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hasta ese punto. Todo queda en suspenso, la idea de la infancia,<br />
la idea del orden social, de la civilización, de la barbarie.<br />
–¿El germen de la novela también tuvo que ver con estas<br />
lecturas? Además de lo literario, hubo un documental de<br />
unos directores polacos que se llama Los niños de la estación<br />
Leningradsky, sobre una comunidad infantil que vive en una<br />
estación de metro en Rusia. Ahí me gustó mucho ver cómo<br />
se comportaban estos niños y cómo hasta cierto punto esa<br />
comunidad funcionaba como una utopía anarquista totalmente<br />
horizontal, sin ningún tipo de jerarquía ni poderes.<br />
Me fascinaba ver de qué modo lo que supuestamente era el<br />
excremento de la sociedad, lejos de la distopía, era en cierto<br />
punto una utopía política.<br />
–Uno de sus libros anteriores, La risa caníbal (Fiordo),<br />
es un ensayo sobre el humor. En estos tiempos de hipercorrección<br />
política, ¿es cada vez más difícil hacer humor?<br />
Yo creo que el humor es una herramienta de agresión.<br />
Desde Terencio y Aristófanes hasta hoy, el humor es una<br />
prueba de resistencia de materiales idealistas, una especie de<br />
contraataque desde el materialismo hacia el idealismo; es fundamental<br />
para nuestra progresión cultural y nuestra conciencia<br />
social. En el libro hablo mucho de los momentos en los que<br />
el humor ha tenido un gran poder dialéctico. Determinar qué<br />
es risible y qué no, es una acción política. Hay veces que las<br />
sociedades progresan y de una manera natural desarticulan la<br />
comicidad de ciertas cosas. Es evidente que una sociedad que<br />
es cada vez menos machista no se va censurando a sí misma,<br />
sino que va encontrando que es menos risible reírse de las mujeres.<br />
Sin embargo, en la Argentina es muy interesante cómo<br />
el movimiento feminista ha utilizado el humor como estrategia<br />
de intervención política. Malena Pichot me parece un caso<br />
extraordinario en este aspecto. El humor pone de manifiesto<br />
lo desestructurado o lo débiles que son ciertas dialécticas,<br />
porque son risibles. El machismo en última instancia es risible,<br />
y ese feminismo que utiliza el humor como arma en el fondo<br />
está atacando al machismo desde el mismo lugar en el que el<br />
machista atacaba a la mujer.<br />
–Supongo que debe ser un gran lector del género. Si<br />
bien el idioma es el mismo, los códigos y las referencias<br />
culturales son distintos. ¿Cómo es su relación con el<br />
humor que se hace en nuestro país? El humor argentino<br />
es muy dialéctico; el español es más costumbrista y más negro.<br />
Nosotros bromeamos con mucha más facilidad sobre la muerte<br />
que los argentinos. El argentino es más fóbico para bromear<br />
con la muerte, pero el de ustedes es un humor mucho más<br />
político. Por otra parte, no hay nada tan sensible al cruce de<br />
una frontera como el humor, porque reímos colectivamente.<br />
Aunque uno esté solo en una habitación, se está riendo socialmente,<br />
con su nación, con su cultura, con su sexo y con sus<br />
ideas políticas. Cada vez que reímos, ríe una risa grupal.<br />
–Además de su trabajo como escritor, también se desempeña<br />
como traductor literario. Hace un tiempo lo entrevisté<br />
a Marcelo Cohen, y él me decía que en nuestro<br />
país el oficio de traductor no es justamente reconocido,<br />
¿cómo es la situación en España? En España creo que hay<br />
un poquito más de reconocimiento a la labor del traductor, y<br />
se manifiesta en dos cosas: está mejor pago y el traductor mantiene<br />
derechos. En Argentina, muchas veces, las traducciones<br />
pertenecen a las editoriales; en España, cuando haces una<br />
traducción, después de unos años de sesión, esa traducción es<br />
de tu propiedad. Entonces, puedes volver a venderla. Es muy<br />
absurdo que esto no sea así en Argentina.<br />
–El hecho de estar tanto tiempo en contacto con la palabra<br />
ajena, ¿es para usted contraproducente a la hora<br />
de hacer su propia literatura? Todo lo contrario. A veces,<br />
cuando traduces autores maravillosos, te dan muchas más<br />
ganas de escribir. En este libro hay referencias muy claras a<br />
autores que he traducido.<br />
–En una nota usted dijo que la mejor forma de leer a<br />
un autor es traduciéndolo, ¿no? Sin dudas es así. Es muy<br />
fascinante porque uno empieza a vivir los textos con la misma<br />
incertidumbre con la que fueron escritos por sus autores. En<br />
muchos casos recuerdo mejor los textos que he traducido que<br />
los que he escrito.<br />
–¿Se lee con mayor profundidad que cuando se hace una<br />
crítica? Se lee más profundamente y desde otro lugar. Sigo<br />
creyendo que la traducción es la manera más intensa de leer.<br />
–Le escuché decir que sería incapaz de escribir un<br />
texto de más de doscientas páginas, ¿cree que es cada<br />
vez más difícil encontrar lectores para grandes obras?<br />
Yo leo mucho y constantemente, y a pesar de leer tres libros<br />
a la semana, cada vez tolero menos que un libro tenga más<br />
páginas de las estrictamente necesarias. Supongo que ya<br />
debemos tener una especie de impaciencia genética. Por otra<br />
parte, hay cosas que les perdono a los clásicos que ya no les<br />
perdono a los escritores contemporáneos. Creo que exigir<br />
más atención de la necesaria es una comodidad del autor, que<br />
no ha trabajado su texto todo lo que debería.<br />
–Por último, me llamó mucho la atención su ausencia en<br />
las redes sociales, ¿por qué no quiere ser parte de ellas?<br />
Prefiero no estar porque soy una persona que se relaciona<br />
mal con las redes sociales, soy demasiado sensible al ruido<br />
negativo. Por este motivo no leo prácticamente nada de prensa<br />
cultural, a pesar de que yo también escribo reseñas. En el caso<br />
de los escritores, se activa una cosa muy fea que es el agravio<br />
comparativo. Además, creo que en el mundo de las redes<br />
sociales uno acaba reducido a su peor versión. De repente te<br />
encuentras mirando las fotos de veraneo de una tipa a la que<br />
detestas en el mundo real. Uno descubre allí comportamientos<br />
completamente adolescentes. Hay redes que lo que hacen es<br />
exacerbar tus defectos naturales, desatan lo peor que hay en ti.<br />
–Calculo que esa ausencia tiene que ver también con el<br />
uso que usted hace de su tiempo, ¿no? A mí me desgasta<br />
y prefiero invertir la energía en otro lugar.<br />
–Y el hecho de no leer las reseñas, ¿tiene algo que ver<br />
con el ego? No lo sé. La gente tiene que entender que un<br />
escritor es un tipo que se pasa el año prácticamente solo,<br />
dentro de una habitación, escribiendo un libro. Luego, cuando<br />
lo publica, se pone en un lugar de exposición relativamente<br />
amplio. Uno está casi desnudo y cualquier persona puede<br />
decir lo que se le cante sobre ti. Así, hay cosas que uno lleva<br />
bien y otras que no. Por supuesto, estoy a favor de que la<br />
gente diga de mí lo que se le ocurra, pero eso no significa que<br />
yo tenga que escucharlo<br />
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