REVISTA JUNIO 2018

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02.07.2018 Views

Mundo Plural La lógica economicista detrás de la industria armamentística Luego de la matanza en la escuela de Miami el pasado mes de Febrero, el presidente Trump sentenció la necesidad de defenderse de los ‘malos’. Sin embargo, la tenencia de armas como elemento desencadenante fue obviada. Como también en sus declaraciones para con el vecino México, a pesar de que de las 19 mil armas que cometieron asesinatos en el país azteca durante el año 2017, el 70% provinieron de los Estados Unidos. En este caso, la justificación de ambos gobiernos es la denominada ‘guerra contra las drogas’. O mejor dicho, el negocio que ello implica. Más aún, entremezclar las cuestiones domésticas e internacionales es una oportunidad para que Lobbies armamentísticos presionen al gobierno de los Estados Unidos y les ofrezcan equipos de vigilancia fronteriza, radares y sensores. Escuchando el clamor de la lógica de mercado, en adición a los de una ciudadanía crecientemente temerosa, los representantes del pueblo desatan su ethos político promoviendo la necesidad de protegerse de los inmigrantes; quienes no solo son ‘potenciales delincuentes’, sino también usurpadores de los tan preciados empleos. Como hemos observado en el caso precedente, detrás de la discursiva del cuidado ciudadano en todas sus formas se esconde sigilosamente la rentablemente fructífera industria armamentística. La misma ha generado 1,67 billones de dólares a nivel global durante el año 2017, el monto más elevado desde el fin de la Guerra Fría. Solo la empresa estadounidense Lockheed Martin, el mayor fabricante mundial de armamento, tuvo ingresos el año pasado por 40.000 millones de dólares, cifra superior al PBI de 97 países. O lo que es más preocupante: cinco veces el presupuesto de las Naciones Unidas para Misiones de Paz. El caso alemán es emblemático en este aspecto: antes de que Grecia recibiera el primer rescate en el año 2010 luego de su crisis de deuda terminal, el gobierno de Merkel activó una línea de crédito especial para que las autoridades helenas pudieran pagar sus requerimientos previos de armamento. El objetivo era sostener la producción bélica más importante de Europa, la cual emplea a unas 80.000 personas, y tiene importantes socios financistas, como son el Deutsche Bank o la empresa aseguradora Allianz. En un escenario de poder interestatal claramente asimétrico, los intereses económicos germanos de la industria militar eran evidentemente más relevantes que los ajustes a la seguridad social sufridos por la mayoría de la pauperizada población griega.

Podemos afirmar entonces que bajo la totalizadora lógica económica armamentística, la ética ha sido raudamente excluida. España representa un caso típico de la inmoralidad extrema, ya que año a año autoriza la venta de material bélico a Arabia Saudita; país que, bajo un régimen legal cuestionado internacionalmente, ostenta el récord de presos condenados a la horca. En este caso, la excusa para pisotear derechos humanos elementales es la necesidad de ‘proteger’ regiones frágiles y carentes de seguridad. Y por supuesto, indirectamente generar divisas para el Estado ibérico. Finalmente, se puede reforzar lo expuesto en términos del reciente ataque bélico sobre Siria, el cual tiene todos los condimentos precedentes. Un presidente que festeja un ataque militar “perfectamente ejecutado” y la utilización de nuevo armamento de última tecnología; una compañía como Raytheon, proveedora de misiles – entre otros - para el gobierno estadounidense, que vio sus acciones incrementarse 1,21% el día después del ataque y un 64% acumulado desde que asumió TRUMP; y un país arrasado bajo un escenario complejo y ambivalente, donde se disputa una nueva guerra fría entre Estados Unidos y Rusia, con el soporte del potente Lobby de la industria armamentística en sus respectivos países. En definitiva, en un mundo cada vez más conflictivo, y donde los extremos triunfan por sobre la lógica de centro-izquierda/centro-derecha promovida luego del fin de la segunda guerra mundial, los conflictos relacionados con las crecientes inequidades económicas y las crisis sociales recurrentes derivadas de la lógica de la acumulación y la falta de valores, solo potencian una de las pocas industrias que tienen asegurada su rentabilidad y sostenibilidad de largo plazo. Pablo Kornblum Licenciado en Economía (Universidad de Buenos Aires). Magíster en Estudios Internacionales (Universidad de Sydney). Doctor en Relaciones Internacionales

Podemos afirmar entonces que bajo la totalizadora lógica económica armamentística,<br />

la ética ha sido raudamente excluida. España representa un caso típico de la<br />

inmoralidad extrema, ya que año a año autoriza la venta de material bélico a Arabia<br />

Saudita; país que, bajo un régimen legal cuestionado internacionalmente, ostenta el<br />

récord de presos condenados a la horca. En este caso, la excusa para pisotear derechos<br />

humanos elementales es la necesidad de ‘proteger’ regiones frágiles y carentes<br />

de seguridad. Y por supuesto, indirectamente generar divisas para el Estado<br />

ibérico.<br />

Finalmente, se puede reforzar lo expuesto en términos del reciente ataque bélico<br />

sobre Siria, el cual tiene todos los condimentos precedentes. Un presidente que<br />

festeja un ataque militar “perfectamente ejecutado” y la utilización de nuevo armamento<br />

de última tecnología; una compañía como Raytheon, proveedora de misiles<br />

– entre otros - para el gobierno estadounidense, que vio sus acciones incrementarse<br />

1,21% el día después del ataque y un 64% acumulado desde que asumió TRUMP;<br />

y un país arrasado bajo un escenario complejo y ambivalente, donde se disputa una<br />

nueva guerra fría entre Estados Unidos y Rusia, con el soporte del potente Lobby de<br />

la industria armamentística en sus respectivos países.<br />

En definitiva, en un mundo cada vez más conflictivo, y donde los extremos triunfan<br />

por sobre la lógica de centro-izquierda/centro-derecha promovida luego del fin de<br />

la segunda guerra mundial, los conflictos relacionados con las crecientes inequidades<br />

económicas y las crisis sociales recurrentes derivadas de la lógica de la acumulación<br />

y la falta de valores, solo potencian una de las pocas industrias que tienen asegurada<br />

su rentabilidad y sostenibilidad de largo plazo.<br />

Pablo Kornblum<br />

Licenciado en Economía (Universidad de Buenos Aires).<br />

Magíster en Estudios Internacionales (Universidad<br />

de Sydney). Doctor en Relaciones Internacionales

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