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A sangre fría - Truman Capote

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

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Jolene no dijo nada. Aquella nota de pánico en la voz de la señora Clutter había hecho<br />

cambiar su estado de ánimo. Jolene no sabía qué decir y solamente deseaba que su madre, que<br />

había prometido ir a buscarla a las once, llegara cuanto antes.<br />

Luego, un poco más calmada, la señora Clutter le preguntó:<br />

-¿Te gustan las miniaturas? ¿los objetos pequeñitos?<br />

Y llevó a Jolene al comedor para que viera una consola en cuyos estantes había un<br />

montón de fruslerías liliputienses: tijeras, dedales, cestos de flores de cristal, minúsculos<br />

muñecos, tenedores y cuchillos.<br />

-Algunos los tengo desde niña. Mi papá y mi mamá, todos nosotros, vivíamos parte del<br />

año en California. Junto al océano. Y había una tienda donde vendían maravillas como éstas.<br />

Estas tacitas -un minúsculo juego de té dispuesto sobre una bandeja, tembló en la palma de su<br />

mano- me las regaló mi padre. De niña fui muy feliz.<br />

Hija única de un próspero cultivador de trigo llamado Fox y hermana adorada de tres<br />

hermanos mayores que ella, pasó una niñez, no mimada, pero protegida imaginando que la<br />

vida era una secuencia de hechos agradables: otoños en Kansas y veranos en California. Una<br />

vida de tomar el té. Cuando tenía dieciocho años, fascinada por la biografía de Florence<br />

Nightingale, se matriculó en un curso de enfermería en el Hospital de Santa Rosa de Greta<br />

Bend, Kansas. No tenía condiciones para ser enfermera y, al cabo de dos años, tuvo que<br />

admitirlo: la realidad de un hospital, sus dramas, sus olores, la ponían enferma. Sin embargo,<br />

hasta la fecha, seguía lamentando no haber terminado aquellos estudios ni conseguido el<br />

título, aunque sólo fuera «para demostrar -como le había dicho en cierta ocasión a una amiga<br />

suya- que por lo menos una vez en la vida había tenido éxito en algo». En cambio, conoció a<br />

Herb y se casó con él. Herb era compañero de universidad de Glenn, su hermano mayor. La<br />

verdad era que, como las dos familias vivían a menos de treinta metros, hacía tiempo que lo<br />

conocían de vista, pero los Clutter, simples agricultores, no mantenían relación social con los<br />

acaudalados y cultos Fox. Pero Herb era guapo, religioso y muy voluntarioso, la quería y ella<br />

estaba enamorada.<br />

-El señor Clutter viaja mucho -siguió diciéndole a Jolene-. ¡Oh, siempre se tiene que ir a<br />

alguna parte! A Washington, a Chicago, a Oklahoma, a Kansas City. A veces me da la<br />

impresión de que no está nunca en casa. Pero dondequiera que vaya, siempre se acuerda de lo<br />

mucho que me gustan las miniaturas. -Abrió un diminuto abanico de papel-. Esto me lo trajo<br />

de San Francisco. Sólo vale unos centavos, pero ¿verdad que es bonito?<br />

Al segundo año de casada, nació Eveanna y, tres años más tarde, Beverly. Después de<br />

cada parto, la joven madre se sentía presa de un inexplicable abatimiento, de una crisis de<br />

tristeza que la llevaba a pasearse de una habitación a otra retorciéndose las manos, aturdida.<br />

Entre el nacimiento de Beverly y el de Nancy transcurrieron otros tres años y ésos fueron los<br />

años de los picnics dominicales y las excursiones al Colorado, años en que ella llevaba la casa<br />

y se sentía el centro feliz de su hogar. Pero con Nancy y luego con Kenyon, las depresiones<br />

postparto se repitieron y, después del nacimiento de su hijo, la infelicidad que la dominaba no<br />

desapareció ya nunca más; era como una nube en el horizonte, que podía traer o no la lluvia.<br />

Tenía algún «día bueno» que en contadas ocasiones sumaban una semana, un mes, pero ni en<br />

los mejores de sus días buenos, cuando volvía a ser «la de antes», la afectuosa y simpática<br />

Bonnie que sus amigos adoraban, lograba la energía y vitalidad social que exigían las<br />

actividades, siempre en aumento, de su marido. El era sociable, un «jefe nato». Ella no y<br />

renunció a intentar serlo. Y así, por caminos bordeados de tiernas miradas y con una fidelidad<br />

íntegra y total, comenzaron a discurrir sus sendas separadas, la de él, una senda pública, una<br />

marcha de satisfactorias conquistas; la de ella, una senda apartada y solitaria, que<br />

eventualmente recorrería los pasillos de hospital. Pero no carecía de esperanzas. La fe en Dios<br />

le daba fuerzas y, de vez en cuando, acontecimientos terrenos complementaban su fe en su<br />

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