Richard Cohen - Comprender y sanar la homosexualidad
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de <strong>la</strong> enfermedad, ése será precisamente el ámbito desde el que ofrecemos nuestra mayor aportación<br />
a <strong>la</strong> comunidad” 1<br />
( Robert Bly )<br />
Durante mi infancia y adolescencia, recuerdo a mi padre gritándonos y a mi madre agarrándose a mí.<br />
Yo me sentía muy distante respecto de él y demasiado próximo a el<strong>la</strong>. Cuando tenía cinco años, un amigo de<br />
<strong>la</strong> familia vino a vivir con nosotros. Se ganó mi confianza, conquistó mi corazón, y abusó sexualmente de mí.<br />
Eso me empujó a experimentar <strong>la</strong> vida de manera muy intensa e hizo más difícil para mí el olvidar <strong>la</strong>s cosas.<br />
Yo tenía un temperamento más artístico, mientras que mi padre y mi hermano eran más deportistas. Mi padre<br />
maltrataba emocionalmente a mi hermano Neal, y Neal me maltrataba a mí. Éstas son algunas de <strong>la</strong>s causas<br />
que me empujaron a experimentar atracciones hacia personas de mi mismo sexo.<br />
Encontré REFUGIO en los brazos de algunos hombres. Tuve varios “amigos” en <strong>la</strong> universidad, y<br />
después tuve un amante durante tres años. En todo caso, no resultaba suficiente. Quería casarme y tener una<br />
familia. Tuve una experiencia de conversión religiosa que me ayudó a dejar mi estilo de vida homosexual. En<br />
un momento dado conocí a Jae Sook y se convirtió en mi esposa. Eso no era suficiente. Había reprimido mis<br />
atracciones hacia los de mi sexo. Necesitaba curar mis heridas y dar cumplimiento a mis necesidades<br />
insatisfechas. Esto lo logré mediante terapias, grupos de apoyo, mentores, amigos y mi fe. De este modo fui<br />
capaz de cambiar y, finalmente, volver a ser heterosexual. Hago pública mi historia para que podáis saber<br />
dónde he estado, dónde estoy y seáis conscientes que EL CAMBIO ES POSIBLE.<br />
1. PRIMERA INFANCIA Y ADOLESCENCIA<br />
Crecí en Lower Merino, un área residencial de Fi<strong>la</strong>delfia. Era el más pequeño de tres niños en una<br />
familia judía. Mi hermano Neal era cuatro años y medio más que yo. Mi padre trabajaba en el negocio del<br />
calzado y mi madre era ama de casa a tiempo completo. Lo habitual era que mi padre volviera del trabajo y<br />
nos gritara. Para mí, debido a mi naturaleza sensible, aquellos gritos eran como puñales c<strong>la</strong>vándose en mi<br />
alma. Mi padre y Neal tenían una re<strong>la</strong>ción muy antagónica. Peleaban por todo. Cuando mi hermano sentía<br />
frustración y dolor, dirigía su agresión hacia mí. Yo intentaba defenderme, pero resultaba inútil, pues él era<br />
mucho mayor y más grande que yo. En el hogar de los <strong>Cohen</strong> había constantes peleas y lágrimas. A pesar de<br />
ello, cuando había invitados en casa, sonreíamos y actuábamos como una familia feliz de c<strong>la</strong>se media.<br />
Yo me movía entre Neal y Lydia. Un día estaba a favor de el<strong>la</strong>, y el siguiente favor de él. Nuestra rutina diaria<br />
consistía en peleas entre nuestros padres y peleas entre nosotros, los niños. Mi papel era el del pacificador.<br />
Siempre estaba intentando traer paz y orden a aquel caótico hogar. Hacía el payaso, intentando de forma<br />
desesperada re<strong>la</strong>jar <strong>la</strong> tensión que se palpaba en el aire.<br />
Desde que empecé <strong>la</strong> educación sanitaria, comencé a experimentar <strong>la</strong> atracción hacia los de mi propio<br />
sexo. Aunque <strong>la</strong>s niñas se fijaban en mí, yo experimentaba un creciente interés y deseo de estar cerca de los<br />
chicos. Desde los doce años, algunos de mis amigos querían tener experiencias sexuales. Yo consentía pero<br />
que deseaba realmente era tener una intimidad física con ellos. QUERÍA ABRAZAR Y SER ABRAZADO.<br />
En ocasiones dormía en casa de mi amigo Steve. Era maravilloso estar acurrucado junto a él. Para mí<br />
no era suficiente, pero Steve se sentía algo incómodo con mis continuas proposiciones de intimidad. Cada<br />
año que pasaba, mis deseos hacia los de mi sexo se hacían más fuertes. Tuve más experiencias sexuales con<br />
amigos del colegio. Para ellos era una novedad, pero para mí se estaba convirtiendo en una obsesión. Al<br />
mismo tiempo intentaba actuar de forma “normal”, así que salí con chicas. En el último año del bachillerato,<br />
salí durante algún tiempo con María. Muchos pensaban que nos casaríamos. Supongo que nosotros también<br />
lo pensábamos, pero aquel<strong>la</strong> CRECIENTE OBSESIÓN por los hombres continuaba hechizándome.<br />
Cuando tenía diecisiete años, me aventuré a ir en busca de una re<strong>la</strong>ción homosexual. Fui al gimnasio<br />
de mi padre y conocí a un hombre que me invitó a su casa. Mi corazón <strong>la</strong>tía tan fuertemente que creía que se<br />
me iba a salir el pecho. Nunca en mi vida había hecho algo semejante. Cuando llegamos a su apartamento<br />
comenzó <strong>la</strong> seducción. Estaba nerviosísimo, pues todo aquello era nuevo para mí. No sabía que dos hombres<br />
pudieran hacer lo que él me hizo aquel día. Mi cuerpo y mi alma se sintieron rasgados en dos. Después, dejé<br />
1<br />
R. BLY, Iron John: A book about men ( Nueva York: Vintage Books, 1990), p. 42.<br />
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