After - Anna Todd
tono de voz suave. Hardin abre unos ojos enormes, perplejo. Sé que esperaba que estallara, pero este cambio en la dinámica lo frena y tiene que pensar lo que va a decir a continuación. —Sí… Bueno, no lo sé. —Sus ojos encuentran los míos. —Pues, como de costumbre, te equivocas. —Sonrío. Necesito hablar con él de esto más tarde, pero ahora mismo tengo más ganas de hacerle saber que no tiene de qué preocuparse que de corregirlo. —Lamento que hayas pensado que estaba flirteando con él. No es así. Yo no te haría eso —le aseguro. Su mirada se suaviza y le acaricio la mejilla. ¿Cómo puede una persona ser tan fuerte y tan frágil a la vez? —Vale… —dice. Me echo a reír y sigo acariciándole la mejilla. Me encanta pillarlo con la guardia baja. —¿Para qué lo quiero a él teniéndote a ti? Parpadea y, al final, sonríe. Me alivia estar aprendiendo a desactivar la bomba con patas que es Hardin. —Te quiero —me dice, y sus labios buscan los míos—. Perdona que haya saltado así. —Acepto tus disculpas. ¿Qué te parece si te enseño mi despacho? —digo con alegría. —No te merezco —añade en voz baja, demasiado baja. Decido hacer como que no lo he oído y mantengo mi actitud animosa. —¿Qué opinas? —Sonrío de oreja a oreja. Se echa a reír y presta mucha atención mientras le muestro cada detalle, cada libro de la estantería y el marco vacío que hay en la mesa. —Estaba pensando en poner una foto nuestra aquí —le digo. No nos hemos hecho ninguna foto juntos, y no se me había ocurrido hasta que coloqué el marco sobre la mesa. Hardin no parece de la clase de personas que sonríen ante la cámara, ni siquiera ante la de un móvil. —Las fotos no son lo mío —dice confirmando mis sospechas. Sin embargo, cuando ve mi decepción, se esfuerza por añadir—: Quiero decir… que podríamos hacernos una. Pero sólo una. —Luego lo pensamos. —Sonrío, y parece aliviado. —Ahora hablemos de lo sexi que estás con ese vestido. Me está volviendo loco —dice en un tono más grave de lo habitual al tiempo que se acerca a mí. Mi cuerpo entra en calor al instante; sus palabras siempre tienen este efecto en mí. —Tienes suerte de que no abriera los ojos esta mañana —prosigue—. Si los hubiera abierto… —recorre con la punta de los dedos el escote del vestido—, no te habría dejado salir de la habitación. Con la otra mano sube el bajo del vestido y me acaricia el muslo. www.lectulandia.com - Página 350
—Hardin… —le advierto. Mi voz me traiciona y parece más un gemido que otra cosa. —¿Qué, nena?… ¿No quieres que haga esto? —Me levanta del suelo y me sienta en la mesa. —Es… —Con sus labios en el cuello no puedo pensar. Hundo los dedos en su pelo y me da pequeños mordiscos—. No podemos… Podría entrar alguien… o… algo. —Se me traba la lengua y no consigo decir nada que tenga sentido. Lleva ambas manos a mis muslos y me separa las piernas. —La puerta tiene un pestillo por algo… —replica—. Quiero hacértelo aquí, sobre la mesa. O puede que contra la ventana. Su boca continúa bajando hacia mi pecho. Su propuesta es como una descarga eléctrica. Sus dedos rozan el encaje de mis bragas y noto cómo cambia su respiración. —Me estás matando —gruñe mirando entre mis piernas para ver el conjunto de encaje blanco que me compré ayer. No me puedo creer que esté consintiendo esto, en mi mesa, en mi despacho nuevo, el segundo día de prácticas. La idea me excita y me aterra a partes iguales. —Cierra la… —empiezo a decir, pero me interrumpe el timbre del teléfono. Me sobresalto y contesto como puedo—: ¿Diga? Aquí Tessa Young. —Señorita Young…, Tessa —corrige rápidamente Kimberly—. El señor Vance ha terminado su trabajo por hoy y va de camino a tu despacho —dice con una pizca de picardía en la voz. Debe de haberse dado cuenta de lo irresistible que puede ser Hardin. Me ruborizo y le doy las gracias antes de bajarme de la mesa. www.lectulandia.com - Página 351
- Page 300 and 301: adiante. ¿Cómo es que no se da cu
- Page 302 and 303: —Es probable que éste sea el ún
- Page 304 and 305: distinto. Se agradece, y es ardient
- Page 306 and 307: mientras espero que me deje sitio b
- Page 308 and 309: No lo suelto y gime otra vez. Me en
- Page 310 and 311: —¡No deberías haber ido tan lej
- Page 312 and 313: La idea de ser lo que Hardin precis
- Page 314 and 315: —No, no estoy enfadada, sólo…
- Page 316 and 317: Parece que en este campus sirven al
- Page 318 and 319: —Y eso es todo lo que fue, nena:
- Page 320 and 321: CAPÍTULO 74 Hardin sigue la direcc
- Page 322 and 323: —¡Por supuesto! —Echa la cabez
- Page 324 and 325: CAPÍTULO 75 Al final, Hardin se qu
- Page 326 and 327: Mis ojos encuentran los suyos y eso
- Page 328 and 329: despacho! www.lectulandia.com - Pá
- Page 330 and 331: andar y es un alivio descubrir que
- Page 332 and 333: CAPÍTULO 77 Me molesta muchísimo
- Page 334 and 335: —Imagino que hemos terminado de d
- Page 336 and 337: sigue dibujando círculos con la le
- Page 338 and 339: —Yo también te tengo ganas —co
- Page 340 and 341: experiencia. Su sonrisa se desvanec
- Page 342 and 343: qué la gente le da tanto bombo al
- Page 344 and 345: desván. No me estás dando argumen
- Page 346 and 347: en Vance, ya hemos comprado la cort
- Page 348 and 349: No puedo disimular la sonrisa que s
- Page 352 and 353: CAPÍTULO 81 Hardin se marcha despu
- Page 354 and 355: debería ponerse Hardin y que me ll
- Page 356 and 357: —¿Por qué me has presentado com
- Page 358 and 359: CAPÍTULO 82 Cuando llegamos a la r
- Page 360 and 361: —¿Por qué no? —No lo sé. No
- Page 362 and 363: —Vale, pues paga tú la tele por
- Page 364 and 365: CAPÍTULO 83 Hardin ve a Jace al mi
- Page 366 and 367: Al final no puedo soportarlo más.
- Page 368 and 369: —Bueno, vale —cede él conduci
- Page 370 and 371: junto a mí. —Creo que Hardin deb
- Page 372 and 373: ayudarlo. Se levanta tambaleante y
- Page 374 and 375: —Vete —me dice dirigiéndose ha
- Page 376 and 377: CAPÍTULO 85 En lo que parece un in
- Page 378 and 379: azos para no caerme de la cama cuan
- Page 380 and 381: —Jace. Sólo que no me ha contado
- Page 382 and 383: aunque ya sé la respuesta. —No,
- Page 384 and 385: insoportable. El resto del día tra
- Page 386 and 387: —¡Hardin! ¡Déjame acabar! Iba
- Page 388 and 389: —Te he traído tus cosas de tu ha
- Page 390 and 391: —Te quiero —dice mientras meto
- Page 392 and 393: —Gracias. Estas cosas tenemos que
- Page 394 and 395: Hardin se niega a levantarse y sól
- Page 396 and 397: esa el hombro, sale de mí y me ayu
- Page 398 and 399: CAPÍTULO 89 Cuando me despierto, t
tono de voz suave.<br />
Hardin abre unos ojos enormes, perplejo. Sé que esperaba que estallara, pero este<br />
cambio en la dinámica lo frena y tiene que pensar lo que va a decir a continuación.<br />
—Sí… Bueno, no lo sé. —Sus ojos encuentran los míos.<br />
—Pues, como de costumbre, te equivocas. —Sonrío.<br />
Necesito hablar con él de esto más tarde, pero ahora mismo tengo más ganas de<br />
hacerle saber que no tiene de qué preocuparse que de corregirlo.<br />
—Lamento que hayas pensado que estaba flirteando con él. No es así. Yo no te<br />
haría eso —le aseguro.<br />
Su mirada se suaviza y le acaricio la mejilla. ¿Cómo puede una persona ser tan<br />
fuerte y tan frágil a la vez?<br />
—Vale… —dice.<br />
Me echo a reír y sigo acariciándole la mejilla. Me encanta pillarlo con la guardia<br />
baja.<br />
—¿Para qué lo quiero a él teniéndote a ti?<br />
Parpadea y, al final, sonríe. Me alivia estar aprendiendo a desactivar la bomba con<br />
patas que es Hardin.<br />
—Te quiero —me dice, y sus labios buscan los míos—. Perdona que haya saltado<br />
así.<br />
—Acepto tus disculpas. ¿Qué te parece si te enseño mi despacho? —digo con<br />
alegría.<br />
—No te merezco —añade en voz baja, demasiado baja.<br />
Decido hacer como que no lo he oído y mantengo mi actitud animosa.<br />
—¿Qué opinas? —Sonrío de oreja a oreja.<br />
Se echa a reír y presta mucha atención mientras le muestro cada detalle, cada<br />
libro de la estantería y el marco vacío que hay en la mesa.<br />
—Estaba pensando en poner una foto nuestra aquí —le digo.<br />
No nos hemos hecho ninguna foto juntos, y no se me había ocurrido hasta que<br />
coloqué el marco sobre la mesa. Hardin no parece de la clase de personas que sonríen<br />
ante la cámara, ni siquiera ante la de un móvil.<br />
—Las fotos no son lo mío —dice confirmando mis sospechas. Sin embargo,<br />
cuando ve mi decepción, se esfuerza por añadir—: Quiero decir… que podríamos<br />
hacernos una. Pero sólo una.<br />
—Luego lo pensamos. —Sonrío, y parece aliviado.<br />
—Ahora hablemos de lo sexi que estás con ese vestido. Me está volviendo loco<br />
—dice en un tono más grave de lo habitual al tiempo que se acerca a mí.<br />
Mi cuerpo entra en calor al instante; sus palabras siempre tienen este efecto en mí.<br />
—Tienes suerte de que no abriera los ojos esta mañana —prosigue—. Si los<br />
hubiera abierto… —recorre con la punta de los dedos el escote del vestido—, no te<br />
habría dejado salir de la habitación.<br />
Con la otra mano sube el bajo del vestido y me acaricia el muslo.<br />
www.lectulandia.com - Página 350