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A sangre fría - Truman Capote

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

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designan hombres de primera categoría que se encargan de la defensa con loable energía. Sin<br />

embargo, hasta un abogado de mediano talento puede aplazar el juicio definitivo año tras año,<br />

mediante un sistema de apelaciones vigente en la jurisprudencia americana y que constituye<br />

una rueda de la fortuna legal, un juego de azar, ligeramente favorable al criminal que los<br />

participantes juegan indefinidamente, primero en los tribunales del estado, luego pasando por<br />

los tribunales federales hasta llegar al tribunal último, la Corte Suprema de los Estados<br />

Unidos. Pero aun una negativa de la Corte, no significa que la defensa no pueda descubrir o<br />

inventar nuevas bases para un recurso nuevo. Por lo general, lo consiguen y así la rueda sigue<br />

girando hasta quizás años después, cuando el preso llega otra vez al más alto tribunal de la<br />

nación, probablemente sólo para comenzar de nuevo la lenta y cruel impugnación. Pero a<br />

intervalos la rueda hace una pausa para declarar un ganador, o, con incrementada frecuencia,<br />

un perdedor: los abogados de Andrews lucharon hasta el último momento, pero su cliente fue<br />

a la horca el viernes 30 de noviembre de 1962.<br />

-La noche era <strong>fría</strong> -decía Hickock a un periodista con el que mantenía correspondencia<br />

y que tenía permiso para visitarle periódicamente-. Fría y húmeda. Había estado lloviendo a<br />

cántaros, y en el campo de béisbol el barro te llegaba hasta los cojones 1 . Así que cuando se<br />

llevaron a Andy al almacén, tuvieron que hacerle pasar por el sendero. Todos estábamos en<br />

las ventanas mirándolo: Perry y yo, Ronnie York, Jimmy Latham. Acababan de dar las doce y<br />

el almacén estaba iluminado como una calabaza de Halloween. Las puertas abiertas de par en<br />

par. Podíamos distinguir los testigos, muchos guardianes, el doctor y el alcaide: cualquier<br />

maldita cosa menos la horca. Estaba en un rincón pero podíamos ver su sombra. Una sombra<br />

en la pared como la de un cuadrilátero de boxeo.<br />

-Andy estaba a cargo del capellán y cuatro guardianes, y cuando llegaron a la puerta se<br />

detuvieron un segundo. Andy se quedó mirando la horca. Te dabas cuenta de que la miraba.<br />

Tenía los brazos atados por delante. De pronto, el capellán alargó el brazo y le quitó las gafas<br />

a Andy. Daba lástima Andy sin sus gafas. Lo metieron dentro y me pregunté si vería para<br />

subir los escalones. Había un silencio de verdad, nada más que el ladrido de un perro a lo<br />

lejos. Un perro del pueblo. Entonces lo oímos, el ruido, y Jimmy Latham preguntó: "¿Qué ha<br />

sido?" Y yo le dije lo que había sido: el escotillón.<br />

-Luego se hizo otro gran silencio excepto ese perro. El pobre diablo de Andy bailó un<br />

buen rato. Debió de darles mucho que hacer. A cada momento, el doctor salía a la puerta y se<br />

quedaba afuera con el estetoscopio en la mano. Yo me atrevería a decir que no estaba<br />

disfrutando de su trabajo, no dejaba de suspirar, como si le faltara el aire y además lloraba.<br />

Jimmy dijo: "Le carga la danza." Imagino que saldría afuera para que los demás no le vieran<br />

llorar. Luego tuvo que volver a entrar para ver si el corazón de Andy había parado. Parecía<br />

que nunca lo haría. El hecho es que su corazón siguió latiendo durante diecinueve minutos.<br />

-Andy era un tipo divertido -añadió Hickock sonriendo de lado porque tenía un<br />

cigarrillo entre los labios-. Era como le dije yo: no tenía respeto por la vida humana, ni por la<br />

suya. Poco antes de que lo ahorcaran, se sentó y comió un par de pollos fritos. Y su última<br />

tarde estuvo fumando puros, bebiendo Coca-Cola y escribiendo poesías. Cuando vinieron a<br />

buscarle y le dimos nuestro adiós, le dije: "Te veré pronto, Andy. Que estoy seguro que<br />

hemos de ir al mismo sitio. Así que date una vuelta y mira si puedes encontrar un lugarejo<br />

fresquito Allá Abajo, para nosotros." Se rió y me dijo que no creía ni en el cielo ni en el<br />

1 En español en el original. (N. del T.)<br />

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