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Richard Cohen - Comprender y sanar la homosexualidad

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Hay que ayudar a los tímidos a salir de sí mismos y contener a los extrovertidos. Para enseñar <strong>la</strong><br />

disciplina con cariño y educar al adulto-niño pueden resultar buenas guías los libros Positive discipline<br />

(“Disciplina positiva”) de <strong>la</strong> doctora Jane Nelson, y The Herat of parenting (“El corazón de <strong>la</strong> paternidad”), del<br />

doctor John Gottman.<br />

PONER LÍMITES<br />

Puede que el adulto-niño pretenda obtener <strong>la</strong> atención del mentor <strong>la</strong>s veinticuatro horas del día, siete<br />

días a <strong>la</strong> semana. Sus necesidades pueden ser enormes, así que es muy importante para ambos, el mentor y<br />

el adulto-niño, dejar c<strong>la</strong>ros los límites y <strong>la</strong>s normas desde el comienzo de <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción. Hay que juntarse y<br />

hab<strong>la</strong>r acerca de lo que es y lo que no es aceptable para los dos. En este sentido un buen libro de ayuda es<br />

Boundaries (“Límites”), de los doctores Henry Cloud y John Townsend.<br />

Hay que negociar cuáles y cuánto durarán los momentos de encuentro en <strong>la</strong> semana. Pueden<br />

comprometerse a reunirse en ciertos días durante un período de tiempo específico. Por ejemplo, pueden<br />

decidir juntarse <strong>la</strong>s tardes de los miércoles de siete a diez, y los domingos de tres a seis de <strong>la</strong> tarde.<br />

Pueden acordar también tiempos para hab<strong>la</strong>r por teléfono. El mentor debe dejar c<strong>la</strong>ro al adulto-niño<br />

cuáles son los horarios en los que puede l<strong>la</strong>mar. Por ejemplo, el mentor puede decir: “Puedes l<strong>la</strong>mar desde<br />

<strong>la</strong>s seis de <strong>la</strong> mañana hasta <strong>la</strong> medianoche, pero por favor, no l<strong>la</strong>mes antes de <strong>la</strong>s seis ni después de <strong>la</strong>s<br />

doce”. Lo mismo sucede respecto de <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>madas al trabajo. El mentor debe dejar c<strong>la</strong>ro si son aceptables y<br />

cuándo.<br />

El mentor también informará al adulto-niño de lo que puede y de lo que no puede darle. Debe cumplir<br />

su pa<strong>la</strong>bra y no hacer promesas que no puede o que no va a cumplir. No debe decir una cosa y hacer o ser<br />

otra. Esto exacerbaría los desapegos defensivos (bloqueos emocionales ante el padre original). Es, pues,<br />

muy importante DELIMITAR FRONTERAS Y NO HACER PROMESAS IRREALES. Hay que CUMPLIR LOS<br />

COMPROMISOS.<br />

ACTIVIDADES.<br />

Hay unas cuantas cosas que el mentor puede hacer junto con el adulto-niño, como <strong>la</strong>s haría con su<br />

propio hijo. Entre el<strong>la</strong>s, escucharle, tenerlo en brazos, pasear con él, practicar deporte, ir a ver un partido, ir<br />

juntos al cine, enseñarle alguna habilidad y salir de excursión o de pesca. EL MENTOR PROVEE AL ADULTO-<br />

NIÑO DE AQUELLO QUE NO TUVO EN SU TEMPRANA INFANCIA Y EN SU ADOLESCENCIA.<br />

3. EN BRAZOS<br />

Los padres cogemos en los brazos a nuestros hijos desde el momento en que nacen. Los acunamos<br />

cerca de nuestro seno, dejándoles que sientan nuestro corazón, que se sientan seguros, protegidos. Esta<br />

misma posición con el adulto-niño. Mientras tiene en brazos a <strong>la</strong> otra persona, el mentor debe mantener una<br />

posición vertical y el adulto-niño se debe colocar en posición horizontal. Así, el adulto-niño se sentirá<br />

SEGURO y podrá experimentar un CARIÑO PURO. Hay que intentar mantener un ángulo de 90 grados: <strong>la</strong><br />

posición del mentor es vertical, conectado con Dios, y <strong>la</strong> del adulto-niño es horizontal, recibiendo el amor de<br />

Dios.<br />

En esta posición, el adulto-niño coloca sus brazos bajo los del mentor, rodeando <strong>la</strong> espalda del<br />

mentor. Esa postura c<strong>la</strong>ramente establece <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción padre-hijo. Si uno de los brazos del adulto-niño pasase<br />

por encima y alrededor del hombro del mentor <strong>la</strong> posición así creada propiciaría una re<strong>la</strong>ción más cercana.<br />

Éste es un ejercicio que se puede intentar: mientras el mentor sostiene al adulto-niño, le dice: “Déjate<br />

experimentar el calor y el contacto sano de tu padre/madre (el género que resulte apropiado). Por favor, cierra<br />

tus ojos e imagínate que tu padre/madre te está teniendo en brazos, como siempre quisiste y necesitaste.<br />

Imagínate también que Jesús, María o un santo te está abrazando y derramando el puro amor de Dios en tu<br />

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