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Richard Cohen - Comprender y sanar la homosexualidad

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Invito a todos aquéllos que quieran ayudar a <strong>la</strong>s personas que se están recuperando a que se hagan<br />

mentores y a que vean a quienes padecen este desorden como si fueran niños. AUNQUE HABITEN CUERPOS<br />

DE ADULTOS, EN CUANTO AL DESARROLLO SON NIÑOS PEQUEÑOS. Por supuesto esto no les sucede sólo<br />

a quienes tienen un desorden que les lleva a sentirse atraídos por los de su sexo. SEGÚN MI OPINIÓN, ESTE<br />

PROBLEMA AFECTA A LA MAYOR PARTE DE LA POBLACIÓN. La diferencia básica está en que los demás<br />

son capaces de ocultar sus necesidades insatisfechas con modos socialmente más aceptables o en que<br />

recurren a adicciones más aceptadas por <strong>la</strong> sociedad. Sin embargo, el resultado que tenemos es UNA<br />

SOCIEDAD ATROFIADA Y NO SANA.<br />

Si no hubiera logrado el contacto físico cariñoso, alentador y formativo de muchos varones y mujeres,<br />

ahora no estaría aquí. FUI HERIDO POR UN CONTACTO FÍSICO INDEBIDO CON UN VARÓN, Y NECESITABA<br />

CURARME MEDIANTE EL CONTACTO FÍSICO APROPIADO DE UN VARÓN. De no haber sido porque Phillip,<br />

Peter y Russell me abrazaron mientras lloraba <strong>la</strong>s profundas pérdidas de mi pasado no habría logrado<br />

derribar los muros del dolor. Estos hombres valientes estaban dispuestos a abrazarme y a sostenerme<br />

durante todo el tiempo en que debía dolerme por enormes cantidades de sufrimiento acumu<strong>la</strong>do. Sin su<br />

coraje y su valor no hubiera logrado pasar por <strong>la</strong>s noches oscuras de mi vida.<br />

LOS ABRAZOS DAN RESULTADO. Los mejores mentores son los padres si están dispuestos,<br />

preparados, capacitados y quieren participar. En primer lugar recomiendo al padre y a <strong>la</strong> madre para que sean<br />

los portadores de un contacto físico sano y lleno de amor. Si no están dispuestos, no se sienten capaces o<br />

no quieren, entonces ES NECESARIO QUE HOMBRES Y MUJERES DE DIOS CUBRAN ESE VACÍO. Pienso que<br />

si <strong>la</strong> congregación de una iglesia, sinagoga o mezquita se reuniera y juntos colmaran <strong>la</strong>s necesidades de los<br />

que sufren de este desorden, <strong>la</strong> curación se daría mucho antes y en una forma muy hermosa. Sería una<br />

verdadera forma de poner <strong>la</strong> fe de uno en práctica.<br />

Esto es lo que dijo Pete, que fue mentor de un varón a quien yo asistí:<br />

“Vi por primera vez a Rob en <strong>la</strong> puerta de mi casa y le saludé con un fuerte abrazo. Era<br />

simpático, pero me di cuenta de que se sentía incómodo al no saber bien si yo le aceptaba o era uno<br />

más de los varones heterosexuales que le juzgaban.<br />

Pronto Rob se dio cuenta de que YO LE QUERÍA TAL COMO ERA, y que quería ayudarle a<br />

descubrir su identidad masculina. Aquel<strong>la</strong> noche, en <strong>la</strong> cena, hab<strong>la</strong>mos abiertamente de su pasado y<br />

de en qué fase de <strong>la</strong> recuperación se encontraba. La amistad y los <strong>la</strong>zos entre nosotros se iba<br />

fortaleciendo.<br />

La tarde siguiente, Rob volvió a casa y seguimos nuestra conversación. Entonces<br />

comenzamos una sesión en <strong>la</strong> que yo le acogí en mis brazos. Le acuné, como haría un padre con su<br />

hijo, y le animé para que hab<strong>la</strong>ra de sí mismo y de su pasado. Al principio, ambos nos sentíamos un<br />

poco incómodos, pero en unos minutos superamos esa barrera y los auténticos sentimientos y<br />

emociones comenzaron a aflorar. Lloró y se <strong>la</strong>mentó intensamente por su infancia robada. Yo le<br />

aseguraba que Dios le quería y que yo le brindaba un sano amor de hombre. Le animé a que siguiera<br />

hab<strong>la</strong>ndo de lo que estaba en su corazón. Fueron momentos de sinceridad y de crecimiento para<br />

ambos, yo como el padre y Rob como el hijo.<br />

En una de esas tardes, Rob y yo (ambos adultos de mediana edad) nos pusimos a jugar a<br />

<strong>la</strong>nzarnos pelotas de béisbol en mi jardín. Él me había comentado previamente que el no haber tenido<br />

habilidad para los deportes le había provocado dolorosas cicatrices en su alma. Al principio, Rob<br />

estaba rígido y no sabía cómo actuar. A medida que nos fuimos <strong>la</strong>nzando <strong>la</strong> pelota mutuamente varios<br />

centenares de veces, se le veía re<strong>la</strong>jarse y disfrutar de <strong>la</strong> experiencia. Su movimiento de <strong>la</strong>nzar <strong>la</strong><br />

pelota se fue suavizando, y como yo le animaba y le enseñaba cómo hacerlo, <strong>la</strong> sonrisa en su cara se<br />

iba haciendo cada vez mayor. ¡Era un p<strong>la</strong>cer verle moverse ante mis ojos ¡ Mientras estábamos<br />

jugando le pedí varias veces a Dios que ayudara y animara a Rob. ¡Y lo hizo! Para Rob aquel<strong>la</strong><br />

experiencia supuso un hito y para mí fue una verdadera emoción verle crecer”.<br />

OJALÁ QUE TODOS LOS MAYORES DE NUESTRO PAÍS PUDIERAN SER MENTORES DE LA<br />

JUVENTUD. ESTA CULTURA DE PLÁSTICO Y MATERIALISTA HA ECHADO A UN LADO A NUESTROS<br />

ABUELOS Y ABUELAS, Y EN SU LUGAR SE HAN PROPUESTO OTROS MODELOS DE “REALIZACIÓN” MÁS<br />

JÓVENES Y MODERNOS. ES UNA TRAICIÓN A NUESTRA SUPERVIVENCIA. Dentro de los corazones y de <strong>la</strong>s<br />

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