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A sangre fría - Truman Capote

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

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que había visto. De Dorothy Lamour. Quería irme allí. Allí donde estaba el sol, donde todo lo<br />

que se llevaba encima eran hierbas y flores.<br />

Llevando encima muchas cosas más, Perry, una suave noche de 1945, durante la guerra,<br />

se hallaba en el estudio de un tatuador de Honolulu, haciéndose dibujar en su antebrazo<br />

izquierdo una serpiente y un puñal. Había llegado allí por el siguiente camino; una riña con su<br />

padre, un viaje en auto-stop desde Anchorage hasta Seattle, una visita a las oficinas de<br />

reclutamiento de la Marina Mercante.<br />

-Pero nunca lo hubiera hecho de haber sabido lo que me esperaba -comentó Perry una<br />

vez-. No me ha importado nunca trabajar y estaba contento de ser marinero, ver puertos y así.<br />

Pero los maricas del barco no me dejaban en paz. Tenía dieciséis años y era pequeño. Sabía<br />

arreglármelas, claro. Pero muchos maricas no son afeminados, sabe. Caray, he conocido<br />

maricas capaces de tirar por la ventana una mesa de billar. Y un piano detrás. Esa clase de<br />

chicas te la pueden hacer pasar morada, sobre todo si se junta una pareja dispuesta a meterse<br />

contigo y tú no eres más que un chaval. Hasta puede darte ganas de matarte. Años después,<br />

cuando hice el servicio y me destinaron a Corea, tuve el mismo problema. Tuve un buen<br />

historial, mejor que nadie: me dieron Estrella de Bronce. Pero nunca ascendí. Después de<br />

cuatro años de luchar en toda aquella cochina guerra de Corea, por lo menos tenían que<br />

haberme hecho cabo. Pero no, ¿sabe por qué? Porque el sargento que teníamos era una bestia<br />

de marica. Y yo no me dejaba. Jesús, no puedo con eso. No puedo soportarlo. Pero..., yo no<br />

sé. Por otra parte, con otros maricas me he entendido muy bien. Y en realidad, el mejor amigo<br />

que he tenido, sensible e inteligente, resultó que era marica.<br />

En el lapso transcurrido entre el abandono de la Marina Mercante y la entrada en filas,<br />

Perry había hecho las paces con su padre que, cuando su hijo le dejó, se mudó a Nevada y<br />

luego a Alaska nuevamente. En 1952, el año en que Perry terminaba su servicio militar, el<br />

padre se hallaba totalmente dedicado a los planes que le llevarían a terminar sus viajes de un<br />

sitio a otro para siempre.<br />

-A papá le había entrado la fiebre -contaba Perry-. Me escribió que se había comprado<br />

una tierra en la autopista, a la salida de Anchorage. Quería hacer un parador de caza para<br />

turistas. «Trapper’s Den Lodge», se iba a llamar. Y me pidió que me fuera para allá cuanto<br />

antes para ayudarle a construirlo. Estaba convencido de que íbamos a hacer una fortuna.<br />

Bueno, estando todavía en el servicio, destinado en Fort Lewis, me compré una motocicleta<br />

(muertecicletas tendrían que llamarlas) y en cuanto me licenciaron me fui a Alaska. No llegué<br />

más allá que a Bellingham, justo en la frontera del estado. Llovía. La moto patinó.<br />

El patinazo aplazó un año la reunión de padre e hijo. Operación quirúrgica y<br />

recuperación requirieron seis meses de aquel año y el resto lo ocupó convaleciendo en la casa<br />

que un indio joven, leñador y pescador, tenía en el bosque cerca de Bellingham.<br />

-Joe James. El y su mujer me tomaron cariño. Si bien casi no había diferencia de edades<br />

(era sólo de dos o tres años) me tuvieron en su casa y me trataron como si fuera uno de sus<br />

hijos. Lo que en este caso era estupendo porque cuidaban muy bien de los chicos y los<br />

adoraban. Tenían cuatro entonces y con el tiempo serían siete. Fueron muy buenos conmigo<br />

Joe y su familia. Yo caminaba con muletas y no podía hacer casi nada. Nada más que estarme<br />

sentado. Así fue que para ocuparme en algo y también ser útil, comencé aquello que se<br />

convirtió en una especie de escuela. Los alumnos eran los hijos de Joe y algunos de sus<br />

amigos y dábamos clase en la sala. Les enseñaba a tocar la armónica y la guitarra. A dibujar.<br />

Y a escribir. Todos dicen siempre que yo tengo una caligrafía muy bonita. Es verdad y es<br />

porque una vez compré un libro que decía cómo había que escribir y estuve practicando hasta<br />

que conseguí escribir como en el libro. Además leíamos cuentos y los chiquillos leían por<br />

turno y yo les corregía. Era divertido. A mí me encantan los críos. Los niños pequeños. Pero<br />

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