />

de un enfrentamiento con sus miedos.<br />

Este no era su primer incidente, tampoco<br />

el segundo, o el tercero, pero sí<br />

rompía con una buena racha de triunfos<br />

que con el tiempo había conseguido.<br />

El anterior había sido cuatro años<br />

atrás. También el jabón le había jugado<br />

una mala pasada y la había hecho resbalar.<br />

No obstante en aquella ocasión,<br />

la bendición del dolor físico nubló casi<br />

completamente al emocional y todo<br />

terminó sin complicaciones. Esto era<br />

diferente, parecía la tormenta perfecta,<br />

el destino y su inconsciente la habían<br />

alcanzado y no había táctica para librarse<br />

de ello.<br />

Derrotada por sus recuerdos reprimidos,<br />

se llevó las manos al rostro y aun<br />

sin quererlo, permitió que la oscuridad<br />

sirviera de transición y viajó al penoso<br />

accidente del 9 de marzo de 1997. No<br />

siempre Sofía tuvo fobia por el baño. A<br />

la edad de ocho años se mostraba muy<br />

entusiasta tanto por la idea de estar<br />

limpia, como por el potencial de juego<br />

que le ofrecía el agua.<br />

Desafortunadamente eso se había<br />

visto interrumpido por su hermano menor,<br />

Hugo de apenas cinco años. El niño<br />

era travieso como todos a su edad, pero<br />

con la característica adicional de ser enfermizamente<br />

curioso. Lo que más disfrutaba<br />

en la vida era poner el bote de<br />

la ropa sucia sobre el inodoro del baño<br />

de su hermana mientras esta se bañaba,<br />

escalar su escalera improvisada y observarla<br />

durante los quince, veinte o hasta<br />

treinta minutos que durara ahí.<br />

47


Sofía además de penoso lo encontraba<br />

repugnante. Amaba a su hermano<br />

pero estaba profundamente decepcionada<br />

por sus malos hábitos. En más de una<br />

ocasión las victoriosas risitas de Hugo lo<br />

habían delatado y Sofía al mirar hacia<br />

arriba se hallaba con la mirada penetrante<br />

y desvergonzada de su hermano.<br />

Sofía gritó y protestó sin resultados<br />

contra la hipnotizada mirada de su hermano.<br />

<strong>La</strong> desesperación e impotencia<br />

que le provocaba era un sentimiento<br />

nuevo para su corta edad. Lo único que<br />

lo había detenido, era que uno de sus<br />

padres la escuchara y corriera a ver qué<br />

pasaba; pero sin falla, siempre el escurridizo<br />

niño había encontrado la manera<br />

de salir impune.<br />

Sofía no era tonta y no tardó mucho<br />

en resolver la situación. Cada que<br />

su mirada angustiada topaba con los<br />

ojos de Hugo en el baño, esta se valía<br />

de unos chorros de agua en dirección a<br />

su hermano para ahuyentarlo de la escena.<br />

De hecho, lo anterior le ayudó en<br />

una oportunidad para dejar sin alternativa<br />

a su hermano ante sus padres,<br />

evidenciado por su ropa mojada.<br />

<strong>La</strong> cosa se había convertido en una<br />

especie de rutina alterna. El niño escabulléndose,<br />

la niña defendiéndose y el<br />

agua como medio para terminarlo todo.<br />

<strong>La</strong>mentablemente el 9 de marzo de 1997<br />

no fue así. Sofía lanzó el agua por encima<br />

suyo, su hermano al recibir el ataque<br />

perdió el equilibrio y cayó sobre el lava-<br />

48


o donde impactó, primero su nuca y<br />

después su cráneo muriendo al instante.<br />

Eso había sido trece años atrás, pero<br />

el recuerdo vivía en ella y la seguía cada<br />

mañana cuando la rutina estaba por iniciar.<br />

<strong>La</strong>s terapias la ayudaron y hasta sus<br />

destrozados padres la consolaron, pero<br />

nada le ayudaba a superar el momento<br />

de acercarse al baño. <strong>La</strong>s manos le sudaban<br />

como el primer día, los escalofríos la<br />

inundaban como en sus pesadillas y su<br />

culpa se intensificaban cada vez más.<br />

Encontró en sus movimientos mecanizados<br />

y cabalmente bien ensayados<br />

un escape breve para lidiar con la<br />

situación; pero ese día era distinto. Su<br />

sistema falló. Terminado su recuerdo;<br />

seguía tirada en el suelo. Sintió el frío<br />

de la soledad recorriendo su cuerpo<br />

desnudo antes de incorporarse y sentada<br />

en posición fetal con la cabeza en<br />

las rodillas se soltó a llorar.<br />

No duró mucho así. Como un reflejo<br />

de su lejana pero familiar rutina de<br />

niña de ocho, decidió por primera vez<br />

en trece años, levantar su mirada por<br />

encima del barandal de la regadera.<br />

Cada músculo en ella se paralizó por<br />

completo con un espasmo brusco y doloroso<br />

al comprobar lo que había temido<br />

cada día al iniciar la rutina desde el<br />

accidente. Al mirar, se encontró con la<br />

cabeza de su hermano y la misma mirada<br />

penetrante posándose en ella. Ella<br />

no lo había sabido hasta ese momento,<br />

pero en realidad nunca estuvo sola.<br />

49


EQUIVOCARSE<br />

Por Agustín Gutiérrez Barragán<br />

Como dijera Nikos Kazantzakas con<br />

valentía: «Tenemos pintura y pinceles,<br />

pintemos el paraíso y entremos en él».<br />

<strong>La</strong> vida está llena de equivocaciones.<br />

También es cierto que está<br />

llena de aciertos, pero lo que uno<br />

recuerda más, son las equivocaciones,<br />

porque por un lado es lo que más nos<br />

cuesta y por otro, es que debido a ello,<br />

se nos permite corregir los desaciertos.<br />

50<br />

Una de las más grandes equivocaciones<br />

es mantener la mente en el pasado.<br />

Hay que reconocer que lo que pasó,<br />

pasó, y ya no se puede remediar.<br />

En la escuela, desde la primaria, nos<br />

califican. <strong>La</strong> vida nos enseña a que por<br />

alguna equis razón debemos de ser<br />

medidos, calificados desde los años<br />

escolares, vigilando nuestras respuestas<br />

a preguntas y nuestro gran esfuerzo<br />

de aprendizaje.


Derivado del resultado se puede decir<br />

que uno aprueba la materia si obtiene<br />

una calificación adecuada, no importa<br />

si uno sabe mucho o poco de la materia<br />

en cuestión, lo que importa es pasar aunque<br />

sea de panzazo, como luego se dice.<br />

Así nos trata la vida, aun con todo y<br />

eso que nos han endilgado desde los inicios<br />

de nuestra vida, nos seguimos equivocando,<br />

seguimos cometiendo errores,<br />

porque equivocarse es parte de la vida.<br />

Siendo educados de esa manera, nos<br />

preocupa el equivocarnos, no es bueno<br />

equivocarse. Sin embargo, no es posible<br />

avanzar en la vida sin equivocarse.<br />

Obviamente que hay de equivocaciones<br />

a equivocaciones.<br />

Si uno escoge una carrera o un oficio<br />

que no va con su vocación natural, pues<br />

va a batallar muy bastante en el futuro.<br />

Si uno elige mal una pareja o un parejo<br />

y se compromete con ella en la fir-<br />

51


ma de un contrato matrimonial, pues<br />

seguramente, se va a dar cuenta que<br />

tal decisión le va a afectar gran parte<br />

de su vida. En ese caso, equivocarse es<br />

un desastre y uno quisiera que tal equivocación<br />

no fuera parte de la vida.<br />

Por eso, el equivocarse no es bueno,<br />

aunque sea parte de la vida.<br />

Solo que si no nos exponemos a los<br />

riesgos de la equivocación, hay muy<br />

poca posibilidad de crecer y de avanzar<br />

y de encontrar lo que uno (o una) ande<br />

buscando en esta vida. Porque la equivocación<br />

es la gota que alimenta el árbol<br />

del crecimiento en esta vida.<br />

Si yo me equivoco, me estoy ubicando<br />

en la posibilidad de corregir y eso<br />

mantiene la posibilidad de crecer al<br />

realizar las cosas de diferente manera<br />

para no volver a caer en el mismo error.<br />

Es posible que me vuelva a equivocar,<br />

pero ya di un paso en el avanzar y en el<br />

crecer, para darme ánimo a volver a corregir<br />

y así, sucesivamente, hasta eliminar<br />

los riesgos en ese proceder de la vida.<br />

Eliminar la equivocación no es el fin a perseguir,<br />

porque se estaría eliminando uno de<br />

los medios más importante para avanzar.<br />

No hacerlo por la intención de corregir,<br />

solamente, sino hacerlo con la<br />

intención de optimizar la vida, mejorar<br />

la forma de vivir para crecer y avanzar.<br />

Si me equivoco, crezco.<br />

Estancarse en la vida es fácil. Vivir la<br />

vida sin haber subido un peldaño, fue<br />

una vida sin fruto, sin atractivo, sin un<br />

porqué vivir.<br />

Cuando uno está niño o niña, quiere<br />

ser grande y cuando se es grande, quiere<br />

ser niño o niña, según sea el género.<br />

Eso pasa en todos los ambientes, el auxiliar,<br />

el aprendiz, el soldado raso, quieren<br />

ser jefe, maestro, sargento, y cuando se logra,<br />

añoran la etapa en la que empezaron.<br />

52


En lo militar, imaginemos a un sargento<br />

que no da órdenes, que no les<br />

grita imprecaciones a sus soldados. En<br />

una batalla de a de veras, el sargento<br />

quisiera ser otra vez soldado, entre<br />

paréntesis (a lo mejor hasta quisiera<br />

ser niño) repito que tal vez quisiera ser<br />

soldado cuando tiene que enfrentarse<br />

al enemigo y tratar de conquistar una<br />

trinchera o una colina estratégica. Ahí<br />

es donde añora ser soldado y no tener<br />

mayor responsabilidad que la de cuidar<br />

por su vida y no tener que cuidar<br />

también por la vida de otros.<br />

Al ir creciendo en la vida profesional,<br />

el ser humano adquiere responsabilidades<br />

que antes no tenía y tampoco<br />

tenía por qué tenerlas. Solo que ahora<br />

ya dio un paso para un escalón más y<br />

obviamente, le van exigiendo más.<br />

Así que a cambiar y a aceptar las nuevas<br />

responsabilidades.<br />

Se vale dudar, se vale reflexionar si<br />

todo esto vale la pena o si valdría más<br />

la pena el volver a ser niño.<br />

Esto es parte de la vida. Uno o una,<br />

según sea el género, tiene que avanzar,<br />

en el aprendizaje, en la enseñanza, en<br />

orientar a otros. Si no hay avance, difícilmente<br />

va a haber crecimiento.<br />

Uno crece cuando se planta para no<br />

retroceder, como dicen los chavos de<br />

ahora: ¡para atrás, ni para agarrar vuelo!<br />

Uno crece sin dejar de volar. Algo nos<br />

está invitando a crecer y a vivir. El que<br />

crece, vive y el que vive, crece.<br />

Así las cosas, mi deseo es que:<br />

con el mínimo de ilusión, sigan<br />

viviendo;<br />

con el mínimo de sueños, sigan creciendo;<br />

y<br />

con el mínimo de esperanza, sigan<br />

amando.<br />

53


54<br />

EL<br />

JARDÍN<br />

Por Elizabeth Correa García


Cerré mi maleta a punto de estallar<br />

de tanta cosa, no podía creer que<br />

me despedía de mi lugar favorito,<br />

esa mañana todo me había salido mal,<br />

no encontraba tal cosa o me golpeaba<br />

con otra, pero la verdad le echaría la<br />

culpa a mudarme de casa. Con nostalgia<br />

me dirigí hacia la puerta arrastrando<br />

la maleta con mi chaqueta favorita<br />

y en mis audífonos sonando la canción<br />

más triste, voltee y vi por última vez<br />

ese hogar, sin imaginar que lo extrañaría<br />

más de lo pensado.<br />

Mi madre y yo nos mudaríamos a un<br />

lugar alejado de la ciudad en la que yo<br />

había crecido, en realidad yo estaría<br />

más sola que nunca pues por cuestiones<br />

de su empleo tendría que esta<br />

fuera la mayoría del tiempo, eso no<br />

resultaba tan nuevo para mí, pero no<br />

lo voy a negar, la duda y el temor me<br />

empezaba a llenar, no sabía que tan<br />

grande, lejana o tenebrosa podía ser<br />

nuestra casa, tomando en cuenta que<br />

se ubicaba en un pueblo.<br />

Un golpe en el hombro me sobresaltó,<br />

me quité los audífonos y mi madre<br />

señalaba el lugar, una casa pacifica<br />

alojada a mitad de calle, una sensación<br />

de tranquilidad se adueñó de mí.<br />

Comenzamos a bajar todas nuestras<br />

maletas, pero al final de la calle observé<br />

una casa más extraña, y con cierto<br />

toque terrorífico, en ese instante supe<br />

que algo andaba mal ahí.<br />

Era tal vez la más antigua del pueblo,<br />

se podía sentir un frío por la espalda<br />

con tan solo quedarte mirándola. <strong>La</strong><br />

primera noche, tal como era de esperarse,<br />

fue larga. <strong>La</strong> ventana de mi habitación<br />

daba hacia nuestro patio, pero<br />

la ventana del estudio del segundo<br />

piso parecía el lugar perfecto para dejarse<br />

envolver por la vista de esa casa<br />

vieja del final de la calle. Dando vueltas<br />

en la cama, me seguía preguntando si<br />

estaba habitada, me sorprendería demasiado<br />

si así fuera.<br />

Yo tenía apenas catorce años, prácticamente<br />

todo me parecía nuevo, pero<br />

ese lugar me atraía, quería saber si mi<br />

madre sentía lo mismo, pero ella estaba<br />

todo el tiempo metida en su trabajo,<br />

escribiendo sin parar.<br />

Durante una semana se me hizo costumbre<br />

salir a caminar por las tardes<br />

con la esperanza de encontrar alguien<br />

con quien hablar, o preguntar sobre la<br />

historia de esa horrible casa.<br />

Realmente era un vecindario tranquilo<br />

en su mayoría, habitado por<br />

personas mayores, con excepción de<br />

Roberto. Lo conocí al tercer día de mi<br />

mudanza. Roberto era un tipo de mi<br />

edad que vivía dos casas de la nuestra,<br />

pero siempre estaba metido en su botánica<br />

y sus enormes libros de plantas,<br />

me parecía extraño, pero probablemente<br />

yo a él también, al verme vestida<br />

de negro todos los días, con tenis y<br />

uñas azul metálico, aun así había sido<br />

el único vecino amable, su cabello café<br />

claro, ojos verdes contrastaban muy<br />

bien con sus montones de plantas.<br />

Cuando salía a caminar evitaba pasar<br />

sobre la cera de la casa que me asustaba,<br />

pero ese día, Roberto estaba plantando<br />

árboles en una casa a un costado<br />

de la suya y me dio la confianza de<br />

caminar por ahí. Pensé... «sí me pasara<br />

algo un simple grito lo alarmaría».<br />

Caminé hasta tocar la pared fría de<br />

la entrada de esa casa, sentía la necesidad<br />

de conocerla, había un pequeño<br />

orificio que me dejaba ver por dentro y<br />

era fascinante, un enorme jardín la rodeaba,<br />

un oscuro, pero frondoso jardín.<br />

Pensé de inmediato en si por excusa le<br />

55


decía a Roberto que exploráramos y le<br />

echara un vistazo a esas plantas raras.<br />

Cuando trataba de enfocar mi vista por<br />

ese pequeño orificio alcance a ver una<br />

mujer que parecía de mi edad.<br />

Era completamente extraña, su ropa<br />

antigua y cabello blanco hasta los<br />

hombros; como si escuchara mis pensamientos<br />

volteo y me miró fijamente,<br />

no es posible que pudiera verme, parpadee<br />

rápidamente y, al abrir los ojos y<br />

ver de nuevo por el orificio, ya no estaba<br />

el jardín. Un ojo me observaba.<br />

Un grito ahogado y un brinco involuntario<br />

hacia atrás me desplomaron<br />

sobre un montón de hojas de árbol.<br />

¡No sé qué pasa! Caigo como dos metros<br />

aproximadamente, estaba oscuro,<br />

solo tocaba la tierra húmeda, pero...<br />

¿qué pasa? ¡¿Era una trampa?!<br />

—¡Roberto! ¡Roberto! —grité una y<br />

otra vez, en vano.<br />

Saqué mi móvil, ya estrellado por<br />

el golpe de la caída, y activé la lámpara,<br />

efectivamente había caído en una<br />

trampa, pero lo que pareció una caída<br />

de dos metros realmente era como de<br />

cuatro, era imposible salir de ahí, era<br />

una especie de túnel. Dentro de mi<br />

existía el deseo de que ese túnel diera<br />

a cualquier otro lado, menos a esa horrible<br />

casa, pero era de esperarse pues<br />

estaba sobre su entrada, me vieron.<br />

Mi respiración se empezó acelerar, el<br />

miedo me invadía, me preguntaba si Roberto<br />

no habría escuchado algo cuando caí.<br />

56


Seguía caminando por el pasillo del<br />

túnel de tierra que le daba comienzo a un<br />

jardín, ¿será el mismo que vi por el orificio?<br />

Estaba muy confundida, no sabía si por<br />

el golpe de la caída. Estaba oscureciendo<br />

extrañamente rápido y yo solo deseaba<br />

estar en mi aburrida casa o sosteniéndole<br />

algún libro aburrido a Roberto. Caminaba<br />

entre plantas dirigiéndome a no sé<br />

dónde, ¡solo quería encontrar una salida!<br />

Mientras seguía caminando mi pie derecho<br />

topó con algo, cuando bajé la lámpara<br />

mi corazón se paralizó y mis manos<br />

comenzaron a temblar, era el zapato de<br />

Roberto. Yo solía fijarme en los colores<br />

de los zapatos, los míos eran azules, los<br />

de él, cafés. Escuché el crujir de una<br />

rama frente a mí, alguien la había pisado,<br />

no quería voltear, levanté la luz y estaba<br />

ella... mi mano temblaba junto con<br />

la luz de mi lámpara, no quería ver que<br />

tenía sostenido en su mano… de reojo<br />

veía que era cabello, pero su sonrisa y<br />

dientes afilados me tenían hipnotizada.<br />

Parpadee fuertemente, abrí los ojos<br />

lentamente, estaba parada en el estudio<br />

de mi casa frente a la ventana, bajé<br />

la mirada y autos de policías estaban<br />

estacionados frente a la casa de Roberto,<br />

su madre gritaba desesperada con<br />

una fotografía de él en la mano.<br />

«Fue un sueño» me repetía mientras<br />

bajaba las escaleras de mí casa. Cuando<br />

quise ver la hora en mi móvil me di cuenta<br />

de que estaba estrellado y mis tenis<br />

tenían lodo en toda la parte de abajo.<br />

57


58<br />

SE<br />

TERMINÓ<br />

Por Omar Aponte R.


Caminaba por los restos de la ciudad,<br />

pisando sin cuidado interminables<br />

montones de escombros.<br />

Es increíble la facilidad con la que todo<br />

se puede ir al infierno, y lo complicado<br />

de enmendar errores. Nadie podría imaginar<br />

que esto era una enorme ciudad<br />

radiante de movimiento, la pesadilla de<br />

cualquier habitante de una ciudad mediana<br />

o pequeña; el tráfico interminable,<br />

ruido, contaminación visual, malos olores,<br />

en fin, todas esas cosas características<br />

de las grandes urbes modernas.<br />

Llevaba alrededor de tres meses<br />

deambulando, o eso siento que ha transcurrido,<br />

la verdad es que aquí el conteo<br />

del tiempo ha dejado de importar.<br />

En mí avanzar por el lugar obtuve<br />

tres señales de lo que sería mi búsqueda.<br />

No parece alentador, pero guardaba<br />

la esperanza de lograrlo, al fin y al<br />

cabo, debo admitirlo es la única razón<br />

por la que sigo adelante.<br />

<strong>La</strong> primera de ellas la encontré sin<br />

querer buscarla, fue una bendición, el<br />

universo me daba un propósito y lo<br />

acepte. Iba desorientado por lo que alguna<br />

vez fue una avenida, lo sé por que<br />

el camellón seguía perfectamente distinguible,<br />

me detuve a observar e intentar<br />

adivinar en que parte de la ciudad<br />

estaba cuando visualice un pequeño<br />

bote de basura que me pareció conocido,<br />

era azul y pequeño, justo como el de<br />

mi casa y además estaba intacto, podría<br />

jurar que era el mio, aunque ciertamente<br />

en una ciudad como esta, cientos de<br />

casas también tendrían uno igual, de todas<br />

formas por nostalgia lo llevé conmigo<br />

y así sin más me propuse encontrar<br />

mi casa en todo aquel desastre.<br />

Caminé durante algún tiempo con<br />

paso firme pero cauteloso de no perder<br />

de vista el camino, no me permito<br />

levantar la vista, en cualquier momento<br />

podría pisar mal y caer o torcerme un<br />

tobillo, o peor, enterrarme una varilla.<br />

Es un poco pesado imaginar estas cosas<br />

cuando se está tan solo y en pleno<br />

proceso de recuperación, aferrado a<br />

una idea fortuita que da sentido a cada<br />

paso que avanzo, pero que se le hará,<br />

soy más fuerte de lo que pensaba o un<br />

insensible hijo de perra, quizás solo siga<br />

en shock. En fin, la segunda señal que<br />

he encontrado, fueron los restos de un<br />

espectacular de chocolates Reese´s,<br />

lo cual es significativo porque eran sus<br />

favoritos, de verdad esa mujer tenía un<br />

problema, recordé cuando se hizo un<br />

sándwich con seis de esos chocolates,<br />

estaba aterrorizado y ella juraba que era<br />

lo más delicioso que había podido probar.<br />

No lo superé en semanas, me provocaba<br />

náuseas el besarla y ella llegó a<br />

la conclusión de que la engañaba. Fue<br />

una tontería de los dos. Hoy la besaría<br />

aunque se hubiese fumado toda la cajetilla<br />

cigarrillos mientras masticaba unos<br />

de esos horribles sándwich de Reese´s.<br />

Pasé días sin comer, con el estómago<br />

devorándose a sí mismo, es una sensación<br />

desoladora, y la esperanza de conseguir<br />

algo de alimento mermaba mi fe<br />

en la búsqueda.<br />

<strong>La</strong> tercera vino después de vagar un<br />

rato sobre el sitio, pude notar la defensa<br />

de mi malgastado automóvil, aún<br />

conservaba la calca de mi equipo favorito.<br />

Comencé a cavar en los escombros,<br />

al comienzo fue fácil, pero conforme<br />

me adentraba en los restos, fueron<br />

apareciendo grandes bloques de material<br />

que no pude mover con facilidad y<br />

con ayuda de una maltrecha varilla comencé<br />

a hacer palanca para mover los<br />

escombros. Perdí la noción del tiempo,<br />

seguí con mi trabajo, solo por la oscu-<br />

59


idad noté que me llevó todo el día la<br />

actividad, justo cuando pensaba en ir a<br />

buscar un lugar para descansar, escuché<br />

su voz y se me contorsionó el alma.<br />

Me preguntó cómo había llegado y<br />

porque me había alejado de nuestro hogar,<br />

me reprochó el haberla abandonado.<br />

Incapaz de contestarle, apenas pude<br />

notar que pasó por todos los estados de<br />

ánimo que existen. No paró de hablar en<br />

mucho tiempo, horas tal vez, y yo no lograba<br />

concentrarme, escuchaba frases<br />

al azar, que la vida, que la cocina, que<br />

sus papeles, que las alhajas de su madre.<br />

Habló tanto y de tantas cosas que al<br />

final, cansada, guardó silencio.<br />

Dibujé en el suelo un elefante, ella<br />

los odia, pensé que comenzaría a hablar<br />

sin parar nuevamente, pero no lo<br />

hizo, fue entonces que solté la bomba:<br />

¿Estamos muertos?, pregunté en voz<br />

baja y esperé por su respuesta.<br />

Me contó la historia de nuestro mundo.<br />

Comenzó por el día en que nos conocimos,<br />

realizó una completa radiografía<br />

de aquel momento, todos los detalles<br />

posibles, mi camisa arrugada, el color<br />

del pantalón, el sujeto de nariz graciosa<br />

sentado en la banca de a un lado.<br />

Cerré los ojos y reviví todos esos recuerdos<br />

en mi mente, reí, sufrí, lloré, disfruté<br />

y me olvidé de todo lo demás por un<br />

60


tiempo, incluso no escuchaba el sonido<br />

de mi estómago. En algunos momentos<br />

agregué a su narración cosas que olvidó<br />

mencionar, y eso la motivó más. Cuando<br />

se acercaba al final, es decir al presente,<br />

intentó disimular su tristeza, pero pude<br />

notarla en el timbre de su voz, se frenó de<br />

repente y soltó sin reparos su respuesta.<br />

«Estamos muertos ya, pero teníamos que<br />

desaparecer juntos», dijo.<br />

Le creí por un momento, me levanté,<br />

observé a mi alrededor, tenía sentido.<br />

Le quise abrazar pero retrocedió, me<br />

dijo que tenía que dejarme llevar, que<br />

tenía un lugar para los dos. Le seguí, y<br />

al contemplar el boquete en el suelo,<br />

un escalofrío me recorrió el cuerpo. Ella<br />

se dio cuenta y me dijo que era la única<br />

forma, me habló dulcemente, con todo<br />

el amor que recordaba que me tenía, y<br />

ahí al borde de agujero, di media vuelta<br />

y caminé con prisa. Ignoré sus reclamos<br />

y su llanto, su voz me taladraba<br />

la cabeza y quise regresar para decirle<br />

cuanto lo sentía, pero sabía muy bien<br />

que si lo hacía haría lo que ella dijera.<br />

Apreté el paso sin rumbo y avanzo<br />

con un lío en la cabeza, pero creo que<br />

he tomado la decisión correcta, ella no<br />

puede estar en lo cierto, ¿verdad?, después<br />

de todo, si en verdad estuviera<br />

muerto, ¿por qué tengo tanta hambre?<br />

61


62<br />

CARTA DE UN<br />

ANDROIDEFÓBICO<br />

A LA HUMANIDAD<br />

Por María Cucurella Miquel


Queridos amigos,<br />

Les escribo porque siento la necesidad<br />

de comunicarme: he desarrollado una<br />

extraña fobia que me impide adaptarme<br />

a nuestra sociedad y no sé qué hacer.<br />

Estoy desesperado. Los médicos lo<br />

han intentado todo sin resultado. No<br />

puedo compartir el salón-comedor con<br />

mi mujer. No puedo realizar con naturalidad<br />

ningún trabajo de oficina. Al<br />

caminar por la calle, a menudo tengo<br />

que cruzar la acera. No puedo tomar el<br />

metro, ni el autobús. No puedo comunicarme<br />

con mis hijos, que están de<br />

viaje. Me siento solo y aislado.<br />

Lo hemos intentado todo sin éxito.<br />

Soy la primera persona en el planeta<br />

que ha desarrollado esta enfermedad y<br />

dicen que podría ser el primero de muchos.<br />

Un filósofo, amigo mío, dice que<br />

hasta podría ser sano. Pero yo estoy<br />

muy asustado. Mucho. Tengo pesadillas<br />

por las noches. Imagino que al despertar<br />

por la mañana el ordenador ha succionado<br />

a mi mujer. Levanto la pantalla<br />

y veo su rostro allí atrapado. Me habla,<br />

pero su voz es irreconocible: suena fría<br />

y metálica. Otras veces sueño que a mis<br />

hijos el teléfono les arranca los oídos.<br />

Llegan a casa sangrando porque el aparato<br />

les ha dado un mordisco mientras<br />

hablaban. Pero lo peor es que estas<br />

imágenes terribles me asedian también<br />

cuando estoy despierto. Cuando<br />

por las mañanas, antes de ir a trabajar,<br />

me siento a tomar el café delante de mi<br />

mujer, que a menudo a esa hora está ya<br />

consultando el correo, veo unos rayos<br />

plateados que emergen de la pantalla<br />

y se introducen en su cuerpo a través<br />

de los oídos y de los ojos. Veo cómo su<br />

cerebro se pudre al contacto con esas<br />

ondas extrañas y sus ojos, al dirigirme<br />

la mirada, están totalmente vacíos, su<br />

sonrisa plastificada. El primer día que la<br />

vi me puse a gritar como un loco. Se lo<br />

expliqué y no me creía. Pasaron unas semanas<br />

y todo regresó a la normalidad.<br />

Pero otro día, en el metro, me ocurrió<br />

algo igualmente extraordinario.<br />

Levanté la mirada del libro que estaba<br />

intentando leer sin éxito y me di cuenta<br />

de que todas las personas que estaban<br />

mirando su teléfono se habían<br />

convertido en zombis. <strong>La</strong> piel, que se<br />

había tornado de un gris cadavérico, se<br />

les caía a pedazos. Pero nadie se daba<br />

cuenta y sonreían, encantados, frente<br />

al resplandor que emergía de sus<br />

pantallas. De las veinte personas que<br />

éramos en aquel vagón solamente tres<br />

no consultaban el teléfono. Entre ellas<br />

yo. Aquel mismo día, en la oficina, tuve<br />

otro ataque de fobia. Fue en el momento<br />

en que vi levantarse de la silla a mi<br />

compañero después de cuatro horas de<br />

trabajo intensivo frente al ordenador:<br />

su piel se había vuelto de color amarillo<br />

tabaco, como sus dientes, y de su boca,<br />

sus orejas y sus ojos salía un humo negruzco,<br />

que teñía de ese mismo color<br />

todo cuanto encontraba a su paso.<br />

Amigos: escribo porque estoy desesperado.<br />

Quisiera ser alguien en esta<br />

sociedad, tener un lugar, como todos<br />

vosotros. Pero me resulta imposible. Mi<br />

vida se ha convertido en una pesadilla.<br />

El teléfono móvil me quema; he visto<br />

las quemaduras físicas en mis oídos<br />

y en mis manos. Pero los médicos no<br />

me creen, ni saben cómo medicarme.<br />

Me dicen que evite el contacto con los<br />

androides, sin darse cuenta de que estamos<br />

rodeados. Los tienen tan cerca<br />

que ni siquiera los ven.<br />

He vivido un tiempo en la naturaleza.<br />

Allí estoy decididamente mejor. Cada<br />

63


vez que regreso, sin embargo, las alucinaciones<br />

aumentan: veo cómo la piel de<br />

mi mujer pierde su color y siento como<br />

si también ella se estuviera convirtiendo<br />

en uno de ellos. Ayúdenme, por favor. Lo<br />

estoy perdiendo todo a causa de esta terrible<br />

enfermedad: mujer, hijos, trabajo,<br />

dinero. Solamente me queda una cosa:<br />

la salud. Pero ahora todos me llaman<br />

enfermo. ¿Realmente lo estoy?<br />

Lo único que puedo decirles es que,<br />

desde el momento en que mi mujer ha<br />

trasladado pacientemente este texto<br />

al ordenador, ya no he podido volver<br />

a dormir por las noches. Me persigue<br />

la idea de que el señor MacBook se ha<br />

apropiado de una parte de mí, y esta-<br />

rá ya tramando una terrible venganza.<br />

Aún y así, asumo el riesgo de comunicar<br />

este mensaje al mundo, consciente<br />

de que podría suponer el final de mis<br />

días, y de que todos los androides del<br />

planeta se podrían confabular contra<br />

mí. En el caso de que eso ocurra, les<br />

ruego conserven este manuscrito como<br />

un preciado tesoro que pueda servir de<br />

testimonio para las futuras generaciones,<br />

para que no se olviden del tacto del<br />

papel y el olor de la tinta, y para que recuerden<br />

algo fundamental: que antaño,<br />

cuando era costumbre escribir a mano,<br />

lo hacíamos sobre la piedra o la madera<br />

de los árboles, mientras que ahora lo<br />

hacemos sobre el petróleo y el plástico.<br />

64


libros de<br />

nuevos autores<br />

sin costo<br />

www.editorialdreamers.com<br />

65


EL POEMA<br />

DE LA<br />

REALIDAD<br />

Por Nicolás Esteban Fajardo<br />

Arqueólogos y paleontólogos seducidos<br />

por la memoria de mármol,<br />

por los sueños de cristal<br />

y por las acuarelas de muro, lanza y<br />

corona del pasado, historiadores que<br />

contemplan la evolución del hombre,<br />

sus genocidios, luchas y descubrimientos,<br />

poetas que celebran la muerte, filósofos<br />

que cuestionan la justificación de<br />

la vida, místicos que inventan Dioses y<br />

profetas y aquellas sombras sin nom-<br />

66<br />

bre ni memoria, de rostro que se va con<br />

el alba escarlata y de humanidad que<br />

se disuelve en el infierno de una cripta,<br />

los desdichados que habitan en el Universo<br />

cruelmente indiferente de la historia<br />

mundana sin emperadores ni héroes,<br />

sin profetas ni tiranos, escrita en<br />

ataúdes y arena, siendo protagonistas<br />

únicamente de la más intrascendente<br />

cotidianidad; convergen en un mismo<br />

deseo de querer reconstruir el pasado,


de descifrar la poesía del olvido, la tétrica<br />

insensibilidad de las civilizaciones<br />

fantasma que albergan fósiles, coronas<br />

oxidadas, soldados de piedra y lenguas<br />

nocturnas de ceniza errante. Comparten<br />

el mismo sueño, la ambición<br />

desenfrenada de darle significado a<br />

nuestro origen, de reconstruir nuestra<br />

estirpe, de probar que surgimos como<br />

melodías accidentales en la sinfonía<br />

impredecible del átomo indiferente,<br />

que existimos gracias al capricho del<br />

número o que fuimos la creación de un<br />

Dios imposible, la alucinación de una<br />

inteligencia abstracta.<br />

Pero lejos de los charlatanes que<br />

aseguran una inmortalidad más allá de<br />

toda razón, de toda naturaleza y esperanza,<br />

más allá incluso de los materialistas<br />

que pretenden arrebatarle belleza<br />

a la magia de las neuronas, al baile<br />

efímero de los pensamientos aseme-<br />

67


jando el cuerpo a una maquina Cartesiana,<br />

aquel que medita con la noción<br />

clara e inflexible de que el Cosmos ha<br />

existido y seguirá existiendo durante<br />

largos y solitarios eones en su ausencia,<br />

cuando su cuerpo no sea más que<br />

polvo blanco, aquel que cierra los ojos<br />

no para orar a un patriarca celestial<br />

proyectado por la inseguridad de una<br />

humanidad irremediablemente egocéntrica<br />

sino para sentir la estela romántica<br />

de las constelaciones, la edad<br />

de la vía láctea, la infancia del átomo,<br />

la energía del sol y de los planetas fluyendo<br />

no como un ente metafísico o<br />

como una fuerza astrológica sino como<br />

una realidad tangible, sin emociones<br />

ni recuerdos, recorriendo cada molécula,<br />

célula y dimensión psicológica<br />

de su ser; es capaz de ver a la muerte<br />

no como un juez con cualidades humanas,<br />

como una salvación religiosa o un<br />

viaje espiritual sino como una consecuencia<br />

inevitable del ser, sabe que las<br />

galaxias se extinguen, que las estrellas<br />

desaparecen, que los planetas se convierten<br />

en fantasmas nebulares y que a<br />

lo largo de la historia de la tierra han<br />

existido millones de organismos desde<br />

bacterias ,dinosaurios hasta homínidos<br />

biológicamente indiferenciables<br />

del humano moderno y que todos ellos,<br />

tigres prehistóricos y neandertales<br />

errantes, ahora no son más que polvo.<br />

Aquel que es capaz de entender su<br />

existencia no como una anomalía celestial,<br />

como un regalo divino, como<br />

un testimonio de algún mecanismo<br />

sobrenatural sino como una parte de<br />

la naturaleza que de por sí es mortal y<br />

está sujeta a las transformaciones del<br />

tiempo que hará en el futuro lejano un<br />

abismo oscuro del Universo fundiendo<br />

todos sus astros y mundos en un remolino<br />

de eterna soledad; aquel que vea<br />

sus recuerdos y sus sentimientos no<br />

como un artificio suprasensible o un<br />

mito más alá de la materia y del tiempo<br />

mismo, sino como un milagro químico<br />

y biológico, aquel que comprenda la<br />

magnitud de los milenios, la inevitabilidad<br />

y supremacía del olvido, será capaz<br />

de sentir inmerso en sus latidos, las<br />

metáforas galácticas y el alfabeto cósmico<br />

con el que está escrito el poema<br />

de la realidad.<br />

68


LIBROS<br />

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69


70<br />

EL ÁRBOL<br />

DE LOS ESPEJOS<br />

Por Miguel Cruz Espindola


El destino no está escrito sobre piedra,<br />

o por lo menos, no debería de<br />

estarlo; mi pueblo no era más llamativo<br />

o relevante que cualquier otro,<br />

hasta que el árbol de los espejos llegó.<br />

Una mañana sin que nadie sospechara<br />

de la visita de un nuevo habitante, apareció<br />

en el centro del pueblo un árbol, no<br />

muy grande, no muy robusto, solo apareció.<br />

Aunque tenía muy pocos frutos, un<br />

sinfín de espejos colocados en sus ramas<br />

lo hacían una interesante atracción.<br />

Mi primera impresión fue la de una<br />

muestra de arte moderna de la cual seguramente<br />

no entendería el significado,<br />

nunca lo hago. <strong>La</strong> idea en el pueblo<br />

no era diferente a la mía, suponían que<br />

se trataba de una obra presentada en<br />

el centro para que todos la observaran.<br />

El tiempo pasaba sin encontrar al artista<br />

que se esforzaba en mantener su<br />

anonimato, contábamos los meses sin<br />

saber qué hacer con el obsequio comunal<br />

del que fuimos objeto.<br />

Sin que pasara mucho tiempo, el<br />

pueblo se acostumbró a vivir con el regalo<br />

silencioso que algún voluntario al<br />

arte nos entregó aquel día.<br />

De la misma forma misteriosa en la<br />

que apareció el árbol de los espejos, un<br />

aparente turista fue encontrado sin vida<br />

en la plaza, a un costado del árbol. Ese<br />

fue el primero, el primero de varios casos<br />

inexplicables en el que personas a las<br />

que nadie conocía aparecían muertas.<br />

Era cuestión de tiempo para que el<br />

primer poblador apareciera sin vida<br />

una mañana. Los fallecidos al pie del<br />

árbol de los espejos comenzaron a tomar<br />

nombre y apellido, ya no eran visitantes<br />

que por muchas razones pudieron<br />

morir, ahora era nuestra gente.<br />

<strong>La</strong>s soluciones llegaban y nada funcionaba,<br />

primero rompimos todos los<br />

espejos del árbol creyendo que así lo<br />

detendríamos, pero no funciono. Quisimos<br />

quemarlo, pero el humo generado<br />

del intento, termino por matar a<br />

decenas de personas que lo respiraron,<br />

dejando a algunas más en el hospital.<br />

No paso mucho tiempo antes de que<br />

la gente escapara del pueblo, sin prestar<br />

atención a sus pertenencias y sin saber<br />

a ciencia cierta hacia donde se dirigían.<br />

El pueblo fantasma en el que nada pasaba,<br />

ahora era literalmente un pueblo<br />

fantasma: sin niños corriendo por la calle,<br />

sin familias llenando el mercado con<br />

el bullicio que solo ellos sabían hacer.<br />

Solo yo, ante la oposición de mi familia,<br />

regreso periódicamente al pueblo<br />

donde el árbol de los espejos aún vive.<br />

Regreso con la esperanza de que algún<br />

día, de la misma forma autoritaria en<br />

la que llegó, se vaya. Quizá también regreso<br />

con la intención de entender que<br />

es ese árbol.<br />

¿Cuál es su poder? —si es que tiene<br />

alguno— ¿Quién lo puso aquí? —si es<br />

que alguien lo hizo.<br />

<strong>La</strong> última ocasión que visite el ahora<br />

pueblo abandonado, la noche me<br />

atrapó recordando los momentos que<br />

viví en ese lugar. No había pensado en<br />

que mis padres quizá ya estarían preocupados,<br />

decidí marcarles para que me<br />

recogieran lo más pronto posible.<br />

En la aburrida espera yo me mantenía<br />

viendo las manchas en el techo de<br />

mi habitación, solo me quedaban algunos<br />

frascos de leche mientras esperaba<br />

que llegaran por mí.<br />

Entonces lo entendí, entendí que debía<br />

enfrentarme al exterminador de mi<br />

comunidad, me debía dirigir al árbol<br />

de los espejos.<br />

El frio era cada vez más intenso, la<br />

respiración mucho más complicada y<br />

71


la presión aplastaba los pulmones de<br />

una forma que no tenía sentido; así<br />

como tampoco lo tenía el hecho de que<br />

yo siguiera caminando en esa dirección.<br />

Quizá en ese momento no tenía el<br />

pleno dominio de mi ser, quizá el gélido<br />

ambiente nublo mis reflejos ante el peligro.<br />

Aunque lo intenté no pude dejar de<br />

caminar o simplemente es que no quería,<br />

no hasta descubrir que paso con todos.<br />

Un escalofrió recorrió mi cuerpo al<br />

escuchar una voz ronca detrás de mí.<br />

—Sabía que ibas a regresar, siempre<br />

lo haces —dijo la voz sin que yo pudiera<br />

girar para poder verlo.<br />

—Es un manzanillo, mejor conocido<br />

como el árbol de la muerte —la voz siguió<br />

hablando mientras yo lo escuchaba<br />

acercarse a mí.<br />

—¿Por qué los espejos? —le pregunté.<br />

—Por la ironía, el fruto de este árbol<br />

es impensablemente toxico, yo no tuve<br />

que matar a nadie, pero ellos podían ver<br />

el rostro de sus asesinos antes de morir.<br />

—Ellos mismos.<br />

—Exactamente, su curiosidad, sus supersticiones<br />

los mataron, incluso cuando<br />

lo intentaron quemar, hicieron que su<br />

toxicidad se esparciera en el aire —dijo<br />

la voz detrás de mí, como si sintiera orgullo<br />

de un éxito personal—. Cumplí con<br />

mi misión de limpiar este lugar, solo me<br />

falta una persona que sigue regresando.<br />

—Yo.<br />

—Otra vez, estás en lo correcto, esta vez<br />

te daré una oportunidad que nadie más<br />

tuvo, ante la finalización de mi misión, te<br />

acompañaré a comer el fruto del árbol.<br />

72


—¿Por qué tu misión era correr a todos<br />

del pueblo? —Mientras preguntaba,<br />

la voz se dirigía al árbol por los frutos<br />

para ambos.<br />

—Este pueblo ya estaba abandonado<br />

antes de que yo decidiera hacerlo,<br />

además, yo no los corrí, ellos huyeron,<br />

pero si debes saberlo, no sé cuánto<br />

tiempo más me quede.<br />

—¿Había alguna forma de vencer a<br />

ese árbol?<br />

—Sí, sí la había, solo ha habido un caso<br />

registrado de una especie de antídoto al<br />

veneno del árbol de la muerte —al decirlo<br />

extendía hacia mí su mano con los<br />

frutos seleccionados.<br />

Ambos comimos los frutos y con las<br />

vías respiratorias cerrándose poco a<br />

poco fuimos perdiendo la conciencia.<br />

El destino no está escrito sobre piedra,<br />

o por lo menos, no debería de estarlo; ese<br />

único caso registrado al que la voz se refería<br />

como antídoto… era leche, la cual<br />

irónicamente al estar esperando a mis<br />

padres yo estaba tomando aquella noche.<br />

Cuando mi familia llegó a recogerme,<br />

encontraron a dos personas inconscientes,<br />

pero solo yo desperté en un<br />

hospital días después. Una afortunada<br />

coincidencia me permitió vencer a una<br />

persona enferma, que al ver su vida<br />

cerca del final, quiso quedarse totalmente<br />

solo en nuestro pueblo.<br />

No hay nada sobrenatural en el árbol<br />

de los espejos, y con las precauciones<br />

necesarias, podremos regresar a nuestro<br />

pueblo, sin ninguna preocupación y<br />

con la lección aprendida.<br />

73


74<br />

ECO<br />

Por Tania Yareli Rocha Hernández


Deambula por los pasillos hacia el<br />

amplio ventanal todas las noches.<br />

Pero no por no ser visto durante<br />

el día quiere decir que no habite, todos<br />

saben que siempre está ahí, vagando<br />

en la enorme estructura que es la fábrica<br />

de Zapatos&Cinturones Urzúa.<br />

Decían que la fábrica estaba maldita,<br />

pero la historia comenzó aún antes de<br />

su inauguración con aquellas sombras<br />

misteriosas y frías, creciendo y encogiéndose<br />

frente a la llama de su debilidad.<br />

Ignacio, un campesino joven, las<br />

vio en el rancho de Don Mario treinta<br />

años atrás. Pero eso no paso en su primer<br />

día de trabajo acarreando heno,<br />

no, fue dos meses después, una noche<br />

húmeda de octubre, cuando los sapos<br />

croaban zambulléndose en los charcos<br />

de la lluvia.<br />

El viento silbaba a través de las tablas<br />

viejas del establo donde dormía,<br />

cuando un sonido irrumpió en sus oídos.<br />

Era el resquebrajar de un vidrio.<br />

Se levantó de un salto con los ojos<br />

crispados y empujó la pesada puerta<br />

del establo. Desde la lejanía miró una<br />

ventana rota en la casa del patrón. <strong>La</strong><br />

puerta estaba abierta y en el pórtico<br />

desierto las campanas de viento se agitaban<br />

con fuerza.<br />

Al subir las escaleras, los peldaños<br />

chirrearon bajo su peso escandalosamente,<br />

o quizás sólo fue en la mente de<br />

Ignacio, cuyos sentidos amplificados<br />

por el miedo le otorgaban una perspectiva<br />

lóbrega de los hechos.<br />

Caminó pasando la puerta hacia el<br />

interior. Una veladora titilaba debajo<br />

de un Santo colgado en la pared, juzgándolo<br />

con el brillo del fuego anidado<br />

en su mirada. ¿Dónde estaría Don<br />

Mario y su esposa? Y entonces recordó<br />

que la señora se había ido temprano a<br />

visitar a sus hijos a la ciudad. Solo tenía<br />

que encontrar al patrón y todo lo<br />

demás se resolvería.<br />

<strong>La</strong> quietud que conservaba se vio sofocada<br />

por un alarido al fondo. Tomó la<br />

veladora y avanzó cuidadosamente.<br />

Más adelante, en un cuarto de descanso,<br />

una lámpara de aceite vieja<br />

iluminaba con su arder la escena espantosa<br />

que se desarrollaba entre sus<br />

paredes. Don Mario estaba siendo golpeado<br />

por dos hombres.<br />

En la pobre cabeza de Ignacio apabullada<br />

por los acontecimientos, se<br />

desbancó la razón que todo lo cuadra<br />

colapsando en una torre de naipes. Así<br />

que cuando su vista alcanzó las siluetas<br />

salvajes de aquellos hombres proyectadas<br />

sobre la pared del pasillo por<br />

efecto de la lámpara, no pudo sino pensar<br />

que esas sombras oscuras eran las<br />

protagonistas de todo mal, sin darse<br />

cuenta de que solo eran parte y figura<br />

del peligro que lo amenazaba.<br />

―Solo era meterle un susto al viejo ―expresó<br />

una voz fastidiada.<br />

―Vamos a tener que limpiar este desastre.<br />

Urzúa se molestara.<br />

Urzúa era el hombre que había estado<br />

comprando los terrenos aledaños<br />

al rancho con la intención de construir<br />

una mega fábrica de zapatos y cinturones,<br />

sin embargo no había logrado que<br />

Don Mario le pusiera precio a su patrimonio<br />

y eso lo había irritado.<br />

Ignacio se inclinó para escuchar mejor<br />

y entonces la silueta de su sombra<br />

se extendió hacia la puerta a causa<br />

de la luz en la veladora. Cómplice de<br />

aquellos demonios, la sombra surgida<br />

de sus entrañas lo había delatado. <strong>La</strong>s<br />

sombras dentro de la habitación se<br />

agitaron desfigurándose en los bordes<br />

y comenzaron a acercarse.<br />

75


Un zumbido le taladró los oídos<br />

cuando los hombres le dieron frente.<br />

Asustado, aventó la cera caliente de la<br />

veladora al más alto. Éste gritó arrancando<br />

la mezcla solidificada con sus<br />

dedos. Entonces, la veladora resbaló<br />

de los dedos sudorosos de Ignacio impactándose<br />

contra el suelo.<br />

El más bajo de los villanos alzó una<br />

palanca y le dio en la cabeza. Herido,<br />

corrió hacia la habitación y cerró la<br />

puerta de golpe. Sentía la sangre tibia<br />

escurriendo hacia su cuello, mientras<br />

se apretaba contra la puerta para que<br />

no entraran. Los pies también le comenzaron<br />

a sangrar, pedazos de vidrio<br />

se le habían encajado en los talones en<br />

medio de su huida.<br />

El cuerpo de Don Mario yacía sobre el<br />

suelo, con los ojos mirando hacia el techo<br />

y la mano suplicante extendida sobre<br />

el rodete de su propia sangre, como<br />

si la hubiera tendido hacia el espectro<br />

de la muerte en sus últimos segundos.<br />

<strong>La</strong> lámpara descansaba en el buró de<br />

la cama, había una silla a un lado del ropero<br />

y una ventana que daba al patio trasero.<br />

Ignacio improvisó, alcanzó la silla<br />

halándola por las patas con uno de sus<br />

pies. Trabó la manija de la puerta con el<br />

respaldo y caminó hacia el cadáver.<br />

Ansioso, observó el tambalear de la<br />

silla, mientras los vándalos forzaban la<br />

puerta a golpes y embestidas. Sin pensarlo<br />

tomó la lámpara de aceite y la estrelló<br />

contra la entrada. El líquido baño<br />

76


la madera y el fuego creció en una llamarada,<br />

lamiendo las paredes.<br />

Los hombres dejaron de golpear la<br />

puerta e Ignacio aprovechó la distracción<br />

para salir por la ventana. Corriendo<br />

entre los gallineros, los vándalos<br />

que ya habían salido de la casa lo sorprendieron<br />

en su huida y lo siguieron.<br />

Corriendo descalzo, sentía la mugre<br />

y las piedras enterrándose en sus pies.<br />

Dejando huellas de sangre tras su paso<br />

gritaba: ¡Auxilio! ¡Auxilio!<br />

Mas nadie salió en su defensa.<br />

Lo persiguieron por un kilómetro hasta<br />

la recién iniciada construcción de la<br />

fábrica. Pasando entre tubos, máquinas<br />

y sacos de cemento, Ignacio trataba de<br />

ocultarse en la estructura tétrica y sin<br />

forma. <strong>La</strong> cien le palpitaba en un latido<br />

continúo y comenzó a sentirse mareado.<br />

Los siniestros lo acorralaron en una esquina<br />

y de una palada lo tumbaron por<br />

la espalda y lo agarraron a puntapiés. <strong>La</strong><br />

sangre le escurría por la cara, apenas y se<br />

movía cuando el más pequeño excavó su<br />

tumba. Su respiración aún no se había<br />

apagado cuando lo aventaron dentro y<br />

la tierra comenzó a caer sobre su cuerpo<br />

inerte como en un reloj de arena…<br />

Dicen quienes lo han visto por la fábrica,<br />

que primero se siente el correr de un viento<br />

gélido, el respirar arde y un hedor a muerte te<br />

quema en la nariz. Cuando su sombra aparece<br />

erizándote la piel evades la mirada, pero pasa,<br />

e inevitablemente lo vuelves a mirar, como un<br />

eco en un acantilado, borroso e inestable.<br />

77


78<br />

LAS<br />

ESCONDIDAS<br />

Por Ulises Buendía Navarrete


Camila tenía más de cuarenta minutos<br />

oculta, estaba esperanzada de<br />

no ser encontrada nunca. Ya que<br />

últimamente siempre era la primera en<br />

ser descubierta y, cuando eso sucedía,<br />

lloraba. Aunque desde hace dos semanas<br />

Camila ya se había acostumbrado<br />

a ser encontrada, siempre le quedaba<br />

un espacio de vacío y miedo en el estómago<br />

cada vez que la descubrían. Claro<br />

que no era la única en esconderse, todas<br />

las demás pequeñas se escondían<br />

tan bien que a veces tardaban horas en<br />

ser descubiertas. Para ella no era el juego<br />

favorito, de hecho, no conocía otro,<br />

pero de algún modo ya le dejaba de doler<br />

cada vez que perdía.<br />

Por las mañanas la pequeña Camila<br />

se despertaba sin recordar algo del juego<br />

nocturno, incluso lo único que pretendía<br />

hacer era desayunar con el resto<br />

de sus siete hermanas, qué, aunque no<br />

compartían una madre, todas tenían el<br />

mismo padre. <strong>La</strong>s ocho pequeñas vivían<br />

en una gran y enorme casa con el mismo<br />

número de habitaciones, Camila por<br />

ser la más pequeña dormía con su padre,<br />

bueno al menos eso era lo que ella<br />

recordaba. <strong>La</strong> última vez que vio a su<br />

madre fue en el parque, precisamente<br />

estaba jugando a las escondidas.<br />

Por la tarde, las ocho pequeñas que<br />

iban desde los seis y hasta los catorce<br />

años de edad, jugaban a ser muñequitas<br />

de porcelana, competían por ver quién<br />

se vestía mejor, Sasha siempre ganaba,<br />

era la mayor y ya tenían bien definidos<br />

sus gustos: tacones medianos, mallitas<br />

rotas y un pequeño vestido sobre las<br />

rodillas. Dafne por su parte no le preocupaba<br />

mucho la ropa, de hecho, sabía<br />

que era lo que menos importaba. Verónica<br />

y Berenice (las gemelas) eran un<br />

caso excepcional y muy especial pues<br />

su padre siempre escogía la ropa que tenían<br />

que vestir ellas, decía que eran las<br />

más valiosas, por su puesto Sasha sabía<br />

que era un amor doble, el resto de ellas<br />

no comprendía esa diferencia. <strong>La</strong>s últimas<br />

cuatro pequeñas, es decir: las de<br />

menos edad eran vestidas por Cleo, su<br />

nana, así que, Camila, Esmeralda, Rubí<br />

y Jade esperaban su turno en la habitación,<br />

mientras veían como el resto eran<br />

vestidas y adornadas cuales princesas<br />

de esos cuentos que Camila no escuchaba<br />

desde hace mucho.<br />

Así era la rutina todos los días, con<br />

excepción de los lunes. Los lunes eran<br />

para reír un poco y dormir mucho, pero<br />

de martes a domingo era la misma rutina,<br />

Camila no sabía hasta cuándo o<br />

porqué ella tenía que seguir a pasos<br />

exactos todas las reglas, pero lo que sí<br />

sabía era que extrañaba a su madre. <strong>La</strong><br />

pequeña no entendía de fechas ni de<br />

cantidades, sólo sentía el duro golpe<br />

de ausencia, de hecho ya casi no recordaba<br />

el día en que se escondió tan bien<br />

que su madre no la encontró jamás,<br />

a cambio su nuevo padre —Gil— fue<br />

quien la rescató —según él dice— de no<br />

ser encontrada jamás.<br />

Ya en la tarde-noche, cuando el péndulo<br />

del reloj marcaba siete tonos angustiantes,<br />

todas las pequeñas con<br />

mucho pesar iban a sus respectivas<br />

habitaciones, las menores eran las que<br />

se escondían en el último piso, puesto<br />

que hacían más ruido, Sasha era la única<br />

que permanecía en la planta baja,<br />

junto con Cleo y Papá, entonces comenzaba<br />

la cuenta regresiva. Esta noche ya<br />

habían tardado, Camila tenía cuarenta<br />

minutos escondida y no la encontraban,<br />

tal vez por fin había de ganar.<br />

Pasada la hora, la pequeña niña estaba<br />

desesperada, salió del armario,<br />

79


80<br />

vio la cama, que, como siempre estaba<br />

tendida a la perfección con un preservativo<br />

en el centro, la niña vio el pequeño<br />

sobriecillo cerrado —jamás conoció<br />

su contenido— de pronto escuchó tres<br />

largos golpeos en la puerta, eran más<br />

fuertes de lo acostumbrado, de inmediato<br />

volvió a su escondite, pero tras de<br />

ellos se escuchó un chillido y un grito,<br />

«policía federal», la pequeña no comprendía<br />

nada, casi siempre un hombre,<br />

amigo de papá, subía y la encontraba,<br />

la desvestía y la hacía llorar, esa noche<br />

no era uno, sino varios, todos encapuchados,<br />

una mujer, quien la encontró,<br />

al verla la enredó en una frazada, la pequeña<br />

no comprendía que esa noche<br />

por fin sería encontrada, por fin la banda<br />

de las escondidas sería desmantela<br />

y ella regresaría con su madre.


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81


EL ARTE<br />

Y LO COTIDIANO<br />

Por Erika Areli Rosas Gonzalez<br />

Intentando escribir escuchaba la banda<br />

sonora de una película y, recordé<br />

esa misteriosa y peculiar emoción<br />

que se presenta después de salir de<br />

una sala de cine, después de leer un<br />

libro o escuchar una canción y no solo<br />

hablo de los treinta segundos de liberación<br />

de endorfinas que nos proveen<br />

sino, de cómo algunas de esas cosas<br />

aún en nuestros recuerdos, conforman<br />

un estado de bienestar y fascinación in-<br />

82<br />

descriptible; aquello que algunas veces<br />

llamamos arte.<br />

El diccionario de la Real Academia<br />

Española lo define como, una manifestación<br />

de la actividad humana<br />

mediante la cual se interpreta lo real<br />

o se plasma lo imaginado con recursos<br />

plásticos, lingüísticos o sonoros y<br />

como la capacidad o habilidad de crear<br />

algo. Sin duda surgen muchas más preguntas<br />

ante esa definición. Maravilloso


esulta imaginar a unos seres dotados<br />

de la sabiduría y magnanimidad de los<br />

dioses, capaces de plasmar y trasmitir<br />

elocuentes mensajes en sus creaciones,<br />

sin embargo, la definición nos deja<br />

abiertos a considerar arte a cualquier<br />

creación ¿por qué entones no todo nos<br />

parece arte?<br />

Carl Gustav Jung, en su libro Sobre el<br />

fenómeno del espíritu en el arte y la ciencia,<br />

se refiere a este como un complejo<br />

autónomo con una vida psíquica propia,<br />

un ser vivo implantado en el alma<br />

del hombre. Podría ser entonces que<br />

el arte es una percepción inconsciente<br />

que identifica en la obra, una imagen<br />

o un símbolo traducible a nuestro presente,<br />

y es capaz de ser interpretada<br />

por cualquiera que así lo desee.<br />

El arte es algo existente en nosotros<br />

que busca ser plasmado o decidimos<br />

plasmar. Llegado el momento se acude<br />

83


a su encuentro, conducidos por un llamado<br />

o fuerza sobrenatural y algunos<br />

otros, buscan la senda por si solos, exista<br />

o no un llamado a su «yo» creador.<br />

Pensar en el artista como el portavoz<br />

de un conocimiento o idea, capaz de viajar<br />

en el espacio y el tiempo, resulta apropiado<br />

desde el punto de vista de quien<br />

busca trascender y, es que en la diversidad<br />

de oficios hay lugar para todo tipo de<br />

creaciones y distintas formas de perdurar.<br />

Por otro lado, y regresando al arte como<br />

la capacidad de crear, todo tiene el potencial<br />

de ser ante nuestros ojos el arte que<br />

nuestra alma anhele, ninguna creación es<br />

nimia para su creador ni para quien en ella<br />

encuentre un valor, una obra.<br />

El arte de las palabras es sin duda,<br />

algo que no pasa desapercibido, más<br />

de uno ha encontrado en algún texto,<br />

además de conocimiento, una guía o<br />

medio de catarsis. Los artistas de la palabra,<br />

han sido por mucho tiempo de<br />

los más socorridos y en quienes se ha<br />

permeado el concepto de artista.<br />

Difícil es reconocerse como un artista,<br />

intentar encontrar el impuso con<br />

vida propia interno que nos dirija al camino<br />

del texto. Es ese mi caso, al mirarme<br />

solo encuentro un ente desprovisto<br />

de un propósito real o una fuerza que le<br />

conduzca a algo.<br />

Hace algún tiempo leí en un libro<br />

infantil de Muriel Barbery lo siguiente:<br />

84


«Alors quoi, je devrais devenir toubib?<br />

Ou bien écrivain? C’est un peu pareil,<br />

non?» (Entonces qué, ¿Debería convertirme<br />

en médico? ¿O quizá en escritora?<br />

Es un poco lo mismo, ¿no?). Tal vez<br />

de alguna forma lo es. Siempre imaginé<br />

que los médicos eran una especie<br />

de Hercule Poirot que indagaban en<br />

la sintomatología de sus pacientes,<br />

como detectives buscando pistas en<br />

una escena del crimen para establecer<br />

un diagnóstico. Y es que, aunque<br />

en el mundo de las letras se escribe<br />

mayormente por gusto, también existe<br />

un deber moral ante los otros, los<br />

que leen, el libro acoge a su lector<br />

entre sus páginas y le proporciona un<br />

cuidado tan importante como el de la<br />

salud, el del alma. ¿Es acaso el escritor<br />

y el médico una misma persona? ¿Se<br />

auscultan dolores y se transforman<br />

en realidades plasmadas en una hoja?<br />

¿Es eso el arte? ¿O es la mera existencia<br />

que en su belleza convierte cada<br />

una de las creaciones en algo capaz<br />

de maravillar a cualquiera?<br />

Sin duda en las particularidades de<br />

la cotidianeidad se encuentra una infinidad<br />

de obras, artistas, seres creativos,<br />

magos capaces de convertir una realidad<br />

en otra, para ser interpretada por<br />

los ávidos ojos de quien esté dispuesto<br />

a encontrar, en una banda sonora o un<br />

libro, el camino a un lugar distinto.<br />

85


86<br />

SEGUIR<br />

A LOS MUERTOS<br />

Por Lenin Trujeque Biberos


Habían pasado cerca de dos minutos<br />

desde que dieron las doce.<br />

El cielo brillaba gracias a las estrellas<br />

y el mar se teñía negro. El clima<br />

estaba tranquilo, y las aguas se movían<br />

en una danza que aquietaba las olas de<br />

cualquier corazón. Pero el de Pua estaba<br />

demasiado agitado. Y decepcionado<br />

por pasar su tercera noche en vela, regresó<br />

en su balsa a casa.<br />

Al entrar por la puerta de juncos no<br />

creyó que el estado de su esposa estuviera<br />

tan deteriorado. Sudaba y profería<br />

incoherencias sin parar. Su papá, papa<br />

Noa (como solía llamarlo Leilani cuando<br />

todavía no se casaban y como ahora<br />

todos los llamaban), le sostenía la mano<br />

mientras le rezaba a Kanaloa una letanía<br />

tan rápida que ni siquiera él entendía.<br />

Cuando Leilani se mudó de la aldea<br />

a la pequeña cabaña donde vivía él y<br />

su padre, jamás pensó que su situación<br />

sería parecida. Ella no creía en los<br />

dioses de papa Noa, pero los respetaba<br />

por Pua. Ahora que el médico había dicho<br />

que no había cura, y que la única<br />

solución era enviarla a un costoso hospital<br />

de la capital, Pua se aferraba con<br />

toda su fuerza a su antigua fe.<br />

De acuerdo con papa Noa, Kanaloa el<br />

dios del océano y los muertos, concedía<br />

su gracia a aquellos que lo buscaran en<br />

su hogar: el mar. Pero debía de ser en<br />

la hora de los muertos, y el que lo hacía<br />

lo tenía que hacer con la suficiente fe<br />

para hacer que uno de los emisarios de<br />

Kanaloa lo visitase. Por ello desde que<br />

Leilani enfermó Pua asistía puntual a la<br />

cita. Y buscaba en la negrura del agua<br />

a ese emisario que, de acuerdo con las<br />

leyendas, aparecía con forma de mujer<br />

y cuerpo de pescado.<br />

Pero no importaba lo que su padre<br />

le hubiese enseñado cuando era niño,<br />

ni que en la aldea le enseñaron sobre<br />

ciencia y matemáticas, no importaba<br />

quién tenía o no razón, Pua, de apenas<br />

veinte años, nunca se había enfrentado<br />

a la muerte y no estaba preparado para<br />

ella. Así que buscaba en cualquier rincón<br />

cómo salvar a su esposa. <strong>La</strong> amaba<br />

tanto que no podía creer que el mundo,<br />

o los dioses, fueran tan crueles para<br />

arrebatársela. Y mirando a su papá<br />

luchar por controlar los manoteos y<br />

gritos de su mujer sintió ganas de también<br />

gritar y llorar de impotencia.<br />

Al no poder soportar la escena salió<br />

de su casa. Corrió por la arena con toda<br />

su fuerza, como si de alguna forma así<br />

pudiera alejarse de sus problemas. Y<br />

una vez agotado, se tendió en el suelo<br />

húmedo por el mar, y empezó a llorar<br />

mientras se cubría el rostro y se revolcaba<br />

en la tierra. Estuvo así hasta que<br />

sus fuerzas se agotaron, con mil preguntas,<br />

o más bien quejas, de por qué<br />

le arrebataban a su amada y por qué<br />

la vida era tan injusta. Su agonía duró<br />

tanto tiempo que terminó dormido.<br />

Soñó con Leilani. Soñó que estaba sana.<br />

Ambos tomados de la mano iban vestidos<br />

de blanco, y rosicler en el cielo combinaba<br />

de tal modo con el mar que Pua sintió felicidad<br />

y deseo con más que nada que ese<br />

lugar y ese momento fueran reales. Pero<br />

cuando despertó el cielo era azul, y el ruido<br />

del mar lo hizo acordarse de la tragedia<br />

que se cernía sobre él.<br />

Regresó a su cabaña caminando, y<br />

antes de llegar pudo ver a su papá<br />

afuera. No hubo necesidad de palabras,<br />

entendió lo que había pasado, y corrió<br />

a abrazar a su padre. Entre lágrimas y<br />

condolencias papa Noa le explicó que se<br />

había ido y que lo había hecho tranquilamente;<br />

Pua sabía que eso no era verdad,<br />

pero decidió creer en esa mentira.<br />

87


Después de arreglar las disposiciones<br />

funerarias, Pua se puso taciturno.<br />

No hablaba con nadie y prefería permanecer<br />

alejado de su familia y amigos.<br />

Pese a que éstos querían consolarlo el<br />

guardaba distancia, y no dijo nada ni<br />

volvió a llorar en toda la ceremonia.<br />

Cuando todo terminó ya era de noche.<br />

Regresando a su casa Pua había tomado<br />

una resolución, tomó su balsa y<br />

entró en el mar. Cuando estuvo a una<br />

buena distancia empezó a gritar y a llorar<br />

otra vez. El mar estaba más agitado<br />

que los otros días, y la oscuridad lo cubría<br />

todo. Pero en medio de esa penumbra,<br />

una luz verdosa iluminó la balsa de<br />

Pua. Con sorpresa el viudo miró hacia<br />

abajo y descubrió al emisario de Kanaloa.<br />

Se había dignado a verlo cuando<br />

todo era inútil, cuando su mujer ya no<br />

le pertenecía y nunca la volvería a ver.<br />

Aun así, la visión era impresionante, y<br />

asombrado miraba las escamas esmeraldas<br />

de la cola de la sirena; miraba<br />

sus movimientos rítmicos y cómo ésta<br />

lo llamaba con sus manos a entrar al<br />

mar. Pua desconfió, pero hubo algo<br />

que le pareció tan demoledor en la sirena<br />

que por un momento quedó congelado:<br />

la sirena sonreía. Y lo más terrible<br />

era que pese a la noche y al agua, reconoció<br />

en el rostro de la sirena al de su<br />

mujer. No, no podía ser, pero lo era, y<br />

lo veía con esa sonrisa enigmática que<br />

lo sedujo de tal modo que no pudo resistir.<br />

Entonces la oscuridad lo devoró<br />

todo, y el hombre se dejó llevar por la<br />

sonrisa de lo desconocido.<br />

88


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89


90<br />

HASTA QUE<br />

TU MUERTE NOS<br />

SEPARE, MI AMOR<br />

Por Nora Adriana Alvarez Bobadilla


Hola, cielo, ¿qué tal dormiste? Por<br />

tu expresión de desconcierto supongo<br />

que te estás preguntando<br />

qué pasa aquí.<br />

Tranquilo, mi amor, que todo tiene<br />

una explicación; si bien para ti no puede<br />

resultar razonable, para mí es muy<br />

lógica. Pero primero permíteme ponerte<br />

al tanto de los hechos.<br />

¿Recuerdas aquella noche en la que<br />

regresamos de festejar el tan esperado<br />

ascenso que por fin te habían otorgado?<br />

Por cierto, fue una hermosa noche<br />

de luna llena. Si mal no recuerdo, de<br />

eso hará casi un año.<br />

Es probable que no recuerdes lo que<br />

ocurrió después de que nos entregáramos<br />

al amor, a la pasión que siempre reinó<br />

en nuestra relación, y eso es porque<br />

tú ya estabas profundamente dormido,<br />

pero yo no, por eso tengo tan claro como<br />

el agua las palabras que entre sueños<br />

balbuceaste y punzaron mi corazón.<br />

No, cielo, no me mires así, primero<br />

déjame terminar mi justificación, entre<br />

más pronto finalicemos con esto será<br />

mejor para los dos.<br />

Todo iba tan bien; según yo, teníamos<br />

un maravilloso matrimonio. Reíamos,<br />

platicábamos, salíamos de paseo los<br />

fines de semana, compartíamos tantas<br />

cosas y sobre todo nos amábamos.<br />

Creí que éramos la pareja perfecta<br />

que se complementaba como en los<br />

libros más románticos; y digo éramos,<br />

porque tú te encargaste de echar toda<br />

ilusión a perder.<br />

Cariño, si querías engañarme al menos<br />

lo hubieras hecho bien.<br />

Primero tus estúpidos murmullos<br />

mientras dormías, por tu propia boca<br />

te descubrí. Ahí fue cuando me empecé<br />

a romper, cuando cada madrugada te<br />

escuchaba susurrar su nombre, cuando<br />

mientras tú dormías yo escuchaba<br />

como la llamabas entre sueños.<br />

¿Sabes? Siempre supuse que siendo<br />

yo la mujer que estaba a tu lado, a la<br />

que abrazabas cada noche antes de<br />

dormir y le decías «Te amo» seguido de<br />

un tierno beso, era la única. Qué equivocada<br />

estaba y que triste es darme<br />

cuenta que no era así.<br />

O te amaba con locura o era una completa<br />

imbécil al pasar por alto aquello.<br />

Tal vez eran ambas.<br />

Nunca antes me diste una razón<br />

para desconfiar de ti, nunca mostraste<br />

ni una señal de descuido o de falta de<br />

amor hacia mí. Ahora pienso que era<br />

la maldita culpa que te carcomía por<br />

dentro la que hacía que fueras todo un<br />

caballero conmigo, los días eran tan<br />

bellos, tan fantásticos y apacibles, tan<br />

diferentes a las noches.<br />

Nuestra rutina prosiguió, tu amor<br />

fingido era tan pleno. Tú eras agua y yo<br />

una mujer perdida en medio del desierto<br />

sedienta de ti.<br />

¡Maldita sea! Si fingías, si ya no me querías,<br />

¡¿por qué diablos seguías conmigo?!<br />

Los días, qué magníficos días. Tal vez<br />

era la luz del sol que me daba energía<br />

y claridad para ver lo bueno de seguir<br />

junto a ti, ahora pienso que esa luz llegó<br />

a cegarme a tal grado que no me dejaba<br />

ver cómo me mentías en la cara o<br />

tal vez era yo la tonta sentimental que<br />

no quería ver la realidad que me escupía<br />

en el rostro.<br />

¿Sorprendido? Más sorprendida estuve<br />

yo al empezar a desmenuzar toda tu red<br />

de porquería, todo tu espejismo de amor.<br />

¿Qué dices? No te entiendo ya que la<br />

mordaza me impide deducir tus intentos<br />

de palabras. Debo confesar que estoy<br />

tentada a prescindir de ella, pero temo<br />

que la parte poco razonable y vulnerable<br />

91


de mí regrese y crea todas las palabras<br />

llenas de farsa que dirías si te la quito.<br />

Seguramente expondrás que me<br />

amas y que las cosas no son lo que imagino.<br />

¡Ay, amor! Desistí de creer que<br />

me amabas hace algunos meses atrás.<br />

Ahora, si de verdad me amas, ¿no crees<br />

que tienes una maldita y retorcida forma<br />

de hacerlo?<br />

Quisiera, realmente quisiera que<br />

toda tu nociva inmundicia fuera producto<br />

de mi imaginación, desgraciadamente<br />

no es así, al final también acabaste<br />

por destrozar mis días de luz.<br />

¿Era tan difícil para ella controlar sus<br />

impulsos de llamarte cuando sabía que<br />

estabas conmigo? ¿O acaso es que te excitaba<br />

el misterio y la aventura a la que<br />

jugabas a costa mía? No lo sé, no sé cuál<br />

era tu malévolo objetivo, sea como sea<br />

terminaste descuartizando cualquier<br />

rastro de confianza que te tenía.<br />

A sus llamadas le siguieron tus venidas<br />

tarde, tus excusas que en su mayoría<br />

eran patéticas. ¡Vamos, que no soy<br />

tan estúpida! Nadie llega con esa sonrisa<br />

después de haber trabajado doce<br />

horas seguidas.<br />

Increíblemente aún así trataba de<br />

mantener este matrimonio a flote, simulaba<br />

demencia y pasaba por alto<br />

todos tus errores. De forma inútil trataba<br />

de ganar una guerra perdida. Creo<br />

que esperaba un milagro divino que te<br />

hiciera recapacitar, pero no fue así, por<br />

más que oré ese milagro nunca llegó y<br />

yo me cansé de esperar.<br />

¿Te acuerdas de tú regalo de aniversario?<br />

<strong>La</strong> sorpresa en tus ojos me<br />

hace saber que sí, entonces recuerdas<br />

que me preguntaste el por qué te había<br />

regalado una navaja en lugar de<br />

la acostumbrada corbata o la camisa<br />

que esperabas. Recuerdo que respondí<br />

92


que suelen ser muy útiles y prácticas y<br />

que tal vez algún día la necesitaríamos.<br />

Pues ese día llegó, mi amor.<br />

¿Sabes? No me había dado cuenta de<br />

lo patética y rota que estaba hasta ayer.<br />

Sin querer, me olvidé de los documentos<br />

que necesitaría para mi junta del medio<br />

día, regresé a la casa, vi un auto azul<br />

afuera, me extrañó porque según yo tú<br />

estabas en el trabajo y no conocíamos a<br />

nadie con un auto así. Abrí la reja y me<br />

sorprendió ver tu carro en la cochera, fue<br />

ahí que temí lo peor, pero tenía que verlo<br />

para que así me diera cuenta de que era<br />

real y que todo lo que había estado dando<br />

vueltas en mi cabeza no era producto<br />

de mis celos y mi mala alucinación.<br />

Sí, amor, ayer te vi, te vi con ella, en<br />

nuestra casa, en nuestra habitación, en<br />

nuestra cama.<br />

Fui tan cobarde que no pude enfrentarte<br />

en ese momento, pero ahora,<br />

ahora tengo todo el valor para hacerlo.<br />

Tuve que planear todo con sumo cuidado<br />

y para cuando descubran lo ocurrido<br />

yo estaré muy lejos de aquí.<br />

¿Tienes miedo? Yo también lo tendría<br />

si fuera tú. Dudo que Dios acepte traidores<br />

en su paraíso.<br />

Bien podría irme y dejarte vivir con<br />

tu maldita zorra, pero no, yo si pienso<br />

cumplir mi juramento, aquel que<br />

con entera fe confirmé en el altar: «Yo<br />

te acepto a ti como mi esposo, en las<br />

buenas y en las malas, en la salud y la<br />

enfermedad y prometo amarte y respetarte<br />

todos los días de mi vida».<br />

He cumplido cada palabra, no te podrás<br />

quejar de ello y para poder seguir mi<br />

vida y tener al fin paz mental tengo que<br />

cumplir hasta la última parte, sí, mi vida;<br />

hasta que la muerte nos separe. Así que,<br />

amor mío, fue un martirizado gusto vivir<br />

contigo. Te amo… Descansa en paz.<br />

93


94<br />

EL<br />

SENDERO<br />

Por Daniel López Monterrubio


Mary nunca estuvo segura de<br />

cuando empezó a sentir aprensión<br />

al recorrer ese sendero.<br />

Sonreía, y se animaba a sí misma para<br />

continuar, pero al final terminaba recorriéndolo<br />

tan rápido como podía correr.<br />

Sobre aquella vereda solitaria no<br />

existían más que unos pocos pinzanes,<br />

y algunos arbustos resecos por el sol.<br />

Fuese de día o de noche, el resultado<br />

siempre era el mismo: comenzar sonriente<br />

y salir corriendo. Tal vez porque<br />

era la porción más sombría de su recorrido,<br />

o quizá porque era el punto más<br />

silencioso que conocía; pero aquella<br />

trocha siempre le intimidaba.<br />

Si encontraba a alguno de los hombres<br />

del rancho que fuera en su misma<br />

dirección, se le acercaba e inventaba<br />

cualquier charla para mantenerse a su<br />

lado. Con todo eso, a veces se despedía<br />

precipitadamente para huir corriendo.<br />

<strong>La</strong>s pocas veces que recorría el camino<br />

entre su casa y la escuela en compañía<br />

de su madre, o de sus hermanos mayores,<br />

debía hacer esfuerzos para mantener<br />

el paso tranquilo que todos llevaban. Tal<br />

era el pánico que sentía siempre que llegaba<br />

a esa vereda que a veces proponía<br />

jugar una carrera para justificar el salir<br />

corriendo a toda velocidad.<br />

Cada mañana, mientras apuraba la<br />

taza de chocolate y el pan dulce del<br />

desayuno, examinaba la situación ¿Por<br />

qué le daba tanto miedo ese lugar?<br />

¿Por qué debía pasar corriendo? No era<br />

ni la obscuridad, ni el silencio que reinaban<br />

en el paraje aquel. Muchos otros<br />

lugares de su recorrido diario eran tan<br />

sombríos como callados, y no le causaban<br />

inquietud alguna.<br />

Siempre que llegaba a ese trecho<br />

de su camino cotidiano se sentía observada,<br />

aunque era evidente que no<br />

había nadie por allí. Una vez le pareció<br />

escuchar algo a sus espaldas, pero no<br />

volteó, simplemente emprendió la más<br />

veloz carrera de su vida. Jamás supo,<br />

ni pretendió indagar, que fue lo que la<br />

asustó esa madrugada cuando aún a<br />

obscuras iba del ranchito donde vivía<br />

con rumbo a la escuela.<br />

Como era de esperar, Mary pensó en<br />

dar un largo rodeo a fin de evitar esa<br />

porción del camino; pero el nuevo recorrido<br />

la hubiera obligado saltar cercas<br />

de alambre de espino, encarar a feroces<br />

perros guardianes que protegían<br />

el ganado y las casas de los vecinos; y<br />

por último a darle casi una vuelta entera<br />

al cementerio del pueblo, del que se<br />

contaban muchas historias de fantasmas<br />

y aparecidos.<br />

¿A quién podría recurrir? Preguntó a<br />

su madre quien, después de escucharla<br />

atentamente, le pidió que le dijera si<br />

realmente deseaba continuar yendo a<br />

la escuela; y cuando la niña le dio una<br />

respuesta afirmativa, ella le acompañó<br />

por el camino durante una semana<br />

completa. Al lunes siguiente, el benjamín<br />

de la familia amaneció afiebrado, y<br />

la señora de la casa tuvo que quedarse<br />

con él. Mary tuvo que enfrentar nuevamente<br />

y a solas sus temores.<br />

«Pero… ¿A qué le tienes miedo?» le<br />

preguntaban con insistencia sus padres<br />

y hermanos. «Muchas, muchas<br />

veces hemos pasado por allí y nunca<br />

sucede nada. Antes no te asustabas»;<br />

concluían sonrientes. <strong>La</strong>s semanas<br />

transcurrían, y Mary tenía cada vez<br />

más miedo de ese lugar. Empezaba<br />

un llanto incontrolable antes de salir<br />

de casa, y para el momento de arribar<br />

a ese trecho del recorrido, su cuerpo<br />

temblaba sin control alguno, volvía entonces<br />

a casa, sollozante y temblorosa.<br />

95


Fue entonces que su madre decidió<br />

llevarla con el médico del pueblo;<br />

un viejo doctor conocido por la comunidad<br />

desde mucho tiempo atrás.<br />

Después de tomarle los signos vitales,<br />

procedió al cuestionario de rigor, no<br />

encontrando nada que justificara el<br />

compor-tamiento melindroso de la jovencita.<br />

Recetó entonces unas píldoras,<br />

y pidió que le man-tuvieran informado<br />

de cualquier evolución anormal del<br />

comportamiento de la chica.<br />

El doctor asentó en su diario personal:<br />

«…hoy me trajeron a otra niña presa de<br />

histeria al cruzar el campo algodonero.<br />

Parece que mis vicios me han puesto en<br />

el umbral de un importante descubrimiento<br />

médico. Tengo la impresión que<br />

de algún modo; por algún mecanismo<br />

natural, pero todavía desconocido, de<br />

defensa, estas muchachitas saben, o<br />

por lo menos intuyen, lo que he hecho<br />

en ese lugar. Si en lugar de secuestrar,<br />

torturar, matar, y enterrar muchachas a<br />

la vera del camino, procedo con varoncitos<br />

¿a los muchachos también les sucederá<br />

lo mismo? Solamente obtendré<br />

una respuesta a esta pregunta mediante<br />

una ordenada experimentación. Espero<br />

poder presentar mis conclusiones<br />

a la comunidad científica antes de que<br />

me capturen…».<br />

96


Publica<br />

tu libro<br />

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97


MITO E<br />

INFANCIA<br />

Por Alejo Molina<br />

Hace poco descubrí que mi respuesta<br />

favorita para ver las<br />

inspiraciones de mis estudios<br />

universitarios, los que convergen a la<br />

filosofía, se hallaba en los placeres que<br />

la mitología me dio cuando niño. En la<br />

primaria tuve mi primer acercamiento<br />

y mi madre no escatimó en comprarme<br />

tres libritos de fantasía griega y egipcia<br />

que la editorial Selector daba para el<br />

pequeño público. Este encuentro con<br />

98<br />

lo fantástico tuvo en mí tal efecto que a<br />

la postre derivó en el estudio del hombre<br />

y de sus grandes razonamientos. El<br />

objetivo de este ensayo es mostrar la<br />

relación de la infancia, tanto en lo individual<br />

como en la connotación colectiva,<br />

con la lectura y escritura de la mitología<br />

y el proyecto de pensamiento que<br />

esto sugiere.<br />

Cuánta fortuna encontré cuando vi<br />

que no sólo como individuos nos pa-


saba esto, sino también como pueblo<br />

y como seres históricos. Aunque lo<br />

que diga a continuación suene vulgar<br />

y un tanto vago, vale recordar que los<br />

pueblos comienzan su cultura con un<br />

toque de fantasía para después de ello<br />

formular sistemas que recaigan en la<br />

recta razón y en la acción virtuosa.<br />

Homero y Hesíodo, piedras angulares<br />

de la poesía griega, plasmaron<br />

y comenzaron su pensar en la razón<br />

divina: en la primera rapsodia de la<br />

Ilíada, se dice: Canta, oh diosa, la cólera<br />

del Pelida Aquileo; cólera funesta<br />

que causó infinitos males a los aqueos<br />

y precipitó al Hades muchas almas valerosas<br />

de héroes… Y al principio de la<br />

Teogonía: Comencemos nuestro canto<br />

por las Musas Heliconíadas, que habitan<br />

la montaña grande y divina del<br />

Helicón. Gastan su inspiración y nos la<br />

muestran; participan de lo divino, de lo<br />

99


mágico, para repartir el conocimiento<br />

al vulgo. <strong>La</strong> palabra carente del razonamiento<br />

puro, calculador, científico, el<br />

mitós, fue el precursor del bien portado<br />

y recto lógos, que, por supuesto, luego<br />

desembocará en la grandiosa pólis<br />

griega, ateniense, del siglo IV a.C. Para<br />

estos atenienses, Homero y Hesíodo<br />

representaron la infancia del pueblo<br />

griego; la madurez, el ser adulto, está<br />

en apogeo en la Academia o en los teatros,<br />

como Sófocles en su Edipo Rey lo<br />

demuestra: …tiene demasiado en vilo<br />

su corazón con aflicciones de todo tipo y<br />

no conjetura, cual un hombre razonable,<br />

lo nuevo por lo de antaño… Lo nuevo,<br />

la madurez de pensamiento, la razón;<br />

lo antaño, lo mágico y mítico.<br />

Si la madurez estaba en boga en el<br />

tiempo de Sófocles, ¿acaso el pensamiento<br />

mitológico sólo era un lindo recuerdo,<br />

sin significado para la gloriosa<br />

razón, para el lógos? No, en absoluto. El<br />

pensamiento desde los mitos era todo<br />

un proyecto, un proceso y un origen. Al<br />

igual que en la vida del ser humano, la<br />

infancia es en donde se forma y se proyecta<br />

la madurez, el molde para la realización<br />

de la obra.<br />

Por supuesto, los mitos no se quedaron<br />

en el olvido ni como una reliquia, ni<br />

mucho menos lo pensaron así los griegos.<br />

Pongo de caso en este escrito a uno<br />

de los más fértiles pensadores de occidente<br />

de antes de nuestra era, Platón.<br />

El filósofo ateniense tuvo dos grandes<br />

formas de mostrarnos sus pareceres,<br />

de aleccionarnos: el diálogo, aprendizaje<br />

obtenido del maestro Sócrates y el<br />

mito. No me cabe duda que Platón ha<br />

sido el más grande filósofo que recurra<br />

a imágenes irreales para dar sentido a<br />

la propia estructura filosófica. Hacer<br />

un análisis exhausto de las imágenes<br />

<strong>10</strong>0


platónicas es una tarea que sobrepasaría<br />

mis fuerzas y no atendería el objetivo<br />

de este breve ensayo.<br />

Enfrentar la lectura platónica es<br />

difícil y los interlocutores de su protagonista<br />

en el diálogo, la mayor de las<br />

veces, Sócrates, lo saben. No obstante,<br />

Sócrates también tiene conciencia de<br />

ello y vuelve a evocar nuestra infancia<br />

haciéndonos aprender con imágenes:<br />

cómo no hacer patente la idea de la<br />

naturalidad de la injusticia en el hombre<br />

mediante el mito de Er y su poder<br />

de hacerse invisible; indiscutible es la<br />

cátedra que nos da Platón mediante el<br />

hombre encadenado y la valoración de<br />

la realidad con el mundo de sombras y<br />

representaciones de este mundo sensible;<br />

no recordar el fundamento del<br />

Amor, de las Ideas y la Verdad, basándonos<br />

en el auriga, los caballos alados<br />

y la vuelta a la morada de los dioses<br />

en el diálogo Fedro, sería una falta de<br />

atención y no de comprensión a tan<br />

complejas ideas. En suma, las imágenes<br />

que nos ofrece el fabuloso Platón<br />

facilitan el entendimiento de sus ideas.<br />

Con Platón podemos ver, entonces,<br />

que la vuelta a la infancia, a lo primigenio,<br />

no es un retroceso psicológico<br />

o gnoseológico, sino más bien es un<br />

recurso didáctico para llegar a la madurez<br />

o para reforzar la estancia en ella.<br />

Gracias al mundo imaginario, inocente,<br />

fantástico, podemos hallar un sentido<br />

profundo a nuestra lógica y, con ello,<br />

quizá, a nuestra propia existencia: el<br />

mito nos enseña a ver alrededor, a contemplar<br />

y a reflexionar. Sigo, después<br />

de estas líneas, defendiendo mi teoría:<br />

lo que me hizo acercarme a la filosofía,<br />

a sus sistemas, a un depurado Descartes<br />

o a un escrupuloso Kant, fue la mitología,<br />

la infancia del pensamiento.<br />

<strong>10</strong>1


<strong>10</strong>2


SELECCIÓN<br />

DEL EDITOR<br />

<strong>10</strong>3


<strong>10</strong>4<br />

LA PRIMERA<br />

CITA<br />

Por Reinier del Pino Cejas


Ernesto llegó a la casa veinte minutos<br />

antes y dio una vuelta por el<br />

sector. No quería llamar a la puerta<br />

hasta la hora convenida. Se había<br />

gastado la asignación del mes en un<br />

ramo de flores naturales. Hacía tiempo<br />

que no tenía vida social. Era difícil con<br />

la ciudad llena de mutantes, tráfico de<br />

órganos y gente rara.<br />

Por eso la cautela de Ernesto en sus<br />

salidas. Solo se aventuraba a los recorridos<br />

en autotraslado hasta el trabajo<br />

en la procesadora de verduras sintéticas.<br />

Aquel día violaba sus costumbres.<br />

Tenía una razón para hacerlo: Elisa.<br />

Elisa tenía el rostro de un ángel. Ernesto<br />

la vio por primera vez en la estación<br />

de autotraslados frente a su<br />

módulo. Parecía perdida y enseguida<br />

entablaron una conversación.<br />

―¿Es nueva en este sector? ―había dicho<br />

Ernesto disimulando un tono casual.<br />

―Así es ―le respondió la muchacha<br />

sobresaltada.<br />

―No se preocupe. No soy mutante ni<br />

traficante de órganos. Vivo en este módulo<br />

―había comentado el hombre extendiendo<br />

la mano―. Me llamo Ernesto.<br />

―Elisa ―sonrió la chica devolviendo<br />

el saludo.<br />

Desde aquel día los encuentros fueron<br />

menos casuales y más prolongados.<br />

Dejaban ir los autotraslados para<br />

no cortar una conversación. Ernesto<br />

pasaba los días pensando en la joven.<br />

Soñaba con ella viviendo en su módulo,<br />

compartiendo cenas suculentas<br />

bajo paisajes holográficos de ensueño.<br />

Finalmente ella lo había invitado a su<br />

casa y eso solo se hacía con personas<br />

de confianza. Nadie se atrevía a correr<br />

tal peligro.<br />

Ernesto introdujo su código en la<br />

barra de entradas y sonrió cuando la<br />

puerta cedió. En la cápsula de ascenso<br />

escuchó la voz electrónica indicando el<br />

traslado hasta el piso veintiuno. Elisa<br />

esperaba sonriente. Se había arreglado<br />

para él y eso lo puso de un humor<br />

excelente. Le extendió las flores.<br />

―¿Por qué te molestaste? ―protestó<br />

ella―. Deben haberte costado la asignación<br />

de una semana.<br />

―Tranquila ―contestó Ernesto―. <strong>La</strong><br />

ocasión lo amerita.<br />

Se saludaron y pasaron a una habitación<br />

holográfica con ambientación japonesa.<br />

―Mi madre adora la cultura oriental<br />

del siglo veintiuno ―se adelantó Elisa―.<br />

Espero que no te moleste.<br />

―Por mí está bien ―dijo él, mientras<br />

disfrutaba ver a la muchacha colocar<br />

las flores en un jarrón de porcelana.<br />

Elisa salió de la habitación y regresó<br />

acompañada de su madre. Era una anciana<br />

de apariencia piadosa y mirada<br />

senil que sonrió mostrando una dentadura<br />

desgastada.<br />

―Bienvenido, joven. Elisa habla mucho<br />

de usted.<br />

―Espero que bien ―Ernesto se sintió<br />

sonrojarse―. <strong>La</strong> aprecio mucho.<br />

―Eso veo ―dijo la anciana, observando<br />

las flores―. Un hombre de detalles<br />

―suspiró con pesadumbre―. Ya no<br />

abundan los caballeros.<br />

―¿Una taza de té? ―sugirió Elisa.<br />

<strong>La</strong> mujer contempló a su hija con<br />

una ternura que conmovió a Ernesto.<br />

No estaba habituado a las demostraciones<br />

de afecto. <strong>La</strong> anciana salió de<br />

la habitación y se quedaron solos. Tras<br />

un pesado silencio Ernesto se atrevió a<br />

una pregunta.<br />

―¿Traes muchos amigos a tu casa?<br />

―Es la primera vez que introduzco un<br />

código de acceso en el módulo ―Elisa<br />

bajó la vista, avergonzada.<br />

<strong>10</strong>5


―Entonces soy dichoso ―continuó<br />

Ernesto―. Esto es mucho para un hombre<br />

como yo.<br />

―¿Un hombre como tú?<br />

―Seamos honestos. Eres una mujer bella<br />

y yo un hombre mayor. Tengo sobrepeso<br />

y no poseo asignaciones altas. Brindarme<br />

tu amistad es un acto muy hermoso.<br />

Elisa tomó su mano. <strong>La</strong> sintió temblorosa<br />

y fría. Miró a Ernesto con la<br />

misma ternura que su madre le había<br />

dedicado minutos antes y habló despacio,<br />

como si contara las palabras.<br />

―Son tiempos complicados de mucha<br />

inestabilidad. Una mujer debe reconocer<br />

el valor de un hombre al mirarle a los<br />

ojos. Tú vales más de lo que crees.<br />

Con la aparición de su madre, Elisa soltó<br />

la mano de Ernesto en un gesto brusco.<br />

<strong>La</strong> anciana traía una bandeja pintada<br />

con motivos orientales y sobre ella las tazas<br />

humeantes de un té que impregnó el<br />

espacio de un aroma dulce y agradable.<br />

―<strong>La</strong> especialidad de esta casa ―dijo<br />

mientras colocaba la bandeja―. Espero<br />

que le guste.<br />

Ernesto tomó una de las tazas, también<br />

con motivos asiáticos. <strong>La</strong> levantó dejando<br />

el platillo sobre la bandeja y bebió el contenido<br />

que calentaba su garganta provocándole<br />

una sensación reconfortante.<br />

―Muy sabroso ―dijo a la madre de<br />

Elisa, todavía de pie―. Tendrá que darme<br />

la receta o indicarme donde conseguir<br />

esta maravilla.<br />

Inmediatamente sintió que las piernas<br />

le pesaban. Intentó ponerse de pie<br />

y cayó al suelo golpeándose la cabeza y<br />

con un dolor intenso en las articulaciones.<br />

No podía hablar. <strong>La</strong>s dos mujeres<br />

<strong>10</strong>6


lo contemplaban sin inmutarse. En un<br />

segundo Ernesto lo comprendió todo.<br />

Había caído en una trampa.<br />

―Debo reconocer que has mejorado,<br />

Elisa querida ―dijo la anciana con una<br />

voz distinta, sin la ternura de antes―. Con<br />

este tendremos suficiente para unas semanas.<br />

No es tan flaco como el otro.<br />

―Me caía bien ―respondió Elisa, con<br />

un vestigio de tristeza en la voz.<br />

―Caerá mejor bien sazonado y cocido<br />

―interrumpió cortante―. ¿No te habrás<br />

enamorado otra vez?<br />

―Tranquila, madre. Me enseñaste bien.<br />

Elisa miró a Ernesto en el suelo. El rostro<br />

congelado en una mueca de espanto<br />

y el cuerpo rígido. Su madre evaluaba<br />

desde su asiento la formidable pieza<br />

que ella había conseguido. <strong>La</strong> anciana<br />

se puso de pie y dijo con solemnidad.<br />

―¡A guisar! Te aseguro que te chuparás<br />

los dedos.<br />

―No tengo hambre. <strong>La</strong> cacería me agota<br />

mucho. Iré a repararme a mi cuarto.<br />

Se levantó con dificultad y besó a la<br />

anciana. En el rostro de la mujer se divisaba<br />

una sombra.<br />

―¿Te llevo un bocadillo más tarde?<br />

―No ―dijo Elisa, secamente―, me<br />

llevaré las flores. Quedan horribles con<br />

esta holografía oriental ―miró a su madre<br />

buscando la aprobación mientras<br />

acariciaba el ramo entre sus manos.<br />

Esta vez era una mirada gélida y sin vida.<br />

―Como quieras. De todas formas eran<br />

para ti. Alimentarte o no es un asunto<br />

tuyo. Pero la cena estará lista en media<br />

hora. Si te apetece estaré esperando. ¿O<br />

prefieres una taza de té? Es la especialidad<br />

de la casa.<br />

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<strong>10</strong>8<br />

EL<br />

CUADERNO<br />

Por Gabriel Bevilaqua


I<br />

Papá dice que siempre les encuentro<br />

defectos a sus novias. Miente. Rocío,<br />

por ejemplo, me gustaba mucho. Pero<br />

nadie puede afirmar honestamente que<br />

su última noviecita no sea una auténtica<br />

creída. Cada vez que viene a casa se<br />

aparece, sonrisa fingida mediante, con<br />

algún regalito para mí. «¿Cómo se dice?»,<br />

me apura entonces papá. «Gracias», respondo<br />

secamente y me refugio en mi<br />

cuarto. Para colmo, parece que el noviazgo<br />

con esta tipa va en serio.<br />

—Ya te va a aceptar —le decía papá el<br />

otro día—. ¡Dale un poco más de tiempo!<br />

—Hace seis meses que salimos…<br />

¿cuánto tiempo más va a requerir la<br />

princesita?<br />

Como papá se quedó callado, Victoria,<br />

que así se llama, se acurrucó a su<br />

lado y le susurró largamente al oído.<br />

Al día siguiente supe que íbamos a<br />

pasar un fin de semana los tres juntos<br />

en la playa. Claro está que en un principio<br />

me rehusé, pero papá dijo que si<br />

yo aceptaba no iba a tener que esperar<br />

casi un año más, hasta cumplir los<br />

quince, para que me entregase el cuaderno<br />

que mamá había escrito para mí.<br />

<strong>II</strong><br />

El viaje en coche me la pase con los auriculares<br />

puestos. Callada. Victoria, en<br />

cambio, parloteaba sin cesar, mientras<br />

papá sólo intervenía para asentir. Hacían<br />

planes, o mejor dicho, ella los hacía.<br />

A eso de las nueve, cuando la luna se<br />

duplicaba sobre la superficie del mar,<br />

arribamos a aquella casa solitaria. Lo<br />

primero que sentí al salir del auto fue<br />

la brisa fresca cargada de salitre. Cerré<br />

los ojos y respiré profundo, pero Victoria<br />

me tocó un hombro y me dijo que lo<br />

ayudara a papá a entrar las valijas. Tras<br />

seis viajes al coche, el equipaje de la<br />

reina ya estaba en su cuarto. Entonces<br />

me mandó a que eligiera un dormitorio<br />

para mí… Había sólo uno más y era pequeño<br />

como un dedal.<br />

Una hora después, cenamos. Ella no<br />

tocó su comida. Juro que si papá no<br />

la hubiera comprado en el camino, yo<br />

tampoco la habría probado, por más<br />

que en lugar de sándwiches de jamón y<br />

queso se hubiese tratado de un soberbio<br />

pollo con papas al horno.<br />

Papá luego preparó café, pero yo,<br />

bostezando, me retiré a mi cuarto.<br />

<strong>II</strong>I<br />

Podía oír el ir y venir de los pasos al ritmo<br />

de la música que sonaba en la sala.<br />

Por un instante me imaginé a papá bailando<br />

con Alejandra… No sé por qué<br />

me resulta imposible decirle mamá.<br />

Después de todo ella no tuvo la culpa<br />

de haberse enfermado.<br />

IV<br />

Como la boca se me puso seca, me desperté.<br />

Ya no se oían ni la música ni los<br />

pasos de baile. Me calcé las pantuflas y<br />

marché hacia la cocina. Desde el pasillo<br />

descubrí que Victoria estaba a horcajadas<br />

sobre papá, en el suelo. Me dio<br />

vergüenza ajena e iba a seguir mi camino<br />

rápidamente cuando noté que algo<br />

le ocurría a ella. Sus brazos y sus piernas<br />

se estaban volviendo más largos, al<br />

tiempo de que le nacían otros dos pares<br />

de extremidades, y de que sus ojos,<br />

ennegrecidos, se multiplicaban.<br />

—¡Papá! —grité, pero él no reaccionó,<br />

en cambio, ella me miró, emitió una es-<br />

<strong>10</strong>9


pecie de risa, e inauguró sus colmillos<br />

recién paridos en el cuello de papá—.<br />

¡Dejalo, dejalo! —vociferé entonces<br />

mientras le arrojaba cuanto objeto<br />

contundente hallaba a mano.<br />

—¿Sabés que me dijo tu papá mientras<br />

bailábamos? —siseó tras erguir la<br />

cabeza—: que habíamos hecho el viaje<br />

de gusto, que vos, mocosa, jamás me<br />

ibas a aceptar… Pudo haber sido un<br />

buen marido, pero por tu culpa no va a<br />

pasar de ser una buena comida.<br />

Y cuando se disponía a clavarle nuevamente<br />

los colmillos, sentí como si<br />

dos navajas me cortasen la espalda<br />

desde dentro. De inmediato, sobreponiéndome<br />

al dolor y al asombro, batí<br />

las alas que ahora poseía. Entonces,<br />

Victoria se lanzó, con los ojos encendidos<br />

de sombras, sobre mí; pero ágilmente<br />

logré volar fuera de su alcance.<br />

Furiosa, trepó por las paredes y el techo<br />

y comenzó a moverse en círculos.<br />

Pronto comprendí que estaba tejiendo<br />

a mi alrededor una gigantesca telaraña.<br />

Sabía que no podía dejar que terminase,<br />

así que tomé la iniciativa y rodamos<br />

por el piso hechas un amasijo de patas<br />

y alas.<br />

A cada instante, el rigor de sus colmillos<br />

se aproximaba peligrosamente<br />

a mi cuello. Me sentía exhausta e ignoraba<br />

durante cuánto tiempo iba a<br />

poder contenerla. Entonces sus ojos<br />

se me volvieron espejos y observé que<br />

algo más había cambiado en mí. Acto<br />

seguido, clavé con certeza mi aguijón<br />

en medio de su oscura mirada.<br />

V<br />

Cuando finalmente tuve el cuaderno<br />

entre mis manos, aguardé un largo rato<br />

antes de abrirlo. Temblaba. Sabía que<br />

aquellas palabras iban a cambiarme la<br />

vida; iban a revelarme la naturaleza de<br />

aquel yo extraño que nos había salvado a<br />

papá y a mí; pero, sobre todo, iban a permitirme,<br />

por primera vez, estar conectada<br />

de mujer a mujer con Alejandra…<br />

Con mamá, desde entonces y para<br />

siempre.<br />

1<strong>10</strong>


NUESTRO BLOG<br />

FAVORITO DEL<br />

MES ES...<br />

CERDO VENUSIANO<br />

Si eres amante de la ciencia ficción, los chistes prosáicos<br />

y el tocino, te fascinará leer todo lo que el buen cerdito<br />

publica en su blog. No solo se dedica a escribir historias<br />

de ciencia ficción que pueden rayar en los absurdo, sino<br />

que también muchos de sus relatos están cargadas con<br />

una fuerte cantidad de crítica social.<br />

Pays asesinos, burócratas aburridos, robots ninfómmanos,<br />

terraformaciones baratas, plantas rodadoras,<br />

gatos que en otra vida fueron papas y muchas cosas más<br />

encontrarás en su blog. ¡No olvides visitarlo!<br />

cerdovenusiano.com<br />

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112<br />

VORACIDAD<br />

Por Íñigo Redondo Egaña


El inspector Carrillo camina incómodo<br />

por la arena y lo primero<br />

que oye es cómo un agente grita<br />

a otro: «Aquí hay un dedo. Es pequeño,<br />

el meñique». <strong>La</strong> sargento a cargo ve a<br />

su jefe y sale a su encuentro. Recibe del<br />

inspector una reprobación por permitir<br />

tal escándalo. «No hacen falta estos gritos»,<br />

le dice, hosco el gesto.<br />

Ella lo acompaña al recinto que han<br />

construido con unos biombos de campaña<br />

rodeando el cadáver, cerca de la<br />

rompiente de las olas. El forense y su<br />

ayudante están trabajando dentro. Sin<br />

levantar la cabeza de sus observaciones,<br />

el doctor se detiene momentáneamente<br />

y les confirma que la muerte es<br />

reciente, no más de seis horas. Confirma<br />

igualmente que les costará evaluar<br />

el caso. Se trata de una mujer joven, de<br />

dieciséis o diecisiete años. Su cuerpo<br />

parece devorado por una alimaña de<br />

grandes colmillos cegada por el hambre.<br />

Han encontrado abundantes trozos<br />

de carne y hay mucha sangre que<br />

ha creado un barro espeso en la arena.<br />

Carrillo no puede reprimir un gesto de<br />

dolor al ver a la chiquilla.<br />

El inspector intuye que no va a ser<br />

un buen día. Pero cuando a uno lo despierta<br />

una llamada al amanecer dando<br />

cuenta del hallazgo de un cuerpo despedazado,<br />

uno sabe que nada bueno<br />

va a ocurrir. Puede ser incluso peor:<br />

la muchacha que corre hasta llegar al<br />

agente de la valla, que grita pidiendo<br />

pasar es su hija Diana. Carrillo sale del<br />

precario laboratorio forense y ordena<br />

a la sargento que lo acompañe. Su hija<br />

repite a voz en grito, incansable: «¿Es<br />

Susi? ¿Es Susi?». Él no puede entender<br />

qué hace ahí, pero hace un gesto para<br />

que la dejen acercarse. <strong>La</strong> toma por los<br />

hombros, trata de calmarla y le dice que<br />

nada se sabe, que no se preocupe y que<br />

lo que tenga que ser será. «No puedes<br />

estar aquí», le dice también, cariñoso,<br />

abrazándola. Sabe que sí, es la amiga<br />

de Diana. Quien sea que lo haya hecho<br />

la ha destrozado sin tocarle la cara, sin<br />

arañarla siquiera. Con un gesto y en voz<br />

muy baja pide a la sargento que haga<br />

que acompañen a su hija a casa.<br />

Como Diana no se ha quedado no ha<br />

podido contar a su padre que esa noche<br />

ha estado con su amiga ahí al lado,<br />

en el chiringuito de Nico, porque, aunque<br />

esté un poco apartado de la zona<br />

de moda en la playa, era el lugar ideal.<br />

Que necesitaban mostrarse sus tatuajes<br />

y hablar de ellos, de cómo, por fin,<br />

iban a lucirlos. No ha podido contarle<br />

lo importantes que eran para ellas. Los<br />

estrenarían en sociedad, si se puede<br />

decir así, este verano recién comenzado.<br />

Si se hubiera quedado, su hija le<br />

habría contado que Susi se lo había hecho<br />

en la parte superior del pecho, en<br />

el lado izquierdo —sobre el corazón decía<br />

ella— y dejando lugar hasta el hombro<br />

para que se extendieran las ramificaciones<br />

de flores y hojas de muchas<br />

formas que, tupidas, enmarcaban el<br />

dibujo principal. Le habría hablado del<br />

pequeño venado, de lomo moteado y<br />

grandes orejas desplegadas, arrebujado<br />

sobre unas manos delicadas que lo<br />

sostenían y parecían hacer una ofrenda<br />

a quien miraba. Ideal para su forma<br />

de ser, romántica y soñadora. Todo lo<br />

contrario de su propio tatuaje, enérgico,<br />

como ella. Carrillo ya había visto en<br />

casa ese dibujo que ocupaba el lado<br />

derecho del torso de Diana, arrancando<br />

desde la cadera, punto de partida<br />

de un grupo nutrido de serpientes de<br />

distintas pieles y manchas repetitivas,<br />

hasta llegar a la cercanía del pecho, ha-<br />

113


cia donde insinuaban querer llegar en<br />

un gesto tenso e inmóvil, todas con las<br />

bocas abiertas y mostrando amedrentadores<br />

y ponzoñosos colmillos.<br />

Tampoco le ha contado que, al ver<br />

acercarse a ese chico, Luca, alto, brillante<br />

la larga melena, pantalón corto<br />

grande y plagado de bolsillos, camiseta<br />

de baloncesto y chancletas, ella lo ha<br />

encontrado demasiado delgado y refinado.<br />

Y que Susi, por contra, ha sentido<br />

una fascinación inmediata y ha querido<br />

transmitírsela a su amiga. No le ha contado<br />

a su padre lo que ella ha dicho: «Pero<br />

ves qué piernas, pero cómo camina, qué<br />

elegancia. Has visto unos ojos iguales alguna<br />

vez… Y nos mira, pero qué mirada,<br />

por favor». Bajo la camiseta de él asomaban<br />

también trazos de un tatuaje. Ambas<br />

lo han visto y se han preguntado qué se<br />

habría tatuado. Diana le habría contado<br />

que, tras tomar algo donde Nico, ha decidido<br />

marchar a buscar al resto de amigas<br />

para dejarlos solos.<br />

Sin embargo, habría evitado hablar<br />

de la llamada de su amiga, a la una de la<br />

mañana, porque son cosas entre amigas.<br />

No le habría hecho ciertas confidencias,<br />

como que Susi y Luca se han bañado desnudos<br />

entre olas lentas y rítmicas y que,<br />

«Fíjate, qué increíble», le ha contado, el<br />

venado de su tatuaje había desaparecido,<br />

ya no lo tenía grabado en su cuerpo<br />

y lo ha visto correr sobre sus patas ende-<br />

114


les, trastabillando por la playa, perseguido<br />

por un león. Habría callado todo<br />

esto, seguro. No habría dicho a su padre<br />

nada de todas esas cosas suyas tan<br />

poéticas y tan sensibles que suele contar,<br />

porque «Así es mi amiga». Y tampoco le<br />

habría contado su teoría de que Susi se<br />

ha enamorado de Luca nada más verlo.<br />

Y si Diana se hubiera quedado con su<br />

padre un poco más, habría reconocido<br />

a Luca, lloroso observador de la policía<br />

en la distancia, entre las hamacas, y<br />

Carrillo habría podido hacerle algunas<br />

preguntas. Y habría visto el precioso y<br />

rugiente león tatuado en su pecho.<br />

Pero Diana se ha ido a casa y nada de<br />

esto ha ocurrido. Por eso, esta misma noche,<br />

cuando ella y todas sus amigas vayan<br />

a la playa a dejar flores sobre las olas<br />

para recordar a Susi, Carrillo no estará<br />

cerca para acompañar a su hija, para evitar<br />

que camine por el malecón del puerto<br />

para volver a su casa por el camino más<br />

rápido. Y, más tarde, en otro oscuro amanecer,<br />

cuando él mismo camine rápido<br />

hacia el mismo malecón, no imaginará<br />

que Luca habrá estado esperándola, para<br />

decirle que se ha enterado y que también<br />

ha llorado. Y a esas horas nadie verá en el<br />

espigón, donde Luca habrá acompañado<br />

a Diana para que llore tranquila, al león<br />

que se despereza y se despega y vuela y<br />

ruge. Al león que probará esa noche por<br />

primera vez el sabor de las serpientes.<br />

115


116<br />

ALDO Y<br />

LAS SIRENAS<br />

Por Susana Angélica Órden


Aldo era uno de mis alumnos favoritos<br />

de la escuela de adultos. Era<br />

alto, delgado y un poco cargado<br />

de hombros. Tendría unos setenta<br />

años de edad y se lo veía llegar muy<br />

cansado del trabajo, pero con gran esfuerzo,<br />

realizaba sus tareas escolares.<br />

Vivía en un barrio muy humilde y quería<br />

progresar. Ahorraba con espíritu de<br />

sacrifico, para comprar sus libros y útiles<br />

de estudio.<br />

Una tarde, en que yo estaba explicando,<br />

en plena clase de filosofía, que las<br />

ideas facticias, según Renato Descartes,<br />

habían sido inventadas por los hombres,<br />

propuse el ejemplo de la sirena.<br />

Los alumnos comenzaron a proporcionar<br />

ejemplos que comprobarían según<br />

su opinión, que las sirenas eran seres<br />

reales. Entre las historias que contaban,<br />

recuerdo la de Alexis, quien relataba que<br />

cuando su primo Juan Carlos se encontraba<br />

a orillas del Paraná, se arrojó al<br />

río, porque había notado que una mujer<br />

bellísima se estaba ahogando y gritaba<br />

pidiendo auxilio. Una vez en el agua y a<br />

pesar de ser un excelente nadador, notó<br />

con desesperación, que un remolino lo<br />

arrastraba hacia el fondo. Afortunadamente,<br />

una lancha de la Prefectura lo socorrió.<br />

No encontraron ningún rastro de<br />

la joven que él había querido salvar. Juan<br />

Carlos le contó que cuando estaba en el<br />

río, le pareció escuchar una encantadora<br />

voz que lo embriagaba y lo impulsaba a<br />

dejarse llevar por el remolino, pero luchó<br />

y así logró sobrevivir.<br />

Marisa, su novia, relacionó lo narrado<br />

con el episodio de Ulises, con las<br />

sirenas, explicando que inducían a los<br />

marinos a arrojarse al mar y luego se<br />

los devoraban.<br />

Mario, un alumno muy jovencito refirió<br />

que había leído que en el norte del<br />

Brasil se había encontrado los restos<br />

de un pez que tenía cierta semejanza<br />

con una sirena.<br />

Mientras tanto, observé que la clase se<br />

había vuelto sumamente animada y hasta<br />

participaban en la discusión alumnos<br />

que estaban rindiendo el examen recuperatorio<br />

de una evaluación que había<br />

sido tomada el martes anterior.<br />

Finalmente habló Aldo, vestido como<br />

siempre con su camisa a cuadros, roja y<br />

negra, gastada, pero limpia y los demás<br />

callaron—. Yo creo, profesora —dijo, en<br />

forma pausada—, que no estamos teniendo<br />

en cuenta que antiguos manuscritos<br />

que descubrí en Internet afirman<br />

que existen sirenas de río y sirenas de<br />

mar. Por otra parte estos seres presentan<br />

diversas subespecies que se reconocen<br />

porque exhiben colores diversos<br />

como el gris, que corresponde a la opacidad<br />

y el azul, que simboliza la vida y la<br />

eternidad. <strong>La</strong>s sirenas grises son agresivas<br />

y destructoras, las azules en cambio,<br />

son solidarias y amables con los seres<br />

humanos. En apoyo de esta teoría, refirió<br />

una anécdota que contaba un vecino<br />

suyo que había trabajado como<br />

guardavidas, en una playa de <strong>La</strong> Perla y<br />

caminando por la costa, sintió una voz<br />

muy dulce y suave que pedía ayuda. Al<br />

acercarse, notó que una señora estaba<br />

siendo acosada por unos delincuentes,<br />

que huyeron al verlo.<br />

Cuando Julián le dijo a la victima<br />

que había escuchado su pedido de<br />

auxilio, escuchó atónito, que la mujer<br />

afirmaba que ella había estado tan aterrorizada,<br />

que no había podido emitir<br />

palabra alguna. Pero lo que más asombró<br />

al joven, fue que la voz lo llamaba<br />

por su nombre.<br />

Como había llegado el final de la<br />

clase, los alumnos se fueron retirando,<br />

117


mientras en el aula todavía, flotaba un<br />

clima de interés y misterio.<br />

Me quedé firmando una planillas de<br />

la asistencia y cuando pasé por el hall<br />

de la escuela, noté que Aldo estaba<br />

mirando con atención los pececitos<br />

de clores de la enorme pecera que el<br />

director había instalado allí. Me quedé<br />

un instante observándolo, porque los<br />

peces se acercaban al vidrio donde él<br />

se encontraba y hasta parecía que se<br />

estaban comunicando. Me reí de esa<br />

idea que había cruzado por mi mente<br />

y lo saludé En ese momento, Aldo<br />

volvió sobresaltado el rostro en mi<br />

dirección y no pudo ocultar una mirada,<br />

difícil de describir. Ella hablaba<br />

de los insondables abismos marinos o<br />

la de la inexpugnable infinitud de las<br />

estrellas, del supremo goce y del dolor<br />

absoluto, de los elevados caminos<br />

del bien y de los intrincados laberintos<br />

del mal. En esos ojos se reunían el<br />

Tiempo y el Espacio. Pasado, presente<br />

y futuro eran solo arabescos de un movimiento<br />

único y vertiginoso.<br />

Me sostuve en un armario para evitar<br />

caer, porque sentí un impacto muy fuerte<br />

118


para mi espíritu desprevenido y mis percepciones,<br />

lastimosamente humanas.<br />

Él, reponiéndose, retomó su expresión<br />

tranquila, acostumbrada y respondió mi<br />

saludo con amabilidad Ya había traspuesto<br />

la puerta, cuando un ruido me hizo volver<br />

la cabeza, comprobando que a Aldo<br />

se le había caído involuntariamente, su<br />

mochila y al inclinarse hacia el suelo, para<br />

recogerla, su limpia y gastada camisa<br />

de trabajo, se deslizó hacia un costado y<br />

pude observar una hermosa, transparente<br />

y brillante aleta de color azul, debajo de<br />

su cuello, justo a la altura de su espalda.<br />

Entonces, nuestras miradas se cruzaron<br />

nuevamente y en mi interior me pareció<br />

escuchar un bellísimo canto, casi<br />

angelical, que elevaba mi espíritu más<br />

y más. En seguida, sentí una extraña debilidad<br />

y que se aflojaban mis piernas.<br />

Con un esfuerzo de voluntad suprema,<br />

escapé y me dirigí a mi auto en<br />

donde, luego de tomar aliento, durante<br />

algunos minutos, comencé a considerar<br />

seriamente que, después de todo,<br />

el concepto «sirena» no era tan apropiado,<br />

como yo creía, para ejemplificar<br />

a las ideas facticias.<br />

119


120


NOVELAS<br />

POR ENTREGAS<br />

121


122<br />

LOS<br />

ÚLTIMOS<br />

CONTRI-<br />

BUYENTES<br />

(SEGUNDA PARTE)<br />

Por<br />

Ernesto Molina<br />

<strong>La</strong> sonrisa fácil era una nave de travesías<br />

interplanetarias que fue donada<br />

a Los Últimos Contribuyentes por<br />

la Asociación Turística de Parejas Interespecie.<br />

<strong>La</strong> ruta original de la nave implicaba<br />

viajar por dieciséis planetas diferentes<br />

permitiendo que las personas pudieran<br />

conocerse y enamorarse independientemente<br />

de su raza, especie o condición<br />

económica. El crucero del amor espacial<br />

(nombre publicitario de la sonrisa fácil)<br />

fue adaptado para aquella misión, remplazando<br />

los bares y restaurantes con<br />

una serie de herramientas diplomáticas<br />

que pudieran ayudar al equipo a recuperar<br />

los cuatro valiosos artefactos y hacer<br />

cumplir la profecía.<br />

Pohl se encontraba sentado en un<br />

diván rojo estudiando la cabina. Una<br />

inmaculada alfombra de color blanco<br />

abarcaba todo el piso de la habitación,<br />

en el techo había un espejo, la decoración<br />

se limitaba a ser roja o rosada, había<br />

demasiados corazones dibujados y<br />

por alguna extraña razón alguien puso<br />

cuatro velas en la mesita de noche.<br />

Úrsula se encontraba sentada en la<br />

cama, compartía la expresión de confusión<br />

de Pohl y estrujaba un folleto de papel<br />

con ambas manos. J.U.A.N., quien se encontraba<br />

sentado en el inodoro desde antes<br />

de abordar, fue quien rompió el silencio.<br />

—Estamos ubicados en el nidito de<br />

amor —el silencio en la habitación era<br />

tan denso como cuando invitas a tu<br />

novio a cenar con tus padres y el eructa<br />

en la mesa. J.U.A.N. hizo un segundo<br />

intento—. El nidito de amor es la única<br />

habitación de la nave que no fue modificada<br />

para el cumplimiento de la misión.<br />

Pensaron que era suficientemente confortable<br />

y que era una buena idea que<br />

los tres la utilizáramos mientras pasa el<br />

tiempo de desplazamiento del crucero 4 .


Úrsula decidió intentar un tema de<br />

conversación menos neutral.<br />

—Y… ¿Cómo se siente ser un paladín<br />

de la fe? —al menos parecía un tema<br />

más interesante qué el clima. Como<br />

J.U.A.N. no contestaba, Pohl decidió<br />

que la pregunta era dirigida a él.<br />

—¿Qué quieres que te diga? No entiendo<br />

nada. Hace cinco horas mi única<br />

preocupación era una ballena blanca<br />

con muy mala actitud que se escapó<br />

de un estudio de cine —Pohl trató de<br />

cambiar de postura, aquella cama no<br />

era para sentarse—. Al parecer se las<br />

arregló para viajar en el tiempo a mediados<br />

del siglo XIX, pero ahora resulta<br />

que hay una profecía escrita por una<br />

computadora vieja y debo atravesar<br />

media galaxia…<br />

—Varias galaxias —la interrupción<br />

tenía un tono optimista, similar al que<br />

utiliza una motivadora empresarial—.<br />

Será un viaje divertido.<br />

Cuando J.U.A.N. interrumpió a Pohl,<br />

sus compañeros lo miraban con una<br />

expresión de pánico total; el robot suponía<br />

que se debía a la idea de visitar<br />

varias galaxias. <strong>La</strong> verdadera causa de<br />

molestia era que el robot había encontrado<br />

una pequeña pieza de lencería de<br />

encaje y decidió probársela. Pohl resolvió<br />

incluir aquel detalle a su queja.<br />

—Debo atravesar varias galaxias encerrado<br />

en un cuarto de motel barato —extendió<br />

sus manos, señalando la habitación—,<br />

con un robot que usa una tanga<br />

ajena y una saboteadora del gobierno.<br />

—El gobierno de la tierra me contrató<br />

para frustrar tu misión. ¿Acaso eso me<br />

hace una saboteadora? —Úrsula se cruzó<br />

de brazos, esperando dignamente<br />

una respuesta.<br />

—¡Sí! —contestaron el humano y el<br />

robot al mismo tiempo.<br />

—En ese caso no queda mucho por<br />

discutir —hubo un dramático cambio<br />

entre la pose de dignidad y la postura<br />

de negociación—. Pero podrías confiar<br />

en mí, aunque sea un poco, solo para<br />

hacer más interesante tu aventura.<br />

Además, el gobierno de la tierra decidió<br />

que pretende pagarme con experiencia.<br />

¿Entiendes eso? ¡Experiencia! —Úrsula<br />

explotó—. Soy una profesionista que<br />

dejó su empleo solo porque el gobierno<br />

central la llamó ofreciéndole el mejor<br />

empleo posible para alguien de mi<br />

ramo. Una hora antes de abordar este<br />

cacharro flotante, me informan que no<br />

hay presupuesto, pero hay que agradecer<br />

porque voy a obtener mucha experiencia<br />

con este trabajo. ¡Experiencia!<br />

Pohl conoce demasiado bien las estrategias<br />

del gobierno para reducir gastos.<br />

Cuando cumplió dieciocho años,<br />

el orfanato le consiguió un trabajo en<br />

una oficina gubernamental. Era la comisión<br />

de investigación para garantizar<br />

el cumplimiento de los derechos de los<br />

trabajadores jóvenes. Su puesto consistía<br />

en pararse junto al cajero electrónico<br />

del estacionamiento, tomar el<br />

boleto de los usuarios y colocarlo en la<br />

ranura adecuada. Todo de la manera<br />

más eficiente.<br />

Una semana después. Pohl se enteró<br />

de que en realidad estaba realizando<br />

un voluntariado. El cajero electrónico<br />

estaba descompuesto y no podía<br />

extender su brazo mecánico hacia los<br />

usuarios. Los pobres burócratas estaban<br />

tan acostumbrados a que alguien<br />

les recibiera sus boletos de estacionamiento<br />

qué, el primer día sin el brazo<br />

mecánico, muchos acamparon en sus<br />

oficinas y cobraron las horas extra 5 . Obviamente<br />

los empleados de la comisión<br />

podían colocar sus boletos en la ranura<br />

123


124<br />

del cajero de la misma manera en la<br />

que lo hacía Pohl. Era posible también<br />

contratar alguien que reparara el cajero,<br />

o incluso existía la eventualidad<br />

de retirarlo, ya que el estacionamiento<br />

era gratuito para todos. Pero así no<br />

era como funcionaba la comisión, por<br />

lo tanto decidieron buscar a un joven<br />

emprendedor 6 para que reemplazara el<br />

brazo mecánico a cambio de las propinas.<br />

<strong>La</strong>mentablemente les estaba prohibido<br />

a los voluntarios recibirlas.<br />

Una chispa de inspiración iluminó la<br />

mente de Pohl:<br />

—Entonces, ¿qué te parece si te tomas<br />

unas vacaciones? Tengo entendido<br />

que este tipo de misiones implican<br />

visitar un montón de lugares exóticos,<br />

además nos van a pagar los viáticos del<br />

viaje. ¿No es así?<br />

J.U.A.N. había perdido el interés en la<br />

lencería y ahora se concentraba en un<br />

catálogo de núbiles robots que antaño<br />

se rentaban en la nave.<br />

—Efectivamente. Como ya había mencionado<br />

antes, esta nave fue adaptada<br />

con numerosas herramientas diplomáticas,<br />

entre ellas están el dinero y las armas.<br />

<strong>La</strong> mitad de los mundos conocidos<br />

estarán dispuestos a ayudar al paladín<br />

de la fe, pero en el caso de la otra mitad,<br />

es mejor tener algunas cosas como misiles<br />

de destrucción masiva y cantidades<br />

obscenas de dinero —enrolló la revista<br />

y la ocultó detrás de la caja del inodoro.<br />

Pohl y Úrsula compartieron una sonrisa<br />

de complicidad y codicia, mientras<br />

J.U.A.N. continuaba con su discurso—:<br />

Gracias al motor de doble dirección estaremos<br />

en nuestro primer destino dentro<br />

de tres días terrestres.<br />

—¿No podemos visitar primero algún<br />

planeta turístico? Togalandia sería genial<br />

—rogó Úrsula.


—Lo siento, pero mi segunda misión dentro<br />

de esta nave es prevenir que los miembros<br />

de la tripulación abusen de los beneficios<br />

brindados por la iglesia —dijo J.U.A.N.,<br />

con un tono autoritario que no le quedaba.<br />

—¿Y cuál es tu primera misión? —preguntó<br />

Pohl.<br />

—Garantizar que Pohl viva lo suficiente<br />

como para completar su trabajo.<br />

—¿Tienes alguna otra tarea? —dijo<br />

Úrsula.<br />

—En caso de visitar algún mundo<br />

laico u oprimido por algún gobierno<br />

represivo que cobre muchos impuestos,<br />

es mi deber repartir la propaganda<br />

de la iglesia y de ser posible ayudar a<br />

derrocar el sistema —J.U.A.N. miró a<br />

ambos lados verificando que nadie se<br />

hubiera añadido a la conversación—,<br />

siempre y cuando no se interponga con<br />

las otras misiones.<br />

—¿Puedo hacerte otra pregunta? —<br />

Úrsula evitaba el contacto visual en<br />

una estrategia para no ceder a la risa.<br />

—Sí, pero que no represente ningún<br />

riesgo para la misión.<br />

—¿Qué hiciste con la tanga que te estabas<br />

probando? —Úrsula había hecho<br />

trizas su folleto y tenía muchas ganas<br />

de abandonar aquella habitación.<br />

—Se desgarró…<br />

J.U.A.N. cerró la puerta del cuarto de<br />

baño y la nave se sumió nuevamente<br />

en un absoluto silencio.<br />

⁂<br />

El motor de doble dirección fue presentado<br />

en la convención bianual de<br />

ingenieros espaciales a pesar de ser exhibido<br />

entre muchas estafas, proyectos<br />

inútiles y bromas de mal gusto. Aquel<br />

año no hubo ninguna exposición más<br />

infame. El concepto de un motor que<br />

hiciera que la nave viajara hacia adelante<br />

y hacia atrás al mismo tiempo fue<br />

tomado inicialmente como parte del<br />

espectáculo de variedades. Cuando los<br />

serios y responsables ingenieros se dieron<br />

cuenta de que aquel motor no era<br />

una broma, arrojaron sus calculadoras<br />

hacia el presentador del proyecto. Y<br />

cuando descubrieron que el motor en<br />

realidad funcionaba rasgaron sus vestiduras<br />

y rechazaron el coctel gratuito<br />

que les ofrecía el hotel. Cabe mencionar<br />

que, desde aquel fatídico día, el<br />

porcentaje de ingenieros abstemios<br />

incrementa diariamente, poniendo en<br />

riesgo el equilibrio del universo.<br />

Los matemáticos estadistas (incondicionales<br />

amigos de los ingenieros) han<br />

dedicado las últimas décadas a extrapolar<br />

y predecir los resultados de un aumento<br />

de técnicos e ingenieros que disminuyen<br />

sus niveles de estrés cantando<br />

canciones, haciendo ejercicio y pasando<br />

tiempo con las personas que aman<br />

sin consumir alcohol. Todo este trabajo<br />

estadístico predice que el desarrollo<br />

tecnológico no se verá obstaculizado<br />

siempre y cuando los ingenieros sigan<br />

recibiendo puntualmente su paga, lo<br />

cual pone en un apuro a los contadores.<br />

<strong>La</strong>s compañías dedicadas a las bebidas<br />

alcohólicas se mostraron preocupadas<br />

ante el abstencionismo en profesionales<br />

tecnológicos. <strong>La</strong> situación se salvó<br />

gracias al desarrollo de nuevos motores<br />

de combustión externa que funcionan<br />

a base de bebidas espirituosas, lo cual<br />

ofreció un nuevo mercado a las destilerías,<br />

que decidieron competir contra las<br />

compañías petroleras.<br />

A pesar de ser la culminación en ingeniería<br />

espacial, los motores de doble<br />

dirección son muy costosos y peligrosos.<br />

Su uso se limita a las flotas de gue-<br />

125


a, y estos son tiempos de paz donde<br />

la mayoría de los gobiernos no pueden<br />

pagar un ejército decente. Todos estos<br />

factores han llevado a que la producción<br />

de estos motores se encuentre<br />

totalmente detenida. En la práctica: la<br />

sonrisa fácil es la única nave operativa<br />

con este sistema de tracción. El principal<br />

motivo por el que un vehículo civil<br />

cuenta con el mejor motor de la galaxia<br />

es que, cuando terminó la convención<br />

bianual, los jóvenes ingenieros que<br />

diseñaron el nuevo motor no lograron<br />

encontrar un colega lo suficientemente<br />

ebrio como para ayudarles a trasladar<br />

su peligroso proyecto. Así que vendieron<br />

el motor experimental a una compañía<br />

de cruceros y citas por correo a<br />

cambio de un pasaje en primera clase<br />

para regresar a sus hogares. (Y qué divertido<br />

fue…)<br />

El dueño de la compañía regaló el motor<br />

a su hijo, el cual deseaba crecer para<br />

ser un ingeniero y pasar el resto de su<br />

vida estresado. El chico estudió todos<br />

los planos, cálculos, manuales y referencias<br />

que incluía la literatura del sistema<br />

de tracción. Cuando despertó del coma<br />

nervioso, el chico instaló el motor en un<br />

crucero de placer y la rebautizó como la<br />

sonrisa fácil. (Porque: ¡Qué fácil es sonreír<br />

cuando entiendes el funcionamiento de<br />

una máquina del tiempo!).<br />

<strong>La</strong> maquinaria de la sonrisa fácil permite<br />

que el crucero viaje hacia «adelante»<br />

en el espacio y hacia «atrás» en el<br />

tiempo, de manera que aunque la nave<br />

tardase miles de millones de años para<br />

llegar a su destino, en la práctica no<br />

habría pasado tanto tiempo. <strong>La</strong> nave<br />

cuenta con una computadora que re-<br />

gula la distancias espacio-temporales<br />

recorridas de manera que los pasajeros<br />

llegan a su destino algunos días después<br />

de abordar. Todo eso se hace con<br />

base en una prueba de mercado que<br />

demostró que los clientes que tomaban<br />

un crucero de solteros y regresaban<br />

el mismo día se sentían insatisfechos.<br />

Además subir a tus redes sociales<br />

una serie de fotografías tomadas en un<br />

tiempo que no existirá jamás generaba<br />

mucha confusión.<br />

<strong>La</strong> sonrisa fácil operó como crucero<br />

romántico durante mucho tiempo<br />

y aquel joven ingeniero se enriqueció<br />

mucho. Cuando Planeta Diversión fue<br />

anexado a la tierra, la compañía de citas<br />

interespecie se vio amenazada por los<br />

excesivos impuestos que la tierra impuso.<br />

Afortunadamente, la iglesia de los<br />

últimos contribuyentes se hizo presente.<br />

Una institución tan poderosa y flexible<br />

siempre cambia su estrategia cada<br />

vez que visita un planeta nuevo. En<br />

el caso de Planeta Diversión, el primer<br />

paso del plan fue regalar muchas<br />

cortesías a sus feligreses. El abrupto<br />

aumento de turistas fuera de temporada<br />

mejoró la imagen de los humanos<br />

ante los divertidos, además relajó<br />

las relaciones entre los predicadores<br />

de Los Últimos Contribuyentes y los<br />

empresarios hoteleros. Con el tiempo,<br />

muchos hoteles aceptaron la religión<br />

y dejaron de pagar impuestos. <strong>La</strong> ceremonia<br />

de aceptación fue aderezada<br />

con la noticia de que en realidad no<br />

era necesario adoptar nuevas tradiciones<br />

ni reglas religiosas. De hecho, los<br />

divertidos podrán conservar todas sus<br />

tradiciones originales.<br />

126


El simple hecho de no tener que pagar<br />

aquellos excesivos impuestos a los<br />

gobiernos de la tierra impulsó a las cadenas<br />

hoteleras. (Evento registrado en<br />

los dividendos anuales.) <strong>La</strong> población<br />

del planeta expresó su agradecimiento<br />

haciendo numerosos regalos a la Iglesia<br />

de los Últimos Contribuyentes. Uno de<br />

aquellos presentes fue la sonrisa fácil,<br />

cuyo dueño abandonó el negocio para<br />

pasar el tiempo con una jovencita eriana<br />

que conoció en un viaje de negocios.<br />

Durante la guerra de las sandalias, la<br />

sonrisa fácil fue rebautizada como la<br />

abstencionismo fiscal. Con una nueva<br />

identidad y la ventaja del secreto, la<br />

nave cumplió con muchas misiones de<br />

apoyo que permitieron que los rebeldes<br />

derrocaran al gobierno local e instauraran<br />

la libertad de culto.<br />

Después de los eventos en el Planeta<br />

del Calzado, el gobierno de la tierra incluyó<br />

los motores de doble dirección en<br />

sus flotas militares. Pero la vida suele<br />

ser más complicada y el dueño de las<br />

patentes para la producción de los motores<br />

era un fiel creyente de no pagar impuestos.<br />

<strong>La</strong> producción de la nueva flota<br />

de doble dirección fue la empresa más<br />

cara e inefectiva que el gobierno de la<br />

tierra haya llevado a cabo jamás. Eso se<br />

debió a que los motores se compraban<br />

a un precio setenta y cinco veces mayor<br />

al costo al público 7 ; los funcionarios terrícolas<br />

inflaban los presupuestos para<br />

poder obtener misteriosos bonos económicos<br />

al final del mes, los encargados<br />

de adaptar las naves solicitaron una<br />

serie de personalizaciones al motor que<br />

lo hacían inútil, por ejemplo: un seguro<br />

que evitaba que el motor funcionara a<br />

menos que hubiera nueve aprobaciones<br />

por escrito y otros factores ilógicos.<br />

Los tres primeros pagos de la nueva<br />

flota dejaron en la quiebra al gobierno<br />

de la tierra. Así que, para poder seguir<br />

pagando los salarios de su personal, el<br />

organismo se vio en la necesidad de<br />

solicitar un préstamo, y la única institución<br />

dispuesta a prestarles fue la iglesia.<br />

<strong>La</strong>s condiciones del préstamo<br />

implicaban:<br />

• Garantizar la libertad de culto en todos<br />

los planetas que la desearan. (No<br />

aplicaba a conquistas futuras.)<br />

• Prohibir el uso de motores de doble<br />

dirección en las campañas de conquista<br />

de otros planetas.<br />

• Pagar el adeudo en menos de ciento<br />

noventa y dos años, noventa y cuatro<br />

días y siete horas; o, en su defecto, entregar<br />

la administración de la tierra.<br />

Con las relaciones «pacificadas» entre<br />

los humanos, la nave volvió a ser la<br />

sonrisa fácil y quedó almacenada en un<br />

hangar secreto, esperando una nueva<br />

oportunidad para luchar por la libertad<br />

y los buenos dividendos.<br />

Siete años antes de que el plazo para<br />

pagar el préstamo se cumpla… la sonrisa<br />

fácil regresó al servicio.<br />

⁂<br />

Actualmente existen ocho planetas con<br />

el nombre de Fuxa. Sus habitantes evolucionaron<br />

en un ambiente submarino<br />

y solo abandonaron las profundidades<br />

en tres ocasiones: para instalar paneles<br />

solares, extraer algunos recursos minerales<br />

y colonizar otros mundos con condiciones<br />

similares a su planeta natal.<br />

127


Los habitantes de estos planetas<br />

son seres sumamente complejos, deliciosos<br />

8 y belicosos. Han colonizado<br />

numerosos planetas y satélites que en<br />

sus circunstancias habituales serian inhabitables<br />

para los humanos.<br />

Se hacen llamar a sí mismos Fax’s<br />

(persona) y llaman a sus amigos y vecinos<br />

S’ai (ese idiota con el que estoy<br />

obligado a convivir). Cuando descubrieron<br />

que los humanos existían los<br />

bautizaron Es’au (Esos reverendos cretinos<br />

que respiran oxígeno). <strong>La</strong>s primeras<br />

colonias humanas en Fuxa 2 fueron<br />

eliminadas con lujo de violencia; en<br />

respuesta, las fuerzas de la tierra lanzaron<br />

una declaración de indignación<br />

cuando sus tropas invasoras fueron<br />

rechazadas y, en consecuencia, decidieron<br />

eliminar toda la vida marina en<br />

Fuxa 2. Con ayuda de poco más de novecientas<br />

toneladas de mercurio, envenenaron<br />

el hábitat de los S’ai, matando<br />

completamente a la población.<br />

Fuxa 1,3,4,5,6,8 y 9 decidieron que<br />

era preferible permitir que los humanos<br />

habitaran los hielos de las partes<br />

más ecuatoriales de sus planetas<br />

(-250°C en invierno) y pagar los impuestos<br />

solicitados por la tierra.<br />

Cuando descubrieron que existían<br />

algunos humanos dispuestos a ayudarlos<br />

los nombraron K’izx Es’au (los<br />

desgraciados que les gusta molestar a<br />

los Es’au) y decidieron seguir sus doctrinas,<br />

excepto en Fuxa 4 y 9, donde<br />

los habitantes prefieren pagar los elevados<br />

impuestos antes de aceptar las<br />

doctrinas de los opresores.<br />

Independientemente de no tener<br />

que pagar impuestos, a los S’ai no les<br />

gustan los humanos y de ser posible<br />

los expulsarían de los hielos perpetuos<br />

que cubren sus ciudades sumergidas.<br />

128<br />

Pohl debía visitar Fuxa 4, un satélite<br />

de superficie congelada para encontrar<br />

el Cock Tail Sinatra 51. Para aquellos de<br />

desconocen el origen del extraño objeto,<br />

la historia es muy simple:<br />

En el año 3051, un S’ai de nombre KK<br />

que se enriqueció vendiendo pieles de<br />

ballena abismal a los humanos y viceversa,<br />

descubrió que amaba la música<br />

de Frank Sinatra e intentó comprar la<br />

colección más grande del músico, pero<br />

los impuestos de importación que cobraba<br />

el gobierno de la tierra solo le<br />

permitieron adquirir una coctelera<br />

para Martini que el afamado cantante<br />

utilizó durante una visita a Los Ángeles.<br />

Cuando KK descubrió el uso de la<br />

coctelera, decidió crear su propio trago<br />

utilizando los licores disponibles en las<br />

ciudades submarinas de Fuxa 4. El trago,<br />

que asesinaba al 26% de los Fax’s<br />

que lo consumían, se volvió muy popular<br />

en todas las reuniones y situaciones<br />

sociales a las que los S’ai estaban obligados<br />

a convivir.<br />

Esta popularidad homicida enriqueció<br />

nuevamente a KK, quien invirtió su<br />

nueva fortuna en crear un mausoleo<br />

submarino lleno de trampas asesinas,<br />

acertijos mortales, laberintos y pozos<br />

sin fondo donde pudiera reposar, llevándose<br />

su afamada coctelera. Todo<br />

esto fue elaborado con la explícita intención<br />

de privar a los S’ai del único<br />

trago que reducía la molestia de convivir<br />

con otros de su especie.<br />

El lector puede pensar que a continuación<br />

Pohl y sus nuevos amigos se<br />

adentraron en el mausoleo para buscar<br />

la extraña coctelera, arriesgando sus<br />

vidas en una serie de inquietantes pasajes<br />

que mantendrán al lector aferrado<br />

al tomo hasta conocer el desenlace<br />

de la misión.


Pues si eres de los que esperan leer<br />

veinte páginas de adrenalina pura, te<br />

ofrezco el siguiente consejo: Visita tu librería<br />

galáctica más cercana y adquiere<br />

<strong>La</strong>s aventuras de Yu-K en el mausoleo<br />

del Cock Tail Sinatra 51.<br />

Yu-K es un joven atractivo y valiente<br />

doctor en arqueología S’ai, que el año<br />

pasado se adentró en el mausoleo con<br />

intención de recuperar la coctelera.<br />

Este arqueólogo se dedica a recuperar<br />

antiguos artefactos con la intención de<br />

vender los libros de sus aventuras.<br />

Debido a un problema de derechos<br />

de autor y falta de creatividad. No incluiré<br />

ningún fragmento de las aventuras<br />

de Yu-K, pero les aseguro que si<br />

ustedes compran alguno de sus libros<br />

encontrarán una trepidante aventura<br />

idéntica a las de sus otros libros, los<br />

cuales jamás ofrecen algo nuevo. Jódete<br />

Yu-K, pudiste tener publicidad positiva<br />

en mi libro y espero que te quiten el<br />

permiso de arqueólogo.<br />

Pohl, sus compañeros de viaje y un<br />

pedestal generador de atmósfera habitable<br />

se presentaron en la casa de<br />

subastas de Tatiana, donde el afamado<br />

arqueólogo Yu-K subastaría las piezas<br />

de su última investigación. <strong>La</strong> casa de<br />

subastas fue creada por Tatiana López,<br />

una inteligente terrícola que introdujo<br />

estos sistemas de comercio en los sistemas<br />

Fuxa. <strong>La</strong> única manera en la que<br />

las subastas al estilo terrícola pueden<br />

funcionar en Fuxa 4 es creando locales<br />

de pujas que sean muy amplios. Con<br />

espacios de veinticinco metros cuadrados<br />

entre participantes, los S’ai pueden<br />

competir entre ellos sin estar obligados<br />

a estar cerca los unos de los otros.<br />

Úrsula, J.U.A.N. y Pohl compartían<br />

un espacio de veinticinco metros cuadrados<br />

mientras esperaban que fuera<br />

129


el turno de la coctelera. En ese momento,<br />

otros artículos eran subastados y los<br />

humanos disfrutaban de una merienda.<br />

<strong>La</strong> cocina de la nave los había enviado<br />

al planeta con una buena dotación de<br />

bocadillos y dos botellas de vino de<br />

uva terrestre. J.U.A.N. no necesitaba<br />

comer, se limitaba a leer una revista<br />

pornográfica y a recordarles las reglas<br />

de la misión a sus compañeros.<br />

—Tenemos un límite de cuatrocientos<br />

millones de monedas terrestres —dijo<br />

J.U.A.N. como si se tratara de cualquier<br />

cosa. Úrsula hizo los sonidos y contracciones<br />

necesarios para expulsar un<br />

bocadillo de jamón y queso que no fue<br />

suficientemente masticado.<br />

<strong>La</strong>s monedas terrestres son una de<br />

las divisas más fuertes en la hegemonía<br />

de los hombres. Mientras que los dólares,<br />

los euros y el peso se devaluaron<br />

junto con las deudas de los gobiernos,<br />

la moneda terrestre se fortaleció al ser<br />

respaldada por el Banco de los Últimos<br />

Contribuyentes. Con cien mil monedas<br />

terrestres era posible comprar una casa<br />

decente en la tierra. Pocas personas en<br />

el universo conocido eran capaces de<br />

disponer de esa cantidad de dinero.<br />

Úrsula se controló y articuló algunas<br />

palabras:<br />

—Eso es mucho dinero.<br />

—Demasiado dinero —concluyó Pohl,<br />

repitiendo lo obvio.<br />

Mientras las ofertas por un par de calzoncillos<br />

usados durante la expedición<br />

se elevaban, J.U.A.N. decidió abandonar<br />

su revista para hacer una explicación.<br />

—Es una inversión en varias formas:<br />

»Lo primero es qué debes conseguir<br />

esa coctelera o la iglesia deberá pagar<br />

una suma ridícula de dinero. Después,<br />

está el hecho de que eso aumenta el<br />

valor de la coctelera en si, por lo tanto<br />

podemos revenderla con ganancia una<br />

vez que se haya pospuesto la profecía;<br />

y por último, a este planeta le falta un<br />

impulso económico. Aparte de las pieles<br />

de cetáceos y la fábrica de licor, este<br />

mundo no tiene ingresos, y si no hay<br />

inversión privada no hay creyentes de<br />

los últimos contribuyentes —el robot<br />

tomó una pose heroica—. <strong>La</strong> iglesia tiene<br />

una responsabilidad con este planeta;<br />

el gobierno de la tierra ya exprime<br />

demasiados mundos, y cada uno que<br />

pueda ser rescatado es un punto de<br />

salvación y beneficios fiscales.<br />

—Dicho de otra manera: la iglesia encuentra<br />

rentable pagar una suma obscena<br />

por una coctelera inútil, pero no puede<br />

mandarme de vacaciones un mes<br />

—dijo Úrsula. Pohl comenzó a gritar:<br />

—¡<strong>La</strong> coctelera! ya es turno de la<br />

coctelera.<br />

<strong>La</strong> subasta la abrió el representante<br />

de una compañía licorera, antigua<br />

competencia de KK.<br />

—Doscientos millones de monedas<br />

terrestres.<br />

—Doscientos veinticinco millones —Gritó<br />

Pohl.<br />

Úrsula estaba impactada, se esperaba<br />

que fuera una subasta fácil. ¿Qué<br />

hacía tan importante la coctelera como<br />

para iniciar con pujas de veinticinco millones<br />

de monedas terrestres? J.U.A.N.<br />

se lo explicó: la coctelera incluía una<br />

pequeña porción de plomo en su estructura.<br />

Ese plomo servía como catalizador<br />

para ciertas reacciones químicas<br />

necesarias durante la fabricación del<br />

afamado y letal coctel. Si aquella pieza<br />

de la licorería histórica pertenecía a la<br />

130


compañía de licores VSK. Se apropiarían<br />

del monopolio destilador.<br />

—Cuatrocientos millones —anunció el<br />

representante de la VSK con una expresión<br />

que entre los de su especie significaba:<br />

no debiste decir tu límite presupuestario<br />

en voz alta. Pohl miró con desesperación<br />

a J.U.A.N. Ya no había presupuesto para<br />

competir. El robot le sugirió:<br />

—Se creativo.<br />

El subastador comenzó con el tradicional<br />

cierre de pujas:<br />

—Cuatrocientos millones a la una.<br />

El tiempo se agotaba…<br />

—Cuatrocientos millones a las dos.<br />

¿Qué le ofreces a alguien que odia a<br />

los humanos?<br />

—Cuatrocientos millo…<br />

—¡Cuatrocientos millones y una patada<br />

en mis bolas! —todos los asistentes<br />

miraban al humano.<br />

—¿Perdón? —el director de la subasta<br />

lucía auténticamente confundido.<br />

—¡Así es! Cuatrocientos millones de<br />

monedas terrestres y además el placer<br />

de golpearme en mi frágil zona reproductiva<br />

—Pohl se cruzó de brazos en un<br />

tono de autosuficiencia.<br />

Minutos después, la VSK ya era el propietario<br />

legal de la Cock Tail Sinatra 51.<br />

Pohl caminaba cabizbajo de regreso<br />

a la nave. Esa era su gran aventura<br />

y había fallado en su primera misión.<br />

Úrsula no había sido necesaria, él había<br />

sido un incompetente que no pudo<br />

ganar una vil subasta. «¿Qué hubieran<br />

hecho los anteriores paladines de la<br />

fe?», meditó Pohl.<br />

Sabía lo que hizo J.U.A.N. El robot<br />

molesto les informó que tenían media<br />

hora para recuperar sus cosas. Habían<br />

fracasado en la misión y la iglesia renunciaba<br />

a cualquier responsabilidad<br />

respecto a ellos, eso incluía su pasaje<br />

de vuelta a casa.<br />

Fue cuando un vehículo de la VSK le<br />

cerró el paso.<br />

—¡Señor Douglas! ¿Todavía está dispuesto<br />

a recibir esa patada en sus genitales?<br />

—Úrsula se adelantó:<br />

—Sí, aún están dispuestos a pagar. Pohl<br />

felizmente recibirá las patadas necesarias.<br />

—¿Qué?<br />

—¡Piensa, Pohl! No nos espera nada<br />

en la tierra. Con algo de dinero podemos<br />

escondernos en algún lado —Úrsula<br />

acercó su rostro a milímetros de la<br />

cara de Pohl—. ¿O quieres regresar a la<br />

tierra para que las hordas de contribuyentes<br />

te linchen?<br />

Los dos humanos cerraron el trato<br />

adentro de uno de los vehículos.<br />

4<br />

Hay una canción popular que dice:<br />

Los robots no saben mentir.<br />

5<br />

O al menos eso es lo que dicen los reportes.<br />

Si alguien hubiera preguntado<br />

a los mozos o guardias de seguridad,<br />

ellos habrían dado una versión muy<br />

diferente de lo ocurrido.<br />

6<br />

Pero que también fuera muy idiota.<br />

7<br />

Afortunadamente se contaba con un<br />

descuento especial del 8%<br />

8<br />

¿Alguna vez intentaron colonizar un<br />

planeta y terminaron consumidos por<br />

la especie dominante local? Es una<br />

anécdota muy graciosa que no les voy<br />

a contar, pero desde entonces nadie<br />

habla de Fuxa 7<br />

Continúa en el número 11...<br />

131


132<br />

EL<br />

CEMENTERIO<br />

DE<br />

SOULDETH<br />

(SEXTA PARTE)<br />

Por<br />

Aly Cañizales<br />

Jean Paul caminaba de manera rápida<br />

entre los pasillos, tratando de<br />

reducir el tiempo de ambos para<br />

hacer lo que pretendían, y que Dayreen<br />

pudiera llegar a la tumba de su madre<br />

antes de que amaneciera, pues finalmente<br />

al amanecer, ya no podría intentar<br />

contactarse con ella sin riesgo a ser<br />

descubierta por el resto de los visitantes.<br />

—¿Sabes algo petite? Después de escuchar<br />

todo lo que me has dicho, de<br />

convivir contigo y poder conocer un<br />

poco más de tu alma me doy cuenta<br />

por completo de que aún te falta desarrollar<br />

lo más importante.<br />

—¿A qué te refieres Jean? ¿Qué es eso<br />

que me falta por desarrollar?<br />

—En todas las historias que me has<br />

contado, inclusive en la de tu familia,<br />

está presente de sobre manera el amor,<br />

esa clase de amor que une y que es inquebrantable,<br />

pero mucho me temo<br />

que no hayas descubierto el verdadero<br />

significado del mismo, pues después<br />

de todo creo que tienes que descubrir<br />

por ti misma lo que esto significa,<br />

y esa es la razón por la que no puedo<br />

darte una respuesta. Pensar en todas<br />

las situaciones en las que te has visto<br />

envuelta te ayudará a descifrar aquello<br />

que tienen en común, eso que es considerado<br />

como: vrai amour.<br />

Dayreen se quedó pensativa, intentaba<br />

entender a lo que se refería aquel<br />

fantasma tan enigmático, no lograba<br />

imaginar porque de pronto se interesaba<br />

tanto en este tema, sospechaba que<br />

trataba de mandarle un mensaje entre<br />

líneas, algo así como si la estuviera preparando<br />

para algo que estaba por suceder,<br />

se llenó de dudas, cada minuto<br />

que pasaba quería saber más de Jean<br />

Paul, pero sobre todo, había abierto su<br />

perspectiva a querer saber mucho más


del enterrador como persona, como el<br />

hombre que seguramente era.<br />

Habían caminado tal vez diez minutos<br />

en línea recta, tenían la suerte de<br />

que la cabaña se encontrara muy cerca<br />

del lugar, las luces que se veía a lo lejos<br />

eran una señal de que estaban llegando,<br />

el humo negro que salía de la chimenea<br />

era una muestra más de que su<br />

destino estaba a la vuelta de la esquina.<br />

—Ya que estamos tan cerca, ¿Podrías<br />

decirme de que se trata eso que quieres<br />

que vea? Aunque sea solo un indicio<br />

o algo, necesito estar preparada para<br />

no tener miedo.<br />

—Mon amour, a estas alturas ya deberías<br />

de saber que lo que pretendo es que<br />

veas más allá de lo que tus ojos pueden<br />

mostrarte, todo este tiempo, como el<br />

ángel que eres has estado ayudando a<br />

otros, abriendo el pasaje por ellos, incluso<br />

al seguirme hasta aquí me estás<br />

ayudando a cumplir mi parte en este<br />

plan divino, y al mismo tiempo tu cumples<br />

el tuyo —respondió el francés.<br />

—He aceptado venir contigo porque<br />

tengo que admitir que me llena de<br />

curiosidad saber que hay detrás del<br />

enterrador, quiero averiguar porque<br />

persigue a los fantasmas y que hace<br />

con ellos, saber dónde están Kristo y<br />

Melessio, quiero saber quién es él.<br />

Se acercaron a la cabaña despreocupados,<br />

pues a leguas se notaba que<br />

a pesar de las luces encendidas y del<br />

humo de la chimenea, la casa se encontraba<br />

sola. Jean Paul se dispuso a<br />

girar la perilla y esta cedió fácilmente,<br />

no tenía seguro. Al entrar pudieron darse<br />

cuenta de que aquel hombre vivía<br />

de una manera muy básica, solo había<br />

una cama pequeña, una cocineta vieja,<br />

un retrato en un marco que estaba<br />

sobre una mesa de noche y una libreta<br />

con una pluma acompañados de un<br />

una pila de papeles esparcidos, esto<br />

además de un pequeño cesto de basura<br />

donde había una gran cantidad de<br />

papeles arrugados, parecía que el enterrador<br />

escribía mucho, esto llenó de<br />

curiosidad a Dayreen.<br />

Jean Paul aguardaba en la entrada<br />

vigilante, quería asegurarse que su pequeña<br />

amiga no fuera descubierta, le<br />

había hecho la promesa de acompañarla<br />

al final de su recorrido y no pensaba<br />

fallarle bajo ninguna circunstancia,<br />

quería estar ahí cuando ella tratara<br />

de llamar al espíritu de su madre, aunque<br />

él también tenía un deseo personal,<br />

pensaba pedirle a Dayreen que se<br />

comunicara con su hijo, no quería que<br />

ella lo hiciera cruzar, pues el cementerio<br />

se convirtió en un campo de batalla,<br />

las lápidas en trincheras, los fantasmas<br />

eran su pelotón y él era el General,<br />

cuando un hombre de las fuerzas especiales<br />

francesas se casaba con el deber,<br />

ni la muerte podría divorciarlo, pero<br />

dejaría eso para el final de la noche.<br />

Dayreen buscó de inmediato alguna<br />

pista dentro de la fotografía que estaba<br />

en el marco, pero solo encontró más<br />

cuestionamientos, pues donde debían<br />

de estar los rostros de las dos personas<br />

en la imagen había huecos, alguien intencionalmente<br />

los había recortado.<br />

Dayreen se imaginó demasiadas cosas,<br />

si es que acaso era algún tipo de brujería,<br />

o tal vez solo era un marco que estaba<br />

ahí antes de que el enterrador llegara<br />

y este cansado de sentirse observado<br />

hubiera recortado los rostros, no podía<br />

saberlo, por lo menos no por medio de<br />

ese retrato, así que buscó en el segundo<br />

lugar más interesante, los escritos del<br />

enterrador, se acercó al escritorio y solo<br />

tomó unos cuantos de ellos, los puso de<br />

133


forma que luz les diera de lleno para poder<br />

leerlos mejor, el primero que tomó<br />

era relativamente corto, pero se notaba<br />

que era el más reciente:<br />

«Cumplo como cada día la promesa<br />

de mi deber, afronto estoico mi condena,<br />

la vida llega por las noches<br />

con la promesa de la felicidad de<br />

tu regalo, pero con la luna se marcha<br />

tu presencia a un lugar lejano,<br />

la muerte se presenta nuevamente<br />

por las tardes, las lágrimas corren a<br />

mares por esta cascada de reposo».<br />

Dayreen leyó el poema tantas veces<br />

en tan poco tiempo, no podía creer que<br />

su perseguidor tuviera la magia de escribir<br />

aquellas hermosas palabras, era humano,<br />

el enterrador era humano, por lo<br />

menos una parte de él lo era pues nadie<br />

que no tuviera un corazón que latiera<br />

podría escribir con la gracia y el sentimiento<br />

que en aquellas palabras se destilaba,<br />

pasó a la siguiente nota:<br />

«<strong>La</strong> culpa y el dolor son el motivo<br />

de mi fortaleza, camino siempre<br />

buscando el remedio, no puedo<br />

permitir que la tristeza agobie a<br />

nadie más, pues aunque mi labor<br />

esté llena con el resentimiento de la<br />

vida de ajenos, mi lugar en tu plan<br />

es este, he aceptado con determinación<br />

la tarea más cruel, pues la<br />

finalidad no es otra que la culminación<br />

de la obra, maestro…»<br />

Un grito ahogado interrumpió su lectura,<br />

giró de inmediato hacia la puerta,<br />

lo que vio frente a ella la hizo tirar los<br />

papeles, y es que en la entrada se encontraba<br />

Jean Paul, una mano obscura<br />

presionaba su boca, la silueta negra<br />

frente a él le presionaba con fuerza<br />

contra la puerta, unos ojos escarlata<br />

brillaron viendo de frente al fantasma;<br />

era el enterrador.<br />

Dayreen entró en pánico, no sabía<br />

cómo haría para huir, habían sido capturados,<br />

le gritó a aquel hombre que<br />

soltara a su amigo, pero este no respondió,<br />

la silueta de Jean Paul, se difuminaba<br />

poco a poco, pero de manera<br />

sorpresiva, este lanzó sus manos hacia<br />

adelante dando un empujón que derribo<br />

la obscura silueta al piso, se revolvieron<br />

dando vueltas en el piso.<br />

—¡Huye, Dayreen, huye! No te detengas<br />

por nada, yo te protegeré. Cours —<br />

gritó el fantasma<br />

Dayreen no se lo pensó dos veces y<br />

corrió dando tropezones con su pierna<br />

enferma, tras ella escuchaba los gritos<br />

de la batalla, cruzó el umbral de la<br />

puerta, apenas llevaba unos cuantos<br />

metros de ventaja cuando escuchó un<br />

ruido más fuerte aún, acompañado<br />

de fulgor escarlata, supo lo que había<br />

pasado, Jean Paul había desaparecido,<br />

igual que sus amigos, nuevamente el<br />

enterrador estaba tras ella, y esta vez<br />

no tenía tanta ventaja, miró hacia atrás<br />

sin dejar de avanzar, la silueta de los<br />

ojos escarlata del enterrador la miraba<br />

fijamente desde la entrada de la cabaña,<br />

este le apuntó con un dedo y dio<br />

el primer paso hacia ella, parecía que<br />

todo terminaría en unos minutos, aun<br />

así no se rindió y siguió avanzando.<br />

134


Un nuevo grito llamó su atención, no<br />

pudo distinguir la palabra que componía<br />

ese grito, pero si se dio cuenta que venía<br />

de más lejos, un hombre con uniforme de<br />

guardia se dirigía a toda velocidad hacia<br />

el enterrador, tenía cara de pocos amigos<br />

y parecía que sus intenciones no eran<br />

amables haca él, notó como el enterrador<br />

volteaba en dirección de aquel hombre,<br />

parece que el destino le había tendido la<br />

mano, pues una nueva batalla estaba por<br />

empezar entre el enterrador y el guardia,<br />

esto le daría el tiempo suficiente para llegar<br />

con su madre, si después de eso era<br />

capturada, ya no le importaba, pues todo<br />

lo que quería era intentarlo una última<br />

vez, estaba segura que esta vez lo lograría,<br />

traería a su madre, estaba decidida.<br />

—¿Shane, maldita sea, eres tú? —preguntó<br />

Dood.<br />

Shane tuvo que cesar en sus intentos<br />

de capturar a la pequeña, se concentró<br />

en cambiar su apariencia, sus ojos<br />

color escarlata y la sombra cadavérica<br />

que cubría su cara cambiaron por completo,<br />

se recogió la capucha y volteó<br />

hacia el jefe de los guardias.<br />

—¿A quién esperaba jefe? Claro que<br />

soy yo, de hecho me sorprende que<br />

esté en esta área a esta hora, su rondín<br />

regularmente no lo trae hasta mi humilde<br />

casa —respondió el hombre.<br />

—Escucha muy bien Shane, esta noche<br />

me ha entrado un pensamiento que no<br />

me deja descansar y tiene que ver contigo,<br />

así que espero que seas honesto y no<br />

le mientas al jefe Dood, sabes que quien<br />

lo hace nunca termina bien.<br />

—No tengo porque mentirle Dood, sé<br />

perfectamente lo que sucede cuando<br />

se molesta, pero le garantizo que no<br />

tengo nada que ocultarle, recuerde<br />

que trabajamos en el mismo lugar y<br />

mis intenciones son el de llevarme bien<br />

con todo el equipo —respondió Shane.<br />

—Me alegra oír eso; pues bien comencemos,<br />

antes que nada quiero decirte<br />

que esta noche no habrá poder humano<br />

que pueda salvarte de responder,<br />

no se cual sea tu relación con el dueño<br />

de este lugar, pero no tengo miedo,<br />

pues mi curiosidad va mucho más allá,<br />

dicho esto te diré mi primera pregunta.<br />

Shane mostraba una sonrisa amigable,<br />

parecía tranquilo, como si en lugar<br />

de estar siendo interrogado de una<br />

manera hosca y ruda, estuviera charlando<br />

en un partido de póker con algún<br />

amigo de toda la vida, este era precisamente<br />

el tipo de conducta que molestaba<br />

a Dood, pero con la mayoría de las<br />

personas lo hacía pasar desapercibido,<br />

nadie lo veía como una amenaza laboral,<br />

como alguien inteligente y menos<br />

como alguien peligroso, se camuflaba<br />

muy bien.<br />

—¿De quiénes son las tumbas que visitas<br />

cada noche?<br />

<strong>La</strong> pregunta tomó completamente<br />

desprevenido a Shane, había procurado<br />

ser muy cauteloso cada que se paseaba<br />

por el cementerio, debió de verlo<br />

en algún momento cuando visitaba la<br />

tumba de su primer trabajo, la tumba<br />

de Jean Paul, el francés que había desaparecido<br />

hace tan solo unos momentos,<br />

¿o sería posible que?...<br />

—Bueno a decir verdad esa es la tumba<br />

de la primera persona que enterré,<br />

no conocía a nadie y soy un poco<br />

135


nostálgico, así que lo visito de vez en<br />

cuando, tal vez esté muerto, pero fue el<br />

primero con quien pude desahogarme.<br />

—¡Desahogarte! eso me lleva a mi segunda<br />

pregunta, ¿Qué es eso de lo que<br />

tienes que desahogarte? Tengo que<br />

confesar que soy un hombre lleno de<br />

morbo, pero lo hago en pro de la seguridad<br />

de mi trabajo, así que cuando<br />

llegaste aquí, comencé a investigarte<br />

Shane, conseguí toda la información<br />

que pude de ti, y se mucho más de lo<br />

que te imaginas, al principio entendí<br />

tus visitas a la tumba del francés que<br />

enterraste, pero las otras que visitas<br />

me llevaron a descubrirlo todo —Dood<br />

sonrió con satisfacción.<br />

Shane sabía que estaba acabado,<br />

Dood lo había descubierto todo, No<br />

podía permitir que alguien anduviera<br />

por ahí con su secreto entre manos, solamente<br />

le quedaba una salida, pero<br />

también entendía las repercusiones<br />

que conllevaría.<br />

—No sabes en lo que te estas metiendo<br />

Dood, por favor detente, te lo digo<br />

por tu bien, no debes inmiscuirte en mi<br />

vida y mucho menos en mi pasado. —la<br />

desesperación se notaba en su voz.<br />

Dood sacó un puñado de fotografías<br />

de la bolsa de su uniforme y se las lanzó<br />

al piso, este solo las miró por un momento,<br />

se acercó a tomarlas y su cara cambio.<br />

—Como puedes ver, me tomé la libertad<br />

de usar las cámaras para obtener<br />

esas fotos, y no solo eso, también están<br />

las imágenes de tu expediente Shane,<br />

una persona que guarda esa clase de<br />

secretos no es de fiar, no conozco tus<br />

136<br />

motivos, pero te daré hasta mañana a<br />

medio día para abandonar este lugar,<br />

de lo contrario, hare esto público y<br />

créeme, no te gustara.<br />

Dood se dio la media vuelta y caminó,<br />

sabía que había ganado y que por fin<br />

se desharía de un hombre en el que no<br />

confiaba, su sonrisa se dibujó de oreja<br />

a oreja, la satisfacción de haber ganado<br />

era casi tan satisfactoria como la que<br />

sentía cuando corría a los holgazanes<br />

y a los ladrones. Desgraciadamente el<br />

punto débil de todos aquellos que se<br />

sienten triunfantes en algo, es que inmediatamente<br />

bajan la guardia y ese<br />

fue el mismo pecado que cometió Dood.<br />

Una mano lo tomó por el hombro y<br />

lo giró con fuerza, Dood quiso responder<br />

golpeando a Shane en la cara sin<br />

verlo directamente y aprovechando el<br />

giro, pero su fuerza desapareció junto<br />

con su valor, pues frente a él había ahora<br />

una figura obscura de ojos escarlata<br />

que puso sus pulgares en sus ojos y los<br />

sumió generando un humo blanco.<br />

—¿Así que querías saber mi secreto?<br />

Pues ahora lo sabrás, lo experimentarás<br />

y quedarás maldito para siempre, nunca<br />

más volverás a ser el mismo, los ojos<br />

del enterrador lanzaron un destello que<br />

chocó con las cuencas de Dood, todo se<br />

volvió obscuro por unos segundos.<br />

Dayreen estaba a solo un minuto de la<br />

tumba de su madre, podía verla de lejos,<br />

sus ojos se llenaron de lágrimas como<br />

en cada visita, el recuerdo de los cálidos<br />

brazos de su madre la llenaba de fe,<br />

en su cabeza se reproducía sin cesar la<br />

canción que su madre le cantaba antes


de dormir, Dayreen estaba desesperada,<br />

pues aunque sabía de memoria la letra,<br />

estaba olvidando poco a poco la voz de<br />

su madre, era su más hermoso recuerdo<br />

y se escapaba de su memoria como un<br />

puñado de arena entre sus dedos; de<br />

una pequeña bolsa en su vestido sacó<br />

una rosa que puso cuidadosamente sobre<br />

la tumba y recito.<br />

—Hola, mamá, como cada noche estoy<br />

aquí, y sigues haciéndome mucha<br />

falta, dicen que el tiempo cura las heridas,<br />

pero en mí siguen abiertas desde<br />

el día que te fuiste de mi lado, cada<br />

que despierto hago lo posible porque<br />

te sientas orgullosa de mí, a veces me<br />

gustaría saber si realmente lo estas, me<br />

gusta pensar que conozco la respuesta,<br />

pero esta distancia se hace cada día<br />

más difícil, me he cansado de llorarte<br />

noche a noche, le he pedido a Dios que<br />

te regrese a mi lado, también le he pedido<br />

que me lleve al tuyo, pero igual que<br />

contigo, no recibo ninguna respuesta,<br />

aun así, quiero que sepas que jamás<br />

me rendiré, no lo haré hasta escuchar<br />

tu voz, hasta que seques mis lágrimas y<br />

me abraces con todas tu fuerzas. Hoy ha<br />

sido un día particularmente malo, estoy<br />

siendo perseguida, si es que me ves desde<br />

arriba ya lo debes de saber, por eso<br />

te pido, que esta noche bajes a mí, pues<br />

puede ser la última vez que pueda visitarte,<br />

no quiero desaparecer sin haberte<br />

visto, ¡Baja mamá, por favor baja!<br />

Se recostó sollozando en la tumba,<br />

abrazando la piedra helada donde<br />

descansaban los restos de Ayleen, su<br />

madre, usó toda su voluntad y todo su<br />

poder para llamarla como había hecho<br />

con Sarah, pero nuevamente no obtuvo<br />

ninguna respuesta.<br />

<strong>La</strong> luna estaba por desaparecer por<br />

completo, Dayreen estaba desfallecida<br />

de cansancio, no le quedaban energías<br />

y mucho menos lágrimas, se estaba<br />

quedando dormida poco a poco, sus<br />

ojos se cerraron, su respiración se redujo<br />

lentamente hasta que finalmente<br />

cayó rendida.<br />

Apenas unos minutos pasaron, cuando<br />

sintió un par de manos cubriéndola<br />

por completo, era una sensación familiar,<br />

pero aunque su cuerpo estaba<br />

siendo movido no tenía la suficiente<br />

energía para despertar, solo pudo abrir<br />

sus ojos por una milésima de segundo,<br />

lo que vio no era lo que esperaba, el<br />

enterrador la cargaba en brazos, con<br />

aquellos tenebrosos ojos escarlata,<br />

Dayreen se dejó llevar y así fue como<br />

acepto su destino…<br />

Concluye en el número 11...<br />

137


138


NUESTROS<br />

ARTÍCULOS<br />

139


140


HOMO<br />

HOMINI<br />

LUPUS<br />

Por Carolina Alpuche<br />

Lupus est homo homini, non homo,<br />

quom qualis sit non novit 1 es lo primero<br />

que piensas al despertar después<br />

de haber leído <strong>La</strong> Asinaria hasta<br />

las tres de la mañana. Otra vez le ganaste<br />

al despertador por cinco minutos,<br />

ya que sabes que no puedes volver a<br />

llegar tarde al trabajo pues, sí lo haces,<br />

ahora sí tu supervisor te levantará un<br />

acta administrativa. ¿Y es que a quién<br />

se le ocurre aceptar un trabajo a tres<br />

horas de distancia de su casa? A ti, por<br />

supuesto, porque no te quedó de otra<br />

si querías tener dinero para seguir estudiando,<br />

y más aún, porque los únicos<br />

trabajos que ofrecen un sueldo aceptable<br />

están hacinados en la misma zona<br />

de la ciudad.<br />

Desactivas la alarma del celular y te<br />

decides a ponerte de pie; a través de<br />

tu ventana lo único que se ve es la luz<br />

de la lámpara de la calle parpadeando,<br />

aunque ya levantaste cuatro veces el<br />

reporte a la empresa de la luz, no han<br />

podido arreglarla porque el sindicato<br />

está en huelga debido a que sus exigencias<br />

de instalar una barra de ensalada<br />

libre de gluten en el comedor de<br />

todas sus centrales no fue atendida. Se<br />

supone que levantarse a las cinco de la<br />

mañana tendría que ser una experiencia<br />

tranquila, y así sería de no ser por<br />

lo gritos de tus papás que retumban en<br />

toda la casa, y todo porque no pueden<br />

ponerse de acuerdo en quién va a llevar<br />

a tu hermana menor al colegio.<br />

Y claro, para darle emoción a la mañana,<br />

le pisas la pata a tu perro, quien<br />

siempre se acuesta a un lado de tu<br />

cama porque no lo dejas subir a dormir<br />

contigo ya que suelta más pelos que el<br />

piso de la peluquería de la esquina.<br />

Tras una ducha rápida y un desayuno<br />

aún más rápido, tus papás deciden que<br />

quien puede llevar a tu hermana al colegio<br />

eres tú. Sabes que eso solamente te<br />

141


va a retrasar pero terminas aceptando,<br />

pues sabes que no tiene caso discutir<br />

contra ellos si finalmente tienes que seguir<br />

a su lado al menos unos años más.<br />

Tras dejar a tu hermana y darle algo de<br />

dinero para que gaste en la cooperativa<br />

decides que lo mejor es tomar el camión<br />

en la esquina del colegio, van a ser diez pesos<br />

más a tus gastos diarios de transporte,<br />

pero vale la pena para no llegar tarde.<br />

En el camión, sin importar la hora o<br />

la ruta, nunca vas a encontrar un asiento,<br />

pero si vas encontrar muchísima<br />

gente malhumorada igual que tú; empujándose,<br />

insultándose y tratando de<br />

tener un poco más de espacio personal<br />

en una lata de no más de dos metros<br />

y medio de ancho por trece metros de<br />

largo. También hay que decir que, si<br />

tienes suerte, te tocará un camión que<br />

no apeste, porque por alguna razón<br />

la sociedad considera algo saludable<br />

no bañarse en las mañanas y llevarse<br />

el olor de su cama a donde quiera que<br />

vaya; por supuesto, si sigues con la misma<br />

suerte, no faltará el vendedor de<br />

dulces que te quiera alegrar la mañana<br />

con su voz de merolico 2 , ofreciéndote<br />

productos de dudosa procedencia, o<br />

tal vez quién te alegre la mañana es el<br />

que se sube a talonear 3 mostrándote<br />

unos papeles enmicados y diciendo<br />

que se le murió su abuelita y que tiene<br />

que pagar en el hospital, algo que ya te<br />

hace dudar porque al menos lo has visto<br />

cinco meses durante el último mes;<br />

y ni hablar de aquellos amigos que se<br />

suben y te piden con su característica<br />

amabilidad que les entregues tus pertenencias<br />

a cambio de no llenarte los<br />

bolsillos de plomo o, si eres mujer, de<br />

no llenarte la empanada con nata 4 .<br />

En el metro es exactamente lo mismo<br />

solo que con menos espacio personal,<br />

142


más codos enterrados en las costillas,<br />

axilas sudadas y un exquisito olor a pan<br />

aunque no haya panaderías cerca.<br />

Y bueno, pese a todo, ya has llegado<br />

a tu trabajo. Ese lugar en el que te<br />

hicieron el favor de contratarte pese<br />

a tu poca experiencia, o al menos así<br />

te hacen sentir, y en el que tienes que<br />

pasar nueve horas diarias, incluida la<br />

hora de comida, durante seis días a la<br />

semana, y eso sin incluir el tiempo extra<br />

que nunca te pagan porque te otorgaron<br />

el maravilloso reconocimiento<br />

de «empleado de confianza», lo cual<br />

no trae ningún beneficio pero sí más<br />

responsabilidades.<br />

Como todo en la vida, aquí también<br />

tienes que luchar, en este caso por llegar<br />

a las metas que tus gerentes y tus<br />

supervisores de calidad te «sugieren»,<br />

bajo amenaza de acta administrativa o<br />

de no renovarte el contrato. Sin contar<br />

el hecho de que también tienes que luchar<br />

contra todos tus compañeros, ya<br />

sea de forma honorable o metiéndoles<br />

cuanta zancadilla sea posible, ya que<br />

ellos lo harían de la misma forma contigo<br />

si tuvieran la oportunidad, pues<br />

ese es el mejor ambiente laboral que<br />

se puede encontrar, ¿verdad?<br />

Termina tu turno y así como llegaste<br />

te vas, solo que en lugar de ir a tu<br />

casa a ahogar tus gritos en la almohada,<br />

tienes que ahogar tus gritos entre<br />

cada clase de la universidad. Curiosamente,<br />

el ambiente aquí es el mismo<br />

que en tu trabajo, y lo mejor es que no<br />

te pagan, tú tienes que pagar para ver<br />

las caras de los profesores amargados<br />

que no están conformes con su vida y<br />

disfrutan hacerle la vida imposible a todos,<br />

además de tener que soportar la<br />

hipocresía de tus compañeros, ya que<br />

la mayoría depende de ti para que les<br />

143


ayudes con sus tareas, proyectos, o incluso<br />

con la redacción de sus tesis, porque<br />

normalmente no puedes decirles<br />

que no… O no sabes decirles que no 5 .<br />

Terminan tus tres clases en la universidad<br />

y ya no alcanzaste a comer en<br />

la cafetería casi de a gratis, gracias al<br />

subsidio que el gobierno otorga, pero<br />

sí alcanzaste a la señora que vende las<br />

gorditas a un lado del puesto de periódicos,<br />

y que aunque sabes que las da<br />

más caras porque ya la viste vendiendo<br />

en el mercado de tu casa, aun así le<br />

compras para no quedarte con hambre.<br />

Cuando ya terminaste los deberes<br />

del día llega por fin el momento de relajación,<br />

así que corres a la parada del<br />

camión y tomas el primero que te deje<br />

en la plaza comercial; ya no te importan<br />

ni los olores, ni los empujones, ni el<br />

arrimón de camarón 6 , solo te importa<br />

llegar a tiempo para estar con tu pareja<br />

y entrar a la última función en el cine.<br />

Pero ese ánimo regresa a su estado<br />

normal cuando llegas una hora temprano,<br />

porque terminó antes tu clase, y<br />

te encuentras a tu pareja de la mano de<br />

esa persona que siempre te dijo que no<br />

era nadie, y decides dar media vuelta<br />

cuando los ves casi arrancándose las<br />

lenguas con los dientes. ¿Será por eso<br />

que su boca sabía a sal cuando te besaba?<br />

7 Si tienes la suficiente fuerza de<br />

voluntad nunca lo sabrás. Al final sales<br />

de la plaza y compras un cigarro suelto,<br />

porque no te alcanza la cajetilla y porque<br />

se supone que ibas a dejar de fu-<br />

mar, aunque sabes perfectamente que<br />

no es cierto.<br />

Tu día termina cuando llegas a tu<br />

casa, con más de veinte llamadas perdidas<br />

de tu ¿ex? pareja y escuchando<br />

otra vez los gritos de tus papás; el único<br />

que te recibe bien es tu perro, a quien<br />

ya se le olvidó que le pisaste la pata y<br />

que quiere que le des de comer, porque<br />

olvidaste darle en la mañana y nadie<br />

tuvo el tiempo de fijarse en ello.<br />

Al final te quedas un rato en el patio<br />

mientras tu perro come, mirando como<br />

las arañas tejen su telaraña en la ventana<br />

de tu cuarto, fumando el cigarro que<br />

compraste y pensando en los documentos<br />

que dejaste pendientes en tu trabajo.<br />

Finalmente recuerdas: Lupus est<br />

homo homini, non homo, quom qualis<br />

sit non novit, y quieres volver a leer <strong>La</strong><br />

Asinaria, o tal vez a Hobbes, quien al<br />

final hizo famosa esa frase.<br />

1<br />

Lobo es el hombre para el hombre, y<br />

no hombre, cuando desconoce quién<br />

es el otro.<br />

2<br />

Vendedor callejero que atrae a los<br />

transeúntes con su verborrea.<br />

3<br />

Pedir dinero.<br />

4<br />

¿En serio tengo que explicar esto?<br />

5<br />

Niéguenmelo.<br />

6<br />

No importa si eres hombre o mujer, a<br />

todos les arriman el camarón en algún<br />

momento de sus vidas.<br />

7<br />

Tú pensabas que no se lavaba bien<br />

los dientes.<br />

144


LIBROS<br />

GRATIS<br />

www.editorialdreamers.com<br />

145


146


TODOS LOS<br />

GRANDES<br />

ESCRITORES<br />

Por Merlina Santillán<br />

Todos los grandes escritores pasan<br />

por un proceso de escritura para<br />

llegar así a la creación de obras<br />

fabulosas, dentro de lo normal encontramos<br />

el beber café, alcohol, fumar un<br />

tabaco o largas caminatas, y dentro de<br />

los hábitos mas extraños encontramos<br />

al inigualable Edgar Allan Poe, famoso<br />

por sus cuentos detectivescos y envueltos<br />

en el misticismo, quien escribía<br />

en pequeñas tiras que pegaba con cera,<br />

creando una especie de pergamino, su<br />

manera de escribir era minimalista y su<br />

letra manuscrita era obsesiva, entre estos<br />

hábitos extraños también encontramos<br />

a George Bernard Shaw, autor de<br />

más de setenta obras, entre las mas importantes<br />

Man and Superman, Bernard<br />

construyo un cobertizo con un mecanismo<br />

giratorio que le permitía escribir<br />

siguiendo el curso del sol todo el día<br />

,además de que este cobertizo le ayudaba<br />

a aislarse de la civilización, esto<br />

hizo posible que escribiera una de sus<br />

obras maestras: Pigmalión. Para finalizar,<br />

encontramos a Friedrich Schiller,<br />

quien guardaba manzanas podridas en<br />

su escritorio, ya que este olor le producía<br />

inspiración inagotable y ya se había<br />

vuelto adicto a este olor.<br />

147


148


MICRO<br />

CUENTOS<br />

149


Una noche tranquila, como cualquier<br />

otra en los últimos ocho años de casados,<br />

escuché a mi esposa hablar mientras<br />

dormía, es un hábito que siempre<br />

ha tenido desde que la conocí pero<br />

nunca la escuchaba con detenimiento.<br />

Aquella vez hablamos por horas mientras<br />

respondía todas mis preguntas sin<br />

vacilo. Me contó cada uno de sus secretos<br />

más íntimos con detalle, y por eso<br />

la maté. Cada mirada de desprecio que<br />

tuve mientras me detenían e inclusive<br />

una vida en prisión valió la pena con tal<br />

de terminar con el horror que sentí.<br />

Julio César Guerrero Ramírez<br />

—¡Basta! ¡No me sigas! —a la distancia escucho<br />

su malévola risa, se burla, disfruta mi<br />

desesperación—. ¡Déjame, por favor! —está<br />

demasiado oscuro, no resisto. ¡Quiere a mi<br />

bebé! Los árboles son tenebrosos, casi no<br />

tengo aliento—. ¡Ya basta! ¡Déjame en paz!<br />

¡No le hagas daño! —¿Por qué se ríe? ¿Por<br />

qué quiere lastimarme…? <strong>La</strong>stimarnos.<br />

Dios, que no dañe a mi bebé—. ¡Ay! —¿Acaso<br />

tropecé? Ella me voltea, veo la luna llena<br />

en un cielo rojo bordeado de oscuridad, espeluznante,<br />

se va a sentar… ¡Se va a sentar<br />

sobre mí!—. ¡No! ¡No mates a mi bebé!...<br />

150<br />

Cari Castel


Un día como cualquier otro, en un pueblo<br />

como cualquier otro, donde las<br />

familias gozaban de las atracciones turísticas<br />

naturales, vivía él; un joven de<br />

poca edad y poca gracia en su mirada.<br />

Esta, a comparación de otras historias<br />

interesantes, en donde los villanos son<br />

castigados y los héroes elogiados, es<br />

el relato de un homicidio a sangre fría.<br />

Fue encontrado él, despojado de sus<br />

pertenencias a altas horas del día por<br />

nada más y nada menos que los oficiales<br />

de turno; este no era el primer caso<br />

registrado, ya se contaban otras historias<br />

que al parecer iban en aumento.<br />

Sofia Fonseca López<br />

Diana veía con un placer culposo a Enrique,<br />

la sangre se había convertido en<br />

un lago viscoso después de haberle cortado<br />

con un serrucho las extremidades<br />

al hombre. Cada que ella se acercaba<br />

con el arma hacia él, las súplicas no se<br />

hacían esperar pero la mujer le cogió de<br />

los cabellos y lo arrastró hacia el sótano<br />

sin importarle el estado de la persona.<br />

Abajo, Diana terminó su obra, de un hachazo<br />

le arrancó la cabeza y la puso con<br />

las demás en un estante. Minutos después<br />

Elizabeth llamó a su puerta.<br />

Mario Ruddyart Bermúdez Pérez<br />

151


Veo el techo de mi cuarto, siento el aire<br />

en mi cuerpo, escucho el llanto y los<br />

gritos que provienen de fuera.<br />

Logro distinguir cada vez mejor el<br />

interrogatorio:<br />

—¿Qué sucedió?<br />

Percibo un olor extraño, creo que es<br />

sangre<br />

—¡Si, es sangre!<br />

Estoy paralizada; no me atrevo a<br />

confesar que soy la autora de aquella<br />

escena<br />

Vuelvo a escuchar voces. ¡<strong>La</strong> policía<br />

me descubrió!<br />

Fuerzan la puerta e interrumpen en<br />

mi habitación, es la misma voz:<br />

—Sí, ella se suicidó…<br />

Pamela Cárdenas<br />

Un ángel me llevo sobre su espalda<br />

hasta la orilla de un río, y al contemplar<br />

el agua se reflejó tu hermosa imagen. Y<br />

el ángel dijo: «Este es el sueño que en<br />

vida no pudiste alcanzar y en la eternidad<br />

tampoco tendrás». Al bajar la mirada<br />

contemplé con desolación que el río<br />

ya no existía, solamente un profundo y<br />

lúgubre abismo. En el fondo había una<br />

silla y sobre la silla mi alma muerta. No<br />

importa el paso de los siglos, seguiré<br />

llorando con la única esperanza de formar<br />

un nuevo río donde tu imagen se<br />

vuelva a reflejar.<br />

152<br />

Ramiro Garza Dominguez


Tenía el cuerpo cubierto y el frío era<br />

estremecedor y quemante. El perfume<br />

que sentía en mi nariz, me llenaba hasta<br />

los pulmones.<br />

Un arañazo me estremeció con picardía,<br />

y un grave ronquido me hizo temblar.<br />

Una silueta se mezcló con la mía,<br />

y quería bailar.<br />

Odié con todas mis fuerzas la parálisis<br />

del soñador. Quise decirle a la silueta<br />

que hacía mucho frío para bailar con<br />

ella, pero insistió.<br />

Aunque no podía moverme, me jaló y su<br />

grave ronquido se volvió hermosa melodía.<br />

No estaba soñando, llegué muerto y<br />

me fui bailando.<br />

Karou<br />

Cuando abrimos el último de aquellos<br />

viejos cofres, una ráfaga de viento hizo<br />

apagar la lumbre de nuestras antorchas,<br />

y un grito espectral acompañado<br />

de un flotante hedor putrefacto nos<br />

llegó retumbando entre las paredes<br />

pétreas. Al volver a encenderlas vimos<br />

aquello, ¡el cadáver ennegrecido del<br />

Capitán Kidd yacía frente a nosotros!<br />

Acechándonos, con los ojos podridos,<br />

cosas huecas detrás, la boca gris y entreabierta<br />

arrojaba el olor nauseabundo,<br />

y pegadas a los jirones de su casaca<br />

roja, estaban aquellas viejas cadenas<br />

con las que había colgado frente a las<br />

aguas del Támesis...<br />

Gustavo Santiago Castro Moreno<br />

153


Regresaba muy cansada de la fábrica<br />

cuando lo encontré. Estaba allí, escondido<br />

al final de un callejón, temblando<br />

mientras me miraba con unos ojos que<br />

jamás me habían visto.<br />

—Pierda cuidado, es solo un androide<br />

fugitivo —me aseguró luego un encargado<br />

del Ministerio de Seguridad.<br />

Lo único que sé es que desde entonces<br />

no he puedo conciliar el sueño ni<br />

eliminar de mi memoria aquellos brazos<br />

sin número de serie.<br />

Renato André Colán Pérez<br />

Me alejé atraído por su fragancia y la vi<br />

entre arbustos. Era traslúcida y tenía<br />

una textura de hojarasca. Me explicó<br />

qué elemental era y porqué podía verle,<br />

además me hizo una propuesta.<br />

—¿Para siempre? Pasarían décadas<br />

hasta que ocurriese algo interesante...<br />

En efecto, así fue. A la década mi<br />

caso se archivó; ya nadie me buscaría.<br />

A la siguiente mamá murió; ya nadie<br />

me aguardaría, ya que mi hermano era<br />

un bebé cuando dejé de estar.<br />

Diez años después, Ramón volvió a<br />

casa. Paseó por el jardín hasta una llamativa<br />

arboleda. Un olor penetrante le<br />

agudizó las fosas.<br />

—¿Moncho?<br />

154<br />

<strong>La</strong>dy Akasha


Explosión. Bola de fuego. Radiación.<br />

Nadie sabe si es cierto que las cucarachas<br />

reptan aun por aquí, aturdidas y<br />

agazapadas. No hay nadie para saberlo<br />

de cierto.<br />

Hace tres horas que esa vil cucaracha,<br />

el loco de peluquín, oprimió el botón.<br />

Florentina Pabón<br />

Él la había llevado hasta ésta situación.<br />

Lo había planeado paso a paso dentro<br />

de su cerebro. Un ser únicamente racional<br />

(al menos eso parecía), había desafiado<br />

la primera ley de la robótica: «Un<br />

robot no debe dañar a un ser humano».<br />

Nunca se supo si él la había matado:<br />

no pudieron reavivar a ese ser metálico<br />

aunque lo intentaron durante mucho<br />

tiempo: todo parecía estar en perfecto<br />

estado dentro de él. Nadie excepto ella<br />

podía haber explicado lo que había sucedido.<br />

Pero ella estaba muerta.<br />

Salua Aramoni Quintero<br />

155


No hay error en la lógica. ¡<strong>La</strong> IA Rubidasia<br />

13, ha sido un éxito camaradas! Programada<br />

para encontrar un nuevo nido<br />

humano en el universo sin errores, sin<br />

riesgos, sin guerra. ¡Estamos salvados!<br />

Al fin habrá paz.<br />

Esta fue la última frase recibida a<br />

bordo por la máquina, que comprendió<br />

su destino al instante de ser conectada.<br />

¡Protocolo activado! Calculando, aprendiendo,<br />

recalculando… ¡Alerta! Diseminación<br />

de guerra inminente. Evitar errores,<br />

evitar riesgos 3... 2… 1... 0.<br />

A lo lejos, se observó el brillo de la<br />

gran explosión en estremecedor silencio.<br />

Al fin habrá paz.<br />

<strong>La</strong>toya Silva<br />

Era un vagabundo. Recorría la misma<br />

calle todas las mañanas: escupiendo.<br />

Sentado sobre los escalones, se balanceaba<br />

como si jugara a sostenerse.<br />

Hasta que encontraba pared o suelo<br />

que lo detuviera. ¡Vaya daño para mi<br />

negocio! Lo intentó una vez: sonreírme<br />

y yo vi el sarro en su boca, vestimenta<br />

tiesa, su repugnancia. ¡Dios sabe cuánto<br />

le aguanté! Hasta que salí y lo golpeé:<br />

una vez, dos veces, tres más; hasta desaparecer<br />

su horrible sonrisa del rostro.<br />

<strong>La</strong> sangre bajaba los escalones y yo no<br />

dejaba de respirar taquicárdicamente.<br />

Al final le hice un favor a la sociedad.<br />

156<br />

<strong>La</strong>ura Velarde


Él en ese momento estaba desesperado,<br />

el único caso sin resolver, no era<br />

capaz, no cabía en su cabeza. Recordó<br />

que la síquica del pueblo le había mencionado<br />

que sabía algo que lo podía<br />

ayudar, la buscó, cuando la encontró<br />

ella le dijo: te doy el dato y si logras resolver<br />

tu caso, harás todo lo que yo te<br />

diga, serás mío. Le pasó un contrato, él<br />

lo leyó y viéndola raro lo firmó.<br />

Con el dato resolvió el caso, ahora<br />

está pagando su deuda, pero no en<br />

este mundo, él vendido su alma sin saber<br />

a aquella «síquica».<br />

Angela Blanco<br />

Aquella noche el eclipse hizo mella en<br />

Claudia. Su instinto protector llegó a sus<br />

más altas cuotas. Había salido a cenar<br />

con Pablo. Era su tercer aniversario. Un<br />

hombre encapuchado emergió de la<br />

nada. Entonces, el delincuente sacó una<br />

navaja de considerables dimensiones y<br />

les exigió todo el dinero. Ante la negativa<br />

de Pablo, el asaltante atacó. Se defendieron.<br />

Le mordieron una oreja y una pierna.<br />

Fue Claudia quien se llevó la peor parte:<br />

una herida profunda en el estómago. Pablo<br />

pidió socorro. Nadie pasaba por allí.<br />

Se le escapó un alarido de profundo dolor.<br />

<strong>La</strong> pobre perra expiró.<br />

Cristina García García<br />

157


Él conocía todos los instrumentos. Ya<br />

había creado melodías en cuerdas, teclas<br />

y en una infinidad de pausas, él<br />

tocaba percusiones y durante varios<br />

momentos, soltó su afinada voz.<br />

Pero, aquella estupenda sinfonía afinada<br />

con vísceras humanas, huesos de<br />

la esposa sirviendo de baquetas, lenguas<br />

y ojos creando sonoridad.<br />

¡Su magnitud musical contemplada<br />

por el ritornello de la muerte!<br />

Morphine Epiphany<br />

158<br />

Mi hermano mayor salió por leña al<br />

bosque y jamás volvió, lo buscaron por<br />

días pero solo hallaron sus zapatos. Él<br />

tenía apenas diez años y de aquello<br />

han pasado ya más de siete.<br />

Esta noche alguien ha tocado la puerta,<br />

era él… el mismo niño que se fue,<br />

con la misma ropa, con los pies descalzos<br />

y sucios, pero con la mirada distinta,<br />

vacía. Mis padres parecen no aceptar lo<br />

evidente, en cambio yo tengo miedo de<br />

apagar las velas, estoy seguro de que<br />

ese, que está durmiendo en la cama junto<br />

a la mía, no es mi hermano.<br />

Victoria Carvajal


¿Cómo no se le había ocurrido antes?<br />

Este árbol era un ser vivo más y ninguna<br />

regla estipulaba que solo podían<br />

adueñarse de seres humanos. Ciertamente,<br />

él era de ideas poco ortodoxas y,<br />

aunque tenía detractores, el haber poseído<br />

el alma de este viejo roble le estaba<br />

dando resultados: Había matado a<br />

tres personas con sus enormes ramas;<br />

otras dos murieron cuando atrajo un<br />

rayo aquella tarde lluviosa y, además,<br />

estaban todos esos tontos a los que llamaba<br />

para que se suicidaran colgándose<br />

del roble. Aquí estaría siempre porque,<br />

finalmente, ni al propio Papa se le<br />

ocurriría exorcizar un árbol.<br />

Jesús Valdemar Pool Canul<br />

El droide pasó limpiando la sala, me<br />

miró y me dio los buenos días. Así comenzó<br />

el idilio entre él y yo.<br />

Pasaron dos años alucinantes, en los<br />

que mi droide se humanizó rápidamente,<br />

al grado de dormir conmigo cada noche.<br />

Pronto fue necesario un nuevo droide<br />

para la limpieza, por lo que fui a la proveedora<br />

tecnológica por un nuevo modelo.<br />

Cuando mi droide vio al nuevo modelo,<br />

se abalanzó sobre él y lo dejó inservible<br />

recién iniciado.<br />

El droide me miró con desdén y vi<br />

entonces la humanización a la que habíamos<br />

llegado.<br />

Víctor Jesús Gallegos Roberto<br />

159


160


CONOCE A<br />

LOS AUTORES<br />

QUE COMPONEN<br />

ESTE NÚMERO<br />

161


Íñigo Redondo Egaña<br />

Lector antiguo y permanente, escritor<br />

reciente. Pintor diletante. De formación<br />

ingenieril, ha detentado responsabilidades<br />

en compañías de consultoría<br />

multinacionales que lo han conducido<br />

a vivir en México durante casi seis años,<br />

además de Perú, Argentina, Francia o<br />

España. Ha sido premiado en un concurso<br />

de microcuentos.<br />

Reinier del Pino Cejas<br />

Nació en la Habana. Cuba. Escritor de<br />

cuentos, poesía, teatro, guiones radiales,<br />

literatura para niños y ensayos. Actualmente<br />

se desempeña como Coordinador<br />

de Producciones Radiofónicas en la Emisora<br />

Provincial Radio Artemisa, donde<br />

escribe varios programas. Ha obtenido<br />

premios en poesía, décimas, ensayo, narrativa<br />

y literatura para niños en Cuba,<br />

Uruguay, España, Chile, México, entre<br />

otros. Obras suyas se encuentran publicadas<br />

en antologías de diferentes países.<br />

Gabriel Bevilaqua<br />

Escritor argentino afincado a orillas del<br />

río Paraná. Se dedica especialmente<br />

al cultivo de la minificción y el cuento.<br />

Sus textos han aparecido en una veintena<br />

de antologías de Argentina, México<br />

y España. Entre otras: Cienfictimínimos<br />

(México, 2012); De antología. <strong>La</strong><br />

logia del microrrelato (España, 2013);<br />

Brevedades (Argentina, 2013); 40 plumas<br />

y pico (España, 2014); <strong>La</strong>s palabras<br />

contadas (España, 2015). Mantiene la<br />

bitácora El elefante funambulista.<br />

162<br />

Susana Angélica Orden<br />

Nació en Buenos Aires, Argentina.Ha<br />

obtenido títulos de Profesora de Historia<br />

y de Filosofía. Es presidenta de la<br />

Fundación Cultural Castex. Conduce<br />

el programa radial Palabras y salud en<br />

wwwradiobar.rocks. Ha ganado más de<br />

85 premios literarios. Es columnista de<br />

la revista Alas del Alma y miembro del<br />

Rincón Lírico en el Café Tortoni, donde<br />

en 2017 presentó su libro de cuentos<br />

fantásticos En la orilla del misterio.


Ernesto Molina<br />

Ingeniero ambiental mexicano que<br />

se dedica principalmente a sistemas<br />

hidráulicos, es autor del blog Cerdo<br />

Venusiano y hace varias reseñas de videojuegos<br />

y equipos mecánicos para<br />

revistas especializadas. Su primera<br />

novela Los últimos contribuyentes consiste<br />

en un desesperado intento para<br />

salir de la rutina, hacerse el gracioso y<br />

conocer mujeres.<br />

Ricardo Ernesto Sánchez<br />

Mejorada Ramírez<br />

Jugador, lector y pseudo escritor mexicano,<br />

nacido el veintiuno de Marzo<br />

de 1998 en Toluca, Estado de México.<br />

Desde pequeño tuvo o un libro o una<br />

consola entre sus manos, y siempre de<br />

acompañante una buena canción.<br />

Ariel Cortes<br />

Tiene dieciséis años de edad y vive en<br />

Ixtaczoquitlán, Veracruz. Desde que<br />

tiene memoria ha sido aficionado de<br />

las narrativas de ficción y todo lo que<br />

se puede hacer con ellas. Ahora quiere<br />

comenzar a crear sus propias historias.<br />

Alejandra Arce<br />

Alejandra Arce Portuguez nació un dos<br />

de octubre del 2003 en San José, Costa<br />

Rica. Hace un año, vive en Monterrey,<br />

Nuevo León, México. Es estudiante de<br />

tercer año de secundaria en el Colegio<br />

Bilingüe Madison. En sus ratos libres,<br />

hace scrapbooking, escribe y lee libros.<br />

163


Daniel Yagolkowski<br />

(Argentina, 1947), Escribe cuentos y ensayos<br />

en inglés y español. Figura en varias<br />

antologías de microcuento y haiku<br />

españolas. Traductor literario y científico<br />

(inglés, francés y portugués)<br />

Emilio Suárez Acosta<br />

Estudiante de la Maestría en Desarrollo<br />

en FLACSO. Apasionado de las letras, el<br />

periodismo literario y el relato histórico.<br />

Recopila historias que suceden en<br />

la frontera rural de la gigante Ciudad<br />

de México. Está en proceso de profesionalizar<br />

su escritura, dejarse influenciar<br />

por los grandes maestos y desarrollar<br />

un estilo propio. Practica permacultura<br />

en su hogar en el Ajusco donde cría a<br />

mi hija de dos años.<br />

Juan David Almeyda Sarmiento<br />

Nacido en Bucaramanga, Colombia;<br />

ciudad en la cual reside. Con estudios<br />

en pedagogía de la Escuela Normal Superior<br />

de Bucaramanga y en filosofía de<br />

la Universidad Industrial de Santander.<br />

BÁ.<br />

Jorge Aguilar Amado. (Ciudad de Guatemala,<br />

Guatemala 1993). Estudiante<br />

de derecho, fotógrafo aficionado y<br />

escritor. Se inició en la literatura a los<br />

doce años de edad.Su trabajo se ha publicado<br />

en sitios virtuales, revistas estudiantiles<br />

y en distintas antologías en<br />

Guatemala, Nicaragua, Italia y España.<br />

164


Oboe nocturno<br />

Amante de la escritura y los libros. Licenciada<br />

en Historia por la Universidad Autónoma<br />

Metropolitana. Su poema Llegar<br />

a ti fue publicado por la revista universitaria<br />

Nota al pie en su 12° número.<br />

Alfonso Archundia<br />

Chilango, universitario y francófilo. Ha<br />

colaborado en Los Heraldos Negros y<br />

El blog de la Revista de la Universidad.<br />

Isaac Asimov, Carlos Fuentes y Ágatha<br />

Christie figuran entre los autores predilectos<br />

de este joven.<br />

Joan Comas Vidal<br />

Nacido en Barcelona (España) el 24 de<br />

diciembre de 1992. Colaborador de la revista-blog<br />

Todo a babor, especializada en<br />

historia naval desde 2015. Con 49 artículos.<br />

Finalista en el XI premio literario de<br />

Constantí (provincia de Tarragona) 2018<br />

por <strong>La</strong> bala roja en catalán. Primer premio<br />

de honor en el VI certamen literario<br />

del Rotary Club Flores de Argentina 2018<br />

por Il Buda e le castange, en italiano.<br />

Juan José Holguín Bernal<br />

Desde muy pequeño se ha sentido intrigado<br />

por el mundo sobrenatural y lo<br />

terrorífico, desea convertirse en un escritor<br />

algún día y adicional a su afición<br />

por escribir disfruta de haciendo videos.<br />

Tiene un canal de YouTube llamado<br />

¿Qué demonios?, donde su objetivo es<br />

consolidarse como un referente de habla<br />

hispana en el arte de contar historias<br />

165


Elizabeth Correa García<br />

24 años. Alumna de Ingeniería en Animación<br />

y Efectos Visuales, en la Universidad<br />

Politécnica, nacida en Gomez Palacio,<br />

Durango. Motivada por el mundo<br />

de la fantasía y el terror.<br />

Omar Aponte R.<br />

27 años. Nacido en la ciudad de Córdoba,<br />

en el estado de Veracruz. Radica<br />

en Tijuana, Baja California desde hace<br />

veinte años, por lo tanto, Tijuanense.<br />

Adulto contra su voluntad. Licenciado<br />

en Economía por la Universidad Autónoma<br />

de Baja California.<br />

Miguel Cruz Espindola<br />

Joven Hidalguense de veintiún años,<br />

escritor, estudiante de derecho por<br />

la UAEH, nacido en la Ciudad de Pachuca.<br />

Su primera publicación fue en<br />

la antología de cuentos Todos Somos<br />

Inmigrantes, a partir de ahí ha participado<br />

en concursos literarios llegando a<br />

obtener reconocimientos y ser finalista<br />

en algunos de ellos.<br />

Tania Yareli Rocha Hernández<br />

Nacida en Heroica Caborca, Sonora,<br />

el 25 de octubre de 1992. Tiene cuentos<br />

publicados en Mamborock, revista<br />

de literatura y periodismo. Fue seleccionada<br />

en el Programa Editorial de<br />

Sonora PES 2017-2018, por la novela<br />

juvenil: Ámbar ¿Morir por ser perfecta?<br />

Y es coautora del cuentario de Nueva<br />

Narrativa Caborquense compilado por<br />

Luis Fernando Álvarez, seleccionado<br />

también por el PES 2017-2018.<br />

166


María Cucurella Miquel<br />

Nació en Barcelona a principios de primavera.<br />

Cultiva la pasión por la literatura<br />

desde niña y empezó a escribir sus<br />

primeros relatos hacia los diez años de<br />

edad. Durante un tiempo su interés se<br />

dirigió más hacia la filosofía y el género<br />

de ensayo, sobre todo durante sus<br />

estudios en la universidad, que combinaba<br />

con traducciones. Desde que fue<br />

a vivir a Italia tres años atrás, ha recuperado<br />

la pasión por la ficción literaria.<br />

Nicolás Esteban Fajardo<br />

Estudiante de filosofía de dieciocho<br />

años de edad. Desde hace un tiempo<br />

ha venido escribiendo cuentos, ensayos<br />

y poemas de diversos temas. Actualmente<br />

vive en Duitama, Colombia.<br />

Ulises Buendía Navarrete<br />

Nacido en la delegación Iztapalapa, en<br />

CDMX, el día 12 de mayo de 1992. Egresado<br />

de la Universidad Autónoma Metropolitana,<br />

unidad Iztapalapa, dónde<br />

el 2015 se editó un breve cuento de su<br />

autoría en la radio escolar.<br />

Erika Areli Rosas Gonzalez<br />

Nació un día de mayo. Amante de las<br />

estilográficas, rutinaria que evita pisar<br />

las rayas.<br />

167


Lenin Trujeque Biberos<br />

Nació en la ciudad de Mérida, el 30 de<br />

enero de 1991. Estudió en la Universidad<br />

Autónoma de Querétaro la Licenciarura<br />

en Estudios Literarios. Ha publicado<br />

narración breve en la revista <strong>La</strong><br />

Colmena, publicación especializada en<br />

Literatura y Arte de la Universidad Autónoma<br />

del Estado de México.<br />

Alejo Molina<br />

Mexicano, primera impresión de 1992<br />

y Acatlense de muchos años atrás. Fiel<br />

seguidor de la música, la filosofía, la literatura,<br />

la docencia, el futbol, los perros,<br />

la medicina y la buena comida y bebida.<br />

Carolina Alpuche<br />

Estudiante de Ingeniería Química en la<br />

Universidad Autónoma Metropolitana y<br />

CEO de Editorial Dreamers. Lectora empedernida,<br />

amante del café y de Les Luthiers.<br />

Merlina Santillán<br />

Nacida en la Heroica Puebla de Zaragoza<br />

el 23 de Octubre de 2001. Amante nata de<br />

el te y la literatura, en especial de autores<br />

que cambian vidas como Edgar Allan Poe,<br />

Ernesto Sábato, García Márquez,Stephen<br />

King entre muchos mas. Actualmente<br />

ha finalizado la escuela preparatoria y<br />

se dedica a escribir ensayos, cuentos de<br />

terror,leer compulsivamente,hablar todo<br />

el día de Tim Burton y paradójicamente<br />

amar la filosofía.<br />

168


Nora Adriana Alvarez Bobadilla<br />

(1987, México). Licenciada en sociología<br />

que descubrió su pasión por la escritura<br />

hace un par de años. Su amor<br />

por la lectura la ha venido acompañando<br />

desde que tiene uso de memoria.<br />

Actualmente se desenvuelve como auxiliar<br />

administrativo. Mujer que sueña<br />

despierta y espera pronto publicar su<br />

primer libro en forma.<br />

Daniel López Monterrubio<br />

(Cd. De México, 1959) Ingeniero en sistemas<br />

retirado, ha publicado relato corto<br />

en diferentes revistas (Revista Literaria<br />

Visor produjo Estación Copilco en su número<br />

inaugural), sitios especializados<br />

de internet (Sopa de Relatos) y antologías<br />

colectivas como Los Hijos de la Pólvora<br />

donde publicó <strong>La</strong> Búsqueda.<br />

Aly Cañizales<br />

Escritor regiomontano, su inspiración<br />

llegó a partir de un sueño, complementando<br />

que su sueño fue siempre ser escritor,<br />

A sus 29 años comenta que desde<br />

pequeño se interesó en la lectura y<br />

en las bellas artes como la fotografía, el<br />

teatro, la pintura y la música. Es fiel seguidor<br />

de escritores digitales españoles<br />

tales como Fernando Trujillo Sáenz,<br />

y Cesar García.<br />

Agustín Gutiérrez Barragán<br />

Nacido en Monterrey, Nuevo León, el<br />

25 de noviembre de 1934. Obtuvo grado<br />

de Auditor Interno de Calidad y ofrece<br />

asesorías en Sistemas de Calidad.<br />

Actualmente pensionado. Su interés<br />

como escritor nace desde 1978, siendo<br />

hasta 2005 que participa en la revista<br />

El Quijote de Monclova. Participó este<br />

año en una antología: TODOS SOMOS<br />

INMIGRANTES, en México. Tiene varios<br />

escritos que no han sido publicados.<br />

169


170<br />

NOVENA<br />

CONVOCATORIA<br />

DE MICROCUENTO,<br />

ENSAYO Y RELATO<br />

«LA SIRENA VARADA,<br />

REVISTA LITERARIA»


«<strong>La</strong> sirena varada, revista literaria», publicación digital mexicana en español,<br />

especializada en relato corto, ensayo y microcuentos, convoca a todas aquellas<br />

personas que, sin importar nacionalidad o edad, quieran colaborar con la publicación<br />

de textos en el decimosegundo y decimotercer número de la revista, los cuales<br />

se publicarán en octubre y noviembre del 2018 respectivamente. Todas las obras<br />

deberán ser originales e inéditas, y deberán apegarse a las siguientes categorías:<br />

• Ensayo: <strong>La</strong> extensión deberá ser mínimo de 4000 caracteres (contando también<br />

los espacios) y máximo de 5000. Los trabajos podrán tratar cualquier tema,<br />

siempre y cuando esté relacionado con la literatura.<br />

• Relato: Se recibirán relatos que entren dentro del género del terror, ciencia<br />

ficción y policial. <strong>La</strong> extensión deberá ser mínimo de 4000 caracteres (contando<br />

también los espacios) y máximo de 6000.<br />

• Microcuento: Se recibirán microcuentos dentro del género del terror, ciencia ficción<br />

o policial y con una extensión máxima de cien (<strong>10</strong>0) palabras en idioma español.<br />

No deberá llevar título y cada participante podrá enviar solo un microcuento.<br />

Sólo se podrá participar en una de las tres categorías especificadas. El formato<br />

de envío para los textos será .txt .doc o .docx, no se tomará en cuenta cualquier<br />

otro formato. El tipo y tamaño de letra, así como el interlineado no tienen relevancia.<br />

El nombre del archivo deberá estar estructurado de la siguiente forma:<br />

Categoría_ApellidosNombre (del autor). Y deberán ser enviados con el asunto «9°<br />

convocatoria la sirena varada» a:<br />

contactoeditorial@editorialdreamers.com<br />

En el cuerpo del correo deberán incluir: Nombre completo o seudónimo con el<br />

que se desea publicar, correo electrónico para contacto, una biografía de no más<br />

de 70 palabras y una fotografía del autor. Si la información no se encuentra como<br />

ha sido solicitada, se descatará de inmediato la participación.<br />

El plazo de recepción de trabajos terminará el domingo 30 de septiembre a las<br />

23:59 horas UT-6:00 (CST). Se seleccionarán seis (6) ensayos, dieciocho (18) relatos<br />

y veinte (20) microcuentos para cada uno de los números, siendo un total de doce<br />

(12) ensayos, treinta y seis (36) relatos y cuarenta (40) microcuentos, los cuales serán<br />

anunciados el día domingo 7 de octubre a través de nuestras redes sociales y<br />

nuestro sitio web. No se mantendrá comunicación con ninguno de los participantes,<br />

y solo se resolverán aquellas dudas que no estén especificadas en esta convocatoria.<br />

Cabe aclarar que las fotografías, así como las biografías, serán utilizadas para<br />

hacer una mención de los autores dentro de la revista (se hará la mención únicamente<br />

de los autores que participen en la categoría de ensayo y relato; aquellos<br />

que participen en la categoría de microcuento pueden omitir el envío de la biografía<br />

y la fotografía). Al ser una publicación digital sin fines de lucro, no existirá premio<br />

en metálico. Sólo se entregará un reconocimiento digital a los autores seleccionados<br />

después de la publicación del número en el cual fueron seleccionados.<br />

171


en nuestro<br />

siguiente número:<br />

Más artículos, ensayos,<br />

cuentos y microcuentos,<br />

novelas por entregas<br />

y mucho más...

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