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A sangre fría - Truman Capote

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

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por Inés. Era «tan boba»... Creía de verdad que Dick quería casarse con ella y no tenía ni idea<br />

de que pensaba marcharse de México aquella misma tarde.<br />

-¿Te gusta, pequeña? ¿Te gusta?<br />

-Por el amor de Dios, Dick -soltó Perry-. Apúrate, ¿quieres? Nuestro día termina a las<br />

dos.<br />

Era sábado. Se acercaba Navidad y el tráfico avanzaba pesadamente por la calle Mayor.<br />

Dewey, atrapado en su coche levantó la vista para mirar las guirnaldas de acebo que colgaban<br />

cruzando la calle, gala de colgaduras de verdor con campanitas de papel escarlata de adorno,<br />

y entonces recordó que no había comprado ningún regalo para su mujer ni para sus hijos.<br />

Automáticamente, su cerebro rechazaba todo lo que no estuviera relacionado con el caso<br />

Clutter. Marie y muchos de sus amigos empezaban a preocuparse por su total obsesión.<br />

Un íntimo amigo suyo, el joven abogado Clifford R. Hope hijo, le había dicho<br />

claramente:<br />

-¿Te das cuenta de lo que te ocurre, Al? ¿Te das cuenta de que no hablas de otra cosa?<br />

-Claro -había contestado Dewey-. Es que no pienso en otra cosa. Y puede que,<br />

comentando una y otra vez lo mismo, se me ocurra algo que antes no se me había ocurrido.<br />

Verlo desde distinto ángulo. O quizá seas tú quien lo vea. Mira, Cliff, ¿te imaginas lo que<br />

puede resultar de mi vida, si este asunto queda entre los «casos no resueltos»? Irán pasando<br />

los años y yo iré siguiendo una y otra pista y cada vez que, en cualquier parte del país, se<br />

cometa un delito que tenga algún punto en común con éste, alguna similitud, tendré que<br />

volcarme en él para comprobar si existe alguna conexión. Pero no es sólo eso. La verdad es<br />

que he llegado a conocer a Herb y a su familia mejor de lo que nunca se conocieron ellos. Su<br />

memoria me persigue. Y diría que ya no dejará de ser así. Hasta que sepa lo que sucedió.<br />

La total dedicación de Dewey a aquel rompecabezas la había convertido en una persona<br />

de lo más distraída. Aquella misma mañana, Marie le había pedido por favor, por favor, sí...<br />

por favor, que no olvidara... Pero no podía recordar de qué se trataba, o mejor dicho, ni se<br />

acordó hasta que, librándose del tráfico de una jornada de compras y yendo por la carretera 50<br />

hacia Holcomb a toda velocidad, pasó por delante del establecimiento veterinario del doctor I.<br />

E. Dale. Pues claro. Su mujer le había pedido que sobre todo no se olvidara de recoger a Pete,<br />

el gato. Pete era un gato macho atigrado, de más de siete kilos, personaje famoso en la fauna<br />

de Garden City, popular por combatividad, causa de su actual hospitalización: había perdido<br />

la batalla contra un bóxer, con heridas que requerían puntos y antibióticos. Dado de alta por el<br />

doctor Dale, Pete se instaló en el asiento delantero del coche de su dueño y no dejó de<br />

ronronear en todo el camino hasta llegar a Holcomb.<br />

El destino del detective era aquel día River Valley, pero antes quiso tomar algo caliente,<br />

un café, y paró en el Café Hartman.<br />

-¡Hola, mozo!, ¿qué puedo servirle? -dijo la señora Hartman.<br />

-Un café solo.<br />

Le sirvió una taza, y le preguntó:<br />

-¿Me equivoco? ¿O ha perdido usted mucho peso?<br />

-Algo.<br />

La verdad era que en las últimas tres semanas, Dewey había perdido diez kilos. Parecía<br />

como si un amigo entrado en carnes le hubiese prestado la ropa. La cara, que no solía<br />

traicionar su profesión, ahora la traicionaba menos que nunca: diríase la de un asceta absorto<br />

en profundas meditaciones espirituales.<br />

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