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After - Anna Todd

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—¡Lo has estropeado todo! —chillo—. Te has llevado algo que no te pertenecía,<br />

Hardin. Era para alguien que me quisiera, alguien que me quisiera de verdad. Era<br />

suyo, fuera quien fuese, y tú se lo has robado… ¿por dinero? Me he peleado con mi<br />

madre por ti. ¡Lo he dejado todo! Tenía a una persona que me quería, alguien que<br />

jamás me haría el daño que tú me has hecho. Eres un ser repugnante.<br />

—Pero yo te quiero, Tessa. Te quiero más que a nada. Iba a contártelo. Intenté<br />

que no te lo explicaran. No quería que lo descubrieras. Por eso me pasé la noche<br />

fuera, convenciéndolos de que no te dijeran nada. Iba a contártelo yo, pronto, ahora<br />

que vivimos juntos, porque ahora ya no importa.<br />

Pierdo el control de las palabras que se me agolpan en la boca:<br />

—Estás… Eres… ¡Hardin, por Dios! ¿Qué demonios te pasa, eh? ¿Crees que está<br />

bien que vayas por ahí convenciendo a la gente de que no me lo cuente? ¿Que todo<br />

iba a ir bien si yo no me enteraba? ¿Creías que iba a perdonarte esto por estar<br />

viviendo juntos? ¿Por eso insististe en que mi nombre figurara en el contrato? ¡Por<br />

Dios santo! ¡Tú estás mal de la cabeza!<br />

Todos los pequeños detalles que me hacían darle tantas vueltas a todo desde que<br />

conocí a Hardin, todos apuntaban a algo así. Estaba claro.<br />

—Por eso fuiste a recoger mis cosas a la residencia, ¡porque tenías miedo de que<br />

Steph me lo contara!<br />

Todo el bar me está mirando y me siento insignificante. Destrozada e<br />

insignificante.<br />

—¿Qué has hecho con el dinero, Hardin?<br />

—Yo… —empieza a decir, pero se calla.<br />

—Dímelo —exijo.<br />

—Tu coche…, la pintura… y la fianza del apartamento. Pensé que si… He estado<br />

a punto de contártelo tantas veces, en cuanto me di cuenta de que ya no era sólo una<br />

apuesta… Te quiero. Te he querido siempre, te lo juro.<br />

—¡Guardaste el condón para poder enseñárselo, Hardin! ¡Les enseñaste las<br />

sábanas, las putas sábanas manchadas de sangre! —Me llevo las manos a la cabeza y<br />

me tiro de los pelos—. ¡Oh, mierda! ¡Qué idiota he sido! Mientras yo repasaba<br />

mentalmente la mejor noche de mi vida tú les estabas enseñando las sábanas a tus<br />

amigos.<br />

—Lo sé… No tengo excusa… Pero tienes que perdonarme. Podemos<br />

solucionarlo —dice.<br />

Y me echo a reír. Una carcajada de verdad. A pesar de las lágrimas, me<br />

río. Me estoy volviendo loca. En las películas las cosas no son así. No soy capaz de<br />

guardar las formas. No estoy aceptando la noticia con elegancia, con una<br />

exclamación o una sola lágrima que desciende lentamente por la mejilla. Estoy<br />

llorando, tirándome de los pelos y apenas puedo controlar mis emociones o articular<br />

una frase.<br />

—¿Que te perdone? —Me río como una histérica—. Me has destrozado la vida.<br />

www.lectulandia.com - Página 448

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