19.07.2018 Views

De profundis - Oscar Wilde

«La tragedia de mi vida» es la forma en que Oscar Wilde define a la dolorosa pasión homosexual que lo unió a lord Alfred Douglas, a quien cariñosamente apodaba «Bosie» y que le costó, por denuncia de su padre, el oprobio, la cárcel, la ruina económica, la destrucción de su hogar, y el posterior destierro en el que encontraría la muerte. El libro es, en realidad, una larga carta a su amante, escrita a principios de 1897, en la cárcel de Reading y publicada en 1905, luego de su muerte. Llena de quejas y reproches por su egoísmo y su ingratitud, es, al mismo tiempo, la narración de la historia de esa trágica relación, contada con una precisión de detalles provistos por el largo tiempo de reflexión y confinamiento, más la larga memoria desde el dolor. Ese prolongado encierro le permitió también una revisión de sus propios conceptos morales y los de su época, en páginas memorables que podrían constituir de por sí un tratado de ética, por las profundas reflexiones sobre la moral cristiana, el evangelio y el ejemplo de la vida y muerte de Cristo. El hombre que se permitió todo en su lucha contra lo convencional, revisa la relación que le hizo perder todo, y de la que sin embargo no se arrepiente, como un héroe trágico, que seguirá cautivando por su entrega y su expiación, al margen de la perplejidad que provoca la indignidad del objeto de su amor, el lugar mismo de su destino trágico.

«La tragedia de mi vida» es la forma en que Oscar Wilde define a la dolorosa pasión homosexual que lo unió a lord Alfred Douglas, a quien cariñosamente apodaba «Bosie» y que le costó, por denuncia de su padre, el oprobio, la cárcel, la ruina económica, la destrucción de su hogar, y el posterior destierro en el que encontraría la muerte. El libro es, en realidad, una larga carta a su amante, escrita a principios de 1897, en la cárcel de Reading y publicada en 1905, luego de su muerte. Llena de quejas y reproches por su egoísmo y su ingratitud, es, al mismo tiempo, la narración de la historia de esa trágica relación, contada con una precisión de detalles provistos por el largo tiempo de reflexión y confinamiento, más la larga memoria desde el dolor. Ese prolongado encierro le permitió también una revisión de sus propios conceptos morales y los de su época, en páginas memorables que podrían constituir de por sí un tratado de ética, por las profundas reflexiones sobre la moral cristiana, el evangelio y el ejemplo de la vida y muerte de Cristo. El hombre que se permitió todo en su lucha contra lo convencional, revisa la relación que le hizo perder todo, y de la que sin embargo no se arrepiente, como un héroe trágico, que seguirá cautivando por su entrega y su expiación, al margen de la perplejidad que provoca la indignidad del objeto de su amor, el lugar mismo de su destino trágico.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

drama, la más objetiva forma que del arte se conoce, y lo troqué en un medio de<br />

expresión tan personal como un soneto o una poesía lírica, y ensanché al propio<br />

tiempo su campo de acción y lo enriquecí en su psicología. Novela, drama, prosa<br />

poética y poesía en verso, diálogo espiritual o fantástico, todo lo que yo toqué<br />

quedó revestido con una nueva belleza. Y hasta a la verdad le impuse el artificio<br />

y le concedí su carácter natural, y de ambos hice su imperio legitimo. Y<br />

demostré que la verdad y el artificio son, tan sólo, unos aspectos intelectuales.<br />

El arte, para mí, fue una realidad superior, y una forma de la ficción la<br />

vida, desperté de mi siglo la imaginación, haciendo que me envolviera en mitos<br />

y leyendas. En una sola frase resumí todos los sistemas filosóficos, y en un<br />

epigrama la existencia toda. Y muchas otras cosas tenía, además. Pero, me dejé<br />

arrastrar a períodos muy largos de un bienestar sensual y vacuo. Me divertí<br />

siendo un ocioso, un dandy, un arbiter elegantiarum. Me rodeé de caracteres<br />

menguados y de mezquinos espíritus. Mi propio genio derroché, y hallé una<br />

especial alegría en arruinar una juventud que habría tenido que ser eterna.<br />

Harto de pasearme por las cumbres, descendí desde los caminos de libertad a<br />

los abismos, y en ellos me precipité, explorador de nuevas sensaciones. Lo que<br />

era para mí la paradoja en el universo del pensamiento, la perversidad lo fue en<br />

el de la pasión. Y finalmente, se trocó el deseo en dolencia o en demencia, o en<br />

las dos cosas al mismo tiempo. <strong>De</strong>jé de preocuparme por la vida de los otros, y<br />

disfruté donde se me ocurrió, y seguí adelante.<br />

Eché en olvido que la más íntima de las diarias acciones conforma o<br />

aniquila el carácter, y que, por consiguiente, habremos algún día de gritar desde<br />

el tejado, lo practicado en el secreto de la alcoba. Perdí el propio dominio. Sin<br />

advertirlo, cesé de ser el piloto de mi alma. Me dejé, en cambio, dominar por el<br />

placer, y a esta tremenda vergüenza he venido a parar. Sólo me queda ahora una<br />

cosa: la perfecta humildad.<br />

Casi dos años hace ya que vivo en una mazmorra. Me sentí invadido, al<br />

principio, por una salvaje desesperación. Me causaba mi desgracia un dolor<br />

desgarrador, cuyo aspecto no inspiraba más que compasión; me sentía poseído<br />

de una espantosa e impotente rabia, cubierto de un desprecio e inundado de<br />

amargura; pesar del alma que lloraba en alto, miseria imposible de expresar,<br />

dolor que tenía que estar callado. Pasé por todas las formas posibles del<br />

padecimiento, y mejor que Wordsworth sabría yo expresar lo que pretendió<br />

expresar él en sus versos:<br />

Siempre es lúgubre y triste el sufrimiento,<br />

porque de lo infinito posee el carácter.<br />

Pero, tal como a ratos me hacía dichoso la idea de que mis padecimientos<br />

serían sin fin, no podía hacerme a la idea de que no tuviesen el menor<br />

significado. En mí mismo descubro ahora algo recóndito, que me dice que nada<br />

carece de sentido en el mundo, y menos todavía el sufrimiento. Y este algo, que<br />

me habla como me habla y se encuentra profundamente enterrado en mí, como<br />

un tesoro en un campo, es la humildad. Es lo mejor y lo último que resta en mí,<br />

el más alejado término que he podido alcanzar, el punto de partida de una<br />

evolución nueva. Por error ha brotado en mi interior, y me dice esto que ha<br />

llegado en el más preciso momento.<br />

Antes, no podía haber venido; ni después, tampoco. Si me hubiera hablado<br />

alguien de humildad, de mí lo habría apartado; si me la hubiera traído alguien,

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!