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A sangre fría - Truman Capote

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

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serenos un poco soñolientos. Hubo un tiempo en que Dick creyó poder controlar, poder<br />

regular la temperatura de aquellas súbitas fiebres heladas que daban sudores y escalofríos a su<br />

amigo. Se había equivocado y la consecuencia del descubrimiento fue sentirse inseguro con<br />

Perry, del todo desorientado. En realidad lo natural era que le tuviera miedo y no acertaba a<br />

adivinar por qué no se lo tenía.<br />

-Muy dentro de mí -prosiguió Perry-, en lo más profundo, nunca creí que podría<br />

hacerlo. Una cosa así.<br />

-Y aquel negro, ¿qué? -comentó Dick.<br />

Silencio. Dick se dio cuenta de que Perry se había quedado mirándole-. Hacía una<br />

semana que, en Kansas City, Perry se había comprado unas gafas oscuras de última moda con<br />

varillas plateadas y cristales espejados. A Dick no le gustaban. Le había dicho a Perry que le<br />

daba vergüenza que le vieran «con alguien que llevaba semejante pijotería». En realidad, lo<br />

que le irritaba eran los cristales espejados: no resultaba muy tranquilizador tener los ojos de<br />

Perry escondidos tras el misterio de aquellas superficies coloreadas y reflectoras.<br />

-Pero con un negro -respondió Perry- es distinto.<br />

Aquel comentario, la reluctancia con que había sido pronunciado, hizo que Dick<br />

preguntara:<br />

-¿O es que no lo mataste? ¿O no fue como me dijiste?<br />

Era una pregunta importante porque su interés en Perry, su valoración de las<br />

características y posibilidades de Perry, tuvieron origen en esa historia que un día le contó de<br />

cómo se cargó a un negro, dándole golpes hasta dejarlo tieso.<br />

-Pues claro que lo maté. Sólo que... un negro no es lo mismo. -Luego añadió-: ¿Sabes lo<br />

que me roe el cerebro? ¿De lo otro? Que no me lo creo..., que no creo que nadie pueda salirse<br />

con tanta facilidad de una cosa así. Porque no veo cómo puede ser. Hacer lo que hicimos. Y<br />

tener la seguridad cien por cien de que no va a pasarnos nada. Eso es lo que me pudre la<br />

<strong>sangre</strong>..., que no me puedo quitar de la cabeza que va a pasarnos algo.<br />

Aunque de niño había frecuentado la iglesia, Dick no se había inclinado nunca a creer<br />

en Dios ni se dejaba turbar por supersticiones. A diferencia de Perry, no tenía la certeza de<br />

que un espejo roto significara siete años de mala suerte, ni que contemplar la luna nueva a<br />

través de un cristal presagiara desgracias. Pero Perry, con sus agudas e irritantes intuiciones,<br />

había dado de lleno en una de las recurrentes dudas de Dick. También Dick pasaba por<br />

momentos en que aquella pregunta le daba vueltas por la cabeza: ¿Será posible..., serían ellos<br />

dos capaces «ante Dios, de salir con bien de una cosa como ésa»? De pronto le dijo a Perry:<br />

-Y ahora basta. Cállate.<br />

Inmediatamente puso el motor en marcha y sacó el coche del promontorio dando<br />

marcha atrás. Frente a él, en la polvorienta carretera, vio un perro que trotaba bajo el cálido<br />

sol.<br />

Montañas. Gavilanes revoloteando en un cielo blanco.<br />

Cuando Perry le preguntó a Dick: «¿Sabes qué estoy pensando?», sabía que iniciaba una<br />

conversación que a Dick iba a gustarle muy poco y que por esa razón él mismo hubiera<br />

preferido evitar. Estaba de acuerdo con Dick: ¿Por qué seguir hablando de ello? Pero no<br />

siempre lograba reprimirse. Tenía lapsus de debilidad, momentos en que «recordaba cosas»<br />

(una luz azulada que explotaba en una habitación oscura, los ojos de cristal de un oso de<br />

peluche), en que unas voces, ciertas palabras empezaban a darle vueltas por la cabeza («¡Oh,<br />

no! ¡Oh, se lo ruego! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No lo haga! ¡Oh, se lo ruego, no lo haga, se<br />

lo ruego!»), volvía a oír ciertos ruidos (un dólar de plata rodando por el suelo, el pisar de unas<br />

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