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Mundo Plural<br />
La lógica economicista detrás de la industria armamentística<br />
Luego de la matanza en la escuela de Miami el pasado mes de Febrero, el presidente<br />
Trump sentenció la necesidad de defenderse de los ‘malos’. Sin embargo, la tenencia<br />
de armas como elemento desencadenante fue obviada. Como también en sus declaraciones<br />
para con el vecino México, a pesar de que de las 19 mil armas que cometieron<br />
asesinatos en el país azteca durante el año 2017, el 70% provinieron de los Estados<br />
Unidos. En este caso, la justificación de ambos gobiernos es la denominada<br />
‘guerra contra las drogas’. O mejor dicho, el negocio que ello implica.<br />
Más aún, entremezclar las cuestiones domésticas e internacionales es una oportunidad<br />
para que Lobbies armamentísticos presionen al gobierno de los Estados Unidos y<br />
les ofrezcan equipos de vigilancia fronteriza, radares y sensores. Escuchando el clamor<br />
de la lógica de mercado, en adición a los de una ciudadanía crecientemente temerosa,<br />
los representantes del pueblo desatan su ethos político promoviendo la necesidad<br />
de protegerse de los inmigrantes; quienes no solo son ‘potenciales delincuentes’,<br />
sino también usurpadores de los tan preciados empleos.<br />
Como hemos observado en el caso precedente, detrás de la discursiva del cuidado<br />
ciudadano en todas sus formas se esconde sigilosamente la rentablemente fructífera<br />
industria armamentística. La misma ha generado 1,67 billones de dólares a nivel global<br />
durante el año 2017, el monto más elevado desde el fin de la Guerra Fría. Solo la<br />
empresa estadounidense Lockheed Martin, el mayor fabricante mundial de armamento,<br />
tuvo ingresos el año pasado por 40.000 millones de dólares, cifra superior al<br />
PBI de 97 países. O lo que es más preocupante: cinco veces el presupuesto de las Naciones<br />
Unidas para Misiones de Paz.<br />
El caso alemán es emblemático en este aspecto: antes de que Grecia recibiera el primer<br />
rescate en el año 2010 luego de su crisis de deuda terminal, el gobierno de Merkel<br />
activó una línea de crédito especial para que las autoridades helenas pudieran<br />
pagar sus requerimientos previos de armamento. El objetivo era sostener la producción<br />
bélica más importante de Europa, la cual emplea a unas 80.000 personas, y tiene<br />
importantes socios financistas, como son el Deutsche Bank o la empresa aseguradora<br />
Allianz. En un escenario de poder interestatal claramente asimétrico, los intereses<br />
económicos germanos de la industria militar eran evidentemente más relevantes que<br />
los ajustes a la seguridad social sufridos por la mayoría de la pauperizada población<br />
griega.