After - Anna Todd

22.05.2018 Views

CAPÍTULO 31 Intento apartarme de él, pero me retiene con demasiada fuerza. Debo de haberlo entendido mal. Mis emociones me están confundiendo, de modo que desvío la vista hacia la oscuridad del patio para tratar de entender el significado que se esconde tras esas palabras. ¿Hardin quiere ser mejor persona por mí? «¿En qué sentido? No puede estar diciéndolo en serio…, ¿verdad?» Vuelvo a mirarlo, con los ojos empañados de lágrimas. —¿Qué? Parece sereno…, ¿sincero? ¿Esperanzado? «¿Qué?» —Ya me has oído. —No. Creo que no te he entendido bien. —Me has entendido perfectamente. Haces que sienta… cosas que no había sentido antes. No sé cómo manejar esta clase de sentimientos, Tessa, así que hago lo único que sé hacer. —Hace una pausa y deja escapar el aliento contenido—. Comportarme como un gilipollas. Una vez más, me encuentro en trance. —Esto no funcionaría, Hardin, somos muy diferentes. Y, para empezar, tú no buscas una relación, ¿recuerdas? —No somos tan diferentes, nos gustan las mismas cosas; a los dos nos apasiona leer, por ejemplo —dice con el aliento cargado de alcohol. Aunque lo estoy viviendo, no me puedo creer que Hardin esté intentando convencerme de que podríamos estar bien juntos. —Tú no buscas una relación —le recuerdo de nuevo. —Lo sé, pero podríamos… ¿ser amigos? Ya estamos. Hemos vuelto a la casilla de salida. —Tú mismo dijiste que no podíamos ser amigos. Y no quiero ser amiga tuya, sé lo que quieres decir con eso. Quieres todas las ventajas de un novio sin tener que comprometerte. Entonces, se tambalea. Se apoya contra la mesa y me suelta. —¿Qué tiene eso de malo? ¿Por qué necesitas una etiqueta? —replica. Agradezco el espacio que hay ahora entre nosotros y el aire fresco sin olor a whisky. —Porque, aunque últimamente no lo he demostrado, tengo amor propio. No pienso ser tu juguete, y menos si eso implica que me trates como un trapo. —Elevo los brazos en el aire—. Y, además, ya estoy con alguien, Hardin. www.lectulandia.com - Página 122

Sus malévolos hoyuelos aparecen acompañando a su sonrisa. —Sí, pero mira dónde estás ahora. Reflexiono y le espeto: —Yo lo quiero, y él me quiere a mí. Y entonces veo cómo cambia la expresión en su rostro. Se tambalea hasta apoyarse en la silla. —No me digas eso —dice arrastrando las palabras, que salen más rápidas que antes. Casi había olvidado lo borracho que estaba. —Sólo dices esas cosas porque estás borracho; mañana volverás a odiarme. —No te odio. —Se inclina ligeramente hacia adelante. Ojalá no tuviera este efecto en mí. Ojalá pudiera largarme sin más. Pero, en lugar de hacerlo, me quedo y lo oigo decir: —Si eres capaz de mirarme a los ojos y decirme que quieres que te deje en paz y que no vuelva a hablarte nunca, lo haré. Te juro que desde hoy mismo no volveré a acercarme a ti. Sólo tienes que decirlo. Abro la boca para decirle justo eso: que no se acerque a mí; para decirle que no quiero volver a verlo. Pero entonces se vuelve hacia mí y se aproxima. —Dímelo, Tessa. Dime que no quieres volver a verme nunca. Me toca. Me acaricia los brazos y se me eriza todo el vello del cuerpo inmediatamente. —Dime que no quieres volver a sentir mi tacto —susurra, y desliza la mano hasta mi cuello. Su dedo índice recorre mi clavícula y asciende de nuevo por mi garganta. Oigo cómo mi respiración se acelera cuando acerca los labios a pocos centímetros de los míos—. Dime que no quieres que vuelva a besarte —dice, y percibo el olor del whisky y siento el calor de su aliento—. Dímelo, Theresa —repite, y yo gimo. —Hardin —susurro. —No puedes resistirte a mí, Tessa, del mismo modo que yo no puedo resistirme a ti. —Sus labios están tan cerca de los míos que casi se rozan—. Quédate conmigo esta noche —me dice, y hace que yo desee obedecerlo ciegamente. Un movimiento junto a la puerta llama entonces mi atención y me aparto de Hardin de golpe. Levanto la vista y veo el rostro confundido de Landon. Entonces da media vuelta y desaparece del umbral. Vuelvo a la realidad al instante. —Tengo que irme —digo, y Hardin maldice entre dientes. —Por favor, quédate. Quédate conmigo sólo esta noche, y si por la mañana decides que no quieres volver a verme… Por favor, quédate. Te lo estoy suplicando, y yo no suplico, Theresa. Me sorprendo a mí misma asintiendo antes de poder refrenarme. —Y ¿qué voy a decirle a Noah? Me está esperando, y yo tengo su coche. www.lectulandia.com - Página 123

CAPÍTULO 31<br />

Intento apartarme de él, pero me retiene con demasiada fuerza. Debo de haberlo<br />

entendido mal. Mis emociones me están confundiendo, de modo que desvío la vista<br />

hacia la oscuridad del patio para tratar de entender el significado que se esconde tras<br />

esas palabras. ¿Hardin quiere ser mejor persona por mí? «¿En qué sentido? No puede<br />

estar diciéndolo en serio…, ¿verdad?»<br />

Vuelvo a mirarlo, con los ojos empañados de lágrimas.<br />

—¿Qué?<br />

Parece sereno…, ¿sincero? ¿Esperanzado? «¿Qué?»<br />

—Ya me has oído.<br />

—No. Creo que no te he entendido bien.<br />

—Me has entendido perfectamente. Haces que sienta… cosas que no había<br />

sentido antes. No sé cómo manejar esta clase de sentimientos, Tessa, así que hago lo<br />

único que sé hacer. —Hace una pausa y deja escapar el aliento contenido—.<br />

Comportarme como un gilipollas.<br />

Una vez más, me encuentro en trance.<br />

—Esto no funcionaría, Hardin, somos muy diferentes. Y, para empezar, tú no<br />

buscas una relación, ¿recuerdas?<br />

—No somos tan diferentes, nos gustan las mismas cosas; a los dos nos apasiona<br />

leer, por ejemplo —dice con el aliento cargado de alcohol.<br />

Aunque lo estoy viviendo, no me puedo creer que Hardin esté intentando<br />

convencerme de que podríamos estar bien juntos.<br />

—Tú no buscas una relación —le recuerdo de nuevo.<br />

—Lo sé, pero podríamos… ¿ser amigos?<br />

Ya estamos. Hemos vuelto a la casilla de salida.<br />

—Tú mismo dijiste que no podíamos ser amigos. Y no quiero ser amiga tuya, sé<br />

lo que quieres decir con eso. Quieres todas las ventajas de un novio sin tener que<br />

comprometerte.<br />

Entonces, se tambalea. Se apoya contra la mesa y me suelta.<br />

—¿Qué tiene eso de malo? ¿Por qué necesitas una etiqueta? —replica.<br />

Agradezco el espacio que hay ahora entre nosotros y el aire fresco sin olor a<br />

whisky.<br />

—Porque, aunque últimamente no lo he demostrado, tengo amor propio. No<br />

pienso ser tu juguete, y menos si eso implica que me trates como un trapo. —Elevo<br />

los brazos en el aire—. Y, además, ya estoy con alguien, Hardin.<br />

www.lectulandia.com - Página 122

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!