After - Anna Todd

22.05.2018 Views

—Por supuesto. Es tu madre, Tessa. Le lanzo una mirada inquisitiva, dado lo mal que se lleva él con su padre. Pero cuando comprendo que lo dice en serio, recuerdo que está dispuesto a intentar arreglar las cosas con sus padres. Yo también debería ser valiente. —Voy a llamarla —digo. Me quedo un rato mirando el móvil antes de respirar hondo y marcar su número. Está tensa y habla muy deprisa. Sé que se está conteniendo para cuando me tenga cara a cara. No le doy detalles del apartamento ni le cuento que vivo aquí. Sólo le digo que me encontrará en esta dirección y cuelgo todo lo deprisa que puedo. Instintivamente, salto de la cama y me pongo a ordenar la casa. —El apartamento está limpio. Apenas hemos tocado nada —dice Hardin. —Lo sé —contesto—. Pero así me siento mejor. Después de doblar y guardar la ropa que había en el suelo, enciendo una vela en la sala de estar y espero a que aparezca mi madre sentada a la mesa con Hardin. No debería estar tan nerviosa, soy una adulta y tomo mis propias decisiones, pero la conozco y sé que le va a dar algo. Ya tengo las emociones a flor de piel gracias a la breve visita al pasado de Hardin de hace una hora, y no sé si estoy en condiciones de enzarzarme en una batalla campal con mi madre esta noche. Miro el reloj. Ya son las ocho. Con suerte no se quedará mucho, y Hardin y yo podremos acostarnos pronto y abrazarnos mientras ambos intentamos lidiar con la familia que nos ha tocado en suerte. —¿Quieres que me quede o prefieres que os dé tiempo para hablar de vuestras cosas? —me pregunta al cabo de un rato. —Creo que deberíamos estar un tiempo a solas —le respondo. Por mucho que yo quiera tenerlo a mi lado, sé que mi madre se pondrá hecha un basilisco si lo ve. —Espera… —digo—. Acabo de acordarme de algo que ha dicho Noah. Me ha comentado que el último recibo de la residencia ya estaba pagado. —Miro a Hardin con una ceja enarcada. —Sí, ¿y? —¡No me digas que lo has pagado tú! —exclamo. No estoy cabreada, sólo molesta y sorprendida. —¿Y? —Se encoge de hombros. —Hardin, tienes que dejar de gastarte el dinero en mí. Me hace sentir incómoda. —No veo dónde está el problema. Tampoco era tanto —me discute. —¿Es que eres rico o algo así? ¿Traficas con drogas? —No, sólo es que tenía mucho dinero ahorrado que no me gastaba en nada. El año pasado no gasté en alojamiento, con lo que las pagas se iban acumulando. Nunca había tenido nada en lo que gastarme el dinero… Ahora ya lo tengo. —Me sonríe la mar de contento—. Y me gusta gastármelo en ti. No discutamos por eso. —Tienes suerte de que mi madre esté al caer y sólo me queden fuerzas para www.lectulandia.com - Página 410

pelearme con uno de los dos —bromeo, y Hardin suelta una carcajada muy larga que se va apagando hasta que simplemente permanecemos esperando, cogidos de la mano y en silencio. A los pocos minutos llaman a la puerta… Bueno, más bien aporrean la puerta. Hardin se levanta. —Estaré en la otra habitación. Te quiero —dice, y me da un beso rápido antes de esfumarse. Cojo aire y abro la puerta. Mi madre está tan perfecta que asusta, como siempre. No se le ha corrido ni un poco el lápiz de ojos del que suele abusar, y lleva los labios pintados de rojo, sedosos y perfectos, y el pelo rubio recogido y en su sitio; casi parece un halo alrededor de su cabeza. —Pero ¡¿qué demonios te crees que estás haciendo? ¿Cómo se te ocurre marcharte de la residencia sin decirme nada?! —grita sin miramientos, y me aparta de un empellón para entrar en el apartamento. —No me dejaste elección —contraataco, y me concentro en respirar y en permanecer todo lo calmada que me sea posible. Ella se vuelve como si tuviera un resorte y me lanza una mirada asesina. —¿Perdona? ¿Cómo que no te dejé elección? —Amenazaste con no ayudarme a pagar la residencia —le recuerdo cruzándome de brazos. —Entonces sí que te dejé elección, sólo que has elegido mal —me espeta. —No, tú eres la que está obrando mal. —¡Pero ¿tú te has oído?! ¡¿Y te has visto?! No eres la misma Tessa que traje a la universidad hace apenas tres meses. —Mueve los brazos arriba y abajo señalando mi cuerpo—. Me estás desafiando. ¡Me estás gritando! ¡Tienes mucho valor, jovencita! Lo he hecho todo por ti, y ahora… Lo estás tirando todo por la borda. —¡No estoy tirando nada! Estoy haciendo unas prácticas estupendas y muy bien pagadas. Tengo un coche y una media de matrícula de honor. ¡¿Qué más quieres que haga?! —le devuelvo el grito. La he desafiado y le brillan los ojos. Su voz es puro veneno cuando me dice: —Para empezar, al menos podrías haberte cambiado de ropa antes de que yo llegara. De verdad, Tessa, estás horrible. —Bajo la vista para mirar mi pijama y ella pasa a criticar el siguiente punto—. Y ¿qué es eso que llevas en la cara?… ¿Ahora te maquillas? ¿Tú quién eres? Tú no eres mi Tessa, eso seguro. Mi Theresa no pasaría el rato en pijama en el apartamento de un adorador de Satán un sábado por la noche. —No hables así de él —mascullo—. Ya te lo he advertido. Mi madre entorna los ojos y rompe a reír. Echa la cabeza hacia atrás riendo y tengo que contenerme para no cruzarle la cara perfectamente maquillada. De inmediato me avergüenzo de mis pensamientos violentos, pero es que me está llevando al límite. —Una cosa más —digo muy despacio, con calma, asegurándome de pronunciarlo www.lectulandia.com - Página 411

pelearme con uno de los dos —bromeo, y Hardin suelta una carcajada muy larga que<br />

se va apagando hasta que simplemente permanecemos esperando, cogidos de la mano<br />

y en silencio.<br />

A los pocos minutos llaman a la puerta… Bueno, más bien aporrean la puerta.<br />

Hardin se levanta.<br />

—Estaré en la otra habitación. Te quiero —dice, y me da un beso rápido antes de<br />

esfumarse.<br />

Cojo aire y abro la puerta. Mi madre está tan perfecta que asusta, como siempre.<br />

No se le ha corrido ni un poco el lápiz de ojos del que suele abusar, y lleva los labios<br />

pintados de rojo, sedosos y perfectos, y el pelo rubio recogido y en su sitio; casi<br />

parece un halo alrededor de su cabeza.<br />

—Pero ¡¿qué demonios te crees que estás haciendo? ¿Cómo se te ocurre<br />

marcharte de la residencia sin decirme nada?! —grita sin miramientos, y me aparta de<br />

un empellón para entrar en el apartamento.<br />

—No me dejaste elección —contraataco, y me concentro en respirar y en<br />

permanecer todo lo calmada que me sea posible.<br />

Ella se vuelve como si tuviera un resorte y me lanza una mirada asesina.<br />

—¿Perdona? ¿Cómo que no te dejé elección?<br />

—Amenazaste con no ayudarme a pagar la residencia —le recuerdo cruzándome<br />

de brazos.<br />

—Entonces sí que te dejé elección, sólo que has elegido mal —me espeta.<br />

—No, tú eres la que está obrando mal.<br />

—¡Pero ¿tú te has oído?! ¡¿Y te has visto?! No eres la misma Tessa que traje a la<br />

universidad hace apenas tres meses. —Mueve los brazos arriba y abajo señalando mi<br />

cuerpo—. Me estás desafiando. ¡Me estás gritando! ¡Tienes mucho valor, jovencita!<br />

Lo he hecho todo por ti, y ahora… Lo estás tirando todo por la borda.<br />

—¡No estoy tirando nada! Estoy haciendo unas prácticas estupendas y muy bien<br />

pagadas. Tengo un coche y una media de matrícula de honor. ¡¿Qué más quieres que<br />

haga?! —le devuelvo el grito.<br />

La he desafiado y le brillan los ojos. Su voz es puro veneno cuando me dice:<br />

—Para empezar, al menos podrías haberte cambiado de ropa antes de que yo<br />

llegara. De verdad, Tessa, estás horrible. —Bajo la vista para mirar mi pijama y ella<br />

pasa a criticar el siguiente punto—. Y ¿qué es eso que llevas en la cara?… ¿Ahora te<br />

maquillas? ¿Tú quién eres? Tú no eres mi Tessa, eso seguro. Mi Theresa no pasaría el<br />

rato en pijama en el apartamento de un adorador de Satán un sábado por la noche.<br />

—No hables así de él —mascullo—. Ya te lo he advertido.<br />

Mi madre entorna los ojos y rompe a reír. Echa la cabeza hacia atrás riendo y<br />

tengo que contenerme para no cruzarle la cara perfectamente maquillada. De<br />

inmediato me avergüenzo de mis pensamientos violentos, pero es que me está<br />

llevando al límite.<br />

—Una cosa más —digo muy despacio, con calma, asegurándome de pronunciarlo<br />

www.lectulandia.com - Página 411

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!