After - Anna Todd

22.05.2018 Views

Toda la suciedad y el polvo del coche se levantan cuando Hardin gira el volante de golpe y se detiene en la cuneta de la transitada carretera. Sé que he ido demasiado lejos, pero a estas alturas estoy igual de cabreada que él, y le grito: —¡¿Se puede saber qué demonios te pasa? ¿Cómo te sales así de la carretera?! —¡La cuestión es qué demonios te pasa a ti! ¿Le dices a mi padre que voy a ir a su casa a cenar y luego tienes el morro de insinuar que vas a ir con Zed? —Ah, claro, perdona; ¿tus queridos amigos no saben que Landon es tu hermanastro y te da miedo que se enteren? —digo, y me río de lo ridículo que me parece. —Uno, no es mi hermanastro, y dos, ya sabes que no es por eso por lo que no quiero que vaya Zed. —Ha bajado mucho el tono de voz, pero sigue enfurecido. Sin embargo, a pesar del caos que reina en el coche, vuelvo a sentir un poco de esperanza ante los celos de Hardin. Sé que su actitud tiene más que ver con la rivalidad que con una preocupación real por que salga con Zed, pero hace que sienta mariposas en el estómago igualmente. —Pues si no vienes conmigo, tendré que invitarlo. —En realidad, nunca lo haría, pero eso él no lo sabe. Hardin se queda mirando al frente durante unos segundos y entonces suspira, con lo que expulsa parte de la tensión. —Tessa, de verdad que no quiero ir. No quiero estar con la familia perfecta de mi padre. Los evito por algo. Yo también relajo el tono. —Bueno, no quiero obligarte a ir si vas a sentirte mal, pero me encantaría que vinieras conmigo. Yo voy a ir de todas formas. Hemos pasado de tomar un yogur a gritarnos mutuamente, y ahora volvemos a estar en paz. La cabeza me da vueltas, y tengo el corazón acelerado. —¿Sentirme mal? —Suena incrédulo. —Sí, si te va a molestar tanto estar allí, no voy a intentar convencerte de que vayas —respondo. Sé que jamás podría conseguir que Hardin hiciera algo que no quiere; no hay antecedentes de que haya cooperado nunca. —Y ¿a ti qué más te da que me sienta mal? —Su mirada se encuentra con la mía, e intento desviarla, pero vuelve a tenerme embrujada. —Pues claro que me da; ¿por qué no iba a importarme? —La pregunta es por qué sí te importa. Me mira suplicante, como si quisiera que pronunciara las palabras, pero no puedo. Las utilizaría en mi contra, y lo más seguro es que no querría volver a quedar conmigo nunca más. Me convertiría en la chica pesada que va detrás de él, la clase de chica de la que me habló Steph. —Me importan tus sentimientos —le digo, y espero que la respuesta sea lo www.lectulandia.com - Página 180

astante buena para él. Interrumpiendo el momento, mi móvil comienza a sonar. Lo saco del bolso y veo que es Noah. Sin pensarlo, rechazo la llamada antes siquiera de darme cuenta de lo que estoy haciendo. —¿Quién es? —Hardin es un cotilla. —Noah. —¿No vas a responder? —Parece sorprendido. —No, estamos hablando. —«Y prefiero hablar contigo», añade mi subconsciente. —Ah. —Es lo único que dice, pero su sonrisa es evidente. —Entonces ¿vas a venir conmigo? Hace bastante tiempo que no como comida casera, así que no voy a desperdiciar la oportunidad. —Sonrío; el ambiente en el coche es ahora más tranquilo, aunque sigue siendo tenso. —No. De todas formas, tengo planes —murmura. No quiero saber si esos planes incluyen a Molly. —Ah, vale —digo—. ¿Te enfadarás conmigo si voy yo? Me parece un poco raro ir a la casa del padre de Hardin sin más, pero Landon es mi amigo, y me han invitado. —Siempre estoy enfadado contigo, Tess —dice y, cuando me mira, veo la diversión en sus ojos. Me río. —Yo también estoy siempre enfadada contigo —replico, y él se ríe por lo bajo—. ¿Podemos irnos ya? Si viene la policía, nos van a multar. Asiente mientras arranca el coche y volvemos a la carretera. La discusión con Hardin ha pasado mucho más rápido de lo que esperaba. Supongo que está mucho más acostumbrado que yo a los conflictos constantes, aunque yo preferiría pasar el tiempo con él sin tener que discutir. Me he prometido a mí misma no preguntarle, pero tengo que saberlo… —Y… ¿qué… qué… planes tienes hoy? —¿Por qué lo preguntas? Aunque siento su mirada sobre mí, mantengo la vista fija en la ventanilla. —Por curiosidad —digo—. Como has dicho que tenías planes, he sentido curiosidad. —Tenemos otra fiesta. Es lo que suelo hacer todos los viernes y los sábados, excepto anoche y el sábado pasado… Trazo un círculo en la ventanilla con un dedo. —¿No te cansa? ¿Hacer lo mismo todos los fines de semana con los mismos borrachos? —Espero que no se ofenda. —Sí…, supongo que sí. Pero estamos en la universidad, y estoy en una fraternidad; ¿qué más se puede hacer? —No lo sé…, es que parece pesado tener que limpiar lo que los demás ensucian todos los fines de semana, sobre todo cuando tú ni siquiera bebes. www.lectulandia.com - Página 181

Toda la suciedad y el polvo del coche se levantan cuando Hardin gira el volante<br />

de golpe y se detiene en la cuneta de la transitada carretera.<br />

Sé que he ido demasiado lejos, pero a estas alturas estoy igual de cabreada que él,<br />

y le grito:<br />

—¡¿Se puede saber qué demonios te pasa? ¿Cómo te sales así de la carretera?!<br />

—¡La cuestión es qué demonios te pasa a ti! ¿Le dices a mi padre que voy a ir a<br />

su casa a cenar y luego tienes el morro de insinuar que vas a ir con Zed?<br />

—Ah, claro, perdona; ¿tus queridos amigos no saben que Landon es tu<br />

hermanastro y te da miedo que se enteren? —digo, y me río de lo ridículo que me<br />

parece.<br />

—Uno, no es mi hermanastro, y dos, ya sabes que no es por eso por lo que no<br />

quiero que vaya Zed. —Ha bajado mucho el tono de voz, pero sigue enfurecido.<br />

Sin embargo, a pesar del caos que reina en el coche, vuelvo a sentir un poco de<br />

esperanza ante los celos de Hardin. Sé que su actitud tiene más que ver con la<br />

rivalidad que con una preocupación real por que salga con Zed, pero hace que sienta<br />

mariposas en el estómago igualmente.<br />

—Pues si no vienes conmigo, tendré que invitarlo. —En realidad, nunca lo haría,<br />

pero eso él no lo sabe.<br />

Hardin se queda mirando al frente durante unos segundos y entonces suspira, con<br />

lo que expulsa parte de la tensión.<br />

—Tessa, de verdad que no quiero ir. No quiero estar con la familia perfecta de mi<br />

padre. Los evito por algo.<br />

Yo también relajo el tono.<br />

—Bueno, no quiero obligarte a ir si vas a sentirte mal, pero me encantaría que<br />

vinieras conmigo. Yo voy a ir de todas formas.<br />

Hemos pasado de tomar un yogur a gritarnos mutuamente, y ahora volvemos a<br />

estar en paz. La cabeza me da vueltas, y tengo el corazón acelerado.<br />

—¿Sentirme mal? —Suena incrédulo.<br />

—Sí, si te va a molestar tanto estar allí, no voy a intentar convencerte de que<br />

vayas —respondo.<br />

Sé que jamás podría conseguir que Hardin hiciera algo que no quiere; no hay<br />

antecedentes de que haya cooperado nunca.<br />

—Y ¿a ti qué más te da que me sienta mal? —Su mirada se encuentra con la mía,<br />

e intento desviarla, pero vuelve a tenerme embrujada.<br />

—Pues claro que me da; ¿por qué no iba a importarme?<br />

—La pregunta es por qué sí te importa.<br />

Me mira suplicante, como si quisiera que pronunciara las palabras, pero no puedo.<br />

Las utilizaría en mi contra, y lo más seguro es que no querría volver a quedar<br />

conmigo nunca más. Me convertiría en la chica pesada que va detrás de él, la clase de<br />

chica de la que me habló Steph.<br />

—Me importan tus sentimientos —le digo, y espero que la respuesta sea lo<br />

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