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Los conventos del siglo XVI que se encuentran en nuestro estado, algunos de ellos declarados patrimonio de
la humanidad por la UNESCO, fueron parte primordial en la evangelización de los pueblos nativos
Los primeros misioneros que arribaron a la región en 1525 acompañaban a Hernán Cortés y pertenecían a la
orden de San Francisco. Entre ellos destacaban los frailes Juan García de Cisneros, Martín de Silva, Andrés de
la Coruña y Motolinía.
Los franciscanos construyeron en Cuernavaca el quinto convento de su orden, e hicieron suya una extensa
zona que abarcaba desde Xochimilco hasta Cuernavaca. Entre los años 1527 y 1530 arribaron los agustinos,
quienes ocuparon principalmente el noreste. Finalmente, hacia 1534, los dominicos obtuvieron la jurisdicción
de lo que hoy corresponde a la parte central del estado.
El diseño de estas construcciones presenta diversas expresiones y estilos traídos de la península ibérica, al
mismo tiempo que se conserva la influencia indígena de manera encubierta, dando lugar a un mestizaje
arquitectónico.
Estas edificaciones presentan un esquema similar: son templos de una sola nave con gruesos muros, el
convento se orienta hacia el sur y la fachada principal hacia el poniente, cuentan con un atrio almenado al
frente y en la mayoría de los casos se ubicaron sobre un centro de culto indígena.
Cuentan además con capillas abiertas, también llamadas capillas de indios, zona al aire libre donde los fieles
acudían a los servicios religiosos. Las capillas abiertas de la Nueva España son una creación de la iglesia de
América, y constituyeron durante el siglo XVI un elemento indispensable de las tres ordenes evangelizadoras.
Bordeando la sierra
Lo que hoy conocemos como la Catedral de Cuernavaca, fue la primera edificación religiosa en nuestro
estado. La obra se inició con la construcción de la capilla abierta de San José, la más antigua y monumental de
todas las capillas abiertas; posteriormente se construyeron el convento y las iglesias de San Francisco y de la
Asunción por Fray Toribio de Benavente.
A 27 kilómetros de Cuernavaca, al fondo de un valle de frondosa vegetación enmarcado por el cerro del
Tepozteco, se encuentra el convento de la Natividad de Nuestra Señora, construido por la orden dominica
entre 1555 y 1564. Ubicado en el centro del pueblo de Tepoztlán, este edificio es un monumento del arte
sacro. Se dice que pocas veces hay una comunión tan bien lograda entre el entorno y la arquitectura como en
este lugar.
A pocos kilómetros de Tepoztlán se encuentra el convento de Santo Domingo, en el poblado de Oaxtepec,
segundo construcción de los dominicos en la Nueva España. Construido con los restos de la Gran Pirámide de
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