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After - Anna Todd

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Unos minutos después, la habitación comienza a darme vueltas y me siento<br />

mareada. Mis pies me llevan al baño del piso de arriba y me siento delante del retrete,<br />

esperando vomitar. No sucede. Gruño y me levanto. Quiero volver ya a la residencia,<br />

pero sé que Steph no querrá irse hasta dentro de varias horas. No debería haber vuelto<br />

aquí.<br />

Sin poder evitarlo, me encuentro girando el pomo de la única habitación que me<br />

resulta algo familiar en esta enorme casa. El dormitorio de Hardin se abre sin<br />

problemas. Dice que siempre cierra la puerta con llave, pero está claro que no es<br />

verdad. Está igual que la otra vez, aunque ahora todo parece girar bajo mis pies<br />

inestables. Cumbres borrascosas ha desaparecido de su lugar en la estantería, pero lo<br />

encuentro sobre la mesilla de noche, al lado de Orgullo y prejuicio. Me vienen a la<br />

cabeza los comentarios de Hardin sobre la novela. Está claro que ya lo ha leído antes,<br />

y que lo ha entendido, cosa rara para alguien de nuestra edad, y especialmente para<br />

un chico. Quizá tuvo que leerlo por algún trabajo de clase antes, eso lo explicaría.<br />

Pero ¿para qué ha sacado el ejemplar de Cumbres borrascosas? Lo cojo, me siento en<br />

la cama y abro el libro por la mitad. Mis ojos se centran en las páginas y la habitación<br />

deja de dar vueltas.<br />

Estoy tan perdida en el mundo de Catherine y Heathcliff que, cuando la puerta se<br />

abre, ni siquiera la oigo.<br />

—¿Qué parte de que «Nadie entra en mi habitación» no has entendido? —ruge<br />

Hardin. Su expresión iracunda me estremece, pero me hace gracia al mismo tiempo.<br />

—P… perdona, es que…<br />

—Largo —dice con los dientes apretados, y yo lo fulmino con la mirada.<br />

Los efectos del vodka siguen en mi sistema, y son demasiado intensos como para<br />

dejar que Hardin me grite.<br />

—¡No tienes por qué ser tan capullo! —le digo en un tono de voz más alto de lo<br />

que pretendía.<br />

—Estás en mi cuarto, otra vez, después de que te dijera que no entraras. ¡Lárgate!<br />

—me grita acercándose a mí.<br />

Y al ver a Hardin delante de mí, cabreado, destilando desprecio y haciéndome<br />

sentir que soy la peor persona del mundo para él, algo se rompe en mi interior. Pierdo<br />

la compostura y le planteo la pregunta que me ha estado rondando todo el tiempo por<br />

la cabeza, aunque no quiera admitirlo.<br />

—¿Por qué no te gusto? —inquiero mirándolo a los ojos.<br />

Es una pregunta justa pero, sinceramente, no creo que mi ego, ya herido, pueda<br />

soportar la respuesta.<br />

www.lectulandia.com - Página 51

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