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A sangre fría - Truman Capote

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

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hallaban por ello reunidos, venidos de lugares distantes, la joven pareja decidió celebrar su<br />

boda el sábado.”<br />

Celebrada la boda, todos los Clutter se dispersaron. El lunes, día en que los últimos de<br />

ellos abandonaron Garden City, el Telegram publicó en su primera plana una carta escrita por<br />

el señor Howard Fox de Oregón, Illinois, hermano de Bonnie Clutter. La carta después de<br />

agradecer al vecindario el haber abierto sus «casas y corazones» a la desconsolada familia, se<br />

transformaba en un ruego. «En esta comunidad (se refería a Garden City) hay muchos<br />

resentimientos. He oído decir incluso y en más de una ocasión, que cuando se encuentre al<br />

asesino ha de colgársele del árbol más cercano. No permitamos que ésos sean nuestros<br />

sentimientos. El daño está ya hecho y acabar con otra vida en nada podrá cambiarlo. Sepamos<br />

perdonar según la voluntad de Dios. No estaría bien que alimentáramos rencor en nuestros<br />

corazones. Al autor de este acto, le será muy difícil vivir con su conciencia. Sólo obtendrá la<br />

paz de espíritu cuando recurra a Dios en busca de perdón. No seamos sus obstáculos; por el<br />

contrario, roguemos para que encuentre la paz.”<br />

El auto estaba aparcado en un promontorio donde Perry y Dick habían decidido hacer<br />

un alto. Era mediodía. Dick recorría el panorama con unos prismáticos. Montañas. Gavilanes<br />

revoloteando en un cielo blanco. Una polvorienta carretera que entraba y salía, serpenteando,<br />

de un polvoriento pueblecito blanco. Aquél era su segundo día en México y hasta el momento<br />

todo le había parecido magnífico, hasta la comida. (En aquel instante se estaba comiendo una<br />

tortilla <strong>fría</strong> y aceitosa.) Habían cruzado la frontera por Laredo en Texas, la mañana del 23 de<br />

noviembre, y dormido su primera noche en un prostíbulo de San Luis de Potosí. Estaban<br />

ahora a trescientos kilómetros al norte de su próximo destino, México capital.<br />

-¿Sabes qué estoy pensando? -preguntó Perry-. Pues que nosotros dos debemos de tener<br />

algo anormal. Para hacer lo que hicimos.<br />

--¿Hicimos qué?<br />

-Lo de por allá.<br />

Dick dejó caer los prismáticos en su funda de piel, un lujoso estuche que lucía las<br />

iniciales H. W. C. Estaba harto. Harto hasta el cansancio. ¿Por qué demonios no podría tener<br />

Perry la boca cerrada? ¡Cristo Jesús! ¿De qué servía sacar a relucir aquella historia cada dos<br />

por tres? Era verdaderamente insoportable. Ahora que habían llegado a una especie de<br />

acuerdo de no mencionar el condenado asunto, más aún. Había que olvidarlo y basta.<br />

-La gente capaz de hacer algo así debe de tener algo anormal -insistió Perry.<br />

-No hablarás por mí, rico -dijo Dick-. Yo soy un tipo normal.<br />

Y Dick estaba convencido de lo que decía. Se creía tan equilibrado, tan cuerdo como el<br />

que más. Sólo que quizás un poco más listo que la mayoría. Pero Perry... Había, al parecer de<br />

Dick, «algo anormal» en el pequeño Perry. Y se quedaba corto. En la primavera anterior,<br />

cuando compartían la misma celda en la Penitenciaría del Estado de Texas, se había<br />

familiarizado con muchas de las peculiaridades menores de Perry: con lo «tan crío» que podía<br />

ser, siempre mojando la cama y llorando en sueños («Papá, te he buscado por todas partes,<br />

¿dónde estás, papa?») y siempre «pasándose horas sentado chupándose el pulgar y meditando<br />

frente a sus presuntas guías de tesoros». Lo que sólo era una parte, porque había otras. En<br />

ciertas cosas, Perry nada tenía de crío «le ponía a uno los pelos de punta». Por ejemplo, tenía<br />

un mal genio infernal. Podía ponerse fuera de sí «más de prisa que un indio borracho». Pero<br />

lo malo era que nadie se apercibía de ello. «Puede que estuviera a punto de matarte, pero<br />

nadie podría decirlo, ni mirándole ni escuchándolo», dijo Dick una vez. Por violenta que fuera<br />

su cólera interior, Perry no dejaba de ser exteriormente aquel hombre duro y frío de ojos<br />

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