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A sangre fría - Truman Capote

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

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Hasta aquel momento, Perry no había imaginado que volvería a ver a Dick. Ni a Willie-<br />

Jay. Pero los había tenido presentes en su pensamiento, especialmente al segundo, que en su<br />

recuerdo se había transformado en un enorme sabio de cabellos grises, que daba vueltas por<br />

su cabeza obsesionándolo. «Persigues lo negativo -le había informado Willie-Jay en el curso<br />

de uno de sus sermones-. Nada te importa, quieres existir sin responsabilidades, sin fe, sin<br />

amigos, sin calor.”<br />

En el curso solitario, desolador, de sus recientes idas y venidas, Perry había considerado<br />

una y otra vez aquella acusación y decidido que era injusta. Si que le importaba..., pero ¿a<br />

quién le importaba él? ¿A su padre? Sí, hasta cierto punto. Un par de chicas, pero aquello era<br />

«una historia larga de contar». A nadie, excepto Willie-Jay. Y sólo Willie-Jay había<br />

reconocido que valía, que tenía facultades, sólo él había comprendido que Perry no era<br />

simplemente un paticorto y musculoso mestizo, sólo él, a pesar de todos sus sermones<br />

moralizadores, lo había visto como él mismo se veía: «excepcional», «raro», «artista». En<br />

Willie-Jay su vanidad encontró apoyo, su sensibilidad refugio, y cuatro meses de distancia<br />

hacían aquella alta valoración más fascinante todavía, más, aún, que todos los sueños de<br />

tesoros escondidos. De modo que cuando recibió la invitación de Dick y se dio cuenta de que<br />

la fecha que proponía coincidía más o menos con el día en que dejaban en libertad a Willie-<br />

Jay, supo qué debía hacer. Fue en coche a Las Vegas, vendió aquel carromato, empaquetó su<br />

colección de mapas, cartas, manuscritos y libros y compró un billete de autobús. Las<br />

consecuencias del viaje serían obra del destino; si «no se entendía con Willie-Jay», podría<br />

tomar en consideración «las proposiciones de Dick». Resultó que tenía que elegir entre Dick o<br />

nada, porque cuando su autobús llegó a Kansas City la tarde del 12 de noviembre, Willie-Jay,<br />

a quien no había podido advertir de su llegada, había salido ya de la ciudad, sólo cinco horas<br />

antes y por la misma estación terminal de autobuses a la que Perry llegara. Todo eso lo supo<br />

llamando al reverendo Post, que lo desanimó aún más al no querer revelar el destino exacto de<br />

su antiguo secretario.<br />

-Se ha ido al este -dijo el capellán-, donde tiene perspectivas: buen empleo y<br />

alojamiento en casa de gente de bien, dispuesta a ayudarle.<br />

Y al colgar el teléfono, Perry se sintió «aturdido de rabia y decepción». Pero ¿qué<br />

esperaba en realidad -se preguntó cuando se le pasó la angustia- de un encuentro con Willie-<br />

Jay? La libertad los había separado. Como hombres libres, nada tenían en común; eran<br />

individuos opuestos que nunca podrían formar «equipo», y desde luego no la clase de equipo<br />

necesaria para emprender una aventura submarina al otro lado de las fronteras del sur como la<br />

que Dick y él proyectaban. Pero, sin embargo, si no hubiese llegado tarde, si hubiera podido<br />

pasar con Willie-Jay siquiera una hora, Perry estaba absolutamente convencido de que no<br />

estaría ahora allí, frente a un hospital, esperando a que Dick saliera con un par de medias<br />

negras.<br />

Dick regresó con las manos vacías.<br />

-Nada que hacer -anunció con una indiferencia furtiva que infundió sospechas en Perry.<br />

-¿Estás seguro? ¿Seguro de que por lo menos preguntaste?<br />

-Desde luego.<br />

-No lo creo. Juraría que te fuiste para adentro, dejaste pasar un par de minutos, y te<br />

volviste a salir.<br />

-Muy bien, rico. Lo que quieras.<br />

Dick puso el coche en marcha. Después de recorrer un trecho en silencio, Dick le dio a<br />

Perry una palmada en la rodilla.<br />

-¡Oh! Vamos, hombre. Era una idea para vomitar. ¿Qué diablos se hubieran imaginado?<br />

Yo allí pidiendo unas medias, como si fuera una rebaja...<br />

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