ROSA DE LOS VIENTOS Viaje alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> una manzana “Si quieres hacer una tarta <strong>de</strong> manzana partiendo <strong>de</strong> cero, primero tienes que crear el universo”. Carl Sagan José A. Sáenz Astor – saenzbriones@gmail.com Hay viajeros y hay gente que viaja. El viajero es “gourmet” <strong>de</strong> la geografía emocional. El que viaja, es “gourmand” <strong>de</strong> distancias. El viajero se siente transportado -en tiempo y espacio- al reencuentro con el asombro <strong>de</strong> “tocar” gente y arquetipos <strong>de</strong>sconocidos, que no le resultan ajenos. El que viaja llega a un sitio para tomarse fotos. Pero también hay seres capaces <strong>de</strong> enhebrar arte <strong>de</strong> mesa y cama, hasta convertirse en pausados comensales y cálidos amantes, en tanto otros -irrecuperables consumistas contaminadores- confun<strong>de</strong>n saborear con engullir y redon<strong>de</strong>z amorosa con brusca linealidad genital. Esto nos lleva a la metáfora <strong>de</strong> la manzana. Tentadoramente pecaminosa Premio y castigo, ella estuvo presente en primigenias mitologías. Des<strong>de</strong> el Edén hasta el Olimpo, la manzana tienta y obnubila. Posee misterios <strong>de</strong> los que otras frutas carecen. Si hubieran sido melones o ciruelas <strong>de</strong> huesito, ¿Eva, Afrodita, Adán o Paris se habrían inflamado, por más acoso <strong>de</strong> la víbora luciferina, o <strong>de</strong> Eris, diosa <strong>de</strong> la discordia? Sus curvas invitan a mor<strong>de</strong>rla; su color imita la hiperemia <strong>de</strong> cuerpos en contacto y su piel -seda luminosa- suspira por el tacto <strong>de</strong> labios y <strong>de</strong>dos. Mordisco que se las trae La manzana hizo que Eva y Afrodita sufrieran un TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo), al punto que esta última -Abel González “dixit”- se valió <strong>de</strong> una joven y <strong>de</strong> tres manzanas para sacarse <strong>de</strong> encima a su ya <strong>de</strong>teriorado amante Hipómenes. La muchacha se llamaba Atlanta y era consi<strong>de</strong>rada encarnación <strong>de</strong> Artemisa, diosa lunar <strong>de</strong> los bosques griegos. No sólo era virgen y linda sino también invencible. Ningún hombre podía <strong>de</strong>rrotarla en cacería, lucha o carrera. Un día fue <strong>de</strong>safiada por Hipómenes a competir. Si perdía la carrera, tendría que casarse con él (eso <strong>de</strong> casarse solía ser un eufemismo utilizado por los griegos para referirse a otra cosa). Afrodita le dio a éste tres manzanas <strong>de</strong> oro e instrucciones. Él arrancó en punta y <strong>de</strong>jó caer la primera fruta. Atlanta, mujer sensible (¿eufemismo por interesada?), se <strong>de</strong>tuvo para recogerla. Cuando levantó la tercera, su futuro marido ya estaba en la meta. Esa noche perdió la inocencia -otro eufemismo- no se sabe si antes o <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mor<strong>de</strong>rla (cada uno por el extremo opuesto), hasta acabar simultáneamente en la conjunción <strong>de</strong>l sublime centro. Manzana “a la poética” También podría <strong>de</strong>cirse “a la Eva”, “a la Troya”, o “a la Atlanta”. La receta yace en un manuscrito medieval francés. Se cortan las manzanas en rodajas mientras los repollos hierven para ser luego freídos -en aceite <strong>de</strong> oliva- junto a las manzanas y lonchas <strong>de</strong> cor<strong>de</strong>ro. Se aña<strong>de</strong> agua, sal y se guisa, en olla <strong>de</strong> barro a fuego lento. Antes <strong>de</strong> llevarlo a la mesa, se corona con leche batida <strong>de</strong> cabra. Queda a gusto <strong>de</strong>l comensal la sazón con pimienta negra. Se come con cuchara, cual sopa ambrosíaca. Manzana carnal Tras este plato, que mitiga fríos al maridarse con vino rojo <strong>de</strong> Borgoña (por a<strong>de</strong>ntro) y leños encendidos (por afuera), el postre rodará -insinuante manzana- hasta la mano <strong>de</strong> la dama, quien tras mor<strong>de</strong>rla tentará a su compañero usurpando sábana y mantel. Mensaje nada críptico para hombres -selectiva y nerudianamente sensuales- que aspiran a algo más sublime que aceleradas y frígidas siliconas, huérfanas <strong>de</strong> neuronas y espontaneidad. Aquellos que “saben esperar” el Antes, el Durante y el Después. Plena mujer, manzana carnal, luna caliente, espeso aroma <strong>de</strong> algas, lodo y luz machacados ¿qué oscura claridad se abre entre tus columnas? ¿Qué antigua noche el hombre toca con sus sentidos? ¡Ay! amar es un viaje con agua y con estrellas, con aire ahogado y bruscas tempesta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> harina: amar es un combate <strong>de</strong> relámpagos y dos cuerpos por una sola miel <strong>de</strong>rrotados. 4 <strong>Revista</strong> <strong>Sala</strong> <strong>de</strong> <strong>Espera</strong>
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