After - Anna Todd
sigue dibujando círculos con la lengua. —Dime lo mucho que te gusta —me pide sin apartar la boca. De mis labios escapan sonidos guturales, intento decir algo, lo que sea. Hardin sigue soltando guarradas y lamiéndome entre una y otra. Es un ritmo exquisito, me tiembla el cuerpo y estiro los pies extasiada. Cuando recupero el conocimiento me besa en la boca. Mi pecho sube y baja y mi respiración es irregular. —¿Estás…? —Calla… Sí, estoy segura —le digo, y lo beso con ganas. Le clavo las uñas en la espalda y le bajo el bóxer por debajo del culo. Suspira al verse libre y ambos gemimos cuando nuestras pieles vuelven a entrar en contacto. —Tessa, yo… —Calla… —le repito. Lo deseo más que nada y no quiero que siga hablando. —Pero Tessa, tengo que contarte… —Calla ya, Hardin, por favor —le suplico, y lo beso otra vez. Cojo su erección y la acaricio cuan larga es. Él cierra los ojos y suspira. El instinto toma el control y le paso el pulgar por la punta para limpiar la gota que se acumula allí y sentirla palpitar en la mano. —Si vuelves a hacer eso, me corro —jadea. De repente, se levanta de un salto de la cama. Antes de que pueda preguntarle adónde va, saca un pequeño envoltorio de sus vaqueros. «Vamos a hacerlo de verdad.» Sé que debería estar asustada o nerviosa, pero lo único que siento es lo mucho que lo quiero y lo mucho que él me quiere a mí. Sé lo que va a pasar, y la anticipación me llena de asombro y el tiempo parece que pasa mucho más despacio mientras aguardo a que vuelva a la cama. Siempre pensé que mi primera vez sería con Noah, en nuestra noche de bodas. Sería en una cama gigantesca en un bonito bungalow en una isla del trópico. En cambio, aquí estoy, en mi diminuta habitación de la residencia de estudiantes, con Hardin, y no cambiaría un solo detalle al respecto. www.lectulandia.com - Página 336
CAPÍTULO 78 Sólo he visto un condón en clase de educación sexual, e imponía bastante. Pero ahora mismo sólo quiero arrancárselo a Hardin de las manos y ponérselo lo más rápido que pueda. Menos mal que no puede leer mis pensamientos indecentes, aunque él dice cosas mucho más guarras que las que yo he pensado nunca. —¿Estás…? —dice con voz ronca. —Si me lo preguntas otra vez, te mato. Me sonríe y agita el preservativo que sostiene entre el índice y el pulgar. —Iba a preguntarte si quieres ayudarme a ponérmelo o lo hago yo solo… Me muerdo el labio. —Ah. Me gustaría hacerlo yo, pero… vas a tener que enseñarme cómo se hace. Lo que aprendí sobre el preservativo en clase de educación sexual no me preparó para lo que se siente en un momento como éste, y no quiero fastidiarla. —Bien. Se sienta en la cama y yo cruzo las piernas. Me da un beso rápido en la frente. Rasga el envoltorio y alargo la mano, pero él suelta una carcajada y menea la cabeza. —Ahora verás. —Me coge la mano, saca el pequeño disco y usa nuestras manos entrelazadas para colocarse el condón en la punta. El látex es viscoso y resbaladizo —. Ahora hay que desenrollarlo —dice con las mejillas coloradas. Nuestras manos deslizan el condón por su piel firme. Entorna los ojos y su erección crece un poco más. —No ha estado mal para una virgen y un borracho —me río. Me levanta una ceja y sonríe. Me alegro de que podamos bromear y no sea todo tan serio e intenso; eso hace que lo que va a suceder a continuación me ponga menos nerviosa. —No estoy borracho, nena. Me he tomado un par de copas pero me he despejado discutiendo contigo, como siempre. —Me regala unos hoyuelos y me acaricia el labio inferior con el pulgar. Es un alivio saberlo. No me apetece en absoluto que se duerma a la mitad, o que me vomite encima. Me río de pensarlo y lo miro otra vez. Tiene la mirada despejada, no de borracho como hace una hora. —Y ¿ahora qué? —pregunto sin poder contenerme. Se ríe, me coge la mano y se la lleva al paquete. —¿Me tienes ganas? —pregunta. Asiento. www.lectulandia.com - Página 337
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sigue dibujando círculos con la lengua.<br />
—Dime lo mucho que te gusta —me pide sin apartar la boca.<br />
De mis labios escapan sonidos guturales, intento decir algo, lo que sea. Hardin<br />
sigue soltando guarradas y lamiéndome entre una y otra. Es un ritmo exquisito, me<br />
tiembla el cuerpo y estiro los pies extasiada. Cuando recupero el conocimiento me<br />
besa en la boca. Mi pecho sube y baja y mi respiración es irregular.<br />
—¿Estás…?<br />
—Calla… Sí, estoy segura —le digo, y lo beso con ganas.<br />
Le clavo las uñas en la espalda y le bajo el bóxer por debajo del culo. Suspira al<br />
verse libre y ambos gemimos cuando nuestras pieles vuelven a entrar en contacto.<br />
—Tessa, yo…<br />
—Calla… —le repito. Lo deseo más que nada y no quiero que siga hablando.<br />
—Pero Tessa, tengo que contarte…<br />
—Calla ya, Hardin, por favor —le suplico, y lo beso otra vez.<br />
Cojo su erección y la acaricio cuan larga es. Él cierra los ojos y suspira. El<br />
instinto toma el control y le paso el pulgar por la punta para limpiar la gota que se<br />
acumula allí y sentirla palpitar en la mano.<br />
—Si vuelves a hacer eso, me corro —jadea.<br />
De repente, se levanta de un salto de la cama. Antes de que pueda preguntarle<br />
adónde va, saca un pequeño envoltorio de sus vaqueros.<br />
«Vamos a hacerlo de verdad.»<br />
Sé que debería estar asustada o nerviosa, pero lo único que siento es lo mucho<br />
que lo quiero y lo mucho que él me quiere a mí.<br />
Sé lo que va a pasar, y la anticipación me llena de asombro y el tiempo parece que<br />
pasa mucho más despacio mientras aguardo a que vuelva a la cama. Siempre pensé<br />
que mi primera vez sería con Noah, en nuestra noche de bodas. Sería en una cama<br />
gigantesca en un bonito bungalow en una isla del trópico. En cambio, aquí estoy, en<br />
mi diminuta habitación de la residencia de estudiantes, con Hardin, y no cambiaría un<br />
solo detalle al respecto.<br />
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