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After - Anna Todd

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ojo que se levanta de la cama.<br />

«Por favor, no te acerques. Por favor, no te acerques…»<br />

Se coloca delante de mí, mirando hacia el lugar donde yo estoy sentada sobre mi<br />

cama. Coge mis apuntes de literatura y les da la vuelta un par de veces, exagerando<br />

como si estuviera ante un extraño artefacto. Intento cogerlos pero, como el capullo<br />

irritante que es, levanta más el brazo, de modo que me pongo en pie para quitárselos.<br />

Entonces, Hardin los suelta en el aire y éstos caen al suelo desordenados.<br />

—¡Recógelos! —chillo.<br />

Él me mira con una sonrisa maliciosa y dice:<br />

—Vale, vale.<br />

Pero a continuación coge mis apuntes de sociología y hace lo mismo con ellos.<br />

Me apresuro a recogerlos antes de que los pise, pero eso también parece hacerle<br />

gracia.<br />

—¡Hardin, para! —le grito justo cuando hace lo mismo con el siguiente montón.<br />

Enfurecida, me incorporo y lo aparto de un empujón de mi cama.<br />

—Vaya, parece que a alguien no le gusta que le toqueteen sus cosas —dice<br />

riéndose todavía.<br />

«¿Por qué siempre se está burlando de mí?»<br />

—¡Pues no! ¡No me gusta! —replico, y me dispongo a propinarle un nuevo<br />

empellón.<br />

Él avanza hacia mí, me agarra de la muñeca y me empuja contra la pared. Su<br />

rostro está a unos centímetros del mío, y de repente me doy cuenta de que mi<br />

respiración es demasiado agitada. Quiero gritarle que me suelte y exigirle que recoja<br />

mis apuntes. Quiero abofetearlo y echarlo de mi cuarto. Pero no puedo hacerlo. Estoy<br />

paralizada contra la pared, y sus ojos verdes me tienen hechizada.<br />

—Hardin, por favor. —Son las únicas palabras que consigo pronunciar.<br />

Y, por el tono suave en que lo hago, no estoy segura de si le estoy rogando que<br />

me suelte o que me bese. Mi respiración no se ha ralentizado; siento que la suya se<br />

acelera también, y su pecho se hincha y se deshincha a gran velocidad. Los segundos<br />

parecen horas. Finalmente, aparta una de sus manos de mis muñecas, pero la otra es<br />

lo bastante grande como para sujetarme las dos.<br />

Por un segundo creo que va a darme una bofetada, pero asciende la mano hasta<br />

mi pómulo y me acomoda un mechón de pelo detrás de la oreja. Juraría que puedo oír<br />

su pulso cuando acerca los labios a los míos, y un fuego interior hace que me arda la<br />

piel.<br />

Esto es lo que he estado anhelando desde el sábado por la noche. Si tuviera que<br />

elegir una sensación para el resto de mi vida, sería ésta.<br />

No me permito pensar por qué lo estoy besando de nuevo; tampoco quiero<br />

plantearme qué cosas horribles me dirá después. En lo único que deseo concentrarme<br />

es en la manera en que presiona el cuerpo contra el mío cuando me suelta las<br />

muñecas y me acorrala contra la pared, y en el sabor a menta de su boca. En cómo mi<br />

www.lectulandia.com - Página 73

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