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A sangre fría - Truman Capote

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

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El viernes 13 de mayo, primera fecha establecida para la ejecución de Smith y Hickock,<br />

pasó inofensivamente: la Corte Suprema de Kansas había concedido un aplazamiento en<br />

espera de la resolución de las demandas de nuevo proceso presentadas por los abogados de la<br />

defensa. Por entonces, el veredicto del caso Andrews estaba pendiente también de revisión<br />

por la misma Corte.<br />

La celda de Perry era contigua a la de Dick. Aunque invisibles el uno para el otro,<br />

podían conversar con toda facilidad. Sin embargo, Perry raramente se dirigía a Dick y no<br />

porque hubiera una clara animosidad entre ellos (tras el intercambio de unos cuantos<br />

reproches mutuos, su amistad se había convertido en recíproca tolerancia: la aceptación de<br />

dos hermanos siameses incompatibles pero impotentes), sino porque a Perry, receloso como<br />

siempre, cauto y precavido, no le gustaba que los guardianes y los demás presos se enteraran<br />

de sus «asuntos personales», especialmente Andrews o Andy como le llamaban en la Hilera.<br />

El culto acento de Andrews, su inteligencia cultivada y salida de universidad eran anatema<br />

para Perry que, aunque no había pasado de tercer grado, se creía mucho más instruido que la<br />

gente que solía tratar, que disfrutaba corrigiendo, especialmente en gramática y<br />

pronunciación. Pero de improviso se había tropezado con alguien, «¡un chaval!», que le<br />

corregía a él de continuo. ¿Era de extrañar que se abstuviese de abrir la boca? Mejor tener la<br />

boca cerrada que aguantar que un mocoso universitario le mantuviera a raya.<br />

-No digas ininteresado. Cuando lo que quieres decir es desinteresado.<br />

Andrews lo decía bien, sin malicia, pero Perry hubiera querido poder freírlo en aceite<br />

hirviendo y aunque jamás hubiese admitido tal cosa, ni dejado adivinar a nadie la razón,<br />

después de uno de esos humillantes incidentes, permaneció enfurruñado en su asiento,<br />

dándose por no enterado de la comida que le servían tres veces al día. A principios de junio,<br />

se abstuvo completamente de comer. Le dijo a Dick:<br />

-Quédate ahí esperando la cuerda. Yo no.<br />

Y a partir de aquel momento se negó a tocar comida y agua y a decir una palabra a<br />

nadie.<br />

El ayuno duró cinco días antes de que el guardián lo tomase en serio. Al sexto día,<br />

ordenó que Perry fuera trasladado al hospital de la prisión, pero la medida no alteró la<br />

decisión de Perry. Cuando intentaron hacerle comer a la fuerza, peleó para que no lo<br />

consiguieran: movía la cabeza y cerraba las mandíbulas hasta tenerlas tan rígidas como<br />

herraduras. Al final tuvieron que maniatarle y alimentarlo por vía intravenosa o por una sonda<br />

en la nariz. Aun así, en nueve semanas, su peso bajó de 76 kilos a 52 y el alcaide fue<br />

advertido de que aquella alimentación forzada, de por sí, no mantendría al paciente con vida<br />

indefinidamente.<br />

Dick, si bien la fuerza de voluntad de Perry le había impresionado, no quería creer que<br />

su propósito fuera llegar al suicidio. Incluso cuando le comunicaron que Perry había entrado<br />

en coma, le dijo a Andrews, del que se había hecho muy amigo, que aquel antiguo cómplice<br />

suyo pretendía valerse de un truco.<br />

-Sólo quiere que lo tomen por loco.<br />

Andrews, devorador compulsivo (había llenado un cuaderno de ilustraciones de<br />

comestibles, desde un pastel de fresa a un cerdo asado) dijo:<br />

-Quizá lo esté. ¡Matarse de hambre así...!<br />

-No quiere más que salir de aquí. Hace teatro. Para que digan que está loco y lo pongan<br />

en el manicomio.<br />

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