After - Anna Todd

22.05.2018 Views

—No, Tessa. Se acabaron los juegos. Tú eres lo único que quiero. Quiero estar contigo, tener una relación de verdad. Eso sí, vas a tener que enseñarme qué demonios significa eso. Se ríe nervioso, y yo me uno gustosamente a él. —Echaba de menos tu risa —señala—, no he podido sacártela a menudo. Quiero hacerte reír, no llorar. Sé que soy bastante difícil… Lo corto pegando los labios a los suyos. Sus besos son apresurados y noto el sabor de la sangre del labio partido. La electricidad recorre mi cuerpo y mis rodillas amenazan con dejar de sostenerme. Parece que ha pasado una eternidad desde la última vez que sentí su boca. Amo a este gilipollas tarado que se odia a sí mismo, tanto, que me da miedo no poder soportarlo. Me levanta del suelo y enrosca mis muslos en su cintura. Le hundo los dedos en el pelo. Gime en mi boca, jadea y me atrae con más fuerza hacia sí. Mi lengua acaricia su labio inferior pero me aparto cuando hace una mueca de dolor. —¿Con quién te has peleado? —le pregunto. Se ríe. —¿Me lo preguntas en este momento? —Sí, quiero saberlo —sonrío. —Siempre haces muchas preguntas. ¿No puedo contestarte luego? —Pone morritos. —No. Dímelo. —Sólo si te quedas. —Me estrecha con fuerza—. Por favor… —Vale —contesto, y lo beso otra vez, olvidando por completo que le he hecho una pregunta. www.lectulandia.com - Página 292

CAPÍTULO 68 Dejamos de besarnos y me siento a los pies de la cama. Hardin me sigue y se acomoda junto a la cabecera. —Vale, ahora cuéntame con quién te has peleado —digo—. ¿Con Zed? Me da miedo la respuesta. —No. Ha sido con unos chavales que no conocía. Es un gran alivio que no haya sido con Zed, pero entonces asimilo lo que ha dicho. —Espera, ¿con unos chavales? ¿Cuántos eran? —Tres… o cuatro. No estoy seguro —se ríe. —No tiene gracia. Y ¿por qué te has peleado? —No lo sé… —Se encoge de hombros—. Estaba furioso porque te habías marchado con Zed. En aquel momento parecía buena idea. —Pues no lo era, y mira cómo te han dejado. —Frunzo el ceño y él ladea la cabeza con expresión perpleja—. ¿Qué? —Nada… Ven aquí —dice, y extiende los brazos. Asciendo por la cama, me siento entre sus piernas y me apoyo en su pecho. —Perdona lo mal que te he tratado…, que te trato —me susurra al oído. Un escalofrío me recorre el cuerpo al sentir su aliento en mi oreja y oír su disculpa. No he tenido que arrancársela. —No pasa nada. Bueno, sí que pasa, pero te daré otra oportunidad. Espero que no haga que me arrepienta. No creo que pueda soportar más su rollo de «ahora sí, ahora no». —Gracias. Sé que no me la merezco. Pero soy lo bastante egoísta para aceptarla —dice con la boca en mi pelo. Me rodea con el brazo. Estar sentada así con él se me hace extraño y nostálgico a la vez. Permanezco en silencio y me vuelve un poco los hombros para verme la cara. —¿Qué te pasa? —Nada —digo—. Es que me da miedo que vuelvas a cambiar de opinión. Quiero lanzarme de cabeza a la piscina, pero me aterra la posibilidad de que no haya agua. —No lo haré. Nunca he cambiado de opinión, sólo luchaba contra lo que sentía por ti. Sé que ya no crees en mis palabras, pero quiero ganarme tu confianza. No volveré a hacerte daño —me promete al tiempo que apoya la frente en la mía. —No, por favor —le suplico. Me da igual sonar patética. www.lectulandia.com - Página 293

CAPÍTULO 68<br />

Dejamos de besarnos y me siento a los pies de la cama. Hardin me sigue y se<br />

acomoda junto a la cabecera.<br />

—Vale, ahora cuéntame con quién te has peleado —digo—. ¿Con Zed?<br />

Me da miedo la respuesta.<br />

—No. Ha sido con unos chavales que no conocía.<br />

Es un gran alivio que no haya sido con Zed, pero entonces asimilo lo que ha<br />

dicho.<br />

—Espera, ¿con unos chavales? ¿Cuántos eran?<br />

—Tres… o cuatro. No estoy seguro —se ríe.<br />

—No tiene gracia. Y ¿por qué te has peleado?<br />

—No lo sé… —Se encoge de hombros—. Estaba furioso porque te habías<br />

marchado con Zed. En aquel momento parecía buena idea.<br />

—Pues no lo era, y mira cómo te han dejado. —Frunzo el ceño y él ladea la<br />

cabeza con expresión perpleja—. ¿Qué?<br />

—Nada… Ven aquí —dice, y extiende los brazos.<br />

Asciendo por la cama, me siento entre sus piernas y me apoyo en su pecho.<br />

—Perdona lo mal que te he tratado…, que te trato —me susurra al oído.<br />

Un escalofrío me recorre el cuerpo al sentir su aliento en mi oreja y oír su<br />

disculpa. No he tenido que arrancársela.<br />

—No pasa nada. Bueno, sí que pasa, pero te daré otra oportunidad.<br />

Espero que no haga que me arrepienta. No creo que pueda soportar más su rollo<br />

de «ahora sí, ahora no».<br />

—Gracias. Sé que no me la merezco. Pero soy lo bastante egoísta para aceptarla<br />

—dice con la boca en mi pelo.<br />

Me rodea con el brazo. Estar sentada así con él se me hace extraño y nostálgico a<br />

la vez. Permanezco en silencio y me vuelve un poco los hombros para verme la cara.<br />

—¿Qué te pasa?<br />

—Nada —digo—. Es que me da miedo que vuelvas a cambiar de opinión.<br />

Quiero lanzarme de cabeza a la piscina, pero me aterra la posibilidad de que no<br />

haya agua.<br />

—No lo haré. Nunca he cambiado de opinión, sólo luchaba contra lo que sentía<br />

por ti. Sé que ya no crees en mis palabras, pero quiero ganarme tu confianza. No<br />

volveré a hacerte daño —me promete al tiempo que apoya la frente en la mía.<br />

—No, por favor —le suplico. Me da igual sonar patética.<br />

www.lectulandia.com - Página 293

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!