After - Anna Todd
—No, pero es una larga historia. Justo después de que su padre lo llamara para contárselo, se marcharon de la ciudad durante el fin de semana para celebrarlo. Creo que por eso ha venido aquí, para enfrentarse a él. Nunca pisa esta casa —me explica, y abre la puerta trasera. Veo una sombra sentada a una pequeña mesa en el patio. Es Hardin. —No sé qué crees que puedo hacer yo, pero lo intentaré. Landon asiente. Se inclina y me coloca la mano en el hombro. —Estaba gritando tu nombre —me dice en voz baja, y mi corazón se detiene. Camino hacia Hardin y él levanta la vista. Tiene los ojos inyectados en sangre, y el pelo escondido bajo un gorro de lana gris. Abre unos ojos como platos, y entonces éstos se ensombrecen y quiero retroceder. Su aspecto casi resulta aterrador bajo la tenue luz del patio. —¡¿Qué estás haciendo tú aquí?! —grita, y se pone de pie. —Landon me ha… —contesto, y entonces desearía no haberlo hecho. —Joder, ¡¿la has llamado?! —chilla en dirección a Landon, que vuelve a entrar en la casa. —Déjalo en paz, Hardin. Está preocupado por ti —lo reprendo. Se sienta de nuevo, y me hace un gesto para que haga lo mismo. Tomo asiento delante de él y lo observo mientras agarra la botella casi vacía de licor oscuro y se la lleva a la boca. Veo cómo su nuez se mueve mientras la apura. Cuando ha terminado, deja la botella con fuerza contra la mesa de cristal y doy un respingo al pensar que podría haberse roto la botella, la mesa o las dos cosas. —Menuda pareja. Qué predecibles sois. El pobrecito Hardin está enfadado, ¡así que os aliáis contra mí para intentar hacer que me sienta mal por haber destrozado una puta vajilla! —dice arrastrando las palabras con una sonrisa enfermiza. —¿No decías que no bebías? —inquiero, y me cruzo de brazos. —Y no lo hacía. Hasta ahora, supongo. No seas condescendiente conmigo; tú no eres mejor que yo —replica apuntándome con un dedo, y coge la botella para darle otro trago. Me da miedo, pero no puedo negar que estar cerca de él, aunque esté así de borracho, hace que me sienta viva. He echado de menos cómo me hace sentir. —No he dicho que sea mejor que tú. Sólo quiero saber por qué estás bebiendo. —Y ¿a ti qué te importa? ¿Dónde está tu «novio»? —Me mira directamente a los ojos, y el sentimiento que los suyos me transmiten es tan intenso que me veo obligada a apartar la mirada. Ojalá supiera de qué sentimiento se trata; imagino que es odio. —Está en mi habitación —digo—. Sólo quiero ayudarte, Hardin. —Me inclino un poco sobre la mesa para tocarle la mano, pero él la aparta. —¿Ayudarme? —Se echa a reír. Deseo preguntarle por qué estaba gritando mi nombre si va a seguir comportándose de este modo tan despreciable, pero no quiero volver a delatar a Landon. www.lectulandia.com - Página 114
—Si de verdad quieres ayudarme, lárgate. —¿Por qué no me cuentas qué te pasa? —Me miro las manos y empiezo a limpiarme las uñas. Suspira, se quita el gorro de lana y se pasa la mano por el pelo antes de volver a colocárselo. —Mi padre ha decidido contarme, precisamente ahora, que va a casarse con Karen, y que la boda es el mes que viene. Debería habérmelo dicho hace tiempo, y desde luego no por teléfono. Estoy convencido de que Landon el perfecto lo sabe desde hace tiempo. «¡Vaya!» La verdad es que no esperaba que me lo contara, así que ahora no sé muy bien qué decir. —Seguro que tenía sus motivos para no decírtelo. —Tú no lo conoces. No le importo una mierda. ¿Sabes cuántas veces hemos hablado el último año? ¡Unas diez! Lo único que le importa es su enorme casa, su ahora futura esposa y su nuevo hijito perfecto —balbucea, y da otro trago. Yo aguardo en silencio mientras prosigue—: Deberías ver el cuchitril en el que vive mi madre en Inglaterra. Ella dice que le gusta, pero sé que no es verdad. ¡Toda la casa es más pequeña que el dormitorio que tiene mi padre aquí! Mi madre prácticamente me obligó a venir a estudiar a Estados Unidos, para que estuviera más cerca de él, ¡y mira cómo ha salido todo! Tras la información que me ha proporcionado, creo que empiezo a entenderlo mucho mejor. Hardin está dolido; por eso es como es. —¿Cuántos años tenías cuando se marchó? —le pregunto. Me mira con recelo, pero contesta: —Diez. Pero incluso antes de que se marchara, nunca estaba en casa. Se pasaba cada noche en un bar diferente. Y ahora es don Perfecto y posee toda esta mierda — dice señalando con la mano hacia la casa. Su padre los abandonó cuando tenía diez años, como el mío, y ambos eran alcohólicos. Tenemos más en común de lo que pensaba. Este Hardin herido y borracho parece mucho más pequeño, mucho más frágil que la persona enérgica y socarrona que había conocido hasta ahora. —Siento que os abandonara, pero… —No, no necesito tu compasión —me interrumpe. —No es compasión. Sólo intento… —¿Qué intentas? —Ayudarte. Estar aquí para ti —digo con ternura. Él sonríe. Es una sonrisa preciosa pero vacía, y, aunque me gustaría tener esperanzas de poder ayudarlo con esto, sé perfectamente lo que viene a continuación. —Eres patética. ¿No ves que no te quiero aquí? No quiero que estés aquí para mí. Sólo porque me haya enrollado contigo no significa que quiera nada de ti. Pero aquí estás, y dejas al «majo» de tu novio, que sorprendentemente soporta estar contigo, www.lectulandia.com - Página 115
- Page 64 and 65: Y, ante el hecho de que ya soy inca
- Page 66 and 67: asiente y sale de la habitación. N
- Page 68 and 69: Me habla del partido de fútbol ame
- Page 70 and 71: CAPÍTULO 22 Antes de dirigirme a m
- Page 72 and 73: ebía, yo me escondía allí, y nad
- Page 74 and 75: lengua danza con la suya y en cómo
- Page 76 and 77: conocimos, aunque me dé vergüenza
- Page 78 and 79: sólo era mezquino con ella porque
- Page 80 and 81: ¿Cómo puede pasar de gritarme a e
- Page 82 and 83: —En absoluto —replico—. Sient
- Page 84 and 85: CAPÍTULO 24 Intento estudiar al vo
- Page 86 and 87: Regreso a mi habitación y me encue
- Page 88 and 89: —Esa música es espantosa. Se ech
- Page 90 and 91: CAPÍTULO 25 Nos desviamos por una
- Page 92 and 93: Mojarme los pies no me parece tan m
- Page 94 and 95: En un alarde de valentía, nado has
- Page 96 and 97: —¿Estás ansiosa? —Sonríe y y
- Page 98 and 99: espiración vuelva a la normalidad.
- Page 100 and 101: CAPÍTULO 26 La mano de Hardin sigu
- Page 102 and 103: —Tranquilo. Nos vemos mañana —
- Page 104 and 105: CAPÍTULO 27 Para cuando Steph regr
- Page 106 and 107: de modo que he tenido la habitació
- Page 108 and 109: —Estás guapa —dice, y me da un
- Page 110 and 111: Dejo de besarlo y me aparto de su r
- Page 112 and 113: Nunca ha sido celoso; nunca ha teni
- Page 116 and 117: para venir a verme e intentar «ayu
- Page 118 and 119: CAPÍTULO 30 Cuando volvemos a la m
- Page 120 and 121: —¡Debería habértela dado hace
- Page 122 and 123: CAPÍTULO 31 Intento apartarme de
- Page 124 and 125: «No puedo creer que me esté plant
- Page 126 and 127: —Ah —respondo. Se quita la cami
- Page 128 and 129: —No. Bueno, me encantaría verte
- Page 130 and 131: distancia entre nuestros cuerpos y
- Page 132 and 133: acaricia la sien con el pulgar. Me
- Page 134 and 135: cama en lugar de con Noah. Entonces
- Page 136 and 137: —Ya estás mojada. —Su voz es m
- Page 138 and 139: CAPÍTULO 35 Tengo calor, demasiado
- Page 140 and 141: —Noah, lo siento muchísimo, de v
- Page 142 and 143: CAPÍTULO 36 —¿Qué haces tú aq
- Page 144 and 145: demasiado rastrero incluso viniendo
- Page 146 and 147: —No hay comparación. ¿Es que no
- Page 148 and 149: hagas esto; ¡tiene novio, y no sab
- Page 150 and 151: Sé que todo eso es verdad, y que t
- Page 152 and 153: mí, se me ha quedado grabada. Mi m
- Page 154 and 155: Las medias de encaje me parecen dem
- Page 156 and 157: Me invaden los celos, es el castigo
- Page 158 and 159: —Yo voy a ir —añade Hardin de
- Page 160 and 161: CAPÍTULO 40 Da igual lo mucho que
- Page 162 and 163: veo cómo entrecierra los ojos. —
—No, pero es una larga historia. Justo después de que su padre lo llamara para<br />
contárselo, se marcharon de la ciudad durante el fin de semana para celebrarlo. Creo<br />
que por eso ha venido aquí, para enfrentarse a él. Nunca pisa esta casa —me explica,<br />
y abre la puerta trasera.<br />
Veo una sombra sentada a una pequeña mesa en el patio. Es Hardin.<br />
—No sé qué crees que puedo hacer yo, pero lo intentaré.<br />
Landon asiente. Se inclina y me coloca la mano en el hombro.<br />
—Estaba gritando tu nombre —me dice en voz baja, y mi corazón se detiene.<br />
Camino hacia Hardin y él levanta la vista. Tiene los ojos inyectados en sangre, y<br />
el pelo escondido bajo un gorro de lana gris. Abre unos ojos como platos, y entonces<br />
éstos se ensombrecen y quiero retroceder. Su aspecto casi resulta aterrador bajo la<br />
tenue luz del patio.<br />
—¡¿Qué estás haciendo tú aquí?! —grita, y se pone de pie.<br />
—Landon me ha… —contesto, y entonces desearía no haberlo hecho.<br />
—Joder, ¡¿la has llamado?! —chilla en dirección a Landon, que vuelve a entrar<br />
en la casa.<br />
—Déjalo en paz, Hardin. Está preocupado por ti —lo reprendo.<br />
Se sienta de nuevo, y me hace un gesto para que haga lo mismo. Tomo asiento<br />
delante de él y lo observo mientras agarra la botella casi vacía de licor oscuro y se la<br />
lleva a la boca. Veo cómo su nuez se mueve mientras la apura. Cuando ha terminado,<br />
deja la botella con fuerza contra la mesa de cristal y doy un respingo al pensar que<br />
podría haberse roto la botella, la mesa o las dos cosas.<br />
—Menuda pareja. Qué predecibles sois. El pobrecito Hardin está enfadado, ¡así<br />
que os aliáis contra mí para intentar hacer que me sienta mal por haber destrozado<br />
una puta vajilla! —dice arrastrando las palabras con una sonrisa enfermiza.<br />
—¿No decías que no bebías? —inquiero, y me cruzo de brazos.<br />
—Y no lo hacía. Hasta ahora, supongo. No seas condescendiente conmigo; tú no<br />
eres mejor que yo —replica apuntándome con un dedo, y coge la botella para darle<br />
otro trago.<br />
Me da miedo, pero no puedo negar que estar cerca de él, aunque esté así de<br />
borracho, hace que me sienta viva. He echado de menos cómo me hace sentir.<br />
—No he dicho que sea mejor que tú. Sólo quiero saber por qué estás bebiendo.<br />
—Y ¿a ti qué te importa? ¿Dónde está tu «novio»? —Me mira directamente a los<br />
ojos, y el sentimiento que los suyos me transmiten es tan intenso que me veo obligada<br />
a apartar la mirada. Ojalá supiera de qué sentimiento se trata; imagino que es odio.<br />
—Está en mi habitación —digo—. Sólo quiero ayudarte, Hardin. —Me inclino un<br />
poco sobre la mesa para tocarle la mano, pero él la aparta.<br />
—¿Ayudarme? —Se echa a reír.<br />
Deseo preguntarle por qué estaba gritando mi nombre si va a seguir<br />
comportándose de este modo tan despreciable, pero no quiero volver a delatar a<br />
Landon.<br />
www.lectulandia.com - Página 114