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After - Anna Todd

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—Claro. —Sonrío.<br />

Doblamos la esquina y entramos en una especie de cantina mexicana. Estamos<br />

temblando de frío, y Kimberly pide que nos den una mesa junto a una estufa. Es una<br />

mesa pequeña pero está justo bajo uno de los calefactores, y ambas levantamos las<br />

manos para que el aire tibio nos las caliente.<br />

—Este tiempo no tiene clemencia —dice mi compañera, y se queja del frío y de<br />

lo mucho que echa de menos el verano.<br />

—Ya casi había olvidado el frío que hace en invierno —convengo. Las estaciones<br />

se han fundido unas con otras y apenas me he dado cuenta de que se estaba acabando<br />

el otoño.<br />

—Bueno… ¿Cómo va todo con el chico malo? —me pregunta con una carcajada.<br />

El camarero nos trae nachos y salsa y me rugen las tripas. No pienso volver a<br />

saltarme mi donut matutino.<br />

—Pues…<br />

Me planteo si debo contarle mi vida personal. No tengo muchas amigas. En<br />

realidad, ninguna, excepto Steph, a la que ya no veo nunca. Kimberly es por lo menos<br />

diez años mayor que yo, y es posible que entienda mejor cómo funciona la mente<br />

masculina, cosa de la que yo no tengo ni idea. Miro al techo, que está cubierto de<br />

luces en forma de botellín de cerveza. Respiro hondo.<br />

—La verdad es que en este momento no estoy muy segura de cómo van las cosas<br />

—me sincero—. Ayer todo iba bien, pero anoche no vino a dormir. Era nuestra<br />

segunda noche en el apartamento y no apareció por casa.<br />

—Espera…, espera… Rebobina. A ver si lo entiendo: ¿estáis viviendo juntos?<br />

La he dejado boquiabierta.<br />

—Sí… Desde hace pocos días. —Intento sonreír.<br />

—Vale. ¿Y anoche no apareció por casa?<br />

—No. Me dijo que tenía que trabajar y que se iba a la biblioteca, pero luego no ha<br />

vuelto a casa.<br />

—Y no le habrá pasado algo o habrá tenido un accidente, ¿no?<br />

—No, creo que no.<br />

Tengo la impresión de que, si le hubiera pasado algo terrible, lo sabría, como si<br />

nos uniera un vínculo invisible que me informara de inmediato de que está herido.<br />

—¿Y no te ha llamado?<br />

—No. Ni tampoco me ha enviado ningún mensaje. —Frunzo el ceño.<br />

—Yo le cortaba las pelotas. Es un comportamiento inaceptable —exclama ella.<br />

En ese instante, el camarero se aproxima a nuestra mesa.<br />

—Su comida estará lista dentro de un momento —dice, y me llena el vaso de<br />

agua.<br />

Doy las gracias por su breve interrupción, así tengo la oportunidad de pensar en<br />

las duras palabras de Kimberly.<br />

Cuando se va, ella sigue y sigue, y me doy cuenta de que no me juzga, sino que<br />

www.lectulandia.com - Página 399

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