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VE-43 JUNIO 2018

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© Todos y cada uno de los derechos de las obras literarias, fotografías<br />

o ilustraciones publicadas en esta revista pertenecen en exclusiva a sus<br />

respectivos autores (aunque en algunos casos no se citen los nombres)<br />

Portada ilustrada expresamente para la revista por Pablo Rapún<br />

Mombiela (Sabiñánigo, Huesca)<br />

Diseño y edición: Rafa Sastre<br />

Colaboraciones: revistave@hotmail.com<br />

Descarga este número de la revista (formato PDF – 4.66 MB):<br />

http://www.mediafire.com/file/qbzuw3lllvkiozn/<strong>VE</strong>-<strong>43</strong>+<strong>JUNIO</strong>+<strong>2018</strong>.pdf


Índice<br />

Nada se acaba (Rafa Sastre) Pág. 1<br />

Presentación «Cuentos de las Estaciones» Pág. 2<br />

Las estaciones (Susana Gisbert) Pág. 7<br />

La última heroína (Javier Puchades) Pág. 9<br />

La bicha (Luis Molina) Pág. 11<br />

Dulce hogar (Malín Simón) Pág. 13<br />

Sangre (Susana Gisbert) Pág. 15<br />

Espacios sureños (Aldana Giménez) Pág. 17<br />

Mal día para el cortejo (Rafael Blasco) Pág. 19<br />

Recuerdos de infancia (Lu Hoyos) Pág. 21<br />

Receta para cocinar seres… (Manuel Serrano) Pág. 23<br />

Antes (Rafa Sastre) Pág. 27<br />

Cómicos (Marta Navarro) Pág. 29<br />

Magia en la aldea (Salvador Murillo) Pág. 31<br />

El gélido temor (Carmen Fabiá) Pág. 35<br />

El sexo de las estaciones (Marisa Martínez) Pág. 37<br />

Hogar, dulce hogar (Pepe Sanchis) Pág. 39<br />

Cocina macrobiótica (M.Grazia Scelfo) Pág. 41<br />

Hoy ha muerto mamá (Ángeles Navarro) Pág. <strong>43</strong><br />

El plan (Manuela Vicente) Pág. 47<br />

Descruzando caminos (Vivian Rodríguez) Pág. 49<br />

Abandono (Gladys Alonso) Pág. 53<br />

Los gorriones de la catedral (Pilar Alejos) Pág. 55<br />

Esas traviesas feronomas (Malén Carrillo) Pág. 57<br />

Alma de hielo (Aurora Rapún) Pág. 59<br />

Nostalgia (Jorge Zarco) Pág. 63


Las bravas (Esther Moreno) Pág. 65<br />

III Concurso La Radio en Colectivo/Valencia Escribe Pág. 66<br />

III Concurso de Relato Rápido Valencia Escribe Pág. 68<br />

Nuestros libros Pág. 71<br />

Números anteriores de Valencia Escribe Pág. 72<br />

Palabras en la basura Pág. 73<br />

Valencia Escribe en las redes Pág. 74<br />

La foto de Miguel Pág. 76


Nada se acaba<br />

Con esta ya son 44 (acordémonos del número «cero») las revistas<br />

editadas por este humilde servidor. Ocurre que a veces las ganas, pero<br />

sobre todo la ilusión, flaquean. He vencido en varias ocasiones la<br />

tentación de abandonar, de apearme de esta loca aventura iniciada en<br />

marzo de 2014, gracias a la cual estoy en condiciones de asegurar que<br />

me he granjeado buenas amistades. Si no me he rendido, ha sido<br />

precisamente por no defraudar las expectativas del gran grupo de<br />

autores que está haciendo posible la continuidad de lo que en su inicio<br />

me pareció un bonito sueño.<br />

Hace solo un par de meses decidí renunciar a seguir publicando<br />

la revista porque sentía —y sigo sintiendo— la necesidad de<br />

desconectar, soltar parte del lastre de obligaciones que yo mismo me<br />

he impuesto, descansar y centrarme en otros proyectos o en ninguno,<br />

eso ya lo veremos. No obstante, atendiendo sugerencias de personas<br />

allegadas al proyecto, gente que me estima y a la que yo también<br />

aprecio, por el momento voy a continuar, aunque de una forma<br />

bastante más relajada. Por eso, de ahora en adelante la frecuencia de<br />

esta publicación será trimestral en lugar de mensual. Los números<br />

aparecerán en enero, abril, julio y octubre. Y como necesito ese<br />

descanso al que antes he aludido, la próxima revista no verá la luz<br />

hasta octubre de <strong>2018</strong>.<br />

Permaneced atentos a las actividades que Valencia Escribe<br />

desarrollará próximamente. De momento, el 9 de junio, Concurso de<br />

Relato Rápido en el Puerto de Sagunto (cartel y bases en págs. 68 y<br />

69). Después, el día 16, fiesta de «fin de curso», con recital y<br />

merienda. En estas latitudes llega el verano, pero nada se acaba. Nos<br />

lo vamos a seguir pasando muy bien. Eso seguro.<br />

Rafa Sastre<br />

1


Presentación «Cuentos de las Estaciones»<br />

en la Fira del Llibre de València<br />

Os dejamos un brevísimo reportaje de lo que fue la presentación de<br />

nuestro último libro, celebrada el pasado 4 de mayo.<br />

Fotos: Rafa Sastre / El Monstre Films<br />

Una mesa «Woman Power» total<br />

Lu Hoyos, Marisa Martínez y Susana Gisbert<br />

2


Susan Mompó nos deleitó con su danza<br />

3


4


Vivian Rodríguez vino desde Montevideo y leyó su relato<br />

Xenia Rambla leyó uno de Javi Díaz<br />

5


Un servidor hizo lo propio con un cuento de María Tordera<br />

La tradicional «foto de familia»<br />

6


Las estaciones<br />

Texto recitado por Paula Marí en la presentación de «Cuentos de las<br />

Estaciones,» mientras Claudia Jannone interpretaba al violín la pieza<br />

«Meditación», de Thais, y Susan Mompó la bailaba.<br />

Cada año llegan y se van. Cada año, nuestras vidas florecen con<br />

nuevas hojas verdes, que permanecen con los calores del verano hasta<br />

que, poco a poco, amarillean y, llegado el otoño, caen y dejan el árbol<br />

desnudo a los rigores del invierno. Y así una vez y otra, un año y otro<br />

año, dejando a cada paso de las cuatro estaciones una raíz más<br />

agarrada a tierra, un nuevo nudo en el tronco y un millón de historias<br />

que contar. Son las historias de vidas grandes y pequeñas, de gente de<br />

todas las edades, de todas las condiciones, que solo estaban ahí,<br />

esperando a ser contadas, esperando a que les diéramos vida.<br />

Con la primavera llega la ilusión del estreno, del traje nuevo, de<br />

toda la vida por vivir. La primavera es un bebé recién nacido con toda<br />

una historia por escribir. En primavera hay quien fue feliz y quien fue<br />

desgraciado, quien perdió a un ser querido y quien vio nacer a otro,<br />

quien desplegó sus alas o quien sintió que las cortaban para siempre.<br />

Pero la primavera siempre lleva consigo los colores de la ilusión<br />

intacta, de la esperanza de lo que ha de venir, de las sensaciones por<br />

estrenar y los sentimientos pendientes de ser vividos. La primavera<br />

todo lo viste de color, aunque a veces los colores empiecen a<br />

difuminarse y a hacerse difíciles de ver. La primavera tiene mil<br />

historias que estaban esperando ser contadas. Y las hemos vestido de<br />

colores para que no se queden ahí, junto a aquellas semillas que el<br />

tiempo no dejó germinar.<br />

Y poco a poco, con el cansancio que trae el calor consigo, llega<br />

el verano. Promesas de aventuras por emprender, de sueños por<br />

lograr, de espacios a los que llegar. El verano, con su fuerza<br />

apabullante, con las ganas de hacer todo aquello que quedó en<br />

suspenso. Es tiempo de vacaciones, de crear un pequeño mundo que<br />

solo durará hasta que los días vuelvan a acortarse y el sol se tome un<br />

descanso, es un permiso para atreverse con fecha de caducidad. El<br />

7


verano se vive rápido, con la rapidez de lo efímero, de lo que sabemos<br />

que acabará pronto. Es un tiempo de intensidad y fuerza, un tiempo<br />

que hay que hay aprovechar para vivir todas esas historias que no<br />

viviremos nunca más. Ahora o nunca. Al verano hay que agarrarlo<br />

con fuerza porque se escapa, y hay que escribirlo porque el calor seca<br />

la tinta antes de que nos hayamos dado cuenta.<br />

Y, antes de que hayamos puesto fin a cada historia, llegan las<br />

lluvias a barrerlas, e inauguran un otoño vestido de placidez y<br />

nostalgia. El otoño aparece con sus tonos marrones, con ese olor a<br />

caramelo que tiñe las hojas de los árboles y los sentimientos. Es<br />

tiempo de replegarse, de prepararse para lo que ha de venir, de<br />

construir esas vidas que dejamos en suspenso cuando el sol llegó con<br />

fuerza para invadirlo todo. Es tiempo de reflexión, de recogimiento,<br />

de empezar a preparar la lumbre para el frío o los ojos para la<br />

oscuridad. Es tiempo de hacer balance y de replegar velas. Pero<br />

también es tiempo de historias, de esos cuentos que ponen fin a una<br />

vida antigua para empezar a pintar una nueva. Todas esas historias<br />

que habría barrido el viento con cada hoja amarilla si no hubiéramos<br />

salido a recogerlas.<br />

Y, mientras recogíamos las hojas, las historias y los planes, el<br />

frío del invierno nos invade. Ya no hay sol, ni luz, ni cuentos vestidos<br />

de exterior. El frío y la nieve nos obligan a reconstruirnos, a cerrar<br />

nuestras crisálidas a la espera de que la vida vuelva a reverdecer en los<br />

árboles. Es tiempo de hogueras, de cuentos al calor de la lumbre, de<br />

mesas camillas y chocolate caliente. Y ¿por qué no?. Es tiempo de<br />

recuperar todas aquellas historias que no germinaron en primavera,<br />

las que se quedaron esperando a que terminara el paréntesis del<br />

verano, las que volaron con las hojas en otoño. Y es tiempo de<br />

contarlas, de vivirlas de nuevo una y mil veces. Sin dejar que hibernen<br />

para siempre.<br />

Primavera, verano, otoño, invierno. Un mundo de cuentos<br />

esperando a ser contados. Y, ahora, a ser leídos.<br />

Susana Gisbert Grifo (València)<br />

http://conmitogaymistacones.com/<br />

8


La última heroína<br />

Fear – Edgaras Anisimenko (R.Unido) https://mentos18.deviantart.com/<br />

Cada noche nos echaban fuera cuando él llegaba. Daba igual el<br />

tiempo que hiciese. Estábamos acostumbrados, por eso tenía<br />

preparado un refugio bajo la escalera, para esperar allí a que todo<br />

acabase. Cuando oíamos sus pasos bajar, sabíamos que podíamos<br />

regresar a casa. Siempre era igual. Entrábamos al dormitorio y allí<br />

estaba, inmóvil, semidesnuda sobre la cama. Le desataba la goma que<br />

tenía en su antebrazo. Lo envolvía todo en aquel chamuscado papel<br />

de aluminio, con cuidado de no pincharme con la aguja y lo<br />

guardada. Después volvía a coger mi osito de peluche y nos acostábamos<br />

junto a mamá.<br />

Relato ganador del mes de abril<br />

II Concurso de Microrrelatos «La Radio en Colectivo / Valencia Escribe»<br />

Javier Puchades Sanmartín (Quart de Poblet, València)<br />

9


Danse macabre – AC Bananas https://www.flickr.com/photos/acbananas/<br />

10


La bicha<br />

En la semipenumbra de la tarde que se iba convirtiendo en<br />

noche, agobiado por el lacerante dolor que le impedía moverse,<br />

piensa:<br />

No puede ser, cuantas veces vi el frasco siempre tapado, ella<br />

estaba sumergida en formol para poder conservarla. Recuerdo que le<br />

dije:<br />

—Vos estás loco ¿para qué quieres ese bicho?<br />

—Tranquilo —me respondió—, está muerta.<br />

Claro que lo estaba, la vi, ¿pero qué pasó? En la selva los nativos<br />

dijeron que esa bicha (ellos no la nombran por superstición) estaba<br />

maldita, que no la llevase. Él se rió e igual la metió en un frasco con<br />

formol. Cuando llegó a casa la dejó en ese rincón.<br />

La pierna es una masa uniforme de color oscuro, la siente como<br />

fuego tremendamente inflamada. El dolor recorre su columna, no<br />

puede mover sus brazos y manos, la rigidez del cuello ladea su cabeza<br />

hacia un costado.<br />

En la oscuridad cree ver dos puntos rojos fijos en él,<br />

observándolo. Pero su vista se nubla, el frío penetra sus huesos y el<br />

silencio lo invade de a poco.<br />

Quienes por la mañana lo encuentran no dan crédito a la<br />

imagen, la inflamación se hizo presa de su cuerpo, está irreconocible.<br />

Al forense le llama la atención esos dos puntos rojos en su pierna<br />

y ese frasco destapado con formol y restos de desperdicios en un<br />

rincón.<br />

Luis Alberto Molina (Rosario, Argentina)<br />

http://www.luismolin.blogspot.com.es/<br />

11


Chicken egg - Sheharzad Arshad (Canadá)<br />

https://sheharzad-arshad.deviantart.com/<br />

12


Dulce hogar<br />

La gallina fue confiscada justo antes de cruzar la frontera. Su<br />

foto se había publicado en los diarios importantes de la zona e incluso<br />

había aparecido en varios noticieros de televisión.<br />

El propietario no fue capturado, ya que bajó del autobús una<br />

parada antes de la frontera.<br />

Avelina fue conducida al retén de la aduana. Un agente le<br />

preparó una caja de cartón en la que colocó algunos periódicos y la<br />

depositó allí.<br />

En torno a la caja se agolpaba una multitud: agentes de aduana,<br />

dos forenses, periodistas y curiosos. Avelina, al despertar, se alzó con<br />

pompa sobre sus dos patitas, estiró las alas y salió de la caja, dejando<br />

al descubierto un hueso humano.<br />

Inmediatamente fue arrestada y quedó bajó la custodia del<br />

oficial.<br />

El hombre descendió del autobús. Ante los numerosos vehículos<br />

policiales que veía conforme se acercaba a la frontera, decidió que<br />

quizá, la única manera de salvar a Avelina, era separarse de ella.<br />

Caminó de vuelta a casa. No tenía a nadie y no sabía a dónde ir.<br />

Lloraba por Avelina, rememorando mientras andaba campo a través,<br />

cómo la encontró ante la verja de su casa, coja de una pata y con la<br />

cresta magullada. Le entablilló la pata y le desinfectó la cresta. La<br />

acomodó en un cesto en la cocina, y la alimentó con lombrices,<br />

insectos y restos de su comida masticada. Nunca le faltó alimento de<br />

primera calidad a Avelina, que empezó a poner unos huevos muy<br />

hermosos de cáscara dorada.<br />

Dormía encima del ropero y, al amanecer, volaba hacia él<br />

picoteándole la barba.<br />

13


Le acompañaba en su trabajo: mientras él limpiaba sepulturas o<br />

alisaba la tierra con el azadón o desmembraba terrones con la pala.<br />

Según fue reponiéndose, los huevos se espaciaron, pero el<br />

sepulturero se sentía feliz, acompañado.<br />

Un día de tormenta, Avelina se puso clueca y el único huevo que<br />

pudo incubar salió huero. Dejó de cacarear, de despertarle, de<br />

acompañarle.<br />

Desesperado, se suscribió por correo a la revista Cría Avícola. De<br />

su lectura concluyó que Avelina necesitaba para la prosperidad de sus<br />

huevos, una sobrealimentación de proteínas.<br />

Comenzó a cavar en la parcela de viejas tumbas abandonadas<br />

para extraer lombrices e insectos abismales.<br />

A los veinte días de recibir esta alimentación, Avelina puso su<br />

primer hueso. Restablecida totalmente, comenzó una puesta<br />

imparable de huesos y huesecillos por toda la casa y el terreno<br />

circundante. Tan contenta estaba, que cacareó sin recato durante el<br />

sepelio de un famoso abogado.<br />

A los dos meses, la vieja zona del cementerio quedó arrasada. El<br />

enterrador prosiguió la búsqueda de alimentos en sepulturas recientes<br />

hasta que en el atardecer de la víspera del 1 de Noviembre, fiesta de<br />

Todos los Santos, mientras alimentaba a Avelina con unos extraños<br />

insectos luminosos, comprendió que su suerte estaba echada. Y<br />

huyeron.<br />

El sepulturero fue detenido justo en la entrada del cementerio.<br />

La foto del profanador había sido publicada en todos los diarios de la<br />

zona, e incluso había aparecido en varios noticieros de televisión.<br />

Los agentes que procedieron a esposarlo declararon que no<br />

opuso resistencia. Sin embargo, resaltaron el hecho de que antes de<br />

ser introducido en el vehículo policial, emitiera un potente kikirikí.<br />

Malín Simón (València)<br />

http://zumopalabra.blogspot.com.es/<br />

14


Sangre<br />

Psycho – Alex Turton https://www.flickr.com/photos/alexturton/<br />

Me lavé las manos una y mil veces<br />

Veía como la sangre iba poco a poco perdiéndose en el desagüe,<br />

dando paso a un líquido cada vez más pálido. Rojo, rosa y al final,<br />

transparente.<br />

Estaba eliminando, entre la pena, la rabia, el asombro y el<br />

miedo, las pruebas de la muerte de aquella niña, que ya no volvería.<br />

Se acabó mi infancia para siempre. Mi cuerpo ya era, oficialmente,<br />

el de una mujer.<br />

Susana Gisbert Grifo (València)<br />

http://conmitogaymistacones.com/<br />

15


Ilustración de Sandra Suy (Barcelona) proporcionada por la autora<br />

http://www.sunnyday.es/sandra-suy/<br />

16


Espacios sureños<br />

Tal vez fue su entrada triunfal<br />

con su medio gesto de confianza.<br />

Usted irradía seguridad,<br />

yo en su piel, andaría descalza.<br />

Pudo ser toda la envoltura<br />

y ese acento europeo…<br />

Usted es una locura,<br />

yo susurro entre espacios sureños.<br />

No fue por la altura,<br />

o su entereza, o el horario de llegada…<br />

Es que usted devora mis preguntas<br />

y yo me tumbo en sus palabras.<br />

Un día lo traeré a casa,<br />

a usted y a sus misterios<br />

para que me pinte las pestañas<br />

con el tinte de sus besos<br />

para luego devolverlo<br />

con la excusa de irle a buscar<br />

y escribirle entre los huesos<br />

con los colores de mi lagrimal.<br />

Aldana Michelle Giménez (Mendoza, Argentina)<br />

17


Flower girl 6 – lolad_nz https://www.flickr.com/photos/27589486@N05/<br />

18


Mal día para el cortejo<br />

El amor floreció en el ambiente del parque con el cruce de<br />

miradas, mostrando la irrefrenable pasión que los cuerpos de los<br />

jóvenes despertaban entre ellos.<br />

La dulzura impregnó sus rostros con sendas sonrisas de<br />

complicidad, aderezadas con tonos sonrosados de vergüenza y<br />

timidez, ordenado por la adolescencia desde el reinado oculto de sus<br />

mentes.<br />

Los ojos se agrandaron admirados, contemplando zonas prohibidas<br />

de la supuesta moral, escapando en ocasiones del otro cuerpo<br />

hacia la nada y el disimulo.<br />

Él le ofreció la más rara y bella flor del jardín, ella aceptó<br />

ocultando sus emociones entre el aroma de los pétalos.<br />

Brotó el ansia, fruto de la espera de un beso que nunca llegó. En<br />

su lugar, la pretendida extrajo un revólver de su bolso con el que<br />

disparo al chico en el rostro.<br />

Macabras, crueles y frías, las palabras de la hermosa muchacha<br />

flotaron entre el humo del tiro.<br />

—Hijo de puta, era una especie única. ¿Quién te mandó arrancar<br />

un ser vivo de su hábitat?<br />

Era un mal día para cortejar a una fanática y radical ecologista.<br />

Rafael Blasco López (València)<br />

19


Domestic Violence – Oana Cambrea (Rumanía)<br />

https://cutteroz.deviantart.com/<br />

20


Recuerdos de infancia<br />

La noche del 7 de agosto, Bárbara tampoco podía conciliar el<br />

sueño. Había cenado con sus hijos, Luis de tres años y Ana de siete.<br />

Al acabar de leerles un cuento, el pequeño le había preguntado:<br />

—¿A qué hora llega papá?<br />

—Llegará enseguida, cariño. Le diré que entre a daros un beso.<br />

—¿Por qué estabais riñendo esta mañana? —dijo Ana.<br />

—Por nada, cielo, por nada. No tiene importancia. Vosotros<br />

también os peleáis, ¿no? Hala, a la cama ahora mismo.<br />

A las dos de la madrugada oyó el ruido del ascensor que se<br />

detenía en el rellano, poco después el de la puerta al abrirse, y los<br />

pasos cansinos de su marido que entró en el piso tambaleándose.<br />

Su corazón se agitó dentro del pecho pero se hizo la dormida.<br />

No quería verlo ni hablarle. No soportaba el revoltijo de olores de<br />

sudor, alcohol y tabaco que su cuerpo desprendía noche tras noche,<br />

desde que se había quedado sin trabajo. Ocupaba un puesto<br />

importante en una de las mayores empresas constructoras de<br />

Valencia.<br />

Subsistían con el sueldo de enfermera de Bárbara, pero la<br />

hipoteca se lo llevaba casi todo. Tenía que dedicar dos horas cada<br />

tarde a hacer curas y a poner inyecciones a domicilio para llegar a fin<br />

de mes, mientras Alberto se perdía por los bares del barrio.<br />

Esa mañana, ella le había dicho que no soportaba más esa vida,<br />

que quería el divorcio; Alberto salió dando un portazo y la dejó con<br />

las palabras amargándole la boca.<br />

Permanecía inmóvil en la cama dándole la espalda. Él se<br />

introdujo en el lecho e intentó abrazarla. Ella seguía callada<br />

intentando reprimir las náuseas que su contacto le producía.<br />

21


Insistió a pesar del manifiesto rechazo. Bárbara se revolvió<br />

tratando de defenderse del abrazo. Pero él era fuerte y la inmovilizó.<br />

—¡Me das asco! —le dijo.<br />

—¡No me importa, tú no me vas a joder a mí la vida! ¡Me he<br />

casado contigo para siempre!<br />

Ella le asestó una mirada de profundo desprecio, sus ojos pardos<br />

ardían como brasas en la penumbra del cuarto.<br />

Alberto la agarró del cuello y apretó hasta que ella dejó de<br />

moverse.<br />

Los niños se habían despertado con el ajetreo y llegaron a<br />

tiempo de ver a su padre gimiendo de placer sobre el cuerpo inerte de<br />

su madre.<br />

Lu Hoyos (València)<br />

22


Receta para cocinar seres<br />

sin calificación moral<br />

Imagen proporcionada por el autor<br />

Ingredientes:<br />

Una mujer sin importar edad, vale desde niña hasta anciana. La<br />

única condición es que sea de sexo femenino. De nacimiento o<br />

transgénero.<br />

Un ser abyecto de sexo masculino. Y si son más, mejor. Las<br />

hordas siempre dan más juego.<br />

Preparación:<br />

Ponemos al primer ingrediente en un espacio cerrado o solitario.<br />

Mejor aislado de la vista de los demás. También puede estar<br />

sumergido en alcohol o salpimentado con especias.<br />

23


Colocamos el segundo ingrediente en el mismo espacio. A poder<br />

ser, rodeando al primero.<br />

Despojamos de material superfluo al primer ingrediente. Puede<br />

ser a las malas o a las buenas. Es decir, con ayuda o de forma<br />

voluntaria. Mejor si es voluntaria, así el ingrediente no se estropea<br />

tanto.<br />

El segundo ingrediente se despoja de su sobrante por sí solo.<br />

Mezclamos bien, una y otra vez. Para evitar que le lloren los<br />

ojos al primer ingrediente podemos utilizar un cuchillo o cualquier<br />

otro útil.<br />

Una vez escurrido el líquido del segundo ingrediente, dejamos<br />

macerar al primer ingrediente y apartamos el segundo.<br />

Ahora viene el momento crucial. El punto mágico:<br />

El primer ingrediente debe colocarse en un recipiente apropiado<br />

y ser examinado minuciosamente. Para que la receta sea perfecta debe<br />

presentar: golpes, sangre, mordiscos o arañazos, desgarros y algún<br />

que otro líquido del segundo ingrediente. Cuanto más estropeado<br />

esté, mejor.<br />

El segundo ingrediente se reservará.<br />

Presentación:<br />

Colocar el primer ingrediente en medio de una gran fuente,<br />

acompañado de algún ingrediente negro.<br />

Adornar la fuente con un grupo de ingredientes también negros,<br />

ribeteados de nata.<br />

Colocar el segundo ingrediente en la misma fuente junto a su<br />

acompañamiento negro.<br />

Dejar presentado durante dos o tres meses, hasta que los jugos<br />

consigan una consistencia adecuada y después retirar todo menos los<br />

de la nata.<br />

24


Características de la receta:<br />

La nata deberá tener la suficiente consistencia como para<br />

destruir al segundo ingrediente, diluirlo en medio de iguales y<br />

colocarlo en una olla donde deberá permanecer, al menos, hasta que<br />

se recuperen los daños morales y psicológicos del primer ingrediente.<br />

Observaciones generales:<br />

En ningún momento se pueden considerar hombres estos seres<br />

de sexo masculino.<br />

En ningún momento se pueden considerar animales estos<br />

mismos seres.<br />

Los ingredientes negros sirven para acompañar a los<br />

ingredientes. Es su obligación por mandato de la receta.<br />

Los ingredientes negros ribeteados de nata deben estar íntegros y<br />

pesar lo mismo en la balanza. En el equilibrio de este ingrediente está<br />

el secreto de una buena o mala receta.<br />

Los tiempos pueden variar.<br />

Si el segundo ingrediente no acaba en la olla, revisar la receta<br />

desde el principio.<br />

Caso de que el resultado no sea adecuado, sustituir los<br />

ingredientes ribeteados por otros de mayor calidad.<br />

Manuel Serrano (València)<br />

25


Great moments in science – Loopy Dave (Australia)<br />

https://loopydave.deviantart.com/<br />

26


Antes<br />

Antes de Galileo<br />

a la hereje tierra<br />

ya le daba por girar<br />

alrededor del sol<br />

Antes de Newton<br />

manzanas subversivas<br />

produjeron chichones<br />

en incontables cabezas<br />

Antes de Einstein<br />

todo lo que perdura<br />

y aquello que destruimos<br />

fue siempre relativo<br />

Antes de ti<br />

y antes de mí<br />

existió el amor<br />

pero no era el nuestro<br />

Rafa Sastre (València)<br />

http://rafasastre.blogspot.com<br />

27


Comedians – Double M https://www.flickr.com/photos/double-m2/<br />

28


Cómicos<br />

Mi vida cambió para siempre −quizá más acertado sería decir<br />

que de veras comenzó− una tarde de diciembre. Una de esas tardes<br />

invernales de oscuridad temprana y frío inmisericorde en que,<br />

recuerdo, había llovido sin tregua y, como por entonces solía ocurrir<br />

−tanto tiempo hace ya que casi parece imposible−, agua y lodo habían<br />

vuelto intransitables las calles en algunos trechos. Una pequeña<br />

compañía de artistas, tan pequeña que ni nombre tenía, acababa de<br />

llegar al pueblo y a punto estuvo la lluvia de arruinar su primera<br />

función. Por suerte, no lo hizo.<br />

No eran aquellos buenos tiempos para los cómicos, nunca<br />

ninguno lo fue en realidad. Aunque la nostalgia endulce ahora el<br />

recuerdo e, incluso a mí, hoy pueda parecer romántica y hasta<br />

divertida la vida que aquellos trotamundos −pobres actores sin<br />

suerte− llevaban: hoy aquí, mañana allí, siempre de pueblo en pueblo,<br />

de camino en camino, bultos, alegrías, desamparos, sueños, tristezas e<br />

ilusiones al hombro... no, no lo eran en absoluto.<br />

Yo, por entonces un niño, de aquella época apenas ya nada<br />

recuerdo. Un estado de ánimo, tal vez, una melancolía permanente<br />

que todo lo envolvía. Hasta aquel diciembre. Hasta aquella gélida,<br />

desapacible y pese a ello afortunada tarde de diciembre que con tanta<br />

fuerza y de tan irreversible modo mi vida marcó.<br />

Apenas cesó la lluvia e iluminó la luna la penumbra, el aire se<br />

llenó de voces. Había dado comienzo la función. El público muy<br />

escaso pero entregado: campesinos de rostros curtidos por el sol, por<br />

los vientos y la vida, gastados por el tiempo y la pobreza que reían, se<br />

emocionaban, lloraban y con entusiasmo aplaudían al compás que la<br />

historia marcaba, cautivados por el sonido, por la magia y el misterio<br />

de unas palabras que quizás no alcanzaran a comprender del todo<br />

29


pero que, en aquel momento, con certeza sabían sólo para ellos<br />

rescatadas del olvido y de las sombras.<br />

Fue entonces que en mi fuero interno, en un lugar muy secreto,<br />

una ilusión dormida despertó. Una felicidad nueva, desconocida, mía<br />

únicamente, de improviso brotó en mi alma y aquel niño algo triste y<br />

solitario que hasta entonces yo era, comenzó a soñar sueños que<br />

nunca antes había sentido suyos. Un latido dulce y cálido, algo que<br />

apenas sabía nombrar, conquistó su corazón. Una belleza<br />

desconocida e inesperada que sin remedio para siempre lo apresó.<br />

De allí marcharon poco después los cómicos rumbo a otros<br />

destinos sin conocer la huella que tras ellos dejaban: una criatura<br />

rendida, enamorada, para siempre cautiva de la más bella profesión<br />

que, sin duda, jamás en el mundo existió. Aunque, tal vez... tal vez<br />

algo sí que adivinaran después de todo. Imposible debió ser no<br />

advertir aquella mirada atónita, hipnotizada, que desde la primera<br />

fila, deshecha en llanto, al mundo gritaba su emoción.<br />

Tantos años desde entonces ya pasaron, tantas candilejas,<br />

emociones, bambalinas y escenarios, tantos personajes noche a noche<br />

en mi piel cobraron vida... e intacta sigue todavía mi pasión, mi<br />

admiración y el destello deslumbrante en mi recuerdo, agradecido, de<br />

aquel día.<br />

Marta Navarro Calleja (València)<br />

https://cuentosvagabundos.blogspot.com.es/<br />

30


Magia en la aldea<br />

Imagen proporcionada por el autor<br />

En la aldea perdida de mi tío Julián, escondida entre las grandes<br />

montañas serranas, se ha instalado la magia. Ocurrió el mismo día<br />

que murió el maestro Gabo. En ese mismo instante en los<br />

alambiques, el aguardiente olía a romero con sabor meloso.<br />

Aparecieron una multitud de mariposas amarillas que no paraban de<br />

volar. El espíritu de Mamá Grande se arrastraba, como alma en pena,<br />

esperando su liberación. Pisando las sendas deambulaba un coronel<br />

vestido de blanco con sombrero panameño que de vez en cuando<br />

lanzaba cartas por el desfiladero del olvido. Había una chiquilla<br />

escondida en la aldea. Se hacía llamar Cándida Eréndida y huía de su<br />

abuela que, por lo que contaba, era un rato pesada y desalmada.<br />

También existía un joven que proclamaba llamarse Santiago y por su<br />

pecho brotaba sangre congelada de tantas muertes anunciadas. Había<br />

tanto misterio en la aldea, tanta magia, que el maestro se instaló allí<br />

para poner un poco de orden.<br />

***<br />

31


Una de las ánimas era Mamá Grande. La señora deambulaba<br />

día y noche, como alma en pena, entre pinos carrascos, rodenos y<br />

negrales; entre quejigos carrasqueños, robles y nogales. Nadie<br />

comprendía cómo era posible que una señora tan voluminosa<br />

aposentara sus nalgas en lo más alto de tales arbustos. Mamá Grande<br />

se acomodó en el bosque pensando que los árboles eran toda la<br />

multitud que se agolpó en su entierro. El alma de la dama cruzaba, al<br />

igual que las ardillas, de rama en rama y de copa en copa. De esa<br />

manera tan peculiar iba agradeciendo, con besos sentidos, el<br />

acompañamiento perpetuo... del Santo Padre, del Primer Ministro,<br />

del Mariscal y los hijos del todos los pueblos que bañaba el<br />

Magdalena. La situación era preocupante. Entonces el maestro reunió<br />

a todos los aldeanos de la comarca y los disfrazó de tan ilustres<br />

personajes. Después de una jornada plena de titubeos y<br />

conversaciones al más alto nivel, con promesas incluidas de besar la<br />

mano del Papa Francisco, Mamá Grande descendió de su atalaya.<br />

En ese instante sin tiempo que perder y con la rapidez de un gato<br />

montés, el maestro, ayudado por la magia del gitano Melquiades,<br />

consiguió encerrarla en el libro de los inmortales.<br />

***<br />

A Santiago nunca le mencionaron que su muerte anunciada era<br />

reversible. Por lo tanto resucitó. Resucitó pero no impoluto como<br />

Cristo, no. El muchacho se levantó de la tumba con la sangre del<br />

pecho congelada y los cuchillos clavados. Santiago Nasar se paseó por<br />

la aldea como un zombi congelado por los vientos polares y a su<br />

alrededor la hierbabuena se lamentaba cuando se convirtió en ortiga.<br />

El halo que desprendía impregnó toda la flora, y fauna, de la<br />

comarca. Los aldeanos se reunieron en asamblea y decidieron hablar<br />

con el maestro. Tanto Gabo como Melquiades no sabían cómo<br />

solucionar el entuerto. Eran conscientes de que todo el problema se<br />

solucionaría descongelando la sangre pero... ¿cómo?<br />

Sucedió que de la noche a la mañana... bueno... más bien<br />

tirando al albor, apareció una joven andrógina que se hacía llamar<br />

32


Remedios. Andaba en cueros, a su libre albedrío, por todo el<br />

vecindario buscando un mozo que le robara la virginidad. Los<br />

aldeanos la apodaron «La Bella» ya que, debido a su ambigüedad,<br />

contentaba a unos y a otras. Santiago Nasar se quedó anonadado y<br />

Remedios extasiada. Fue un flechazo que liberó la aldea. Sin tiempo<br />

que perder, la joven extrajo, del interior de su vagina, un ungüento de<br />

chocolate anaranjado regalo de una Ada Venusiana. Embadurnó la<br />

sangre congelada del joven y las heridas cicatrizaron mientras hacían<br />

el amor bajo la higuera de brevas bravas.<br />

***<br />

Paseó como lo que era: como un Coronel. Ataviado con su<br />

liquiliqui y su sombrero panameño; con su porte erguido y su<br />

semblante orgulloso. Se pavoneó delante del maestro y, en un<br />

santiamén, organizó una pelea de gallos coloridos. Tuvo tanto éxito<br />

que acudieron gentes de otras aldeas. De otras comarcas...de otras<br />

regiones.<br />

Al Coronel le enviaron miles de cartas que se despeñaron por el<br />

desfiladero del olvido. Ninguna era de su agrado. Ninguna era la que<br />

esperaba. Pasó el tiempo y la tristeza lo envolvió, al igual que la<br />

niebla abraza el valle, y se quedó sentado en la piedra más alta del<br />

precipicio. Al maestro le preocupó el estado depresivo del Coronel, y<br />

llamó a Melquiades. Ambos decidieron poner solución a tal<br />

contratiempo. Enviaron una carta alada con una cresta encarnada y<br />

plumas de arco iris. La abrió. Una carcajada recorrió el desfiladero<br />

cuando, arropado entre sus brazos, su hijo Agustín exclamó:<br />

¡Kikiiriquí!<br />

En la aldea de mi tío Julián sigue la magia y nunca sabremos<br />

cuándo acabará.<br />

Salvador Murillo Fernández (València)<br />

33


Fear – Marta Szymanska (Polonia) https://biszkopciik.deviantart.com/<br />

34


El gélido temor<br />

Como cada noche estaba triste, desasosegada, inquieta. 21 de<br />

diciembre, a las puertas de otro frío invierno que se instalaba de<br />

nuevo en su casa. Como cada mañana, volvieron a despertarse juntos.<br />

A pesar de la continua y cotidiana discusión, permanecían impertérritos.<br />

El gélido silencio se impuso.<br />

A través de los cristales empañados apenas se vislumbraba un<br />

grisáceo paisaje. Lo peor no era el frío. Lo peor era que él seguía allí.<br />

Acechando, huraño, con su fría mirada, parco en palabras, inhóspito,<br />

hostil. El alcohol, su único compañero recurrente.<br />

Ella estaba harta. Las largas noches en vela como presa que<br />

espera ser atacada mientras duerme se sucedían. Como cada noche<br />

duerme espalda contra espalda, inmovilizada por el miedo. La<br />

oscuridad acechante de su ser la rodea. Ella sumerge su cabeza entre<br />

las sábanas. Marco perfecto para un thriller. Sin embargo, es real.<br />

Una extraña relación. La soledad más absoluta. El desamor. El desencuentro.<br />

La desilusión. La desesperación.<br />

Como cada mañana, se mira al espejo. El sufrimiento deja<br />

surcos en su piel y sabiendo que nadie la escucha le habla al espejo. Se<br />

da cuenta que todo su ser es un témpano de hielo. El hielo nunca<br />

cuenta en el amor, el hielo nunca ama, sólo es frío.<br />

Oyó su ronca voz. Despertaba. Tenía miedo de él y de sí misma.<br />

Sabía que no debía seguir, pero él siempre acababa por convencerla.<br />

Por las mañanas, desde su sobriedad, le decía una y otra vez que la<br />

quería; le juraba y perjuraba que ella era la mujer de su vida. Sonaba<br />

convincente. Sin embargo, otra noche más la historia se repetiría. Las<br />

personas no cambian. El tiempo se detuvo. Algo se quebró en su<br />

interior. No pudo ser. Él. Ella. La noche. El día. Su reloj vital se<br />

detuvo.<br />

Carmen Fabiá Mir (València)<br />

35


Change of Seasons – Dee (Rumanía)<br />

https://energeticreaction.deviantart.com/<br />

36


El sexo de las estaciones<br />

Primavera intentaba abrirse paso con timidez,<br />

mientras el frío invierno la amenazaba de muerte<br />

con tormentas y nevadas.<br />

Era evidente que se resistía a cederle su espacio,<br />

aunque ella, constante, no cejara en su empeño.<br />

Los almendros y los cerezos en plena floración<br />

tintaban los campos de blanco y rosa<br />

y el azahar de naranjos y limoneros<br />

embriagaban todo con ese aroma suyo<br />

tan seductor, peculiar y penetrante.<br />

Pero invierno, celoso de la alegría<br />

transmitida por primavera,<br />

y no siendo capaz de valorar<br />

sus peculiaridades,<br />

se resistía a marcharse<br />

y seguía cubriendo el paisaje de blanco.<br />

Entonces verano,<br />

poderoso y valiente,<br />

sacó pecho por su amor,<br />

llegando con fuerza para teñir<br />

los días de azul y amarillo,<br />

y reconfortarnos con su calor.<br />

37


Antes que otoño<br />

regresara con fuerza,<br />

comenzando de nuevo<br />

a hacer de las suyas.<br />

Marisa Martínez Arce (València)<br />

38


Hogar, dulce hogar<br />

Gregory – Lawdeda https://www.flickr.com/photos/lawdedas/<br />

El niño repetía cada gesto que hacía su padre. Por eso,<br />

continuamente empujaba y gritaba a su madre, sin llegar a entender lo<br />

que significaban aquellas palabras. Cuando la Policía se presentó en<br />

su casa, ella flotaba en un charco de sangre y el pequeño, con unas<br />

tijeras, se ocupaba en destripar a su osito de peluche.<br />

Pepe Sanchis (Massalfassar, València)<br />

39


Anorexia – Alexander Koromilas<br />

https://www.flickr.com/photos/temporis_punctum/<br />

40


Cocina macrobiótica<br />

Manuela y Paula, dos jóvenes amigas, un sabado de septiembre<br />

por la mañana están paseando en Piazza del Duomo, en Milán, para<br />

dirigirse hacia el Castillo Sforzesco donde hay un museo de arte.<br />

Mientras tanto van mirando los escaparates para comprarse ropa de<br />

moda. Acaban de entrar en una tienda cuando Manuela se desmaya.<br />

Su amiga Paula, asustada, llama la ambulancia que las lleva al<br />

hospital.<br />

En urgencias, Miguel, el joven médico que atiende a Manuela,<br />

logra despertarla y le hace unas pruebas. Cuando llegan los resultados<br />

descubre que tiene déficit de proteínas, déficit de calcio y está<br />

empezando a deshidratarse.<br />

Se da cuenta de que es un problema de alimentación y le pregunta:<br />

—Manuela, eres joven y guapa, ¿qué pasa con la comida? Puedes<br />

empeorar y si sigues así ya no habrá posibilidad de curarte.<br />

—Doctor, quiero adelgazar, me veo gordita, y por ese motivo he<br />

ido a un curso de cocina macrobiótica. Mi amiga Paula me ha<br />

dicho que aunque su principal objetivo no sea la pérdida de peso,<br />

sino dar unas normas saludables, puede servir para adelgazar. Nos<br />

han dado indicaciones sobre los cinco tipos de dietas<br />

macrobióticas. Dos de ellas son muy estrictas.<br />

—¿En qué consiste la comida? Seguro que hay algo equivocado.<br />

—Bueno, se prohiben las carnes rojas, las grasas animales, los<br />

productos lácteos, azúcares, los tomates, las berenjenas y las patatas,<br />

las frutas tropicales y los zumos, alimentos con conservantes. El café<br />

también está prohibido. Se reduce al máximo la ingestión de líquidos.<br />

La nutrición está fundamentada en el consumo de cereales integrales,<br />

legumbres, verduras de temporada. Es una dieta consistente en<br />

alimentos ecológicos.<br />

41


—Ya veo. Pero, si comer alimentos ecológicos, cereales integrales<br />

y verduras de temporada es óptimo, el problema es que se prohiben<br />

alimentos cuya falta a la larga conlleva graves consecuencias para la<br />

salud. Eres muy guapa e inteligente, no necesitas adelgazar. Créeme.<br />

Te puedo ayudar a consultar al nutricionista del hospital para que te<br />

aclare como comer de manera saludable, pero sin que falten ciertos<br />

alimentos. Te quiero volver a ver dentro de quince días. Te llevaré a<br />

un restaurante muy bueno donde se come saludable y de todo.<br />

Además quiero seguirte mientras te cures. De momento te invito a un<br />

café. No te hace daño<br />

—Muchas gracias doctor, seguiré tus consejos y acepto las<br />

invitaciones.<br />

Unos días después, cuando Manuela, ya convencida de que en su<br />

dieta tenía que incluir todos los grupos de alimentos de una forma<br />

equilibrada, leyó en el periódico una noticia que la dejó sin palabras:<br />

«Detenido el guru de la macrobiótica. Varios jóvenes trabajaban como<br />

esclavos en sus granjas. Dos chicas desnutridas han sido llevadas al<br />

hospital».<br />

María Grazia Scelfo (Roma, Italia)<br />

http://mgscelfo.blogspot.com.es/<br />

42


Hoy ha muerto mamá<br />

Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé.<br />

El extranjero. Albert Camus<br />

Ilustración de Leyre Gilardi, proporcionada por la autora<br />

Ya era hora, ¡por fin! Esto último no lo he puesto en el<br />

telegrama que mandé a mi hermano. No vive en España, no ha estado<br />

aquí, no sabe de la misa la media. Pero ¡qué alivio, por Dios! Ella<br />

llevaba años viviendo a costa de su muerte. Cuando yo falte, ya os<br />

acordaréis de mí. Esa frase se repite en mi cabeza como ocurre con las<br />

canciones pegadizas que no hay modo de quitárselas de encima.<br />

Siempre había sido bastante pesada. ¿Y por qué tenéis que hacer<br />

ese viaje? No me gusta el colegio del niño, es muy de barrio, ¿no veis<br />

que habla como un arrabalero? El colegio de Juanito era<br />

absolutamente normal, y para un viajecito que hacíamos de uvas a<br />

peras nos lo tenía que restregar por las narices. Pero a eso ya<br />

estábamos acostumbrados.<br />

<strong>43</strong>


Lo duro empezó hace unos cinco años. Mamá decidió que tenía<br />

una enfermedad grave e incurable y que se iba a morir de un día para<br />

otro. La llevamos al centro de salud. Como no le encontraron nada, la<br />

mandaron a La Paz. Allí tampoco hallaron el origen de sus males.<br />

Llegaron a la conclusión de que era cosa psicológica. Una mujer<br />

mayor que reclamaba cariño, eso dijeron. ¡Y un cuerno! Después vino<br />

lo de que las piernas ya no la sostenían. Aún vivía en su casa y —¡en<br />

mala hora!— decidimos traérnosla a la nuestra.<br />

Durante unos días pareció feliz. Incluso daba unos pasitos.<br />

Jugaba con Juanito a la brisca y al chinchón, veía culebrones en la<br />

tele y no protestaba por lo que le ponía para comer.<br />

Yo estaba segura de que podía andar sin problemas, pero salía<br />

con aquello de que Para lo poco que voy a durar o No os hacéis idea<br />

de lo mal que me encuentro. Y empezó a utilizar una frase terrible:<br />

Antes de morirme me gustaría. Al principio fueron pequeños<br />

caprichos. Durante un tiempo quiso que la lleváramos a merendar a<br />

La Mallorquina, en la Puerta del Sol. Le recordaba su niñez, decía.<br />

Vivimos en Torrejón y los atascos son habituales en la M-40. El<br />

viajecito nos suponía, con suerte, una hora de ida y otra de vuelta,<br />

más la odisea de aparcar el coche en el centro de Madrid. Toda la<br />

tarde perdida para que mamá se tomara un café descafeinado con una<br />

ensaimada.<br />

Después vino lo de ir al aeropuerto para ver despegar y aterrizar<br />

aviones, o a las estaciones de Atocha y Chamartín para disfrutar de la<br />

visión de los trenes. Todo cargando con la silla de ruedas en el<br />

maletero del coche. En casa la había sorprendido alguna vez en la<br />

cocina adonde había llegado por su propio pie. De día comía poco,<br />

decía que no le entraba, pero de noche saqueaba la nevera. Yo le<br />

advertía: Mamá, que te va a sentar mal. Y ella: Cómo eres, hija, total<br />

para dos días que voy a vivir.<br />

Ante nuestra buena disposición, se envalentonó. Nos comunicó<br />

que quería viajar, que deseaba conocer unos cuantos lugares antes de<br />

morir. Intentamos hacerla entrar en razón: Mamá, en tu estado sería<br />

44


complicado. Inútil. Decidimos tirar de ahorros para cumplir su<br />

voluntad. Nuestra sorpresa fue mayúscula cuando expresó el deseo de<br />

«escalar» determinadas montañas. Especificó que «en coche» —con la<br />

silla de ruedas en el maletero— para desde la cima poder contemplar<br />

el mundo.<br />

Como primer destino eligió el Moncayo, después hubo que<br />

coger el avión para llegar al Teide, también cayó el Mont Blanc.<br />

Nunca se podía alcanzar la cima con el coche. Había que dejarlo en<br />

un aparcamiento más o menos cercano. Para el trecho que quedaba,<br />

la silla de ruedas resultaba inútil. Así es que, entre Juan y yo la<br />

llevábamos a la sillita de la reina hasta la mismísima cúspide.<br />

Entonces nos hacía poner en el móvil la canción de Sonrisas y lágrimas,<br />

«Climb every mountain», en inglés, porque sonaba mejor. La<br />

sentábamos en una roca y parecía enormemente feliz, mientras<br />

nosotros, derrengados, nos dejábamos caer en otra.<br />

Aquello no era vida. Pero si no le hacíamos caso, se moría.<br />

Literalmente. Se quedaba inmóvil en la cama y conseguía que le<br />

bajara la temperatura de tal modo —ni idea de cómo lo hacía— que<br />

parecía el típico cadáver. Mamá, mamá, despierta, por Dios. Le<br />

dábamos palmadas en la cara, le frotábamos las manos y los pies, y<br />

lentamente resucitaba. ¡Ay, hijos! Creía que ya no iba a volver. Ya me<br />

queda muy poco, lo sé. Por cierto, antes de morirme.<br />

Me gustaría ir al Machu Picchu, me dijo esta mañana. Al<br />

parecer hemos acabado con las cumbres europeas que le interesan y<br />

hay que empezar con las americanas. Apenas nos queda dinero.<br />

Tomé una decisión: la dejaría morir.<br />

Aproveché que Juan estaba ya camino del trabajo para<br />

manifestarle categóricamente a mamá que no habría Machu Picchu.<br />

Sin mediar palabra, se dirigió a su cuarto conduciendo la silla de<br />

ruedas, se tendió en la cama y se colocó rígida sobre la colcha con las<br />

manos juntas en actitud orante. Poco a poco se le fue transmutando el<br />

color de la piel en un blanco violáceo. La toqué, se había quedado<br />

helada. Estaba convencida de que aún seguía viva, que esperaba que<br />

45


yo reaccionara y le calentara el cuerpo como hacíamos siempre. A<br />

punto he estado de compadecerme, pero me ha venido de pronto a la<br />

cabeza el Everest. Sé que no se iba a contentar con el Machu Picchu,<br />

que querría escalar los picos más elevados de América como el<br />

Aconcagua, el Chimborazo o el McKinley y que después —aunque<br />

solo fuera para jodernos— nos haría llevarla al Himalaya, con la silla<br />

de ruedas a cuestas, para coronar como mínimo el K2.<br />

Cuando mi hermano ha llegado al tanatorio desde el aeropuerto,<br />

me ha preguntado que cómo ha sido todo tan repentino; y yo le he<br />

contestado que porque hoy ha muerto mamá voluntariamente.<br />

Ángeles Navarro Peiro (Madrid)<br />

46


El plan<br />

A sign of life – UnseenHarbinger (Alemania)<br />

https://ancalinar.deviantart.com/<br />

Comenzaba a ponerse el sol entre la arboleda cuando me puse<br />

en marcha. Había dejado a mis hermanos durmiendo tranquilamente<br />

en la casa del ogro, una vez que me aseguré de que este cayera a<br />

plomo desde el andamio. Su mujer era buena y consentiría de buen<br />

grado casarlos con sus siete hijas. Por mi parte, con las botas del<br />

gigante, pensaba recorrer el mundo, hacerme cartero y llegar a ser tan<br />

famoso que narraran mi vida en un cuento.<br />

Micro finalista en el I Certamen de Microrrelatos<br />

María de Molina 24 Ediciones<br />

Manuela Vicente Fernández (Viana do Bolo/Ourense)<br />

www.lascosasqueescribo.wordpress.com<br />

47


Fotografía de la autora<br />

48


Descruzando caminos<br />

Antes existían los cines continuados. Uno entraba a la función, y si<br />

ya había empezado la proyección, se quedaba en su butaca, veía la<br />

película y luego esperaba para verla comenzar. Si te volvías<br />

aficionada a la magia de la sala y su sugerente oscuridad, disfrutabas<br />

de tu actor favorito, viendo una y otra vez al galán que te flechó,<br />

desde la media tarde hasta la noche.<br />

Algo trajo a mi memoria esas viejas salas de cine. En la pequeña<br />

pantalla del asiento delantero, se sucedían las presentaciones de<br />

distintos films, y yo no me decidía por ninguno. Comenzaba a ver un<br />

drama, y al momento me vencía el sueño, hasta que por enésima vez,<br />

un toque en la pantalla, y volvía al inicio. Se parecía a los continuados.<br />

Tenía por delante doce horas de paseo por las nubes. No estaba<br />

mal, ni el entretenimiento, ni dormitar entre beso y beso de los<br />

protagonistas.<br />

Iba hacia un destino incierto, a conocerlo personalmente. Mi<br />

mente volaba a la par del avión, recordando los momentos<br />

compartidos a través de internet: las imágenes que nos habíamos<br />

regalado tantas veces, nuestras voces excitándonos y soñando con un<br />

encuentro real.<br />

Tres años habían transcurrido a la velocidad de la luz. El<br />

sentimiento se había profundizado. La necesidad de palpar nuestra<br />

realidad, nos atormentaba. Urgía cometer cualquier locura. La<br />

idealización de nuestras virtudes y defectos, requería de la realidad,<br />

para aproximar nuestras individualidades, a medidas más exactas.<br />

Silvia, fue a despedirme al aeropuerto. La única que permití que<br />

compartiera ese momento, el de partir hacia el todo o la nada.<br />

—Toma. Lee el cuento que te marqué. Y después redondea tus<br />

propias conclusiones, si a último momento te atacan las dudas.<br />

49


—No habrá dudas, amiga. Pero te haré caso. Al fin de cuentas,<br />

eres la única que conoce la historia, al menos desde mi punto de vista.<br />

Él, me conocía castaña. A último momento, me decidí por un<br />

rubio brillante, que me diera luz al bajar del avión y que le ayudara a<br />

distinguirme entre la multitud. Quise sorprenderle y me lo callé. Un<br />

condimento más a nuestro increíble encuentro.<br />

Como cuando acompañas a alguien en un velatorio, a cierta altura<br />

de la noche, las horas del viaje se enlentecen. No hay forma de apurar<br />

el reloj. Para ayudar a pasar las horas estaba el cuento de Kundera, el<br />

de los amores ridículos. «Que los muertos viejos dejen lugar a los<br />

muertos vivos», era el señalado por Silvia. Lo leí. No me gustó. Me<br />

incomodó la disyuntiva entre el ideal y la realidad, entre el cielo y la<br />

tierra, entre ser lanzada hacia el pasado o ser parte de la gloria, con<br />

que los recuerdos nos coronan, cuando hemos sido amores<br />

imposibles.<br />

Por algún motivo, comencé a recordar frases sueltas, algunas<br />

escritas en chat, otras habladas a través de Skype. Por alguna razón,<br />

recordaba discusiones, ofensas, disculpas, agresiones, celos, reclamos,<br />

perdones. De uno al diez, sumando todas las disculpas, el total no<br />

llegaba a uno, mientras que el resto, junto con las palabras de amor y<br />

ensoñación, hacían el total.<br />

Las doce horas transcurrieron, de modo que terminé por olvidar<br />

que fueron muchas.<br />

La ansiedad y la emoción, dejaron escapar alguna lágrima entre<br />

alguna sonrisa.<br />

El tren de aterrizaje, fue el cimbronazo que me recordó que ya<br />

pronto tocaría tierra.<br />

«Siempre es mejor despegar. Es el inicio del vuelo», pensé,<br />

reiterándome.<br />

Recogí mi equipaje, junto con los recuerdos, que fui desperdigando<br />

a lo largo del viaje. La sala de arribos, estaba a tope. Y entonces, entre<br />

tanta gente, lo vi. Fue irreal: era y no era. Me parecía que siempre<br />

50


había estado cerca de él y sin embargo, esta era la distancia más corta<br />

entre los dos. Tantos pasajeros, distrajeron su atención. En su cara se<br />

advertía la inquietud por encontrarme. Fue ahí, cuando me detuve en<br />

seco. Luego me hice a un lado, perdiéndome dentro de un grupo de<br />

turistas que aguardaban encontrarse con su guía, para iniciar la<br />

excursión. Lo vi desencajado, contrariado, puede que hasta enojado,<br />

un gesto que nunca vi en su cara, pero si conocí en muchas de sus<br />

palabras. Y ahí, detrás de un mostrador, envuelta entre gente que iba<br />

de un lado a otro como sabiendo de verdad su destino, me puse a<br />

resguardo.<br />

No habría realidad que superara el sueño. Nada sería mejor que la<br />

ilusión de lo que podría haber sido. Nada me recompensaría jamás de<br />

tanto amor, ni el amor sería tan generoso como para entregarse hasta<br />

quedarse en nada.<br />

Ahí, sin más, elegí.<br />

Vivian Rodríguez Dorgia (Montevideo, Uruguay)<br />

https://lapiazzadellaluna.blogspot.com.uy/<br />

51


Old falling down house – Lisa Bagherpour (EUA)<br />

https://fairiegoodmother.deviantart.com/<br />

52


Abandono<br />

La casa<br />

las cosas<br />

envejeciendo solas<br />

con el polvo rondando sus entrañas.<br />

Sin estupor de voces,<br />

sin luces las ventanas,<br />

estancos de frío en los rincones<br />

lujuria en el escape de las plantas<br />

un opaco descielo en las alcobas.<br />

Oscura predicción,<br />

y el tiempo estático<br />

sin gozo de mirada.<br />

Y en secuencia las sombras<br />

envejeciendo solas<br />

destempladas.<br />

Gladys Alonso (Chacras de Coria-Mendoza, Argentina)<br />

agosto 2013<br />

53


Imagen proporcionada por la autora<br />

54


Los gorriones de la catedral<br />

Suenan a música celestial con sus voces blancas. Son los niños<br />

del coro de la catedral. Parecen ángeles por sus rostros infantiles y su<br />

voz prodigiosa. Visten el color de la pureza sobre sus inocentes<br />

cuerpos, ocultan bajo sus ropajes su secreto.<br />

Viven prisioneros, como en una cárcel, sin haber cometido<br />

ningún delito, donde les llueven los golpes, los insultos y el miedo.<br />

Al llegar la noche, amparándose en el nombre de Dios, con las<br />

sotanas levantadas, yacen con ellos, amordazándolos bajo la amenaza<br />

de que si hablan irán al infierno.<br />

Hoy, tras treinta años de terror, claman al cielo.<br />

Relato finalista en Wonderland (RNE) 11.11.17<br />

Pilar Alejos Martínez (Quart de Poblet, València)<br />

https://versosaflordepiel.blogspot.com.es/<br />

55


A class act – ernest.borg9 https://www.flickr.com/photos/ernestborg9/<br />

56


Esas traviesas feromonas<br />

Andaba un poco revuelta y me disponía a entrar en MUFACE<br />

para solicitar la ayuda dental. Siempre me pierdo con los papeles, los<br />

trámites y la burocracia. Pero en aquel preciso instante, me había<br />

perdido literalmente en ese ministerial edificio pues no recordaba a<br />

qué planta debía subir, cuando un señor muy amable a quien<br />

pregunté, me ayudó. Era más joven que yo. Subimos juntos en el<br />

ascensor y de inmediato mi pituitaria se alborotó al reconocer que<br />

aquel tipo venía de fumar un pitillo por el aroma a nicotina que<br />

exhalaba todo su cuerpo: su pelo, su camiseta… y su aura. Todo el<br />

habitáculo se inundó. Aspiré ansiosa su olor. ¡Cuánto tiempo! Me<br />

moría de ganas de fumar. Ya casi tres años que lo había dejado y aun<br />

así me fumaba encima. Inicié una maniobra de aproximación<br />

corporal sin parangón inhalando con profunda precisión, sin<br />

vergüenza y sin permiso, y me lancé como una loba hambrienta a<br />

lamerle la carne que tenía visible para aprehenderle todo su sabor.<br />

Fundamentalmente: cuello, labios, orejas, manos y brazos. Yo me<br />

veía como un blandiblú pegajoso que tapaba todos sus poros y me<br />

sentía la protagonista de una película de sexo barato. Pero no me<br />

importaba. Él, atónito, incrédulo y algo más que sorprendido, no<br />

supo o no pudo reaccionar y se dejó hacer, creyendo que mi ardor era<br />

un simple deseo sexual. Una confusión llevó a otra y acabamos en los<br />

servicios del último piso gubernativo, enzarzados con prisa cual<br />

animales en celo. Era primavera.<br />

Cuando lo dejé algo maltrecho en aquel baño, rompí las<br />

solicitudes de ayuda que llevaba en el bolso. Ya no necesitaría los<br />

implantes caninos. Me habían crecido de nuevo.<br />

Malén Carrillo (Sóller, Mallorca)<br />

http://enredadaenlaspalabras.blogspot.com.es/<br />

57


Monster bride III – szorny-stock (Hungría)<br />

https://szorny-stock.deviantart.com/<br />

58


Alma de hielo<br />

Desde que lo vio supo que iba a morir.<br />

Sí, lo sé, eso es una obviedad, puesto que en esta vida lo único<br />

seguro es la muerte, pero es que ella pensó que ocurriría pronto.<br />

Lo conoció en una discoteca. Lo normal. Cuatro miradas, tres<br />

bailes, un par de copas juntos y un revolcón que pasó sin pena ni<br />

gloria.<br />

La verdad es que ni siquiera en esa primera ocasión le interesó<br />

demasiado. Era un chico sencillo, con una conversación fluida pero<br />

carente de interés. Físicamente pasable. Simpático con una evidente<br />

falta de cariño en su vida.<br />

Era la presa perfecta.<br />

Empezaron a quedar de manera esporádica. Ella alternaba las<br />

citas con él con otros encuentros furtivos que la llenaban de<br />

satisfacción y lujuria.<br />

Él pasaba las tardes esperando ansioso la llamada que<br />

convertiría su día en un paraíso de la felicidad eterna o en un fracaso<br />

absoluto. A ella el juego le divertía, él no entendía a dónde lo<br />

conduciría esa relación.<br />

Llegó el momento en que a él no le quedó más remedio que<br />

armarse de valor y, anillo en mano, y rodilla al suelo, le declaró su<br />

amor eterno y devoción incondicional.<br />

El tímido sí que salió de la boca de ella debería haber ido<br />

acompañado de unas mejillas sonrojadas por la vergüenza de saberse<br />

mentirosa y calculadora hasta la médula.<br />

La noche de la despedida de soltera, ella tiró la casa por la<br />

ventana y, en un arranque de desenfreno incontrolado, superó su<br />

59


écord y se acostó con dos. Uno, antes de los cubatas, y el otro,<br />

después.<br />

Sus amigas ni siquiera se dieron cuenta. Hay que ver lo fácil que<br />

es que la crean a una cuando no ha dicho ni media verdad en toda su<br />

vida.<br />

El día de la boda, y a pesar de que su futuro marido sospechaba<br />

que su mujer no era del todo sincera, fue todo como se esperaba que<br />

fuera. Ella, radiante, vestida de blanco, paseaba vanidosa y satisfecha<br />

del brazo de él.<br />

Se hicieron las fotos correspondientes con cara de enamorados y<br />

miradas brillantes como de personajes japoneses en los dibujos<br />

animados.<br />

Decidió no aguantarlo demasiado.<br />

A las pocas semanas de vivir juntos, él ya le había regalado un<br />

coche, la había colmado de caprichos y vivían en una preciosa casa<br />

con jardín. Ella mantuvo la serenidad y se comportó como la amante<br />

esposa que se suponía que era. Hasta que se cruzó un nuevo<br />

compañero de trabajo en su vida.<br />

No lo pudo resistir.<br />

Fue superior a sus fuerzas. Era tan mono y tan inocente y tan<br />

corto que no pudo evitar conquistarlo para llevar a cabo sus planes.<br />

Empezó a salir con él a espaldas de su marido y del resto del mundo.<br />

A su compañero le contaba que su matrimonio iba mal. Que se sentía<br />

maltratada. A su marido sin embargo, no tenía que decirle nada<br />

porque vivía en la más absoluta inopia.<br />

Fue por aquellos días cuando su profesor de aeróbic se separó de<br />

su mujer y, para celebrarlo decidió llevarse al huerto a una de sus<br />

alumnas favoritas. A él se le pasó un poco el disgusto y a ella, el<br />

sinsabor. Un dulce, al fin y al cabo, no amarga a nadie.<br />

60


Y llegó el punto en que ella, con tres bazas en marcha y ninguna<br />

de interés, decidió que había llegado ya la hora de poner en marcha su<br />

maquiavélico plan.<br />

Sabía que iba a morir y que sería pronto.<br />

Quedó con su compañero de trabajo para contarle, desconsolada,<br />

que su marido la había insultado y la había amenazado con<br />

echarla de casa. Dijo entre hipos, la muy pécora, que se iba a suicidar<br />

a causa de lo infeliz que era con él. El pobre compañero de trabajo,<br />

algo flojo en entendederas pero muy leal y fiel, prometió hacerse<br />

cargo del asunto sin que ella tuviese que mover un dedo,<br />

prometiéndole un futuro feliz y jurándole amor eterno.<br />

Ella, fingiendo un enorme agradecimiento, se retiró sigilosa, y<br />

aprovechó la coyuntura para llamar a su amante, el del gimnasio,<br />

para quitarse una vez más la amargura y hacerse, de paso, con una<br />

coartada firme como los bíceps del profesor.<br />

Sabía que iba a morir y murió.<br />

La primera plana de todos los periódicos reflejaba el horror en<br />

los ojos de una pobre mujer a la que acababan de arrebatar a su<br />

amado esposo. Joven y guapa, quedaba sola. Una pobre viuda que se<br />

sumía, ante las cámaras y ante el mundo, en el más profundo de los<br />

desconsuelos.<br />

Cubierta la cabeza por una sudadera, un pobre hombre con<br />

aspecto lastimoso, salía de casa esposado y rodeado por la Policía.<br />

Ante la mirada atónita de su mujer y sus hijos, no dejaba de repetir<br />

que amaba a esa viuda y que lo que había hecho era por su bien. Que<br />

su marido era un monstruo y que se había hecho justicia.<br />

En el gimnasio, en plena clase de Zumba, un monitor<br />

encantador, sonriente y sudoroso encandilaba al alumnado con<br />

movimientos insinuantes cuando de pronto, al mirar de refilón la<br />

pantalla del televisor, tropezaba y caía al suelo envuelto en una nube<br />

de perplejidad.<br />

La sinrazón copa las noticias.<br />

61


No tenía razón, ni justificación. No se le conocían traumas<br />

infantiles. Era querida y se sentía realizada en su trabajo. Tenía<br />

amigas y familia. Ella simplemente era mala. Y él le pareció un<br />

objetivo deseable. Lo vio y quiso matarlo. Así, sin más. Pero como no<br />

entraba en sus planes ir a la cárcel ni complicarse la vida, eligió el<br />

camino más largo para satisfacer su deseo.<br />

Y fue más largo, pero lo consiguió.<br />

Aurora Rapún Mombiela (València)<br />

62


Nostalgia<br />

Easy Rider – Michelanemo<br />

Una sombra acecha y nadie sabe quién es ni de dónde viene<br />

¿Qué tal te ha ido por Nueva Orleans y sus carnavales?<br />

¿Has visitado su cementerio, sobre todo al atardecer?<br />

¿Has caminado entre las tumbas y las criptas para comprobar si te<br />

comunicabas con los difuntos en sus nichos?<br />

¿Qué tal te fue en el barrio Francés con sus bares y licores?<br />

¿Encontraste lo qué buscabas o te fuiste decepcionado?<br />

Y acabaste de nuevo en la carretera a los sones de la música de EASY<br />

RYDER esperando a Peter Fonda y Dennis Hopper en sus motos a<br />

que te lleven a cualquier parte de 1968.<br />

Jorge Zarco Rodríguez (València), 4.11.2015<br />

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Autogestió – Escif (Valencia) Grafiti en el barrio de Benimaclet<br />

https://www.pinterest.es/manuellopezdieg/escif/<br />

Imagen sugerida por la autora<br />

64


Las bravas<br />

Fue cosa del destino.<br />

Dos expatriadas<br />

del mismo barrio<br />

se encuentran<br />

en un nuevo lugar.<br />

En el norte,<br />

con el frío,<br />

calentándose el cuerpo<br />

a base de cervezas.<br />

Fue cosa del azar.<br />

Dos mujeres<br />

con la cabeza llena de sueños<br />

y la mochila siempre a cuestas<br />

anidaron lejos de su hogar,<br />

de sus amistades,<br />

de su familia…<br />

Fue cosa de la suerte,<br />

la ventura<br />

acaso la casualidad…<br />

Dos mujeres bravas<br />

comenzando una nueva realidad.<br />

Esther Moreno Morillas (València)<br />

http://elcascabelalgato.blogspot.com.es/<br />

http://invisiblevoyeur.blogspot.com.es/<br />

https://feminismosmasturbatorios.wordpress.com/<br />

65


III Concurso de microrrelatos<br />

La Radio en Colectivo/Valencia Escribe<br />

El programa La Radio En Colectivo, de Mislata Radio, con la<br />

colaboración de Valencia Escribe, y el fin de fomentar la creatividad<br />

literaria y difundir el género del microrrelato, convocan el III Concurso<br />

de Microrrelatos.<br />

La presentación a este certamen implica la aceptación de las siguientes<br />

bases:<br />

1. El concurso se desarrollará desde mayo de <strong>2018</strong> hasta abril del<br />

2019. Cada mes se seleccionará un microrrelato ganador y entre todos<br />

los ganadores mensuales se escogerá el ganador del premio final. Se<br />

podrán enviar solo dos microrrelatos por persona al mes.<br />

Los participantes deberán tener los 14 años cumplidos.<br />

2. El microrrelato debe ser original e inédito (por inédito se entiende<br />

que no haya ganado ningún premio ni se haya difundido en ningún<br />

medio), escrito en castellano, y que no exceda las 150 palabras, título<br />

incluido. La temática será libre.<br />

3. Las obras se enviarán por correo electrónico, con el asunto «III<br />

Concurso de Microrrelatos La Radio en Colectivo», a la siguiente<br />

dirección: valenciaescribe@hotmail.com<br />

El texto, que debe llevar título, debe incluirse en el cuerpo del mensaje<br />

(no como un documento adjunto) y al final deben constar los datos<br />

personales (nombre y apellidos, dirección postal, localidad y un<br />

teléfono de contacto).<br />

Se podrán firmar las obras con pseudónimo sin menoscabo de la<br />

inclusión de los datos personales para el conocimiento de estos por la<br />

organización del concurso.<br />

66


Los microrrelatos se pueden presentar a cada convocatoria mensual<br />

desde el día 1 desde las 00.00h hasta el día 28, 30 o 31 (según el mes)<br />

a las 23.59h, en GTM+1.<br />

4. Los textos ganadores mensuales se publicarán en las páginas de<br />

Facebook: La Radio en Colectivo, y Valencia Escribe. Por este motivo<br />

La Radio En Colectivo se reserva el derecho de reproducción y<br />

difusión de todos los microrrelatos enviados, incluso los no seleccionados.<br />

5. El jurado que seleccionará los microrrelatos finalistas de cada<br />

convocatoria mensual estará formado por el equipo de La Radio En<br />

Colectivo y de Valencia Escribe, pudiendo incluir en sucesivas convocatorias<br />

a nuevos miembros del jurado.<br />

El veredicto de cada mes se hará público un jueves (no festivo) del<br />

mes siguiente a cada convocatoria mensual en las páginas de<br />

Facebook La Radio en Colectivo y Valencia Escribe, y se leerá en el<br />

programa de radio.<br />

El veredicto final se hará público el último jueves de mayo de 2019<br />

en las mencionadas páginas de Facebook y en la emisión de esa<br />

semana del programa de radio.<br />

Los autores ganadores y finalistas deberán estar dispuestos a darse a<br />

conocer públicamente.<br />

6. Los finalistas de cada mes optarán a un diploma y, además, está<br />

prevista una sorpresa final para el ganador.<br />

7. El jurado puede declarar desierto el premio mensual, así como el<br />

final, si considera que ninguna de las obras presentadas tienen<br />

suficiente calidad para ser publicadas.<br />

8. La Radio En Colectivo se reserva la posibilidad de modificar las<br />

bases del concurso por causas justificadas.<br />

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Cartel y bases confeccionados por Business & Emotions<br />

https://emartinezpico.wixsite.com/businessandemotions<br />

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70


Nuestros libros<br />

En Amazon, tanto en papel como en ebook, a precios de escándalo<br />

Próximamente, «Cuentos de las Estaciones» también en Amazon<br />

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Números anteriores de Valencia Escribe<br />

Número 35 (Octubre 2017)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/59450052/ve-35-octubre<br />

Número 36 (Noviembre 2017)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/59501837/ve-36-noviembre-2017<br />

Número 37 (Diciembre 2017)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/59579031/ve-37-diciembre-2017<br />

Número 38 (Enero <strong>2018</strong>)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/59669075/ve-38-enero-<strong>2018</strong><br />

Número 39 (Febrero <strong>2018</strong>)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/59811171/ve-39-febrero-<strong>2018</strong><br />

Número 40 (Marzo <strong>2018</strong>)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/59875642/ve-40-marzo-<strong>2018</strong><br />

Número 41 (Abril <strong>2018</strong>)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/59937467/ve-41-abril-<strong>2018</strong><br />

Número 42 (Mayo <strong>2018</strong>)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/60097984/ve-42-mayo-<strong>2018</strong><br />

NOTA: Enlaces de descarga en el interior de cada revista<br />

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Palabras en la basura<br />

Alberto Basterrechea, «Neorrabioso»<br />

http://neorrabioso.blogspot.com.es/<br />

73


Valencia Escribe en las redes<br />

Recordamos que en nuestro muro de Facebook Valencia<br />

Escribe, os invitamos a narrar fotografías y colgamos convocatorias<br />

de concursos literarios que os podrían interesar<br />

https://www.facebook.com/pages/Valencia-Escribe/134450789952020<br />

Si tienes un blog y quieres hacernos partícipes de su existencia o<br />

mantenernos al tanto de las entradas que publiques, no olvides que<br />

también tenemos el grupo Valencia Escribe Blogs<br />

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Para los aficionados al Haiku, también tenemos un espacio, que<br />

para ser originales nos dio por bautizar como Valencia Escribe<br />

Haiku. Podéis dejar allí vuestros poemas pero intentad cumplir las<br />

reglas…<br />

https://www.facebook.com/Valencia-Escribe-Haiku-746524675464504/<br />

¿Queréis compartir o ser informados sobre los eventos culturales<br />

más interesantes a celebrar en Valencia y alrededores? Exposiciones,<br />

conferencias, presentaciones de libros, talleres, teatro, conciertos…<br />

todo eso y más en Agenda Cultural <strong>VE</strong><br />

https://www.facebook.com/Agenda-Cultural-Valencia-Escribe-<br />

1806573156332152/<br />

Valencia Escribe (y mucho) es un grupo creado para compartir<br />

vuestros poemas, microrrelatos y entradas de cualesquiera blogs<br />

literarios mantenidos por los amigos que integran esta familia que<br />

cada vez se hace más y más y más grande.<br />

https://www.facebook.com/groups/39356588<strong>43</strong>45726/<br />

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¿Te gusta leer? ¿Te apetecería comentar con nosotros tus<br />

lecturas? ¿Dar/pedir opiniones o recomendaciones sobre libros,<br />

decirnos lo que estás leyendo, vas a leer o desearías leer? ¿Compartir<br />

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opiniones y debátelas en el grupo de Facebook Cine Club <strong>VE</strong><br />

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La foto de Miguel<br />

Miguel García Rodríguez (València)<br />

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