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A sangre fría - Truman Capote

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

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Creepy» Karpis, Charles «Pretty Boy» Floyd, Clyde Barrow y su amante asesina Bonnie<br />

Parker), los legisladores del estado votaron para que fuese restaurada. Sin embargo, hasta<br />

1944 ningún verdugo tuvo ocasión de ejercer su oficio. En los diez años siguientes sólo tuvo<br />

nueve ocasiones más. Pero por un espacio de seis años, es decir, desde 1954, no hubo verdugo<br />

que cobrase un céntimo en Kansas (aparte de que ejerciera sus funciones en el cuartel<br />

disciplinario del ejército y la aviación, que cuenta también con una horca). El recientemente<br />

fallecido George Docking, gobernador de Kansas desde 1957 hasta 1960, fue el responsable<br />

de esta interrupción pues se mostró sin reservas contrario a la pena capital. («Es que no me<br />

gusta, sencillamente, matar a la gente.»)<br />

Entonces, en abril de 1960, había en las prisiones de Estados Unidos ciento noventa<br />

personas en espera de ser ajusticiadas; cinco de ellas, incluidos los asesinos de los Clutter, se<br />

contaban entre los reclusos de Lansing. De tarde en tarde, los visitantes importantes de la<br />

prisión son invitados a eso que los altos funcionarios llaman «echar un vistazo a la Hilera de<br />

la Muerte». Los que aceptan, son acompañados por un guardián, que, mientras guía al turista<br />

a lo largo del corredor que una reja de hierro separa de las celdas de la muerte, va presentando<br />

a los condenados en lo que debe de considerar un cómico formulismo.<br />

-Y éste -le decía a un visitante en 1960- es el señor Perry Edward Smith. En la celda<br />

siguiente vemos al compañero del señor Smith, el señor Richard Eugene Hickock. Y más allá<br />

tenemos al señor Earl Wilson. A continuación del señor Wilson, vemos al señor Bobby Joe<br />

Spencer. Y en cuanto a este último caballero, seguro estoy de que reconoce al famoso señor<br />

Lowell Lee Andrews.<br />

Earl Wilson, un fornido negro que cantaba himnos, había sido condenado a muerte por<br />

haber raptado, violado y torturado a una joven mujer blanca que, aunque había salvado su<br />

vida, quedó severamente incapacitada. Bobby Joe Spencer, de raza blanca, joven afeminado,<br />

se había confesado autor del asesinato de una anciana de Kansas City, propietaria de la<br />

pensión donde él vivía. Antes de dejar su cargo en enero de 1961, el gobernador Docking, que<br />

no había sido reelegido (en buena parte por su actitud hacia la pena capital) conmutó las<br />

sentencias de ambos hombres por cadena perpetua, lo que significaba que podían pedir la<br />

libertad bajo palabra al cabo de siete años.<br />

Pero Bobby Joe Spencer, pronto volvió a matar: apuñaló a otro joven convicto, su rival<br />

en los favores de un recluso de más edad (como dijo un guardián de la penitenciaría: «Dos<br />

trastos pegándose por otro más trasto.»)<br />

Tal aventura le costó a Spencer una segunda condena a cadena perpetua. Pero el público<br />

no sabía demasiado quiénes eran Wilson ni Spencer en comparación con Smith y Hickock o<br />

con el quinto hombre de la Hilera, Lowell Lee Andrews, porque la prensa los había pasado<br />

más bien por alto.<br />

Dos años atrás Lowell Lee Andrews, muchacho de dieciocho años, muy corpulento y<br />

corto de vista, con gafas de gruesa montura y que pesaba casi ciento cincuenta kilos, cursaba<br />

el segundo año en la Universidad de Kansas como estudiante de biología, colmado de premios<br />

y honores. A pesar de que era una criatura solitaria, encerrada en sí misma y difícilmente<br />

comunicativa, los que lo conocían, tanto en su ciudad natal Wolcott, Kansas, como en la<br />

Universidad lo consideraban un muchacho extraordinariamente gentil y de «naturaleza<br />

amable», (posteriormente, un artículo sobre él aparecido en un diario de Kansas llevaba el<br />

título: «El chico más encantador de Wolcott»). Pero dentro del callado y joven erudito existía<br />

una doble personalidad insospechada, de motividad atrofiada, una mente anormal y retorcida<br />

por la que discurrían los pensamientos más fríos y crueles. Su familia compuesta de sus<br />

padres y una hermana un poco mayor, Jennie Marie, se hubieran quedado pasmados si<br />

hubieran conocido los sueños que con los ojos bien abiertos nutría Lowell durante el verano y<br />

otoño de 1958: el hijo inteligente, el adorado hermano, planeaba envenenarlos a todos.<br />

197

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