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Turismo<br />

internacional<br />

Mediterráneo<br />

Un mar familiar<br />

POR Horacio de Dios<br />

Desde los romanos que lo sentimos propio, es el “Mare<br />

Nostrum”, por más que hayamos nacido lejos de sus fronteras<br />

que abarcan las penínsulas de Iberia, Francia, Italia,<br />

los Balcanes o llegando a Anatolia en Turquía, con la ciudad<br />

homérica de Troya y La Ilíada.<br />

Son cuarenta y seis mil kilómetros de playas que cantan historias<br />

en varios idiomas y que se alimentan recíprocamente en el<br />

interminable flujo inmigratorio, por momentos muy dramático.<br />

Nuestro embajador Mario Corcuera Ibáñez, conocedor a<br />

fondo de la región y también de las raíces criollas, lo explicó<br />

en su estudio El Mediterráneo y nosotros. La identidad de los<br />

argentinos. Porque la mejor bitácora para recorrerlo como<br />

turista o viajero está en los libros y las películas, y también en<br />

las series de TV asociadas al paisaje de sus costas en medio de<br />

las tierras (mar medi-terraneum, en latín).<br />

Y, como en toda familia, hay encuentros y desencuentros, un<br />

claroscuro que atraviesa la historia y la gastronomía, que es su<br />

compañera de ruta. En especial con la perla de la corona del<br />

Mediterráneo: la región de Campania, su capital Nápoles y<br />

las ciento veintiún ciudades y municipios que multiplican su<br />

población en lo que llaman “crecimiento espontáneo”, dentro<br />

de un espacio de 1.171 km 2 , el equivalente a cinco veces la<br />

Capital Federal, o el doble de la provincia de Misiones.<br />

El oro de Nápoles<br />

Allí nació el humor del príncipe Totó y el teatro de Eduardo<br />

De Filippo; la nueva ola del cine, Paolo Sorrentino<br />

con La grande bellezza (ganadora del Oscar en 2013) y su<br />

notable protagonista, Toni Servillo, todos napolitanos.<br />

Es un complejo universo de casi seis millones de habitantes,<br />

apenas inferior en número a Milán y Roma, pero con características<br />

únicas en el sur entre el monte Vesubio y el golfo que<br />

se cierra en Sorrento.<br />

Los ingredientes de su encanto están en sus calles estrechas y<br />

desordenadas y en su gente. No solo en el Centro Histórico congestionado.<br />

La guía más útil en este caótico laberinto es caminar<br />

a capricho hasta perderse, lo que puede ser divertido a veces.<br />

En vía Toledo (o Roma) o en la fotogénica Plaza del Plebiscito.<br />

El transporte público desde la Stazione Centrale, y hacia<br />

todos lados, es un escenario de película italiana, Cinecittà<br />

al aire libre. Tiene una rica tradición de servicio, que la<br />

enorgullece a su manera. Nápoles fue la primera ciudad en<br />

tener trenes en 1839, y luego subtes en 1925, aunque varios<br />

proyectos del Metro están todavía inconclusos.<br />

El menú de posibilidades incluye ocho líneas de trolebuses y<br />

doscientas treinta y seis de ómnibus, más cuatro funiculares<br />

que hicieron famosa su “Funiculí, Funiculá” en la voz de<br />

Luciano Pavarotti.<br />

La lista de celebridades es inagotable, abreviando en pocos<br />

nombres, desde Virgilio, Giordano Bruno y Leopardi<br />

hasta Enrico Caruso y varios presidentes de Italia, sin olvidarnos<br />

de Diego Armando Maradona en los cuatro años<br />

que jugó en el Napoli (1986-90) y que los fanáticos recuerdan<br />

con melancolía día tras día.<br />

Pizza, Sofía y La Camorra<br />

Todos ellos, y muchos más, vivieron la ciudad en primera persona.<br />

Igual que Vittorio De Sica, que allí se crio y que fil-<br />

maría, en 1954, la obra imprescindible para comprenderla: El<br />

oro de Nápoles, seis cuadros escritos por Giuseppe Marotta,<br />

con el debut de Sofía Loren, que a sus 83 espléndidos<br />

años volvió a sus calles para la filmación de La voz humana,<br />

dirigida por su hijo.<br />

Por supuesto que es inevitable mencionar su plato universal,<br />

la pizza, y visitar alguna de sus diez mil pizzerías. Algunas de<br />

ellas tienen en su frente una imagen del payaso Polichinela,<br />

símbolo del carnaval. Eso implica que el producto tendrá una<br />

denominación de origen protegida (Associazione Verace Pizza<br />

Napoletana) que tiene sus reglas sobre la temperatura del<br />

horno de leña. Al margen de esas normas, muchos la inventan<br />

a su manera. Una de las más conocidas es la Margherita,<br />

que surgió en homenaje a Margarita Teresa de Saboya,<br />

quien en 1889 introdujo el tomate fresco rallado con mozzarella,<br />

albahaca y aceite de oliva, copiando los tres colores de<br />

la bandera italiana. Precisamente Sofía, en su primer papel,<br />

fue la “pizzaiola” junto a Paolo Stoppa.<br />

También es una constante hablar de la Camorra, la mafia de la<br />

región de Campania con sus grupos más fuertes en Nápoles y<br />

Caserta. Su influencia se ha extendido hasta Estados Unidos,<br />

relacionándose con Al Capone y otras vertientes en El<br />

Padrino (don Corleone) y pasando de la leyenda a las noticias<br />

policiales con sus compañeras criminales de la mafia china y<br />

japonesa. A punto tal que en Tokio miran con desconfianza<br />

los tatuajes porque los consideran propios de la Yacuza. Según<br />

la revista Fortune, la Camorra es el tercer grupo de crimen<br />

organizado más grande del mundo. El tema fue la base de la<br />

película Gomorra, ganadora del Gran Premio Cannes 2008, escrita<br />

a partir de cinco hechos reales investigados por Roberto<br />

Saviano y dirigida por Matteo Garrone.<br />

Mar en llamas en Lampedusa<br />

Nada es ajeno al cine en el Sur, en lo que fue la Magna Grecia.<br />

Desde la reconciliación de soldados italianos y griegos después<br />

de la Segunda Guerra (Mediterráneo ganó el Oscar en 1992).<br />

El gatopardo, obra maestra de Luchino Visconti, de 1963,<br />

sobre Fabrizio Salina y la transformación de la isla de Lampedusa<br />

por su proximidad con las costas africanas. Está más cerca<br />

de Túnez que de Sicilia, a solo cien kilómetros de mar.<br />

La isla de Lampedusa es el punto más meridional de Italia y<br />

desde 1990 se ha convertido en un lugar masivo de desembarco<br />

de inmigrantes ilegales. En poco más de veinte<br />

años, más de veinte mil personas se han ahogado durante la<br />

travesía. Un documental francés-italiano, dirigido por Gianfranco<br />

Rosi, se transformó en testigo de cargo de la lucha<br />

de los isleños para salvar del agua y de la muerte a los que se<br />

jugaban la vida en su odisea.<br />

Fuocoammare, odisea 2018<br />

Fuocoammare (Fuego en el mar) convirtió en estrella al médico<br />

Piero Bartolo, que participa en los rescates de hombres,<br />

mujeres y muchos niños. Una de sus imágenes, en la que está<br />

con un bebé recién nacido mientras su madre desaparece entre<br />

las olas, fue estremecedora. En 2016 la película fue nominada al<br />

Oscar, al César en Francia, al David di Donatello en Italia. Ganó<br />

el Oso de Oro como mejor película en el Festival de Berlín.<br />

“Un estudio de contrastes sereno y profundo (...) este no es solo<br />

un buen documental, sino una magnífica película”, dijo un crítico,<br />

“porque la obra comenzaba donde el periodismo no llega”.<br />

Una contracara que no cesa y eclipsa las canciones que<br />

recuerdan su luz y color, y los atardeceres rojos que pintó<br />

Serrat. Pero igualmente volveremos en nuestros sueños al<br />

Mediterráneo…<br />

“Porque por dondequiera que vaya<br />

y amontonado en tu arena<br />

guardo amor, juegos y penas”<br />

TESTIMONIO PERSONAL<br />

Horacio de Dios<br />

Serrat, desde 1971<br />

a la eternidad<br />

Basta nombrar el Mediterráneo para que el inconsciente colectivo<br />

comience a tararear con Joan Manuel:<br />

“Quizás porque mi niñez sigue jugando en tu playa<br />

y escondido tras las cañas duerme mi primer amor<br />

llevo tu luz y tu olor por dondequiera que vaya...”<br />

Lo grabó en 1971 (a sus 28 años), y su letra es un clásico millonario<br />

en ventas y recuerdos. Como lo eran sus visitas a Aníbal<br />

Troilo en las temporadas de verano. Lo había acompañado en su<br />

interpretación de “Sur” en Caño 14, cuando lo invitó al escenario<br />

anticipando el aplauso: “Subí, gaita, subí...”.<br />

En 1975, Joan saludó a Troilo y luego me contó, muy conmovido,<br />

que había sentido como una despedida del Gordo Triste. Ese fue<br />

el último verano de Aníbal. También estaba su mujer, Zita (Ida<br />

Dudui Kalacci), que había nacido en Grecia y se había enamorado<br />

del tango y de su marido al emigrar a Buenos Aires. Los enlaces<br />

del Mediterráneo.<br />

Serrat acaba de cumplir 74 años, y entre sus títulos clásicos se<br />

mantiene en el imaginario colectivo su confesión de 1971, cuando<br />

solo tenía 28:<br />

“Soy cantor, soy embustero, me gusta el juego y el vino<br />

tengo alma de marinero.<br />

Qué le voy a hacer, si yo nací en el Mediterráneo...”<br />

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