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A sangre fría - Truman Capote

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

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cualquier otra manifestación, su caligrafía, inclinada hacia la derecha, o a la izquierda,<br />

redondeada, o picuda, apretada o espaciada, denotaba aquella preocupación suya, como si<br />

estuviera continuamente preguntándose: «¿Es Nancy así? ¿O es asá? ¿Cuál soy yo?» (En una<br />

ocasión su profesora de inglés, la señora Riggs, le devolvió un tema que le había presentado<br />

con el comentario: «Bien. Pero ¿por qué escrito en tres caligrafías distintas?» A lo que Nancy<br />

replicó: «Porque todavía no soy lo bastante mayor como para tener una sola firma») Pero sin<br />

embargo, en los últimos meses había progresado y con una caligrafía que denotaba incipiente<br />

madurez escribió: «Jolene K. vino y le enseñé a hacer una tarta de cereza. Ensayado con<br />

Roxie. Bobby estuvo aquí y vimos la televisión. Se marchó a las once.”<br />

-Aquí es, aquí es, tiene que ser aquí. Allí está el colegio, aquí el garaje, ahora tenemos<br />

que girar hacia el sur.<br />

A Perry le parecía que Dick estaba murmurando alborozados conjuros. Dejaron la<br />

autopista, atravesaron a toda velocidad la desierta Holcomb y cruzaron las vías del ferrocarril<br />

de Santa Fe.<br />

-La loma, ésa debe de ser la loma: ahora tenemos que volver al oeste, ¿ves los árboles?<br />

Aquí es, tiene que ser aquí.<br />

Los faros del auto descubrieron un camino bordeado de olmos de China y recorrido por<br />

matas de cardos que arrastraba el viento. Dick apagó los faros, aminoró la marcha y se detuvo<br />

hasta que sus ojos se acostumbraron a la noche iluminada por la luna. Poco después el coche<br />

avanzó cautelosamente.<br />

Holcomb se halla a veinte kilómetros al este del huso horario de la montaña,<br />

circunstancia que provoca más de una queja porque significa que a las siete de la mañana -y<br />

en invierno a las ocho o incluso después- todavía está oscuro y las estrellas, si las hay, brillan<br />

aún, como ocurría aquel domingo mientras los dos hijos de Vic Irsik cumplían con su diario<br />

menester. Pero a eso de las nueve, cuando los muchachos habían terminado su trabajo,<br />

durante el cual nada anormal notaron, el sol había salido ofreciendo otra hermosa jornada de<br />

las de la perfecta estación de los faisanes. Mientras se alejaban de la finca corriendo por la<br />

avenida, saludaron con la mano a un coche que llegaba y una chica contestó a su saludo. Era<br />

una compañera de colegio de Nancy Clutter que se llamaba también Nancy, Nancy Ewalt, hija<br />

única de Clarence Ewalt, que iba al volante, hombre de mediana edad, no muy aficionado a ir<br />

a la iglesia, ni tampoco su mujer, que, sin embargo, cada domingo acompañaba a su hija a la<br />

finca River Valley para que, en compañía de la familia Clutter, asistiese al servicio metodista<br />

de Garden City. Ello le evitaba «hacer ida y vuelta a la ciudad». Tenía la costumbre de<br />

esperar hasta que su hija hubiera entrado en la casa. Nancy, una jovencita que se preocupaba<br />

mucho del vestir, con cuerpo de artista de cine, el porte modesto del que lleva gafas y andar<br />

tímido, cruzó el césped y llamó al timbre de la entrada principal. La casa tenía cuatro entradas<br />

y cuando, después de llamar repetidamente nadie acudió a abrir, pasó a otra, la que daba al<br />

despacho del señor Clutter. La puerta estaba entreabierta. La abrió un poco más, lo suficiente<br />

para comprobar que en el despacho no había más que sombras, pero se quedó allí diciéndose<br />

que a los Clutter no les gustaría una «intromisión». Llamó con los nudillos, llamó al timbre y<br />

al final fue hasta la parte posterior de la casa. Allí estaba el garaje y vio que los dos coches<br />

estaban dentro: dos Chevrolet sedán. Lo que quería decir que tenían que estar en casa.<br />

Después de recurrir en vano a una tercera puerta, que daba a la despensa, y a una cuarta, que<br />

daba a la cocina, se volvió donde estaba su padre, quien dijo:<br />

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