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A sangre fría - Truman Capote

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

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-¿Les puedo ayudar en algo?<br />

York, a una distancia de seis metros, disparó contra el cráneo del anciano y volviéndose<br />

a Latham le dijo:<br />

-No está mal la puntería, ¿eh?<br />

Su última víctima fue la más patética. Una muchacha de dieciocho años que trabajaba<br />

de camarera en un motel de Colorado, donde el desenfrenado par pasó la noche, durante la<br />

que ella se prestó a hacerles el amor. Le dijeron que se iban a California y la invitaron a irse<br />

con ellos.<br />

-Anda, vente -le apremió Latham-, puede que acabemos todos como estrellas de cine.<br />

La muchacha y su maleta de cartón apresuradamente hecha acabaron como sangrientos<br />

despojos en el fondo de una hondonada cerca de Craig, Colorado. Pero no muchas horas<br />

después de haberla asesinado y arrojado al barranco, sus asesinos se hallaban realmente ante<br />

las cámaras filmadoras.<br />

Descripciones de los ocupantes del coche rojo, suministradas por los testigos que los<br />

vieron aparcados en la zona donde el cuerpo de Otto Ziegler fue hallado, circulaban por el<br />

Midwest y por los estados del oeste. Se enviaron destacamentos a las carreteras y helicópteros<br />

las vigilaban desde el aire. Fue un destacamento de Utah el autor de la detención de York y<br />

Latham. Luego, en el cuartel general de la policía de Salt Lake City, una compañía de<br />

televisión local obtuvo permiso para televisar una entrevista con los dos que, si se prescindía<br />

del sonido, parecían dos jóvenes atletas, sanos de cuerpo y alma, que hablaran de hockey o<br />

béisbol. De todo menos de crímenes y de los roles, jactanciosamente confesados, que jugaron<br />

en la muerte de siete personas.<br />

-Pero... ¿por qué? -pregunta el locutor-, ¿por qué lo hicisteis?<br />

Y York, con una sonrisa de autocomplacencia, contesta:<br />

-Nosotros odiamos al mundo.<br />

En los cinco estados con derecho a procesar a York y Latham existía pena de muerte:<br />

Florida (silla eléctrica), Tennessee (silla eléctrica), Illinois (silla eléctrica), Kansas (horca) y<br />

Colorado (cámara de gas). Pero como disponía de las pruebas más contundentes, Kansas se<br />

llevó la victoria.<br />

Los hombres de la Hilera conocieron a sus nuevos compañeros el 2 de noviembre de<br />

1961. El guardián que escoltaba a los recién llegados hizo la presentación diciendo:<br />

-Señor York y señor Latham, les presento al señor Smith. Y al señor Hickock. Y al<br />

señor Lowell Lee Andrews, «el chico más simpático de Wolcott».<br />

Cuando el cortejo hubo pasado, Hickock oyó que Andrews ahogaba una risa y le<br />

preguntó:<br />

-¿Qué tiene de divertido ese hijo de puta?<br />

-Nada -contesto Andrews-. Pensaba: si contamos los tres míos, vuestros cuatro y sus<br />

siete, hacen catorce entre nosotros cinco. Así que catorce divididos entre cinco son...<br />

-Catorce divididos entre cuatro -corrigió secamente Hickock-. Aquí sólo hay cuatro<br />

asesinos y un falso culpable. Yo no soy un maldito asesino. Nunca le toqué ni un pelo de la<br />

cabeza a nadie.<br />

Hickock seguía escribiendo cartas protestando de su condena y al fin una de ellas dio<br />

fruto. El destinatario, Everett Steerman, presidente del Comité de Asistencia Legal de la<br />

Asociación de Abogados del Estado de Kansas, se preocupó de los alegatos del remitente, que<br />

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