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A sangre fría - Truman Capote

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

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que todavía no habían plantado: cestas de espárragos, lechugas. Además, Nancy llevaba<br />

muchas veces a Babe para que los chiquillos cabalgaran.<br />

-¿Sabe usted? En muchos aspectos, éste es el mejor lugar en que hemos vivido. Hideo<br />

dice lo mismo. Nos duele muchísimo tener que marcharnos. Empezar de nuevo.<br />

-¿Se marchan? -protestó el señor Clutter, reduciendo la marcha.<br />

-Sí, Herb. Esta finca, la gente para la que trabajamos... Hideo cree que podríamos<br />

encontrar algo mejor. Quizás en Nebraska. Pero todavía no hemos decidido nada. Sólo<br />

estamos hablándolo.<br />

Su voz cordial, siempre dispuesta a la risa, hizo que la melancólica noticia pareciese<br />

casi alegre; sin embargo, la mujer, viendo que había entristecido al señor Clutter, cambió de<br />

conversación.<br />

-Herb, déme una opinión masculina -dijo-. Los niños y yo hemos venido ahorrando y<br />

queremos hacerle a Hideo un buen regalo para Navidad. Lo que más falta le hace son los<br />

dientes. Dígame, Herb, si su mujer le regalara tres dientes de oro, ¿le parecería mal? Quiero<br />

decir, ¿está mal hacerle pasar a un hombre la Navidad sentado en la silla de un dentista?<br />

-No hay dos como usted. No intenten siquiera marcharse de aquí: les ataremos de pies y<br />

manos -contestó el señor Clutter-. Sí, sí; no lo duden; dientes de oro. Si fuera yo, me<br />

encantaría.<br />

Su reacción hizo feliz a la señora Ashida, que sabía que no hubiese aprobado la idea si<br />

no la hubiera creído buena. Era todo un caballero. Nunca le había visto «dárselas de gran<br />

señor», ni aprovecharse de una circunstancia, ni dejar de cumplir una promesa. Intentó<br />

arrancarle una.<br />

-Óigame, Herb. En el banquete... nada de discursos, ¿eh? No me gustan. Usted, usted es<br />

distinto. Usted puede levantarse y ponerse a hablar a centenares de personas. A miles. Le es<br />

tan fácil... convencerles de cualquier cosa. Nada le asusta -murmuró comentando una cualidad<br />

del señor Clutter que nadie ponía en duda. Aquella impávida seguridad en sí mismo que si por<br />

un lado suscitaba respeto, por otro ponía trabas al afecto que otros pudieran sentir por él-. No<br />

puedo imaginarlo asustado. Suceda lo que suceda, usted siempre saldrá bien librado.<br />

A media tarde el Chevrolet negro había llegado a Emporia, un pueblo de Kansas, grande<br />

casi como una ciudad y lugar seguro, o así lo habían decidido los ocupantes del coche, para<br />

efectuar algunas compras. Aparcaron el coche en una calle lateral y luego anduvieron hasta<br />

dar con unos almacenes convenientemente atestados de gente.<br />

La primera adquisición fue un par de guantes de goma; eran para Perry que había<br />

olvidado los suyos. Pero Dick no.<br />

Luego se acercaron a un mostrador donde se exhibían medias de señora. Tras un corto<br />

titubeo, Perry dijo-Creo que servirán.<br />

Dick no estaba de acuerdo.<br />

-¿Y mi ojo, qué? Son todas demasiado claras para que no se vea mi ojo.<br />

-Señorita -llamó Perry para atraer la atención de la dependienta-. ¿No tiene medias<br />

negras?<br />

Les contestó que no, y les propuso que probaran en otra tienda.<br />

-El negro no puede fallar.<br />

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