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A sangre fría - Truman Capote

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

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una pequeña ciudad de Kansas y allí el «hado» bajo la forma de una «mala compañía», se<br />

interpuso en su camino.<br />

-Se llamaba Smith igual que yo. Ni siquiera recuerdo su nombre de pila. Alguien que<br />

me encontré en alguna parte, que tenía coche y que me dijo que podía llevarme hasta Chicago.<br />

Así que cuando atravesábamos Texas, llegamos a ese Phillipsburg y paramos el coche para<br />

mirar el mapa. Creo que era domingo. Las tiendas estaban cerradas. Las calles desiertas. Mi<br />

amigo, mi bendito amigo, mira alrededor y va y se le ocurre una idea.<br />

La idea era robo con escalo de un edificio vecino, la «Chandler Sales Company». A<br />

Perry le pareció bien. Entraron en el local desierto y se llevaron varios objetos de la oficina<br />

(máquinas de escribir, de calcular). La cosa no hubiera trascendido si unos días después los<br />

ladrones no se hubieran pasado una luz roja en la pequeña ciudad de Saint Joseph, Missouri.<br />

-Los trastos estaban todavía en el coche y el policía que nos hizo parar preguntó de<br />

dónde los habíamos cogido. Hizo una breve comprobación y, como dijeron, nos<br />

«devolvieron» a Phillipsburg, Kansas. Donde tienen una cárcel de verdad bonita. Para el que<br />

le gusten las cárceles, claro.<br />

En veinticuatro horas, Perry y su amigo habían encontrado una ventana abierta, huido<br />

por ella, robado un coche y se dirigían en dirección noroeste hacia McCook, Nebraska.<br />

-Poco después el señor Smith y yo nos separábamos. No sé qué se ha hecho de él. Los<br />

dos figurábamos en la lista de malhechores reclamados por el FBI. Pero, que yo sepa, a él<br />

nunca lo pescaron.<br />

Una húmeda tarde del siguiente noviembre, un autobús depositaba a Perry en<br />

Worcester, pequeña ciudad industrial de Massachussets, de empinadas calles, que tan pronto<br />

suben como bajan y que en el mejor de los días parecen inhóspitas y hostiles.<br />

-Encontré la casa donde debía de vivir mi amigo. Mi compañero de armas en Corea.<br />

Pero los demás inquilinos me dijeron que había marchado hacía seis meses y que no tenían ni<br />

idea de dónde estaba viviendo. Una gran desilusión, el fin del mundo y todo eso. Vi una<br />

tienda de vinos y licores y entré y me compré un par de litros de vino tinto. Volví a la estación<br />

de autobuses y me senté a beberme el vino y a calentarme un poco. Lo estaba pasando muy<br />

bien hasta que vino un tipo y me arrestó por vagancia.<br />

La policía lo inscribió como «Bob Turner», nombre que adoptó porque el suyo figuraba<br />

en las listas del FBI. Se pasó catorce días en la cárcel, le cobraron diez dólares de multa y se<br />

fue de Worcester otra húmeda tarde de noviembre.<br />

-Me fui a Nueva York y tomé una habitación en un hotel de la Octava Avenida -dijo<br />

Perry-. Cerca de la calle cuarenta y dos. Por fin encontré un empleo nocturno. Para hacer de<br />

todo un poco en un local de trastos tragaperras. Allí mismo en la Cuarenta y dos, junto a un<br />

autoservicio. Que era donde iba a comer cuando comía. En tres meses que viví allí no salí<br />

prácticamente nunca de Broadway. Por una razón, porque no tenía la ropa apropiada. Sólo<br />

tenía aquellas ropas del Oeste: tejanos y botas. Pero en la Cuarenta y dos a nadie le importa,<br />

allí todo cae bien, sea lo que fuera. En toda mi vida junta no he conocido tantos fenómenos<br />

humanos como allí.<br />

Pasó todo el invierno en aquel horrible barrio de neón, respirando aire con olor a<br />

rosetas, a fritura de perros calientes y a naranjada. Pero luego, una espléndida mañana de<br />

marzo, al filo de la primavera, «dos del FBI de mierda me despertaron. Me arrestaron en el<br />

hotel. ¡Púa! Me mandaron de extradición. Otra vez a Kansas. A Phillipsburg. A la misma<br />

bonita prisión».<br />

-«Me ataron bien a la cruz: hurto, fuga de la cárcel, robo de coche. Me colgaron de<br />

cinco a diez años. En Lansing. Cuando hacía un tiempo que estaba allí, escribí a mi padre.<br />

Dándole la noticia. Y escribí a Bárbara, mi hermana. Ahora, con los años son los últimos que<br />

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