After - Anna Todd
noche? ¿Pelearte con alguien? No tenías que ir a trabajar, ¿verdad? ¿O acaso tu trabajo consiste en apalear gente? —¿Qué? No, ése no es mi trabajo. Ya sabes cuál es mi trabajo. Estuve trabajando y luego me distraje —dice pasándose la mano por la cara. —¿Con qué? —Con nada. Jesús —gruñe—. Siempre me estás buscando las cosquillas. —¿Que siempre te estoy buscando las cosquillas? Y ¿qué esperabas? ¿Qué creías que iba a pasar cuando has entrado aquí dando tumbos después de desaparecer toda la noche y todo el día? Necesito respuestas, Hardin. Estoy harta de que no me digas nada. —Me ignora y se pone una camiseta limpia—. He estado preocupada por ti durante todo el día. Al menos podrías haberme llamado. Me he pasado el día hecha una pena mientras tú andabas por ahí bebiendo y haciendo sólo Dios sabe qué. Estás interfiriendo con mis prácticas, y eso no puede ser. —¿Tus prácticas? ¿Esas que te consiguió mi padre? —me suelta. —Esto es increíble. —Es la verdad. —Se encoge de hombros. ¿Cómo es posible que ésta sea la misma persona que hace unos días me susurraba lo mucho que me quería al oído pensando que estaba dormida? —No voy a contestar a eso porque sé que es justo lo que quieres. Quieres pelea y yo no voy a dártela. —Cojo una de mis camisetas y salgo de la habitación. Antes de cerrar, me vuelvo y le digo—: Pero que te quede bien claro: si no empiezas a comportarte, a partir de ya, yo me voy. Me acuesto en el sofá y doy las gracias por estar en otra habitación. Dejo que se me escapen unas pocas lágrimas antes de enjugarme la cara y coger el ejemplar antiguo de Cumbres borrascosas de Hardin. Por mucho que me muera de ganas de volver al dormitorio y obligarlo a que me lo explique todo, dónde ha estado, con quién y por qué se ha metido en una pelea y con quién, me fuerzo a permanecer en el sofá porque sé que eso es lo que más puede fastidiarle. Aunque ni la mitad de lo mucho que me fastidia a mí el control que tiene sobre ciertos aspectos de mi vida. www.lectulandia.com - Página 402
CAPÍTULO 90 Dejo el libro y miro la hora en el móvil. Es pasada la medianoche. Debería intentar dormir un poco. Ya ha venido a pedirme que vaya a la cama con él, que no puede dormir sin mí, pero no he dado mi brazo a torcer y lo he ignorado hasta que se ha marchado. Estoy quedándome dormida cuando oigo a Hardin gritar: —¡No! Me levanto del sofá de un brinco y corro al dormitorio. Está pataleando debajo de la gruesa manta, bañado en sudor. —Hardin, despierta —le digo en voz baja agarrándolo del hombro. Con la otra mano le aparto un mechón empapado de la frente. Abre los ojos. Son puro terror. —Tranquilo… No pasa nada… Sólo era una pesadilla. Hago lo que puedo para tranquilizarlo. Mis dedos juegan con su pelo y luego le acaricio la mejilla. Está temblando. Me meto en la cama y lo abrazo por detrás. Siento que se relaja cuando apoyo la cara en su piel pegajosa. —Quédate conmigo, por favor —suplica. Suspiro y permanezco en silencio. Lo abrazo con fuerza—. Gracias —susurra, y al cabo de unos minutos vuelve a dormirse. El agua no sale lo bastante caliente para relajar mis músculos tensos. Estoy agotada por la falta de sueño de anoche y por la frustración de lidiar con Hardin. Estaba dormido cuando me he metido en la ducha, y rezo para que siga durmiendo hasta que me haya ido a las prácticas. Por desgracia, nadie escucha mis plegarias. Hardin está levantado, junto a la encimera de la cocina, cuando salgo del cuarto de baño. —Estás preciosa —dice con calma. Pongo los ojos en blanco y paso junto a él para servirme una taza de café antes de salir. —¿Ahora no me hablas? —No, ahora mismo, no. Tengo que irme a trabajar y no tengo fuerzas para esto — salto. —Pero… Anoche viniste a la cama conmigo —protesta. —Sí, sólo porque estabas gritando y temblando —replico—. Eso no significa que te haya perdonado. Quiero una explicación, de todo. Todos los secretos, las peleas… www.lectulandia.com - Página 403
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que iba a pasar cuando has entrado aquí dando tumbos después de desaparecer toda la<br />
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una pena mientras tú andabas por ahí bebiendo y haciendo sólo Dios sabe qué. Estás<br />
interfiriendo con mis prácticas, y eso no puede ser.<br />
—¿Tus prácticas? ¿Esas que te consiguió mi padre? —me suelta.<br />
—Esto es increíble.<br />
—Es la verdad. —Se encoge de hombros.<br />
¿Cómo es posible que ésta sea la misma persona que hace unos días me susurraba<br />
lo mucho que me quería al oído pensando que estaba dormida?<br />
—No voy a contestar a eso porque sé que es justo lo que quieres. Quieres pelea y<br />
yo no voy a dártela. —Cojo una de mis camisetas y salgo de la habitación. Antes de<br />
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Me acuesto en el sofá y doy las gracias por estar en otra habitación. Dejo que se<br />
me escapen unas pocas lágrimas antes de enjugarme la cara y coger el ejemplar<br />
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