After - Anna Todd
Molly estando en una situación así. —¿Qué tal has dormido? —me pregunta Landon. Lo sigo escaleras abajo y dejo solo al frustrado Hardin. Karen se ha esmerado al máximo con el desayuno, como era de esperar. Hardin se une a la mesa unos minutos después, pero yo ya me he llenado el plato de huevos, beicon, tostadas, un gofre y unas cuantas uvas. —Muchas gracias por prepararnos el desayuno —le digo a Karen, de mi parte y de la de Hardin; sé que a él no va a molestarle que le dé las gracias. —Es un placer, cielo —sonríe ella—. ¿Qué tal habéis dormido? Espero que la tormenta no os haya desvelado. Hardin comienza a ponerse tenso, supongo que por miedo a que mencione su pesadilla. A estas alturas ya debería saber que yo nunca haría algo así, por lo que su falta de confianza en mí me hace enfadar aún más. —La verdad es que he dormido genial. ¡No he echado de menos la cama de la residencia para nada! Me río, y todos se unen, excepto Hardin, claro. Le da un trago a su zumo de naranja y mantiene la vista fija en la pared. Luego charlamos de cosas triviales mientras Ken y Landon bromean sobre un partido de fútbol americano. Después del desayuno, ayudo a Karen a recoger la cocina de nuevo. Hardin se queda merodeando en la puerta, sin ofrecerse a ayudar y limitándose a observarme. —Si no le importa que pregunte, ¿lo que hay en el patio trasero es un invernadero? —le digo a Karen. —Sí, eso es. No lo he utilizado mucho este año, pero me encanta la jardinería. Tendrías que haberlo visto el verano pasado —señala—. ¿Te gustan las plantas? —Mucho. Mi madre también tiene un invernadero en la parte de atrás de casa, y allí era donde me pasaba la mayor parte del tiempo cuando era pequeña. —¿De verdad? Bueno, si vinierais más a menudo, podríamos hacer algo con el mío —dice Karen. Es tan buena, y tan cariñosa. Todo lo que desearía en una madre. Sonrío. —Eso sería estupendo. Hardin se esfuma unos minutos, y cuando vuelve se aclara la garganta en alto. Ambas nos volvemos para mirarlo. —Deberíamos irnos ya —dice, y frunzo el ceño. Lleva en las manos mi ropa y mi bolso, del que asoman las Toms. Es un poco raro que no me haya dado tiempo a quitarme el pijama, y un poco incómodo que haya husmeado entre mis cosas, pero lo paso por alto. Nos despedimos y abrazo a Karen y a Ken mientras Hardin me espera impaciente en la puerta. Les prometo que volveremos pronto, y espero que así sea. Sabía que mi presencia aquí llegaría a su fin, pero ha sido un descanso estupendo de mi vida diaria, sin listas, www.lectulandia.com - Página 208
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