After - Anna Todd

22.05.2018 Views

«Pero ¿qué me pasa?» Zed es dulce y le gusto de verdad, disfruta de mi compañía, y aun así basta con que alguien mencione a Hardin para que no pueda dejar de pensar en él. Doy un paseo rápido alrededor de las gradas y respiro hondo un par de veces antes de volver con los demás. —Perdonad, es que hacía… demasiado calor —miento, y vuelvo a sentarme. Zed ha sacado el móvil, me oculta la pantalla y se lo guarda en el bolsillo. Me dice que no ocurre nada y nos pasamos una hora charlando con Landon y con Dakota. —Me noto un poco cansada. He cogido el avión muy temprano —le dice Dakota a Landon, que asiente. —Sí, yo también estoy cansado. Creo que nosotros nos vamos. Landon se levanta y ayuda a Dakota a ponerse de pie. —¿Quieres que nosotros nos vayamos también? —me pregunta Zed. —No, por mí podemos quedarnos. A menos que tú quieras irte. —Yo estoy a gusto —dice negando con la cabeza. Nos despedimos de Landon y de Dakota y los vemos desaparecer entre la multitud. —¿Por qué hacen la hoguera? —le pregunto a Zed, aunque no estoy muy segura de que él lo sepa. —Creo que es para celebrar que se acaba la temporada de fútbol americano —me dice—. O que está a la mitad, o algo así… Miro alrededor y por primera vez me doy cuenta de que mucha gente lleva sudaderas. —Ah. —Miro de nuevo a Zed—. Ya entiendo —asiento echándome a reír. —Ya —me dice, y entorna los ojos—. ¿Ése no es Hardin? Vuelvo la cabeza a toda velocidad. Pues sí, es él, y viene hacia nosotros con una morena bajita que lleva falda. Me pego más a Zed. Precisamente por esto no he querido escuchar a Hardin en el porche: ya se ha buscado a una chica sólo para traerla aquí y jorobarme. —Hola, Zed —lo saluda ella con una voz muy aguda. —Hola, Emma. Zed me pasa el brazo por los hombros. Hardin le lanza una mirada de las que matan, pero se sienta con nosotros. Sé que estoy siendo una maleducada por no presentarme a la chica, pero no puedo evitar que me caiga mal de entrada. —¿Qué tal va la hoguera? —pregunta Hardin. —Da calor. Casi ha terminado, o eso creo —contesta Zed. Hay cierta tensión entre ambos. La noto. No sé a qué se debe; Hardin les ha dejado muy claro a sus amigos que le importo una mierda. —¿No hay nada para comer? —pregunta la chica con su molesta voz. —Sí, hay un puesto que vende cosas —le digo. www.lectulandia.com - Página 282

—Hardin, acompáñame a comprar algo de comer —le pide. Él pone los ojos en blanco pero se levanta. —¡Tráeme un pretzel, ¿vale?! —le grita Zed sonriendo, y Hardin aprieta la mandíbula. «¿Y a éstos qué les pasa?» Miro a Zed en cuanto él y la chica desaparecen. —Oye, ¿podemos irnos? No me apetece mucho ver a Hardin. No sé si se te ha olvidado, pero nos odiamos mutuamente. —Intento sonreír y que suene a medio broma, pero no me sale. —Sí, claro que sí —me dice. Nos levantamos y me tiende la mano. La acepto y caminamos agarrados. Miro a todas partes buscando a Hardin y rezando para no verlo. —¿Te apetece ir a la fiesta? —me pregunta Zed cuando llegamos al aparcamiento. —No, la verdad es que eso tampoco me apetece. —Es el último lugar sobre la faz de la Tierra al que querría ir. —Vale, pues si quieres podemos quedar otro… —empieza a decir. —No, me apetece estar contigo. Sólo que no quiero quedarme aquí ni ir a la fraternidad —me apresuro a responder. Parece sorprendido, y sus ojos encuentran los míos. —Vale… Podemos ir… ¿a mi casa? Si te apetece… Si no, podemos ir a otra parte. Aunque no se me ocurre ningún otro sitio en esta ciudad. Se echa a reír y yo también me río. —Tu casa me parece bien. Te sigo hasta allí. Durante el trayecto, no puedo evitar imaginarme la cara de Hardin cuando vuelva y se encuentre con que nos hemos ido. Él ha aparecido con otra chica, así que no tiene derecho a enfadarse, aunque eso no me alivia el dolor de estómago. El apartamento de Zed está justo al salir del campus. Es pequeño pero está limpio. Me ofrece una copa pero la rechazo porque mi intención es conducir de vuelta a la residencia esta noche. Me siento en el sofá y me pasa el mando a distancia de la tele, luego va a la cocina a por algo de beber. —Pon lo que quieras. No sé qué programas te gusta ver. —¿Vives solo? —le pregunto, y asiente con la cabeza. Me siento un poco rara cuando se instala a mi lado y me rodea la cintura con el brazo, pero escondo mi nerviosismo detrás de una sonrisa. El móvil de Zed vibra entonces en su bolsillo y se levanta para contestar. Alza un dedo para decirme que vuelve enseguida y se dirige a la pequeña cocina. —Nos hemos ido —lo oigo decir—. Ya… Es justo… Se siente. www.lectulandia.com - Página 283

—Hardin, acompáñame a comprar algo de comer —le pide. Él pone los ojos en<br />

blanco pero se levanta.<br />

—¡Tráeme un pretzel, ¿vale?! —le grita Zed sonriendo, y Hardin aprieta la<br />

mandíbula.<br />

«¿Y a éstos qué les pasa?»<br />

Miro a Zed en cuanto él y la chica desaparecen.<br />

—Oye, ¿podemos irnos? No me apetece mucho ver a Hardin. No sé si se te ha<br />

olvidado, pero nos odiamos mutuamente. —Intento sonreír y que suene a medio<br />

broma, pero no me sale.<br />

—Sí, claro que sí —me dice.<br />

Nos levantamos y me tiende la mano. La acepto y caminamos agarrados. Miro a<br />

todas partes buscando a Hardin y rezando para no verlo.<br />

—¿Te apetece ir a la fiesta? —me pregunta Zed cuando llegamos al<br />

aparcamiento.<br />

—No, la verdad es que eso tampoco me apetece. —Es el último lugar sobre la faz<br />

de la Tierra al que querría ir.<br />

—Vale, pues si quieres podemos quedar otro… —empieza a decir.<br />

—No, me apetece estar contigo. Sólo que no quiero quedarme aquí ni ir a la<br />

fraternidad —me apresuro a responder.<br />

Parece sorprendido, y sus ojos encuentran los míos.<br />

—Vale… Podemos ir… ¿a mi casa? Si te apetece… Si no, podemos ir a otra<br />

parte. Aunque no se me ocurre ningún otro sitio en esta ciudad.<br />

Se echa a reír y yo también me río.<br />

—Tu casa me parece bien. Te sigo hasta allí.<br />

Durante el trayecto, no puedo evitar imaginarme la cara de Hardin cuando vuelva<br />

y se encuentre con que nos hemos ido. Él ha aparecido con otra chica, así que no<br />

tiene derecho a enfadarse, aunque eso no me alivia el dolor de estómago.<br />

El apartamento de Zed está justo al salir del campus. Es pequeño pero está limpio.<br />

Me ofrece una copa pero la rechazo porque mi intención es conducir de vuelta a la<br />

residencia esta noche.<br />

Me siento en el sofá y me pasa el mando a distancia de la tele, luego va a la<br />

cocina a por algo de beber.<br />

—Pon lo que quieras. No sé qué programas te gusta ver.<br />

—¿Vives solo? —le pregunto, y asiente con la cabeza.<br />

Me siento un poco rara cuando se instala a mi lado y me rodea la cintura con el<br />

brazo, pero escondo mi nerviosismo detrás de una sonrisa. El móvil de Zed vibra<br />

entonces en su bolsillo y se levanta para contestar. Alza un dedo para decirme que<br />

vuelve enseguida y se dirige a la pequeña cocina.<br />

—Nos hemos ido —lo oigo decir—. Ya… Es justo… Se siente.<br />

www.lectulandia.com - Página 283

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!