23.05.2018 Views

Richard Cohen - Comprender y sanar la homosexualidad

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

preguntaba qué había hecho para conocer a alguien tan lleno de vida, tan libre respecto de <strong>la</strong>s expectativas y<br />

definiciones del resto de <strong>la</strong> gente. Como no quería que él se diera cuenta de mi atracción sexual, tenía que<br />

seguir con mi doble vida de sentir de un modo en el interior y actuar de forma diferente cara afuera.<br />

Entre los “veintipico” y antes de los treinta años, conocí a algunas mujeres hacia <strong>la</strong>s que<br />

inesperadamente me sentí atraído. Fue un tiempo maravilloso. Me gustaban <strong>la</strong>s mujeres, pero seguía<br />

teniendo miedo de mi respuesta sexual ante el<strong>la</strong>s. Necesitaba saber quién era yo como hombre. Cuando me<br />

acerqué al sexo, descubrí que a menos que sintiera una fuerte atracción hacia <strong>la</strong> mujer, <strong>la</strong> mitad de <strong>la</strong>s veces<br />

no era capaz de lograr o mantener una erección.<br />

Más tarde, para mi alegría, llegué a enamorarme de dos mujeres. Con una de el<strong>la</strong>s experimenté <strong>la</strong><br />

intensa atracción sexual que había sentido con mi amigo. Con el<strong>la</strong> llegué a sentir, por fin, lo que debe<br />

sentirse como un hombre con una mujer. Tocó algo dentro de mi yo que yo mismo ignoraba que existía. Era<br />

romántica. Hacía marcas con el lápiz de <strong>la</strong>bios en los bajos del edificio de nuestra oficina para que yo los<br />

borrara a besos. Yo no estaba siendo exactamente un chico bueno. El<strong>la</strong> era intensamente sexual y a mí me<br />

encantaba. Me sentía fuerte, decidido, cariñoso, vulnerable. Sentía que me conocía, que esta mujer me quería,<br />

pero no podía creerlo. Como me sentía atraído sexualmente hacia el<strong>la</strong>, pensé que <strong>la</strong> amaba. Le pedí que se<br />

casase conmigo, pensando que Dios me <strong>la</strong> había mandado para salvar mi cordura. Cuando hicimos el amor,<br />

pensé que ya estaba preparado. No tenía dudas ni miedos. Vi otra parte de mí mismo. Fue maravilloso.<br />

Pensaba que nos íbamos a casar. Sin embargo, el<strong>la</strong> siempre rechazaba con amabilidad mi oferta. Sólo<br />

después llegué a comprender sus propios problemas emocionales.<br />

Yo deseaba casarme y tener niños. Pensé que el matrimonio me liberaría de <strong>la</strong> atracción sexual que<br />

no quería y que me garantizaría <strong>la</strong> aprobación de los demás que seguía demandando. Con veintiocho años<br />

me casé con una mujer a <strong>la</strong> que no amaba. Tuvimos una re<strong>la</strong>ción sexual antes de nuestro matrimonio y pensé<br />

que el<strong>la</strong> me quería y que yo llegaría a querer<strong>la</strong>. Mi atracción hacia los hombres había disminuido, pero seguía<br />

allí. Nunca le hablé de mis combates interiores.<br />

Entonces no me di cuenta de que había elegido a una mujer que combinaba los caracteres negativos<br />

de mi padre y de mi madre. Tal como yo percibía a mi padre, el<strong>la</strong> era exigente y crítica. Desencadenaba mis<br />

miedos haciéndome pensar “eres un fracasado”, y me manipu<strong>la</strong>ba con comportamientos del tipo “me has<br />

herido” y “tienes <strong>la</strong> obligación de agradarme”. El<strong>la</strong> combinaba esa actitud con <strong>la</strong> absorbente tendencia de mi<br />

madre a manipu<strong>la</strong>rme fingiendo tener pena de sí misma y haciéndome pensar “tú eres responsable de mí y<br />

tienes que cuidarme a mí y mis sentimientos y estar de mi parte”.<br />

Mi mujer tenía muy mal carácter y a menudo se enfadaba. Nunca me había gustado reñir y no estaba<br />

seguro de cómo manejar los enfados de otros. Hacía cualquier cosa para cortar el malestar que sentía<br />

cuando mi mujer se enfadaba. Nuestra vida estaba llena de falsedad. En consecuencia, mi actitud hacia mi<br />

mujer era <strong>la</strong> de adivinar su pensamiento, averiguar su estado de humor y lo que le apetecía y en <strong>la</strong> medida de<br />

lo posible satisfacer<strong>la</strong>.<br />

Mi mujer era muy absorbente y crítica y me hacía sentirme un fracasado con facilidad, y tiempo que<br />

descansaba en mí para que satisficiese sus necesidades emocionales. Le ayudé a abdicar de <strong>la</strong><br />

responsabilidad de hacerse cargo de sí misma. Estaba en deuda con el<strong>la</strong>. Después de todo, el<strong>la</strong> se había<br />

casado conmigo. Me esforzaba por satisfacer<strong>la</strong> para que no hubiera conflictos, y me sentía responsable de su<br />

infelicidad. Éramos co-dependientes y yo le permití que fuera una inválida. En medio de este lío adoptamos<br />

una hermosa niña de tres meses en 1980. Mi hija se convirtió en el amor de mi vida, pero también el<strong>la</strong> quedó<br />

<strong>la</strong>stimada por mi matrimonio. Me separé de mi mujer en 1992 y demandé y obtuve <strong>la</strong> plena custodia de<br />

nuestra hija de doce años. Fue el comienzo de vivir mi propia vida.<br />

Como me sentía tan inferior a los demás y tan inadecuado para afrontar <strong>la</strong>s situaciones de <strong>la</strong> vida, y<br />

también por el odio que me provocaban mis sentimientos homosexuales, había pasado mi vida en l<br />

oscuridad, en <strong>la</strong> vergüenza y en el miedo al rechazo. Me oculté y me blindé para no experimentar el dolor. En<br />

<strong>la</strong> soledad y el ais<strong>la</strong>miento busqué respuestas para mi lucha interior, pero no sabía por dónde empezar.<br />

137

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!