After - Anna Todd
—Bueno, vale —cede él conduciéndome de vuelta a la piedra—. Enseguida vuelvo —me dice—. Y esta vez no te muevas de aquí. Va en serio. Pongo los ojos en blanco. Es irónico que me deje sola con los que en teoría son los más macarras de toda la fiesta. —¿Adónde vas? —pregunto antes de que se marche. —A por una copa. Es probable que tú necesites una también. Sonríe y entra en la casa. Me quedo mirando el cielo y el foso para el fuego e intento evitar conversaciones incómodas. No da resultado. —Entonces ¿desde cuándo conoces a Hardin? —me pregunta Ronnie echándose un trago al gaznate. —Desde hace unos meses —respondo educadamente. Ronnie tiene algo que me tranquiliza; no me pone en alerta roja como Jace. —Vamos, que no hace mucho —dice. —No, supongo que no. No mucho. ¿Cuánto hace que lo conoces tú? —pregunto. Voy a aprovechar la ocasión para reunir toda la información que pueda sobre Hardin. —Desde el año pasado. —¿Dónde os conocisteis? —añado, aunque intento no parecer demasiado interesada. —En una fiesta. Bueno, en muchas fiestas —se ríe. —Entonces ¿sois amigos? —Pero qué curiosona eres —interviene el tío del pelo negro. —Mucho —respondo, y se echa a reír. Bueno, al fin y al cabo, tampoco parecen tan terribles como decía Hardin. Por cierto, ¿dónde demonios se habrá metido? Regresa al poco con Jace y tres chicas detrás. Pero ¿a qué viene esto? Jace y Hardin están hablando, a lo suyo. Jace le da entonces una palmada en la espalda y los dos se echan a reír. Hardin lleva dos vasos de plástico rojos, uno en cada mano. Es un alivio que Molly no esté en el grupo de chicas que caminan detrás. Se sienta a mi lado y me dedica una mirada juguetona. Al menos parece estar un poco más relajado que antes. —Toma —me dice, y me da uno de los vasos. Lo miro un instante antes de aceptarlo. Una copa no va a hacerme daño. Reconozco el sabor al instante. Es lo que estuvimos bebiendo la noche en que Zed y yo nos besamos. Hardin se me queda mirando y me relamo para recoger hasta la última gota de bebida. —Ahora ya tenemos suficientes chicas —dice Jace señalando a las recién llegadas. Las miro y tengo que contenerme para no juzgarlas. Llevan unas faldas minúsculas y unas camisetas idénticas, salvo por los colores. La de la camiseta rosa www.lectulandia.com - Página 368
me sonríe, así que decido que es la que mejor me cae. —Tú no juegas —me susurra Hardin al oído. Quiero decirle que haré lo que me dé la gana, pero se me acerca y me rodea la cintura con el brazo. Levanto la vista sorprendida pero él se limita a sonreír. —Te quiero —me susurra. Tiene los labios fríos, y me estremezco. —Vale, ya sabéis todos cómo va esto —dice Jace—. Tenemos que juntarnos en un círculo un poco más pequeño. Pero primero, que empiece la fiesta. Se ríe muy satisfecho y se saca algo blanco del bolsillo. También vuelve a hacer acto de presencia el mechero, con el que enciende el pequeño canuto blanco. —Es hierba —me dice Hardin en voz baja. Me lo había imaginado, aunque nunca antes había visto marihuana. Asiento y observo a Jace llevarse el porro a los labios y darle una buena calada antes de pasárselo a Hardin. Él niega con la cabeza rechazándolo. Ronnie lo coge, inhala con todas sus fuerzas y se pone a toser. —¿Tessa? —dice luego ofreciéndomelo. —No, gracias —respondo acurrucándome contra Hardin. —Hora de jugar —anuncia una de las chicas, y saca algo del bolso mientras todos mueven las piedras en las que estaban sentados y forman un círculo más pequeño en el césped. —¡Venga, Hardin! —gruñe Jace, pero él niega con la cabeza. —Estoy bien así, tío —contesta. —Nos falta una chica, a menos que prefieras arriesgarte a que Dan te meta la lengua hasta la campanilla —dice Ronnie entre risas. Dan debe de ser el tío del pelo negro. Un pelirrojo calladito con una barba muy densa le pega una calada al porro y se lo devuelve a Jace. Me termino mi copa y voy a por la de Hardin. Él levanta una ceja pero deja que la coja. —Voy a buscar a Molly. Se apunta fijo —dice la chica de la camiseta rosa. Nada más oír su nombre, el odio que siento hacia ella supera mi sentido común y espeto: —Ya juego yo. —¿De verdad? —pregunta Jace. —¿Se lo tienes permitido? —dice Dan en tono de burla mirando a Hardin. —Soy libre de hacer lo que me plazca, gracias —replico con mi sonrisa más inocente a pesar de mi tono borde. Más me vale no mirar a Hardin. Ya me ha dicho que no jugara, pero no he podido mantener cerrada mi bocaza. Me bebo su copa y me siento junto a la chica de la camiseta rosa. —Tienes que sentarte entre dos chicos —me dice. —Ah, vale —asiento, y vuelvo a levantarme. —Yo también juego —masculla Hardin sentándose. Me siento a su lado por instinto, pero sigo apartando la mirada. Jace se sienta www.lectulandia.com - Página 369
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me sonríe, así que decido que es la que mejor me cae.<br />
—Tú no juegas —me susurra Hardin al oído.<br />
Quiero decirle que haré lo que me dé la gana, pero se me acerca y me rodea la<br />
cintura con el brazo. Levanto la vista sorprendida pero él se limita a sonreír.<br />
—Te quiero —me susurra. Tiene los labios fríos, y me estremezco.<br />
—Vale, ya sabéis todos cómo va esto —dice Jace—. Tenemos que juntarnos en<br />
un círculo un poco más pequeño. Pero primero, que empiece la fiesta.<br />
Se ríe muy satisfecho y se saca algo blanco del bolsillo. También vuelve a hacer<br />
acto de presencia el mechero, con el que enciende el pequeño canuto blanco.<br />
—Es hierba —me dice Hardin en voz baja.<br />
Me lo había imaginado, aunque nunca antes había visto marihuana. Asiento y<br />
observo a Jace llevarse el porro a los labios y darle una buena calada antes de<br />
pasárselo a Hardin. Él niega con la cabeza rechazándolo. Ronnie lo coge, inhala con<br />
todas sus fuerzas y se pone a toser.<br />
—¿Tessa? —dice luego ofreciéndomelo.<br />
—No, gracias —respondo acurrucándome contra Hardin.<br />
—Hora de jugar —anuncia una de las chicas, y saca algo del bolso mientras todos<br />
mueven las piedras en las que estaban sentados y forman un círculo más pequeño en<br />
el césped.<br />
—¡Venga, Hardin! —gruñe Jace, pero él niega con la cabeza.<br />
—Estoy bien así, tío —contesta.<br />
—Nos falta una chica, a menos que prefieras arriesgarte a que Dan te meta la<br />
lengua hasta la campanilla —dice Ronnie entre risas.<br />
Dan debe de ser el tío del pelo negro. Un pelirrojo calladito con una barba muy<br />
densa le pega una calada al porro y se lo devuelve a Jace. Me termino mi copa y voy<br />
a por la de Hardin. Él levanta una ceja pero deja que la coja.<br />
—Voy a buscar a Molly. Se apunta fijo —dice la chica de la camiseta rosa.<br />
Nada más oír su nombre, el odio que siento hacia ella supera mi sentido común y<br />
espeto:<br />
—Ya juego yo.<br />
—¿De verdad? —pregunta Jace.<br />
—¿Se lo tienes permitido? —dice Dan en tono de burla mirando a Hardin.<br />
—Soy libre de hacer lo que me plazca, gracias —replico con mi sonrisa más<br />
inocente a pesar de mi tono borde.<br />
Más me vale no mirar a Hardin. Ya me ha dicho que no jugara, pero no he podido<br />
mantener cerrada mi bocaza. Me bebo su copa y me siento junto a la chica de la<br />
camiseta rosa.<br />
—Tienes que sentarte entre dos chicos —me dice.<br />
—Ah, vale —asiento, y vuelvo a levantarme.<br />
—Yo también juego —masculla Hardin sentándose.<br />
Me siento a su lado por instinto, pero sigo apartando la mirada. Jace se sienta<br />
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