After - Anna Todd

22.05.2018 Views

nada, y quiero decir nada, que puedas hacer para separarme de él. —¡No me hables así! —me grita dando un paso hacia mí—. ¿Te crees que por haber encontrado un bonito apartamento y llevar lápiz de ojos ya eres toda una mujer? Cariño, odio tener que ser yo quien te lo diga, pero pareces una fulana. ¡Mira que vivir con un chico a los dieciocho años! Hardin entrecierra los ojos en señal de advertencia, pero ella no le hace ni caso. —Más te vale ponerle fin a esto antes de que pierdas tu virtud, Tessa. Mírate al espejo, ¡y luego míralo a él! ¡Estáis ridículos juntos! Tenías a Noah, que era perfecto para ti, y lo has echado a perder por… ¡esto! —escupe señalando a Hardin. —Noah no tiene nada que ver en esto —replico. Hardin aprieta la mandíbula y le suplico en silencio que no diga nada. —Noah te quiere y sé que tú lo quieres a él —insiste mi madre—. Ahora déjate de rebeldías absurdas y ven conmigo. Te encontraré otra habitación en la residencia, y estoy segura de que Noah te perdonará —dice al tiempo que extiende una mano autoritaria, como si yo fuera a aceptarla y a marcharme con ella. Me tiro del dobladillo de la camiseta con ambas manos. —Estás loca. De verdad, mamá. ¿Tú te has oído? No quiero irme contigo. Vivo aquí con Hardin y lo quiero a él, no a Noah. Noah me importa, pero tu influencia fue lo que me hizo creer que lo quería, porque creía que eso era lo correcto. Pues perdóname, pero quiero a Hardin y él me quiere a mí. —¡Tessa! Él no te quiere. Sólo quiere meterse en tus bragas y, tan pronto como lo consiga, te dejará tirada. ¡Abre los ojos, pequeña! Hay algo en su forma de llamarme pequeña que es la gota que colma el vaso. —¡Ya se ha metido en mis bragas y sigue aquí! —le grito. Hardin y mi madre comparten por un momento la misma expresión atónita, aunque de inmediato la de ella se transforma en asco y Hardin frunce el ceño. Él me entiende. —Te diré una cosa, Theresa: cuando te rompa el corazón y no tengas adónde ir… Más te vale no llamarme. —No te preocupes, que no lo haré. Por eso siempre vas a estar sola. Ya no puedes controlarme: soy adulta. ¡Que no pudieras controlar a mi padre no te da derecho a intentar controlarme a mí! Me arrepiento de lo que he dicho en cuanto las palabras salen de mi boca. Sé que meter a mi padre en esto es un golpe muy bajo. Antes de que me dé tiempo a disculparme, siento el golpe en la mejilla. Me duele más la sorpresa que el bofetón. Hardin se interpone entre las dos y le pone una mano en el hombro. Me escuece la cara y me muerdo el labio para no romper a sollozar. —Si no se larga de nuestro apartamento de una puta vez, llamaré a la policía —le advierte. El tono calmado de su voz me pone los pelos de punta. Noto que mi madre se estremece. Está claro que a ella también la asusta. —No te atreverás —replica. www.lectulandia.com - Página 414

—Acaba de ponerle las manos encima, delante de mis narices. ¿De verdad cree que no voy a llamar a la policía? Si no fuera su madre, haría algo mucho peor. Tiene cinco segundos para largarse —dice, y yo miro a mi madre con unos ojos como platos y me llevo la mano a la mejilla dolorida. No me gusta que la haya amenazado, pero quiero que se marche. Después de un intenso duelo de miradas, Hardin ruge: —Dos segundos. Mi madre resopla y se dirige a la puerta. Sus tacones resuenan en el suelo de hormigón. —Espero que estés contenta con tu decisión, Theresa —dice antes de cerrar de un portazo. Hardin me envuelve con los brazos y es el abrazo más agradable y reconfortante del mundo. Es justo lo que necesitaba. —Lo siento, nena —dice con los labios en mi pelo. —Lamento que haya dicho todas esas cosas feas sobre ti. La necesidad que siento de defenderlo es más fuerte que mi preocupación por mi madre o por mí misma. —Calla. No te preocupes por mí. La gente habla mal de mí a todas horas —me recuerda. —Eso no significa que esté bien. —Tessa, por favor, no te preocupes por mí. ¿Qué necesitas? ¿Puedo hacer algo por ti? —pregunta. —¿Me traes hielo? —sollozo. —Claro, nena. Me besa en la frente y se dirige a la nevera. Sabía que si mi madre venía la cosa iba a acabar en llanto y chirriar de dientes, pero no me esperaba que fuera tan trágico. Por un lado, estoy muy orgullosa de haberle plantado cara, pero al mismo tiempo me siento muy culpable por lo que he dicho de mi padre. Sé que mi madre no tuvo la culpa de que se marchara, y soy consciente de que ha estado muy sola estos últimos ocho años. No ha tenido una sola cita desde que él se fue. Me ha dedicado todo su tiempo para hacer de mí la mujer que quería que yo fuera. Desea que sea como ella, pero eso a mí no me vale. La respeto y sé lo duro que ha trabajado, pero necesito labrarme mi propio camino y ella tiene que comprender que no puede corregir sus errores a través de mí. Yo ya cometo demasiados por mí misma como para que ese plan le funcione. Ojalá pudiera alegrarse por mí y ver lo mucho que quiero a Hardin. Sé que, de entrada, su aspecto deja a la gente un poco perpleja, pero si se tomara su tiempo para conocerlo, estoy segura de que lo querría tanto como yo. Siempre y cuando deje de ser tan maleducado… Cosa poco probable, aunque últimamente noto pequeños cambios. Como, por ejemplo, que ya me coge de la mano en público y que, cada vez que nos cruzamos en el apartamento, se para y me da un www.lectulandia.com - Página 415

—Acaba de ponerle las manos encima, delante de mis narices. ¿De verdad cree<br />

que no voy a llamar a la policía? Si no fuera su madre, haría algo mucho peor. Tiene<br />

cinco segundos para largarse —dice, y yo miro a mi madre con unos ojos como<br />

platos y me llevo la mano a la mejilla dolorida.<br />

No me gusta que la haya amenazado, pero quiero que se marche. Después de un<br />

intenso duelo de miradas, Hardin ruge:<br />

—Dos segundos.<br />

Mi madre resopla y se dirige a la puerta. Sus tacones resuenan en el suelo de<br />

hormigón.<br />

—Espero que estés contenta con tu decisión, Theresa —dice antes de cerrar de un<br />

portazo.<br />

Hardin me envuelve con los brazos y es el abrazo más agradable y reconfortante<br />

del mundo. Es justo lo que necesitaba.<br />

—Lo siento, nena —dice con los labios en mi pelo.<br />

—Lamento que haya dicho todas esas cosas feas sobre ti.<br />

La necesidad que siento de defenderlo es más fuerte que mi preocupación por mi<br />

madre o por mí misma.<br />

—Calla. No te preocupes por mí. La gente habla mal de mí a todas horas —me<br />

recuerda.<br />

—Eso no significa que esté bien.<br />

—Tessa, por favor, no te preocupes por mí. ¿Qué necesitas? ¿Puedo hacer algo<br />

por ti? —pregunta.<br />

—¿Me traes hielo? —sollozo.<br />

—Claro, nena.<br />

Me besa en la frente y se dirige a la nevera.<br />

Sabía que si mi madre venía la cosa iba a acabar en llanto y chirriar de dientes,<br />

pero no me esperaba que fuera tan trágico. Por un lado, estoy muy orgullosa de<br />

haberle plantado cara, pero al mismo tiempo me siento muy culpable por lo que he<br />

dicho de mi padre. Sé que mi madre no tuvo la culpa de que se marchara, y soy<br />

consciente de que ha estado muy sola estos últimos ocho años. No ha tenido una sola<br />

cita desde que él se fue. Me ha dedicado todo su tiempo para hacer de mí la mujer<br />

que quería que yo fuera. Desea que sea como ella, pero eso a mí no me vale. La<br />

respeto y sé lo duro que ha trabajado, pero necesito labrarme mi propio camino y ella<br />

tiene que comprender que no puede corregir sus errores a través de mí. Yo ya cometo<br />

demasiados por mí misma como para que ese plan le funcione. Ojalá pudiera<br />

alegrarse por mí y ver lo mucho que quiero a Hardin. Sé que, de entrada, su aspecto<br />

deja a la gente un poco perpleja, pero si se tomara su tiempo para conocerlo, estoy<br />

segura de que lo querría tanto como yo.<br />

Siempre y cuando deje de ser tan maleducado… Cosa poco probable, aunque<br />

últimamente noto pequeños cambios. Como, por ejemplo, que ya me coge de la mano<br />

en público y que, cada vez que nos cruzamos en el apartamento, se para y me da un<br />

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