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A sangre fría - Truman Capote

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

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Texas, era el menor de los hijos de unos prolíficos padres, sin dinero, que vivían en continua<br />

pelea y que cuando acabaron por separarse dejaron que la prole se las compusiera por su<br />

cuenta, despreciada, perdida y dispersada como manojos de hierba que el viento lleva. A los<br />

diecisiete años, necesitado de refugio, Latham se alistó en el ejército. Dos años después fue<br />

declarado prófugo por ausentarse sin licencia y arrestado en las celdas de castigo de Fort<br />

Hood, Texas. Fue allí donde conoció a Ronnie York que cumplía condena por la misma<br />

infracción. Aunque eran muy distintos, incluso físicamente -York alto y flemático, mientras el<br />

tejano era un hombre bajo con oscuros ojos de zorra que animaban un rostro pequeño, ladino<br />

y compacto-, descubrieron que por lo menos compartían una firme opinión: el mundo era<br />

odioso y todos sus habitantes estarían mejor muertos.<br />

-Es un mundo podrido -decía Latham-. No se le puede responder más que con maldad.<br />

Es la única cosa que todo el mundo entiende: la maldad. Quémale la casa a un hombre,<br />

entonces comprenderá. Envenénale el perro. Asesínalo.<br />

Ronnie afirmó que Latham «tenía razón cien por cien». Y luego añadió:<br />

-De todos modos, si matas a alguien, no le haces más que un favor.<br />

Las primeras personas elegidas para hacerles ese favor fueron dos mujeres de Georgia,<br />

respetables amas de casa que tuvieron la desgracia de tropezarse con York y Latham cuando<br />

el par de asesinos, fugándose de las celdas de castigo de Fort Hood, habían robado una<br />

camioneta y se dirigían a Jacksonville, Florida, cuna de York. El escenario del encuentro fue<br />

una estación de Esso, en la oscura periferia de Jacksonville. La fecha, la noche del 29 de<br />

mayo de 1961. En un principio, los dos prófugos tenían intención de ir a aquella ciudad de<br />

Florida para hacerle una visita a la familia de York, pero una vez allí, York creyó poco<br />

prudente ponerse en contacto con los suyos, porque a veces su padre sacaba un genio de todos<br />

los diablos. El y Latham lo comentaron y habían decidido como nuevo destino Nueva<br />

Orleáns, cuando pararon en una estación de Esso a poner gasolina. A su lado, otro coche<br />

reponía combustible. En él se hallaban dos señoras, las futuras víctimas, que después de pasar<br />

el día de compras y recreo en Jacksonville se volvían a sus casas de una pequeñísima<br />

población junto a la frontera Florida-Georgia. ¡Ay!, habían perdido el camino. York, a quien<br />

se lo preguntaron, estuvo muy cortés.<br />

-No tienen más que seguirnos. Las dejaremos en la buena carretera.<br />

Pero la carretera a la que las llevaron, de buena no tenía nada: estrecha, curva tras curva,<br />

iba a perderse en unas marismas. Sin embargo, las señoras, confiadas, fueron siguiendo hasta<br />

que el vehículo que las precedía se detuvo y entonces vieron, a la luz de los faros, que los dos<br />

serviciales jóvenes se acercaban a pie y vieron también, pero demasiado tarde, que cada uno<br />

iba armado con una vara de ganado negra. Las varas pertenecían al dueño de la camioneta<br />

robada, un ganadero. Fue idea de Latham usarlas como garrote, que fue lo que, tras robar a las<br />

señoras, hicieron. En Nueva Orleáns, los mozos se compraron una pistola y marcaron en la<br />

culata dos muescas.<br />

En el transcurso de los diez días siguientes, fueron sucesivamente añadidas más<br />

muescas: En Tullahoma, Tennessee, donde se hicieron con un elegante Dodge rojo<br />

convertible, matando a tiros a su dueño, un viajante de comercio; en un suburbio de St. Louis,<br />

Illinois, donde otros dos hombres fueron asesinados. La víctima de Kansas, que siguió a estas<br />

cinco, fue un abuelo, de sesenta y dos años, Otto Ziegler; robusto y cordial, una de esas<br />

personas que no saben seguir carretera adelante sin ofrecer ayuda cuando ven a alguien con el<br />

coche parado. Una bonita mañana de junio, a toda velocidad en su coche por una autopista de<br />

Kansas, el señor Ziegler vio de pronto un coche rojo convertible parado en la cuneta con el<br />

capó levantado y un par de bien parecidos jóvenes hurgando en el motor. ¿Cómo iba a saber<br />

el generoso señor Ziegler que el coche no tenía falla alguna? ¿Que se trataba sólo de un truco<br />

para robar y matar a todo aquel que se sintiera samaritano? Sus últimas palabras fueron:<br />

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