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After - Anna Todd

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comida o la televisión por cable. Al principio me dijo que yo podía pagar el recibo de<br />

la luz, aunque se le olvidó mencionar que ya estaba incluida en el alquiler, como<br />

demuestra el contrato. El contrato… Tengo un contrato de alquiler con un hombre<br />

con el que me voy a ir a vivir en mi primer año de universidad. No estoy loca,<br />

¿verdad?<br />

Hardin le lanza una mirada asesina a la cajera cuando ella finalmente acepta mi<br />

tarjeta de débito. Yo la aplaudo por pasarla por la máquina sin hacer ni caso de<br />

Hardin y su actitud. Quiero reírme victoriosa, pero él está molesto y no quiero<br />

estropear la velada.<br />

Sigue de morros hasta que volvemos al apartamento, y yo permanezco en silencio<br />

porque lo encuentro muy divertido.<br />

—Creo que tendremos que hacer dos viajes para poder subirlo todo —le digo.<br />

—Ésa es otra cosa más: prefiero cargar mil bolsas a tener que hacer dos viajes —<br />

replica, y por fin sonríe.<br />

Aun así, tenemos que hacer dos viajes porque los platos pesan mucho. Hardin se<br />

pone de peor humor, pero a mí cada vez me resulta todo más divertido.<br />

Colocamos todos los platos en los armarios y Hardin pide una pizza. Como soy<br />

una persona educada, no puedo evitar ofrecerme a pagarla, aunque lo único que me<br />

gano es una mirada asesina y un corte de mangas. Me echo a reír y recojo toda la<br />

basura en la caja en la que venían los platos. No era broma lo de que el apartamento<br />

estaba amueblado: tiene todo lo que necesitamos, cubo de la basura e incluso cortina<br />

en la ducha.<br />

—La pizza llegará dentro de media hora. Voy a bajar a por tus cosas —dice.<br />

—Te acompaño —añado, y lo sigo.<br />

Ha metido todas mis cosas en dos cajas y una bolsa de basura. No me emociona,<br />

pero no digo nada.<br />

Coge un puñado de camisetas y un par de vaqueros de su maletero y los mete en<br />

la bolsa de basura junto con mi ropa.<br />

—Menos mal que tenemos plancha —digo al fin. Al mirar en su maletero, algo<br />

me llama la atención—. ¿No has tirado las sábanas?<br />

—Ah…, eso. No… Iba a tirarlas, pero se me olvidó —dice mirando hacia otra<br />

parte.<br />

—Ah… —Su reacción me da mala espina.<br />

Cargamos un montón de cosas en el ascensor y, nada más entrar en el<br />

apartamento, el repartidor de pizza toca el timbre. Hardin le abre la puerta y vuelve<br />

con una caja que huele a gloria bendita. No me había dado cuenta del hambre que<br />

tengo.<br />

Comemos en la mesa de la cocina. Se me hace raro pero muy agradable cenar con<br />

él en nuestra propia casa. Permanecemos en silencio mientras devoramos la deliciosa<br />

pizza, aunque es un silencio de los buenos. De esa clase de silencios que me dice que<br />

estamos en casa.<br />

www.lectulandia.com - Página 389

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